América ocupada - Rodolfo F. Acuña - E-Book

América ocupada E-Book

Rodolfo F. Acuña

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Beschreibung

Se presenta aquí la traducción realizada por José Juan Gómez-Becerra de la segunda edición (2021) de este texto fundacional de la historia chicana imprescindible para entender la particular relación del mexicano con Estados Unidos, que se publicó por primera vez en inglés en 1972 y que cuenta la experiencia colectiva del pueblo chicano en aquel país. El texto recoge datos indispensables sobre el crecimiento acelerado de esta población, los mecanismos de dominio institucional y social estadounidenses a los que se ha enfrentado y los medios con los que ha luchado a lo largo de su historia transfronteriza. El análisis histórico se remonta a la ocupación estadounidense de los territorios del norte de México y relata la lucha del mexicano por mantenerse, existir y prosperar en el sudoeste de Estados Unidos. Después analiza la realidad particular de cada estado y describe los diferentes episodios de resistencia y algunos de los hitos precursores del Movimiento Chicano, haciendo hincapié en el significado de algunos personajes y su contribución a la reivindicación colectiva de la autodeterminación del pueblo chicano en la América ocupada. Finalmente, se presentan cifras, estadísticas y hechos recientes a raíz del aumento de la inmigración debido a las políticas neoliberales puestas en práctica tanto en México como en Estados Unidos. El estilo deductivo de Acuña permite que el lector saque sus propias conclusiones sobre la evolución del chicano en una sociedad estadounidense cambiante, pero a la vez resistente a los cambios. En cada uno de los capítulos se puede apreciar la urgencia de mantener fresca la memoria colectiva, en especial la de aquellas comunidades que experimentan la condición de colonia interna, para quienes la historia y el amor propio pueden representar el medio principal de resistencia.

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BIBLIOTECA JAVIER COY D’ESTUDIS NORD-AMERICANS

http://puv.uv.es/biblioteca-javier-coy-destudis-nord-americans.html

DIRECTORA

Carme Manuel

(Universitat de València)

Primera edición en inglés, 1972

Título original: Occupied America: The Chicanos Struggle toward Liberation

Publicado por Harper and Row. Nueva York

© 1972, Rodolfo F. Acuña

Traducción: Ana María Palos

Primera edición en español: 1976

Derechos reservados en lengua española © 1976

Ediciones Era, S. A.

Avena 102, México 13, D.F.

Segunda edición en español, 2022

Traducción y edición de José Juan Gómez-Becerra.

Derechos reservados en lengua española, Rodolfo F. Acuña

Reservados todos los derechos

Prohibida su reproducción total o parcial

ISBN: 978-84-9134-964-8 (papel)

ISBN: 978-84-9134-965-5 (ePub)

ISBN: 978-84-9134-966-2 (PDF)

Imagen de la cubierta: Cosmic Migrants, Nephtalí de León

Imagen interior: Lèo Limón - https://leolimon.com/

Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

Publicacions de la Universitat de València

http://puv.uv.es

[email protected]

Edición digital

Contenidos

AMÉRICA OCUPADA, SEGUNDA EDICIÓNEl contexto

EL PREFACIO (PRIMERA EDICIÓN)

EL PREFACIO (SEGUNDA EDICIÓN EN ESPAÑOL)

INTRODUCCIÓN

PRIMERA PARTEPANORAMA DE LA CONQUISTA Y LA COLONIZACIÓN

CAPÍTULO 1El legado de odio:la conquista del Suroeste de Estados Unidos

CAPÍTULO 2Remember the Alamo:la colonización de Texas

CAPÍTULO 3La libertad enjaulada: la expansión hacia Nuevo México

CAPÍTULO 4Sonora invadida: la ocupación de Arizona

CAPÍTULO 5La pérdida de California: América para los angloamericanos

SEGUNDA PARTEUNA VISIÓN RADICAL DEL CHICANO DEL SIGLO XX

CAPÍTULO 6¡Greasers Go Home!

CAPÍTULO 7El camino hacia Delano

CAPÍTULO 8Una era de represión

CAPÍTULO 9Adiós a Norteamérica, I

CAPÍTULO 10Adiós a Norteamérica, II

CAPÍTULO 11La setenta y los ochenta

CAPÍTULO 12Perdiéndole el miedo al diablo

CAPÍTULO 13La ilusión de la inclusión

EPÍLOGOEl ascenso de Donald Trump

América ocupada, segunda ediciónEl contexto

Con razón del quincuagésimo aniversario de la publicación original de Occupied America, he decidido reeditar y actualizar esta segunda traducción en español de América ocupada (1972). Durante ese tiempo, en las casi cinco décadas de su publicación, se han publicado nueve tiradas de la edición en inglés, accesible en su mayoría solo para lectores de habla inglesa. Esta nueva edición en español consiste en cambios editoriales a la versión publicada en 1972 y la añadidura de tres nuevos capítulos. No obstante, el enfoque sigue puesto sobre la experiencia del mexicano en Estados Unidos y sus experiencias de vida en lo que el maestro José Martí identificara como las entrañas del monstruo.1 Precisamente, a partir de esta atmósfera sociohistórica se distingue la experiencia entre el mexicano de acá y la del de aquel lado.

La historia chicana o mexicoamericana también se distingue de la historia del resto de la población latina en Estados Unidos. El presente, la densidad y el recorrido sociohistórico de la vida diaria del mexicano en este lado son un distintivo al comparárseles con sus compatriotas en México y la población latina en Estados Unidos. De tal modo, conforme crece la población mexicana en Estados Unidos también aumenta la importancia y el interés general por la vida diaria del mexicano. En el 2016 había más de 35 millones de mexicanos en Estados Unidos, lo que en población equivale a ser la quinta nación más grande de América Latina. La magnitud del cambio se puede apreciar al considerar que la población mexicana en Estados Unidos apenas llegaba a los 5 millones de personas en 1976, cuando se publicara por vez primera la traducción de América ocupada.2

La Diáspora produce una crisis de identidad de la que ya mucho se ha escrito. Desde el siglo XIX, los pensadores y activistas políticos han conceptualizado que el cimiento de una nación es la comunión de personas quienes “historically constituted a community of people” que, por consecuencia, heredan una serie de derechos propios.3 El tema resonaba más entre los intelectuales judíos, quienes se preocupaban por la defensa de la comunidad judía, lo que nos recuerda que la experiencia de la diáspora mexicana no es única ni esencialista, sino un acontecimiento concurrente de la experiencia humana. No obstante, desde este entendimiento diaspórico, la identidad es un rasgo indispensable para definir la corriente social de los grupos minoritarios dentro de sociedades exclusivas o mayoritariamente no representativas de estos.

La historia, así como llegar a la verdad, siempre depende del método de preferencia que se elija. Uno de los métodos más antiguos de indagación es la negación –la lógica tras la oposición semántica. La búsqueda de la verdad a través de la matización de la historia tiene gran importancia porque permite promover la justicia social y estimular un sentido de igualdad. En el contexto mexicoamericano, este sentido de la verdad histórica cobra mayor valor dentro del sistema de control y la división social al que está subyugado el mexicano en Estados Unidos, un sistema de castas comparable al impuesto por la colonia española en América. El presente histórico se distingue por la ambigüedad discursiva, la que nos lleva a la distorsión de la verdad y el propio desvanecimiento de la historia. Concomitantemente, esto dificulta, aún más, el impulso del sentido de comunidad necesario para articular la memoria histórica colectiva. Por ende, el encuentro entre el pocho, el inmigrante, el obrero, la clase media, y los diversos grupos latinos, es necesario al fomentar la defensa de los derechos humanos tanto para la comunidad mexicoamericana como para los latinos en general.

