200 tareas en terapia breve - Mark Beyebach - E-Book

200 tareas en terapia breve E-Book

Mark Beyebach

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Beschreibung

200 tareas en terapia breve es una "caja de herramientas" que pone a disposición de los psicoterapeutas de cualquier orientación un arsenal de recursos técnicos y las claves prácticas para aplicarlos con éxito ya sea en familias, parejas o individuos. Cada una de las tareas se presenta en forma de ficha, encabezada por una serie de símbolos que informan rápidamente de sus características fundamentales. Además, se discuten sus indicaciones y contraindicaciones, qué tener en cuenta a la hora de utilizarla y sus posibles variantes. Aunque la mayoría de las tareas descritas en este libro se inscriben en la tradición sistémica, estratégica y centrada en soluciones, se adaptan también ejercicios procedentes de la hipnosis, la terapia cognitivo-conductual y la Psicología Positiva.

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MARK BEYEBACHY MARGA HERRERODEVEGA

200 TAREAS EN TERAPIA BREVE individual, familiar y de pareja

 

Herder

Diseñodelacubiertaydelosiconosdelinterior: Arianne Faber

Edicióndigital: José Toribio Barba

© 2010,MarkBeyebachyMargaHerrerodeVega

© 2010,HerderEditorial,S.L.,Barcelona

1.ªedicióndigital,2016

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3826-4

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro de Derechos Reprográficos) si necesita reproducir algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com).

Herder

www.herdereditorial.com

 

Paramistreslindasjirafillas

ParaAdriana, queestádisfrutandodeladivertidatareadecrecer

 

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN. ¿PORQUÉUNLIBROSOBRETAREAS?

1. ELLUGARDELASTAREASENELPROCESOTERAPÉUTICO

2. ELDISEÑOYLATRANSMISIÓNDELASTAREAS

2.1. Aumentando las posibilidades de que las tareas se cumplan: el diseño de las tareas

2.2. Aumentando las posibilidades de que las tareas se cumplan: la forma de plantear las tareas a nuestros consultantes

2.3. Aumentando las posibilidades de que las tareas sigan cumpliéndose: el seguimiento de las tareas

2.4. Instrucciones de uso

3. TAREASGENÉRICAS

Lacartadedespedida

Incordiandoalmuñeco

Lacartadesdeelfuturo

El collage delossueños

Latareadefórmuladeprimerasesión

Estaratentoalosmomentosenquesucede...(unaexcepción,unamejoría)

Latareadepredicción

Fijarseenquépodríahacer...peronohacerlotodavía

Caraocruz

Simularelmilagro/unpuntomásenlaescala

Unmilagroporlamañana

Post-it paraunomismo

Lapequeñafelicidad

Elamuleto

Hagaalgodiferente

Lastrespreguntasparaunavidafeliz

¿Paraquépuedeservir?

Eligeuncolor

Algoútil,algodecolor,algobonito

5,4,3,2,1

5,4,3,2,1conaceptación

5,4,3,2,1paradolorcrónico

Mensajepositivoconlamanonodominante

Latareadelantropólogo

Quelasfrasesnoterminenen«s»

Divulgarenvezdeocultar

Ordalía

Lacartaparalosdíasmalos

Elplandeemergencia

Lacajaderecursos

Consejosdeexperto

4. TAREASPARAPROBLEMASCONNIÑOSYADOLESCENTES

Introducción

4.1. Tareas para toda la familia

Latareadelos post-it

Lacajadecaricias

Lasorpresaenfamilia

Sensibilizaciónalcambio

Elmuralfamiliar

Elescudofamiliar

4.2. Tareas para los padres

Cincocualidades

¿Quécosasmíastienemihijo/a?

¿Cómotegustaríaqueterecordaratuhijo?

Lamoratoria

Unrespirocomopareja

100porcientoequipo

Manodehierroconguantedeseda

Uneuroporamenaza

Decomprassincomprar

Díaspares/díasimpares

Intercambioderoles

Elcaramelo

Sabotajebenévolo

Desobedienciacivil

Lasentadapacífica

4.3. Tareas para adolescentes

Lacampañadepublicidad

Elbastóndehablar

ElTrivialfamiliar

Elhijocomoprofesordesupadre

Lacartaalospadres

Meditacióndelapasa

4.4. Tareas para niños

Lavaritamágica

Elgranlibrodelasmejorías

Elelefanterosa

Elplanetaprivado

Floresdecolores

Labolsadeestrellasmágicas

Amuletoparatiemposdifíciles

Ritualparacazarmiedos

5. TAREASPARAPROBLEMASDEPAREJA

Introducción

5.1. Tareas para incrementar las interacciones positivas

Radarespositivos

Lalistadecuidados

Símbolosentrañables

Elálbumdelosbuenosmomentos

Losquinceprimerosminutos

Lasorpresa

Eldíadelamor

Lacita

Elbotedelosdeseos

¿Cuálessumisión?¿Cuálessulegado?

Lacelebración

Volveracasarse

5.2. Tareas para bloquear las interacciones negativas

Ventajaseinconvenientes

Díaspareseimpares

Laseparacióncurativa

Estar«dentrodeunaburbuja»

Doselogiosporcadacrítica

Hablaryandarcogidosdelamano

Lasbalas

Quejasyanhelos

Uneuroporinsulto

Zonasrojas

Discutirsaltandoenlacama

El1porcientodelarazón

Ladiscusiónestructurada

Tiempofuera

Ritualdecongelación

Elvasodeagua

Lainterferencia

Poneradietaloscelos

Cuadernodepreguntas

Agraviosydesagravios

Ritualparapasarpágina

5.3. Intimidad y sexualidad

Fomentandolasfantasíaseróticas

Diariodepensamientoseróticos

Focalizaciónsensorial

Focalizaciónsensorialconcariciasgenitales

Bañosensual

Bañosensualenpareja

Puntúatuszonaserógenas

Elpenedeplastilina

Variarelmenú

Losplatoscombinados

Ladies first

Erecciónprohibida

Teesperoenunhotel

Intercambioderopainterior

Elesprint

6. TAREAS PARA PROBLEMÁTICAS INDIVIDUALES

6.1. Obsesiones y compulsiones

Cantarlaobsesión

Niunamás,niunamenos

Losúltimoscincominutos

Lasillarumiatoria

Lamediahorarumiatoria

Eldoblevínculoterapéutico

Meterlapata

6.2. Depresión

«Adiós»…«Hola»

