Antinomias culturales - Cleidison da Silva Santos - E-Book

Antinomias culturales E-Book

Cleidison da Silva Santos

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Beschreibung

Dividido en cinco capítulos, el Tomo I es la primera parte del estudio de los procesos antinómicos y sus efectos en las comunidades quilombolas. El trabajo vincula la trayectoria de negros y situaciones simbólicas que fueron marginadas, estereotipadas, en el contexto social, especialmente en el espacio escolar, desde el Brasil imperial hasta la actualidad.

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Seitenzahl: 202

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Este trabajo se lo dedico ami madre Hilda Maria (Nezinnha), a mi hijo Emmanuel Kant Pierrô Cardoso, a mi hija Thea Lee Cardoso, a mi esposa Alesandra Cardoso y a todos los espíritus que me guiaron.

AGRADECIMIENTOS

El momento en que completamos una investigación es satisfactoria y exitosa, un trabajo duro que nos desfragmenta y nos vuelve a unir. Es en esta generalización de movimientos que nos insertamos, que nos damos cuenta de la importancia de los personajes que nos ayudan a pisar y recomponer nuestras estructuras en los momentos más abruptos que nos insertamos como investigador. Por eso, el espacio es solo la expresión honorable de quienes iluminan nuestros senderos en los momentos más oscuros.

Agradezco a mi esposa Alesandra Lopes Cardoso quien, en mis momentos de delirio, a mi lado, me tomó de la mano y me mostró el rostro de la razón.

Agradezco al prof. Dr. Arlon Francisco Carvalho Martins y al Dr. Barbará Méndez por creerme y guiarme en este viaje/ camino.

Agradezco la Federación de Remanescentes Quilombolas de Santarém- PA.

Agradezco a los líderes de las comunidades de Bom Jardim, Murumuru y Murumurutuba.

En particular, agradezco a mi amigo el Edevaldo Máximo y Dr. Daniel Lesteime por su paciencia, humildad y humanidad; lo cual fue sumamente importante para nosotros consolidar este trabajo.

Agradezco a todos los profesores de la Universidad Nacional de Rosario - UNR que me ayudaron directa e indirectamente a materializar esta idea.

La historia es vital para la formación de la ciudadanía porque muestra que para comprender lo que está sucediendo en el presente es necesario comprender cómo era las sociedades.

Boris Fausto.

SUMÁRIO

Capa

Folha de Rosto

Créditos

PRÓLOGO

CAPÍTULO I

1.0 LA COMPRA Y VENTA DE NEGROS EN BRASIL: SUPUESTOS Y ASPECTOS GENEALOGICOS DE LA CULTURA BRASILEÑA

1.1 EL VALOR DE UN ALMA

CAPÍTULO I I

2.0 DEMOGRAFÍA DE NEGROS EN BRASIL IMPERIAL: CENSO DE 1872 Y ELEMENTOS OBLIGATORIOS PARA COMPRENDER LA FORMACIÓN DE COMUNIDADES QUILOMBOLAS.

2.1 TEXTO Y CONTEXTO

2.2 LA PRESENCIA DE NEGROS ESCLAVIZADOS EN LA PROVINCIA DE GRÃO PARÁ.

2.2.1 LA PRESENCIA DE NEGROS EN LA REGIÓN DE SANTARÉM.

2.2.1.1 ATAJOS DE QUILOMBOLAS.

CAPÍTULO I I I

3.0 QUILOMBOS DO GRÃO PARÁ: ENTRE ESCAPES Y CASTIGOS, EL SUEÑO DE LA LIBERTAD.

3.1 REBELDÍA NEGRA: FE, FUGAS Y CASTIGOS COMO SUPUESTO EDUCATIVO.

FE Y ESCLAVITUD

SANCIONES Y DELITOS

3.2 NEGROS Y MESTIZOS INSUBORDINADOS: MEMORIA DE LOS MOCAMBOS DE SANTARÉM / PA.

CAPITULO IV

4.0 BASTARDOS DE LA PATRIA: GARANTÍAS Y DERECHOS A LA EDUCACIÓN PARA NEGROS EN EL BRASIL.

4.1 GRÃO PARÁ: LA ESCUELA AÚN NO ERA EL LUGAR PARA LOS NEGROS.

4.1.1 ¡MI PLUMA ERA UNA AZADA! EL REFLEJO DEL PROCESO DE ESCLAVITUD EN LA EDUCACIÓN EN LAS COMUNIDADES DE REMANESCENTES DE QUILOMBOLAS EN SANTARÉM / PA.

4.2 ARMONÍA RACIAL Y PSEUDOPEDAGOGÍA DESPUÉS DE LA ABOLICIÓN.

CAPÍTULO V

5.0 POLÍTICAS PÚBLICAS PARA LA EDUCACIÓN DE LOS REMANESCENTES QUILOMBOLAS Y LOS ASPECTOS SIMBÓLICOS.

5.1 CONSTITUCIÓN FEDERAL DE 1988: PRINCIPIOS, GARANTÍAS Y PROTECCIÓN DE LA MEMORIA.

5.2 BASES Y DIRECTRICES NACIONALES DE EDUCACIÓN.

5.2.1 LA EDUCACIÓN ESCOLAR QUILOMBOLA: LA REALIDAD Y DESAFÍOS PREVISTO EN LA RESOLUCIÓN Nº 08/2012.

5.2.1.1 LA ORGANIZACIÓN DE LA EDUCACIÓN ESCOLAR QUILOMBOLA Y LAS PECULIARIDADES DE LAS COMUNIDADES.

5.2.1.2 COMUNIDADES QUILOMBOLAS: EDUCACIÓN Y TERRITORIO.

EPILOGO

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

ANEXO I

ANEXO II

Landmarks

Capa

Folha de Rosto

Página de Créditos

Sumário

Bibliografia

PRÓLOGO

Las comunidades remanescentes de quilombolas son representaciones sociales construidas históricamente que podemos definir como un conjunto de expresiones impresas de las formas simbólicas de un pueblo dado. Esta definición se ha consolidado durante todo el curso de nuestra investigación, en las comunidades en Santarém/PA. Paralelo y resonante a esta (definición), otra premisa fue tomando conciencia de nosotros gradualmente; y así, revelar la naturaleza de la educación en las escuelas de estas comunidades: Mirar la educación quilombola desde la perspectiva de las formas simbólicas, sobre todo, se libera de las estructuras momificadas que dictan el ritmo de las actividades educativas en las escuelas. Por lo tanto, no teníamos dudas de que esta sería la dirección que tomaríamos, conocer las fuerzas que gobiernan los espacios comunitarios y escolares. Pero, ¿qué podemos entender de estas formas simbólicas? De hecho, esta fue la primera pregunta que hicimos antes de plantear cualquier hipótesis. Cassirer (1972) nos enseña que “las formas simbólicas son caminos que conducen a una visión objetiva de las cosas y la vida humana” (pág.227). Esto nos muestra que somos incapaces de ver o conocer nada en el mundo que no sea a través de formas simbólicas (religión, mitos, artes, lenguaje y ciencia). Así se construyen sentidos y significados; de hecho, según esta lógica, el hombre es quien compone el mundo y no al revés. Las formas simbólicas para Cassirer pueden entenderse como la energía del espíritu, en la que un contenido espiritual de significado está vinculado a un signo sensible concreto atribuido internamente. De tal manera, toda relación entre el hombre y la realidad no es como un acto inmediato, irreflexivo, como una reacción orgánica o inherente a su esencia, sino que mediada por formas simbólicas, es conocimiento pensado, vivido, explicado y funcional. Estas formas no pueden interpretarse como un obstáculo, sino como una condición que posibilita la relación entre el hombre y el mundo, tanto en el aspecto espiritual del sentido, como en el sensitivo, es decir, en el aspecto material vivido.

Sin embargo, antes de referirnos a cualquier precepto cultural que configura las realidades de las comunidades de remanescentes de quilombolas, es necesario comprender los elementos que preceden a esta formación estructural de las coyunturas que se remontan a esta realidad. De ninguna manera podríamos entrelazar ninguna inferencia que surja de los engendros simbólicos entre la comunidad y los espacios escolares, antes de construir una base con los elementos que orientan la composición histórica de la formación de las comunidades.

Así, presentamos un recorte en el tejido histórico delineado desde la presencia del negro esclavizado hasta los relatos actuales de los comuneros. Hemos reunido los fragmentos que componen las memorias colectivas. Destacamos cómo la cultura afro fue vista al mismo tiempo como inferior y como un obstáculo para el desarrollo de la entonces sociedad brasileña del segundo imperio. La información obtenida de recortes de periódicos (antiguos) y documentos históricos fue fundamental para interconectar y comparar con algunos datos obtenidos de las comunidades de Santarém PA destinadas de remanescentes de quilombolas y confirmar la hipótesis de que estas personas, en cuanto a la educación escolar, aún padecen los fantasmas de un presente pasado. A lo largo de nuestras inferencias, señalamos estos fantasmas como estructuras simbólicas etéreas que persisten en amputar valores que configuran memorias en las comunidades

La crítica de Cassirer (1951) a la tragedia cultural de Simmel nos lleva a puntos fundamentales que consideramos en nuestros análisis en este volumen. Si Simmel cayó sobre una truculenta oposición entre formas y vida, entre cultura y alma; en cambio, nuestra mirada al contexto histórico por medio de formas simbólicas nos permitió suspender cualquier tipo de sustancialismo, desde el punto de que tomamos conciencia de la dialéctica que nos presenta la red simbólica. Usamos las formas simbólicas como instrumentos de lectura en el tejido histórico. Lo que nos hizo darnos cuenta de que estas composiciones, lejos de ser algo terminado, están vivas, están enlazadas y siguen dando forma al estilo de vida de las comunidades. Además, son como ventanas que nos permitieron mirar al pasado y comprender la relación de identidad, territorio, educación y resiliencia de los herederos del proceso esclavista, específicamente en Santarém / PA.

Así, describimos las políticas públicas quilombolas y sus aspectos simbólicos, leyes y lineamientos. Mostramos cómo las fuerzas que constituyeron los recuerdos son base de evidencia para el desarrollo del conocimiento del espacio escolar. Nos acercamos al conocimiento de que esta construcción/desarrollo solo es posible engendrando formas simbólicas. Pero cuando el espacio escolar se construye de manera adversa a los valores de las comunidades, por su propia naturaleza científica, la escuela encuentra dificultades y termina asumiendo el lenguaje, las tradiciones y las prácticas para ser disecados como objetos de estudio. También mostramos la intangibilidad de estas normas (leyes y decretos que regulan la educación quilombola), que no hay políticas públicas para la educación quilombola si no hay reconocimiento de sus tierras. En este punto, inferimos la importancia de la propiedad de la tierra para los miembros de la comunidad y, en consecuencia, para el desarrollo de una educación que priorice las estructuras simbólicas de las propias comunidades.

CAPÍTULO I

1.0LA COMPRA Y VENTA DE NEGROS EN BRASIL: SUPUESTOS Y ASPECTOS GENEALOGICOS DE LA CULTURA BRASILEÑA

Brasil ostentó el título de mayor territorio esclavista del hemisferio occidental durante casi tres siglos y medio. Según Manolo (2014), entre los siglos XVI y XIX, el 40% de los casi 10 millones de africanos importados por las Américas desembarcaron en puertos brasileños. Para Gomes (2019), “(…) esta cifra alcanza los 12,5 millones de africanos cautivos” (p.24). Por mucho que ambos autores tengan controversias sobre el número de almas que vienen a América, no le quitan el título a Brasil como el mayor propietario de esclavos. También en Manolo (2014) estos números sugerían una “organicidad única entre Brasil y África” (p.21). El autor demuestra que esta relación implicaba la coexistencia de terratenientes y africanos, “ya que poseer esclavos significaba básicamente vivir con africanos” (p.22). Aspectos de convivencia, mencionados por Manolo o la expresión de que Brasil es el mayor esclavista del hemisferio, van en la línea de la afirmación de Gomes (2019) “África se queda dentro de Brasil. Fuerte y predominante, como siempre lo fue” (p.24). Ese número expresivo de africanos traficados para Brasil, combinado con la organicidad, determinó y prevaleció en la construcción de la cultura brasileña.

La cantidad de africanos traficados como esclavos en Brasil, sin duda, fue un punto de fusión para la construcción de una nueva nación. Sin embargo, debemos prestar atención no solo a la cantidad de personas esclavizadas, sino a las razones que generaron este movimiento. Se fomentó el tráfico de africanos ante la necesidad de mano de obra en la industria azucarera, en el nordeste, que había comenzado a expandirse en la época colonial, a mediados del siglo XVI, que fue decisiva para la construcción de una nueva economía. Es cierto que la inserción del comercio de almas en el funcionamiento de la economía y la sociedad brasileña tiene diferencias importantes cuando se trata de autores como Caio Prado Jr., Celso Furtado, Fernando Novais, Ciro Cardoso y Jacob Gorender, pero son llamativas. en el punto de confluencia. Los autores merecen atención en sus tesis por tratar las variaciones económicas de la trata de personas, las empresas esclavistas coloniales, como flujo demográfico y como negocio.

Florentino (2014) llama la atención sobre modelos explicativos clásicos, que se suceden en el tiempo, ofreciendo espacios que son siempre mayoritariamente el énfasis entre el tráfico y la lógica demográfica de estas empresas esclavistas. No es contradictorio que la defensa de Prado (1977), “el oficio de los hombres producía la fuerza del trabajo” (p.277), con la visión de Celso Furtado (1967) “(…) en el corto plazo que se establecía en empresarios que tenían como incentivo el eterno fluir de la mano de obra barata” (p.53). Ambos puntos de vista son concluyentes para establecer una moral ideológica del hombre negro como mercancía. Paralelamente a los aspectos económicos que involucran la compra de cautivos, que incluso para Manolo (2014) el comercio de africanos dificulta el desarrollo económico debido a que hubo una inversión en la compra de africanos, se comprometieron recursos antes de que comenzaran a trabajar.

La tesis de Lara (1988) revela la progresión aritmética cuando hablamos de crecimiento económico en Brasil. Así, cuán visibles son los puntos de intersección entre el crecimiento del número de personas incorporadas a la fuerza de trabajo esclava en territorio brasileño con la expansión del agronegocio. El surgimiento de nuevos ingenios azucareros en Brasil demandó mucha mano de obra. Los números presentados por la autora en (1988), en su obra Campos de Violência, no son la mirada que fundió su tesis; pero esos números son utilizados como recursos que muestran la violencia construida y consolidada en nombre del crecimiento económico en el territorio brasileño. El autor (1988) menciona que “en 1769 había quince grandes ingenios, 49 ingenios azucareros y nueve ingenios aguardientes” (p.130-131). Estos números muestran la realidad de Río de Janeiro en el siglo XVIII y son las razones por las cuales las reflexiones de Manolo (2014), Lara (1988) y Santos (1981) se refieren al proceso de exportación de personas como esclavos, convergieron al estado de Bahía y Río de Janeiro. Las expansiones de las plantaciones de azúcar en el apogeo de la colonización, Bahía y Río de Janeiro, fueron más fuertes entre los siglos XVII y XVIII. Ambos territorios se constituyeron culturalmente como fuerzas simbólicas de gran producción agrícola y promotoras económicas de un gran territorio en expansión. Los números de Manolo (2014) convergen para el punto central del desarrollo de los ingenios, demandando gran cantidad de mano de obra, la región de Campos de Goitacazes/RJ. El autor (2014) muestra que en 1735 la región, en el interior de Río de Janeiro, “34 ingenios pagaban regalías al vizconde de Asseca, concesionario del área” (p.28). La ciudad de Goitacazes también aparece en la tesis de Santos (1981) que muestra que “la región de Campos tenía el 52% de los 323 ingenios y el 44% de los 11.623 esclavos enumerados en el informe del marqués de Lavardio para toda la capitanía” (p. 47). Los puntos que convergen, entre los autores, en relación al pico más alto de actividad esclavista en Río de Janeiro y Bahía que discutiremos más adelante, son solo puntos que elegimos para demostrar que, combinado con el crecimiento económico, debido a una demanda real de trabajo, es la justificación de la esclavitud en el Brasil colonial. Las otras partes del territorio brasileño se estaban expandiendo a partir de los ejemplos consolidados en la región sureste del territorio brasileño. Todos los esfuerzos de los autores Santos (1981), Lara (1988), Manolo (2014) y muchos otros, enfatizan la naturaleza de las exportaciones de esclavos en la región de Río de Janeiro, que ocupa por región en el marco general del comercio dentro de la colonia. imperio portugués, entre 1735 y 1811. Estos vínculos teóricos consolidan nuestra reflexión sobre el principio genealógico del proceso esclavista en Brasil, movido por el modelo de desarrollo económico.

Las investigaciones de Claveland (1973), Furtado (1967) y Arruda (1980) se convirtieron también en un imperativo categórico para la consolidación de las fuerzas que impulsan la presente intención textual. Todavía a mediados del siglo XVIII al XIV, Claveland (1973) muestra que “en 1783, los latifundistas camperos vinculados a la gran producción azucarera llegaban a 278, ascendiendo a 324 en 1800, 400 en 1810 y 700 en 1829” (p.21). . Algunos factores como la Revolución Francesa y sus efectos en la distribución del sistema azucarero haitiano y la guerra de independencia de los Estados Unidos, como quiere Furtado (1967), “su expansión se remonta por lo menos a ese siglo” (p.100) . Este período, entre 1796 y 1811, está marcado por la exportación de azúcar blanca. Fue entonces cuando cerca de un tercio de las exportaciones del producto partieron del Puerto de Río, lo que lo caracterizó como el principal centro exportador de la colonia. Manolo (2014) compara esta expansión con Bahía “en ese momento, Río poseía el 38% de las importaciones brasileñas y el 34% de las exportaciones, mientras que Bahía registraba el 27% y el 26%, respectivamente” (p. 67). Para Arruda (1980) “la posición de Río de Janeiro era única en relación a la colonia portuguesa, especialmente en 1760” (p.136). Este reconocimiento por parte de la corona portuguesa, como gran exportadora de azúcar blanca, se convirtió en un requisito previo para la expansión del comercio de esclavos para demandar mano de obra en territorio brasileño.

Hasta ahora, hemos demostrado la diseminación a través de la actividad esclavista. Considerando que la actividad económica expandida en el territorio de Río de Janeiro y Bahía fueron responsables por las grandes importaciones de almas. Las actividades multiplicaron su número y, en consecuencia, cada vez se requería más gente para llevar a cabo el trabajo. En palabras de Manolo (2014) “el eje central de la economía y la jerarquía social del Brasil colonial dependía del comercio de esclavos para lograr los fundamentos de su reproducción física” (p.30). Esto se debe a que la población cautiva no pudo responder, en escala, a la creciente demanda de la trata de esclavos de Río de Janeiro. Por lo tanto, implica que, desde el punto de vista demográfico, la población de Río de Janeiro, que para Manolo (2014), estuvo marcada por un carácter recesivo, es decir, por una tendencia a la disminución absoluta en el tiempo. Por lo tanto, la lógica hasta ahora no es algo intangible para entender que el comercio atlántico suplía las necesidades de armas de Río de Janeiro y Bahía.

Vale la pena abrir un punto de reflexión antes de entrar en las relevantes conclusiones de Manolo (2014) respecto al punto de vista demográfico de la población esclavizada. Es necesario entender que la actividad tuvo un crecimiento exponencial, pero también su declive en la segunda mitad del siglo XVIII y la primera mitad del XIV. La actividad azucarera dejó de ser un supuesto económico para la justificación, central, de mantener el título de mayor importador de personas con fines esclavistas del mundo. Río de Janeiro y Bahía, con sus ingenios azucareros, quedaron en un segundo plano para la corona portuguesa, tras el inicio de una fuerte exploración de minerales en Minas Gerais. La importación de africanos estaría ya ligada a una nueva actividad supra económica. La esclavitud roja, que consistía en indios, fue insuficiente para el nuevo modelo económico, la extracción de oro y diamantes.

Volvamos a las conclusiones de Manolo (2014), que revela que el predominio de los cautivos adultos fue absoluto. La tesis del autor se confirma cuando contrastamos sus afirmaciones con Inventario post-mortem, 1790-1835 del Archivo Nacional de Río de Janeiro. Los documentos revelan una fluctuación en la tasa de infantes (0 a 14), adultos (15 a 49) y adultos mayores (50 años o más). Una consulta de documentos históricos del Río de Janeiro Colonial mostró que en 1790 -2 de los 326 cautivos, el 32% eran niños, el 15% ancianos y 53 adultos. En 1800-2, de 309 cautivos, el 34% eran niños, el 14% ancianos y el 52% adultos. Estos números en los años siguientes se duplicaron en 1805-7, el número de personas esclavizadas se convirtió en 846, de este total el 26% eran niños, el 13% ancianos y el 61% adultos. En 1820, de un total de 1402 africanos, el 22% eran niños, el 12% ancianos y el 66% adultos. Ante estos números, la afirmación de Manolo (2014) llama la atención sobre algunos puntos: la alta tasa de mortalidad, la tasa de fecundidad y la mediana de edad. Los elementos señalados por el autor muestran que el comercio cautivo, para mantenerse, debía permanecer activo en todo momento. El equilibrio del número de africanos estaba directamente relacionado con la producción. La disminución de ese número impactaría directamente en la economía brasileña, en este punto de vista la reposición de mano de obra, además de la era vital de flujo continuo para las industrias azucarera y minera, respectivamente, en Río de Janeiro, Bahía y Minas Gerais.

La alta tasa de mortalidad está ligada a las condiciones de vida a las que fueron sometidos estos africanos en el nuevo continente. Según Manolo (2014) “pocos individuos alcanzaban más de cincuenta años” (p.30). La mayoría fueron diezmadas por enfermedades: Fiebre Amarilla, Malaria, Tuberculosis, Viruela (traída por los europeos), Peste Bubónica. Además de las enfermedades antes mencionadas, responsables de la alta tasa de mortalidad de los cautivos; Los africanos tuvieron que superar el banzo, el estado psicológico que a menudo conducía al suicidio.

El comercio de cautivos, en su vertiente de reemplazo de mano de obra, también fue un tema que preocupó a los propietarios de esclavos. La baja tasa de fecundidad de los africanos, como adultos, aunque en su mayoría, no pudieron auto reponerse adecuadamente. La única respuesta al fenómeno, el crecimiento de la población negra en Río de Janeiro, es que contó con un poderoso flujo externo y continuo para reemplazar a los esclavos, representado por la trata atlántica de esclavos.

Es inquietante pensar en las cifras señaladas por Klein (1978), ante la necesidad de reemplazar el trabajo esclavo, y el crecimiento de las exportaciones de almas. Las investigaciones de Curtin (1969) y Klein (1978) muestran que 203.904 africanos fueron exportados del mayor barco negrero africano al sur de Ecuador (Luanda). Dadas estas cifras, no sería del todo absurdo pensar que el puerto de Río absorbió al menos el 50% del total de las exportaciones de africanos a Brasil durante el siglo XVIII, es decir, más o menos 850.000 individuos (Klein, p.253) .

Nuevas investigaciones hasta la fecha han visto a Río de Janeiro alineado con Bahía como fuente genealógica de la cultura afrobrasileña. Entendemos y reiteramos. Por mucho que estos no sean el lugar de nuestras inferencias, a priori, sentimos la necesidad de comprender las dimensiones del proceso esclavista en general en el contexto brasileño. Las provincias, afirma hoy, se nos presentan como fuertes fuentes de investigación de las dinámicas formativas de la cultura negra en Brasil; ya que estos estados fueron los primeros en importar africanos como mercancía.

Los números de cautivos, en términos de volumen de africanos, se concentraron en la región sureste: Bahía, Río de Janeiro y Minas Gerais. Estas concentraciones fueron impulsadas por la necesidad de mano de obra, ya que el crecimiento económico exigía, en su propia estructura, mantenimiento. Manolo (2014) nos muestra que Rio todavía abastecía por mar a la mayor parte de los africanos importados por Rio Grande do Sul, Santa Catarina, Paraná y São Paulo. Además, estas premisas también están conformadas en el periódico Gazeta do Rio de Janeiro (1825), fuente histórica que representa la realidad de Río de Janeiro en el siglo XIX. El material publicado el 07/02/1821 revela que tres de cada veinte barcos que en 1812 (año de expansión económica) partieron del puerto de Río de Janeiro para Rio Grande do Sul, iban cargados de esclavos, cifras que en los casos de los que partieron para Santa Catarina, São Paulo, Espirito Santo y Norte Fluminense alcanzaron, respectivamente, el 12%, 9%, 2% y 10%. Fragoso y Manolo (1990) indican que en 1817 (época de recesión económica) de los barcos de varios tipos destinados al Norte de Río de Janeiro, cerca del 2% partían con personas esclavizadas, mientras que para Rio Grande do Sul y Santa Catarina este alcanzaba, respectivamente, casi el 3% y el 5% (p.53 -54).

El desempeño de la economía de Minas Gerais la transformó en uno de los grandes polos de demanda de africanos desembarcados en el puerto de Río, lo que va en contra de clásicos como Roberto Simonsen y otros. Las afirmaciones de van en la línea de las de Lockhart y Schwartz (1996), quienes han mostrado que la crisis minera, definitivamente a partir de mediados del siglo XVII, no siguió a la decadencia generalizada de la región Sudeste, y menos aún de la economía. de Minas Gerais. Las orientaciones de Manolo (2014) indican que con la crisis del oro y los diamantes en Minas Gerais, en la segunda mitad del siglo XVIII, la economía se reorientó hacia el abastecimiento de la ciudad de Río de Janeiro. El mercado o actividad económica del momento fue lo que guió la demografía esclavista de las regiones. La reasignación de mano de obra esclava de Minas Gerais a Río de Janeiro (parte sur de Río) fue notable a partir de 1760. Manolo (2014), también a su vez, muestra que “la región de Rio das Mortes (ciudad al sur de Río), por ejemplo, la capitanía más importante, pasó de aproximadamente 83 mil habitantes en 1776 a aproximadamente 214 mil en 1821 (del 20% a más del 40% de la población de la capitanía” (p.37). el desplazamiento de estas personas esclavizadas de la minería hacia el Sur. Además, las pérdidas eran inevitables, pronto comenzarían a reemplazarlas con importaciones de más negros para suplir las pérdidas a la demanda de la nueva actividad, la agricultura y la ganadería, centrada en el sur de Minas Gerais. En la misma afirmación convergen Ma