Un México para todos - Carlos Medina Plascencia - E-Book

Un México para todos E-Book

Carlos Medina Plascencia

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Beschreibung

Éste es un llamado a la acción. Es un llamado a construir Un México para todos. EN EL AÑO 2000, LOS MEXICANOS BOTAMOS A un sistema opresor, dictatorial, excluyente, y con la alternancia en la Presidencia de la República inició la llamada transición democrática. Hoy, más de veinte años después, aún seguimos en ella, sólo que ahora caímos en un bache. Frustrados porque los tres gobiernos anteriores no nos llevaron a donde queríamos —un lugar seguro, en paz, con democracia, libertad y unidad— ahora nos damos cuenta de que en 2018 erramos el tiro: elegimos a uno peor, que gobierna con el espejo retrovisor en la mano, que solo busca ajustar cuentas con sus enemigos, agredir a quienes no piensan como ellos y meternos a una jaula de oro con falsas promesas. Carlos Medina Plascencia nos ofrece estas reflexiones acumuladas a lo largo de toda una vida dedicada a la construcción del bien común, y que hoy, por la situación crítica que atravesamos, se vuelve indispensable compartir con una sola motivación: alertarnos los sentidos e invitarnos a participar.

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PRÓLOGO

Los mexicanos estamos ante una encrucijada: democracia o totalitarismo.

Curiosamente, se llegó a esta situación de manera voluntaria, por la vía electoral y de manera pacífica, en la búsqueda de una propuesta alternativa para crear mejores condiciones de crecimiento y desarrollo en el país ante un futuro cambiante y lleno de retos.

Millones de ciudadanos creyeron en las promesas y dieron su voto de confianza a un grupo distinto para dirigir el rumbo del país. Sin embargo, sus resultados al paso de los años dejan muy clara su incapacidad e incongruencias.

Mentiras, corrupción, engaños, persecución, autoritarismo y violaciones a la ley y a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos para mantenerse en el poder. Y otra desgracia: la polarización que ha dividido a la sociedad.

Este gobierno se ha empeñado en colocar a México en una ruta de retroceso. Debemos ya salirnos, porque los daños para las futuras generaciones podrían ser incalculables. Seguramente has visto y oído algo de esto en las redes, en los medios, y es tema de conversación con amigos y familiares. Siempre en un tono de preocupación.

Es indispensable responder de manera consciente, organizada y con urgencia para detener el daño que este régimen está ocasionándole al país, del cual tardaremos años en recuperarnos.

Aquí es donde la segunda obra de Carlos Medina Plascencia ofrece con su experiencia, serenidad y emotividad, los principios y los caminos en los que todos podemos aportar para recuperar nuestra democracia, nuestra tranquilidad y nuestro futuro.

Son referencias, reflexiones, propuestas derivadas de su fructífero paso durante más de cuarenta años por organizaciones ciudadanas, políticas, empresariales y con una larga e intachable trayectoria como servidor público en los tres órdenes de gobierno.

Pero lo más importante es que su testimonio fue efectivo, pues junto con otros muchos líderes de diversos orígenes, pensamiento y militancia, formaron una generación que puso fin a un régimen hegemónico de setenta y un años.

En la situación que atraviesa el país, Medina Plascencia es una referencia si buscamos comprender y dimensionar su complejidad, así como sus alternativas reales de solución.

Un México para todos es un texto crudo y, en algunas partes, hasta rudo, pero ante todo es un libro que atiende la realidad. Dicho por el mismo Carlos, ésa es la mejor guía para hacer política, independientemente de filias y fobias.

Más allá de afinidades ideológicas o de que se milite o no en el mismo partido que su autor, es claro que con mucho trabajo, transparencia y realismo vamos a poder girar el rumbo del país, y con el empoderamiento ciudadano seremos capaces de reconstruirlo.

