Cómo criar hijos tiranos - Mark Beyebach - E-Book

Cómo criar hijos tiranos E-Book

Mark Beyebach

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Beschreibung

A lo largo de sus 25 años de experiencia como terapeutas familiares, Mark Beyebach y Marga Herrero de Vega han comprobado una y otra vez hasta qué punto los padres se esfuerzan por educar bien a los hijos, por criar personas cariñosas y honestas, ciudadanos responsables y solidarios. Pero también han observado que a menudo esas mismas buenas intenciones terminan llevando a patrones de interacción contraproducentes, que en realidad contribuyen a que esos hijos e hijas se conviertan primero en niños caprichosos, después en adolescentes déspotas y finalmente en verdaderos tiranos. El objetivo de este libro es precisamente señalar y describir esos patrones perjudiciales, no con la idea de culpabilizar a los padres, sino con la intención de ayudarles a que los identifiquen y puedan romper con ellos. Los autores han querido que el resultado fuera provocador y ameno, y por eso han decidido escribirlo de forma paradójica, recurriendo a un tono desenfadado e irónico y presentándolo como un conjunto de recomendaciones concretas y operativas para educar hijos tiranos.

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Cubierta

Mark Beyebach y Marga Herrero de Vega

CÓMO CRIAR HIJOS TIRANOS

Manual de antiayuda para padres de niños y adolescentes

Herder

www.herdereditorial.com

Diseño de la cubierta: Arianne Faber

Maquetación electrónica: Manuel Rodríguez

© 2013, Mark Beyebach y Marga Herrero de Vega

© 2013, de la presente edición, Herder Editorial, S.L., Barcelona

ISBN DIGITAL: 978-84-254-3185-2

La reproducción total o parcial de esta obra sin el consentimiento expreso de los titulares del Copyright está prohibida al amparo de la legislación vigente.

Herder

www.herdereditorial.com

Créditos

A las familias con las que hemos intervenido y que tanto nos han enseñado sobre cómo luchar con determinación y esperanza por el futuro de sus hijos.

Índice

Prólogo, de Félix López Sánchez

Instrucciones de uso

Introducción: De la conveniencia y las dificultades de criar hijos tiranos

Los tiranos en los tiempos del cólera

De las dificultades de educar un tirano

Capítulo 1: Sentando las bases con niños pequeños

Ceder a todos los caprichos: prohibido decirle que no

«Donde manda niño, no manda adulto»

Enseñe la irresponsabilidad

Entrene a su hijo para tener rabietas

«Dando ejemplo»: Sea usted un tirano con su hijo

Minimice y justifique las pequeñas agresiones de su hijo

Capítulo 2: Alentando al tirano en ciernes

«Hablar en vez de actuar»

El castigo de los castigos

Pierda los papeles

Sea crítico

«Divídanse y el tirano vencerá»

El divorcio como oportunidad

Capítulo 3: Aprovechando la adolescencia

Abdique de la responsabilidad de educar a su hijo

Conviértase en siervo de su hijo

Instaure un Estado policial

Pierda la fuerza por la boca: parole, parole, parole

El chantaje emocional

Capítulo 4: Cuidando y manteniendo al tirano

Convénzase de que no es necesario hacer algo y mire hacia otro lado

Déjese atemorizar

Intente aplacar a su hijo

Siga perdiendo la fuerza por la boca

Entre al trapo

Manténganse divididos como padres

Evite los acercamientos y los gestos de reconciliación

Capítulo 5: Remate la faena

Convénzase de que su hijo tiene un problema mental... y actúe en consecuencia

Interne a su hijo en un centro o envíelo a vivir con un familiar

Otros finales

Epílogo

Apéndices

Apéndice 1: Cómo rechazar la ayuda

Apéndice 2: Índice de libros no recomendados

Apéndice 3: Dónde no buscar ayuda

Prólogo

Este libro –que es un buen libro, no se deje engañar por los autores, estimado lector– es todo él un conjunto de «paradojas», término que el diccionario de la Real Academia Española, institución que fija, limpia y da esplendor al lenguaje, define como: a) «Idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas»; b) «Aserción inverosímil o absurda, que se presenta con apariencia de verdadera», y c) «figura de pensamiento que consiste en emplear expresiones o frases que envuelven contradicción».

