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Este libro recorre y analiza la vida y la producción intelectual de Anna Freud, hija menor y heredera de Sigmund. Incluye además un conjunto de artículos y ensayos breves escritos por la autora entre 1990 y 2006, abarcando temáticas acerca del amor, la niñez, la igualdad de género, la homosexualidad, entrecruzadas con Peter Pan, Drácula, Lewis Carroll y momentos históricos de la realidad de la Argentina.
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Seitenzahl: 339
Veröffentlichungsjahr: 2016
Isabel Monzón
Anna Freud
Ese amor que ahora se atreve a decir su nombre. Y otros trabajos.
editado por
Ezequiel Glinsky
Editorial Autores de Argentina
Monzón, Isabel
Anna Freud / Isabel Monzón ; editado por Ezequiel Glinsky. - 1a ed. . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2015.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-711-401-0
1. Psicoanálisis. 2. Teoría Freudiana. 3. Feminismo. I. Glinsky, Ezequiel, ed. II. Título.
CDD 150.195
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail:[email protected]
Diseño de portada: Maximiliano Nuttini
Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini
Fotografías por Alberto Siless©2015
Para Emma, Theo, Sol y Eze.
Agradecimientos
Las lectoras y lectores, deberán disculparme por la larga lista de agradecimientos que tengo para muchas personas que me estimularon a escribir este ensayo.
En primer lugar al Dr. Marcelo Muntabski, a quien le debo el haberme enamorado del psicoanálisis. Ya que gracias a él leí el primer libro de psicoanálisis. A su hermana Estela Muntabski de Palacin quien desde adolescente me ayudó a leer ya que cuando se lee desde la adolescencia ese leer se hace ya una identidad de una misma.
También a mi hijo del alma y de mi cuerpo Ezequiel, por ser como es, porque me estimula de manera permanente y hace más hermosa la vida y mi existencia. A Sol, mi nuera que tal cual dice su nombre ilumina mi vida, la de mi hijo, la de mis dos nietos hermosos, Emma y Theo, mis quitapenas. También dedico este ensayo a mi hijo del alma Fernando, gran abogado.
A Elisabeth Young Bruel, porque con su biografía sobre Anna Freud no solamente descubrí el mundo de Anna Freud sino que, además me dio valiosos aportes a través de los cuales logré encontrar el camino para hacer mi propio texto.
A Tamara Kamenszain, mi maestra de escritura, porque con su paciencia y su talento supo señalar el lugar del bloqueo y la incertidumbre.
A Diana Bellessi.
A mi amiga Maria Gabriela Mizraje.
A mis pacientes y ex pacientes quienes me dieron la oportunidad de conocer el alma humana.
A mis amigas argentinas y uruguayas, a Iris Peña y Ana Maria Araujo y a la hija de mi amiga Estela, quien me tradujo el texto Gaby, “Sobre el hecho de perder y ser perdido” y a Doris Hajer quien en uno de sus viajes me consiguió ese ensayo, Doris es también una de las introductoras de este libro, junto a mi amigo Jorge Horacio Raices Montero y la Comunidad Homosexual Argentina.
También a quienes me cocinan rico y sano todos los días. Y a quienes me acompañan todos los días y hacen mi vida agradable. En especial a Mary.
A mis sobrinas Patricia, Florencia, Maria Eva y Veronica, y a mi sobrino Ignacio.
También a quienes nunca podrán leerlo, mi madre Olga Gliozzi de Monzón, mi querida tía Aída, mi querido tío Esteban Amorena.
A todos ellos, les digo: ¡Gracias!
Prólogo
Colaborar con mi mamá en la publicación de este libro me permitió aprender y profundizar en sus ideas, sus pensamientos, su memoria, su amor por sus pacientes y por el psicoanálisis, y su profundo amor por la vida y por la libertad. Me llevó de nuevo a mi infancia y a mi adolescencia, me reconectó con recuerdos que me marcaron y que también explican mi identidad y muchas pasiones propias.
Recuerdo a mi mamá en nuestra casa en la calle Sánchez de Bustamante, la recuerdo en extensas conversaciones con colegas y con amigas, por teléfono y en persona, en reuniones y en cumpleaños donde yo era un invitado más, muchas veces el único varón. Ayudarla con este libro me recordó los muchísimos momentos en los que yo preguntaba y ella respondía llenísima de energía, así revivo nuestras charlas, y revivo mi crecimiento. Fue una experiencia muy fuerte que aprendí a disfrutar, que aún extraño hoy en un presente muy distinto a aquél – tengo dos hijos y ahora también estoy aprendiendo a ser padre con la felicidad y la historia de haberme nutrido de una madre sensacional.
Mi mamá me ha dado mucho más que la vida. Me enseñó a pensar, me ayudó a sentir, y no hay palabras en el mundo suficientes para agradecerle lo que hizo por mí.
Espero disfruten el libro, y que les permita conocer y encontrarse (incluso re-encontrarse) con mi mamá.
Ezequiel Glinsky
‘I am true Love, I fill
The hearts of boy and girl with mutual flame.’
Then sighing, said the other ‘Have thy will,
I am the Love that dare not speak its name.’