Durante esta era de ambigüedad discursiva, el pensamiento crítico depende de la conciencia histórica.4 Por ejemplo, en diálogos con estudiantes, los estudiantes inmigrantes suelen preguntarme qué hay en común entre ellos y los mexicoamericanos. Mi primera respuesta es pedirles que contemplen críticamente una lista de varios servicios y beneficios sociales a su disposición; entre los que seguramente figuran la admisión a la universidad, becas, y hasta diferentes frentes y organizaciones de apoyo social que benefician al inmigrante. Después, recalco cómo estos servicios y beneficios son el legado del movimiento chicano, y son parte del proceso histórico de ser mexicano en Estados Unidos. En 1968, el número de estudiantes mexicoamericanos en colegios y universidades cercanos a comunidades mexicanas, como San Fernando Valley State College, no alcanzaba ni el ciento de estudiantes matriculados; como resultado del proceso histórico que representa el movimiento chicano, esta universidad –ahora California State University Northridge– tiene una matrícula de más de 20 000 estudiantes latinos.

Ya para 1970, el movimiento chicano forjaba los cimientos sobre los cuáles se edificaría la clase media mexicoamericana. El esfuerzo político-cultural chicano había amplifacado el acceso a la educación superior causando una apertura del campo profesional para los mexicanos y latinos por igual. Por lo general, casi todo líder defensor de los derechos de inmigrantes y casi todo político mexicoamericano, sea en California, Texas o el resto del país, proviene de esta tradición político-cultural. Estos acontecimientos concurren junto a la época en la cual el gobierno mexicano y las clases privilegiadas mexicanas sostenían prejuicios hacia los paisanos que inmigraban a Estados Unidos sin la documentación apropiada; inclusive, esta actitud oficial generó un sesgo nacionalista que cuestionaba la lealtad nacional del emigrante.5 Por lo contrario, la comunidad mexicoamericana se mantuvo al pie junto a estos inmigrantes, por lo que resulta sorprendente que algunos inmigrantes perpetúen un sesgo similarmente nacionalista en contra del pocho. En ocaciones olvidamos que gran parte de la población mexicoamericana está conformada por ciudadanos de segunda generación, quienes con frecuencia son estudiantes universitarios de primera generación al igual que algunos estudiantes inmigrantes. Las intersecciones entre los mexicoamericanos y los inmigrantes son numerosas, son un sinfín de posibilidades colectivas.

El presente ensayo contextual no pretende realzar la figura del mexicoamericano frente a la del inmigrante, más bien, el propósito es hacer hincapié en los puntos de encuentro entre el inmigrante y el mexicoamericano. Por sí solos, la etnia y la identidad racial son elementos suficientes para la comunión grupal del ser humano. La clave en ello es la memoria histórica colectiva. Esta enmarca e hilvana un discurso común. Por ejemplo, en el entendimiento social europeo, el buen ciudadano acepta ciertas responsabilidades a favor del bienestar mutuo a pesar de contar con la plena libertad de negarse. La articulación de una conciencia social colectiva es mucho más difícil en los Estados Unidos si se compara con la mayor parte de las naciones europeas ya industrializadas, donde, entre otras ventajas sociales, sus ciudadanos tienen acceso a coberturas de salud públicas y universales y a una educación superior gratuita; mientras tanto, en Estados Unidos aún se debaten temas tan básicos sobre los derechos humanos y servicios públicos, como lo es el acceso a la cobertura universal de salud.

El bienestar común de la población mexicana y latina no solo se debe a la osadía del pensamiento colectivo dentro de una sociedad individualista, este también es el producto de la expansión del repertorio de conocimiento sobre el pueblo mexicano llevado a cabo en los últimos cincuenta años. Cuando cursé mi doctorado, en la década de 1960, casi no había cursos sobre México y Latinoamérica, y los cursos sobre la experiencia mexicoamericana eran inexistentes. En la actualidad, la mayoría de las universidades importantes ofrecen cursos sobre la experiencia mexicana y latinoamericana, por lo menos. Igualmente, ha habido una proliferación de publicación de artículos y textos sobre estos temas. Las bibliotecas de renombre, como la biblioteca Bancroft (Berkley), University of Texas Austin, o Arizona State University, y varios museos a lo largo del país, cuentan con colecciones de enfoque latino o mexicano. A pesar de estos logros y avances, aún nos queda mucho por hacer; los estudios chicanos aún sufren la falta de apoyo y, en ocaciones, como en Tucson, Arizona, enfrentan también un proceso de desmantelamiento y de persecución—tomése por ejemplo la prohibición y confiscación en Arizona de América ocupada por ser considerado un texto de historia subversivo y “anti-americano”.

La memoria histórica colectiva concomitantemente está sujeta al conjunto de estructuras oficiales como a las extraoficiales; por ende, es necesario el esfuerzo para manter estos estudios en ambos planos sin dejar de desarrollar y apoyar aquellos a nivel comunitario. Son en estos espacios que un pueblo tiene la posibilidad de acercamiento y aprendizaje a sus experiencias sociales como un conjunto. Para el chicano, este conjunto es la experiencia transfronteriza del devinir histórico del mexicano de este y del otro lado. La historia es el espejo por la que el mexicoamericano y el inmigrante pueden reconocerse mutuamente y donde se encuentra el cruce de una agenda sociopolítica de mutuo beneficio. Tal ha sido el caso en las recientes vicisitudes en torno a la inmigración y la creación de soluciones incompletas, pero que son aún así de gran impacto para los latinos en general.

A consecuencia de que los legisladores en la CXII reunión del Congreso estadounidenses obstruyeran el Dream Act (Acta para el Desarrollo, Alivio y Educación para Menores Extranjeros), el 15 de junio del 2012, el presidente Barack Obama decretó el programa de DACA (la Acción Diferida para los Inmigrantes Llegados en la Infancia). El Presidente proclamó una orden ejecutiva, conocida como un White House Memorándum, donde ordenaba que la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, redactara la guía de “‘prosecutorial discretion’ with respect to a certain class of younger immigrants without legal status”.6 ¿Por qué será que el presidente Obama tomó una medida tan controversial aun después de no haber impulsado una reforma migratoria y, con toda franqueza, haberles dado rienda suelta a los agentes de inmigración para que hostigaran y acorralaran a la comunidad inmigrante durante su primer término presidencial?

Según Marcelo Suarez-Orozco, profesor en University of California Los Angeles y experto en inmigración, el crecimiento de la población latina ha sido tan drástico que, “numerically, the U.S. is being transformed”. Esta transformación es más impactante al considerar que el crecimiento demográfico de la población latina ha estado acompañado de un histórico declive demográfico de la población angloamericana; lo que ha resultado en el desvanecimiento progresivo del esquema racial que divide a la sociedad estadounidense en blanco y negro. Según el New York Daily News, el aumento de población latina ha puesto a prueba los límites de los derechos civiles y, conforme disminuye la hegemonía de la población angloamericana, ha efectuado una reconfiguración de las alianzas políticas del país.7 Los mexicanos han sido el motor de este espectacular aumento de población, ya que conforman dos tercios de la población latina. Cabe recalcar que estos cambios demográficos no solo constan del flujo constante de inmigrantes, sino también del número de natalidades en el país. Según Suarez-Orozco, el acrecentamiento demográfico de la población latina queda sutilmente manifestado en la transformación de los organismos sociales que fungen como el motor político para efectuar cambios institucionales. Un claro indicio de la extensión de estos cambios se encuentra en el margen de crecimiento de la población latina durante la década de 1990; mientras en 1990 había 22,4 millones de latinos en Estado Unidos, para el 2000 la población alcanzaba los 35,3 millones (57,9 por ciento). Ya para el 2014, la población latina llegó a los 55,4 millones, representando un 17,4 por ciento de la población total de Estados Unidos.8

En el 2015, el periódico digital Latino Post señaló que “President Obama’s announcement this week regarding his proposal to pay for two years of community college could have a huge effect on millions of Latinos around the nation who are considering a postsecondary education”.9 Aproximadamente, “16.5 percent of all college students around the U.S. were Latinos, while Hispanics also made up roughly one quarter of all 18-to-24-year-old college students, their numbers particularly growing in two-year colleges”.10 De igual manera, en el 2014 el Pew Hispanic Research declaró que “Hispanics today make up 11.3% of all eligible voters. But voter turnout among Hispanics has not kept pace with the growing number of eligible voters in recent national elections. In 2010, Hispanics cast a record 6.6 million ballots out of 21.3 million eligible voters, a turnout rate of 31.2%. But that was still far below the turnout among black voters (44%) and white voters (48.6%)”.11

La participación electoral latina es una formidable fuerza para el cambio, especialmente al tratarse del sufragio mexicoamericano. Los cambios demográficos inclusive han obligado a que el Partido Republicano fortifique su presencia entre los votantes latinos. Por ejemplo, la conocida red reaccionaria de los hermanos Koch financió sesiones de repaso y preparación en español para el examen de conducir en el estado de Nevada. Tamara Keith de National Public Radio acentuó que los políticos “care so much about capturing the so-called ‘Latino vote’ because the U.S. Hispanic population is exploding”.12 El patrón de crecimiento demográfico de la población latina continuó entre el 2000 y el 2012, aumentando casi 49 por ciento mientras el resto de la población estadounidense solo crecía un 5,8 por ciento. Aún más impresionante es el hecho que entre el 2012 y el 2030 los latinos constituirán el 40 por ciento del crecimiento total del electorado.13 Con este aceleramiento demográfico la comunidad latina se aproxima a cumplir el aforismo de Juan Bautista Alberdi, “gobernar es poblar”.

