Aproximación a la nobleza en las Indias (siglos xv-xix) - Lucas Montojo Sánchez - E-Book

Aproximación a la nobleza en las Indias (siglos xv-xix) E-Book

Lucas Montojo Sánchez

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Beschreibung

¿Se puede hablar de una nobleza americana?, ¿cuántos tipos de noblezas había en América?, ¿tenía reconocimiento o valor la nobleza de indias en la Península?, ¿las élites indígenas fueron asimiladas a las españolas?, ¿era posible comprar un título nobiliario en América?, ¿qué fue de los títulos nobiliarios «americanos» una vez se produjeron las independencias y se fundaron las repúblicas? Estas son algunas de las preguntas a las que se pretende dar respuesta en esta obra. Trabajo que presenta de una forma sucinta y panorámica el estamento privilegiado en el Nuevo Mundo y su evolución.

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Seitenzahl: 201

Veröffentlichungsjahr: 2021

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ColecciónForo Hispanoamericano

Director

Francisco Javier Gómez Díez (Universidad Francisco de Vitoria)

Comité científico asesor

Paolo Bianchini (Universidad de Turín)

Perla Chinchilla Pawling (Universidad Iberoamericana - México)

Alex Coello de la Rosa (Universidad Pompeu Fabra)

Fermín del Pino Díaz (Centro de Ciencias Humanas y Sociales, CSIC)

José Eduardo Franco (Universidade Aberta/CLEPUL - Universidade de Lisboa)

Almudena Hernández Ruigómez (Universidad Complutense de Madrid)

Ana María Martínez Sánchez (Academia Nacional de la Historia - Argentina)

Igor Sosa Mayor (Universidad de Valladolid)

© 2021 Lucas Montojo Sánchez

© 2021 Editorial UFVUniversidad Francisco de Vitoriawww.editorialufv.es // [email protected]

Diseño de cubierta: Cruz más Cruz

Imágenes de cubierta: Portada: Montezuma II. Dominio público. https://es.wikipedia.org/wiki/Moctezuma_Xocoyotzin#/media/Archivo:Moctezuma_Xocoyotzin.png

Contraportada: Guerrero jaguar. Dominio Público. https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Jaguar_warrior.jpg

Primera edición: octubre de 2021

ISBN edición impresa: 978-84-18746-48-2

ISBN edición digital: 978-84-18746-49-9

ISBN Edición EPUB: 978-84-10083-14-1

Depósito legal: M-25185-2021

Preimpresión: MCF Textos, S. A.

Impresión: Producciones digitales Pulmen, S.L.L.

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

Esta editorial es miembro de UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

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Impreso en España - Printed in Spain

Al señor de Vilanova

Índice

PROEMIO

INTRODUCCIÓN

CONTEXTO HISTÓRICO

LA NOBLEZA DE CRISTÓBAL COLÓN

LA NOBLEZA ABORIGEN

LA NOBLEZA EN INDIAS

EL RECONOCIMIENTO DE LA NOBLEZA INDÍGENA

LA NOBLEZA TITULADA EN AMÉRICA EN EL SIGLO XVIII, DEL MÉRITO A LA CORRUPCIÓN

LA NOBLEZA ANTE LA INDEPENDENCIA

CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

Cruzados hacen cruzados,escudos pintan escudos,y tahúres muy desnudoscon dados ganan condados;ducados dejan ducados,y coronas majestad.

LUIS DE GÓNGORA Y ARGOTE

Proemio

El propósito de que la nobleza en las Indias sea el tema central y principal del trabajo que tiene entre sus manos no ha estado motivado por vana lisonja o recreación de unos ilustres apellidos sobre otros, sino por un interés sincero hacia un estamento que tuvo no solo en Europa, sino también en el Nuevo Mundo, una importancia de primer orden.

Con toda seguridad, el tema escogido para esta obra será considerado por algunos lectores más propio de siglos anteriores que de los tiempos en que vivimos, pero reconforta creer que tal vez otros —quizá más conocedores de las ciencias heráldicas, genealógicas y nobiliarias— reconozcan la contemporaneidad del tema. La contradicción reside en que no todo el mundo conoce que en España, en los últimos cincuenta años, los estudios heráldicos, genealógicos y nobiliarios han tenido una gran proyección. Es un hecho que pocos países del entorno cuentan con una bibliografía tan extensa y de tanta calidad como la española, y esto hace que este trabajo, lejos de estar demodé, venga a complementar estudios de temática similar publicados durante los últimos años.

Por otra parte, tradicionalmente, la heráldica, la genealogía y la nobiliaria han sido ciencias consideradas auxiliares, pero en los últimos tiempos han sufrido un enorme desarrollo, y ocupan un lugar destacado tanto en el ámbito académico como en el mercado editorial.