“Soy el Amor verdadero, yo lleno
los corazones de muchacho y muchacha con llama mutua”
Luego suspirando, dijo el otro,
“soy el Amor que no se atreve a decir su nombre”
Lord AlfredBruce Douglas (1870-945)
Índice
Agradecimientos
Prólogo
Introducción
Anna
Dorothy
Las rarezas de Anna
Lindas historias con héroes
Una educación schreberiana
El derecho al secreto
La persecución del eso
Peculiares, soñadores, sensitivos
Censurar, no publicar
Renuncia altruista
Teoría traumática
Abuso sexual contra menores
La madre rechazante
Sexualidad femenina
Sobre el hecho de perder y ser perdido
La escuela vienesa versus las “invasiones” inglesas.
Martha Bernays
La primera madre verdadera
Las señoras de los anillos
Dorothy Burlingham
Anna y Dorothy: “Si yo encontrara un alma como la mía”
A la distancia y por escrito
La soltería
¿Lesbianas?
Una isla para dos
El adiós a Dorothy
Selección de otros escritos
Créale otra vez a su neurótica, doctor Freud
Teoría de la seducción
FERENCZI: LENGUAJE DE TERNURA Y LENGUAJE DE PASIÓN
El complejo de Casandra
Bibliografía
Prohibido suicidarse en primavera
El frío de la depresión
La primavera y sus brotes
De qué huir
Drácula no ha muerto
Drácula y la pareja
La seductora vampiresa
Padres vampirizantes
Matar a Drácula
Hay parejas que matan
La personalidad del vampiro
Características de personalidad de la víctima
Simbiosis, vampirismo y amor
¿Por el bien de la patria?
La mirada de los otros
Cuando el espejo se opaca
Avatares del espejo
El eterno retorno de Peter Pan
12 el 7 de mayo de 1992
La historia de Wendy
El síndrome de Peter Pan
En contra de los mandatos
sufrir
Alicia en el país de las pesadillas
Esa aventura escarlata: el amor lesbiano
Vestirse de varón
Heterosexualidad obligatoria y subjetividad lesbiana
Vita y Virginia
Sangre y sectas: La religiosidad como esencia humana
Ordeno: No me mires a los ojos
Del diván a la astrología
El olvido del cuerpo y del alma
Entrevista I
Isabel Monzón
Intereses creados
La fuerza del deseo
Esas voces esperanzadas de mujeres que ninguna violencia pudo silenciar. PoesÍa y resistencia en la obra de Ingeborg Bachmann
Los Vulnerables navegan por Internet
De cacerolas y cacerolazos, 31 de diciembre de 2001
Nuestro país es muchos países
De Doncellas, Amor, Terror y Muerte
Ingmar Bergman, El huevo de la serpiente.
Muerte Y Terror
Qué es el amor
Prisiones, perversión y abuso de poder
Depresión-mujer, una funesta pareja
Paula, la pureza cruel o la libertad profanada
Síntesis del cuento.
Aproximación psicoanalítica
Entrevista: Acerca de la maternidad en parejas lesbianas
La maternidad, un verdadero desafío
Introducción
Anna
La no deseada, el “patito feo” de la familia, fue, sin embargo, la heredera de su padre. Llevó adelante “La Causa” durante toda la vida. Parecía la diosa Atenea, naciendo orgullosa y aguerrida de la brillante cabeza del Zeus - Freud. Anna, la menor de los seis hijos de Martha y Sigmund, fue la Antígona, la hija soltera, la designada para acompañar a su padre hacia el exilio y cuidarlo durante la enfermedad. Pero fue también la casi ignorada autora, para el psicoanálisis argentino dogmatizado primero por Melanie Klein y luego por Jaques Lacan, de riquísimas teorizaciones acerca de la psicología infantil, la crianza y educación de niños. Ella aportó al psicoanálisis de la infancia todo aquello que su padre ignoraba. Pero, además, no fue solamente una clínica y una teórica de la terapia psicoanalítica sino la trabajadora social que, junto con su compañera y pareja Dorothy Burlingham, durante y después de la guerra, creó guarderías para criaturas desamparadas.
Anna nació en Viena el 3 de diciembre de 1895 y murió en Londres durante la madrugada del 9 de octubre de 1982.
Era el sexto embarazo de Martha Bernays en un lapso de ocho años, ya que la primera hija, Mathilde, había nacido en 1887. Anna decía que si sus padres hubieran podido utilizar algún método anticonceptivo, ella no habría visto la luz. Después de cinco niños, su madre estaba agotada. ¿Habrá sido esta la razón por la cual, en pleno puerperio, se fue de vacaciones sin ninguno de sus hijos?. Annerl - sobrenombre con que la familia bautizara a la hija menor de Freud - fue criada a biberón y por una niñera española, su muy amada Josefina Chulez. Su “primera madre psicológica”, según decía la propia Anna. Josefina se casó y dejó de trabajar para los Freud cuando la niña terminó su primer año escolar. Para Anna siempre continuó siendo “mi vieja niñera, la relación más antigua y más genuina de mi niñez”.
Desde pequeña tenía un carácter intrépido asociado con las prerrogativas de los varones y, sobre todo, con el carácter aventurero de su padre. Ella debía hacerse un lugar propio en esa numerosa familia. Si Sophie y Mathilde eran adoradas por Freud como femeninas, a Anna iba a preferirla por su natural díscolo y travieso -Unartigkeit- y por su carácter insolente e intrépido por el que la había bautizado como suSchwarzer Teufel(demonio negro).
