Víctor Raúl Haya de la Torre - Eugenio Chang-Rodríguez - E-Book

Víctor Raúl Haya de la Torre E-Book

Eugenio Chang-Rodríguez

0,0
9,49 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

El libro rescata y detalla los aportes del fundador del APRA a la producción artística e ideológica del Perú en el siglo XX. Eugenio Chang-Rodríguez ha realizado un arduo trabajo para compendiar los aportes de Haya de la Torre, como lo son sus reflexiones filosóficas, sus creaciones dramáticas y poéticas juveniles, así como sus interpretaciones de ensayos y obras literarias de autores extranjeros y peruanos. Lo más valioso de este texto es que se recopilan las fases artísticas no atendidas en los estudios sobre su vida y obra, pues tradicionalmente se han concentrado en su ideario político sin percatarse de su fase artística. Esto hace que el libro sea único en su género y temática. Escrito en un estilo asequible y dirigido a especialistas y al público general, el libro es de interés tanto para los politólogos como para los interesados en el avance de las humanidades y la historia de las ideas en Latinoamérica.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Eugenio Chang-Rodríguez es profesor emérito del Graduate Center de la City University of New York y codirector emérito del Seminario Latinoamericano de la Universidad de Columbia. Ha recibido la Medalla de Honor del Congreso del Perú, la Orden al Mérito del Gobierno Peruano, seis doctorados honoris causa de, entre otras instituciones, la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Nacional de Atenas y Ricardo Palma.

Es miembro numerario de la Academia Norteamericana de la Lengua Española y de la Academia Peruana de la Lengua, y académico correspondiente de la Real Academia Española y de la Academia Cubana de la Lengua. Ha presidido la International Linguistic Association y el Consorcio de Programas de Estudios Latinoamericanos de 125 universidades norteamericanas auspiciado por la Latin American Studies Association.

Sus libros de mayor circulación son: Diásporas chinas a las Américas (2015), Pensamiento y acción en González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre (2012), Latinoamérica: su civilización y su cultura (2008), Poética e ideología en José Carlos Mariátegui (1986) y Spanish in the Western Hemisphere in Contact with English, Portuguese and the Amerindian Languages (1982).

Eugenio Chang-Rodríguez

Víctor RaúlHaya de la Torre:

Bellas artes, historia e ideología

Víctor Raúl Haya de la Torre:

Bellas artes, historia e ideología

Eugenio Chang-Rodríguez

© Eugenio Chang-Rodríguez, 2018

© Pontificia Universidad Católica del Perú, Fondo Editorial, 2018

Av. Universitaria 1801, Lima 32, Perú

[email protected]

www.fondoeditorial.pucp.edu.pe

Diseño, diagramación, corrección de estiloy cuidado de la edición: Fondo Editorial PUCP

Imagen de portada: Camino campestre, de Macedonio de la Torre. Década de 1930. Colección privada de Diego de la Torre.

Primera edición digital: abril de 2018

Prohibida la reproducción de este libro por cualquier medio, total o parcialmente, sin permiso expreso de los editores.

ISBN: 978-612-317-337-1

Presentación

En este año, el trigésimo sexto aniversario del fallecimiento de Víctor Raúl Haya de la Torre, leo el manuscrito de Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideología, que es un notable esfuerzo por compendiar, explicar, y aun rescatar, los penetrantes y variados aportes del fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) en una importante esfera de las humanidades que, en su caso, comprendió meditaciones de filosofía política —plasmadas en el marco doctrinario que forjó la ideología de aquella Alianza—, sus creaciones dramáticas y poéticas juveniles, así como sus penetrantes interpretaciones de ensayos y obras literarias de autores extranjeros y de nuestros más insignes pensadores y escritores peruanos.

