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Este no es un libro de autoayuda. Es un mapa de soberanía energética. Durante años te enseñaron a comprender, a justificar, a poner la otra mejilla. Pero ¿qué pasa cuando lo que te vacía no es un error comunicativo, sino un drenaje invisible? Este libro no viene a disfrazar el dolor, viene a desnudarlo. No suaviza lo que drena, lo corta. No te pide compasión hacia quien apaga tu campo, te devuelve la llave de tu energía. Con un lenguaje directo, simbólico y ferozmente honesto, Pilar de Entre Mundos te guía a través de cada tipo de vampirismo energético: emocional, psíquico, sexual, espiritual, familiar. Aprendés a detectarlo en el cuerpo antes que en la mente. A cortar vínculos que no se ven pero que pesan. A recuperar tu eje sin culpa, sin explicaciones, sin justificaciones. Este libro es un grimorio para almas sensibles, un manual de protección vibracional, una cachetada tierna a todo lo que aprendiste sobre "ser buena persona". No estás exagerando. Tu energía ya lo sabía. Ahora, tu conciencia también. No es espiritualidad complaciente. Es autodefensa energética consciente.
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Seitenzahl: 125
Veröffentlichungsjahr: 2025
Pilar de Entre Mundos
Pilar de Entre Mundos Vampiros energéticos : grimorio para cortar lo que te drena, sin culpa ni explicación / Pilar de Entre Mundos. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-6630-0
1. Espiritualidad. I. Título. CDD 158.1
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Nota de quien escribe
PRÓLOGO
CAPÍTULO 1 - Qué es un vampiro energético
CAPÍTULO 2 - Arquetipos del vampirismo energético
CAPÍTULO 3 - Cómo identificar a un@ vampir@ energético
CAPÍTULO 4 - Mecanismos de Manipulación Energética
CAPÍTULO 5 - Fundamentos Metafísicos del Vampirismo Energético
CAPÍTULO 6 - Fundamentos psicológicos del vampirismo energético
CAPÍTULO 7 - Fundamentos espirituales y kármicos del vampirismo energético
CAPÍTULO 8 - Cómo protegerte de un@ vampir@ energético
CAPÍTULO 9 - La alquimia del límite
CAPÍTULO 10 - Reconversión del vínculo (o su fin)
CAPÍTULO 11 - Detrás de la máscara
CAPÍTULO 12 - ¿Y si el vampir@ sos vos?
CAPÍTULO 13 - Memorias del linaje
CAPÍTULO 14 - Cómo protegerte sin endurecerte
CAPÍTULO 15 - Drenajismo espiritual
CAPÍTULO 16 - El vampiro interno
CAPÍTULO 17 - El rol del cuerpo en los intercambios energéticos
CAPÍTULO 18 - Cómo cortar vínculos energéticos sin más sufrimiento
CAPÍTULO 19 - Técnicas para reforzar tu campo energético y evitar nuevos drenajes
CAPÍTULO 20 - Trauma no integrado como puerta energética
CAPÍTULO 21 - Anatomía de un vínculo vampírico
CAPÍTULO 22 - El rol del sexo en el vampirismo energético
CAPÍTULO 23 - Limpieza energética post-vínculo
CAPÍTULO 24 - ¿Qué pasa cuando el vampiro sos vos?
CAPÍTULO 25 - Cómo protegerte sin endurecerte
CAPÍTULO 26 - ¿Por qué siempre atraigo lo mismo?
CAPÍTULO 27 - El mito del sanador herido
CAPÍTULO 28 - Cómo cortar con vínculos que no te dejan en paz
CAPÍTULO 29 - Vampirismo espiritual — cuando la luz también manipula
CAPÍTULO 30 - Cuando el vampiro vive en casa — vínculos familiares que drenan
CAPÍTULO 31 - El cuerpo como sensor energético
CAPÍTULO 32 - El vampiro seductor — el disfraz del amor que drena
CAPÍTULO 33 - Contratos energéticos y karmas compartidos — lo que te une más allá de la lógica
CAPÍTULO FINAL - Advertencia de cierre: Vampirismo energético en espacios espirituales
EPÍLOGO – Nunca más vas a justificar lo que te drena
Dedicatoria final
Bibliografía de referencia y obras integradas
Nunca, jamás, pensé que iba a escribir sobre esto. De verdad. No estaba en mis planes, ni en mis bordes de pensamiento, ni en ninguna de las mil libretas donde anoto cosas que me importan. Esto… no era una de ellas. Hasta que lo fue.