Dorothy
Buscando la tan anhelada armonía y suponiendo que la iba a encontrar en el psicoanálisis, tomó a sus cuatro hijos y partió hacia Viena. Todo tenía que hacerse a escondidas de Robert Burlingham, su esposo, quien desde hacía muchos años padecía una grave y tortuosa enfermedad mental. Nosotros nos preguntamos si Robert no sería un violento.1
Dorothoty Trimble Tiffany Burlingham cruzó el Atlántico en la primavera de 1925, dejando atrás las costas de su país, Estados Unidos, en donde había nacido. Hija del millonario del cristal Louis Confort Tiffany y de Louise (Lou) Wakeman Knox - una feminista e intelectual que murió en 1904, cuando la niña tenía trece años - al llegar a Viena Dorothy recurrió a Theodor Reik para su terapia personal y a Anna Freud como psicoanalista para sus hijos. A partir de aquel momento las vidas de ambas quedaron unidas en una relación amorosa.
Sea porque la nueva amiga de su hija le cayó desde el principio muy simpática, sea porque a partir de 1927 pasó a ser el analista de Dorothy, o porque muy pronto se encariñó con los hijos de ella, Sigmund Freud, a quien Dorothy llamaba “el Profesor”, nunca estuvo ajeno al vínculo entre las dos mujeres. Más aún, la relación entre las familias Freud y Burlingham se hizo tan estrecha que Sigmund le escribió a Ludwig Binswanger: “Nuestra simbiosis con una familia norteamericana (sin marido), cuyos hijos mi hija está psicoanalizando con mano firme, se vuelve cada vez más fuerte, de modo que compartimos con ellos nuestros planes de verano”.2Para ese entonces Dorothy y sus cuatro hijos - a los que se les apodaba “the Four” - ya estaban instalados en un departamento en Bergasse 19, en un piso superior al de los Freud.
El contacto de Dorothy con el psicoanálisis comenzó en su pubertad. La mejor e íntima amiga de su madre, Julia de Forest, traduciendo del alemán al inglés, le leía a Louise La interpretación de los sueños mientras Dorothy, sentada a los pies de su madre y de Julia, escuchaba atentamente.
Mi querida Anna:
Veo que te sigues preocupando por tu futuro inmediato. Un aumento de un kilo y medio no te ha cambiado demasiado. Quiero tranquilizarte con respecto a todo esto y recordarte que el plan era enviarte a Italia por ocho meses para que regresaras redonda y a la vez realista y razonable. No nos atrevimos a confiar que una semana en Merano lograría esta transformación y por eso ya habíamos decidido cuando te marchaste que no te veríamos en Viena para la boda ni enseguida después. Creo que ahora te acostumbrarás lentamente a esta horrible perspectiva. La ceremonia puede realizarse perfectamente sin que estés aquí, o sin invitados, sin fiesta, etcétera, cosas que de todas maneras no te importan. Tus planes en cuanto a estudios pueden fácilmente esperar hasta que hayas aprendido a tomar tus deberes con menos seriedad. No te perderás nada. No puede sino beneficiarte el hecho de que por un tiempo seas una pequeña libre de todo cuidado que puede gozar de tan magnífico sol en medio del invierno. De manera que, estando segura de que tu permanencia en Merano no será interrumpida en un futuro inmediato, puedo decirte que todos nosotros nos regocijamos mucho con tus cartas pero que también no nos preocuparía si te sientes demasiado perezosa para escribir todos los días. También llegará para ti el tiempo del trabajo y las preocupaciones, pero ahora eres todavía demasiado joven.3
No sin dificultad y desde su impotencia, Anna debió someterse al tiránico dictamen paterno. El año nuevo trajo una carta irónica de Freud en la que expresaba su felicidad por el hecho de que Anna estuviera recuperando las fuerzas y la salud con el fin de asumir con empeño sus tareas de ‘hija única’ en tanto su predecesora, Sophie, desempeñaba por última vez el papel de hija. Pero unos días después, Anna sufrió una recaída.4En enero de 1913 la joven recibe de su padre otra carta que, según Young-Bruehl, no se conserva. Ella conjetura su contenido por la respuesta de la hija. Freud le habría dicho que sospechaba que Anna estaba muy alterada ante el casamiento de su hermana. Para calmarla, le sugería que tal vez estaba celosa de Max Halberstadt, por la habilidad con que él había sabido conquistar tan rápidamente el amor de Sophie, del cual Anna se había sentido siempre excluida.
Appignanesi y Forrester, sin embargo, citan el contenido de esa carta que, evidentemente, ellos sí encontraron, y que está fechada el 5 de enero:
Sabes que eres un pocorara5. Te he importunado con esto bastante tiempo y siempre con la esperanza de que lo superes. No me extrañó que recayeras con dolor de espaldas no bien empezaste a tejer -intentando con sentimientos ambivalentes terminar el regalo de bodas de Sophie. Ahora estás mal de nuevo y hasta donde puedo descifrar, tiene que ver con Max en Viena y la prometida (o repudiada) visita que ambos te harían durante la luna de miel. Tus viejos celos de Sophie, de los que tú, lo sé, no eres la única responsable - ella lo es mucho más - parecen haber sido transferidos a Max y atormentarte. ¿No estarás ocultando algo, quizás también a ti misma?