Claro que no es una paradoja por lo que dice, un conjunto de verdades como puños, lenguaje este muy apropiado para el libro que comento, sino porque, como es evidente, nos dice lo que hay que hacer para conseguir que los hijos sean como no queremos; en definitiva, una de las mejores maneras de aconsejar lo que hay que evitar y lo que sí hay que hacer, lo contrario de lo que se dice en este aparentemente escandaloso libro.

Si usted ha entendido el párrafo anterior, solo en apariencia complejo, ya está situado en la estrategia que estos autores siguen para provocarle (llevarle a pensar y cuestionar la educación que damos a nuestros hijos y alumnos).

Mark Beyebach y Marga Herrero, como tantos terapeutas sistémicos, son especialistas en poner en evidencia las contradicciones de la conducta de los humanos, muy especialmente dentro del grupo familiar. Por dar un solo ejemplo, queremos evitar las rabietas, pero entrenamos a los hijos para que recurran una y otra vez a ellas: unas veces, nos mostramos duros y no claudicamos jamás a sus peticiones, mientras que, otras muchas, cedemos, quién sabe en qué momento y por qué motivo (minutos o incluso horas después de que los niños nos han montado el número). De esta forma, lo que aprenden los hijos es que, si mantienen la respuesta en el tiempo, si aumentan su intensidad y su teatralidad, es muy probable que consigan finalmente su objetivo. Esta es la verdadera contradicción: queremos evitar las rabietas y las reforzamos a intervalos imprevisibles en cuanto al tiempo que tardamos en ceder (refuerzos en intervalos de razón variable, dicen los técnicos), pero cuya enseñanza evidente es que, si los niños se mantienen firmes, intensos y teatrales en la rabieta, el éxito está casi asegurado.

En este libro, los autores desmenuzan una tras otra, de manera magistral, las estrategias que seguimos los padres en la educación de los hijos, dejándonos literalmente en cueros y haciéndonos tomar conciencia de un sinfín de errores que cometemos y que, al tomar conciencia de ellos, nos desconciertan, nos dejan perplejos y deben instarnos a reaccionar.

Es un libro cargado de experiencia, pues lo han escrito dos terapeutas que llevan años trabajando con familias. Esta experiencia se nota en cada página, en los casos propuestos y, sobre todo, en la capacidad de los autores para decir las cosas paradójicamente: un arte no fácil de adquirir y que ellos poseen en alto grado.

Es también un libro lleno de buen humor, porque la comicidad es una de las mejores formas de expresar los dramas humanos, como muy bien hiciera Charlot en El gran dictador. En esta maravillosa película, Charlot, después de desarrollar con humor el drama del dictador, en el discurso final le hace proclamar lo contrario de lo que representa, pronunciando un canto a la dignidad y la libertad. Estos dos terapeutas de familia, autores del presente libro, no necesitan romper la baraja de su lenguaje paradójico, porque en su reverso nos proponen, sin necesidad de explicitarlo, lo que pueden y deben ser las relaciones familiares.

Estamos, por tanto, ante un libro serio que hace reír, un libro corto que dice muchas cosas, un libro de humor corrosivo que es tierno, un libro que proclama el amor hablando de odio y un libro que defiende la libertad y el respeto hablando de opresión. Un libro, en definitiva, que entona un canto a la vida y al amor detrás de cada paradoja.

Estimado lector, se divertirá leyendo este libro, se sentirá interpelado, tal vez, a veces, se pondrá furioso, pero, sobre todo, tendrá la oportunidad de conocer a dos buenos terapeutas y, poniendo en cuestión su propia conducta, aprenderá a ser mejor padre o mejor madre. Este es un buen libro para los biófilos, los que aman la vida, y que, no obstante, son muy conscientes de lo que son el odio y la miseria humana.

Félix López Sánchez

Profesor de la Universidad de Salamanca

Instrucciones de uso

A lo largo de nuestros 25 años de experiencia como terapeutas familiares, hemos comprobado una y otra vez hasta qué punto los padres se esfuerzan –nos esforzamos– por educar bien a los hijos, por criar personas cariñosas y honestas, ciudadanos responsables y solidarios. Pero también hemos observado que, a menudo, estas mismas buenas intenciones terminan llevando a patrones de interacción contraproducentes, que en realidad contribuyen a que esos hijos e hijas se conviertan primero en niños caprichosos, después en adolescentes déspotas y finalmente en verdaderos «tiranos». El objetivo de este libro es, precisamente, señalar y describir estos patrones perjudiciales, no con la idea de culpabilizar a los padres, sino con la intención de ayudarlos a que los identifiquen y puedan romper con ellos.

Eso sí, hemos querido escribir un texto que fuera provocador y ameno, y por eso hemos decidido redactarlo de forma paradójica, presentándolo como un conjunto de recomendaciones concretas y operativas para educar hijos tiranos. Así, nuestro tono será desenfadado e irónico. Esperamos no herir con ello la susceptibilidad de ningún lector.

Dedicaremos el capítulo inicial a justificar la supuesta conveniencia de criar tiranos y analizar las dificultades que presente este «loable» empeño; los dos siguientes capítulos describirán las estrategias que hay que seguir con niños y niñas, y los tres últimos estarán dedicados a explicar cómo reforzar y potenciar los comportamientos tiránicos en la adolescencia. Habrá un sexto capítulo que detallará qué hay que hacer para rematar la laboriosa educación de un tirano. Ilustraremos nuestras sugerencias con breves viñetas clínicas; se trata de casos reales que atendimos a lo largo de los años, con los datos convenientemente modificados a fin de preservar el anonimato de las familias. Incluimos también varios apéndices, con pautas concretas sobre cómo evitar recibir ayuda de personas bien intencionadas y con recomendaciones acerca de qué terapeutas eficaces cabe rehuir. Otro de los apéndices recoge una relación de «libros no recomendados», textos que es preciso eludir a toda costa, ya que leerlos acarrearía el riesgo seguro de que descarrile la educación del tirano y que el niño o la niña termine siendo una persona amable y responsable.

Queremos expresar nuestro agradecimiento a todas las personas que, de una forma u otra, han contribuido a hacer posible este libro. En primer lugar, por supuesto, a las familias con las que hemos trabajado a lo largo de estos años y que, una y otra vez, nos han sorprendido con su capacidad de sacrificio, aprendizaje y superación. También damos las gracias a los alumnos y profesionales en formación con los que hemos tenido ocasión de discutir y contrastar ideas, así como a los compañeros psicólogos y terapeutas familiares con quienes tantas veces hemos comentado estas cuestiones. Agradecemos también el apoyo entusiasta de los profesionales de la editorial Herder a este proyecto de publicación, y muy en especial las acertadas sugerencias en lo tocante al manuscrito por parte de Jesús Bernal y Miguel Ángel Osma, dos grandes terapeutas y amigos.

A Adolfo, Benito y Francisco, esos grandes maestros.Y a sus mediocres imitadores.

Introducción

De la conveniencia y las dificultades de criar hijos tiranos

Los tiranos en los tiempos del cólera

Son estos tiempos recios. Tiempos de crisis económica y recesión, de desempleo y pobreza crecientes. Los profetas del libre mercado y del liberalismo a ultranza aprovechan el miedo y el desconcierto social para desmantelar, de forma implacable, la educación pública, la sanidad universal y los servicios sociales de calidad. Ya no es el momento de buscar el bien común en el proyecto compartido del Estado del bienestar; es la hora del individualismo feroz, del «Sálvese quien pueda», del codazo en las costillas y la supremacía del más fuerte. ¿Buenas escuelas, atención sanitaria de primera, cultura? Sí, pero solo para los que puedan permitírselo, para quienes se mantengan en lo más alto de la pirámide social. Para quienes se lo merezcan.

Por eso debe usted leer este libro: pues si sigue sus enseñanzas, logrará educar hijos e hijas que se adaptarán perfectamente al nuevo escenario social. Chicos y chicas que sabrán imponerse, que sabrán luchar y dejar en la cuneta a sus adversarios, que serán capaces de someter y dominar a sus semejantes, imponer sus puntos de vista y satisfacer sus propios caprichos sin reparar en las necesidades ni en los sentimientos de los demás. Criaturas competitivas, emocionalmente insensibles, despiadadas a la hora de conseguir sus propios fines. En definitiva, tiranos eficaces. 1

Lógicamente, convertirse en un tirano no es tarea fácil. Requiere dotes, cierto talento, pero también la aportación desinteresada de otras personas. Y, sobre todo, lugar para la práctica. La práctica hace al maestro. La práctica hace al tirano. El mundo del colegio y de los pares ofrece muchas posibilidades de ejercitar el noble arte de la tiranía y refinar la maldad con los semejantes, ya que las diferentes formas de acoso escolar, el cyber-bullying, la propagación de rumores negativos, etc., son todas ellas excelentes ocasiones para practicar el maltrato, afinar la violencia y aprender a salir impune de este tipo de situaciones. Sin embargo, la mejor escuela de tiranos sigue siendo la propia familia. Debido a eso, el papel de los padres es tan importante; Por eso usted puede, si le dedica atención y energía suficientes, hacer una contribución decisiva para que su hijo o su hija se conviertan en tiranos.

¿A quiénes llamamos «tirano»? Al hijo que desobedece, descalifica, amenaza, coacciona y chantajea a sus padres hasta el punto de intimidarlos y dominarlos. A la hija que consigue salirse siempre con la suya, sin importar cuáles sean los medios, desde la presión psicológica constante hasta el insulto más brutal e incluso la agresión física. Los «tiranos perfectos» a veces llegan a golpear a sus padres, a herirlos con armas e incluso a amenazar con matarlos; a menudo, rompen objetos y agreden a sus hermanos y familiares. Leo fue el primer caso realmente extremo que atendimos:

Los padres de Leo acudieron a nosotros pidiendo ayuda por la situación que estaba creando su hijo, que acababa de cumplir los 17 años. Vinieron en secreto, porque Leo les había amenazado con tomar represalias si acudían a algún psicólogo o psiquiatra. Además, les había prohibido comentar fuera lo que estaba sucediendo en casa, en especial, que con cierta regularidad golpeaba a sus hermanos pequeños y que en ocasiones también pegaba a su madre y le rompía los cuadros que ella pintaba. Al padre había llegado a inmovilizarlo contra el suelo; con su 1,80 metros y sus 90 kilos de peso, el chico era bastante más fuerte que él. Atemorizado por estas agresiones y preocupados por la seguridad de los hijos pequeños, los padres se habían planteado enviar a Leo a vivir a casa de los abuelos. Entretanto, atendían todos sus caprichos y se plegaban a sus prohibiciones e imposiciones. Entre las más humillantes figuraba la de que los padres no podían salir juntos de casa, la madre tenía prohibido salir con minifalda «o algo provocativo», todos los miembros de la familia debían irse del salón cuando a Leo se le antojaba ver la tele, y por las mañanas debían ducharse en el orden que él estableciera a diario.

Sin embargo, muchos tiranos no necesitan llegar a ejercer la violencia física: han aprendido a coaccionar mediante la amenaza sutil, el gesto irritado, el silencio cargado de reproches. Han aprendido, incluso, que agredirse a ellos mismos o amenazar con suicidarse o escaparse de casa son formas especialmente eficaces de imponer sus deseos y controlar a sus familias. El sufrimiento propio puede ser, parafraseando el lema cubano, «un arma cargada de futuro». Sin necesidad de llegar a esos extremos, los hay quienes consiguen salirse siempre con la suya siendo implacablemente encantadores y persistentes:

Cuando los padres de Kevin, un chico de 18 años, llegaron a nuestra consulta, este ya había conseguido dominar a sus padres por completo. No desde las agresiones o la violencia, sino de forma suave e incluso amable, aprovechando que unos años atrás había sufrido unos ataques de epilepsia en el colegio. A partir de ahí, había empezado un largo rosario de tratamientos que lo llevaron a perder primero un curso y luego el siguiente. Entonces, había anunciado que ya no volvería al colegio y que prefería hacer un módulo de informática, pero de hecho no iba a clase y se pasaba el día chateando en el ordenador o viendo revistas de motos. En sus esfuerzos por complacer a su hijo, conseguir que «se sintiera bien» y retomara su formación, los padres habían ido accediendo a hacer cada vez más cosas por él, siempre con la esperanza de ver finalmente una reacción positiva. Entre otras cosas, le servían la comida y la cena que él eligiera y a la hora que quisiera, le recogían, lavaban y planchaban la ropa, le ordenaban la habitación cuando él se lo indicaba, y le llevaban en coche siempre que él se lo pidiera. Además, le compraban con regularidad nuevos juegos para la PlayStation y nuevos dispositivos digitales, como el último modelo de móvil o el nuevo MP5. Para conseguir estas cosas, Kevin había aprendido a ponerse tremendamente pesado, sacando una y otra vez el tema de lo que en ese momento se le antojara hasta conseguir que sus padres cedieran.