Durante años, justifiqué lo injustificable. Tapé con comprensión lo que era invasión. Pinté con empatía lo que era drenaje. Y me tragué el “no puede ser” hasta que se me quedó atascado en el pecho.
Porque sí, soy de esas que miran a las personas por lo que podrían ser, que ven el dolor detrás del golpe, que sienten compasión incluso cuando duele. Pero hay algo que descubrí a fuerza de carne y campo: la compasión no te salva de un vampiro energético.
No importa si lo hace consciente o no. No importa si viene con cara de “pobrecit@” o con disfraz de guía espiritual. Si te vacía, si te confunde, si te deja agotad@… te está drenando.
Este último año me trajo la clase de experiencias que no te da un taller. Ataques psíquicos que no se ven, pero se sienten como zarpazos. Presencias que no te tocan, pero te sacuden por dentro. Y hace unos días… vi todo. Lo vi físicamente. La mirada, la vibración, el campo deformado. La incomodidad, el silencio interno, la certeza.
Y ahí algo se rompió. O mejor dicho… se abrió.
Se abrió la posibilidad de nombrar. De reconocer. De dejar de justificar. De decir: esto también existe y me pasó, y no lo pienso negar más.
Este libro no es un exorcismo. Tampoco una venganza disfrazada de espiritualidad. Es un mapa. Un espejo. Un GPS para tu intuición.
Si alguna vez te sentiste culpable por cerrarte, agotad@ sin explicación, o manipulad@ mientras pensabas que estabas ayudando… Este libro es para vos. Porque nadie se merece vivir drenad@. Porque tu energía ya no se negocia. Y porque lo invisible… también tiene reglas.
Nos vemos adentro. Con toda la luz, y con todo el fuego.
Pilar de Entre Mundos
Hay momentos en los que no sabés qué te pasa, pero sabés que ya no podés más. Momentos en los que, sin razón aparente, sentís que estás apagándote. Que no tenés fuerza, voluntad ni claridad. Que das y das… y cada vez quedás más vací@.
Lo sentís en el cuerpo. En las emociones. En el campo invisible que te envuelve. Y ahí es donde comienza este libro.
Porque lo que te pasa no es debilidad. Es drenaje. Y este drenaje tiene nombre, forma y mecanismo.
Lo llamamos vampirismo energético. Pero no es fantasía. Es una forma real, concreta y peligrosa de intercambio desigual. Un fenómeno que ocurre en planos sutiles, pero con consecuencias densas. Físicas. Psíquicas. Espirituales.
Y te afecta especialmente a vos… que sentís todo. Que captás antes de entender. Que no sabés bien cómo protegerte porque tu canal está siempre abierto. Este libro es para vos.
No para que cierres. Sino para que aprendas a elegir qué entra y qué no. Para que reconozcas las formas en las que te estás vaciando. Y para que recuerdes que tu energía es sagrada. Que sostener al otr@ a costa de tu vitalidad no es amor, es sacrificio.
Acá no venís a culpar. Venís a despertar. A mirar de frente eso que te drena sin que puedas explicarlo. A sentir en tu cuerpo la diferencia entre lo que nutre y lo que agota. A reconocer que muchas veces, lo que más te duele, es lo que menos te animás a soltar.
Este libro no es un diagnóstico. Es una invocación. A tu conciencia. A tu soberanía. A tu cuerpo como templo.
Porque lo invisible también enferma. Y porque, si no aprendés a cuidar tu campo, alguien más lo va a ocupar por vos.
Cuando tu luz es usada como alimento
No necesitás ver colmillos ni sentir miedo. A veces, el mayor peligro se presenta con una sonrisa y una necesidad que parece legítima. A veces, lo que te drena no es una amenaza, sino alguien que amás.
Un vampiro energético es una estructura psíquica que busca absorber la energía vital ajena para sostener su sistema interno disfuncional. No siempre lo hace con intención. A veces ni siquiera es consciente de lo que está haciendo. Pero la consecuencia es la misma: te sentís agotad@, confundid@, fuera de eje.