La sugestión de Freud encontró en Anna la más franca incredulidad, acota Young-Bruehl. En consecuencia, el 7 de enero Anna responde:
Querido papá:
Recibí hoy tu carta y de cualquier manera deseaba escribirte para agradecerte la carta anterior que me hizo muy feliz. Ahora me siento otra vez muy bien y espero queeso6que tuve no se repita; me pregunté de qué podría tratarse pues no estoy realmente enferma. En cierto modoesoirrumpe en mí y luego me siento muy cansada y me preocupo por toda clase de cosas que en otros momentos son perfectamente naturales, por ejemplo, el hecho de estar yo aquí y el hecho de que me pase todo el día sin hacer nada cuando no estoy enferma y cosas parecidas. He dejado de lado el bordado del mantel para Sophie y me desagrada pensar en tal cosa pues me gustaría haberlo terminado. Naturalmente, pienso con bastante frecuencia en el casamiento de Sophie pero Max me es indiferente porque para mí es un hombre completamente extraño; ni siquiera me gusta, pero seguramente no estoy celosa de él. Realmente no es muy amable el decirlo, pero me alegro que Sophie se case, porque nuestras interminables pugnas eran horribles para mí. Para ella no eran importantes, porque no le interesaba nada de mí, pero yo la quería mucho y siempre la admiré un poquito. Sin embargo, no puedo comprender por qué se casa con Max, a quien apenas conoce. Y tampoco puedo imaginar que la presencia de Max en Viena tenga algo que ver con mis sentimientos; realmente no sé por qué a veces me siento perfectamente bien y a veces no, y me gustaría mucho saberlo para poder hacer algo que me ayude. Me gustaría mucho ser razonable como Mathilde y no sé por qué en mí las cosas tardan tanto en aclararse. Realmente estoy muy bien, me gusta este lugar y cuando regrese a Viena podré volver a hacer todo lo que me gusta. Pero cuando tengo un día estúpido todo me parece mal; por ejemplo, hoy no puedo comprender cómo a veces todo pueda ser tan estúpido. No quiero volver a sentir eso, pues deseo ser una persona razonable o por lo menos llegar a serlo pero no puedo prestarme ayuda estando siempre sola. Cuando sentía algo parecido en Viena, siempre hablaba con Trude7sobre el asunto y entonces todo volvía a estar bien.
Por favor comprende que no te habría escrito todo esto (porque no deseo preocuparte) si tú mismo no me hubieras escrito como lo hiciste. Ahora ya me siento bien y ya verás que cuando regrese a Viena estaré fuerte y saludable porque, si así lo deseo, absolutamente así ocurrirá. (...)
Aquí las caminatas son mucho más hermosas que en Viena y te habría gustado todo si hubieras venido. Te envío muchos, muchos cariños y un beso; escríbeme pronto de nuevo pues llegaré a ser más razonable si tú me ayudas.
Tu Anna
PD. No puedo escribirte más porque no sé más de mí, pero ciertamenteno guardo secretos contigo8.
Young-Bruehl no encontró en la correspondencia entre Anna y su padre ninguna inmediata respuesta de él ante la confesión de su hija. Mas el 2 de febrero, luego del casamiento de Sophie, “Freud escribió una declaración general sobre lo que él y su mujer esperaban del tiempo que Anna pasó en Merano y que debía ayudar a su hija menor a consolidar una feminidad normal”:
Mi querida hija única9: Por los libros que has leído habrás comprendido que eras excesivamente celosa e inquieta y que estabas insatisfecha porque te has apartado como una niña de muchas cosas de las que una joven ya hecha no se asustaría. Advertiremos un cambio cuando ya no te apartes de los placeres de tu edad sino cuando goces alegremente de lo que las demás muchachas gozan. Uno difícilmente tiene energía para dedicar a intereses serios si es demasiado celoso, demasiado sensible y permanece alejado de la naturaleza y de su propia vida; entonces uno se siente molesto por las mismas cosas que desea.
Anna sabía que su padre ponía no solo en duda su feminidad sino también las características de su personalidad. Por eso, años después, el 19 de noviembre de 1925, ella le escribe a Eitingon, su analista sustituto:
Ahora ya sé, doctor, por qué siempre me quedo con la conciencia intranquila cuando tengo una conducta irracional. Porque papá siempre me dice que querría verme mucho más racional y lúcida que las chicas y las mujeres a las que conoce en su consultorio, con su malhumor, sus desamores y su carácter apasionado. Así yo también quiero ser como él lo desea, primero por amor a él, y segundo porque sé que es la única oportunidad de volverme útil, y no una carga para los demás.
La misoginia10de Sigmund no solamente le impidió entender a sus pacientes mujeres sino que también tuvo como víctima a Anna. De allí que ella, en 1913, continuará en Merano. Pero, para consolarla de su exilio, que a ella no le parecía tan placentero como creía su padre, Martha y Sigmund le regalaron una mesa de escribir y una alfombra para su habitación en Viena. En las vacaciones de Pascuas, cuando Anna ya llevaba cinco meses de exilio, Freud la fue a buscar para llevarla de regreso a casa, no sin antes hacer juntos un breve viaje por otras ciudades de Italia. De allí en adelante y hasta que apareciera Dorothy en el mundo de Anna, ella sería la incondicional compañera de travesías del padre. Peter Gay comenta que a Freud le gustaba decir que Anna era ‘su Antígona’: “Como Antígona con Edipo, Anna fue, para su padre herido, secretaria, de él, su aliada contra la muerte”. Cuando en 1923 Freud fue por primera vez operado de cáncer, necesitó a Anna no solamente como su Antígona - sus ojos y vista - sino también, como la “boca y palabra del inventor cada vez más callado de latalking cure”11. Pero Anna fue no solamente la compañera de su padre sino, además una de las creadoras del psicoanálisis con niños.