Este multifacético y exigente reto ha sido eficientemente resuelto por Eugenio Chang-Rodríguez —uno de nuestros más respetados lingüistas y estudiosos de la literatura y las ciencias sociales—, quien en estas páginas sintetiza y ordena las diversas esferas intelectuales frecuentadas por el líder trujillano a lo largo de una existencia intensa y sin tregua, tanto en el espacio silencioso y solitario del pensamiento y el análisis, como en el intensísimo de una acción política que conoció todo tipo de avatares: la creación de un partido que es, por su continuidad, el más antiguo del Perú y uno de los más influyentes en el ámbito latinoamericano; largos exilios, la prisión en miserables condiciones, la persecución, la existencia clandestina, el respaldo popular incondicional, el reconocimiento de su valía intelectual por parte de escritores, académicos y políticos de fama mundial, la lealtad casi religiosa de correligionarios que lucharon y vivaron su nombre tanto en multitudinarias manifestaciones como frente al pelotón de fusilamiento. Es decir, una vida excepcional, difícil de asir, que desató fervores, pero también odios y enemistades, como suele suceder en quienes no transcurren por la existencia consumiéndola en quehaceres banales sino cumpliendo un destino. Y, en algunos casos, padeciéndolo.

Pero la solución a este reto venía antecedida por una ventaja: Chang-Rodríguez le ha dedicado durante décadas a Haya de la Torre varios libros, ensayos y artículos que hacen de él uno de los académicos que mejor conoce el pensamiento y la trayectoria del protagonista del presente título. En efecto, para evidenciarlo mencionemos algunos de ellos: su juvenil La literatura política de González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre (México, 1957), que fue prologado por el eminente escritor colombiano Germán Arciniegas; Una vida agónica.Víctor Raúl Haya de la Torre (Lima, 2007); Pensamiento y acción en González Prada, Mariátegui y Haya de la Torre (Lima, 2012), a más de los capítulos por él escritos en libros colectivos y las conferencias y ponencias presentadas en congresos nacionales e internacionales. Inclusive la irradiación de sus ensayos hace tiempo está trascendiendo las fronteras de nuestro continente, como es el caso de su libro Latinoamérica: nación continental, traducido al chino por Bai Fengsen, miembro de la Academia de Ciencias Sociales de la República Popular China, y Zhao Deming de la Universidad de Pekín (Pekín, 1990), título en que ocupa un espacio significativo el pensamiento de Haya de la Torre y el de su compañero y amigo Antenor Orrego.

Es así que los ocho capítulos que componen Víctor Raúl Haya de la Torre: Bellas artes, historia e ideologíase constituyen, por su precisión y madurez, en una de las obras mayores escritas sobre el líder aprista por Chang-Rodríguez, a quien ha profesado una dedicación y fidelidad admirables. En ese transcurso, desde su juventud, nuestro autor mantuvo varias entrevistas y conversaciones con su paisano trujillano. Lo mismo hizo con destacadas personalidades que lo conocieron bien y compartieron las responsabilidades de la dirección del Partido Aprista Peruano, especialmente durante las ausencias forzosas o voluntarias de su fundador. A ello hay que agregar la acuciosa indagación en fuentes bibliográficas, periodísticas y manuscritas que conservan informaciones valiosas sobre aspectos poco conocidos de la vida del protagonista, como es el caso de la obligada consulta de los diarios trujillanos de las décadas de 1910 y 1920, y de las publicaciones partidarias aparecidas en la clandestinidad.

Uno de los aspectos mejor logrados es el hecho de que el proceso del pensamiento de Haya de la Torre sigue paralelamente los acontecimientos políticos que ocurrieron en el Perú, todo ello informado con las tendencias artísticas del momento, como es el caso del segundo capítulo —«Víctor Raúl Haya de la Torre: vida artística e ideológica»— y, en particular, en el primer tercio de aquella centuria, en la que transcurre la niñez, adolescencia y juventud de Víctor Raúl. Chang-Rodríguez rescata en esas páginas la infancia del líder cuando interpretaba composiciones musicales al piano y al violín con su primo hermano Macedonio de la Torre y como integrante de la estudiantina infantil que actuó en el Teatro Municipal y otros escenarios de su ciudad natal. Se detiene asimismo en la educación impartida por los padres lazaristas franceses de San Vicente de Paul, en el colegio-seminario de San Carlos y San Marcelo, teniendo por condiscípulos a Macedonio de la Torre, Alcides Spelucín, Félix Lóyer Hoyle, Julio Gálvez Orrego y Álvaro Pinillos Goycochea, entre otros.