En 1960 la mujer mexicana que vivía en México tenía un promedio de siete hijos, lo cual cambió a solo dos hijos para el 2009. En los Estados Unidos de 1970 solo había menos de un millón de inmigrantes mexicanos, y durante la década de 1980 y 1990 la inmigración se convirtió en la causa principal del crecimiento de población. Sin embargo, camino a la primera década del siglo XXI se produjo un giro importante en esta tendencia y el número de natalidades aumentó a 7,2 millones frente a los 4,2 millones de nuevos inmigrantes. La vitalidad de la población mexicoamericana en Estados Unidos ha sido tal que, en la actualidad, el número de natalidades es mayor al número de nuevos inmigrantes.14 Asimismo, en el presente, la población latina ya es el grupo minoritario más numeroso de los Estados Unidos.

Aproximadamente, cada año 800 000 jóvenes latinos cumplen su mayoría de edad electoral (18 años), un hecho que sin duda innfluye política e institucionalmente en la infraestructura social estadounidense. Mientras en México ha disminuido la tasa de natalidad, el número de natalidades latinas en Estados unidos ha aumentado a 9,8 millones en el 2000 y a 12,5 millones en el 2007. La comparación de estos números muestra que 11,4 millones de inmigrantes nacieron en México mientras que 22,3 millones latinos nacieron en Estados Unidos.15 Una pregunta clave por resolver es si otros grupos latinos remplazarán el flujo de inmigración hacia Estados Unidos en caso de que la inmigración mexicana menguara en los años venideros.

Antes de la década de 1980, los sudamericanos mayoritariamente eran refugiados políticos o contaban con un poder adquisitivo que les permitía vivir apartados del resto de la población latina en Estados Unidos. En la actualidad, la población latina de origen sudamericano es 2 769 434, un equivalente al 5,5 por ciento del total de la población latina. El conjunto sudamericano es pequeño debido a la distancia y el costo de transporte en el curso de inmigración, lo cual hasta no muy reciente no estaba al alcance de la clase obrera y clase media. Dado que un número considerable de sudamericanos son refugiados políticos, la mayoría cuentan con condiciones más favorables, condiciones a las que no tienen acceso el resto de la población latina en Estados Unidos. La inmigración argentina que en gran parte tomó lugar durante la guerra sucia, entre 1976 y 1983, sirve como ejemplo. Un grupo importante de esta corriente inmigratoria eran los judíos quienes enfrentaban fuerte antisemitismo y represión militar. Uno de cada cinco argentinos que inmigraron durante esta época se asentó en Nueva York, mientras otra parte se estableció en Miami, Florida. No obstante, el número de habitantes argentinos seguía siendo pequeño. Sin embargo, el 40 por ciento de argentinos en Estados Unidos mayor de 25 años cuenta con un título universitario, a comparación del 13 por ciento del resto de la población latina.16 La gráfica a continuación refleja la población total de los países de donde proviene la población latina y la distancia aproximada entre Estados Unidos y estos países. Estos datos son indisplensables para observar los patrones de inmigración; por ejemplo, es deducible que no hay una inmigración considerable de bolivianos porque resulta más costoso cubrir la distancia del viaje a comparación de México o los países centroamericanos.

Latinoamérica

Población

Distancia aprox.

Estados Unidos

318 892 103

Brasil

202 656 788

4552 millas

México

120 286 655

0

Argentina

43 024 374

5610 millas

Colombia

46 245 297

2627 millas

Canadá

34 834 841

0

Perú

30 147 935

3471 millas

Venezuela

28 868 486

2804 millas

Chile

17 363 894

5267 millas

Ecuador

15 654 411

2918 millas

Guatemala

14 647 083

1512 millas

Cuba

11 047 251

1521 millas

Rep. Dominicana

10 349 741

2001 millas

Honduras

8 598 561

1622 millas

Paraguay

6 703 860

4840 millas

El Salvador

6 125 512

1665 millas

Nicaragua

5 848 641

1797 millas

Costa Rica

4 755 234

2034 millas

Puerto Rico

3 620 897

2195 millas

Uruguay

3 332 972

5462 millas

Jamaica

2 930 050

1725 millas17

La siguiente gráfica permite una mejor contextualización de estos números:18

Como ya se ha dicho, si los latinos en Estados Unidos fuesen una nación, sería el tercer país más grande de América Latina, siendo así también la segunda nación más grande de hispanohablantes. Como tal, la población latina en Estados Unidos es mayor a la de España o Argentina. Más aún, el conjunto mexicano por sí solo sería la quinta nación más grande en Latinoamérica y la séptima en cuanto a hablantes del español. Parecería lógico que la academia estadounidense, con su lema de ir tras la verdad, se preocupase más por fomentar los estudios latinos, aún solo si fuese con interés de averiguar la densidad del impacto latino en la identidad nacional del país. No podemos cometer el error de asumir que a cincuenta años del presente se dará una homogeneidad social y que ocurrirá una asimilación de los mexicanos en Estados Unidos tal cual como sucedió con los inmigrantes italianos; solo basta ver un mapa y preguntarnos qué se puede deducir de la distancia geográfica entre Estados Unidos y México en comparación con Italia. Esta cuestión resulta alarmante para un gran número de angloamericanos –según ellos, todos deben aspirar a adoptar el modelo normativo del hombre blanco. Sin lugar a duda, desde la incepción de los Estados Unidos, los valores y figura del hombre blanco han marcado las pautas de la formación nacionalista del individuo. Debido a ello se entiende el porqué varios senadores reaccionaron frenéticamente cuando la juez Sonia Sotomayor dijo lo siguiente: “I would hope that a wise Latina woman with the richness of her experiences would more often than not reach a better conclusion than a white male who hasn’t lived that life”. La controversia de su promulgación se debe al rechazo de una predeterminación histórica que legitima y normaliza la supuesta verdad común del hombre blanco, los fundamentos y base de la supremacía blanca en Estados Unidos.

MEA CULPA

Un punto por mejorar de la primera edición de América ocupada (1976)19 ha sido la ausencia de capítulos sobre las sociedades indígenas y españolas. Aunque tal caso fue atendido en las subsecuentes ediciones en inglés, decidí no hacer lo mismo en la presente edición en español. La ausencia de esta temática en la primera edición es el resultado de una carencia epistemológica en mi formación académica, al igual que la de otros académicos mexicoamericanos de mi generación. Por lo general, la mayoría tomamos cursos de postgrado en los que la esfera de estudio se enfocaba en Estados Unidos o Europa. La prevalencia del eurocentrismo en los programas de historia es un hecho, y no ha sido hasta muy reciente que se lleven a cabo esfuerzos para disminuir tal influencia en la profesión. Sin embargo, aún hay quienes se oponen a ello y “some Europeanists worry that their field is no longer considered of central importance. Graduate students and recent PhDs (understandably concerned about finding jobs and getting tenure) are probably most acutely troubled. But some senior Europeanists are anxious about their ability to continue training and placing PhD students”.20 Durante mi formación académica en la década de 1960, los estudios mexicanos y latinoamericanos solo recibían atención secundaria; para recibir legitimación académica, los estudiantes de postgrado se veían obligados a cursar bajo historiadores americanistas y europeístas de renombre.