Por otra parte tuvo la osadía, en ese pequeño e íntimo círculo intelectual vienés, de proyectar durante cincuenta años su vida con otra mujer.
Las rarezas de Anna
¿A qué se refería Anna en su carta del 7 de enero cuando escribía acerca deeso que no quería que se repitiera, que irrumpía haciéndola sentir después muy cansada y que, según ella, no era una enfermedad? ¿Por qué decía Freud que su hija perdía energías y se alejaba de la naturaleza y de su propia vida? ¿De qué forma, según él, Anna se había desviado del camino normal que seguían otras muchachas de su edad? ¿Por qué calificaba a su hija menor de rara?12Young-Bruehl sugiere que, según su padre, Anna se había hecho “irrazonable o lo que entonces se llamaba psicastenia. En años posteriores ella se caracterizó a sí misma como estúpida (dumm). Se agotaba tratando de controlar su deseo de masturbarse mediante ensoñaciones y la composición de ‘bonitas historias’ con muchos personajes e intrincadas tramas. Con la palabra eso, Anna se estaba refiriendo precisamente a su tendencia al fantaseo, a la masturbación y a las particulares fantasías que la acompañaban. Ella, como afirmaba su padre, había leído y comprendido, durante el largo tiempo que estuvo en Merano, lo que él decía en sus libros. Al mismo tiempo, si Freud sabía acerca de las actividades masturbatorias de su hija era porque ella, presa de las tiránicas indagatorias de su padre, se veía forzada, en muchos momentos, a no poder guardar sus secretos.
Poco tiempo antes de esta correspondencia entre Anna y Sigmund, entre el 22 de noviembre de 1911 y el 24 de abril de 1912, se había realizado en la Sociedad Psicoanalítica de Viena un debate sobre la masturbación. Al concluir las jornadas, Freud escribió Contribuciones para un debate sobre el onanismo, una síntesis acerca de las discusiones. El término había sido introducido años antes por el médico francés Tissot, en la primera obra que se escribió sobre este tema. Para este autor, la masturbación se considera un vicio que puede conducir a la idiotez, a la impotencia o a enfermedades mentales, opinión que colonizó durante largo tiempo las mentes de educadores, médicos y psicoanalistas. Según el criterio de Wilhelm Stekel, uno de los participantes del debate realizado en la Sociedad Psicoanalítica de Viena, se trata de un fenómeno natural de la evolución sexual y es en realidad su ausencia lo que debe considerarse un síntoma patológico. Lo perjudicial de la masturbación es la culpa ligada a las fantasías incestuosas que la acompañan. Stekel anticipaba con sus progresistas observaciones lo avalado muchos años después por la Organización Mundial de la Salud: al ser la masturbación una variante de la función sexual, se la excluye de la patología. Sigmund Freud se había ocupado varias veces del tema en La herencia y una teoría de las neurosis (1896), en Tres ensayos para una teoría sexual (1905), en Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad(1908), etc. En el debate de 1912, Freud retoma las ideas expresadas en esos anteriores trabajos y, además, afirma que no puede compartir la tesis sostenida por Stekel, “a pesar de las muchas puntualizaciones audaces y certeras que él nos ha hecho sobre este asunto. Para Stekel, el carácter dañino del onanismo es en verdad un disparatado prejuicio del que sólo por una estrechez personal no queremos abjurar (...)”. Para Freud, en cambio, “el onanismo no es equiparable al quehacer sexual puro y simple, sino que es tal quehacer en ciertas condiciones limitantes. Entonces es posible que justamente esas particularidades del quehacer onanista sean las portadoras de su efecto patógeno”. Según el criterio del creador del psicoanálisis, el onanismo que se prolonga más allá de la infancia provoca daño porque, sobre todo, posibilita “la fijación de metas sexuales infantiles y la permanencia en el infantilismo psíquico”, condiciones que predisponen para la neurosis. “Por mis experiencias médicas no puedo excluir de la serie de efectos del onanismo un debilitamiento de la potencia”. En una nota al final de este trabajo, James Strachey, el traductor, apunta que muchos años antes, en una carta a Fliess del 22 de diciembre de 1897, Freud definía a la masturbación como la “adicción primordial”, de la cual son sustitutas las adicciones posteriores (al alcohol, al tabaco13, a la morfina) Anna debía recuperarse en Merano, porque, según su padre,uno difícilmente tiene energía para dedicar a intereses más serios si es demasiado celoso, demasiado sensible y permanece alejado de la naturaleza.Y, por supuesto, si fantasea demasiado y se masturba pensando quien sabe en quién...
