Una noche calurosa - un relato corto erótico - Sara Agnès L - E-Book

Una noche calurosa - un relato corto erótico E-Book

Sara Agnès L.

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2021
Beschreibung

Todos los días de la semana, justo a las 17:10 h, Samantha se cruza con Marc en el ascensor de su oficina y lo mira sin decir una palabra. Una noche que hay una ola de calor, él la invita a disfrutar de su piscina junto a unos amigos. Allí, tres hermosos ejemplares están disponibles para ella, tiene muchas opciones para elegir y sus miradas lascivas no dejan lugar a dudas sobre sus lujuriosas intenciones. Billy, el musculoso compañero de cuarto y Jeff, el discreto colega se unen a Marc para llevarla al séptimo cielo. ¿Qué semental resultará ser el más talentoso? ¿Cuál querrá llevarse a casa?-

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Seitenzahl: 43

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Sara Agnès L.

Una noche calurosa - un relato corto erótico

Translated by Estíbaliz Montero Iniesta

Lust

Una noche calurosa - un relato corto erótico

 

Translated by Estíbaliz Montero Iniesta

 

Original title: Chaude soirée

 

Original language: French

 

Copyright © 2020, 2021 Sara Agnès L. and LUST

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726584707

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Las cinco y diez de la tarde. Me doy prisa para llegar al ascensor, con mi compañera pisándome los talones. A esta hora, de forma sistemática, siempre me cruzo con el apuesto desconocido que debe de trabajar en alguna de las plantas superiores del edificio. A todo correr, antes de que se abran las puertas, me arreglo el pelo y me aliso la falda.

—Cálmate —se ríe Sonia—. ¡Tampoco es que vaya a devorarte en el ascensor!

Ya lo sé. Sobre todo porque ella siempre baja conmigo desde que le hablé del tipo en cuestión. Todas las tardes, desde ese día, sale de la oficina conmigo. Y todas las tardes lo devora con la mirada mientras el ascensor desciende hasta el párquing. El desconocido tiene un cuerpo de ensueño y un rostro bastante atractivo, ¡ya lo creo que sí! Por suerte, Sonia está casada. De lo contrario, me lo quitaría, ¡la muy zorra!

La puerta se abre y contengo la respiración mientras entro en el ascensor. Él está ahí, todo sonrisas, y me saluda con un movimiento de cabeza. Yo lo imito. Nuestra conversación siempre se reduce a esto. Ni una palabra, nunca un «buenas tardes» ni nada parecido. Cuando se cierran las puertas, Sonia empieza a hablar:

—Han dicho en las noticias que este fin de semana habrá una ola de calor. ¿Tienes aire acondicionado?

—Eh... no —le contesto, molesta por que me hable de un tema tan aburrido como el clima.

—¿Qué vas a hacer?

—Ducharme y leer delante del ventilador.

Respondo sin pensar, rápida, solo para poner fin a la conversación, pero la verdad es que ese es el plan. Todo menos plantarme al sol. En última instancia, si no tuviera miedo de los largos monólogos de mi madre, invadiría su apartamento, ya que tiene aire acondicionado, pero como tendría que emborracharme de su aburrida vida diaria, mejor me quedaré en casa, a la sombra, en mi sofá.

Cuando se abren las puertas, salgo con prisas del ascensor y me despido de Sonia. Tengo el coche aparcado a la derecha, en el párquing del edificio, mientras que el suyo está al otro lado. El atractivo desconocido pasa a mi lado, pero esta tarde va en mi misma dirección. ¡Menuda suerte! Camino rápido, con los ojos clavados en su trasero, feliz de disfrutar de semejante vista de camino a mi coche. Cuando se para, veo que ha aparcado a dos plazas de distancia del mío. Se detiene mucho antes de llegar a su puerta y se gira despacio hacia mí:

—Entonces, ¿no tiene aire acondicionado?

—¿Eh? Ah, pues... no. En mi casa, no. Pero en el coche sí que tengo —añado mientras le doy unos golpecitos a mi viejo sedán.

—¿Le apetece venir a una fiesta en mi piscina?

Contengo la respiración unos segundos, mientras mi cerebro analiza su frase. ¿Me acaba de invitar a su casa? ¿Qué? ¿Así de fácil? Debo de haberlo entendido mal. Frente a mi silencio, muestra una sonrisa más firme:

—Esta noche van a venir algunos amigos. Barbacoa y piscina, nada muy lujoso, pero si le apetece pasarse...

Saca la cartera, luego un trozo de papel y un lápiz de alguna parte y se apoya en el techo del coche para garabatear algo mientras yo permanezco muda como una idiota.

—Será una reunión pequeña, pero agradable. Y con este calor, el agua estará buena.

Esbozo una sonrisa de inmediato y acepto la hoja de papel para echar un vistazo a la dirección. Está fuera de la ciudad, no muy lejos. Justo lo que se necesita para alejarse de todo. En la parte inferior, ha escrito su número de teléfono. ¿Es posible que lo vea como una primera cita?

—¿Te interesa?

Ha pasado a tutearme. Otro detalle que me hace arder desde dentro. Por principios, finjo que me lo pienso.

—¿Habrá mucha gente?

—Deberíamos ser seis o siete, sé que mi compañero de piso ha invitado a los vecinos y a un amigo. Sin embargo, te lo advierto, no habrá mucha preparación. Es sobre todo un pretexto para disfrutar de la piscina.

Me fastidia que hable de un hombre como compañero de piso. ¿Debo entender que prefiere a los hombres? ¡Con lo guapo que es, seguro que tengo esa mala suerte! Quizás entienda el por qué de mi vacilación, porque se explica de inmediato:

—Normalmente vivo solo, pero mi compañero rompió con su novia hace dos semanas. Vive conmigo mientras busca un piso que le guste.

No puedo evitarlo, vuelvo a esbozar una sonrisa tonta, pero no me da tiempo a reaccionar antes de que me tienda la mano.

—He ido un poco deprisa, lo siento. Soy Marc.