Lacartaparalosdíasdelluvia

Demomento,nomejore

Planeaundíaperfecto

Escribirmensajesnegativos

6.3. Ansiedad

Ventajasdelaansiedad

Elmantra

Espaciolibredeansiedad

Eldiariodeabordo

Llamaralaansiedad

Piruetasymanzanas

Recorraelmismocaminoensentidocontrario

6.4. Duelo

Objetosvinculares

Lacartacontinua

Finalización

Elálbumfamiliar

Lamáquinadeltiempoimaginaria

Impactopositivo

Cosas«Esperanza»

Pasaralaacción

6.5. Problemas de alimentación: anorexia y bulimia

Pillarlastrampasdelaanorexia/bulimia

Insumisióncontraladictadura

Normalizandoloirresistible

Automasaje

Elmomentodereflexión

Píntateloslabios

Cambiandoelatracón

Alternativasalatracón

«Vomitarsirveparadarmeotroatracón»

Untiempoexactoentreelatracónyelvómito

Vomitarenpareja

6.6. Abusos sexuales infantiles, maltrato y otras experiencias traumáticas

Lacartadelaadultaalaniña

Cuidandoalaniñapequeña

Apoyosdelpasado

Lacartaaunpersonajesimbólico

Elcómic

Elsímbolodeseguridad

Elrecordatoriodelaverdad

Grabarhistoriasnoresueltas

Elcine

Dibujarlaspesadillas

Escribiruncuento

Recursosescondidoseneltrauma

Cartascurativas

Lacartaparaescupireltrauma

Devuélvasealremitente

Lalistadeopiniones

Reescribirlahistoriadelchantajeemocional

Corazonesdecuración

5,4,3,2,1enel«allí»

Aquíyallí

Eliminacióndelos flashbacks durantelasrelacionessexuales

7. TRABAJANDOLAAUTOESTIMAYLAMEJORAPERSONAL

7.1. Tareas para mejorar la autoestima

Lalistadeloselogios

Darlasgracias

Externalizarlabajaautoestima

Botemedicinal

7.2. Tareas para la mejora personal

Ejercitandolagratitud

Recuerdospositivos

Lacartadeagradecimiento

Consultaconelsabioquehaydentrodeunomismo

Latartadelavida

Lasmetas

Abordarunproblemadesdelasnecesidades

Detectareimplantarfortalezas

Flexibilizarrelaciones

Sanearrelacionesbloqueadas

Túentumejorhistoria

8. DIEZBUENASFORMASDEHACERUNMALUSODEESTASTAREAS

REFERENCIAS

GLOSARIO

LISTADOALFABÉTICODELASTAREAS

 

INTRODUCCIÓN ¿PORQUÉUNLIBROSOBRETAREAS?

«Megustaríaquedehoyalapróximaentrevistaestuvierasmuyatentoatodaslasocasionesenquesuperaslatentacióndedarteunatracónyquetefijarasencómoloconsigues.»

«Ospropongounjuego:quedeaquíadentrodeunpardesemanas,cuandonosveamosdenuevo,cadaunodevosotrosescojadosdíasporsemanaparasimularestaespeciedemilagroquehabéisdescritoenlaentrevistadehoy,paraactuarcomosielproblemaqueostraeaquísehubierayasolucionado.Elcometidodecadaunoesnosólosimularelmilagroesosdíasqueescoja,sinotratardedescubrirenquédíasestánsimulándololosdemásmiembrosdelafamilia.»

«Tevamosapedir,Pablo,quecadavezqueoigasatupapáhablarmaldetumamácuandoestésconélelfindesemana,ocuandotellameporteléfono,dibujesuncorazóndecolores.Cuandoveasatumamá,ledasloscorazones,perosindecirleporquélohashecho.»

«Noshemosdadocuentadequeesmuydifícilqueahoramismodejéisdediscutirsobreestoquetantoosimportacomopareja.Peroesimprescindiblequeestetemanoinvadatodavuestravida.Poresoosvamosasugerirquesigáisdiscutiendoestacuestióncuantoqueráis,peroconunasolaregla:sólopodéisdiscutirladandosaltossobrevuestracamayenropainterior.»

«Seríamuyimportantequeenlapróximaentrevistatuviéramosmásinformaciónacercadeestasobsesionestuyas.Poresoelequipoyyovamosaproponertequetodoslosdíasdediquesuntiempoparaobsesionartelomásposible.Paraellodebesponerundespertadorencimadelamesayprogramarlodemodoquesuenealostreintaminutos.Hastaquesuene,tratadeobsesionartetodocuantopuedasyescribircadaunadelasobsesiones,endetalle,enunalibreta.Sitequedassinnadaqueescribirantesdequehayanpasadolostreintaminutos,nopasanada,perodebesseguirsentadoantelalibretahastaqueeltiempohayapasado.»

***

Estos extractos de casos reales recogen cinco tareasterapéuticas típicas de la terapia sistémica breve. En el primer caso, se trata de una sencilla tarea de observación centrada en las excepciones al problema (las ocasiones en que el problema se espera, pero no se produce), una tarea útil en el tratamiento de adicciones, alcoholismo o –como en el ejemplo– trastornos de la alimentación. La segunda tarea está también centrada en las soluciones, pero ya no implica sólo observar, sino asimismo actuar; además, su destinatario es toda una familia. Las tareas del tercer y cuarto ejemplo son de igual modo prescripciones conductuales, pero no intentan ampliar aspectos positivos, sino que se dirigen a perturbar una secuencia problemática. En el caso de Pablo, un niño que sufre la mala relación entre sus padres divorciados, se incluye un aspecto metafórico (los corazones), mientras que la tarea de la pareja añade un componente de humor. En el último ejemplo, mostramos una prescripción de síntoma, una tarea paradójica que no es fácil de plantear, pero que puede tener un resultado espectacular al trabajar con obsesiones.