“Primero fue la supervisión de los sueños de la hija. Luego, en 1918, el padre la toma en análisis. Acto irregular en extremo. Probablemente la mayor trasgresión en la vida de Freud, que nos pone ante un incesto fantástico o ante una fantástica represión. Padre e hija sabían que estaban inmersos en una acción clandestina. Freud nunca se refirió a ese análisis en público ni escribió notas que sobrevivieran”, afirma Rodrigué, quien luego se pregunta “¿Qué significa tanta trasgresión?” Y, aunque “los biógrafos en general suavizan la falta diciendo que en esos años las reglas eran más laxas, este análisis incestuoso nunca fue fácil”. Aquí cabría preguntarse por qué Freud no derivó a su hija para que se analizara con otro colega. ¿Acaso porque los hijos que se analizan, inevitablemente sacan al sol los trapos sucios de los secretos de familia? Sin embargo, en 1921 o 1922, derivó a Oliver con Franz Alexander. ¿Anna, a diferencia de su hermano, no estaría denunciando, con todas sus “bellas historias”, algún eso que debía permanecer oculto? Cuando, por otra parte, el psicoanalista Edoardo Weiss, pensando en la posibilidad de analizar a su propio hijo, lo consultó a Freud, éste en una carta de 1935, le contesta:En cuanto al análisis de su hijo, se trata de un tema delicado. Sería más fácil hacerlo con un muchacho más joven. A mí me fue bien con mi hija, pero hay dudas y dificultades con un hijo varón.
¿Por qué esta suposición de Freud? Él creía que los hijos varones sentían hostilidad hacia el analista padre y competían por el amor hacia la madre. De lo cual nosotros derivamos que, en su opinión, sería más fácil someter a las hijas que a los hijos al poder del patriarca.
Este análisis incestuoso tuvo un segundo momento cuando, en 1924, fue retomado algunos meses después que Freud sufriera su primera operación de cáncer. El 13 de mayo él le escribe a Lou Andreas-Salomé14que, luego de reducir, por razones de salud, a seis los pacientes tomados en tratamiento, habíaasumido un séptimo análisis con sentimientos especiales: mi Anna, que es lo bastante insensata como para aferrarse a su viejo padre.¿Quién contenía y servía de sostén a quién en este vínculo? ¿El analista a su paciente o la paciente Anna a su padre enfermo?
Cuando en 1919 Freud publicó Pegan a un niño. Aportación al conocimiento de la génesis de las perversiones sexuales, el perfil de la quinta paciente hace pensar en Anna y nos invita a dar una vuelta de tuerca más alrededor de los contradictorios y confusos sentimientos del padre hacia su hija y a la misógina postura que éste asumía frente a las mujeres y las niñas.
En ese trabajo freudiano se mencionan seis casos, dos de varones y cuatro de mujeres. El autor aporta breves datos sobre cada uno: había tres neuróticos obsesivos con diversos grados de gravedad, uno era histérico. El quinto paciente “acudía al análisis a causa únicamente de cierta indecisión ante la vida y que no hubiera sido clasificado por el diagnóstico clínico general o simplemente hubiera sido incluido entre lospsicasténico”.15El sexto caso no es mencionado en el texto. Freud afirma haber escuchado con sorprendente frecuencia la confesión de fantasías de paliza por parte de sus pacientes, en su mayoría mujeres. Como a esa fantasía se anudan sentimientos placenteros se la reproduce innumerables veces, mientras su punto culminante consiste en una actividad masturbatoria. El relato del paciente se acompaña, inevitablemente, de vergüenza y sentimiento de culpa.
Las fantasías de paliza, asegura Freud, atraviesan tres etapas; en la primerael padre pega a un niño (varón). La segunda fase,Yo soy azotado / azotada por el padre, no es recordada en tanto ha devenido inconsciente. En consecuencia, se trata de una construcción hecha por el analista-Freud. En la tercera etapala persona que pega nunca es el padre sino un sustituto y hay muchos niños azotados.
La fantasía de la primera etapa, dice Freud, satisface los celos del niño/niña: el golpeado es un hermano no amado por el padre que castiga. Y aclara también que “era forzoso inquirir por el nexo que pudiera existir entre la significatividad de las fantasías de paliza y el papel que los correctivos corporales objetivos16habían desempeñado en la educación hogareña del niño”. Según Freud, “las personas que brindaron la tela para estos análisis muy rara vez habían sido azotadas en su infancia, y, en todo caso, no habían sido educadas a palos”. El origen de esas fantasías se remonta a los primeros años de la infancia y antes de la edad escolar, es decir entre las cinco y seis años.
Pero cuando el niño co-presencia en la escuela cómo otros niños sonazotados por el maestro, esa vivencia vuelve a convocar aquellas fantasías si se habían adormecido, las refuerza si aún persistían, y modifica de manera apreciable su contenido. A partir de entonces “muchos niños”, en número indeterminado, son azotados (...) Si en los cursos superiores de la escuela cesó elazotar a los niños, su influjo fue sustituido por el de las lecturas que enseguida adquirieron gran significatividad.
Esas lecturas - libros tales como la así llamada Biblioteca Rosa17oLa cabaña del Tío Tom18- proporcionaban, según Freud, más incentivos a las fantasías de paliza.
Asombrado, Freud comenta a continuación:
Puesto que la representación-fantasía “un niño es azotado” era investida regularmente con elevado placer y desembocaba en un acto de satisfacción autoerótica placentera, cabría esperar que también contemplar cómo otro niño era azotado en la escuela hubiera sido una fuente de parecido goce. No obstante, no sucedía así. Co-vivenciar escenas reales de paliza en la escuela provocaba en el niño espectador una peculiar emoción, probablemente una mezcla de sentimientos en la que la repulsa tenía participación considerable. En algunos casos el vivenciar objetivo de las escenas de paliza se sentía como insoportable.