Y lo peor es que no sabés por qué.
Este drenaje sucede en niveles sutiles, pero afecta profundamente tu sistema nervioso, tu percepción, tu voluntad. Después de ciertos encuentros, te cuesta pensar con claridad. Te sentís desconectad@ de vos. Tu aura —ese campo electromagnético que vibra alrededor de tu cuerpo— se contrae, se fisura, se ensucia.
Y entonces empezás a dejar de ser vos.
tu cuerpo registra todo lo que tu mente aún no puede nombrar. Cuando alguien te drena, tu energía vital —tu pulso interno, tu capacidad de estar presente y enfocad@— comienza a debilitarse.
Lo sentís como:
• Una fatiga desproporcionada
• Una pesadez en el pecho o en el plexo
• Un zumbido mental constante
• Una tristeza que no sabés de dónde viene
• Una irritabilidad sorda
• Una pérdida de dirección
Tu sistema eléctrico cambia. Tu sistema emocional colapsa. Y si esto se sostiene en el tiempo, tus órganos empiezan a manifestar el conflicto.
Todo lo que no se protege, se desequilibra. Todo lo que no se sana, se repite.
El vampiro energético no te ataca. Te necesita. Pero no de la forma sana en la que dos personas se acompañan. Te necesita para sobrevivir. Para no derrumbarse. Para no mirar su vacío.
Entonces se adhiere. Y vos, desde tu necesidad de ayudar, de ser buen@, de no fallar, le abrís la puerta.
Ahí comienza el ciclo:
1. Entrás en vínculo desde el corazón abierto
2. El otr@ comienza a demandar, pedir, ocupar espacio
3. Te empezás a sentir cansad@, pero no sabés cómo decir que no
4. Sentís culpa si te alejás
5. Terminás siendo el soporte emocional de alguien que jamás se responsabiliza por sí mism@
6. Tu energía se desvanece
Y cuando querés salir… ya estás tan mezclad@ que sentís que alejarte es traicionar.
Detrás de cada vampiro energético hay una historia que no fue sanada. Hay trauma, carencia, abandono, vergüenza. Hay partes de esa persona que quedaron congeladas en el tiempo, y que ahora usan el vínculo como sustituto de integración.
Pero vos no sos medicina para esa herida. Vos no sos el espejo que la va a curar.
Y mientras más intentás salvar, más te vas hundiendo.
A veces lo más amoroso que podés hacer, es soltar. Cuidarte. Reconocer que no estás obligad@ a ser la fuente de nadie.
Elegí tres vínculos cercanos que ves con frecuencia. Luego de cada encuentro, registrá:
• ¿Cómo está tu cuerpo?
• ¿Cómo está tu foco mental?
• ¿Cómo están tus emociones?
• ¿Qué tan presente estás en tu vida luego de esa interacción?
Si después de ver a alguien te sentís menos vos… si necesitás dormir, o llorar, o complacer más… es muy probable que estés siendo drenad@.
Y si ya lo sabías, pero no te animabas a nombrarlo… bienvenid@ a tu primer acto de soberanía energética.
Cuando la necesidad toma forma
No todas las formas de drenaje se ven igual. Algunas son evidentes. Otras se esconden detrás del amor, la ayuda, la necesidad o el rol.
Acá te presento las principales formas que toma el vampirismo energético. No para que señales. Sino para que reconozcas. Y, si te encontrás en alguna… para que transformes.
“Yo siempre doy... y nadie me devuelve nada”.
Vive en el sacrificio. Te hace sentir que todo lo que hacés por tu cuenta es egoísmo. Necesita que estés ahí, no por amor, sino por deber.
Suele despertar culpa. Te deja con la sensación de estar siempre en deuda.
“Solo quiero tu atención, tu deseo, tu admiración”.
Encantador@, intens@, brillante. Te atrae magnéticamente. Pero nunca se entrega del todo.
Se va, vuelve, se muestra, se esconde.
Te consume desde el deseo que genera y nunca satisface.
“Sin vos, no soy nadie”.