Hablamos de «tareas terapéuticas» (o, simplemente, «tareas») para referirnos a laspropuestasqueunterapeuta1haceasusconsultantesparaeltiempoentresesiones. Como se aprecia en los ejemplos que acabamos de presentar, las tareas terapéuticas pueden ser más cognitivas o más conductuales y también tener un fuerte contenido emocional; pueden ser individuales o incluir a varias personas; directas, indirectas o paradójicas; pueden dirigirse a promover soluciones o a bloquear secuencias problema; o bien prefijar la actuación del consultante o dejar un amplio margen para que éste actúe. Como veremos más adelante, hay, además, muchas opciones no sólo respecto a cuáles son el foco o los destinatarios de una tarea, sino también en cuanto a la manera de presentarla o al momento del proceso terapéutico en el que se proponga. Sin embargo, todas comparten la misma idea: promover que los consultantes que acuden a una terapia cambien, fuera de la sesión,2 en el sentido deseado.

Nosotros entendemos que una terapia (y, por extensión, cualquier intervención psicosocial) es bastante más que un mero formular propuestas o entregar pautas de actuación a nuestros clientes. Una buena terapia es mucho más que una suma de buenas tareas. De hecho, desde nuestro punto de vista la intervención ideal es aquella en la que el profesional ni siquiera tiene que ofrecer pautas de actuación a sus interlocutores, porque les habrá ayudado, en el transcurso de la conversación con ellos, a que ellos mismos descubran qué quieren y pueden hacer respecto de los temas que les preocupan (Beyebach, 2006b). Sin embargo, la experiencia clínica nos dice que en ocasiones una buena tarea puede paliar una mala sesión y reconducir una terapia poco productiva. Y con frecuencia las tareas para casa son el puente necesario mediante el cual el trabajo realizado a lo largo de una entrevista trasciende las paredes del despacho y se traslada en forma de cambios concretos y tangibles a la vida cotidiana de nuestros clientes.

Por lo tanto, las tareas son a menudo útiles en una terapia y, en ocasiones, imprescindibles para que resulte exitosa. Por otra parte, sería fantástico que cada tarea fuera algo desarrollado, inventado, en el transcurso de una sesión dada, que terapeutas y clientes fuéramos tan creativos como para generar ideas distintas y útiles según cada caso y cada situación. Sin embargo, es complicado ser tan creativo y serlo además de forma consistente y constante. De hecho, nuestra propia experiencia personal como terapeutas, y también como formadores y supervisores de terapeutas, es que con cierta frecuencia sucede lo contrario: llegamos al final de una entrevista sin tener una noción clara de qué proponer a la familia o a la persona con quien hemos estado trabajando, o la buena idea se nos ocurre cuando la familia ya se ha marchado.

Por este motivo empezamos a pedir a nuestros alumnos del MásterenTerapiaFamiliareIntervencionesSistémicas que a lo largo de sus dos años de formación fueran elaborando su propio «libro de tareas», es decir, una recopilación de todas las tareas terapéuticas que se utilizaran en nuestro trabajo clínico en la Universidad Pontificia de Salamanca, de las intervenciones que les presentasen los profesores invitados del Máster, de las prescripciones que encontrasen descritas en sus lecturas, en las jornadas y cursos a los que asistieran. El objetivo de este trabajo era que al final del Máster nuestros alumnos tuvieran un buen manual de referencia para consultar en los momentos de apuro, de dificultad ante un caso concreto o simplemente de falta momentánea de ideas. Para ello el «libro de tareas» debía resultar cómodo y fácil de utilizar, de manera que fuera verdaderamente útil en su futuro trabajo. El buen resultado de este proyecto nos ha llevado finalmente a escribir estas 200tareasenterapiabreve, que en cierto sentido es un destilado de los libros de tareas que en los últimos años han ido elaborando nuestros alumnos. El texto que tiene ahora entre sus manos responde al mismo objetivo: proporcionar una «caja de herramientas» versátil y fácil de utilizar, de la que se puedan extraer en un momento dado una o varias tareas terapéuticas para un caso concreto.

Entendemos este libro como un compromiso, por un lado, entre la enorme cantidad y variedad de intervenciones descritas en la extensa literatura de terapia sistémica y estratégica y, por otro, las necesidades de la práctica cotidiana. Por consiguiente, 200tareasenterapiabreve no pretende ser una revisión exhaustiva de todas las prescripciones terapéuticas posibles, ni siquiera de todas las tareas que ha generado la literatura sistémica, sino más bien una selección muy personal, en la que hemos recogido sólo aquellas tareas que utilizamos realmente como terapeutas y cuya utilidad hemos podido constatar. Por eso incorporamos en nuestra revisión tanto tareas clásicas como opciones más innovadoras, algunas desarrolladas por nosotros mismos. En la misma línea, no nos hemos querido limitar a las tareas de filiación sistémica, estratégica o de terapia breve, sino que incorporamos también algunos procedimientos propios de la terapia cognitivo-conductual, de las terapias humanistas o de la psicología positiva. Incluimos tanto tareas utilizables en terapia individual como otras diseñadas para el trabajo con familias y parejas, sabiendo que muchas de ellas resultan también perfectamente extrapolables a la intervención con grupos. Además, nuestra experiencia como formadores y supervisores nos confirma que muchas de estas intervenciones, que inicialmente surgieron en contextos clínicos (psicoterapia individual, terapia familiar y de pareja) son también aplicables para la intervención en contextos no clínicos como la orientación escolar, la mediación o la educación en la calle.

En cuanto a la organización del texto, el primer capítulo ofrece el marco conceptual desde el que nosotros entendemos las tareas en relación con el proceso de intervención. Empezaremos revisando las posiciones teóricas que al respecto mantienen los principales modelos de terapia familiar sistémica, para pasar después a explicitar nuestra manera de entender cuál es el lugar de las tareas en una terapia.

El segundo capítulo ya no se centra en los «porqués» de las tareas, sino en sus «cómos» prácticos. Nuestra intención es proporcionar algunos criterios generales sobre cómo diseñar y transmitir tareas de forma que aumenten las posibilidades de que los consultantes lleven a cabo lo que les proponemos. El capítulo se cierra con unas concisas «Instrucciones de uso» aplicables a todas las tareas que se describen en el libro.

Los siguientes capítulos constituyen el grueso del texto y recogen las diversas tareas terapéuticas que hemos compilado. El tercer capítulo describe las que consideramos «tareas genéricas», es decir, tareas que pueden utilizarse en casi cualquier tipo de formato y para casi cualquier tipo de problema. El cuarto capítulo recoge tareas dirigidas al trabajo con familias que consultan por problemas con sus hijos, el quinto se centra en tareas potencialmente útiles en terapia de parejas y el sexto está dedicado a tareas que pueden ser de utilidad a la hora de abordar problemas que podemos considerar «individuales». Antes de describir las tareas indicadas para cada una de estas situaciones, hacemos una breve introducción para clarificar cuál suele ser nuestra estrategia global de intervención en cada tipo de caso. Aunque sabemos que las tareas terapéuticas que describimos pueden emplearse trabajando con planteamientos diferentes al nuestro, sí nos parece útil dar una visión de conjunto del proceso terapéutico en que nosotros, desde nuestro planteamiento de la terapia sistémica breve (Beyebach, 2009),3 las insertamos. De todos modos, aunque algunas tareas varían en función del tipo de problema en que estemos interviniendo, el grueso del trabajo terapéutico (negociar objetivos, construir excepciones y mejorías, establecer metas intermedias y anclar los cambios manejando el riesgo de futuras recaídas) es en realidad el mismo, con independencia de que estemos trabajando con una persona deprimida, una pareja conflictiva o unos padres preocupados por los terrores nocturnos de su hija. Lo importante es el consultante que tenemos delante, la familia o la pareja concreta con la que hablamos. El tipo de problema solamente determina cuatro o cinco orientaciones generales que solemos tener en cuenta en la intervención. Éstas son precisamente las que describiremos al comienzo de cada capítulo.

Dejamos al final del volumen algunas fichas en blanco para que cada lector pueda añadir aquellas tareas recogidas en otras fuentes, aprendidas de sus clientes o inventadas por él mismo que en su opinión merezcan ser añadidas a nuestra compilación. De esta forma nos reafirmamos en la idea de que 200tareasenterapiabreve no pretende suplantar la creatividad de cada terapeuta, sino estimularla.

Concluiremos el libro con un capítulo que bien podría también leerse al principio. En efecto, «Diez buenas formas de hacer un mal uso de estas tareas» matiza y puntualiza nuestra forma de entender las tareas en terapia sistémica breve y, por tanto, enlaza con los dos capítulos introductorios.

Querríamos concluir esta introducción expresando nuestra profunda gratitud a todas las personas que de una u otra manera han hecho posible este libro. En primer lugar, a nuestros consultantes, las personas, parejas y familias con las que hemos tenido la fortuna de trabajar a lo largo de más de dos décadas. Ellos nos han proporcionado un feedback valiosísimo sobre los efectos y la utilidad de las tareas que aquí se describen, a menudo han introducido variaciones interesantes sobre las pautas que les proponíamos y a veces incluso han inventado tareas que luego hemos podido utilizar con otras personas. Muchas gracias también a los compañeros terapeutas y docentes que han ido visitándonos y trabajando con nosotros en el MásterenTerapiaFamiliareIntervencionesSistémicas de la UPSA, compartiendo sus conocimientos y ofreciéndonos muchas de las técnicas de intervención que luego hemos aplicado y utilizado nosotros. Aun a riesgo de dejar sin citar a muchas personas, queremos destacar aquí a Steve de Shazer, Luc Isebaert, Yvonne Dolan, Matthew Selekman, Emilio Gutiérrez, Esther Pérez Opi y José Ramón Landarroitajáuregui, Pepe Navarro, Jesús Bernal, Gonzalo Hervás, Jorge de Vega y Michael Hjerth. No menos importante ha sido el trabajo de todos los alumnos del Máster que fueron recopilando y recogiendo intervenciones en sus propios «libros de tareas», que luego compartieron con nosotros. Queremos destacar especialmente los trabajos de Cristina Navarro, Beatriz Sacristán, Goizalde Escobar, Denis Talamás e Inés Alvarez. Borja Vázquez aportó ideas para los símbolos de las tareas y Maite García Moreno revisó las tareas del apartado «Intimidad y sexualidad». Luis Martín, Cristina Reguero, María Marcos, Goizalde Escobar, Natalia Sieira y Maria Luisa García revisaron el primer manuscrito e hicieron muchas sugerencias útiles para mejorarlo. Alexandra Ihmig y la editorial Herder fueron especialmente pacientes en la labor de edición. Finalmente, quisiéramos agradecer también el estímulo que han supuesto todos los alumnos que una y otra vez nos han pedido, en seminarios, cursos y conferencias, que les hablásemos de las tareas que usamos en terapia, animándonos así a escribir este libro.

 

1 En el texto utilizaremos de forma intercambiable las expresiones «el terapeuta» y «la terapeuta», «el consultante» y «la consultante». Hablaremos indistintamente de «consultante», «cliente», «usuario» o «paciente».

2 Consideramos una categoría aparte las tareas que se proponen a una familia para que las realice durante la misma sesión. Siguiendo a Matthew Selekman (2005) y a Luc Isebaert (2005), las denominamos, respectivamente, «experimentos en sesión» o «ejercicios en sesión». En cuanto a las tareas para casa, nos referiremos a ellas indistintamente como «tareas terapéuticas», «tareas para casa», «prescripciones», «tareas» o simplemente «propuestas».

3 Para una visión más completa de nuestra forma de entender la terapia breve, sistémica y centrada en las soluciones, remitimos a 24ideasparaunapsicoterapiabreve (Beyebach, 2006).

 

CAPÍTULO1 ELLUGARDELASTAREASENELPROCESOTERAPÉUTICO

El papel que se asigna a las tareas en el conjunto de una terapia varía en función de cómo se entienda el cambio terapéutico, lo que, a su vez, depende de las premisas teóricas del terapeuta. Por ejemplo, en la tradición psicodinámica ortodoxa se ha priorizado siempre el trabajo intrapsíquico en sesión, incluso pasando por alto deliberadamente cualquier referencia a la realidad externa al ámbito de la consulta a fin de centrar el trabajo terapéutico en la elaboración de la transferencia. Desde ese punto de vista, dar tareas o indicaciones a los pacientes sobre cómo actuar en su vida se consideraba no sólo irrelevante, sino contraproducente. En los modelos humanistas y experienciales ha seguido haciéndose hincapié en lo que sucede en las sesiones, en este caso desplazando el foco temporal hacia el «aquí y ahora» de la relación terapéutica real. Es en el enfoque conductual y cognitivo-conductual donde el trabajo directo con lo que vive el cliente entre una y otra sesión pasa a primerísimo plano. Así, las sesiones con el terapeuta son ante todo espacios en los que preparar, planificar y analizar los cambios conductuales y cognitivos que el sujeto va poniendo en marcha en su vida real. Desde esta perspectiva, es lógico proponer a los clientes pautas de actuación; las tareas para casa pasan así a ocupar un lugar preeminente en el proceso terapéutico.

En el ámbito de las terapias sistémicas hay también matices en cuanto a la forma de entender la función de las tareas. Aunque las diversas escuelas sistémicas comparten una visión contextual del cambio, es decir, asumen que el objetivo terapéutico es que los consultantes modifiquen su conducta y relaciones con su entorno natural, hay considerables diferencias entre ellas en cuanto a cómo conseguir este objetivo y respecto a cuál es el peso que para ello tienen las tareas para casa y el trabajo en la propia sesión. Revisémoslas brevemente:

En la TerapiaFamiliarEstructural, desarrollada por Salvador Minuchin (Minuchin, 1974; Minuchin y Fishman, 1978), se hace hincapié en los cambios que se producen durante la propia entrevista con la familia, cambios entendidos sobre todo como reestructuración de la interacción. El terapeuta estructural trata de modificar in situ los patrones relacionales de los miembros de la familia que asisten a la sesión, y para ello se utiliza activamente a sí mismo, por ejemplo aliándose con unos miembros de la familia y contra otros, modificando dónde y cómo se sientan cada uno, promoviendo unos intercambios y bloqueando otros… En este contexto, las tareas para casa son básicamente una invitación a fin de que la familia generalice esas nuevas formas de interacción a su medio natural.El papel de las tareas es mayor en el modelo de TerapiaBreveCentradaenlosProblemas desarrollada en el Mental Research Institute (MRI) de Palo Alto (Fisch, Weakland y Segal, 1982; Watzlawick, Weakland y Fisch, 1974; Weakland, 1983). Aquí la entrevista con el terapeuta puede iniciar algunos cambios de tipo cognitivo en los consultantes, pero está sobre todo al servicio de recoger información detallada sobre los patrones de mantenimiento de sus problemas. Una vez evaluada esta información, se diseñan tareas que pretenden provocar un «giro de 180 grados» en la manera en que los clientes manejan sus dificultades fuera de la sesión. Giorgio Nardone, que recoge y perfecciona la tradición estratégica del MRI, está dando últimamente gran importancia al valor terapéutico de la propia entrevista (Nardone y Salvini, 2004), aunque las tareas para casa siguen cumpliendo un papel destacado.Esta tradición estratégica de subrayar el valor de las tareas fue recogida en parte por Mara Selvini y sus colegas italianos. El primer EquipodeMilán (Selvini-Palazzoli, Boscoso, Cecchin y Prata, 1978) también entendía la entrevista ante todo como una herramienta de recogida de información para evaluar el «juego familiar», con la idea de llegar finalmente a una prescripción que produjese el cambio al desvelar y bloquear este juego. Sin embargo, en desarrollos posteriores de algunos de estos autores (Boscoso, Cecchin, Hoffman y Penn, 1987) el énfasis fue cambiando, dándose cada vez más importancia al trabajo cognitivo en las entrevistas, entendidas como una intervención en sí mismas (Tomm, 1987, 1988). Se pasaba así a otorgar a las tareas terapéuticas un papel subordinado, al privilegiarse la introducción de información durante las propias sesiones.La misma evolución hacia una revalorización del potencial de intervención de las entrevistas se produjo en las terapias sistémicas influidas por los movimientos construccionistas y narrativos. En la TerapiaNarrativa de Michael White (White y Epston, 1980; White, 1989, 1995), se entiende que las narrativas alternativas se producen durante el proceso de las conversaciones terapéuticas, sirviendo las tareas para casa simplemente como formas de visibilizarlas y consolidarlas ante la comunidad. La TerapiaCentradaenlasSoluciones (De Shazer, Berg, Lipchik, Nunnally, Molnar, Gingerich y Weiner-Davis, 1986; De Shazer, 1985, 1988, 1991, 1994) también ha ido evolucionando hacia posiciones cada vez más constructivistas y cognitivistas, destacando el papel de las preguntas del terapeuta para co-construir en el diálogo con los clientes excepciones y objetivos en la misma sesión. Sin embargo, aunque en esta línea algunos autores han llegado a plantear incluso una terapia sin tareas (George, Iveson y Ratner, 1999), por lo general la terapia centrada en las soluciones ha conservado el interés por las tareas terapéuticas como forma de generar fuera de la sesión nuevos cambios y diferencias, siendo en este sentido fiel a su raigambre estratégica y a su vinculación histórica con el MRI.