La práctica común del campo era que los historiadores comenzaran la periodización de una época histórica partiendo de la historia estadounidense o usándola como modelo. Meramente, la periodización pretende organizar o segmentar áreas de estudio en etapas históricas que faciliten su análisis. En este sentido, la periodización es una herramienta. Por lo tanto, al abordar la periodización de la historia chicana no me remonté más allá del año 1821 porque mi especialización, inclusive mis estudios sobre México, se sitúa en la frontera norte, donde la historia se ha formado a partir de (des)encuentros con Estados Unidos. Asimismo, el que mis abuelos fueran de Sonora y estuvieran en constante contacto con Estados Unidos determinó mi acercamiento a la historia chicana desde un locus espaciotemporal de la frontera.

Tomando en cuenta que la presente edición está dirigida a un público hispanohablante, decidí no agregar capítulos que atendieran el tema de Mesoamérica y la conquista española ausentes en la edición anterior. Los sociólogos mexicanos especializados en Mesoamérica proveen un mejor relato de tal historia. Estos capítulos hacían falta en las ediciones en inglés porque los lectores de habla inglesa no pueden acceder a la información disponible en español, maya o náhuatl. México es muy diverso, y cuanto más me adentro en estudiarlo más caigo en cuenta de las ramificaciones que producen lo que Lesley Byrd Simpson llamara “muchos Méxicos”.21 Otra ausencia igualmente importante en la primera edición fue la falta de consideración a las cuestiones de género; esencialmente, se requeriría la traducción de la novena edición de la versión en inglés para corregir este fallo. Dicho esto, la presente edición hace un recuento histórico desde cuando apenas había 5 millones de habitantes de ascendencia mexicana viviendo en Estados Unidos.

BREVE COMENTARIO ACERCA DE MESOAMÉRICA

Toda la región de América Central funge como una cuna de civilización para Norteamérica. Este valor patrimonial es a veces ignorado entre los mexicanos, entre aquellos para quienes ese legado cultural pasa desapercibido a la vez que el gobierno subasta sus tesoros más preciados. En un artículo publicado por El Economista en el 2013, titulado “La gastronomía mexicana, el nuevo petróleo”,22 Vicente Gutiérrez, organizador del Proyecto Mesoamérica, “un encuentro incluyente y multidisciplinario alrededor de la cocina que reúne a los exponentes más destacados de la gastronomía global en uno de los eventos más relevantes en el mundo”, sostiene que “La gastronomía es nuestro nuevo petróleo”.23 La gastronomía mexicana se ha destacado por la reputación de ser una de las más variadas y versátiles del mundo. El enriquecimiento de esta cocina ha sido el resultado de siglos de cultivo y experimentación con la flora y fauna nativa a lo largo de varias civilizaciones. Este proceso habría comenzado miles de años previo al desarrollo de la primera civilización norte-centroamericana, asentada en el 1200 a.C. en lo que es el litoral sur del golfo de México.

La evidencia arqueológica nos dice que el maíz evolucionó del teocintli (teocinte), una hierba silvestre de la que los indígenas cultivaron el maíz y que ha existido en el hemisferio occidental por más de 80 000 años. Asimismo, los granos de polen se domesticaron hace 10 000 años en el valle de Tehuacán, México. El proceso evolutivo de la genética del maíz terminó creando un sinnúmero de variedades en adaptación a las diferentes condiciones medioambientales. Es así como la historia del maíz es equivalente a la historia migratoria de las sociedades indígenas, para quienes el maíz es algo sagrado.24

Con la invasión a Mesoamérica de la conquista española, los españoles encontraron abundancia de alimentos que eran nuevos para ellos, entre los cuales se cuentan el chocolate, la vainilla, el cacahuate, el frijol, la calabaza, el aguacate, el coco, el maíz y el jitomate. Desde el principio, el maíz, el frijol y el chile han sido la base en la que se funda la cocina de la región geográfica que se extiende desde el centro de México hasta Guatemala. Aunadas a esta base, subsecuentes fusiones gastronómicas produjeron una de las cocinas más diversas del mundo.

Las mismas culturas indígenas han mantenido estas tradiciones con vida. “Although agriculture is less than 5 percent of Mexico’s gross domestic product, more than a quarter of Mexicans still make their living as farmers. And most of the poorest of those farmers grow corn. Over 60 percent of Mexico’s cultivated land is planted with corn, most of which are small family plots. In all, 18 million Mexicans, including farmers and their families, rely on corn for their livelihood”.25

El cultivo de maíz se propagó más allá de México, hacia el norte del continente. Este pudo ser llevado tanto por las migraciones forzadas de grupos indígenas de América Central o por mercaderes quienes establecieron comercio con la gente del norte. Tal distribución del maíz se dio hace cerca de 1000 años hacia lo que hoy es el norte de Estados Unidos y hacia la costa peruana, al sur del continente. El maíz posibilitó el establecimiento de grandes ciudades capitales y el desarrollo de una riqueza cultural que no solo ha dejado monumentos de piedra, sino también adelantos matemáticos, astronómicos, literarios y teológicos. Ya que en gran medida estos fueron reducidos a cenizas por la colonización española, es una grave injusticia pretender que el legado de estas civilizaciones se limita a sus edificaciones de piedra.

En cuanto a la actualidad del indigenismo y el campesino mexicano, en el 2016, el expresidente mexicano, Enrique Peña Nieto, arremetió contra la constitución mexicana de 1917. Su gobierno aceleró el desmantelamiento de México, privatizando los recursos públicos de México y arrebatándole al pueblo mexicano las garantías constitucionales de tal constitución. La constitución de 1917 había sido la primera en el mundo en preocuparse por proteger los derechos civiles de su pueblo. Por ejemplo, el artículo 3 revocaba cualquier censura a textos prohibidos y ofrecía garantía de acceso gratuito a la educación compulsoria y laica. El artículo 27 confiere a la nación potestad de pertenecía sobre todos los recursos naturales del país, por lo que el derecho a la propiedad y el permiso para minar materias primas (e.g., minerales y agua) estaba reservado solo para ciudadanos mexicanos. El artículo 28 prohibía cualquier tipo de monopolio, y el artículo 123 empoderaba la lucha del sector obrero. No obstante, la agenda neoliberal del presidente Peña Nieto puso en estado de sitio a los artículos 3, 27 y 28 de esta constitución. El asedio constitucional queda particularmente ejemplificado en los cambios hechos al artículo 27, al cual se le agregó una cláusula final que le permite al gobierno conceder licencias y dividir ganancias petroleras con corporaciones multinacionales del tipo de Exxon y Chevron. Tales mal llamadas reformas son una rescisión de la nacionalización histórica de la industria petrolera del expresidente Lázaro Cárdenas en 1938.

La privatización de los recursos naturales de México se aceleró aún más con la implementación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. Las nuevas medidas económicas engendrarían una nueva elite billonaria entrelazada a los intereses capitalistas de Estados Unidos. El TLCAN resultó de negociaciones trinacionales, entre Canadá, México y Estados Unidos, con el principal afán de privatizar los ejidos mexicanos. En 1992 “nearly half of Mexico’s total land mass is held in 28,000 ejidos, occupied by more than 2.5 million farmers”.26 A la cabeza de esta planificación neoliberal se encontraban el expresidente Carlos Salinas de Gortari y la Cámara de Diputados mexicana. Apelando a una supuesta insuficiencia y baja en la productividad comercial y el supuesto deterioro del nivel de vida, estos políticos son responsables de la iniciativa para modificar el artículo 27. Al reconocer la amenaza que estos cambios representaban para su estilo de vida, el primero de enero de 1994 los zapatistas se alzaron en armas. Millones de indígenas se han visto obligados a abandonar sus tierras por este tipo de ataques en contra de su estilo de vida; los cuales se extienden hasta el presente. Por el momento, el resultado final sigue siendo una incógnita y el TLCAN continúa en pláticas de renegociación. El alcance y extensión de la privatización en México es impredecible ya que, al igual que Afganistán, Irán y Venezuela, México cuenta con vastas riquezas geográficas y minerales que no pueden ser ignoradas por los capitalistas estadounidenses.

Con la versión inicial del TLCAN se detonó un proceso de importación de maíz estadunidense. Debido a los subsidios agrícolas en este país, se abarató el precio del maíz mexicano obligando a los campesinos ejidatarios al cese de cultivo de sus tierras.27 La llegada del TLCAN a México también introdujo compañías agrícolas estadounidenses como Monsanto. “The Monsanto Corporation has won the right to begin planting genetically modified (GMO) corn in Mexico’s Yucatan Peninsula. Although the company touts higher crop yields and new drought resistant vegetables, their presence has been met with vehement opposition in Mexico and in other countries with unfavorable relationship with the largest developer of genetically modified crops. Corn was first domesticated in Mexico some 10,000 years ago, and introducing GMO corn crops would likely disrupt and permanently change a long running history of corn cultivation by small, independent farmers”.28 La incursión de compañías como Monsanto elevó el riesgo económico y vivificó la problemática cultural que representaba el TLCAN; esto provocó un vehemente resurgimiento de la lucha social y resistencia física de grupos ambientalistas y de campesinos mexicanos.

LOS TRES ÚLTIMOS CAPÍTULOS

Hace ya más de ciento cincuenta años que los inmigrantes mexicanos han vivido entre las entrañas de dos monstruos, Estados Unidos y México. Por ello, el rechazo de la oligarquía de ambos países y la pretensión sistemática de borrar sus testimonios es una amenaza latente en contra de la verdad. En su experiencia pervive una historia de resistencia y una narrativa particular de la que se puede aprender mucho. El activismo y conciencia obrera de los inmigrantes mexicanos y centroamericanos, tanto como el de sus familias, se remonta más allá de sus vidas en Estados Unidos. En ellos conviven memorias de la Revolución mexicana y otras luchas sociales a raíz de un cariño sinigual por la tierra, lo que ha sido tema de tantos corridos y dichos populares. Es precisamente con base a esta tradición desde donde parte el contenido de los capítulos 11 y 12.

El capítulo 11 cubre las grandes migraciones de las décadas de 1970 y 1980 y los motivos que empujaron a millones de mexicanos hacia Estados Unidos. Bajo el mismo criterio, el capítulo también presta atención a los efectos de la desindustrialización de los Estados Unidos durante esas décadas. También resulta necesario observar cómo las gestiones contrarrevolucionarias financiadas por el gobierno estadounidense en varios países latinoamericanos empujaron a cientos de miles de refugiados hacia los Estados Unidos; tal como la guerra contra el narcotráfico durante la gestión de Richard Nixon que promovió la intervención estadounidense tanto en Colombia como en América Central. Estas guerras civiles se manifestaron con mayor intensidad en El Salvador, Guatemala y Nicaragua. En la década de 1970, un millón de mexicanos inmigraron a los Estados Unidos, pero el flujo de inmigración solo se aceleró en la década de 1980 cuando la crisis del colapso de la banca mexicana detonó el proceso de privatización de la economía mexicana y el surgimiento de una clase billonaria liderada por Carlos Slim; desde entonces, México se mantiene preso del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Estos factores de empuje migratorio coinciden con las fuerzas gravitacionales de la industria ligera que, siendo plantas de explotación laboral, en lugares como Los Ángeles, California, aprovechaban la mano de obra barata del inmigrante para competir con Los Tigres manufactureros de Asia. No obstante, la comunidad inmigrante en Estados Unidos luchó contra esa explotación laboral y eligió el camino de la sindicalización. Es así como en la década de 1980 concomitantemente la inmigración rescató la economía de muchas ciudades estadounidenses y estimuló el desarrollo de una conciencia de clase entre la comunidad mexicana y mexicoamericana.

El capítulo 12 cubre el periodo desde 1990 al 2016. El material del capítulo incluye la histeria antinmigrante, como el caso de la propuesta estatal de California, la Propuesta 187, y la adherencia de movimientos anti-nativistas a la agenda de lucha de grupos en pos a derechos de los inmigrantes. En este periodo también se hace visible un creciente interés por la inmigración de parte de las elites mexicanas y estadounidenses. Sobre todo, se revela su interés por la inmigración a causa de su dependencia económica. Si en el presente se suspendiese la inmigración, las economías tanto de México, Centro América y Estados Unidos se desestabilizarían gravemente. Solo basta contemplar que en el 2014 México recibió 23,4 millones de dólares en remesas. Según el Pew Research Center, “Overall remittances to Mexico –nearly all of which come from the U.S.– are estimated to total $22 billion in 2013, according to the World Bank, compared with $10.2 billion in 2000”.29 Después del petróleo, las remesas son la segunda fuente de mayor ingreso capital al país. El capital que de un modo ha ayudado a estabilizar a la economía mexicana es el resultado de la labor de obreros que a su vez pagan impuestos en Estados Unidos. La economía mexicana y centroamericana colapsarían sin tales remezas, mientras que la economía estadounidense se paralizaría sin tales inmigrantes.30 Sin embargo, la demanda de drogas generada por el consumo estadounidense hace que estas naciones sean más susceptibles al tráfico de drogas y, en ocasiones, por ello la conversación sobre las fronteras tiende a alejarse del inmigrante. Un aspecto importante de las remezas es que ha impulsado la proactividad política con la que el gobierno mexicano presta mayor atención a la defensa de los derechos del inmigrante. Como tal, el inmigrante se ha convertido en un activo económico importante para el país; sin embargo, siete de cada diez latinos que enviaron dinero a casa indicaron que para el 2008 la cantidad enviada era menor a comparación con años anteriores. La recesión económica del 2008 en Estados Unidos no solo tuvo impactó en las remezas, sino que también afectó el flujo migratorio de México a Estados Unidos provocando un fenómeno económico que reveló la importancia y dependencia que se tiene por el (in)migrante. Entre la narrativa de este periodo también se le da seguimiento a la temática de la lucha social del mexicano en Estados Unidos, como es el caso de los soñadores.

Por último, el capítulo 13 es una continuación del capítulo 12. Este último capítulo trata el tema del progreso colectivo en parámetros de la ilusión de pertenecer como conjunto a la clase media y haber logrado sobresalir en la sociedad estadounidense. El material de este capítulo no es conclusivo, sino, más bien, es un proceso en marcha que observa el impacto de la privatización social, en donde todo está a la venta, advirtiendo en contra de los escollos socioeconómicos que esto representa en general, pero particularmente para los latinos. Precisamente, el presidente Ronald Reagan le dio vida a este sistema neoliberal, que años antes ya se había plasmado en el objetivo de MONOPOLY, el juego de mesa que Elizabeth Magie inventara en la década de 1880 bajo el nombre The Landlord’s Game. Este juego tenía como meta ser una demostración práctica del “land-grabbing with all its usual outcomes and consequences”, un juego donde las personas no tienen más opción que la de terminar en bancarrota o en una cárcel.31

1 José Martí a Manuel Mercado, Cartas de José Martí, Campamento de Dos Ríos, 18 de mayo de 1895. http://www.damisela.com/literatura/pais/cuba/autores/marti/epistolario/mercado/1895_05_18.htm

2 Rodolfo F. Acuña, Corridors of Migration: The Odyssey of Mexican Laborers, 1600-1933, Tucson: University of Arizona Press, 2007.

3 J. V. Stalin, Marxism and the National Question, https://www.marxists.org/reference/archive/stalin/works/1913/03a.htm

4 Afshin Yaghtin, “What is DoubleSpeak?”, abril 27, 2014. http://www.doublespeak.us/what-is-doublespeak/

5 Krystof Kozak, “Are Immigrants Disloyal? The Case of Mexicans in the U.S”, European Journal of American Studies, Vol 4, No 2 | 2009: Otoño 2009. https://ejas.revues.org/7629

6 Cameron Smith, “Obama’s DREAM Act by executive action results in an immigration nightmare: opinion”, AL.com, julio 13, 2014. http://www.al.com/opinion/index.ssf/2014/07/obamas_dream_act_by_executive.html

7 “Fast growth of Latino population blurs traditional U.S. racial lines”, New York Daily News, marzo 17, 2013, http://www.nydailynews.com/news/national/fast-growth-latino-population-blurs-traditional-u-s-racial-lines-article-1.1291138

8 Betsy Guzman and Eileen Diaz McConnell, “The Hispanic population: 1990-2000 growth and change”, Population Research and Policy Review 21: 109-128, 2002. Jens Manuel Krogstad and Mark Hugo Lopez, “Fact Tank-Our Lives in Numbers: Hispanic population reaches record 55 million, but growth has cooled”, Pew Research Center, junio 25, 2015. http://www.pewresearch.org/fact-tank/2015/06/25/u-s-hispanic-population-growth-surge-cools/

9 Jean-Paul Salamanca, “President Obama’s Free Community College Plan Could Affect Millions of Latinos Nationwide”, Latin Post, Jan 11, 2015. http://www.latinpost.com/articles/31347/20150111/president-obamas-college-tuition-plan-affect-millions-latinos-nationwide.htm Richard Fry and Mark Hugo Lopez, “College Graduation and Hispanics”, Pew Research Center, agosto 20, 2012. http://www.pewhispanic.org/2012/08/20/iv-college-graduation-and-hispanics/

10 Deborah A. Santiago, Emily Calderón Galdeano, “Latino College Completion: United States”, Excelencia In Education, abril 2014. http://www.edexcelencia.org/research/college-completion/united-states

11 Jens Manuel Krogstad, “Fact Tank-Our Lives in Numbers: Hispanics punch below their weight in midterm elections”, Pew Research Center, abril 2, 2014. http://www.pewresearch.org/fact-tank/2014/04/02/hispanics-punch-below-their-weight-in-midterm-elections/

12 Danielle Kurtzleben, “The Ballooning Importance of The ‘Latino Vote’”, npr, mayo 20, 2015. http://www.npr.org/sections/itsallpolitics/2015/05/20/407954553/the-ballooning-importance-of-the-latino-vote-in-three-charts

13 Ibid.

14 Alan Gómez, “U.S. births, not immigration, drive Hispanic population growth”, USA TODAY, abril 29, 2014. http://www.usatoday.com/story/news/nation/2014/04/29/us-born-hispanics-overtake-immigrants/8456933/

15 Ana Gonzalez-Barrera and Mark Hugo Lopez, “A Demographic Portrait of Mexican-Origin Hispanics in the United States”, Pew Hispanic Center, mayo 1, 2013. http://www.pewhispanic.org/2013/05/01/a-demographic-portrait-of-mexican-origin-hispanics-in-the-united-states/

16 Anna Brown and Eileen Patten, “Hispanics of Argentinean Origin in the United States, 2011”, Pew Research Center, junio 19, 2013. http://www.pewhispanic.org/2013/06/19/hispanics-of-argentinean-origin-in-the-united-states-2011/

17 Fuente: CIA Factbook https://www.cia.gov/library/publications/the-world-factbook/rankorder/2119rank.html.http://www.distancefromto.net/distance-from/United+States/to/

18 Mark Hugo Lopez, Ana Gonzalez-Barrera and Danielle Cuddington, Diverse Origins: The Nation’s 14 Largest Hispanic-Origin Groups, Pew Research Center, junio 19, 2013. http://www.pewhispanic.org/2013/06/19/diverse-origins-the-nations-14-largest-hispanic-origin-groups/

19 Rodolfo Acuña, América ocupada: los chicanos y su lucha de liberación, México: Ediciones Era, 1976.

20 Jeffrey N. Wasserstrom, “Eurocentrism and Its Discontents”, Perspectives on History, enero 2001. https://www.historians.org/publications-and-directories/perspectives-on-history/enero-2001/eurocentrism-and-its-discontents

21 Lesley Byrd Simpson, Many Mexicos, Berkeley: University of California Press; 4 edition, 1960.

22 Enrique Olvera, “La gastronomía mexicana, el nuevo petróleo”, El Economista [Ciudad de México] 20 mayo 2013.

23 Ibid. They formed an international forum of worldwide chefs of this cuisine. “Mesamérica inicia hoy en el Foro Blackberry con algunos de los mejores chefs del mundo, como Jordi Roca del restaurante Celler de Can Roca, según la lista de San Pellegrino. Además de verdaderos rock stars de la cocina, como René Redzepi de Noma (Dinamarca); Andoni Luis Aduriz con Mugaritz (España); Alex Atala del D.O.M., Brasil; Massimo Bottura y su Osteria Francescana (Italia) y Gastón Acurio del famoso Astrid y Gastón en Perú, entre muchos otros. De México estarán presentes Enrique Olvera de Pujol (restaurante número 17 del mundo, según San Pellegrino); Pablo Salas y su Amaranta; Gerardo Vázquez Lugo con Nicos y Jorge Vallejo y Quintonil, entre muchos otros”.

24 Maud Irène Tenaillon and Alain Charcosset. “A European Perspective on Maize History”, Comptes Rendus-Biologies, 334.3 (2011): 221-228.

25 Sally Kohn, “Migration and Corn”, Huffington Post, mayo 25, 2011. http://www.huffingtonpost.com/sally-kohn/migration-and-corn_b_48801.html

26 “Ejido Reform and the NAFTA”, Fabsf Weekly Letter, Number 92-34, octubre 2, 1992.

27 Rodolfo F. Acuña, The Chickens Will Come Home to Roost, Dos Centavos.net., mayo 23, 2014. http://doscentavos.net/2014/05/23/3rd-centavo-acuna-our-politicos-have-sold-us-out/. David Bacon, The Children of NAFTA: Labor Wars on the U.S./Mexico Border, Berkeley: University of California Press, 2004. David Bacon, “When NAFTA was passed two decades ago, its boosters promised it would bring “First World” status for the Mexican people. Instead, it prompted a great migration north”, Political Research Associates, octubre 11, 2014. http://www.politicalresearch.org/2014/10/11/globalization-and-nafta-caused-migration-from-mexico/

28 Martin Michaels Follow, “Mexican Farmers Fear Losing Traditions, Livelihood as Monsanto Wins GMO Planting Rights”, Mint Press News, julio 25, 2012. http://www.mintpressnews.com/mexican-farmers-fear-losing-traditions-livelihood-as-monsanto-wins-gmo-planting-rights/33621/

29 D’Vera Cohn, Ana Gonzalez-Barrera and Danielle Cuddington, “Remittances to Latin America Recove–but Not to Mexico”. Pew Research Center, noviembre 14, 2013. http://www.pewhispanic.org/2013/11/14/2-remittance-trends/

30 “Workers’ Remittances to Mexico”, Business Frontier, Issue 1, 2004, Federal Reserve Bank of Dallas, El Paso Branch. “Workers’Remittances to Mexico”, Business Frontier, FEDERAL RESERVE BANK OF DALLAS EL PASO BRANCH ISSUE 1 (2004), http://www.dallasfed.org/assets/documents/research/busfront/bus0401.pdf

31 Edward J. Dodson, “How Henry George’s Principles Were Corrupted Into the Game Called Monopoly”, Understanding Economics, diciembre, 2011. http://www.henrygeorge.org/dodson_on_monopoly.htm

Prefacio(Primera edición)

América ocupada nació a partir de mi convicción de que la historia de los chicanos en Estados Unidos debe ser reexaminada. El marco de mi trabajo ha sido la lucha de los chicanos1 por su liberación puesto que, siendo yo mismo chicano, he sufrido las injusticias de esta sociedad supuestamente democrática; he visto que en Estados Unidos las personas de extracción mexicana son prisioneras, en un sentido muy real, del sistema que las convierte en ciudadanos de segunda clase. Como historiador, quería saber qué es lo que ha sucedido en los últimos ciento veinticuatro años que ha mantenido a los chicanos en el extremo más estrecho del proverbial embudo. Las explicaciones tradicionales de racismo, origen y explotación económica proporcionaban, en mi opinión, solo una respuesta parcial. Otros grupos han sido víctimas de tales fuerzas, pero con la obvia excepción de los indios y los negros, se las han arreglado para alcanzar un grado de aceptación y autodeterminación mucho mayores que las de los chicanos.

A medida que progresaba mi investigación, llegué a convencerme de que la experiencia de los chicanos en Estados Unidos es equiparable a la de otros pueblos del Tercer Mundo que han padecido bajo el colonialismo de naciones tecnológicamente superiores. Así pues, la tesis de esta monografía es que los chicanos en Estados Unidos son un pueblo colonizado. La conquista de los mexicanos, la ocupación de su país, y la constante opresión que han sufrido documentan esta tesis. La historia que contemplamos es la de un grupo de seres humanos que colectivamente, han sido perdedores en una sociedad que solo ama a quienes ganan.

Obviamente, este texto será muy útil, tanto en los cursos dedicados a los estudios chicanos, especialmente en aquellos que prestan particular atención a la historia chicana, como en cursos generales sobre historia de Estados Unidos, historia del suroeste estadounidense, e historias de los estados de California, Texas, Arizona y Nuevo México. Pero el material encerrado en este libro no se limita a ninguna disciplina en particular. Aunque su enfoque es primordialmente histórico, educadores, sociólogos, especialistas en ciencias políticas –así como los lectores interesados en general– encontrarán mucho material pertinente para sus campos particulares de interés. Así este libro también puede ser utilizado en clases de gobierno de Estados Unidos o ciencias políticas, estudios sobre minorías étnicas en sociología, y cursos de historia de la educación.

He dividido el material en dos partes. La primera se concentra principalmente en el siglo XIX y la usurpación estadounidense del noroeste mexicano, el ahora suroeste de Estados Unidos, con capítulos separados dedicados a los cuatro mayores estados de la zona. La segunda parte gira en torno a las experiencias de los chicanos en el siglo XX, comenzando por los intentos para restringir la inmigración mexicana y siguiendo hasta la década de 1970 y el desarrollo del movimiento. La introducción general y las introducciones a cada una de las dos partes dan un panorama más detallado de los capítulos que siguen. Las numerosas notas pueden servir como bibliografía para lecturas posteriores, por lo que el libro puede adaptarse a cursos trimestrales, semestrales e incluso de mayor duración.

Sé que no todos aceptarán la perspectiva que plantea este libro. Incluso mientras realizaba mi investigación y escribía, tuve que enfrentarme constantemente al resentimiento que sentía, un resentimiento generado por el relato de la cruel y brutal explotación que veía desarrollarse. Pero tengo la esperanza de que incluso quienes no estén de acuerdo conmigo puedan considerar el “otro lado” y tal vez aumenten su conciencia de que los ideales de justicia e igualdad de este país aún no son una realidad. Actualmente hay más de siete millones de chicanos en Estados Unidos, y no pueden ser ignorados.

Desearía expresar mi agradecimiento a las personas que me ayudaron a sensibilizarme ante este problema. Sería imposible hacer una lista de todas ellas dentro de los límites de este prefacio. Mi participación en el Departamento de Estudios Chicanos en el San Fernando Valley State College (ahora Universidad del Estado de California en Northridge) ha sido inestimable. La lucha común con los estudiantes, la comunidad y la facultad para sobrevivir ha singularizado mis puntos de vista. La ayuda de Avie Hernández, Marta Arce y otros facilitó considerablemente la redacción. La revisión de Carlos Cortez, profesor de la Universidad de California, Riverside, y sus críticas constructivas a mi primer borrador ayudaron a encaminar el trabajo. Estoy particularmente en deuda con mi director editorial de producción, Gracia Alkema, que fue severa y que muchas veces me hizo enojar, pero que continuamente me obligó a definir mis términos y a aclarar conceptos. Por último, pero, sobre todo, quiero dar las gracias a mi familia: mis padres, mis dos hijos y especialmente a mi mujer. Los desatendí mientras escribía esta monografía. Espero que, a través de la comprensión de la colonización de los chicanos, pueda hacerme más humano para con ellos, así como para con los demás.

Rodolfo AcuñaNorthridge, California, septiembre, 1972

1 Hoy el termino más usado para describir al chicano es mexicoamericano, aunque el gobierno y la clase media mexicoamericana quieren popularizar Hispanic o Latino.

Prefacio(Segunda edición en español)

La segunda edición en español de América ocupada sirve para actualizar al lector en materia de la reciente historia del mexicoamericano y su fluctuante ascendencia socioeconómica. A 50 años de la primera publicación de Occupied America (1972), y a pesar de tantos cambios, las dificultades y las virtudes de los mexicoamericanos siguen siendo muy similares. A mis casi 90 años, las batallas se libran en diferentes planos, pero la perseverancia y el amor propio siguen siendo parte de quién soy y de mi labor como historiador. América ocupada se funda en ese mismo ideal de autocrítica y compromiso con la historia. Con esta edición me gustaría dejar testamento de varias cosas importantes para mí como chicano, educador, historiador y miembro de una familia.

Ante todo, le doy el profundo agradecimiento a mi principal apoyo, mi esposa, Guadalupe Acuña Compeán, y a mi hija, Ángela Acuña. Ellas son el eje principal de mi producción académica, me facilitan su vida apoyándome para yo dedicar la mía a mi compromiso con la historia. Gracias a Nephtalí de Léon y a Léo Limón (https://leolimon.com/) por sus contribuciones al arte Chicano y por permitirnos usar sus dibujo para la portada y el inicio. La imagen de Nephtalí de León representa la fuerza de los migrantes cósmicos. El dibujo de Léo Limón simboliza varios elementos importantes para el chicano, el símbolo nahui ollin que significa movimiento, el penacho que representa nuestro orgullo y el reconocimiento de nuestras raíces indígenas en el continente, y el lápiz curvado que representa los retos y el proceso de reescribir la historia fuera de la linealidad de la narrativa hegemónica. Asimismo, agradezco a los estudiantes y colegas que son parte de esta historia. Particularmente, le doy las gracias a José Juan Gómez-Becerra, quien fue mi estudiante en CSU, Northridge, miembro de MEChA de CSUN, y ahora profesor e investigador en Eastern Kentucky University. José Juan es parte de las nuevas generaciones de pensantes y activistas chicanos, y un ejemplo del lugar que deben tener en nuestra historia. Como educador e historiador, me siento orgulloso de saber que José Juan, un chicano de Compton, ha llegado a traducir y preparar esta segunda edición en español de América ocupada.

El trabajo del historiador es recopilar información y, en lugar de inducir, deducir argumentos que muestren las contradicciones en las que recae la sociedad; ahí es donde nacen las nuevas ideas. No muchos estarán de acuerdo con mi crítica a la inteligencia chicana, quienes son herederos de programas de estudios chicanos y de un sistema educativo que pretende ser mucho más inclusivo de lo que lo fue con las generaciones anteriores. Sin embargo, estas mismas instituciones no toleran las ideas que reten sus estructuras de poder internas y que atenten contra la privatización de la educación superior; este es el reto al que se enfrentan los estudios étnicos. Consecuentemente, la inteligencia chicana existe dentro de una muy peligrosa contradicción: la privatización de las universidades crea nuevos puestos administrativos, a los que pueden aspirar tanto la inteligencia como la clase media chicana, y concomitantemente desmantela el nucleo comunitario de los programas de estudios étnicos y programas académicos pioneros en la lucha por mayor acceso y admisión de los mexicoamericanos a las universidades. El intelectual chicano se ve atrapado entre la complacencia de un sistema que lo admite y la necesidad de crear cambios estructurales que lleven a la liberación absoluta de un pueblo colonizado. En este dilema, tanto la privatización como un sector de la inteligencia chicana atentan contra el progreso y bienestar del pueblo chicano y en contra de los avances logrados por las luchas de las décadas pasadas.

No hace falta recalcar que la privatización es un problema interseccional de clase, pero es necesario recordar la particular importancia de esta para un pueblo que a través de la historia ha sido tildado como un problema y tratado como un vecino indeseable. Un dicho famoso nos recuerda que “el muerto y el arrimado a los tres días apesta”, y no hace mucho que los colegas anglosajones se quejaban de los nuevos profesores de color y su presencia en los recintos universitarios. Basta recordar la conocida anécdota de un profesor chicano que entró por primera vez al comedor del profesorado para escuchar a sus colegas comentar que pronto habría un problema con las moscas. Ahora, algunos chicanos son parte de este problema. Manteniéndose ajenos a la memoria histórica colectiva, la nueva representación administrativa y política mexicoamericana no ha tenido el impacto esperado y, en ocaciones, es complice del desmantelamiento de los estudios chicanos.

La privatización involucra los mismos elementos raciales que han sido parte de la historia de racismo xenofóbico hacia el mexicano. Son esos los cimientos en los que se erigió Donald Trump. El vecino indeseable ahora es el colega indeseable, o bien, son los renteros de las zonas urbanas que están bajo la mira de la gentrificación. El actual desalojo de los residentes de los barrios chicanos evoca la destrucción de Chávez Ravine recordándonos que la comunidad chicana está bajo acecho. Tanto en las universidades como en las grandes ciudades a lo largo del país, la destrucción de estos espacios implica la desarticulación de redes de apoyo cultural y social que han servido para sustentar el progreso colectivo e individual mexicoamericano. La privatización de las universidades es un problema que afecta al obrero del mundo, y es sin duda una de las luchas que han de librar las generaciones venideras de chicanos.

La gentrificación, las redadas de indocumentados, y la eliminación de estudios mexicoamericanos, no son tan diferentes una de otra. Estas son tácticas de control social que impiden la independencia de pensamiento y la autodeterminación de un pueblo colonizado. La representación no es suficiente sin la incorporación, en una sociedad dominada por el mercado, las cifras hacen la diferencia. Los números hablan, y la población mexicoamericana promete seguir siendo el sector de mayor crecimiento; la complacencia y la falta de amor propio son su peor enemigo. Espero que, con esta segunda edición en español de América ocupada, el lector recuerde la importancia de la historia en la osadía de esperar el mañana. Con amor propio, para los que vienen. C/S.

Rodolfo AcuñaNorthridge, California, julio, 2021

Introducción

La historia puede oprimir o liberar a un pueblo. Durante más de ciento veinticuatro años han circulado en Estados Unidos generalizaciones y estereotipos acerca de los mexicanos. Adjetivos como traicionero, holgazán, adúltero, y términos como meskin, o greaser han llegado a ser sinónimos de “mexicano” en las mentes de muchos angloamericanos. Es muy poco lo que se ha hecho para descubrir las falsas premisas en las que se apoyan tales estigmas culturales y raciales. Los análisis incompletos o tendenciosos de los historiadores han perpetuado errores y formulado este tipo de mitos. El público angloamericano ha creído y favorecido el retrato del mexicano hecho por historiadores y comentaristas sociales, pintándolo como el “enemigo”. La tragedia es que los mitos han degradado a los mexicanos, no solo a los ojos de quienes se sienten superiores, sino también ante sus propios ojos.1

Muchos de estos mitos tienen su origen en el siglo XIX, cuando los angloamericanos empezaron a infiltrarse en el territorio mexicano de Texas. Fueron alimentados por los informes que estos angloamericanos daban de sus vecinos mexicanos, por el choque entre anglos y mexicanos en la revuelta de Texas de 1836, y la guerra mexicano-estadounidense que estalló en 1846. Los historiadores angloamericanos glorificaban y justificaban los actos de los hombres “heroicos” que “conquistaron el Oeste”, a expensas de los mexicanos, que luchaban por conservar su patria. El mexicano pasó a ser el intruso, y su posición subordinada en Estados Unidos después de 1848 se explicaba como el inevitable resultado del choque entre los dinámicos e industriosos angloamericanos y los mexicanos apáticos y culturalmente inferiores. Estos son mitos que deben ser recusados, no solo en bien de la justicia histórica, sino por otra razón aún más importante. Los mexicanos –los chicanos– que viven actualmente en Estados Unidos son un pueblo oprimido. Son ciudadanos, pero su ciudadanía es, en el mejor de los casos, de segunda clase. Son explotados y manipulados por quienes poseen más poder que ellos.2 Y, lamentablemente, muchos creen que el único camino para salir adelante en Angloamérica es “americanizarse” ellos mismos. El conocimiento de su historia, de sus contribuciones y luchas, la conciencia de que no fueron el “enemigo traicionero” que las historias angloamericanas pintan, puede devolver el orgullo y la propia estimación a un pueblo oprimido durante tanto tiempo. En pocas palabras, el conocimiento puede ayudarlos a liberarse.

En el espacio de este volumen sería imposible refutar los supuestos y las inexactitudes históricos suscitados en ciento veinticuatro años de historia del suroeste. Este texto, por lo tanto, no pretende ser una historia definitiva de los chicanos y su lucha de liberación. Por el contrario, –sirviéndome, tanto de registros públicos como de fuentes secundarias– intento sostener la tesis de que los chicanos son un pueblo colonizado en Estados Unidos. Confío en que el resultado sea una clara alternativa a las explicaciones tradicionales ofrecidas por los historiadores. Aún más, espero que la historia de la América ocupada enfocada al tema del angloimperialismo, impulse a los historiadores del sur global a emprender la monumental tarea de investigación básica que todavía debe realizarse en relación con el suroeste norteamericano y los chicanos. Luego, y quizá con mayor eficacia que yo, ellos podrán impugnar las conclusiones de otros historiadores.

Antes de analizar mi tesis sobre la colonización de los chicanos, quisiera aclarar varios puntos. Primero, el título de esta monografía puede parecer equivocado o falso. Muchos lectores alegarán que un título como México ocupado hubiera sido más correcto puesto que la monografía trata de la ocupación de un territorio que anteriormente perteneció a México. A pesar de que este argumento es válido, siento que América ocupada es más preciso porque “América” es la identificación que los europeos dan a dos continentes. Cuando más tarde el nombre fue adoptado por trece colonias, la designación “América” fue considerada como exclusiva propiedad de la nueva nación, y los ciudadanos de Estados Unidos se consideraron los “americanos”. Los chicanos, sin embargo, al igual que otros grupos, refutaron esta exclusividad y mantuvieron correctamente que todos los habitantes –tanto del continente septentrional, como del austral– son americanos y que indudablemente todo el hemisferio es América. Así, yo sostengo que el control angloamericano del territorio noroccidental de México es una ocupación parcial del hemisferio americano.

Aunque algunos lectores puedan considerarlo un asunto trivial, me veo impulsado a distinguir entre los americanos anglosajones y otros americanos en Estados Unidos. Por ello, he utilizado el término angloamericano, o simplemente anglo (derivado de anglosajón), para señalar esa distinción. De igual manera, me refiero a los pobladores estadounidenses de Texas como anglo-texanos, en contraste con la población nativa de Texas, que era india y mexicana. Segundo, algunos ciudadanos estadounidenses de extracción mexicana podrían objetar la identificación de “chicano” en el título, porque muchos de ellos se llaman a sí mismos simplemente mexicanos o mexicanas. Por otra parte, algunos –una minoría– se refieren a sí mismos como hispanoamericanos o latinoamericanos. Recientemente, el término mexicano-americano se ha hecho popular, siguiendo la tradición de formar palabras compuestas de otros grupos étnicos. Los angloamericanos promovieron el uso de esta denominación, y durante un tiempo pareció que sería universalmente aceptada. Pero durante los cuatro últimos años, los activistas han comenzado a impugnar esta identificación. Al principio, algunos simplemente descartaron el guion de mexicano-americano (mexicoamericano/mexicano) y rompieron simbólicamente con la tradición norteamericanizante. Otros trataron de identificarse con un nombre elegido por ellos mismos. Eligieron el término chicano, que a menudo se había empleado para designar a los mexicanos de clase baja. Aún cuando tenía connotaciones negativas para la clase media, los activistas lo consideraron un símbolo de resistencia y lo aceptaron porque planteaba una exigencia de autodeterminación. A mi juicio, ese identificarse a sí mismos es un paso necesario en el proceso de toma de consciencia, mediante el cual los chicanos pueden liberarse colectivamente.