A la conclusión de la secundaria, en 1912, Haya de la Torre ingresó, en abril de 1913, a la Universidad Nacional de Trujillo, donde conoció a César Vallejo, a quien auspició su incorporación al Grupo Artístico y Literario de la ciudad, llamado por el poeta Juan Parra del Riego «La Bohemia de Trujillo», en un artículo por él publicado en la revista Balnearios de Barranco, en octubre de 1916, y finalmente «Grupo Norte», por el periódico El Norte, que dirigiera Antenor Orrego a partir de 1923. Es en ese ambiente que aparece el joven Haya en calidad de crítico de arte y poeta, que firmaba sus colaboraciones en La Reforma con el seudónimo Juan Amateur.

Nos enteramos, por otro lado, de que Haya frecuentaba los recitales de violín del argentino Andrés Dalmau y la pianista Mercedes Pedrosa, y asistía a las actuaciones de la actriz dramática española Amalia de Isaura en el Teatro Ideal de Trujillo, la misma artista que el 15 de abril de 1916 pondría en escena la obra escrita por Haya de la Torre Triunfa Vanidad, en la que defendió el honor de César Vallejo, de quien se habían burlado unos frívolos de la ciudad. Al día siguiente apareció en La Reforma un soneto cuya dedicatoria dice: «Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer. Cariñosamente, César Vallejo». El 23 del mismo mes, siempre bajo el mismo seudónimo, Haya publicó su poema «Hiperestesia», cuya dedicatoria dice: «Mis primeros versos para César Vallejo».

En abril de 1917, Haya se trasladó a la Universidad Mayor de San Marcos de Lima e intervino en las jornadas universitarias y obreras, conoció en la Biblioteca Nacional a su director, el ilustre ensayista y poeta Manuel González Prada, y trabó amistad con estudiantes sanmarquinos que más tarde brillarían en diversas esferas de la vida nacional. Por otro lado, fue esencial su estadía en el Cusco, a partir de agosto de 1917, donde entabló amistad con el estadounidense Alberto Giesecke, rector de la Universidad Nacional San Antonio Abad. Desde su cargo de secretario del prefecto del Cusco conoció las provincias de ese departamento, así como Arequipa, Puno y Apurímac, en los que constató directamente la desgraciada situación del indígena. En mayo de 1918 retornó a Lima.

Hace bien Chang-Rodríguez en detallar la existencia de Haya de la Torre en esos años juveniles pues desde ese período en adelante empezará a desenvolverse la singular trayectoria del futuro líder que realizaba un intenso e inicial aprendizaje de lecturas y de viajes que serían fundamentales en su formación intelectual y política.

En efecto, tal como lo explica el autor a través de estas páginas, siendo muy variada la herencia intelectual de Haya de la Torre, esta se asienta principalmente sobre la filosofía política, la historia y las artes, principalmente la música y la literatura. Y en cómo, desde muy temprano, empezó a cumplir un rol protagónico al presidir la Federación de Estudiantes del Perú, en 1919, y el Congreso Nacional de Estudiantes en el Cusco, en 1920, desde donde impulsó la reforma universitaria amanecida en Córdoba del Tucumán en 1918. De igual modo, fue decisiva su intervención en mayo de 1923, al organizar la jornada estudiantil que se opuso a la proyectada reelección de Augusto B. Leguía que, el 9 de octubre de ese año, le costó siete días de prisión, primero, y la deportación después.

Luego de este suceso, crucial en la vida política inicial de Haya de la Torre, Chang-Rodríguez dedica buena parte del capítulo 2 a los sucesos centrales de su vida, desde la fundación del Partido Aprista Peruano hasta su elección, seis décadas más tarde, como presidente de la Asamblea Constituyente, la firma que estampó en la Carta Magna el 12 de julio de 1979 y su fallecimiento el 2 de agosto de ese mismo año.

Por cierto, el mencionado capítulo es uno de los principales del libro, no solamente por ordenar los sucesos vividos por Haya en esos sesenta años, sino por la sutil y sagaz indagación que efectúa para seguir el desenvolvimiento de su pensamiento filosófico-político a la luz del marxismo y de la teoría de la relatividad de Alberto Einstein, principalmente. No menos destacable es el capítulo 4, en que se explica la revisión de las concepciones de la historia y la enunciación final de la tesis hayista del Espacio-Tiempo histórico. Dicha noción empezó a germinar en sus meditaciones desde la década de 1920, en que constata, como bien señala Chang-Rodríguez, «que la filosofía de la historia obliga a evolucionar, reajustar y corregir desde un «ángulo espacial» el cumplimiento de las leyes condicionadas por la relatividad»; a la vez corroborar, por otro lado, siguiendo el raciocinio de Federico Engels, que la realidad no se inventa, sino que se descubre.

Centralmente referido al Perú es el capítulo 5, que trata acerca del indio en la literatura y las ciencias sociales, asunto básico, y hasta medular, en el primer tercio del siglo pasado, que planta sus raíces en el marco jurídico de las Leyes de Indias durante el Virreinato, prosiguiendo con su carencia de protección legal durante el primer siglo de la República y continuando con el pensamiento del siglo XX, en que destacan de manera pionera Manuel González Prada —con los importantes aportes de José Uriel García, José Carlos Mariátegui, Hildebrando Castro Pozo, Luis Felipe Aguilar, José Antonio Encinas, Luis E. Valcárcel y tantos otros—, así como las publicaciones y organizaciones sociales que trataron sobre esta cuestión crucial. Es evidente que la experiencia en el sur andino de Haya de la Torre contó de manera decisiva en las posiciones indigenistas del aprismo. Precisamente sobre este asunto tuve ocasión de conversar con Haya de la Torre una tarde de febrero de 1970 en Villa Mercedes, con motivo del septuagésimo quinto aniversario de su natalicio, en que me confirmó la gran importancia de su experiencia juvenil en la Ciudad Imperial. Junto con este tópico subrayamos el asunto del capítulo 6 dedicado a la patria continental latinoamericana, cuestión de primera importancia en las propuestas de Haya de la Torre y los aportes de Antenor Orrego plasmados principalmente en su libro Pueblo Continente (1939).

Por último, es notable el capítulo 7 pues podría decirse que este contiene uno de los esfuerzos más logrados efectuados hasta el presente por explicar y compendiar el legado intelectual y la herencia humanística de Haya de la Torre forjados desde su primer destierro (1923-1931) hasta su fallecimiento en 1979. En él se lee ordenadamente cómo Haya afianza su concepción del proceso de la historia particular a cada pueblo, y cómo, en contraposición a las tesis marxistas ortodoxas —aunque podría decirse más bien dogmáticas—, postuló que para eliminar el subdesarrollo se requiere pasar por el capitalismo de carácter productivo-promotor de la industrialización y la modernización, agregando que al socialismo no se llega eliminando el capitalismo, sino acelerándolo; y cómo las ideologías deben «refrescar» periódicamente sus propósitos, teniendo en cuenta la cambiante realidad. Aquí hay que destacar ese libro medular de Haya de la Torre que es El antiimperialismo y el APRA, terminado de escribir en México en 1928, pero que recién se editaría en 1936, y que ha merecido varias reediciones y ha ejercido importante influencia en el continente.

Señala muy atinadamente Chang-Rodríguez el otro gran tema hayista, como fue la patria continental, que hunde sus raíces primigenias en el jesuita peruano Juan Pablo Viscardo y Guzmán —en su notable Carta a los españoles americanos (1792)—, en los planteamientos del patriota venezolano Francisco de Miranda, en la convocatoria del Congreso Anfictiónico de Panamá (1824) por Simón Bolívar y su ministro peruano José Faustino Sánchez Carrión, así como en remarcables pensadores contemporáneos. Rescata el autor la sugerencia de Haya de la constitución de un Congreso Económico Interamericano que adoptara, entre otras reformas, la creación de un Mercado Común Latinoamericano, la organización de un Banco de Exportación e Importaciones Interamericano, la Unión Aduanera Interamericana y se abocara a una reglamentación de las inversiones extranjeras en beneficio tanto de los inversionistas como del país receptor. Por cierto, como señala Chang-Rodríguez, en estos planteamientos Haya tuvo en cuenta los acuerdos de Bretton Woods (1944), de los que surgió el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial y, más tarde, el Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), que luego se convirtió en Organización Mundial de Comercio (OMC); y, en el ámbito latinoamericano, la constitución del Mercado Común del Sur (Mercosur) y otros bloques comerciales.

Completan el capítulo sustanciales análisis del pensamiento hayista como el denominado «La ética en la política», tan clamorosamente actual, cuando vemos la extensión de la corrupción en instancias decisivas del Estado y la penetración creciente y peligrosísima del narcotráfico. En este sentido, asombra comparar a las grandes personalidades del pasado —Manuel González Prada, José Carlos Mariátegui, Víctor Andrés Belaunde, Víctor Raúl Haya de la Torre— en el aspecto de la honestidad y en sus respectivas formaciones culturales con la insondable ignorancia de muchos de los actuales políticos. Es por ello necesario leer estas páginas con detenimiento y extraer de ellas las conclusiones del caso acerca de los peligros que cercan actualmente al sistema republicano —y a la democracia— debido a la traición de algunos «políticos» de la hora actual a los principios con los que nació la patria independiente.

A ello le siguen alcances puntuales sobre los planteamientos acerca de la unión de los trabajadores manuales e intelectuales y la repercusión de las ideas apristas en Latinoamérica. En este último rubro son muy destacables las opiniones de excepcionales personalidades de nuestro continente que declaran acerca de la influencia que ejercieron en ellos los planteamientos hayistas en sus respectivas actividades políticas. Las páginas finales de este capítulo se ocupan del valor social de la literatura según la perspectiva de Haya de la Torre, así como de los aportes en las artes y la filosofía aprista.

En el aspecto literario hay que recordar sus perspicaces observaciones sobre la obra de Ricardo Palma en relación con su visión del Virreinato, que algunos comentaristas quisieron contraponer con la posición crítica de Manuel González Prada acerca de ese largo período de nuestra historia. Destaca apropiadamente nuestro autor que «aunque Víctor Raúl nunca ofició de crítico literario, sus escritos han sido comentados por varios estudiosos de la literatura política peruana y de la función social de la literatura». No se entienden de otra forma las aseveraciones de Haya de la Torre en la carta que le envió a José Carlos Mariátegui desde Londres, el 2 de noviembre de 1926, en la que le dice al Amauta: «notará usted que en todo instante relaciono yo el movimiento intelectual con la política. No debe extrañarle el hecho simplemente porque sepa usted que soy estudioso de cuestiones políticas y económicas y obrero de una causa de reivindicación social a cuyo programa he entregado mi vida». Y agregaba: «No soy literato ni pretendo serlo, pero en mis cansancios de estudio o en mis fatigas de lucha busco casi siempre reposo en cierta literatura fundamental. Leyendo así lentamente he llegado a hacer pasar por mis ojos muchos, muchísimos libros literarios y he llegado a formarme un juicio “político” del valor de ella, o, explicándome mejor, he llegado a encontrar que lo político en la literatura es uno de los más decisivos factores…».

O cuando vierte originales consideraciones sobre El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, allí donde dice:

Don Quijote representa una tragedia de indisciplina, de dislocación política, de desorganización y de desproporción: Don Quijote es un político militante con un programa de justicia, de reivindicación, de bien, de renovación y con un impulso revolucionario profundo. Don Quijote se lanza a componer el mundo solo, con el individualismo que España ostenta hasta hoy… La indisciplina de Don Quijote, su falta de sentido realista, su programa político y su incapacidad para encontrarle la verdadera técnica de aplicación, representa para mí lo más fundamental, lo eterno de la tragedia de aquel inadaptado luchador… cuya falta de realismo, cuyo anarquismo idealista lo lleva a la derrota…

En conclusión, podemos aseverar que estamos ante un libro muy bien informado, escrito con rigor e inocultable admiración por su protagonista. Y no es para menos, pues Eugenio Chang-Rodríguez se considera un discípulo de Haya de la Torre y es uno de los intelectuales más destacados en el ámbito hispanoamericano, ya que ostenta grados académicos y distinciones de universidades de los Estados Unidos, Latinoamérica y del Perú.

Así pues, la sólida formación de Eugenio Chang-Rodríguez, y los títulos que la reconocen, hacen que este volumen sea de lectura y consulta obligada para la mejor comprensión de lo que fue el cultivo de la filosofía política y de las humanidades en Haya de la Torre, quien, como otros dirigentes de nuestro continente, hicieron de la conducción de los pueblos una exigencia que pasaba por una firme e imprescindible formación intelectual que brindaba altura y dignidad al debate de las ideas, se esté o no de acuerdo con algunos de sus planteamientos y propuestas, o sus decisiones en la acción política.

Saludemos la aparición de estas páginas en estos tiempos turbulentos, oscuros y ásperos en que se requiere con la mayor premura el rescate, renovación y difusión de pensamientos serios y bien fundamentados sobre el destino de la nación y de nuestro continente. Así como también se precisa una evaluación serena, que el tiempo transcurrido facilita, evaluación que permita vernos a nosotros mismos como una sociedad que produjo mentalidades lúcidas equiparables a los más respetables espíritus surgidos en otras latitudes, como los que se dan en los capítulos 2 y 3.

Luis Enrique TordProfesor honorarioUniversidad Ricardo Palma

1. Introducción

Si para dilucidar la vida literaria peruana de fines del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo XX es imprescindible tener en cuenta a Manuel González Prada (1844-1918), para escribir sobre los aportes de Víctor Raúl Haya de la Torre (1895-1979) a las bellas artes, la historia y la filosofía debemos tener en cuenta el contexto cultural de los ocho últimos decenios del siglo XX. Por eso, al redactar este libro he considerado tanto los testimonios proporcionados por sus biógrafos como mis conversaciones y extensa correspondencia con este histórico personaje. Este volumen trata del interés y cultivo de las artes, la historia y la filosofía de Víctor Raúl comenzando con su niñez en Trujillo del Perú, donde aprendió a tocar piano y violín. A los 21 años de edad puso en escena una obra teatral en honor de su caro amigo César Vallejo (1892-1938) y desde entonces continuó practicando esas artes, volcándose a estudiar y a escribir obras de historia y filosofía en el contexto del desarrollo cultural de las Américas y del Viejo Continente. Víctor Raúl estrechó sus vínculos con el pensar y sentir de la sociedad de su tiempo a sabiendas de que los movimientos intelectuales y la expresión de los sentimientos se logran mejor en un ambiente de libertad, categoría sine qua non en la Crítica de la razón práctica, de Immanuel Kant.

De joven, Víctor Raúl admiró tanto las interpretaciones musicales del violinista argentino Andrés Dalmau y de la pianista Mercedes Pedrosa como la actuación dramática de la actriz española Amalia de Isaura en el Teatro Ideal de Trujillo. El 15 de diciembre de 1916, la Compañía de Teatro y Comedia de doña Amalia estrenó «Triunfa vanidad», comedia escrita por Haya de la Torre para defender a César Vallejo, atacado injustamente por varios señoritos aristócratas trujillanos que consideraban al joven bardo como un poetastro bohemio. Al día siguiente, el periódico La Reforma publicó el soneto de Vallejo «Triunfa vanidad», con la dedicatoria «Para ti, Juan Amateur, por tu valiente comedia estrenada ayer. Cariñosamente, César Vallejo». Por su parte, Víctor Raúl, usando el mismo seudónimo, publicó en La Reforma del 23 de diciembre su poema «Hiperestesia», con esta fraternal dedicatoria «Mis primeros versos para César A. Vallejo», como lo menciona Luis Enrique Tord en su «Presentación».

En este libro cubro las fases artísticas no atendidas por los autores incluidos en la extensa bibliografía de la obra y pensamiento de Víctor Raúl Haya de la Torre. Los estudiosos de su vida y obra tradicionalmente se han concentrado en su ideario político sin percatarse del deslinde que hizo nuestro personaje al cumplir los setenta años de edad, cuando aclaró: «Quise limpiar la política del egoísmo y de la mezquindad, del mercantilismo rastrero y subalterno, para elevarla a su misión poética, a su más alta expresión de profecía, de dignidad, de altura. Y así, intenté también ser poeta, sin escribir más versos» (Rivero-Ayllón, 1996, pp. 50-58).

Tras esta «Introducción», ofrezco un resumen de la vida artística e ideológica de Víctor Raúl Haya de la Torre, seguido por el capítulo «Antecedentes artísticos hispanoamericanos», a fin de contextualizar el interés de nuestro personaje en las artes, la historia y la filosofía. Le siguen «Clío, la musa de la historia en el Perú», «Indianismo e indigenismo» — centrado en las ideas expresadas por su precursor Manuel González Prada y sus discípulos—, «Los Estados Unidos Latinoamericanos, patria continental» y finalizo con su «Legado humanístico».

Si este trabajo sirve de estímulo a quienes se interesen en la trayectoria vital e ideológica de este destacado pensador del siglo XX, consideraré haber cumplido en mostrar críticamente los aportes intelectuales complementarios al pensamiento político de Víctor Raúl Haya de la Torre.

Concluyo dejando constancia de mi agradecimiento a quienes me han ayudado en la preparación del presente volumen, proporcionándome libros, folletos, revistas, periódicos, recortes, cartas, consejos y sugerencias: Armando Villanueva del Campo, Andrés Townsend, Luis Alberto Sánchez, Manuel Vázquez Díaz, Carlos Manuel Cox Roose, Felipe Cossío del Pomar, Enrique Cornejo Köster, Jorge Eliseo Idiáquez Ríos, Nerón Montoya, Humberto Silva Solís, Nicanor Mujica Álvarez-Calderón, William (Bill) Gaddy, Eudocio Ravines, Francisco Miró Quesada Cantuarias, Enrique de la Osa y Perdomo, Luis Alva Castro, Ricardo Ñique, Hugo Vallenas Málaga, Tito Livio Agüero, Oscar Morales Vega, Carmela de Orbegoso, Alira Haya de Valencia, Rocío Valencia Haya, Marlene Polo Miranda, André Samplonio, Roque Benavides Ganoza y mi esposa Raquel Chang-Rodríguez. Asimismo, agradezco a Patricia Arévalo, directora del Fondo Editorial de la PUCP, y a Sandra Arbulú, por el cuidado de la edición. Igualmente les doy las gracias a Diana Pantac Li y a Melanie Pastor por su asistencia en la tarea editorial. Gracias especiales van al doctor Johan Leuridan Huys, decano de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la Universidad de San Martín de Porres, por sugerirme que preparara este volumen. Finalmente, agradezco a mi querido amigo y colega recientemente fallecido, el gran escritor Luis Enrique Tord (1942-2017), su autoría del prólogo.

Eugenio Chang-RodríguezLima, 25 de marzo de 2018

2. Víctor Raúl Haya de la Torre: vida artística e ideológica

Deslinde

Así como para escribir acerca de la vida literaria peruana de fines del siglo XIX y las dos primeras décadas del siglo siguiente es imprescindible tener en cuenta a Manuel González Prada, al ocuparnos del cultivo de las bellas artes, la historia y la filosofía por parte de Víctor Raúl Haya de la Torre, debemos considerar los antecedentes artísticos hispanoamericanos desde la época precolombina hasta el presente. Para ello me han sido muy útiles tanto la información y los testimonios proporcionados por sus biógrafos, como las muchas conversaciones y frecuente correspondencia que durante varios decenios tuve con este histórico personaje, cuya biografía artística e ideológica resumo a continuación.

Infancia y juventud

Víctor Raúl Haya de la Torre nació en Trujillo, departamento de La Libertad, el 22 de febrero de 1895, hijo de los primos terceros Raúl Edmundo Haya y de Cárdenas y Zoila María de la Torre y de Cárdenas, ambos pertenecientes a familias aristocráticas venidas a menos1. El siguiente 12 de julio, el primogénito de don Edmundo y doña Zoila2 fue bautizado por su tío abuelo materno José Antonio de Cárdenas, deán de la Catedral de Trujillo. Apadrinaron el sacramento otros dos tíos suyos: Carlos A. Washburn y Salas de la Torre (1854-1925) —futuro ministro de Estado del primer gobierno (1904-1908) del presidente José Pardo— y Ana Lucía de la Torre y de Cárdenas (1864-1948), quien en 1907 contrajo nupcias con el millonario Marcial Acharán (1838-1918), filántropo chileno residente en Trujillo desde antes de la Guerra del Pacífico (1879-1883).

Víctor Raúl Haya de la Torre tocando el violín y su madre tocando la guitarra.

Víctor Raúl Haya de la Torre en la infancia (derecha).

Víctor Raúl Haya de la Torre niño en escritorio.

Víctor Raúl recibió la educación primaria y secundaria en el Seminario de San Carlos y San Marcelo3, plantel dirigido por sacerdotes franceses lazaristas de San Vicente de Paúl, donde su padre y abuelos habían estudiado. Uno de sus maestros fue el sacerdote Emilio Lisson (1872-1961), futuro arzobispo de Lima; y entre sus condiscípulos se encontraban Alcides Spelucín, Macedonio de la Torre, Félix Lóyer Hoyle, Julio Gálvez Orrego, Álvaro Pinillos Goicochea y varios jóvenes más, que destacarían en la vida nacional y forjarían surcos en las auroras artísticas trujillanas. Dos compañeros de grados de estudios más adelantados fueron Antenor Orrego (1889-1960), futuro rector de la Universidad de Trujillo, y Eloy E. Ureta (1892-1965), quien llegaría a ser mariscal del Ejército Nacional.

Actividades extracurriculares de Víctor Raúl fueron el deporte, el piano, el violín y la lectura. El entusiasmo por las caminatas, los paseos al campo y el fútbol lo guiaron a fundar y presidir el Club Deportivo Jorge Chávez. En su adolescencia, Víctor Raúl frecuentaba la biblioteca de los obreros anarcosindicalistas que izaban una bandera roja el Día del Trabajo (Primero de Mayo), lo invitaban a sus conferencias y le contaban los abusos en las haciendas de los valles de Chicama y Santa Catalina.

Víctor Raúl completó los estudios de secundaria en diciembre de 1912 y en abril de 1913 fue admitido a la Facultad de Letras de la Universidad Nacional de La Libertad, donde estudiaba César Vallejo (1892-1938). Inmediatamente ambos se hicieron grandes amigos, desde entonces hasta el resto de sus vidas. En 1915, Víctor Raúl llevó a César Vallejo al periódico La Reforma, cuyo jefe de redacción, Antenor Orrego, le publicó varios poemas, reproducidos posteriormente en los periódicos El Guante de Guayaquil, El Liberal de Bogotá y otras revistas latinoamericanas. Poco después, Víctor Raúl auspició la incorporación de Vallejo al Grupo Artístico-Literario de Trujillo (1915-1930), inicialmente conocido como La Bohemia de Trujillo antes de recibir el nombre de Grupo Norte.

Víctor Raúl Haya de la Torre en el Club de Regatas Lima. Archivo Alberto Vera La Rosa.