Si en vez de examinar la literatura clínica analizamos la literatura de investigación sobre psicoterapia, veremos que también hay una considerable disparidad en los análisis sobre el impacto terapéutico de las tareas para casa. Aunque la mayoría de los procedimientos que se consideran «empíricamente apoyados» se basan en prescripciones muy específicas que los clientes deben llevar a cabo en su medio natural, muchos de ellos también incluyen el entrenamiento de habilidades en la propia sesión, antes de ensayarlas fuera. Sin embargo, pese a que abundan los estudios que documentan el efecto de determinadas intervenciones, es difícil deslindar desde el punto de vista empírico qué efecto tienen las tareas por sí mismas y cuál es el impacto de las demás intervenciones del terapeuta durante la sesión. Por otra parte, como nos recuerdan los autores que investigan los factores comunes en psicoterapia (Frank, 1961; Norcross y Newman, 1992; Wampold, 2001), probablemente los elementos técnicos de cualquier intervención (y entre ellos también las tareas para casa) son ante todo formas de vehicular factores terapéuticos comunes como la alianza terapéutica o las expectativas del propio cliente.

Ésta es también, en buena medida, nuestra posición como terapeutas sistémicos breves. Desde nuestros planteamientos clínicos y teóricos (Beyebach, 2006b; Beyebach 2009; Beyebach y Rodríguez Morejón, 1999) entendemos que las tareas pueden conceptualizarse desde una doble perspectiva:

Por un lado, desde el punto de vista del terapeuta, las tareas constituyen una manera, entre otras, de concretar una determinada estrategia terapéutica, que a su vez depende de nuestras premisas teóricas, de los objetivos de los clientes y circunstancias del caso, como pueden ser el tipo de problema presentado en la consulta, pero también el estado de la alianza terapéutica en cada momento o la variable disposición al cambio de los clientes, entre otras. Esta estrategia terapéutica o línea de trabajo se traduce en proponer unas tareas u otras (o en optar por no dar ninguna), pero asimismo se plasma, por ejemplo, en la elección de las preguntas y comentarios por parte del terapeuta durante la conversación, en su forma de estructurar la interacción en los ejercicios o «experimentos» que les pueda plantear llevar a cabo durante la misma sesión y en la forma de posicionarse ante sus consultantes e interaccionar con ellos. El «peso» que en este proceso tengan las tareas varía de unos casos a otros e incluso de una sesión a otra. Habrá entrevistas en que el trabajo realizado con los consultantes haya sido tan productivo que no requiera ninguna prescripción al final y sesiones improductivas que tal vez puedan «salvarse» con una buena tarea… pero también puede suceder que precisamente convenga rematar con una tarea adecuada una sesión muy productiva, mientras que ante la falta de claridad de otra entrevista se opte por no hacer ninguna sugerencia final.

Por otro lado, desde la perspectiva de los consultantes, las tareas serían ante todo oportunidades de seguir activando sus propios recursos y participar más activamente en el proceso terapéutico (Bohart, 2006). Aquí también podríamos hablar de «estrategia», pero en este caso del cliente, es decir, su teoríadelcambio (Duncan, Hubble y Miller, 1997): habrá consultantes que busquen realizar cambios prácticos y concretos en su vida y quienes consideren que primero deben entender las causas profundas de sus problemas; unos pensarán que la solución a sus problemas está en buena medida en sus propias manos, mientras que otros esperarán pasivamente a que sean los demás quienes cambien. Ya en el terreno de las tareas, habrá consultantes que acudan a una terapia esperando recibir «pautas de actuación» y otros que no estén interesados o incluso se muestran reacios a que se les proponga qué hacer. En este sentido, podemos ver las tareas como un punto de encuentro en el que confluyen las posiciones de los clientes, por un lado, y la del terapeuta o de los terapeutas, por otro.

Volviendo a la perspectiva del terapeuta, nuestra posición centrada en las soluciones es que en realidad la mejor tarea posible es la que no hace falta dar (o, expresado de forma más matizada, aquella que no es necesario formular explícitamente). En otras palabras, el ideal sería que cualquier entrevista pudiera centrarse en los cambios realizados por los clientes desde la sesión anterior4 y que esta conversación detallada llevara a identificar qué pueden seguir haciendo los clientes a fin de consolidar y profundizar estos cambios. De esta forma, la conclusión natural de la sesión sería dejar toda la iniciativa a los clientes y, por tanto, no proponerles ninguna tarea, o en todo caso animarlos a que «hagan más» de lo que está funcionando (De Shazer, 1985).

Sin embargo, a menudo esto no es posible, bien porque no se consigan identificar cambios,5 bien porque estas mejorías resulten insuficientes. En este caso, las tareas ya no se limitan a consolidar los cambios discutidos o producidos durante la entrevista, sino que deben en lo posible provocar o estimular cambios fuera de la sesión. Para ello utilizamos dos tipos de tareas diferentes:

Tareasdirigidasapromoverinteraccionespositivas,6 que buscan potenciar los intercambios gratificantes en una familia o una pareja. Por ejemplo, «La caja de caricias», en la que se pide a cada miembro de la familia que vaya escribiendo notas sobre las cosas que hacen los demás miembros de la familia que le gustan, con la idea de que al final de la semana la familia se reúna para abrir la caja y leer los elogios. «El hijo como profesor de su padre», en la que un progenitor se convierte en alumno de su hijo para aprender alguna habilidad o, en parejas, «Símbolos entrañables» son otros dos ejemplos.Tareasdirigidasamodificar (perturbar, interrumpir o incluso revertir) interaccionesnegativas.7 Estas tareas requieren una evaluación previa de los patrones interaccionales negativos sobre los que se pretende actuar. Por ejemplo, la tarea de «El Trivial familiar» estaría indicada para una familia en la que hay poca comunicación entre padres e hijos, pero resultaría contraproducente si lo que sucede es que las cosas se hablan y discuten en exceso. De modo similar, una prescripción de síntoma en que se anime a la persona a que se obsesione lo más posible («Media hora rumiatoria») será adecuada si lo que esa persona está intentando infructuosamente es no pensar en el problema; pero tal vez no sería una buena opción si, de hecho, lo que la persona intenta hacer es recordarlo lo más posible.

En cualquier caso, tanto si nos planteamos utilizar un tipo de tareas como otro, debemos tener en cuenta el contexto más amplio que supone el proceso terapéutico. Así, proponer o no ciertas tareas dependerá de qué nos permita el estado actual de la alianzaterapéutica, teniendo en cuenta que las propias tareas pueden contribuir a reforzarla o debilitarla. También valoraremos cómo encajan las posibles tareas que podamos proponer con el estilodecooperación de nuestros interlocutores (De Shazer, 1985, 1988), y concretamente con la fasedecambio en la que se encuentren en ese momento (Prochaska y DiClemente, 1982). Las tareas que propongamos no sólo dependen de estas dos variables, sino que a su vez inciden sobre ellas, ya que pueden contribuir a afianzar la cooperación y propiciar que nuestros clientes avancen en su fase de cambio. Esta recursividad en el proceso terapéutico hace que, en nuestra opinión, sea importante que los terapeutas nos detengamos a pensar no sólo qué tareas proponer y cuándo hacerlo, sino que nos dediquemos también a reflexionar sobre el modo como queremos plantearlas y de qué forma manejar las respuestas que obtengamos. En el capítulo siguiente ofreceremos algunas orientaciones prácticas sobre este proceso.

 

4 En el caso de una primera entrevista se puede hablar de los cambios producidos antes de empezar la terapia, los «cambios pretratamiento» descritos por el equipo de Milwaukee (Weiner-Davis, De Shazer y Gingerich, 1987). Para una descripción detallada de esta técnica remitimos de nuevo a nuestro texto 24ideasparaunapsicoterapiabreve (Beyebach, 2006).

5 Entendemos que identificar cambios no es tanto una cuestión de «descubrir si ha habido cambios» y de cuantificarlos objetivamente, sino de «construir», es decir, llevar la conversación de tal modo que los clientes pueden apreciarlos, valorarlos y darles sentido. A menudo, esto implica una «deconstrucción» del encuadre negativo inicial de los clientes (De Shazer y Berg, 1992; Sánchez Prada y Beyebach, 2010).

6 Hablamos aquí de interacciones de los clientes entre sí, con otras personas o simplemente con su propia situación o problema. Estas interacciones incluirían conductas, cogniciones y emociones. El adjetivo «positivas» hace referencia a que se sitúan más en el área de las soluciones que de los problemas, y resultan en principio saludables.

7 Las interacciones negativas son tales en cuanto mantienen o promueven el problema que perturba a los consultantes. En un sentido más general, aquellas que resultan poco saludables o destructivas, como por ejemplo, los hábitos en torno al consumo de estupefacientes o las pautas de violencia en una pareja.

 

CAPÍTULO2 ELDISEÑOYLATRANSMISIÓNDELASTAREAS

Hemos mencionado anteriormente que la terapia familiar sistémica ha sido en especial creativa a la hora de desarrollar tareas terapéuticas. Estas tareas pueden agruparse y clasificarse de maneras diversas. Además de la distinción que hemos propuesto entre tareas dirigidas a promover interacciones positivas y tareas diseñadas para bloquear interacciones negativas, podemos distinguir entre prescripciones de tipo conductual y prescripciones más cognitivas; entre tareas directas, indirectas y paradójicas. Disponemos de tareas metafóricas, ritualizadas y de rituales propiamente dichos; de prescripciones que se imparten para que los consultantes las lleven a cabo, pero también de otras que sólo se dan para que sean escuchadas; de tareas para casa pero también de «experimentos» para llevar a cabo durante la sesión. Existe, por tanto, un amplio abanico de posibilidades a la hora de decidir qué tipo de prescripción hacer.

Este libro ofrece, en los capítulos siguientes, una selección de entre este conjunto casi ilimitado de tareas, una selección que facilite a la terapeuta la labor no siempre sencilla de escoger una tarea para sus consultantes. Sin embargo, nuestro cometido como terapeutas no es sólo diseñar una prescripción adecuada o elegir entre las tareas existentes la que parezca tener un mayor potencial. La cuestión es, además, cómo maximizar las posibilidades de que nuestros interlocutores lleven realmente a cabo lo que les sugerimos. En otras palabras, de poco sirve diseñar o escoger una buena tarea si las personas a las que se la proponemos no la llevan a cabo. En este sentido, en el campo de la psicoterapia existe el mismo problema que se plantea en el terreno de la medicina, en el que se ha comprobado que una parte sustancial de los pacientes no cumplen adecuadamente las prescripciones de sus médicos (Cleries, 2006). Nos parecería inadecuado (y poco respetuoso) limitarnos a culpabilizar a los consultantes por no seguir los tratamientos. Encogerse de hombros e ignorar la propia responsabilidad remitiéndose al «Yo ya les he dicho lo que tienen que hacer, allá ellos si no me hacen caso» es una postura cómoda para el profesional, pero poco constructiva. Por el contrario, entendemos que nuestro papel incluye fomentar activamente la implicación y participación de nuestros clientes y, por tanto, no sólo proponer tareas adecuadas, sino tratar también de crear las condiciones para que se lleven a cabo. Aparte de todo el trabajo previo de creación de la relación y del contexto terapéutico, hay tres momentos específicos en los que se pueden aumentar las probabilidades de que las tareas sean realizadas por nuestros clientes: (a) el momento inicial de diseñar o elegir las tareas; (b) el momento de plantearlas a nuestros interlocutores y (c) el seguimiento que en la sesión siguiente hagamos de las tareas prescritas. Dedicaremos las siguientes líneas a analizar estos tres aspectos.

 

2.1. AUMENTANDOLASPOSIBILIDADESDEQUELASTAREASSECUMPLAN:ELDISEÑODELASTAREAS

La primera consideración que hay que hacer al elegir una tarea es la cuestión previa de si en ese caso y en ese momento tiene sentido realizar alguna prescripción. Sólo si la respuesta es afirmativa valdrá la pena seguir adelante y plantearnos qué tipo de propuesta hacer, cómo concretarla y de qué modo presentarla.

La decisión de proponer una tarea no depende del tipo de problema que estemos tratando, ni de la estrategia que pensemos eventualmente seguir en ese caso. Ni siquiera tiene mucho que ver con las preferencias teóricas del terapeuta o con cuáles sean sus tareas favoritas. Depende, sobre todo, de si a lo largo de la sesión hemos conseguido crear un contexto terapéutico adecuado, que permita algo tan simple a primera vista, pero en realidad tan pretencioso como sugerir a una/s persona/s cómo comportarse en su vida cotidiana. Este contexto terapéutico consiste básicamente en que los consultantes y el profesional hayan alcanzado un mínimo consenso respecto a cuál es el propósito de su trabajo en común y, por tanto, cuáles son las metas y los medios de su colaboración conjunta. En otras palabras, para poder pedir una tarea necesitamos haber construido un proyecto, haber negociado un «contrato de trabajo», aunque sea de mínimos, de modo que nuestro interlocutor nos pida ayuda para algo, o al menos admita nuestra ayuda. Si hemos estado una hora hablando (o intentando hablar) con una familia magrebí que sigue sin entender por qué el trabajador social les ha remitido a terapia familiar; si tras la conversación con el orientador escolar el adolescente sigue sin mostrar ningún deseo de cambiar absolutamente nada; o si la pareja con la que hemos tenido una primera entrevista sigue sin tener claro que quieran hablar con un psicólogo y más bien se inclinan a tramitar el divorcio con un abogado, será inútil pedir a estas personas que lleven a cabo alguna tarea. En todo caso, puede tener sentido la indicación genérica de que se tomen unos días para pensar en qué aspecto les gustaría que les ayudáramos, o como mucho proponer una tarea con la intención de que nuestro interlocutor la oiga, como forma de redefinir o transmitir un mensaje. Ir más allá de eso sería probablemente un error: tratando de vender algo a quien (todavía) no quiere comprar nada sólo conseguiremos ahuyentar al posible futuro comprador. Es preferible cuidar la relación, mantener las puertas abiertas y esperar al momento adecuado para intentarlo. Nos limitaremos, pues, a elogiar a nuestros interlocutores y a explorar la posibilidad de tener otra entrevista.

Una vez creado un contexto de intervención, qué tarea o tareas proponer a nuestros consultantes dependerá en parte, ahora sí, de las circunstancias del caso y de la estrategia que sigamos. Al fin y al cabo, ciertos tipos de problemas, ciertas situaciones clínicas, hacen más probable unas líneas de trabajo que otras (Beyebach, 2009). Por ejemplo, si tenemos en terapia a una persona con fobia a los espacios abiertos, la estrategia terapéutica implicará seguramente una gradual exposición a situaciones cada vez más ansiógenas. Si intervenimos con una familia en la que las conductas disruptivas del niño pequeño consiguen enfrentar y derrotar a los padres, posiblemente trabajaremos para que éstos recuperen la unidad de acción y se apoyen en una línea de firmeza y consistencia. Si estamos atendiendo a una pareja distanciada, probablemente querramos que recuperen espacios y tiempos para compartir actividades agradables. Sin embargo, aunque tengamos clara una línea de intervención, sigue estando en el aire la cuestión de cómo concretarla en forma de tareas, a qué ritmo trabajar, si proponer pasos más o menos pequeños. Hay varias pautas que pueden ayudar a tomar estas decisiones:

Irdespacio

Éste es un criterio compartido por la mayoría de los modelos de psicoterapia. Casi cualquier terapeuta de casi cualquier orientación convendrá en que es preferible ir paso a paso, avanzando en la dirección del cambio de manera gradual, sin exigir demasiado en cada escalón. Una tarea demasiado exigente puede llevar a los clientes al fracaso y, por consiguiente, hacerles sentir desmoralizados o incluso humillados. Si su autoeficacia es baja, es posible que ni siquiera intenten llevar a cabo la tarea (Bandura y Schunk, 1981). Por todo ello incluso las metodologías que prevén cambios más radicales (como los procedimientos de inmersión o ciertas técnicas activas) requieren un tiempo de preparación. En este sentido, nos gusta aplicar la máxima castellana del «Vísteme despacio, que tengo prisa» (Beyebach, 2006b), salvo que sean los clientes quienes insistan en acelerar el ritmo. Esto nos remite al criterio siguiente.

Escucharyrecogerloquelosconsultantespropongandurantelaentrevista

Si la sesión es productiva, no es inhabitual que los propios consultantes vayan madurando o generando ideas respecto de cómo abordar sus problemas. En este caso, suele ser útil recoger estas ideas y convertirlas en tareas para casa. A veces, esto sólo exige introducir un poco más de concreción en la idea que está ofreciendo nuestro interlocutor. En otros casos, hará falta, además, transformar o reconducir la idea inicial y en algunas ocasiones incluso puede ser necesario desanimar al cliente, si lo que está proponiendo resulta contraproducente. Veamos una viñeta clínica de cada una de estas tres situaciones:

Padre(P.): Me parece que lo que está faltando es que nuestro hijo nos vea realmente firmes, que no se crea que siempre va a salirse con la suya.

Madre(M.): Sí, o nos ponemos más firmes o nos va a seguir tomando por el pito del sereno.

Terapeuta(T.): Estoy completamente de acuerdo. ¿Cuál es vuestra idea? ¿En qué consistiría eso de ser más firmes?

P.: Pues lo primero sería que no nos quitáramos la razón delante del chaval, ni mi mujer a mí ni yo a ella.

T.(alamadre): ¿Estás de acuerdo? ¿Eso sería bueno?

M.: Sí, la verdad es que ya es casi algo automático, basta que uno de nosotros diga blanco para que el otro diga negro.

T.: Vale, así que lo primero sería no quitaros la razón delante del chaval, ¿cómo podríais hacerlo? Si por ejemplo uno de los dos no está nada de acuerdo en lo que el otro le está diciendo al chico, ¿qué se puede hacer?

P.: Pues igual callarse, simplemente. Irse a otra habitación, y hablarlo luego.

M.: Sí, pero igual también habría que hablar las cosas primero. Es que mi marido se embala y empieza a castigarle, no sé, con dos meses sin salir o con todo el año sin paga, así, a la primera. Y claro, luego ya…

T.: ¿Entonces el plan podría ser que si vais a ponerle un castigo lo habléis primero entre vosotros, os pongáis de acuerdo, y luego ya se lo digáis? (Lospadresasienten.)

¿En qué más consistiría ser firmes?

***

P.: