Yoga para estar en forma - Jay Tatsay - E-Book

Yoga para estar en forma E-Book

Jay Tatsay

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Beschreibung

Este libro nos indica el camino para dar los primeros pasos en el ascenso de nuestra conciencia y hacia el equilibrio físico, mental y anímico. Descubra lo que nadie le ha dicho sobre el Yoga.

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© Plutón ediciones X, s. l., 2018

Diseño de cubierta y maquetación: Saul Rojas

© de las fotografías, Max Silva Espinoza

Instructora de Hatha Yoga: Zahira Anda Corona

Edita: Plutón ediciones X, s. l.,

Calle Llobateras Nº 20,

Talleres 6, Nave 21

08210 Barberà del Vallés

Barcelona-España

E-mail: [email protected]

http://www.plutonediciones.com

Quien busca, encuentra, por eso este libro te lo dedico a ti y solo a ti; sigue siempre

Introducción

Kriyá Yoga, la práctica del Yoga

Como todo el mundo sabe, la palabra Yoga proviene del sánscrito, la lengua madre de la India y de buena parte de Europa, y quiere decir “unión”, pero no cualquier unión, sino la unión entre el cuerpo y el alma, entre el ego y el ser, entre el ser y la continuidad, entre lo que está y lo que es, entre lo material y lo espiritual, una unión para muchos velada u oculta, pero presente y constante, indivisible.

De la misma manera, el Kriyá Yoga (la práctica del yoga), está siempre presente en nuestros actos más cotidianos, seamos conscientes o no de ello, porque el Kriyá Yoga es la práctica continua de dicha unión.

En otras palabras, o si usted lo prefiere desde otra perspectiva, el Yoga se puede practicar siempre y en todo momento, sin importar dónde estemos ni cómo vayamos vestidos, ya que en realidad no hace falta ritual alguno para practicar la unión de nuestro cuerpo físico con el entorno, con el alma o incluso con la comida que vamos a ingerir, con nuestra mascota o con nuestro vehículo.

Jay Tatsay, autor del presente texto, hace hincapié en la libertad e independencia del Yoga con respecto a doctrinas y jerarquías, y nos dice que no podemos ni debemos seguir siendo esclavos de nadie ni de nada, que los marmas (nódulos) están para superarlos a través de los nadis (canales), porque solo de esa manera podemos fluir y evolucionar.

Este, por tanto, es un libro diferente, y en él encontramos muchas cosas que nunca o casi nunca se dicen con respecto al Yoga, y, por extensión, a todos los aspectos de la vida, porque al fin y al cabo en sánscrito la palabra vidha significa“ser, estar y hacer”, y nuestra evolución y liberación física, mental y espiritual va a depender de lo que hagamos y no de lo que nos impongan o adoctrinen.

Los maestros y los guías están para enseñarnos y para guiarnos, pero no para someternos ni para ponernos límites, sino para mostrarnos caminos.

Para Jay Tatsay, en la más pura tradición Zen, no hay nadie superior ni inferior, el Gñana Yoga nos lo enseña, las jerarquías son maya, solo una ilusión conveniente que hace perezosa al alma y negligente a la mente, donde el jerarca manda y protege, y el lacayo se humilla y obedece a cambio de dicha protección. Quien sabe, enseña, pero no debe abusar de su sabiduría para engañar al que no sabe, ni crear una relación de amo y esclavo.

Todos, absolutamente todos, somos iguales y la misma cosa, la misma alma, el mismo espíritu, la misma continuidad, la misma evolución, desde la partícula subatómica, a la más grande y rutilante supernova, pasando por cualquier forma de vida, sensación o pensamiento. Hay diferentes grados de evolución, pero todos somos hermanos, dioses incluidos.

Jay Tatsay indica que la fórmula es sencilla: “si quieres estar en forma, debes ser fuerte e independiente, beber por ti mismo de la fuente de samsara (río de la existencia); la libertad es poder, y la dependencia, debilidad. Si tu maestro, guía, médico, juez, dios, rey o gobernante es el que puede, el que sabe, el que te cura y te protege, ¿tú qué eres?, ¿qué sabes?, ¿qué puedes? Nadie puede ir al baño por ti, nadie se nutre con lo que comes. No puedes estar en forma si sufres, si estás enfermo, si ignoras, si no sabes distinguir, si no te atreves a reconocer tu propia divinidad.

“Todos los seres aprenden, lo bueno, lo malo, lo verdadero, lo falso, e incluso aprenden a distinguir entre una y otra cosa; luego enseñan a los demás lo aprendido, pero no por ello son inferiores ni superiores, simplemente son jivas (expresiones) del eterno continuo, y a cada jiva (ser o vida) le corresponde la responsabilidad de sí misma para dejar de vagabundear por el sufrimiento.

“Ayuda a quien puedas ayudar, pide ayuda cuando la necesites, pero no te coloques ni por arriba ni por abajo al hacerlo, no confundas la sabiduría con soberbia, ni a la humildad con humillación, y verás cómo tu cuerpo, tu mente, tu alma y tu espíritu se unen para estar en forma: Kriyá Yoga, practica Yoga, porque al leer este texto, de hecho, ya la estás practicando.”

Palabras de Jay Tatsay, que ya pasa de los sesenta y parece de cuarenta, que te seguirán a lo largo de este libro para ponerte en forma con el Yoga, en mente, cuerpo y alma, por el sendero que escojas, o el tipo de Yoga con el que mejor comulgues. Para ello el autor nos presenta once senderos diferentes, o doce, si los practicas todos, desde los sencillos estiramientos, hasta la alimentación, y todo ello sin dogmas ni adoctrinamientos, sino ofreciendo la lucidez y la libertad de pensamiento para quien desee progresar en su camino espiritual.

Por tanto, la proposición es el Yoga Total, donde el cuerpo, la mente y el alma se unen para dar un paso en su evolución hacia el espíritu, hacia el ser verdaderamente libre y completo, unido al eterno continuo como un hermano, un igual, una misma energía, mucho más allá de los valores arbitrarios que se ha inventado la humanidad para sobrellevar su convivencia y favorecer a las élites, lo que sin duda es toda una revolución de lo que habitualmente se entiende como espiritualidad o como Yoga.

Con ello Jay Tatsay corre el riesgo de todo iconoclasta, pero sin riesgo no hay interés en la empresa. Repetir lo siempre repetido es fácil, cómodo y poco o nada esperanzador; recorrer los mismos caminos ya hechos y estereotipados, al final no conduce a nada. Por eso a menudo, para avanzar de verdad, para descubrir qué hay más allá, se debe salir del camino y crear nuevas rutas.

Además, en cada capítulo, Jay Tatsay incluye una enseñanza relatada en forma de cuento, algunos originales y algunos basados en las leyendas hindús, donde Buda, Krishna y Arjuna son los protagonistas, una verdadera delicia para quien los lea, porque aprender de los relatos de la tradición oral, hoy en día escrita, es hacer Yoga con la mente y el alma, es poner en forma los pensamientos y las emociones.

Espero, por tanto, que usted lo disfrute tanto como lo he disfrutado yo.

Dr. Javier Tapia Rodríguez

I Estirar Prasaritha Yoga

Namasté, respire hondo, mantenga la respiración un momento, exhale, ya que al hacerlo su columna vertebral se pondrá recta casi espontáneamente, y empezará a disfrutar de los beneficios del Yoga para estar en forma.

Liberar, unir, compartir son los elementos básicos de todo equilibrio y estabilidad, y es que los años no pasan, se acumulan, y el cuerpo cambia y evoluciona, pero no por eso debe envejecer y deteriorarse, sino hacerse más fuerte y más sabio, porque la clave no está fuera, sino dentro, y lo que refleje nuestro interior es lo que va a iluminar nuestro paso por esta experiencia vital.

El Yoga no es necesariamente un ejercicio de gimnasio, sino toda una filosofía vital que usted puede practicar y desarrollar en todo momento y en cualquier lugar. Como dice el poeta: todo momento es aquí y todo lugar es ahora.

Por tanto, lo primero que tenemos que hacer al emprender cualquier acción o movimiento es estirarnos, imitando, por ejemplo, los estiramientos que realizan los gatos al desperezarse:

Desde la cama, respirando hondo y suavemente.

Estirar el brazo derecho hacia arriba y ayudarlo con la mano izquierda, frotando suavemente la piel.

Estirar el brazo izquierdo hacia arriba y ayudarlo con la mano derecha, frotando suavemente la piel.

Encoger la pierna izquierda y estirar la pierna derecha hacia adelante.

Encoger la pierna derecha y estirar la pierna izquierda hacia adelante.

Estirar ambas piernas a la vez.

Quitar la almohada y las sábanas, ponerse en medio de la cama y abrir los brazos en cruz; estirar todo el cuerpo.

Desde esta última posición, doblar las rodillas manteniendo juntas las piernas; mantener el tronco recto y los brazos abiertos en cruz, y girar las caderas hacia la izquierda manteniendo las piernas y las rodillas pegadas; hacer lo mismo hacia la derecha; volver a la posición inicial y estirar todo el cuerpo.

Al poner los pies en tierra, respirando hondo y suavemente.

Tumbarse en el suelo y estirar todo el cuerpo llevando los brazos por los costados de la cabeza y estirando las puntas de los pies.

Llevar la rodilla izquierda hacia el pecho ayudándose con las manos; luego llevar la rodilla derecha hacia el pecho de la misma manera; y después llevar hacia el pecho ambas rodillas; volver a estirar todo el cuerpo.

Abrir las piernas y doblar las rodillas hacia afuera hasta que las plantas de los pies se unan: poco a poco y sin forzar, intentar llevar las rodillas hacia el suelo; volver a estirar todo el cuerpo.

Ponerse de pie y estirar los brazos hacia arriba.

Con la mano izquierda tomar la muñeca de la mano derecha y ayudar en el estiramiento.

Con la mano derecha tomar la muñeca de la mano izquierda y ayudar en el estiramiento.

Unir las palmas de las manos y estirar hacia arriba.

En esta posición estirar el cuello.

Bajar los brazos y subir y bajar los hombros tres veces.

Sentarse en la cama y estirar la columna desde los glúteos hacia arriba.

Ponerse de pie, centrar la atención en los pies y estirar los dedos de los pies.

Aflojar todo el cuerpo batiendo las manos, respirar hondo y llevar la cabeza hacia las rodillas, pero sin forzar, cada cual según sus posibilidades. Repetir tres veces.

Extender los brazos hacia los lados, levantar la rodilla izquierda hasta que el pie llegue a la rodilla derecha; recuperar la posición y levantar la rodilla derecha hasta que el pie llegue a la rodilla izquierda.

Bajar el pie, llevar las manos hacia arriba hasta unir las palmas, respirar; bajar las manos unidas por las palmas hasta la altura de la frente, respirar; bajar las manos con las palmas unidas hasta la altura del pecho, respirar; bajar las manos unidas por las palmas hasta el ombligo, respirar y descansar. El cuerpo ya está listo para el movimiento diario.

Al dar los primeros pasos, respirando hondo y suavemente.

Simplemente tener conciencia de los doce primeros pasos elongando todas las piernas desde las caderas hacia abajo, manteniendo la columna recta, y sintiendo cómo se desplaza el cuerpo empezando los pasos por el talón y terminándolos por la punta del pie.

Al sentarse, respirando hondo y suavemente.

Echar la cabeza hacia atrás estirando el cuello.

Echar los brazos hacia atrás estirando la espalda.

Levantar y bajas los hombros tres veces.

Enderezar la columna y estirar los brazos hacia adelante.

Dejar caer los brazos, enderezar la columna, abrir los brazos en cruz con las palmas hacia abajo, y estirar; poner las palmas hacia arriba y estirar.

Poner las manos en el regazo, bajar la barbilla hasta el pecho, respirar hondo, levantar la cabeza estirando el cuello hacia arriba y exhalar.

Al levantarse de la silla, respirando hondo y suavemente.

Levantarse suavemente y apoyándose con firmeza en los brazos.

Tomar conciencia del desdoblado de las rodillas y de la torsión de los tobillos, y estirarlos a medida que el cuerpo se va poniendo enhiesto.

Tomar conciencia de la cadera y de su giro en la elevación de la columna vertebral; estirar la columna y ponerla recta desde el coxis hasta la nuca.

Alinear la nuca con la columna centrando la conciencia en la coronilla, respirar hondo.

Estirar todo el cuerpo llevando las manos hacia arriba en un giro que pase por la posición en cruz y remate con las palmas unidas por encima de la cabeza.

Bajar los brazos, sacudir los brazos y las manos hacia abajo.

Antes de hacer ejercicio, respirando hondo y suavemente.

No importa el ejercicio que vaya a hacerse o el deporte que se vaya a practicar, incluido el Yoga como tal, sobre todo el Hatha Yoga y el Raja Yoga.

Tumbarse en el suelo, estirar todo el cuerpo; llevar la rodilla derecha hacia el pecho ayudándose con las manos, luego llevar la rodilla derecha al pecho de la misma manera.

Sentarse, abrir las rodillas y juntar las plantas de los pies.

Empujar con los brazos y codos, suavemente, las rodillas hacia el suelo manteniendo unidas las plantas de los pies.

Estirar la pierna derecha manteniendo doblada la rodilla izquierda.

Estirar la pierna izquierda manteniendo doblada la rodilla derecha.

Apoyándose en las manos, llevar la pierna derecha hacia adelante con la rodilla flexionada, y la pierna izquierda hacia atrás, con la rodilla semiflexionada y sobre tierra.

Apoyándose en las manos, llevar la pierna izquierda hacia adelante con la rodilla flexionada, y la pierna derecha hacia atrás, con la rodilla semiflexionada y sobre tierra.

Ponerse de pie y flexionar la pierna derecha por detrás ayudándose con la mano izquierda; luego flexionar la pierna izquierda por detrás ayudándose con la mano derecha. Repetir tres veces.

Estirar el gemelo de la pierna izquierda echando el cuerpo y la pierna derecha hacia adelante; estirar el gemelo de la pierna derecha echando el cuerpo y la pierna izquierda hacia adelante (se pueden ayudar apoyándose en una pared).

Inclinar el cuerpo hacia adelante y llevar, estirando los brazos por encima de la cabeza girando las palmas.

Poner el cuerpo recto, sacudir las extremidades, entrelazar los dedos de las manos y llevarlos hacia arriba por encima de la cabeza, y estirar hacia arriba.

Desentrelazar los dedos, mantener los brazos en alto, llevar la mano derecha al bíceps del brazo izquierdo, y empujar tronco, cuello y cabeza hacia la derecha.

Luego llevar la mano izquierda al bíceps del brazo derecho, y empujar tronco, cuello y cabeza hacia la izquierda.

Sacudir todo el cuerpo, respirar hondo, exhalar, y el cuerpo ya está listo para cualquier ejercicio.

Después de hacer ejercicio, respirando hondo y suavemente.

Flexionar el cuerpo hacia adelante, tomar las rodillas con las manos, respirar hondo y suavemente, exhalar. Repetir entre cinco y diez veces, dependiendo del esfuerzo hecho.

Poner el cuerpo recto, elevar el cuello, centrar la columna vertebral desde el coxis hasta la coronilla, respirar hondo, exhalar. Repetir tres veces.

Relajar y sacudir el cuerpo respirando suavemente.

Antes de acostarse, respirando hondo y suavemente.

Cerrar los puños y estirar los brazos en todas las direcciones, hacia adelante, hacia los lados, hacia arriba y hacia abajo.

Bostezar, respirar hondo.

Llevar el brazo derecho hacia atrás y por encima de la espalda, y llevar el brazo izquierdo por debajo y por detrás de la espalda, intentando que los manos se unan por detrás de la espalda.

Llevar el brazo izquierdo hacia atrás y por encima de la espalda, y llevar el brazo derecho por debajo y por detrás de la espalda, intentando que los manos se unan por detrás de la espalda.

Si no logra unir las manos, no se preocupe, poco a poco y sin forzar lo logrará.

Relajar y sacudir todo el cuerpo, y a la cama.

En la cama antes de dormir, respirando hondo y suavemente.

Tomando conciencia de la respiración, estirar todo el cuerpo, luego adoptar la posición fetal sobre el costado derecho, permanecer así unos segundos; adoptar después la posición fetal sobre el lado izquierdo, centrar el pensamiento en el centro de la frente (tercer ojo), y dulces sueños.

Todo estiramiento es una preparación del cuerpo para su siguiente actividad, que fortalece y da elasticidad a los músculos, además de activar las articulaciones.

Nuestro cuerpo cuenta con una serie de marmas (nódulos) y nadis (canales), en todas y cada una de las uniones de los huesos, los músculos y las articulaciones.

Desde la planta de los pies hasta la coronilla, el cuerpo es un organismo que funciona mejor y envejece menos si está bien lubricado a través de los estiramientos, ya que evita que se anquilosen los marmas y mantiene abiertos los nadis para que la energía fluya con libertad y potencia.

Obviamente, estirarse previene lesiones óseas, articulares y musculares, tanto si se practica deporte como si no, ya que una persona puede lesionarse simplemente con ponerse de pie o dar una breve caminata, o incluso al sentarse en una mala postura, o al hacer un gesto para asir un objeto o para levantar algo ligero o pesado que esté en el suelo.

Lo increíblemente agradable es que también agiliza la mente, eleva el alma y abre las puertas del espíritu, o, en otras palabras, un cuerpo elástico corresponde a una mente abierta, mientras que un cuerpo rígido corresponde a una mente cerrada.

Por supuesto, que ninguna propuesta o enseñanza sirva para la denostación o el prejuicio, ya que el ser humano es único y diverso, y puede ser duro de cuerpo como una piedra y ágil de mente y espíritu, o viceversa, es decir, flexible como una vara de hule, pero necio e inseguro.

Hay que aprender que no importa cómo son los demás, y si cumplen o no cumplen nuestras expectativas, los iconos del cine, las sentencias de las redes sociales o las frases de un libro, sino si uno mismo camina por donde quiere caminar y se quiere o se odia por ser como es, ya que lo que verdaderamente importa no es el ego y su comparación con los demás, sino el yo interno que no tiene que cumplir con nadie, compararse con nada ni ser mejor o peor, y mucho menos repetición de nada ni de nadie, sino reconocerse a sí mismo y tomar de la diversidad de la vida lo que mejor le parezca, la experiencia que más le apetezca, se equivoque o no, porque esa experiencia es lo único que va a conformar su existencia más allá de lo anímico, lo intelectual o lo material, y, la verdad, nunca está de más cuidar de uno mismo en todos los planos, para estar y mantener en forma al cuerpo, el alma, la mente y el espíritu para que la experiencia sea grata y enriquecedora.

Todos formamos parte de una misma línea de continuidad, pero cada manifestación de esta continuidad es única e irrepetible, y al final siempre toma su propio camino independientemente de cualquier valoración externa o personal.

Krishna, Siddhartha y Arjuna, flexible humildad

Hace mucho, pero mucho tiempo, Krishna, Siddhartha y Arjuna decidieron encarnarse en árboles para probar la existencia en forma contemplativa y vegetal.

Krishna escogió ser un olmo de profundas raíces.

Siddhartha escogió ser un cedro de preciosa y resistente madera.

Y Arjuna, como buen y humilde discípulo, escogió ser una simple palmera.

Krishna creció fuerte y nudoso, y extendió sus raíces por todos lados.

Siddhartha se elevó primorosamente y contempló el paisaje llenando todo el bosque con su perfume.

Arjuna creció delgado y de apariencia endeble.

Los dos maestros despreciaban el viento y la lluvia, y sonreían a la enorme diversidad vital que les envolvía, mientras el discípulo apenas si se podía mantener en pie, y sufría en exceso tanto por si llovía mucho, como por si había sequía. Resistía, pero lo pasaba mal mientras sus maestros domeñaban el bosque.

Cierto día llegó un fuerte monzón, con lluvias torrenciales y vientos huracanados. El olmo fue desencajado de sus raíces, y el cedro sucumbió ante un rayo que lo quemó y partió en dos.

La palmera, doblándose para uno y otro lado, golpeando con su follaje el suelo, bandeando y haciendo eses, finalmente salió ilesa, y se podría decir que hasta más hermosa, cuando el mal tiempo dio paso a una fresca y brillante primavera.

Krishna y Siddhartha felicitaron a Arjuna por su sabia elección, y prometieron que para la próxima reencarnación serían más flexibles y humildes.

II Caminar Patha Yoga

Una de las cosas más curiosas de la gente que se preocupa por su aspecto físico y quiere estar en forma a toda costa, es que, cuando va al gimnasio, la piscina o el campo de entrenamiento, utiliza un vehículo motorizado el cual, además de contaminar en todos los sentidos al medio ambiente, le impide hacer el ejercicio más básico y fundamental de la humanidad: caminar, o Patha Yoga, que es ni más ni menos la unión raíz entre la madre Tierra y nosotros.

Es cierto que desde hace doce mil años, la invención e implantación de la agricultura, unida al consecuente sedentarismo, que ya no trotamos para recorrer distancias, y que ya no corremos para perseguir a nuestras presas o para huir de nuestros depredadores, pero seguimos caminando.

Por supuesto, en la actualidad, y desde hace mucho tiempo, caminamos sin conciencia de nuestros pasos. Vamos y venimos en un entorno y contexto cerrado, y, sin embargo, no sabemos ni de dónde venimos ni a dónde vamos.

Caminamos con gruesos zapatos o incómodos tacones.

Caminamos sin tocar la Tierra.

Caminamos sin saborear con los pies el césped o la arena, el agua o las piedras.

Caminamos por senderos ya trazados e impersonales.

Caminamos lo menos posible.

Caminamos con horario y área determinados.

Caminamos con miedo a la oscuridad y a lo desconocido.

Caminamos con repulsa a la lluvia y al viento.

Caminamos sin rumbo, sin guía y sin destino, porque más que caminar, simplemente nos movemos en círculos concéntricos que no van a ninguna parte, por laberintos sin entrada ni salida, molestos, pero seguros, alienantes, pero conocidos.

Caminamos en la normalidad.

Caminamos en la moralidad.

Caminamos en las creencias.

Caminamos sin abrir brecha, sin molestar, a hurtadillas, y, sin un día nos salimos un poco del camino social, religioso y cultural, nos sentimos culpables y creemos que volver al redil, al mismo trillado camino, es la redención y el perdón de nuestros pecados.

El Patha Yoga ofrece todo lo contrario, por ejemplo, que cada ser recorra su propio camino, y que al caminar trace su propio sendero.

Claro que es más fácil creer y repetir que pensar y crear, más cómodo, pero también más insustancial y frustrante, sobre todo cuando se acaba el camino y vemos que no hemos recorrido nada, que no hemos vivido, que no hemos experimentado nada a lo largo de la breve existencia, y que quizá hemos puesto en forma al cuerpo, pero hemos descuidado y maltratado a la mente y al alma en completa ausencia del espíritu, que hemos estado sin ser.

Por supuesto, no se puede renunciar y huir de todo lo que nos rodea fácilmente, sobre todo porque al hacerlo es casi imposible hacerlo desde otra base y sustento que no sea la que hemos mamado desde nuestro nacimiento, es decir, que intentar superar a nuestro sistema con los valores del mismo, es un contrasentido, un sendero tapiado por sí mismo.

Todos los caminos parecen el mismo, porque todos los caminos parecen conducir a Roma, es decir, al mismo destino final: correr y correr, volar y volar, caminar y caminar alrededor del planeta para volver exactamente al mismo lugar.

Parece un problema sin solución, como el de la serpiente que se muerde la cola y se engulle a sí misma.

¿Qué nos ofrece entonces el Patha Yoga?

¿Tiene algo que darnos?

¿Debe conducirnos?

¿Tiene la obligación de hacerlo?

¿Pasaremos de creer en una cosa para creer en otra?

¿Un nuevo dios o un nuevo guía es la salvación?

Estamos tan acostumbrados a que nos salven, nos rediman, nos enseñen y nos guíen, que cuando algo o alguien nos dice: “No te ofrezco ni te pido nada, sigue tu propio camino”, nos parece una ofensa, un abandono, un rechazo a nuestra fiel y entregada dependencia.

Y eso es precisamente lo que indica el Patha Yoga:

“No te ofrezco ni te pido nada, sigue tu propio camino”.

“Seguro que sabes caminar desde que tenías algo más de un año, así que no deberías tener dificultad en hacerlo, por no hablar de que se puede andar con la mente y el alma para alcanzarnos a nosotros mismos como espíritus”.

“Caminar también es danzar”.

“Camina descalzo, danza descalza, siente la energía de la Tierra en tus pies.”

Ayurveda, la medicina preventiva, tiene muy en cuenta el Patha Yoga, y nada mejor para estar en forma, porque un cuerpo sano es un cuerpo en forma, que seguir las siguientes recomendaciones:

Para el cráneo y el cerebro (tomando conciencia de la respiración).

Con los pies descalzos y sobre tierra, arena o césped, camina con la punta de los pies por los menos doce pasos cada día.

Para los órganos internos, hígado y pulmón (tomando conciencia de la respiración).

Con los pies descalzos y sobre roca o piedra, camina con la parte anterior de los dedos, levantando tanto estos como el talón, por lo menos once pasos todos los días.