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La sinceridad y la comunicación son elementos claves en las relaciones de pareja. Al menos eso proclamaba un artículo que ella leyó en una de las revistas de su estilista. Sin embargo, cuando le preguntó a su novio sobre sus fantasías sexuales, se sintió insegura y salió corriendo del piso para subirse al metro, ahí recapacitará sobre lo sucedido mientras observa a los otros pasajeros...-
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Irse Kræmer
Un eufórico viaje en metro - un cuento corto erótico
Translated by Javier Orozco
Lust
Un eufórico viaje en metro - un cuento corto erótico
Translated by Javier Orozco
Original title: Erotisk metrotur
Original language: Danish
Copyright © 2020, 2021 Irse Kræmer and LUST
All rights reserved
ISBN: 9788726859041
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
Salí del edificio casi corriendo sin bajar el ritmo hasta llegar a la estación de metro más cercana. Lo único que podía pensar era: aléjate de ese pervertido imbécil. Mi corazón latía acelerado y el enojo casi cegaba mi visión. Las personas iban y venían, a mí me todas parecían extras en una película. No significaban nada para mí ni para la trama, pero al fin y al cabo sí tenían un significado.
Ya en el metro miré por turnos a los pasajeros. El jovencito y el hombre mayor que conversaban en voz baja, ¿eran novios? ¿Acababan de conocerse en un bar? No se tocaban, pero yo estaba segura de que hablaban de sexo y elaboraban planes para el resto de la noche. ¿Acaso uno se iría a la casa del otro? ¿Traspasaría el mayor los límites del más joven? ¿Y si era la primera vez que el joven se iba a la cama con otro hombre? En mi imaginación pude ver có mo el mayor intentaba convencer al joven de que lo chupara, lamiera y succionara, hasta correrse en su boca con un rugido estrepitoso. Mis ojos miraron al hombre maduro con enfado y desagrado. “Cerdo”, susurré para mis adentros. Tuve que contenerme para no acercarme a él y vociferar directo en su carota repulsiva; descargar – a gritos–, mi enojo contra él, golpeando y pateándolo hasta que le quedara claro que esas cosas sexuales macabras se las podía ir a hacer a sí mismo.
