Vacunas - Catherine Dumont - E-Book

Vacunas E-Book

Catherine Dumont

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Beschreibung

Las vacunas han erradicado peligrosas enfermedades y evitado epidemias. Sin embargo, para favorecer la vacunación y lograr la inmunidad del rebaño, buena parte de la información relevante permanece silenciada. Las estadísticas indican que ciertas vacunas pueden provocar daños irreversibles en una ínfima cantidad de casos. Pero, ¿qué ocurriría si tu hijo fuera el caso dentro de esa cantidad ínfima? Si el conocimiento informado y libre forma parte incuestionable de la ética médica, ¿por qué se soslayan ciertos datos con respecto a las vacunas? ¿Sabes cómo se componen las vacunas, cómo se conservan y qué sustancias se utilizan como adyuvantes? ¿Sabes qué condiciones pueden desatar severos daños post-vacunales? La cuestión excede la dicotomía sanitarismo versus derechos individuales, o pro-vacunas versus anti-vacunas, abarca importantes variables económicas y políticas. Ya que las cifras demuestran que el segmento de las vacunas es uno de los más rentables dentro del negocio farmacéutico, cabe recordar que la vacunación es una intervención médica y por supuesto puede prevenir enfermedades, pero también posee el potencial de dañar.

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Seitenzahl: 49

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Polémicas a favor y en contra

Las vacunas están en el centro de los debates desde hace al menos un par de décadas, aunque fueron cuestionadas y rechazadas ya desde sus primeras versiones. La narrativa dominante y sanitarista pone el foco en que gracias a las vacunas se han erradicado enfermedades que devastaban poblaciones enteras, como la viruela o mucho más acá en el tiempo, la poliomielitis, y que anualmente permiten salvar entre dos y tres millones de vidas. Pero esta visión contrasta con la de los derechos individuales, el derecho a ser informado y a elegir qué tratamiento o vacuna recibiremos nosotros o nuestros hijos. Las vacunas se imponen en los países, en la forma de ley y de calendarios obligatorios o recomendados, y pareciera que toda experiencia u opinión contraria a esta línea sólo puede ser desacreditada por no tener validez científica o por ser sencillamente contraria al bien común.

Según la Organización Mundial de la Salud, el rechazo a las vacunas es una de las 10 amenazas más importantes contra la salud global. Se trata de un tema complejo y delicado, en el que hay muchos intereses en juego. El discurso instalado en los medios de comunicación, en los gobernantes y legisladores, en la comunidad médica y en la sociedad en general, dice que las vacunas están “del lado del bien”. Como veremos más adelante “las vacunas” son muchas, son diferentes, funcionan de distintos modos y generan también un amplio abanico de efectos. Pero en el discurso totalizante que ubica a las vacunas del lado del bien, todo cuestionamiento, opinión o sospecha es inmediatamente llevado al lado del mal: “los anti-vacunas”.

En este contexto, padres que han visto cómo sus hijos perdían la mirada o la capacidad de expresarse después de recibir una dosis de la triple viral, las niñas que sufrieron desmayos o convulsiones luego de recibir una dosis de la vacuna contra el HPV, los médicos que sospechan de vacunas recientemente agregadas al calendario obligatorio, quienes denuncian el lobby de las industrias farmacéuticas y el fabuloso negocio que supone la aprobación de una vacuna, o sencillamente todos aquellos que exigen que se les informe de todas las posibles reacciones adversas y poder optar por aplicarse las vacunas o no, todos ellos son de algún modo enemigos de la humanidad, enemigos del bien común y de sus pares. También son anti-vacunas quienes alertan sobre el Síndrome de Guillain-Barré, una enfermedad que produce parálisis y que se ha relacionado principalmente con la vacuna contra la gripe, pero también con otras vacunas como la de fiebre tifoidea.

Sanitarismo versus derechos individuales

Un bebé recién nacido, en buena parte del planeta, en sus primeras 12 horas de vida recibe la vacuna contra la Hepatitis B. Recibe esta primera dosis por protocolo, ley o norma, y sin que se le hayan hecho estudios previos y sin que se informe a los padres sobre posibles efectos adversos. ¿Por qué tanto apuro? Pues si la madre es portadora de este virus (algo que bien podría saberse de antemano), la vacuna protegerá al bebé de contagiarse la enfermedad. Además, otros familiares podrían estar infectados y no saberlo, y de ese modo podrían contagiar al recién nacido. Ahora bien, si el modo de contagio de esta enfermedad es la sangre u otros líquidos corporales (es una enfermedad de transmisión sexual o sanguínea), ¿cómo podría el recién nacido contagiarse de alguien que no sea su madre? El CDC (Center for Disease Control and Prevention) detalla: “Al ser mordido por una persona infectada, al tocar cortaduras o llagas de una persona infectada, al compartir cepillos de dientes u otros artículos personales usados por una persona infectada, al consumir alimentos que hayan sido masticados (para un bebé) por una persona infectada”. Si una madre es portadora de este virus, al nacer su bebé probablemente reciba inmunoglobulina de la hepatitis B como un medicamento, además de la vacuna. Pero fuera de estos casos específicos en los que la madre es portadora, los riesgos para un bebé recién nacido de contraer Hepatitis B parecen muy pocos, y el apuro por administrar esta primera dosis es cuanto menos difícil de justificar. El bebé recibirá la segunda dosis algunas semanas después, y la tercera entre el año y los 18 meses de vida.

Ahora bien, ¿qué sucede si el bebé no está lo suficientemente fuerte como para recibir esta vacuna, si su cuerpo recién llegado al mundo no la tolera y reacciona de modo adverso? El testimonio de Mariana1, una mujer de Lincoln, una localidad de Argentina, da cuenta de lo que ocurrió con su hijo recién nacido, perfectamente sano. A las ocho horas de nacer, las extremidades del niño comenzaron a oscurecerse y pasó de pronto, de haber mamado inicialmente como cualquier bebé (era el tercer hijo de Mariana), a no tolerar la leche materna. En el momento los médicos sospecharon de una posible infección y le dieron antibióticos, aunque luego los análisis descartaron esta hipótesis. Si bien el bebé “mejoró”, con el correr de los meses no tuvo una evolución normal. La madre peregrinó de especialista en especialista buscando una explicación sobre lo que había pasado con su hijo, que había nacido en perfecto estado de salud. La respuesta se la dio un médico cuando su hijo tenía ya 11 años y un diagnóstico de Trastorno de Espectro Autista: había sufrido una encefalitis por la vacuna recibida, y además no había recibido tratamiento para ello. Pero la conclusión del médico fue aún más fuerte, literalmente le dijo: “El sistema de salud te cagó a tu hijo”.

Según datos de la Organización Mundial de la Salud, 86% de los niños del mundo reciben las vacunas “básicas”. Con el correr de los años, cada vez son más las vacunas que se suman a los calendarios: en los últimos tiempos, la vacuna contra el HPV y la vacuna contra el meningococo, por ejemplo. El entramado sobre el que se apoyan las vacunas excede la dualidad sanitarismo versus individualismo, y abarca variables económicas y políticas.