Independientemente de la vigencia del tema de este trabajo, su objetivo, antes incluso de comenzar su redacción, ha sido aclarar el papel que desempeñó el estamento nobiliario en América y la evolución que sufrió entre los siglos XV y XIX.

Sería un error, desde mi punto de vista, haber realizado un trabajo de investigación que tratara solamente la nobleza en un único siglo, por ejemplo, el XVI, puesto que de esta manera sería imposible explicar la evolución tan fascinante que sufre el estamento nobiliario en los tres siglos que acotan este trabajo. Por este motivo, he preferido pasear por los siglos y analizar similitudes y diferencias con el fin de explicar dicha evolución.

La obra sigue estrictamente el orden cronológico de los hechos y, para lograr una mejor comprensión de estos, el contexto histórico que inaugura el trabajo arranca en el siglo XV, mientras que la conclusión se compone de una reflexión sobre la nobleza en el siglo XIX. Como es lógico, concentrar quinientos años en unas pocas páginas requiere un gran esfuerzo y una concisión extrema, cuya pretensión es extraer la esencia de cada tema para lograr, como resultado, una obra completa, esclarecedora y concisa. Algo no muy usual en trabajos de temática similar.

Introducción

Como se ha mencionado anteriormente, el estudio de la nobleza y la hidalguía en América no es ajeno a los investigadores. A lo largo de los siglos XIX y XX, han venido publicándose un número considerable de obras dedicadas al tema nobiliario. Bien es verdad que estos trabajos han servido de apoyo para la publicación, en la segunda mitad del siglo XX y en los primeros años del actual, de trabajos más completos y específicos.

El tema de la nobleza en América a lo largo de los siglos se ha tratado de muy diversas maneras y desde múltiples puntos de vista, pero la originalidad de este trabajo radica en la no acotación de la información y, por ende, en la relación de todos los aspectos relativos a la hidalguía y nobleza en el Nuevo Mundo y a su evolución a través de los siglos, utilizando los siglos XV y XIX como únicos límites.

Una vez aclaradas las posibles diferencias con las obras que preceden a esta, en este apartado hay que destacar obligatoriamente varios trabajos que se aproximan al presente, como, por ejemplo, Hidalguías e hidalgos de Indias, en donde Jesús Larios Martín trata de una forma muy sencilla y esclarecedora el tema de la nobleza en América. También habría que destacar Los americanos en las órdenes nobiliarias 1529-1900, una extensa y completa obra en la que Guillermo Lohmann Villena recoge vasta información sobre el tema, apoyándose en un gran número de fuentes primarias y secundarias. La obra de María del Mar Felices de la Fuente Entre el mérito y la venalidad presenta la nobleza en el Nuevo Mundo en el siglo XVIII y es clave para comprender la evolución que sufre dicho estamento a lo largo de los siglos modernos. También el doctor Miguel Luque Talaván es autor de numerosas e interesantes publicaciones relacionadas con el tema principal de este trabajo, como, por ejemplo, Análisis histórico-jurídico de la nobleza indiana y Tan príncipes e infantes como los de Castilla, por nombrar algunas. También ha sido muy útil para este estudio su colaboración en el catálogo de la exposición El legado de la Casa de Alba, donde se encarga del apartado dedicado al nobiliario de Indias, junto con María Castañeda de la Paz. Por último, y muy especialmente, conviene señalar el ilustrador discurso de entrada en la Academia Matritense de Heráldica y Genealogía de Javier Gómez de Olea, bautizado La nobleza titulada en la América española.

Muchas otras han sido las fuentes consultadas para la elaboración de este trabajo. Sin embargo, pese a existir numerosas obras de temática nobiliaria, ninguna trata el tema de la nobleza en Indias de forma panorámica, tal y como ha sido la intención en el presente trabajo. Para lograr este objetivo, ha sido necesaria la consulta de numerosas fuentes, tanto primarias como secundarias. En este sentido, hay que tener presente que poco tienen que ver, por ejemplo, un curaca de época prehispánica con un marqués del siglo de oro español. Esta disparidad de términos, de conceptos y de cronologías precisa de la consulta de muy diversas fuentes con las que sustentar este trabajo.

Una vez presentado el objetivo de este libro, me gustaría dedicar unas líneas a explicar los motivos que me han empujado escribirlo, misión nada sencilla. Desde que comencé mis estudios de Historia en la Universidad Complutense de Madrid, ya hace algunos años, las asignaturas relacionadas con la historia de América que cursé durante la carrera, impartidas por magníficos profesores, como Rosa María Martínez de Codes, Concepción Navarro Azcue, Andrés Ciudad o Pilar Ponce Leiva, me enseñaron una parte de la historia universal y de la historia de España que llamó enormemente mi atención. Tanto fue así que, cuando terminé mis estudios universitarios, busqué comenzar mi carrera como docente e investigador al otro lado de la Mar Océana1. En concreto, trabajando en la Universidad Anáhuac de México como coordinador de la licenciatura en Historia.

