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El presente texto examina las principales concepciones de la memoria presentes, de manera tácita o explícita, en el imaginario colectivo de las gentes de hoy. El autor intenta mostrar en qué medida, tras muchas de las sonoras apelaciones a recuperar el pasado, a salvaguardar los recuerdos, etc., se encuentran supuestos de carácter abiertamente ideológico. En todo caso, como el propio autor ha señalado en múltiples ocasiones, la memoria no sólo no debe ser considerada como un fin en sí misma sino que, por el contrario, debe poder encontrar su articulación específica con el orden de los proyectos y de los fines. De esto se trata en el último tramo del texto, en el que se intenta plantear la cuestión del nexo que debe existir entre un discurso acerca de la historia y la actividad política en cuanto tal, nexo cuyo signo no se oculta ni se escamotea en modo alguno: viene anunciado en el subtítulo mismo del libro.
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Seitenzahl: 89
Veröffentlichungsjahr: 2007
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Manuel Cruz (Barcelona, 1951). Es catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona e investigador en el Instituto de Filosofía del CSIC. Colabora habitualmente en los periódicos El País, La Vanguardia, El Correo de Bilbao y el argentino Clarín, así como en el programa «La Ventana» de la Cadena SER. Es director de la revista Barcelona Metrópolis. Entre sus libros más recientes cabe mencionar Cuando la realidad rompe a hablar: conjeturas y cavilaciones de un filósofo (Gedisa, 2001) o Las malas pasadas del pasado (Premio Anagrama de Ensayo 2005). Recientemente ha compilado el volumen colectivo Odio, violencia, emancipación (Gedisa, 2007).
Manuel Cruz
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Marc Augé
Por una antropología de la movilidad
Roger Chartier
La historia o la lectura del tiempo
Manuel Cruz
Acerca de la dificultad de vivir juntosLa prioridad de la política sobre la historia
Néstor García Canclini
Lectores, espectadores e internautas
Ferran Mascarell
Barcelona como proyecto de cultura
Josep Ramoneda
Una defensa apasionada de la Ilustración
George Yúdice
Nuevas tecnologías, música y experiencia
La prioridad de lapolítica sobre la historia
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Manuel Cruz
© Manuel Cruz, 2007
Diseño de la colección: Sylvia Sans
Primera edición: octubre de 2007, Barcelona
© Editorial Gedisa, S.A.
Avda. Tibidabo, 12, 3.º
08022 Barcelona (España)
Tel. 93 253 09 04
Fax 93 253 09 05
Correo electrónico: [email protected]
http://www.gedisa.com
Preimpresión:
Editor Service S.L.
Diagonal 299, entresol 1ª – 08013 Barcelona
ISBN: 978-84-9784-237-2
Depósito legal: B. 44605-2007
Impreso por Romanyà Valls
Impreso en España
Printed in Spain
Queda prohibida la reproducción total o parcial por cualquier medio de impresión, en forma idéntica, extractada o modificada, en castellano o en cualquier otro idioma.
Serie aniversario 30 años
Visión 3X es una serie conmemorativa de XXX años de edición continuada. De crecimiento en la elaboración de contenidos y su expansión a lo largo y ancho de la geografía española y por supuesto de toda América Latina.
V3X es también mirar hacia dentro, atravesar la piel y ver los huesos de nuestras estructuras y marcas más sólidas. También es una forma de la mirada, es alzar la vista mientras nos damos la vuelta y oteamos nuestros orígenes para entenderlos. A su vez, este artilugio nos permite girar sobre nosotros mismos, levantar de nuevo los ojos y mirar el futuro a través de la palabra que explora y especula. Nuestro artefacto es limitado, su capacidad está dada por las huellas de su historia. Permite ver el interior pero tiene un límite en sus aumentos: treinta años hacia atrás y treinta años hacia delante, y, sin embargo, creemos sinceramente que los selectos invitados que han hecho uso de él le han sacado sus máximas potencialidades.
Gedisa, orgullosa de sí misma y de sus autores, invita a festejar este 30 aniversario con todo el mundo lector que esté dispuesto a ser sacudido por la mirada crítica que los autores de V3X nos proponen: Marc Augé, Manuel Cruz, Roger Chartier, Néstor García Canclini, Ferran Mascarell, Josep Ramoneda y George Yúdice.
Editorial Gedisa, 2007
[…] las máscaras podridasque dividen al hombre de los hombres,al hombre de sí mismo,se derrumbanpor un instante inmenso y vislumbramosnuestra unidad perdida, el desamparoque es ser hombres, la gloria que es ser hombresy compartir el pan, el sol, la muerte,el olvidado asombro de estar vivos.
Octavio Paz, Piedra de Sol
Nota previa
A modo de preámbulo
I. La memoria se dice de muchas maneras
II. Largo impasse para una discusión específica: el problema del trauma
III. De regreso a la lista: no hay quinto malo (¿o sí?)
IV. La prioridad de la política sobre la historia
Apéndice. Apoteosis de la sinrazón (Auschwitz, crimen perfecto)
Éste es el libro menos de encargo que me han encargado nunca. O el encargo más libre que me hayan hecho jamás, como se prefiera decirlo. Cuando Alfredo Landman, director general de Gedisa España, me invitó a participar en el proyecto de V3X, además de sentirme extremadamente honrado por la oportunidad que me brindaba de aparecer en la compañía de firmas tan ilustres como las que participan en esta serie, pensé de inmediato que el espíritu que animaba a ésta calzaba como un guante en el tipo de asuntos en los que me vengo interesando desde hace tiempo.
Y aunque no sea tarea fácil (ni demasiado interesante, para qué engañarnos) la descripción de la propia trayectoria, al menos se me permitirá que exponga algo. En tanto historiador de la filosofía centrado en el estudio de las ideas contemporáneas, me he visto gustosamente obligado en numerosas ocasiones a reflexionar acerca de ese peculiar objeto de pensamiento que llamamos presente. Objeto en cuya construcción intervienen diversas instancias, a su vez de diversa naturaleza. El presente no se puede confundir con la actualidad: el presente es el resultado de una elaboración en la que, además de nuestros anhelos y expectativas (que son las que conceden a la realidad con la que nos medimos su carácter de materia prima para lo que aún no existe, su espesor de futuro en definitiva), ocupan un lugar central, primordial, tanto la herencia objetivamente recibida como el tratamiento al que la sometemos. Alguna vez ya he mencionado una paráfrasis de Sartre, que ahora resultará oportuno reiterar: lo importante no es lo que han hecho de nosotros, sino lo que nosotros hacemos con lo que han hecho de nosotros.
Principio o afirmación esta última que debiera hacer comprensible otra paráfrasis, la que aparece en el subtítulo del texto. De la misma forma que el filósofo norteamericano Richard Rorty pudo defender con buenos argumentos lo que dio en llamar «la prioridad de la democracia sobre la filosofía», así también me he atrevido en las páginas que siguen a intentar proporcionar buenas razones a favor de la idea de que, en relación con la historia, la primacía le corresponde siempre a la política. No hace ahora al caso desarrollar el argumento, ni tan siquiera trazar las líneas mayores del discurso que se despliega a continuación. De lo que se trata más bien es de ampliar la afirmación inicial y dejar constancia de que, a mi entender, no ya sólo esta serie, sino incluso gran parte de la tarea desarrollada por la editorial Gedisa a lo largo de sus treinta años de existencia ha parecido responder a un propósito análogo o paralelo. También en los libros que componen su estimulante catálogo el lector interesado por desentrañar el signo del tiempo que le ha tocado vivir encontrará útiles herramientas para emprender la tarea.
Una tarea que, apenas hará falta destacarlo, se presenta (siempre: por definición) tan ardua como apasionante. En la que me gustaría pensar que, modestamente, he podido participar con mis colaboraciones anteriores con este sello editorial, y en la que, de ser posible, me gustaría continuar perseverando en el futuro. Aunque el signo de éste, como el de cualquier proyecto, aún está por escribir.
Barcelona, septiembre de 2007
El pasado ha vuelto y, por lo que se ve (esto es, por los indicios que nos ofrece el presente), ha vuelto para quedarse. Tras la apoteosis posmoderna, que pretendía convertir –crítica a toda la filosofía precedente mediante– a la historia en cualquiera de sus variantes en pura charlatanería metafísica1 (una variante de bullshit académica,2 a fin de cuentas), se diría que hemos desembocado en un espacio teórico a todas luces diferente. Nuestra actualidad se representa a sí misma de acuerdo con ciertos parámetros sin duda bien distintos a los que funcionaron como hegemónicos hasta hace bien pocos años.
De entre todos ellos, acaso en el presente contexto valga la pena destacar uno, por lo que tiene de indicativo de la naturaleza de nuestra realidad o, tal vez mejor, de la particular forma en que últimamente tendemos a relacionarnos con ella. Me refiero al auge –por no decir la centralidad– que ha adquirido precisamente la cuestión de la memoria, convertida, por mor de factores que habrá ocasión de analizar, en auténtico test de nuestra propia veracidad. Un giro de perspectiva ciertamente radical, que en ningún caso puede quedar explicado apelando a presuntos movimientos pendulares –una mera metáfora de la que no se puede extraer demasiado rendimiento gnoseológico–. Como casi siempre, ha sido la suma, o la articulación, de un conjunto de factores lo que ha propiciado, o ha terminado por precipitar, esa supuesta nueva situación. Dicho con otras palabras: probablemente haya sido la confluencia de diversas consideraciones acerca del valor de la historia lo que ha terminado por producir ese efecto de reivindicación, aparentemente unitaria, de la memoria y, en consecuencia, ese retorno del pasado al que hemos empezado haciendo referencia.
De ser cierta la hipótesis, convendría entonces empezar analizando separadamente aquello que tiende a aparecer junto, en la confianza de que ese tratamiento separado nos permita ahondar en las auténticas características del fenómeno y, en la misma medida, valorarlo adecuadamente. Y una última advertencia, en la frontera de lo obvio: las diversas argumentaciones a favor de la memoria ni poseen idéntico origen ideológico ni, por tanto, pueden ser asociadas a un mismo tipo de concepciones del mundo. Es probable que uno de los factores que mayor confusión introduce en este debate sea justamente esta dificultad para identificar de buenas a primeras el signo de propuestas en apariencia coincidentes. De ahí la conveniencia de intentar elaborar, con la preceptiva modestia y asumiendo su condición meramente tentativa, una pequeña tipología de la memoria. Tipología crítica, adelantémoslo, en la que cada una de las posiciones señaladas vendrá acompañada de un comentario que intente señalar la principal limitación de esa perspectiva.
1. Tal vez porque incurría en el error que ya denunciara en su momento Hannah Arendt: «la innegable pérdida de la tradición en el mundo moderno no implica una pérdida del pasado, porque tradición y pasado no son lo mismo» (la cursiva es mía), H. Arendt, «¿Qué es la autoridad?», en Entre pasado y futuro, Barcelona, Península, 1996, pág. 103. Error simétrico, por cierto, al de confundir futuro y progreso, recordatorio de matriz benjaminiana que habrá de resultar extremadamente útil en todo lo que sigue.
2. Estoy haciendo referencia, como el lector habrá advertido de inmediato, al celebrado texto de Harry Frankfurt del mismo título (On Bullshit. Sobre la manipulación de la verdad, Barcelona, Paidós, 2006).
Un primer grupo de defensores de la memoria