Como de los seis pacientes de Freud con fantasías de paliza cuatro eran mujeres y dos varones, esta “mayoría” lo conduce a circunscribir sus descripciones apersonas del sexo femenino.19
En dos de mis cuatro casos femeninos se había desarrollado sobre la fantasía una superestructura de sueños diurnos muy ingeniosa y sustantiva para la vida de la persona en cuestión, y que tenía como función posibilitar el sentimiento de la excitación satisfecha aún con renuncia al acto onanista. En uno de estos casos, se permitió al contenido de ser azotado por el padre aventurarse de nuevo hasta la conciencia, toda vez que el propio yo se volvía irreconocible mediante un ligero disfraz.
Si quedara alguna duda acerca de la verdadera identidad de la autora de los ensueños diurnos, esta frase la disipa. Se trata, ciertamente, de Anna Freud la que, como veremos más adelante, usaba las más variadas y creativas estrategias para volver “irreconocible” a su propio yo. Por ejemplo, elegir la figura de un héroevarón con el cual identificarse.
Continuando la lectura de este ensayo vemos que Freud asevera:
Los niños azotados son casi siempre varoncitos, tanto en la fantasía de los varones como en las de las niñas. Y este rasgo no se explica evidentemente por alguna competencia entre los sexos, pues de lo contrario en las fantasías de los varones tendrían que ser más bien niñas las azotadas; por otra parte, tampoco tiene que ver con el sexo del niño odiado de la primera fase sino que apunta a un complicado proceso que sobreviene en las niñas. Cuando se extrañan del amor incestuoso hacia el padre, entendido genitalmente, es fácil que rompan por completo con su papel femenino, reanimen su “complejo de masculinidad”20y a partir de entonces sólo quieran ser muchachos. Por eso los chivos expiatorios que las subrogan son sólo muchachos. En los dos casos de sueños diurnos - uno se elevaba casi hasta el nivel de la creación literaria - los héroes eran siempre sólo hombres jóvenes; más aún, las mujeres ni siquiera aparecían en estas creaciones, y sólo tras muchos años hallaron cabida en papeles secundarios.
Es así que, como sintetiza Emilce Dio Bleichmar, “Freud explica la elección de la figura de varones para la escenificación del fantasma - en el caso de las niñas - en el rechazo hacia su propia feminidad. Esta afirmación, realizada en 1919, es un anticipo de su tesis sobre la universalidad del rechazo de la niña a su cuerpo sin pene que desarrollará posteriormente en su obra”21.
En muchos sentidos, Pegan a un niñoes un texto cuyas teorizaciones no se confirman en la experiencia clínica. Según nuestra propia escucha de relatos de muchos pacientes que, durante su infancia, han sido golpeados o han presenciado castigos infligidos a otros niños, las escenas inevitablemente provocan angustia; aún más, al tratarse de una situación que el mismo Freud calificaría de traumática, la angustia que acompaña a la vivencia también lo es. Si el golpeado es un hermano del que se cela, el temor vence a los celos, ya que la criatura que presencia la paliza tiende a pensar “si hoy le toca a él, mañana puedo ser yo la golpeada”. Al mismo tiempo, excepto que los padres hayan incentivado la rivalidad y los celos entre sus hijos, entre ellos es muy fuerte la confraternidad. En cuanto a la masturbación provocada por el recuerdo de estas escenas, si es que tal masturbación existe, sería lícito concebirla como un recurso por el cual la criatura intenta huir de una situación traumática, en lugar de quedar congelada en el terror. (Para Jessica Benjamin, el sometimiento es deseo de reconocimiento. Según esta concepción, podríamos también pensar que además, tal sometimiento puede ser la desesperada búsqueda del cese del dolor. Algunas criaturas consiguen no ser castigadas por un padre o una madre golpeadores a través del sometimiento y una aparente complacencia. Asimismo, si las niñas son menos golpeadas que los varones - aunque más abusadas sexualmente - es porque mientras ellos son más “rebeldes”, ellas se someten más fácilmente. Es una cuestión de género. El varón que no se rebela suele ser comparado con una niña o adjetivado de “mariquita”).
Por otra parte, es notorio que en ningún momento el padre de Anna cuestione en su trabajo aquella “educación hogareña” que Alice Miller, haciendo suyas las palabras de Katharina Rutschky22,califica depedagogía negra.A nosotros nos estremece leer no solamente esa referencia a loscorrectivos corporalessino, además, esta otra frase freudiana:
Pronto se comprende que ser azotado, aunque no haga mucho daño, significa una destitución del amor y una humillación. ¡Tantos niños se consideran seguros en el trono que les levanta el inconmovible amor de sus padres, ybasta un solo azote23para arrojarlos de los cielos de su imaginaria omnipotencia! Por eso es una representación agradable que el padre azote a este niño odiado, sin que interese para nada que se haya visto que le pegaran precisamente a él. Ello quiere decir: “El padre no ama a ese otro niño, me ama solamente a mí”.
Freud insiste con sus ideas acerca de la perversión infantil, la génesis del masoquismo y el sadismo en la infancia, las nocivas consecuencias del onanismo y la universalidad del complejo de Edipo. Concluye su exposición afirmando que las aberraciones sexuales de la infancia y de la madurez son, precisamente, ramificaciones de ese complejo. Era natural, entonces, que el creador del psicoanálisis estuviera tan preocupado por la tendencia de Anna a masturbarse, tendencia que ella, por su parte, le confesaba a su padre como el peor de los pecados. Para agravar aún más las cosas, Anna se identificaba con un personaje varón que era golpeado por otro varón, es decir que las escenas eran siempre homosexuales. Podemos pensar que Anna, al mismo tiempo que se descubría ante el padre, con los artilugios de los que se vale el inconsciente, ocultaba a la mirada de él y a la de ella misma, que tal vez no era el padre el verdadero objeto de su deseo sino una mujer, a la que también disfrazaba de varón.
A esta altura de nuestras reflexiones se hace inevitable una pregunta: ¿Qué efectos pueden producirse en el psiquismo de una hija cuyo padre, en nombre de la ciencia, hurga en la intimidad de sus deseos y fantasías? La amnesia infantil podría atribuirse a algo que está más allá de la culpa ligada al autoerotismo y a las fantasías que lo acompañan. Tal amnesia podría también asociarse a una sexualidad traumática provocada en el cuerpo y/o en el psiquismo de una criatura por la abusiva intromisión de un adulto.
Lindas historias con héroes
El 31 de mayo de 1922, tomando como punto de partida las ideas de su padre en Pegan a un niño y luego de largas conversaciones con Lou Andreas-Salomé, Anna presenta en la Sociedad Psicoanalítica de Viena su primer ensayo: Fantasías de flagelación y ensueños diurnos.24Un mes y medio antes, el 15 de abril de 1922, también le había escrito a Max Eitingon, presidente de la Sociedad Psicoanalítica de Berlín, pidiéndole consejo:
Hay algo que querría conversar con usted en Berlín. De ser posible, me gustaría muchísimo integrar una asociación psicoanalítica antes del congreso de este año. Esto me costaría mucho en Viena, y de todos modos fracasaría porque no tengo suficientes antecedentes como para dar una conferencia. Pero hace muy poco ha aparecido la traducción que hice del libro de Varendonck25, y esa es una obra en pro del psicoanálisis, aunque de poca importancia. ¿Me aceptaría la Sociedad de Berlín presentando sólo ese antecedente? Espero que me conteste cuando nos veamos.
La respuesta de Eitingon fue contundente: Anna debía preparar para esa ocasión una conferencia. El texto fue, entonces, escrito en tan sólo seis semanas. Y, así como la quinta paciente del trabajo de 1919 es, para todos los biógrafos, la hija de Freud, tampoco quedan dudas de que la paciente del trabajo de Anna es ella misma, “hasta en los detalles más íntimos” como sugiere Young-Bruehl. Aunque, para protegerse precisamente de esos futuros biógrafos, Anna afirmara que el material de su trabajo había sido provisto por su propia clínica, esto es imposible en tanto fue escrito seis meses antes de tener su primer paciente. Además, en uno de sus ensayos póstumos,Curriculum vitae de un psicoanalista profano, haciendo un breve relato de su propio desarrollo profesional, ella testimonia: “Recuerdo muy bien que mi primer caso fue un bolo histérico”.26
Las ideas de Anna fueron bien recibidas por los asistentes a la reunión del 31 de mayo. Tan sólo unos días antes, Sigmund Freud le confiaba a Max Eitingon: “Anna tiene la idea de dar una conferencia de prueba en la Sociedad (...). Voy a sentirme como Junio Bruto cuando le tocó juzgar a su propio hijo. Quizás Anna dé un paso decisivo”. Según cuenta la leyenda, el hijo de Junio Bruto fue ejecutado cuando su padre lo condenó en el tribunal romano27. Basándose en sus apuntes, la hija de Freud leyó muy segura y lúcida, esfumando con su actitud la desconfianza y el temor del padre. Estaban presentes Bernfeld, Fenichel, Federn, Reik, Rank, Hitschmann, Schmideberg, Helene Deutsch y Freud como miembros de la Sociedad y Korner y Kritz como invitados. Siegfried Bernfeld dijo unas palabras de reconocimiento hacia la paciente de Anna quien, según él, había logrado, a través de los cuentos, aumentar las posibilidades de su yo. Se produjo un instante de pánico cuando otro de los presentes en la reunión insinuó que la niña descripta por Anna era “una persona completamente anormal, cuya incompetencia e inferioridad surgirían categóricamente en la vida real”. Anna se quedó paralizada pero Freud la rescató. Ese mismo día, la hija de Freud le escribía a Lou Andreas-Salomé: “Felizmente papá le contestó y defendió a mi niñita”.
A más de un analista de nuestros días le resultará absolutamente claro que en su ensayo Fantasías de flagelación y ensueños diurnos Anna está, ingenuamente, desnudando su propia alma. Ingenuidad que no sólo invita sino que además facilita nuestro leer entre líneas. Por otra parte, no hace falta ser psicoanalista para deducir que en esa reunión del 31 de mayo Bernfeld encarnaba a los defensores de Anna y de su padre mientras que el crítico anónimo podría ser un vulgar oyente o más bien, porque no, un acérrimo enemigo del creador del psicoanálisis, en cuyo caso la crítica tendría el hedor de lo tendencioso.
Con el fin de seguir haciendo luz sobre el vínculo entre Anna y su padre, transcribimos algunos fragmentos de Fantasías de flagelación: