Un trato muy ventajoso - Sara Orwig - E-Book

Un trato muy ventajoso E-Book

Sara Orwig

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Beschreibung

¿Se casaba con él solo por el bien de su hijo? El multimillonario Marek Rangel podía comprarlo todo. Todo tenía un precio, incluso el hijo de su difunto hermano. Estaba dispuesto a cualquier cosa con tal de tener al niño en la familia, aunque tuviera que casarse con la madre del pequeño, Camille Avanole, una desconocida para él. Camille era una prometedora cantante de ópera que valoraba su independencia por encima de todo, pero si aceptaba la propuesta del atractivo ranchero su hijo tendría seguridad y una oportunidad para conocer sus orígenes texanos. Mientras no se enamorara de Marek…

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Editado por HARLEQUIN IBÉRICA, S.A.

Núñez de Balboa, 56

28001 Madrid

 

© 2013 Sara Orwig

© 2015 Harlequin Ibérica, S.A.

Un trato muy ventajoso, n.º 2021 - enero 2015

Título original: The Texan’s Contract Marriage

Publicada originalmente por Harlequin Enterprises, Ltd.

 

Todos los derechos están reservados incluidos los de reproducción, total o parcial. Esta edición ha sido publicada con autorización de Harlequin Books S.A.

Esta es una obra de ficción. Nombres, caracteres, lugares, y situaciones son producto de la imaginación del autor o son utilizados ficticiamente, y cualquier parecido con personas, vivas o muertas, establecimientos de negocios (comerciales), hechos o situaciones son pura coincidencia.

® Harlequin, Harlequin Deseo y logotipo Harlequin son marcas registradas propiedad de Harlequin Enterprises Limited.

® y ™ son marcas registradas por Harlequin Enterprises Limited y sus filiales, utilizadas con licencia. Las marcas que lleven ® están registradas en la Oficina Española de Patentes y Marcas y en otros países.

Imagen de cubierta utilizada con permiso de Harlequin Enterprises Limited. Todos los derechos están reservados.

 

I.S.B.N.: 978-84-687-5796-4

Editor responsable: Luis Pugni

 

Conversión ebook: MT Color & Diseño

www.mtcolor.es

Índice

 

Portadilla

Créditos

Índice

Capítulo Uno

Capítulo Dos

Capítulo Tres

Capítulo Cuatro

Capítulo Cinco

Capítulo Seis

Capítulo Siete

Capítulo Ocho

Capítulo Nueve

Capítulo Diez

Publicidad

Capítulo Uno

 

 

Marek Rangel miró su reloj y apartó los papeles que tenía delante. Era dos de abril y lucía un espléndido sol primaveral. Faltaban dos minutos para la cita con la cantante de ópera, y no se imaginaba por qué Camille Avanole quería verlo ni cómo había conseguido su número privado. Él jamás asistía a la ópera ni esta se contaba en las obras benéficas de su familia. Su primera reacción había sido negarse a verla, pero por cortesía accedió a mantener un breve encuentro con ella.

Paseó la mirada por su despacho, situado en la planta veintidós del edificio de Rangel Energy, Inc. Su secretaria tenía orden de interrumpirlos si la señorita Avanole excedía los treinta minutos concertados.

Unos golpes en la puerta lo hicieron ponerse en pie.

—Camille Avanole está aquí —lo informó su secretaria, asomando la cabeza.

—Hazla pasar —ordenó él, apartándose de su enorme mesa de caoba.

Una mujer de pelo negro y aspecto vivaz se acercó a él con la mano extendida. Su sonrisa revelaba unos dientes blancos y perfectos, y un destello de inteligencia brillaba en sus grandes ojos azules. Lucía un sencillo vestido negro y un pañuelo negro alrededor del cuello, y su seductora presencia hacía pensar que se disponía a compartir una grata sorpresa. Marek sintió un súbito interés por ella.

—Señor Rangel, soy Camille Avanole.

Su mano era cálida y suave, pero el apretón era firme. Al tocarla, Marek sintió una descarga eléctrica, algo que no había sentido con ninguna mujer desde que perdió a su novia. Se dio cuenta de que la estaba mirando y le soltó la mano.

—Siéntese, por favor.

Ella cruzó la habitación y él se fijó en su modo de caminar y su estrecha cintura. Su deslumbrante belleza debía de ser una gran ventaja en su carrera.

—Llámeme Marek —le dijo, convencido de que la cita sería breve y que no volvería a verla nunca más.

Cada uno ocupó uno de los sillones antiguos de terciopelo frente a la mesa. Ella cruzó las piernas, largas y torneadas.

—¿Está en Dallas por una actuación o vive aquí? —le preguntó cortésmente. Tenía los ojos más grandes y fascinantes que había visto en su vida.

—He vuelto a Dallas para una actuación que tendré dentro de poco.

Marek tuvo la sensación de ser examinado como un insecto al microscopio.

—¿Y cuál es ese misterioso asunto que quería tratar conmigo y del que no podía hablar por teléfono?

Ella dejó de sonreír y se enderezó en el asiento. Marek estaba cada vez más deslumbrado por su belleza. No se la imaginaba interpretando más papel que el principal. Su presencia irradiaba una energía formidable.

—Hace un año perdiste a tu hermano y a tu novia. Lo siento mucho.

—Gracias —respondió él secamente, preguntándose por qué sacaba aquel tema.

—Yo conocía a su hermano —continuó ella.

—¿Ah, sí?

—Nos conocimos en una fiesta de Año Nuevo. Era un hombre encantador.

—Sí, Kern tenía mucho carisma y sentido del humor —por un momento pensó si aquella mujer y Kern se habrían casado en secreto, pero enseguida desechó la idea. Kern se lo habría dicho—. Pero vayamos al grano. ¿Qué tiene que ver mi hermano con esta cita?

—Voy a darte una noticia que te hará caer de espaldas, y estoy intentando suavizarlo en vez de soltarlo de golpe.

—Estoy listo para cualquier cosa —declaró, sin poder imaginarse lo que tenía que decirle.

Ella le tendió una foto y Marek vio un bebé sonriente de grandes ojos oscuros. Sintió un puñetazo en el estómago. La foto era semejante a las que había visto en casa de sus padres. El niño tenía los ojos marrones de su hermano, el pelo negro, el mismo color de piel.

—¿Quién es?

—Es mi hijo. Tu hermano era su padre.

Marek ya se había imaginado la respuesta, pero oírla fue como recibir un puñetazo en el estómago.

—Veo algún parecido, pero Kern me lo habría dicho. Lo siento, me resulta muy difícil de creer. Puede que no sea más que una coincidencia. ¿Qué edad tiene el niño?

—Seis meses. Noah nació el cuatro de octubre del año pasado.

—Seis meses —repitió Marek sin salir de su asombro. Un escalofrío le recorrió la espalda al preguntarse si no sería una estratagema para conseguir dinero—. Kern nunca me dijo que te conociera. Y me lo habría contado.

—Nos conocimos hace un año, en la fiesta de Año Nuevo —le dijo ella con su voz de soprano—. Me sedujo desde el primer momento y no dudé en irme con él, ya que teníamos amigos en común. Fue una excepción en mi metódica y organizada vida… dos noches de pasión como nunca había tenido y que no he vuelto a tener desde entonces. Usamos protección, pero aun así me quedé embarazada. Hasta ahora he conseguido mantener a mi hijo lejos de los medios. No ha sido difícil, ya que una cantante de ópera no es lo mismo que una estrella de cine. En mi caso, además, apenas he empezado a adquirir fama y éxito.

—Me cuesta creer que este niño sea de Kern.

—Lo es. Puedes hacer una prueba de paternidad, si quieres.

Marek no podía dejar de mirar la foto.

—¿Cómo se llama?

—Noah Avanole.

—¿Y cómo es que Kern no me dijo nada?

—Iba a decírtelo, pero seguramente no tuvo la ocasión.

—Entiendo —incapaz de permanecer sentado, se levantó y caminó hasta la ventana mientras las preguntas se agolpaban en su cabeza—. Kern tuvo un hijo. ¿Desde cuándo lo supo?

—Le dije que estaba embarazada la noche antes de que se fuera, el día antes de que se estrellara el avión.

Marek respiró profundamente. Un año antes, en marzo, su hermano había ido en avión a Kansas City para una venta de caballos. Marek pensaba ir a Denver a recoger a su novia, quien estaba allí por una boda, pero Kern se ofreció a recogerla él después de marcharse de Kansas City. En el vuelo de regreso los sorprendió una tormenta y el avión se estrelló, muriendo ambos en el accidente. Mirando la foto del bebé, se preguntó hasta qué punto su hermano habría estado distraído pensando en el embarazo de Camille mientras pilotaba el avión.

Se volvió hacia ella, quien seguía sentada en silencio.

—Gracias por contármelo… Me pensaré lo de la prueba de paternidad. Y ahora, ¿podrías decirme qué esperas de mí?

—Lo he pensado mucho. Puedo mantener a Noah yo sola, pero quiero que conozca a los Rangel. Kern era un vaquero nato y me gustaría que Noah apreciara la vida ranchera para entender mejor a su padre. Debería conocer a su familia paterna.

Marek no se esperaba que le dijera algo así. Lo normal sería que Camille pretendiera sacarle dinero, y pensó si aquello sería una treta para hacerle bajar la guardia.

—Tendré que pensarlo y hablarlo con mi abogado.

Ella sonrió.

—Espero que no necesites a un abogado. Pensé que debías saberlo, y no era algo que pudiera contarte por teléfono o por correo electrónico. Ciertamente es muy duro hacerlo en persona, pero lo hecho hecho está.

—Hace más de un año del accidente. ¿Por qué has esperado hasta ahora para decírmelo?

—Estaba ocupada con Noah y no sabía qué hacer. Además estaba fuera de Dallas y quería contártelo en persona, pues sabía que tarde o temprano volvería a la ciudad. Esto me ha dado tiempo para pensarlo a fondo, y creo que podrías ser de gran ayuda si hicieras de padre para tu sobrino.

Marek volvió a respirar hondo. Era una responsabilidad enorme, pero si aquel niño era realmente el hijo de Kern, Marek quería conocerlo y verlo crecer. Volvió a mirar la foto. ¿Por qué su hermano no le había dicho nada?

—Kern no llegó a conocer a su hijo, y seguro que contigo estará bien —dijo secamente—. Lo mejor será que me mantenga al margen.

—Hagas lo que hagas será elección tuya. Por supuesto que me ocuparé de él lo mejor que pueda. Si alguna vez quieres verlo solo tienes que decírmelo.

—Me alegra oír eso. ¿Tus padres viven?

—Sí. Viven en Saint Louis —sonrió—. Tu hermano me dijo lo diferentes que erais. Supongo que me esperaba una reacción como la que habría tenido Kern, pero tú no eres Kern —sacó un papel del bolso y se lo tendió a Marek—. Es una copia del correo electrónico que me envió tu hermano. Lo he conservado para Noah.

Por primera vez Marek empezaba a creerla. No quería leer aquel mensaje, pues tenía el presentimiento de que su vida estaba a punto de dar un giro inesperado.

 

Camille, en cuanto vuelva de Denver saldremos juntos a cenar. Quiero estar contigo cuando nazca Noah. Me parece un nombre perfecto, y no me puedo creer que vaya a ser padre. Que estoy superemocionado sería decir poco. Quiero formar parte de su vida y ya lo adoro. Quiero estar contigo. Te agradezco infinitamente que me lo hayas contado. Te llamaré mañana por la noche. Ninguno de los dos planeó algo así, pero los milagros ocurren… Y es algo maravilloso.

Kern

 

Marek sintió que le flaqueaban las rodillas. Miró a Camille, quien le sostuvo la mirada sin pestañear. Por fin estaba seguro de que había dado a luz al hijo de Kern. Había otro Rangel en el mundo.

Sintió una opresión en el pecho, como si una garra gigante le atenazara el corazón. Echaba terriblemente de menos a Kern, y aquella revelación le hacía revivir el horrible dolor por la pérdida de su hermano… y por la de Jillian. Cada vez que pensaba en ella se le formaba un odioso nudo en la garganta. Se esforzó para controlar las emociones antes de levantar la mirada y le devolvió la nota a Camille.

—Reconozco las palabras de mi hermano. «Superemocionado» era una de sus expresiones favoritas.

Gracias por enseñarme el mensaje.

—Quédatelo si quieres. Es una copia.

—Gracias —dejó el papel en la mesa—. Se lo enseñaré a mi hermana. Me gustaría hacer la prueba de paternidad para zanjar cualquier duda que pueda surgir, aunque para mí está claro. Es el hijo de Kern.

Ella asintió con una sonrisa.

—Podemos hacer esa prueba. Esperaba que la pidieras.

—Ha sido una conmoción, como si me hubieras dicho que era hijo mío. Mi hermano y yo estábamos muy unidos. Supongo que no has hablado con mi hermana, ya que me lo habría dicho.

—No, no lo he hecho porque en el poco tiempo que pasamos juntos tu hermano solo hablaba de ti.

—Ella es siete años mayor que yo y no estaba tan unida a Kern, pero aun así querrá saber lo de Noah.

—Si tu hermana y tú decidís que queréis verlo, podemos organizarlo.

Marek asintió. Se sentía como si se hubiera quedado sin aire. Tenía que pensar en el pequeño Noah y tomar las decisiones pertinentes.

—No vivirás en Dallas, ¿verdad?

—Solo he estado en Texas tres veces. Me marcharé a finales de junio. Voy a cantar en Nuevo México en agosto, así que me quedaré allí.

—Y te llevarás al niño contigo.

—Sí, claro, pero espero que pueda conoceros a ti y a tu familia. Estoy segura de que serías una buena figura paternal para él, igual que lo habría sido Kern.

—Podrías haber seguido con tu vida sin decirme nada, y yo nunca me habría enterado —observó Marek, mirándola fijamente a los ojos—. Ahora tendrás que compartir a Noah.

Ella le sostuvo la mirada.

—No podía mantenerlo en secreto, aunque habría sido lo más fácil. Quiero a Noah y deseo lo mejor para él. Llegará el día en que quiera conocer a su padre, y como eso no será posible querrá al menos conocer a su familia paterna. Creo sinceramente que serás una buena influencia, y conocer la vida en un rancho lo ayudará a tener presente la figura de su padre.

—Estoy de acuerdo, y me alegro de que hayas tomado esa decisión —dijo Marek con dureza, intentando controlar la respuesta emocional a la declaración de Camille—. ¿Estarás en la ciudad por si quiero ponerme en contacto contigo?

—Sí. En junio actúo aquí, y en julio iré a Santa Fe para preparar la actuación de agosto. Después volveré a Saint Louis para estar con mi familia. Tengo un profesor de canto aquí en Dallas que me gusta mucho, por lo que vendré a Texas con bastante frecuencia.

—Tienes una agenda muy apretada. Gracias por haberme llamado. No tenías ninguna obligación de hacerlo.

—Cuando descubrí que estaba embarazada me sentí muy mal. Temía que fuese el final de mi carrera y no sabía qué hacer. Ni siquiera estaba segura de contárselo a Kern, con quien solo había pasado un fin de semana. Pero cuanto más lo pensaba más quería que Kern y los Rangel formaran parte de la vida de mi hijo.

Se dirigió hacia la puerta, acompañada por Marek, y se detuvo antes de salir. Una vez más Marek se quedó brevemente pasmado por sus increíbles ojos azules. Era una mujer muy hermosa, y entendía que su hermano hubiera perdido la cabeza con ella.

—Hablaré con mi hermana y también se lo haré saber a mis padres. Gracias por contármelo.

—Siento mucho que hayas perdido a tu hermano y a tu novia.

—Gracias —respondió él rígidamente—. Me pondré en contacto contigo en cuanto haya hablado con mi hermana.

Ella asintió.

—Me alegra haberte conocido y que sepas lo de Noah. Estoy segura de que él también sabrá de ti.

Marek la vio alejarse y volvió a su despacho con la cabeza dándole vueltas. ¿Hasta qué punto Kern había estado distraído mientras pilotaba el avión, pensando en que iba a ser padre?

Otro niño en la familia. El hijo de Kern. Sus dos sobrinas pequeñas se pondrían locas de contentas.

Anuló todos sus compromisos y llamó a su piloto para que lo llevara al rancho. Quería hablar con una persona con la que se había sentido siempre especialmente unido.

***

 

 

Dos horas después estaba ante el granero mientras el capataz reparaba una casilla. Jess Grayson se había echado hacia atrás su desgastado sombrero marrón de ala ancha y se había arremangado la camisa hasta los codos.

—Puedes pedir una prueba de paternidad aunque Kern ya no esté —dijo mientras clavaba un clavo en la madera que sostenía Marek.

—Lo sé y lo haré, pero no es necesario. El mensaje era de Kern. Era su forma de expresarse, y el niño se parece a él. Tan solo he pedido la prueba para estar seguro.

—Bien. ¿Y qué vas a hacer? ¿Se lo has dicho a Ginny?

—Aún no. Antes quería hablar contigo.

—Ginny es de la familia, yo no —observó Jess.

—Para mí es como si lo fueras. Tu opinión cuenta. Estaba a punto de olvidarme de todo cuando Camille me mostró el mensaje de Kern. Quiero que lo leas cuando acabes con esto.

Acabaron de clavar el madero y Marek le entregó el mensaje. Jess lo leyó y miró a Marek.

—Superemocionado —repitió—. Esto lo escribió Kern, sin duda —sacudió la cabeza y le devolvió el papel a Marek—. Una estrella de la ópera…

—Una promesa en ciernes. No sé si se ha convertido ya en una estrella. La verdad es que no sé nada sobre ella, salvo que está diciendo la verdad sobre el niño.

—¿De verdad piensas que no quiere dinero? —preguntó Jess, colocando otra tabla bajo la primera.

—No se comporta como si quisiera conseguir algo. Pero en cualquier caso no importa. Ahora que sé que es el hijo de Kern no puedo darle la espalda. Kern no lo haría con un hijo mío.

—¿Aunque no quisiera a la madre?

—Aun así. Además, ya has leído el mensaje. Me apostaría el rancho a que Kern estaba pensando en casarse con ella.

—Puede que tengas razón. Entonces, ¿quieres a este niño en la familia?

Marek lo pensó detenidamente mientras veía a Jess martillear los clavos.

—Sí. Imagina que es igual que Kern, o que simplemente se parece un poco a él. No soportaría que un niño que lleva sus genes estuviera lejos de su familia. Y ella quiere que formemos parte de su vida y que el niño conozca la vida del rancho.

—Veo que ya has tomado una decisión. Díselo a Ginny.

—Tendré que hacerlo.

—La verdad es que me gustaría ver al pequeño con mis propios ojos.

—Llamaré a Ginny y luego llamaré a Camille para preguntarle si puedo volver a verla. No creo que ponga problemas, y me dijo que le gustaría que fuera una figura paternal para Noah.

—Eso será difícil si no vive en Dallas.

—Así es. En julio se marchará a Santa Fe, y hasta entonces me gustaría conocer al niño.

—¿Has llamado a tus padres?

—Voy a llamarlos para contárselo. Quiero que el niño conozca a los Rangel. Gracias, Jess.

—Puede que recuperes una parte de Kern —dijo Jess seriamente.

—Me encantaría, Jess, pero no quiero albergar demasiadas esperanzas. Te tendré al corriente.

Mientras llamaba a su hermana, recordó a Camille, su deslumbrante belleza y su exuberante vitalidad. Cualquiera que llevara sus genes y los de Kern sería una persona afortunada.

Mantuvo unos minutos de charla con sus sobrinas antes de que su hermana se pusiera finalmente al teléfono.

—Ginny, tengo que contarte algo que te hará caer de espaldas. ¿Quieres que vaya a Dallas a verte o prefieres que te lo diga por teléfono?

—Dímelo ahora mismo, Marek. ¿Cómo pretendes que espere?

—¿Sabes quién es Camille Avanole?

—Pues… no, no conozco a ninguna Camille.

—¿Ni siquiera te suena el nombre?

—Maldita sea, Marek, ¿quieres contarme de una vez de qué se trata?

—Me llamó y me dijo que quería hablar conmigo —explicó Marek, recordando las chispas que había sentido al estrecharle la mano. No había sentido nada igual con una mujer desde Jillian—. Conocía a Kern. Pasaron juntos un fin de semana hace un año y medio y se quedó embarazada.

—¿Kern tuvo un hijo? —preguntó Ginny con voz ahogada.

—Sí. Se enteró de que estaba embarazada el día antes de salir para Denver.

—Dios mío. ¿Y crees que esa fue la causa de que perdiera el control y se estrellara? ¿Porque estaba distraído pensando en el niño? ¿De verdad es de Kern? Puede que la madre solo esté intentando aprovecharse de…

—Ginny, escúchame —la interrumpió Marek—. Tiene un mensaje que Kern le envió justo antes del vuelo. Me ha entregado una copia y reconozco las palabras de Kern.

—Tengo que sentarme, Marek. No puedo creerlo… Un niño.

—Un niño de seis meses llamado Noah. Mañana cenaré con Camille para hablar del futuro —se dio cuenta de que estaba impaciente por volver a verla. Sería su primera cita desde que perdió a Jillian. Tal vez se estuviera recuperando, o tal vez fuera la cautivadora presencia de Camille lo que estimulaba sus reacciones—. No puedo darle la espalda al bebé. Sé que es el hijo de Kern. Me enseñó una foto y es idéntico a él.

—Tenemos que conocer a ese niño. ¿Su madre nos lo permitirá? ¿Es famosa? Me has preguntado si la conocía.

—Es una cantante de ópera. La he investigado. Solo tiene veinticinco años, pero su currículum es impresionante —igual que su aspecto, pensó.

—¿Una cantante de ópera? ¿Y cómo conoció a Kern?

—En una fiesta de Año Nuevo donde tenían amigos comunes.

—No me extraña que no me sonara el nombre. ¿Qué vas a hacer?

—No lo sé. Estoy barajando las posibles opciones. Te mantendré al corriente.

—Ese niño debe ser parte de la familia. Si de verdad es el hijo de Kern no podemos ignorarlo. ¿La madre vive en Texas?

—No. Se irá en julio y se llevará al niño con él.

—¿Se lo has dicho a Jess?

—Sí, a él también le gustaría ver al niño. Supongo que todos anhelamos recuperar algo de Kern.

—Eso sería maravilloso. Me has dejado anonadada, Marek. Procura tener más tacto cuando se lo digas a nuestros padres.

—Lo tendré. Y después llamaré a Camille a ver qué puedo hacer para que nos deje ver al niño. Te mantendré informada.

La siguiente media hora se la pasó dándoles la noticia a sus padres y oyendo sus últimas novedades. Después llamó a Camille, y en cuestión de minutos, habían concertado una cita para cenar al día siguiente en Houston.

 

 

—No vas a salir con él —le advirtió Stephanie Avanole a su hermana.

—Claro que sí. Lo he pensado mucho y hemos hablado de ello. Es pariente de Noah —Camille se secó la frente y la nuca mientras se bajaba de la cinta—. Sé que no piensas igual que yo de esto, pero creo que los Rangel tienen derecho a ver a su sobrino.