Viviendo en la capital de la antigua Nueva España profundicé en mis conocimientos sobre su historia. En concreto, sobre la historia del sexo femenino durante el periodo moderno y acerca del estamento privilegiado en aquellas tierras y en el referido tiempo. Para mi formación en la materia, realicé indagaciones en archivos americanos, que completé, años más tarde, con otras en archivos españoles, cuyo análisis considero que debe ser recogido y compartido con otras personas que tengan interés en esta temática.

Intentaré explicar en las próximas páginas cómo surgió la aristocracia criolla y cómo y quiénes recibieron títulos en los territorios de ultramar durante los tres siglos que pertenecieron a la metrópoli. También trataré de responder por qué merecieron estas mercedes y qué diferencias jurídicas existían entre los títulos otorgados allende los mares y los dados en la Madre Patria.

Contexto histórico

Con la intención de enmarcar el tema principal del trabajo, se presentan a continuación los principales acontecimientos acaecidos en España y América entre el siglo XV y el XVIII con la intención de contextualizar correctamente la obra.

LA CONFIGURACIÓN DE UNA NACIÓN

EL CONFLICTO SUCESORIO

Desde que, en 1369, Pedro I fuera asesinado en Olmedo por su medio hermano bastardo, Enrique de Trastámara, los nobles castellanos, reforzados política y económicamente, supusieron un problema continuo para la monarquía y para todo el reino. Su poder, su codicia y sus luchas convirtieron los setenta y cinco primeros años del siglo XV castellano en un tiempo convulso. Castilla venía sufriendo un proceso de expansión sin precedentes del régimen señorial, impidiendo que la feudalidad se desarrollara con normalidad en Castilla, como lo hacía en otros reinos europeos.2

El 12 de diciembre de 1474, Enrique IV muere en Madrid y, al día siguiente, en Segovia, su hermana, la princesa doña Isabel de Trastámara, manda alzar en el alcázar pendones por Castilla y se proclama reina legítima de Castilla, zanjando unilateralmente el problema dinástico3 que llevaba latente desde hacía diez años, cuando en 1464 los nobles habían obligado a Enrique IV a desheredar a su hija, doña Juana, llamada la Beltraneja,4 Ávila, Tordesillas, Valladolid y Toledo reconocieron la legitimidad de doña Isabel, mientras que Burgos, Zamora y las ciudades andaluzas prefirieron esperar antes de pronunciarse al respecto. La misma duda se generó en el seno del alto clero y la nobleza. El cardenal don Pedro González de Mendoza —arzobispo de Toledo—, el conde de Benavente, el marqués de Santillana, el duque de Alba y el duque de Alburquerque juraron a doña Isabel como reina legítima de Castilla, pero el duque de Arévalo y el marqués de Villena se negaron a aceptar la legitimidad de la hermana de Enrique IV,5 por lo que se inició una ardua lucha por el trono.

En el plano internacional, la boda entre doña Isabel, posible heredera de Castilla, y don Fernando, futuro rey de Aragón, celebrada en 1469, había suscitado inquietudes en Francia y Portugal, que veían con temor la posible formación de un bloque hegemónico en la Península.6

Las hostilidades empezaron en mayo de 1475, cuando tropas portuguesas pasaron la frontera castellana. El rey de Portugal, Alfonso V, pretendía defender los derechos dinásticos de su sobrina, doña Juana, con quien acababa de contraer matrimonio, momento en el que los nobles castellanos hostiles a doña Isabel se rebelaron. La guerra de sucesión tiene, pues, un carácter doble de guerra civil y de guerra internacional.7

Cuatro años más tarde, llegó el fin de la guerra. El 4 de septiembre de 1479, con la firma del Tratado de Alcáçovas, doña Isabel y don Fernando quedaban reconocidos como reyes de Castilla, al tiempo que doña Juana renunciaba a sus pretensiones y se la obligaba a pasar el resto de su longeva vida en un convento de Coímbra.8 Además, en dicho tratado se acordaron los desposorios del infante don Alfonso, hijo del príncipe heredero de Portugal, con la infanta doña Isabel, primogénita de los Reyes Católicos, aceptando Castilla la expansión portuguesa en África.9