Se sostiene en tu energía porque no puede con la suya. Te necesita constantemente. Pero no hace nada por cambiar. Solo se alimenta de tu presencia. Si intentás alejarte, te hace sentir cruel.
“Yo te enseño… pero vos nunca me alcanzás”.
Sabe más que vos. Siempre. Te corrige, te guía, te marca el camino. Pero no para que crezcas. Sino para que nunca lo superes. Drena desde la superioridad simbólica.
“Estoy acá para ayudarte… pero nunca para verte brillar”.
Te da. Te sostiene. Te resuelve. Pero te lo recuerda. Y cuando intentás despegar, te lo cobra con distancia o reproche.
No soporta que no lo necesites.
“Siento que nos conocemos de otra vida… pero me estoy deshaciendo”.
Es intenso. Inexplicable. Magnético. Pero te confunde. Te arrastra. Nunca hay paz. Todo es exceso, crisis, destino.
Es una relación que parece mágica, pero te consume de adentro hacia afuera.
“Es mi mamá… ¿cómo no voy a estar ahí?”.
La forma más difícil de cortar. Porque hay lazos invisibles, mandatos, lealtades. Porque lo que se drena viene desde el linaje. Y porque hay una parte tuya que cree que ese dolor es deber.
“Yo mism@ me estoy vaciando”.
El más profundo. El más oculto. Es esa parte tuya que da sin medir. Que se exige. Que se olvida de sí. Que cree que tiene que merecer amor a través del sacrificio.
Y es ahí donde comienza la transformación. Cuando lo que mirás afuera… lo reconocés dentro.
Cuando lo invisible deja huella
“No necesitás ver el acto para sentir el robo. Tu cuerpo ya sabe”.
No es magia. No es sugestión. Es percepción. Es la capacidad que tenés —sí, vos— de registrar lo que no se ve pero se imprime en el cuerpo.
Si llegaste hasta acá, ya sospechás que algo de tu energía se está yendo hacia lugares donde no vuelve. Quizás sentís que siempre hay alguien que te necesita. O que hay vínculos que te dejan vací@ sin explicación lógica.
Este capítulo no es para confirmarte que tenés razón. Es para que aprendas a rastrear con claridad esas fugas. Porque una cosa es intuir. Otra muy distinta es saber exactamente cómo y dónde te están drenando.
Y eso, te cambia para siempre.
Tu cuerpo lo sabe antes que vos. Porque el cuerpo no miente. El cuerpo percibe frecuencias, incongruencias, microagresiones emocionales.
Después de un encuentro con un@ vampir@ energético podés sentir:
• Opresión en el pecho
• Pesadez en los hombros
• Dolor cervical o lumbar sin causa aparente
• Náuseas leves o sensación de “panza revuelta”
• Fatiga súbita o somnolencia sin sentido
• Dificultad para dormir esa noche
• Sensación de “quedarte pegad@” a esa persona, aunque no la veas
Estos síntomas no son aleatorios. Son expresiones del campo electromagnético alterado, del sistema nervioso simpático en alerta, del alma pidiendo que la retires de ahí.
Más allá del cuerpo, hay patrones que se repiten:
1. Siempre das más de lo que recibís. Y aunque lo sabés, sentís que si dejás de dar, todo se cae.
2. Esa persona siempre tiene un problema, una crisis, una urgencia. Vos terminás siendo psicólog@, médic@, sostén, gurú, madre, pareja… sin haberlo elegido.
3. Te cuesta poner límites o decir que no sin sentir culpa. Sentís que si te corrés, algo malo va a pasar. Esa es la trampa.
4. Después de cada encuentro, algo se te apaga No sabés bien qué. Pero no sos vos. No estás vos.
5. Cuando intentás alejarte, esa persona intensifica su presencia o su necesidad Lo hace sin decirlo. Pero lo sentís. Y volvés.
Elegí una persona con la que compartiste tiempo recientemente. Sentate cómod@, cerrá los ojos. Respirá profundo y lento tres veces.
Ahora preguntate:
• ¿Cómo estaba mi energía antes de verla?
• ¿Qué partes de mi cuerpo se activaron o contrajeron estando con ella?
• ¿Qué emoción me generó al irse? ¿Alivio? ¿Carga? ¿Nostalgia?