Su publicación es como el campanazo o el silbatazo inicial para empezar la estrategia que nos lleve a derrotar la apatía, el conformismo, la comodidad; se trata de vencer la desigualdad, la mentira, la imposición, pero, sobre todo, la corrupción, tanto intelectual como material.

Ante las dudas que a todos nos asaltan —¿qué hacemos?, ¿cómo le hacemos?, ¿con quiénes?—, a lo largo del texto se ofrecen respuestas y propuestas para que tú, lectora y lector, las compartas con quien quieras y les digas que los necesitamos a todos, en todo el país y en la defensa de todos los temas que nos afectan a todos.

Sí, porque ésta es una batalla de todas y de todos. Para todas y para todos. Para un México mejor.

Por eso este trabajo está escrito como un grito, como una denuncia, para alertar, para invitarte a que juntos retomemos en nuestras manos el destino común y construyamos en forma responsable, de una vez por todas, un México para todos.

Ahora es el momento, como dice Carlos.

¡Nubye ra pa!*

¡Ahora es cuando!

Xóchitl Gálvez

Ciudad de México, 6 de septiembre de 2023

*Ahora es cuando se puede, en lengua hñähñu.

Taller sobre Democracia Participativa impartido por Carlos Medina Plascencia el 15 de agosto de 2023 en Guadalajara, Jalisco. Del lado izquierdo: Alejandro Ayala Sainz, de Frente Cívico Nacional; José Alberto Vázquez Padilla, de Sinergia por la Paz; y María de los Ángeles Padilla Montes, de Frente Cívico Nacional. Del lado derecho: Alexa Natali López Ruiz, de la asociación civil Compromiso, Reinvención, Equidad y Autonomía (CREA); Isabella Calderón Javelly, de Confío en México y del Foro Plural Jalisco; y Pablo Francisco García Aceves, de Misión Rescate México Jóvenes.

INTRODUCCIÓN

La tarea más trascendente para beneficio de México es ponernos de acuerdo entre todos para generar un mejor desarrollo integral para nuestras familias. Ésa es la esencia de la democracia. Si logramos ese entendimiento, habremos encontrado la forma de superar obstáculos, de recuperar la confianza, pero sobre todo, de acordar qué tipo de país queremos para el siglo que apenas inicia.

Nos han repetido hasta el cansancio que el mundo y el país atraviesan por un cambio de época, definido por la capacidad tecnológica del ser humano, que refleja el desarrollo alcanzado a lo largo de años de civilización. Es decir, estamos frente a una gran oportunidad de convertirnos en la generación que pueda romper las ataduras históricas de colonización, corrupción y chantajes y hacer de México un país en donde podamos vivir en paz, con condiciones de realización para todos y con solidaridad hacia nuestros hermanos latinoamericanos.

Tenemos educación, tenemos liderazgos en todos los ámbitos, tenemos experiencias exitosas en muchísimas actividades, incluso a nivel internacional: deportivas, culturales, empresariales, educativas, etcétera; tenemos relaciones con todo el mundo y conocemos un sinfín de avances tecnológicos registrados diariamente; tenemos un alto grado de consciencia sobre nuestra realidad, tenemos todo eso y más. Entonces, ¿qué nos falta?

Asumir personalmente un compromiso con el futuro del país y trabajar todos los días para alcanzarlo. Tenemos identidad, lenguaje, creencias, principios, somos solidarios, creativos, trabajadores, características que nos hacen fuertes frente a un mundo en donde pareciera que nos arrasan, a pesar de todo eso, por considerarlo viejo e inoperante. Nada más alejado de la realidad. Es cierto que tenemos que reinventar capacidades, habilidades para adecuarnos a un mundo con un desarrollo acelerado, pero debemos mantener aquello que nos identifica, que nos hermana, que nos ha hecho solidarios, fraternos, para engrandecer la nación que hemos construido entre todos.

Nos falta decidirnos, tomar nuestro destino en nuestras manos, organizarnos.

Ésa es la clave para resolver la gran mayoría de nuestros problemas. Por eso la democracia sí importa. Es ponernos de acuerdo, dialogar, definir juntos un rumbo, asumir con generosidad nuestra participación para beneficio de todos.

Esta lucha por encontrar un mejor camino para nuestra patria ha sido de muchas décadas. Nuestros abuelos, nuestros padres, incluso algunos de nosotros hemos tenido la fortuna de ser parte de una generación que aportó para lograr el primer gran cambio para México y que hoy, tristemente, se ha estancado por los malos resultados de aquellos en quienes depositamos nuestra confianza para encabezarlo durante los primeros dieciocho años de este siglo.

Nos pasó, como atinadamente dice Manuel Clouthier —hijo del Maquío Clouthier—, que “la transición fue secuestrada por intereses personales y partidistas, olvidándose de la gente y de los intereses superiores del país”.1

Una transición es pasar de un estado de cosas a otro estado de cosas, pero mejor. Bajo esa guía, durante las últimas décadas del siglo pasado los mexicanos nos organizamos para avanzar en ese sentido, y por eso le arrebatamos al viejo régimen priista el control de las elecciones y los expulsamos de la presidencia de la República en el año 2000.

Ahí empezó un nuevo ciclo para el país, pues echamos fuera a un sistema corrupto y corruptor que nos gobernó por setenta y un años.

Experiencias históricas de México y de otras latitudes demuestran que es incierto el plazo de duración para que los cambios se concreten, porque eso no lo prescribe nadie, porque no está determinado de antemano cómo van a terminar esos cambios, porque hay un jaloneo entre quienes buscamos mejorar en todo sentido al país y quienes perdieron o están por perder sus privilegios, sus canonjías.

Son esas fuerzas, esos poderes, esos grupos que surgieron, se alimentaron y crecieron en el viejo orden político los que, cuando inició un nuevo ciclo con la alternancia en la presidencia en el año 2000 —con un gran respaldo popular y con gran expectativa hacia el futuro—, al ver perdidas sus posiciones y sus canonjías, se reagruparon para recuperar sus privilegios. Para esas corrientes regresionistas, restauradoras, la transición es una mala noche, una pesadilla de la que quizá no puedan despertar, y por eso ahora que recuperaron el poder se aferran desesperadamente a él.

Son esos grupos los que quieren que las cosas regresen a como estaban antes, cuando ellos se enriquecían de los recursos públicos, cuando se burlaban de la voluntad popular porque se robaban las elecciones, cuando controlaban al Ejército para imponer su proyecto ideológico, cuando utilizaban a los pobres con promesas falsas de redentores y les daban migajas a cambio de sus votos.

Poner de acuerdo a un país entero sobre los cambios puntuales que hay que hacer para mejorar el Estado de derecho, la economía, la justicia, la educación, etcétera, obligó a abrir los cauces de participación y, por lo tanto, surgieron las diferencias y se procesaron algunos acuerdos.

Aquí nos pasó que esas diferencias, esos debates y esos primeros cambios fueron cuestionados sin ton ni son; los demagogos reaparecieron, se pusieron de acuerdo para polarizar las condiciones que acabaron por atascar las ruedas de la transición, el auténtico cambio democrático de México.

Por buscar mejores caminos para el país entramos a un bache, pero eso no significa que hayamos perdido la brújula ni mucho menos nuestros principios e instituciones con las que hemos avanzado por varias décadas. Queremos otro cambio mejor y punto.

Existe un sentido de urgencia porque, con los resultados del actual régimen, sentimos como si nos hubieran caído las siete plagas y el país se encaminara a condiciones de precariedad en áreas fundamentales como la salud, la educación, la cultura, la infraestructura; porque se empecina en romper la convivencia bajo el pretexto de luchar por los pobres y usar el encono diario como herramienta para lograrlo; porque los abrazos a los delincuentes sólo han generado más muertes, más dolor, más frustración y más pobreza en muchos lados del país.

Si algo debemos reconocer al régimen de Andrés Manuel López Obrador es habernos alertado de la imperiosa necesidad de atender la desigualdad y volver a defender nuestra democracia.

Gracias a mi participación en las organizaciones ciudadanas y en la política partidista por más de cuarenta años, puedo asegurar que nunca como ahora tenemos enfrente una gran amenaza para nuestra convivencia y la realización de nuestras familias.

Nos están imponiendo un retroceso en nuestra democracia al generar un ambiente de odio, de división de clases; nos están imponiendo un retroceso al coartar la libertad de expresión con una violencia verbal inusitada en contra de periodistas, empresarios, opositores que piensan diferente; nos están imponiendo un modelo en donde el gobierno vuelve a ser el principal actor económico en las energías: petróleo, luz y litio; nos están imponiendo un modelo en donde el contenido de los libros de texto para nuestros hijos sirve para adoctrinarlos en el odio de clases y en donde se busca cerrar las escuelas particulares; nos están imponiendo un retroceso porque quieren devolverle al gobierno el control de las elecciones.

Nos están imponiendo todo esto cuando a plena luz del día se ofrece a los narcotraficantes abrazos y no balazos, mientras el dolor atraviesa los corazones de miles de familias de asesinados y desaparecidos. Ésta es la principal preocupación en todo el territorio nacional.

En el capítulo uno “La impunidad nuestra de cada día”, te muestro cómo este régimen ha creado un ambiente de impunidad con su política de “abrazos, no balazos”, cuyos resultados se evidencian por sí mismos: el luto y el dolor en los miles de familias de las víctimas y los desaparecidos.

No existe ningún indicador real de que su política de “abrazos, no balazos” y el regalo de dinero en efectivo a miles de jóvenes “para evitar que sean reclutados por la delincuencia” hayan dado resultado.

Para afianzarse en el poder manipuló un auténtico reclamo ciudadano de contar con una nueva entidad que realmente combatiera el crimen. Con el apoyo de los ciudadanos y los grupos parlamentarios se constituyó una Guardia Nacional, a la que se le ha dotado de todo tipo de apoyos, pero se faltó a un compromiso esencial: colocarla bajo el mando de los civiles.

Entregó el control a los militares al integrarla como un nuevo cuerpo de la Secretaría de la Defensa Nacional, y al mismo tiempo puso a las Fuerzas Armadas a realizar labores que no corresponden con sus funciones constitucionales. Fue necesario un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para obligarlo a regresar a la Guardia Nacional a un mando civil.

Eso ha generado una reacción desde muchos sectores, pues es evidencia de que sólo buscaba contar con un cuerpo armado bajo su mando y para su proyecto. La preparación de un soldado es diferente a la de un policía: éstos son formados para tener un contacto permanente con la gente; los soldados no.

La segunda parte de ese capítulo, titulada “Hay alternativas, sí se puede”, te ofrece una respuesta a esa situación que está en nuestras manos resolver. Una decidida participación y organización ciudadana, unida, apegada a la ley, buscando el auténtico bienestar de México, puede ponerle fin si asume que sus votos en 2024 deben terminar con esta amenaza.

En el capítulo dos, “Desigualdad y corrupción, los grandes retos”, te ofrezco las estadísticas del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) que evidencian cómo las clases medias se han empobrecido y cómo nuestros hermanos descartados y excluidos profundizan sus carencias, pese a que todas las mañanas se asegura lo contrario.

Una muestra de que ese grupo en el poder proviene de ese viejo sistema corrupto y corruptor son las muestras discrecionales de cómo manejan el presupuesto público de forma opaca y discrecional. La mayoría de los contratos y concesiones del gobierno federal son por adjudicación directa.

Sí es necesario retomar una auténtica cruzada ciudadana contra la corrupción, con fuerza, con entereza, exigir mayores controles y nuevas normativas, pero hay otra tarea de fondo, de largo plazo, y ésta empieza por recuperar aquellos principios y valores familiares que nos unen para formar nuevas generaciones honestas, con vocación de servicio para el bien común.

Para hacerles frente a esos desafíos es necesario retomar principios básicos como el de subsidiariedad: tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario.

No se trata de cambiar de amo sino de dejar de ser perros, como nos lo dijera con insistencia quien fuera un gran líder de México, Manuel Maquío Clouthier, cita que por desgracia cobra hoy una vigencia completa, pero que a la vez se convierte en una guía de lucha ciudadana.

En el capítulo tres, “Cómo se torció el camino”, te ofrezco algo de mi experiencia política sobre las fallas de los partidos en México. La manera en que les han dado la espalda a los ciudadanos de forma arrogante para volverlos meros entes para beneficio de unos cuantos, lo cual denuncié hace ya casi veinte años y tristemente hoy es uno de los obstáculos principales para la participación de muchos mexicanos que de verdad buscan mejorar las cosas.

Hay que abrir de nuevo los partidos a fuerza de trabajo en nuestras comunidades, en nuestros barrios y colonias. Debemos unirnos para exigir candidatos que auténticamente conozcan y estén dispuestos a solucionar nuestros problemas y a promover las mejoras para un desarrollo integral de nuestras familias.

Retomo las experiencias de otras latitudes y algunas de México para asumir como una tarea el impulso de cambios legales para instaurar las elecciones primarias abiertas, simultáneas y obligatorias de los partidos.

Mis motivaciones para estar nuevamente en las lides ciudadanas como un mexicano más, preocupado por los nubarrones que se ciernen sobre nuestro futuro, las encontrarás en el capítulo cuatro, “De regreso a la batalla por el bien común”, en donde te platico que los últimos diecisiete años me dediqué a apoyar a micro y pequeños empresarios por todo el país, y fruto de ese contacto permanente he podido percibir los daños a las familias.

Mi familia y yo hemos vivido siempre de nuestro trabajo en nuestras empresas, y mi participación en la política siempre ha respondido a una vocación de búsqueda del bien común, forjada y acrisolada en los principios que mis padres me enseñaron.

Con esa experiencia personal de los últimos cuarenta y seis años en que he participado en la vida productiva del país, en los que opté por la militancia dentro del Partido Acción Nacional, te ofrezco un recuento de los frutos de la participación ciudadana en ese periodo y del grave riesgo de retroceso en que nos encontramos.

Sólo con el compromiso y generosidad de los ciudadanos podremos retomar el camino de un futuro mejor para México.

Así como al principio de la alternancia hice un llamado, hoy lo vuelvo a hacer, acorde a las circunstancias que vivimos y que son actuales, dado que los emisarios del viejo orden político han regresado y nos quieren llevar de vuelta al pasado para que unos cuantos recuperen sus privilegios y sus canonjías.

No lo podemos permitir.

Ahora es cuando.

Un México para todos.

1 Clouthier Carrillo, Manuel J. Plan C. El llamado de los ciudadanos. Conferencia organizada por el Consejo Cívico Ciudadano. 19 de enero de 2023. Guadalajara, Jalisco.

CAPÍTULO UNO

LA IMPUNIDAD NUESTRA DE CADA DÍA

¡Nos han dicho que gobernar no tiene mayor ciencia! Sin embargo, puedo afirmar que la administración pública es mucho más compleja que la privada —en cualquier ámbito de gobierno—, pues gobernar es una acción de la que no debe quedar excluida la sociedad, organizada y vertebrada. Nuevamente: tanta sociedad como sea posible y sólo tanto gobierno como sea necesario.

Todos los días en México, en promedio, se asesina a setenta y ocho personas; es decir, se comete, en promedio, un homicidio cada dos horas y pocos minutos. Por eso en todas las conversaciones con nuestras familias, con nuestros amigos, en el trabajo, en todos lados escuchamos el mismo clamor: ¡Ya basta, queremos vivir en paz!

Tenemos una autoridad que no sólo ha renunciado a su deber de aplicar la ley, sino que ha generado las condiciones para profundizar la impunidad de la delincuencia organizada con su política de “abrazos, no balazos”. Es un gobierno que cada día arremete con todo su poder en contra de la disidencia política, en contra de los periodistas, en contra de los activistas, pero festeja que los narcos se hayan “portado bien” durante los procesos electorales, o pone los derechos de los delincuentes por encima de los de las víctimas.

Con su máxima “primero la justicia que el derecho”, el presidente se conduele de los delincuentes, pero agrede diariamente a los periodistas que no se le someten. Es más peligroso ejercer la libertad de expresión que ser narcotraficante. Ése no es un Estado de derecho, es un Estado de chueco. No sólo es el incumplimiento de la ley, sino las facilidades que se les ofrecen a los criminales para actuar en contra de cualquier persona. Sufrimos una impunidad que todos los días destruye la forma en que convivimos, y lo peor es que desde el poder se les alienta.

Los datos de la realidad así lo demuestran. En muchos lados nuestros compatriotas han sido desplazados, han tenido que abandonar sus hogares y sus tierras por el imperio de la violencia; en otros han cambiado sus hábitos de vida, al grado que ahora a los niños se les enseñan medidas de protección frente a una balacera. El temor campea en los hogares.

Según la tercera Encuesta de Seguridad Pública Urbana (ENSU) del tercer trimestre de 2022, realizada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en septiembre de 2022, 64.4% de la población de dieciocho años y más —70.5% de las mujeres y 57.2% de los hombres— consideró inseguro vivir en su ciudad.

Es muy simple: seis de cada diez mexicanos vivimos con miedo.

Algunos datos duros más nos ilustran nuestra realidad: las ganancias del crimen por extorsión —el llamado derecho de piso— llegaron a 36 mil millones de pesos;1 en medio de la ola de violencia criminal, existen 217 municipios sin cuerpo de Policía;2 por sexto año consecutivo, una ciudad mexicana figuró como la más violenta del mundo, de acuerdo con la decimoquinta edición del ranking de las cincuenta ciudades más violentas del mundo;3 en 2022, de las diez ciudades más violentas del mundo, nueve fueron mexicanas: Colima, Zamora, Ciudad Obregón, Zacatecas, Tijuana, Celaya, Juárez, Uruapan y Acapulco.

Éstas son las cifras del horror al inicio de 2023.

El reporte “MX: la guerra en números” de T-Research MX detalla que, de acuerdo con el registro de homicidios dolosos de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, del 1 de diciembre de 2018 al 30 de enero de 2023, tiempo que lleva la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, las fiscalías estatales y federales han registrado 145 mil 429 homicidios dolosos en México.

Se observa que, después de cincuenta meses del sexenio de López Obrador, se mantiene una tendencia al alza en el registro de homicidios.

Haciendo el comparativo de las muertes con el mismo periodo en otros sexenios, el actual gobierno encabeza el registro de dicho delito con 145 mil 341 incidentes, superior al de la administración pasada, de Enrique Peña Nieto, que registró 92 mil 675. En el mismo periodo, durante el gobierno del expresidente Felipe Calderón se registraron 71 mil 442 asesinatos, y en el gobierno del expresidente Vicente Fox, 41 mil 541.4

La violencia nos afecta a todos, nos daña a todos, y a veces olvidamos que nuestros policías también son víctimas, ellos también tienen familias, dejan huérfanos. La desaparición o muerte de nuestros buenos policías también nos debe indignar y preocupar.

La organización Causa en Común, aliada con un grupo de periodistas de distintas partes del país, ha dado seguimiento al asesinato de policías en México.5 Advierte que el registro contempla policías municipales, estatales y federales, ya sean de tránsito, preventivos, ministeriales o penitenciarios. Para el caso de policías a nivel federal, durante 2018 se contempló únicamente a “policías federales”, pero a partir de 2019 se cambió a “guardias nacionales”.

En lo que va del sexenio, de diciembre de 2018 a abril de 2022, los criminales han asesinado al menos a mil 537 policías o expolicías, un promedio de más de una víctima por día.

Tabla 1. Policías asesinados por año y ámbito de gobierno (diciembre de 2018-abril de 2022)

Año

Policías asesinados

Municipales

Estatales

Federales

Diciembre de 2018

44

21

16

7

2019

446

235

188

23

2020

524

280

217

27

2021

401

205

161

35

Enero-abril de 2022

122

69

47

6

Total

1,537

810

629

98

Fuente: Elaborado por Causa en Común, con base en notas periodísticas de diciembre de 2018 a abril de 2022.

Los estados que concentran la mayor cantidad de asesinatos son: Guanajuato (15%), Estado de México (8%), Chihuahua (7%), Michoacán (7%) y Veracruz (7%). Estas cinco entidades concentran al menos 651 asesinatos de policías.

Otras entidades que también destacan por el alto número de policías asesinados son: Guerrero, con al menos 95; Zacatecas, con 94; Jalisco, con 87, y Baja California, con al menos 50.

El entorno de estos homicidios no puede ser más desolador, como señala el informe de Causa en Común y la red de periodistas:

Además de estar desprotegidos, mal pagados y equipados, abandonados por el Estado y sus comunidades, con jornadas extenuantes y capacitaciones exprés, los policías enfrentan día con día un altísimo riesgo de ser asesinados. En nuestro país matan en promedio a más de un policía cada día. Ante este escenario, es cada vez más difícil propiciar e imaginar motivaciones para ser policía en México. Aun así, la mayoría de los policías se esfuerzan por servir y proteger a la ciudadanía.

Si bien los asesinatos de policías son una afrenta directa al Estado, la mayoría de los casos pasan desapercibidos. Es tal la indolencia de los gobiernos federal y estatales, y de la sociedad misma, que buena parte de los casos quedan registrados únicamente en páginas interiores de prensa local. Además, la mayoría de estos asesinatos queda impune.

Sus conclusiones no pueden ser más evidentes:

Los policías en México trabajan en condiciones cada vez más precarias, al tiempo que la violencia extrema se arraiga en todo el país; trabajan turnos de veinticuatro horas o más, carecen de sueldos y prestaciones adecuadas, no cuentan con equipamiento ni capacitación suficientes y, en algunos casos, deben soportar tratos denigrantes y de violencia al interior de sus corporaciones. Aunado a esto, también enfrentan discriminación y falta de respeto por parte de la ciudadanía.

Para revertir el abandono de las policías en México, Causa en Común propone:

Deben recuperarse los recursos destinados a la seguridad pública estatal y municipal, e incrementarse en términos reales año con año. Realizar un censo nacional de policías, definir el estado de fuerza que requiere cada entidad acorde a su geografía y problemática delictiva, y establecer un plan nacional de reclutamiento. Crear un organismo nacional constitucionalmente autónomo a cargo del desarrollo policial (incluyendo selección, reclutamiento, sistema de carrera, régimen disciplinario, esquemas salariales y prestaciones), considerando los estudios y protocolos realizados durante los últimos años y con mecanismos transparentes de financiamiento y calendarizaciones que trasciendan periodos políticos y electorales. A partir del Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica, promover las capacidades de investigación y recepción de denuncias por parte de las policías. Promover instancias regionales que faciliten la coordinación entre federación, estados y municipios, incorporando, cuando se juzgue necesario, mecanismos como el de “mando único”. Es fundamental que las autoridades trabajen con transparencia y bajo un estricto mecanismo de rendición de cuentas; por ello, se recomienda generar mecanismos de seguimiento, observación y monitoreo del gasto en conjunto con organizaciones de la sociedad civil.