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A partir de una profunda crisis de sentido, experimento un cambio de consciencia que me lleva a realizar un viaje por varios lugares del mundo, compartiendo anécdotas y aprendizajes con diversas culturas, maestros y espejos que fui generando en una aventura llena de vivencias y reflexiones sobre este viaje llamado vida. Creamos nuestra realidad para nuestro mayor bien.
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Seitenzahl: 192
Veröffentlichungsjahr: 2017
andrés laudanno
Viaje Consciente
La vida es un viaje, cuanto más conscientemente lo transitamos,
mayor es nuestro poder de elección
Editorial Autores de Argentina
Laudanno, Andrés Fabián
Viaje Consciente / Andrés Fabián Laudanno. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2017.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-711-952-7
1. Espiritualidad. 2. Autoayuda. 3. Conciencia. I. Título.
CDD 158.1
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail:info@autoresdeargentina.com
Diseño de portada: Justo Echeverría
Diseño de maquetado: Inés Rossano
Índice
Prólogo
Introducción: El Shock
Primera parte: Pedalear en Europa
1. Roma
2. Norte de Italia
3. Alpes franceses
4. Costa azul
5. Barcelona
6. De los Pirineos a París
7. Bélgica y Holanda
8. Berlín y Praga
9. Sur de Alemania y Alsacia
10. Suiza y Austria
11. De Bratislava a Sofía
12. Londres
Segunda parte: Renacer en Asia
13. Katmandú
14. Tíbet
15. Everest
16. Annapurna
17. Pokhara y Chitwan
18. De Kolkata a Agra
19. Rajastan
Tercera parte: El Retorno
20. Letonia y Lituania
21. De Polonia a Croacia
22. De Bari a Roma
Prólogo
Conocí a Andres, durante el año 2011, en ZTE una compañía China donde tuvimos la suerte de compartir el trabajo durante casi 1 año. Me había llamado la atención el sobrenombre que le habían puesto sus ex colegas de Motorola: El Gurú y que él lo recibía con agrado, al paso del tiempo comprendí la razón de ese seudónimo, que en español se traduce como Guía.
A lo largo de muchas charlas fui conociendo su profundidad espiritual y comenzamos una serie de reuniones llamadas “de calibración” y en una de esas, recibo la primera señal… estoy escribiendo un libro. Hoy después de algunos años llega la buena noticia: está aquí y ahora.
Definitivamente este libro es una consecuencia y una síntesis maravillosa de lo que fui escuchando a lo largo de muchos meses y del cual queridos lectores les aseguro que van a disfrutar esta experiencia compartida palmo a palmo.
Alguna vez alguien me dijo que la experiencia no se transmite. Por una parte tiene toda la razón, cada uno per corre su propia experiencia… pero me quedé pensando y elegí quedarme con esto… “no se puede transmitir pero si se puede compartir”, y esto es lo que hace El Gurú, comparte su experiencia de vida.
Ni bien leí los primeros capítulos, quedé atrapado, lo llamé y le dije: hace mucho tiempo que un libro no me generaba tal entusiasmo, curiosidad y emoción. Con mucha habilidad narrativa describe un viaje iniciático combinado de reflexiones profundas que nos harán pensar, sentir, emocionar… y por ahí quien sabe serán los disparadores para entender nuestra propia historia.
Bienvenidos a Viaje Consciente… una guía para comprender y reflexionar tú propia historia.
“Uno es lo que quiere ser y el proceso (el viaje) es tan importante como el resultado”
Con el afecto de siempre… NAMASTE.
Oswaldo Peñaloza
“El Chamán”
Introducción: El Shock
Corría fines del año de la rata y con mis 41 años creía llevar una buena vida, hasta podría decirse exitosa desde el punto de vista de la sociedad. Con buena salud, una linda familia con esposa y 2 hijos maravillosos, amigos de fierro, buena relación con mis padres y parientes, una excelente carrera profesional, viajaba donde quería, practicaba deportes, hobbies, tenía una casa confortable, disfrutaba de exquisitos asados a leña, de la pileta, huerta, flores, el perro…
Todo parecía tranquilo, hasta que el 31 de diciembre del 2008 a las 22hs mi matrimonio vuela por los aires. No sé si hay un buen momento para separarme pero creo que fin de año no parece que sea justamente el más apropiado. O quizás sí…
Será cierto que si sucede, conviene?
Esa noche el shock es total y mi existencia parece derrumbarse. Yo estaba preparado para muchas cosas pero no para esto, ya que había apostado a la familia en forma honesta y transparente.
No había explicación que me sirviera. Para colmo, no podía buscar refugio en la religión o la espiritualidad ya que desde hacía mucho tiempo que me había alejado de Dios y vivía como si tuviera el control total de mi accionar.
Siento que toqué fondo y tengo que renacer de las cenizas como el ave fénix.
Tras llorar desconsoladamente durante largas horas del 1 de enero del 2009, lo único que atino hacer es ir con mi hijo mayor a una cabaña en el delta. Ver a Lucas feliz, jugando con los peces que pescaba, me da una luz de esperanza.
Creo que llegó el momento de recorrer consistentemente el camino interior que me lleve a desarrollar mi verdadero Ser.
El próximo paso que doy es tomarme 2 semanas de vacaciones en el trabajo e irme solo con mi mochila a las montañas de Bariloche a tratar de comprender lo que estaba sucediendo y planear como continuar. Acampando a orillas del lago Frey, comienzo por revisar mi vida desde mis primeros recuerdos hasta la actualidad.
Con tenacidad me adentro en mi lado oscuro, a encontrarme con mi sombra llena de dolor generado por abusos, maltratos, violencia, discriminación, perversión, mentiras, delitos y tantos otros hechos que he heredado del árbol y llevo dentro.
Escribo un diario donde registro los eventos más difíciles de mi pasado. Si bien puedo entender algunas cosas que me sucedieron, lejos estoy aún de poder armar un plan.
En general, no me han llamado por mi nombre Andrés, sino por mi apellido o algún apodo. Hago una larga lista con los sobrenombres que recuerdo que me han puesto, siendo algunos de ellos muy despectivos. Elijo Niki como el apodo que más me gusta, se remonta a la escuela primaria y viene del corredor de Fórmula 1: Niki Lauda, el austriaco que volvió del infierno para ser campeón del mundo.
La experiencia en la altura es bárbara, en contacto con la naturaleza en toda su majestuosidad y ejercitando cualidades que estaban aletargadas en mí, como la percepción y la sensibilidad. Acostado entre las agujas del Cerro Catedral, escucho repetidamente “Aprendiendo a volar” de mi banda favorita Pink Floyd, mientras los cóndores revolotean por el cielo.
La situación más alucinante que vivo es cuando me quedo abrazado a una piedra gigante y puedo observarme desde fuera de mi cuerpo, no solo desde una distancia corta sino como orbitaba en el planeta Tierra.
El hecho de que no me llamen por mi nombre lo tomo como una indicación que tengo que trabajar mi Identidad.
Tras 13 días de intensa interacción con el entorno, bajo de la cordillera envuelto en un halo de misticismo que me permite seguir adelante. Tengo la impresión de haber vivido buena parte de mis 41 años como un autómata, haciendo todo lo que se esperaba de mí que hiciera. Es como si hubiese estado dormido y me estuviera dando una oportunidad para despertar.
Me llega el concepto de consciencia: esa capacidad del ser humano de verse y reconocerse desde un estado de vigilia. Un salto cuántico de consciencia puede ser disparado por una crisis.
Me conecto con mis sentidos y parece que hay alguien en mi interior que ahora es capaz de procesar de una manera diferente la información que recibe del exterior. También surgen emociones y sentimientos anestesiados.
Vuelvo al trabajo pero ya no soy el mismo, ni siquiera físicamente ya que voy adelgazando gradualmente y me dejo la barba. En la empresa estoy como en otra dimensión. Puedo percibir lo que acontece a mí alrededor, los estados de ánimo, las luchas de intereses.
Veo las cosas diferentes, desde otra perspectiva y con mayor claridad. Me recuerda al personaje de la caverna de Platón cuando va saliendo de la oscuridad.
Mi búsqueda interior va transformando mi vida materialista y consumista en predominantemente espiritual. Aprendo a meditar con los budistas Zen en el templo que tienen en las faldas del cerro Uritorco en Córdoba.
Tomo la meditación como una herramienta muy valiosa para conectarme con mi Ser. Es a su vez una forma de dedicarme tiempo y darme amor.
En paralelo empiezo a entrenar mi cuerpo en base a correr, nadar y pedalear en mountain bike. Tanto por los ejercicios como por comer menos, llego a bajar 25 kilos. Cuando me miro al espejo casi no me reconozco, con barba y 73 kilos, menos de lo que pesaba cuando estudiaba en la Universidad.
El apogeo del entrenamiento es en abril cuando recorro 4 provincias del norte argentino en bici. Arranco en el atractivo valle de Punilla en Córdoba, circulando luego por el apacible valle de la Luna en San Juan, el cañón del Talampaya en La Rioja y las pintorescas ciudades catamarqueñas de Fiambalá y Belén.
Poco a poco voy levantando la autoestima haciéndome regalos y realizando varias actividades que me gustan y que estaban postergadas.
Entretanto, mis 3 mejores amigos son de invaluable ayuda para seguir adelante. Cada uno de ellos me aporta un valor fundamental para poder salir del pozo: Remo la fortaleza, Nano la confianza y Gaby la humildad. En busca de mis orígenes, paso bastante tiempo en mi Rosario natal.
Una de las características relevantes de esta etapa es que encuentro respuestas para todo, tanto para cuestiones que surgen de mi interior como a cualquier inquietud que venga de otras personas.
Que tenga respuestas no significa que lo haya aprendido. Al carecer de referentes cercanos que me guiaran, he recurrido frecuentemente a la lectura como fuente de inspiración. De muchos libros pude valerme de ideas y experiencias de sus autores para formar mis propias creencias.
Me desvinculo de mi trabajo en mayo e inmediatamente saco un pasaje a Roma. Elijo ese destino por mi interés por el imperio romano. Algo curioso es que Roma escrito al revés se lee amor, y eso es precisamente a lo que necesito conectarme: al Amor.
Decido tomarme un mes para armar el viaje y despedirme de mis afectos. Todo transcurre muy rápido y lo más doloroso es la despedida de mis hijos Lucas y Selena. Les digo que es algo que necesito hacer para poder estar bien y que regreso a fin de ese año.
Decirles la verdad en base a lo que siento es la mejor elección ya que les hablo desde el corazón.
Tras cargar la mochila con lo necesario, el 3 de junio del 2009 parto hacia la aventura, sin planes, solo con ciertas preferencias de sitios a los que quiero ir. Tengo pensado comprar una bicicleta para moverme por Europa, pasando por regiones donde tengo amigos y conocidos. Además quiero ir al Himalaya, India y al legendario Tíbet a festejar mi cumpleaños el 8 de septiembre.
Los dos principales objetivos que me propongo para la travesía son: aprender y disfrutar. Para ello voy siguiendo a mi espíritu con actitud optimista, mente abierta y atento tanto a las señales internas como externas.
Creo que la mayor oportunidad de crecer se nos presenta cuanto más profunda es la crisis y más cerca estamos del abismo. El riesgo está en quedar atrapado en la nueva realidad que creamos para sobrevivir.
Primera parte: Pedalear en Europa
1. Roma
Tras saludar a mis amigos desde el celular, subo al avión de Iberia con dirección a Roma. El largo vuelo, con escala en Madrid, está cargado de múltiples sensaciones y recuerdos. De una película que están proyectando recibo el primer mensaje clave: Somos lo que creemos ser, formulado por Buda hace 2500 años.
Esto me recuerda cuando, a los 16 años, leí Siddhartha de Herman Hesse y me llegó una frase que marcaría mi vida a partir de entonces: Cada uno crea su propio camino.
Para mí, el camino es la meta, por eso elijo el camino del amor, que es la energía universal de sanación.
La llegada a Roma es incomparable. Dejo el frío invierno argentino y aterrizo en el cálido verano italiano. Las calles están inundadas de gente alegre, turistas por doquier, aromas a jazmines, verdulerías con frutas sabrosas.
Quiero aprovechar al máximo cada momento, en estado de conexión con mi esencia y relacionándome con las personas que voy conociendo. Recurro a la guía de Roma que me prestó Nano para empezar a recorrer la ciudad eterna. Tras cruzar el río Tíber, me alojo en un hostel cerca de la villa olímpica. Estoy en una habitación espaciosa que comparto con varias personas de distintas partes del mundo.
Me recuesto un rato pensando en las máscaras que usamos para relacionarnos. La palabra hipócrita viene del griego hypo (máscara) y crytes (respuesta), es decir, que significa responder con máscara. Este accionar puede generarse por alguna herida que no hemos sanado. El abandono produce dependencia, el rechazo fomenta la huida, la humillación estimula el masoquismo, la traición nos lleva al control y la injusticia se manifiesta en rigidez.
Este contacto con mis heridas me hace saltar de la cama y voy hacia el Coliseo, quedando anonadado imaginando la época de esplendor romano, con sus luchas de gladiadores en la arena. Por todos lados hay edificaciones antiguas y estatuas, destacándose las de Julio Cesar y Augusto. Parece como que cada piedra tiene su historia, algo similar a lo que me pasó en Jerusalén años atrás.
Avanzo embelesado por los foros romanos con la total convicción de que estoy haciendo lo mejor que puedo.
Al día siguiente me levanto con las fuerzas renovadas, dispuesto a marchar toda la jornada sin rumbo fijo. Tras deambular por numerosos barrios con subidas y bajadas, me instalo en un vasto parque donde está el museo Borghese. Tanto la mansión de la familia como las obras de arte de su interior son de una belleza cautivadora.
Para poder entendernos, solemos dividir nuestro ser en varios planos: cuerpo, mente, sentimientos, alma. Se suele hablar de Inteligencia racional, emocional, financiera, espiritual. En verdad, somos un ser integrado y prefiero hablar de Inteligencia del Ser.
Por la zona hay un bonito lago rodeado de una frondosa vegetación. Alquilo un bote a remo para pasear por sus plácidas aguas con tortugas. En el parque me dejo llevar por los aromas y el sonido lejano de un instrumento musical. Siguiendo un sendero flanqueado por árboles centenarios aparece un hombre tocando el saxo con una pasión conmovedora. Sentado en un banco, estoy un buen rato complacido con su música, tras lo cual le compro un CD con sus canciones de jazz.
Medito frente a un templo de estilo griego, recordando la escultura de Sócrates que compré en Atenas. En la adolescencia surgió mi interés por la filosofía y si bien mis referentes primordiales fueron Platón y Nietzsche, el que realmente nos dio un buen indicio para conectarnos con nuestro verdadero Ser fue Sócrates con su enseñanza basada en el conocimiento de uno mismo. Quizás la pregunta crucial que debemos hacernos es ¿Quién soy yo?
Paso por la plaza del Pueblo, la plaza España y por la fontana de Trevi, donde tiro una moneda deseando volver con mi gran amor.
Me encuentro en un estado óptimo, con mucha energía, gozando plenamente el presente con todos los sentidos. Me muevo serenamente, percibiendo lo que ocurre en torno a mí, con la mente sin preocupaciones y sin pensamientos sobre el pasado o el futuro. Experimento una especie de libertad embriagadora, donde nada ni nadie parece condicionar mi andar. Estoy en lo que defino modo de aprendizaje máximo, en el cual me abro y entrego a todo lo que llega.
Ya de regreso en el hostel se produce otro de los eventos que me marcan fuertemente. Estoy acomodando mis cosas en la cama cuando advierto que me están observando. Se trata de un muchacho negro, pelado y ojos saltones. Tras mirarnos mutuamente un rato, hacemos un gesto de saludo y nos presentamos. Se trata de Richard, un holandés que viene en peregrinación desde su pueblo natal hasta Roma. Me comparte que estuvo caminando con su bastón en forma solitaria durante 84 días, siendo la parte más difícil el cruce de los Alpes. Por mi lado, le cuento que estoy iniciando una larga gira en Roma sin plan. Me dice que una de las cosas que había descubierto en su travesía era determinar cuando algo estaba bien o mal en las personas. Agrega que estuvo observando a nuestros compañeros de habitación y se quedó asombrado con la energía que yo generaba. Teniendo en cuenta que Richard estaba terminando su periplo y yo lo estaba empezando, le pregunto qué es lo más importante que había aprendido. Con voz pausada pronuncia: “Siempre hay opciones”.
Este mensaje cala muy hondo en mi interior y resuelvo llevarlo como estandarte de marcha. De hecho, continuamente estamos eligiendo.
El 6 de junio lo dedico al Vaticano. Me considero un afortunado de estar en la imponente Basílica de San Pedro, con sus escalinatas, cúpulas, jardines, la Piedad de Miguel Ángel, las tumbas de los papas y las pinturas que tanto había admirado desde pequeño. El éxtasis es en la Capilla Sixtina donde me quedo horas examinando la obra maestra de Michelangelo. Me invade una gran dicha al quedarme solo en la capilla.
Por la tarde me instalo en la Plaza del Vaticano frente a las figuras de Jesús y los 12 apóstoles. Pienso en la enorme capacidad del ser humando cuando cree en algo y le pone pasión a su accionar. En todas partes del mundo se han hecho obras monumentales basadas en alguna creencia. Que sería de la humanidad si no se creyera en Dios y no existieran las religiones?
Mi estadía en Roma continúa placenteramente, vagando por las principales vías del viejo imperio romano, perdiéndome en las callejuelas de diversos barrios, cruzando el Tíber por diferentes puentes, apreciando shows en las plazas, visitando múltiples iglesias y obras de arte como el Moisés, sumergiéndome en las catacumbas de los cristianos y contemplando la ciudad desde las ubicaciones más altas como el Castillo San Ángel. Recordando anécdotas de mis padres, me hago una escapada a Tívoli para pasear por los jardines de Villa Adriana y Villa del mar.
Siguiendo el consejo de mi amigo Rape, por las noches salgo a reconocer y fotografiar los mismos lugares por los que he ido pasando en el día. La experiencia es integral. En una de esas noches mágicas, puedo deleitarme con un concierto al aire libre en el anfiteatro Marcelo del período del imperio.
Si bien estoy fascinado con todo lo que estoy vivenciando, extraño mucho a mis hijos, a quienes llamo por teléfono o contacto por Internet. Tras escucharlos, me planteo que este alejamiento es quizás una forma que encontré de protegerlos de mí.
Al séptimo día en Roma siento que debo continuar hacia otras áreas. Me compro una mountain bike azul marca Giant en la bicicletería de Riccardo, con quien entablamos una excelente relación ya que está muy intrigado con mi expedición. Acondiciono la bici para la travesía y le instalo un buen portaequipaje con alforjas. Tengo que dejar cosas por lo que le pido a Riccardo que me las cuide hasta mi regreso en unos cuantos meses. Nos despedimos con un abrazo y me sugiere ir a Lucca.
Me percato que estoy comenzando la aventura ciclística sin ningún plan concreto. Hay localidades por los que quiero pasar a visitar conocidos como Grenoble, Barcelona, París, Berlín, Múnich y Sofía. Adicionalmente, hay otras regiones de Europa como la costa azul, el valle del río Loira y la selva negra alemana por los que sueño ir, al igual que por ciertas metrópolis como Florencia, Venecia, Milán, Amsterdam, Copenhague, Praga, Budapest, Moscú. Ya veré cómo se van desarrollando los acontecimientos de manera de poder llegar a esos territorios.
Delibero sobre cuantas cosas tuvieron que pasarme para llegar a este punto, en el cual estoy por lanzarme a las vías del viejo mundo.
Un tema que me ha develado es la dualidad destino – libre albedrío. En general he creído más en la libertad de acción a que las cosas están predestinadas. Por eso me ha costado creer en un Dios creador que ya sabe todo lo que va a suceder. Sin embargo, si consideramos la evolución del universo, la transmisión genética que recibimos, el contexto en que nacemos, la educación y experiencias a lo largo de la vida, realmente tomamos decisiones libremente?
2. Norte de Italia
En la mañana del 11 de junio comienzo a pedalear con mucho entusiasmo por las calles de Roma. La Giant está bastante pesada y hay numerosas subidas y bajadas en la dirección que voy. De repente me encuentro perdido en los suburbios de la ciudad. No se para donde seguir ya que no cuento con mapas, ni GPS, ni brújula. Cuando pregunto a la gente como ir a Pisa, me miran desconcertados y me dan indicaciones que apenas entiendo. Tras algunas horas, puedo partir de Roma por una carretera que va al norte.
A través de nuestro accionar solemos entrar en un círculo vicioso cuando repetimos comportamientos y empeoramos cada vez más la situación. En cambio, en un círculo virtuoso expandimos nuestra energía positivamente tanto en nuestro interior como hacia afuera.
Mientras imagino el viaje, voy atravesando la campiña italiana sintiendo un placer inmenso. Al ser verano, hay campos sembrados con diversas tonalidades de verde entre planicies y montañas. En el lago Bracciano me sumerjo en sus aguas cristalinas. Estimaba llegar a Pisa esa noche, lo cual ya parece imposible con el retraso a la salida de Roma y las detenciones que voy realizando para descansar y sacar fotografías.
Por la tarde escojo una senda que va hacia el mar Tirreno y al poco tiempo voy avanzando entre el Mediterráneo y campos interminables de girasoles. Paso por Civitavecchia con sus adorables playas y continúo hacia Porto Ercole donde paro ya que está anocheciendo. Busco un terreno tranquilo donde instalarme y dormir a la intemperie. En mis andanzas de mochilero por Argentina he pernoctado muchas veces bajo las estrellas por lo que estoy acostumbrado.
Si bien tengo mi cuchillo cerca, me siento protegido por una fuerza superior que me envuelve y me guía. Las diversas culturas enseñan cómo protegernos a nivel espiritual. Recuerdo una disertación del monje benedictino Anselm Grum sobre el poder de los gestos donde nos mostraba como proteger nuestra alma cruzando los brazos y apoyando las manos sobre los hombros.
Me despierto con las primeras luces del amanecer, viendo asomar el sol en el mar. Me sorprende gratamente el hermoso paraje donde estuve durmiendo. Es una villa veraniega con casitas en las laderas de las colinas y yates en sus costas.
Salgo nuevamente a la ruta y llego a Pisa, la cual me desagrada ya que hay mucha suciedad y desorden. De todos modos, quedo hipnotizado por el conjunto formado por la torre inclinada, el Baptisterio y la Catedral. Esa noche voy a un hotel ya que necesito una cama para recuperarme.
Me acuesto reflexionando sobre cuantas cosas tengo que limpiar y ordenar en mi interior. Para ello voy a ir ejercitando estas acciones sobre lo que me rodea.
El 13 de junio continúo hacia Lucca, moviéndome entre plantaciones y sierras. Estoy en la Toscana, donde se filmaron películas románticas y me resulta fácil inferir porque eligieron este escenario. En la banquina surge un galpón con el nombre de mi hija Selena, lo que me hace emocionar profundamente pensando en mi princesa.
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