LA CREACIÓN DEL ESTADO MODERNO

Los Reyes Católicos no fundan la unidad nacional en España, sino la unidad política de los reinos peninsulares bajo unos soberanos comunes. Lo que da comienzo con la subida al trono de doña Isabel y el advenimiento de su esposo don Fernando al trono de Aragón es una mera unión personal. Las dos Coronas seguían siendo independientes, a pesar de estar reunidas en la persona de sus respectivos soberanos. En el futuro, las conquistas pasarán a integrarse a una u otra Corona: Granada, las Indias y Navarra formarán parte de la Corona de Castilla, y Nápoles de la Corona de Aragón. Así, las dos Coronas no se encontraban totalmente equiparadas; existía un desequilibrio claro a favor de Castilla, que era más extensa y estaba más poblada que Aragón10 y, además, se encontraba en un periodo de desarrollo, mientras que Aragón adolecía de un colapso prolongado.11

Durante su reinado, doña Isabel y don Fernando trataron de otorgar a la institución monárquica un prestigio y una autoridad que la situaran muy por encima de las demás fuerzas sociales de la nación —nobleza, Iglesia, Cortes—. Sin crear un Estado absoluto, crean uno autoritario, en el que el soberano es la fuente del poder. Sin embargo, la amenaza más seria para la monarquía no la representaban las Cortes, sino la aristocracia feudal, que en el siglo XV había sido la causante de las crisis políticas, incluso del pleito sucesorio para satisfacer ambiciones de mando e intereses económicos. Para contrarrestar el poder de la nobleza, los Reyes Católicos procuraron recuperar parte del patrimonio real embargado por los señores y combatir la excesiva influencia que venían teniendo en la vida política.12

Los maestrazgos de las órdenes militares, por los recursos enormes que proporcionaban, venían constituyendo un arma poderosa en manos de la aristocracia feudal. Los Reyes Católicos trataron de evitar que estos cargos supusieran una amenaza para el reino; para ello, don Fernando fue nombrado maestre de Santiago, Calatrava y Alcántara, y más tarde su nieto, Felipe II, se haría con el maestrazgo de la levantina Orden de Montesa.13

Todo ello no significaba una ofensiva general contra el estamento nobiliario. La nobleza seguía poseyendo un poder económico considerable y gran influencia social.14 Los reyes contribuyeron incluso a favorecerla al enajenar tierras del patrimonio real para compensar a determinados servidores, como los Cabrera, elevados a la dignidad de condes de Chinchón. En este sentido, las Leyes de Toro de 1505 vienen a consolidar y a perpetuar la fortuna territorial y la influencia de los nobles al generalizar la institución del mayorazgo.15

Los Reyes Católicos trataron de evitar la intromisión de la aristocracia en los asuntos políticos, por lo que el estamento nobiliario perdió toda influencia determinante en el reino y quedó subordinado al poder real.16

POLÍTICA EXTERIOR

Respecto a la política exterior, los Reyes Católicos desarrollaron una diplomacia dinámica, que puede resumirse en tres puntos esenciales: (a) buenas relaciones con Portugal, (b) conflictos con Francia en Italia y Navarra, y (c) expansión americana. El desarrollo de esta actividad exigía el fin de la Reconquista y la expulsión definitiva del islam de la Península. Esta fue la primera tarea importante que realizaron los reyes, después de asegurar su trono en el conflicto sucesorio.17

Desde el siglo XIV, la Reconquista se había ralentizado; las crisis económicas, sociales y políticas que sufrieron entonces los reinos cristianos les impidieron dedicarse a la empresa secular de la lucha contra el infiel, subsistiendo así, en torno a Granada, el reino nazarí, reino feudatario de los reyes de Castilla.

Las hostilidades se reanudaron cuando los musulmanes, a finales de 1481, ocuparon por sorpresa la ciudad fronteriza de Zahara, dando comienzo así a un periodo bélico de algo más de diez años, que acabó con la capitulación de la ciudad de Granada el 25 de noviembre de 1491 y la solemne entrada de los Reyes Católicos en dicha ciudad el 2 de enero de 1492. Fueron entonces los encargados del nuevo territorio ganado don Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, como alcalde y capitán general, y fray Hernando de Talavera, como arzobispo.18

EXPANSIÓN Y ESPLENDOR

LAS INDIAS

No fue en Europa únicamente donde los Reyes Católicos fraguaron la futura grandeza de España. Durante su reinado, se descubre un mundo desconocido y se crean las condiciones favorables para la conquista y la explotación de nuevas tierras.19 A finales de la Edad Media, ya se habían inventado los medios técnicos necesarios para los descubrimientos de ultramar, como, por ejemplo, la brújula, el astrolabio o la carabela.20 Además, la expansión demográfica y la búsqueda de riquezas, la experiencia de los marinos vascos, cántabros y andaluces, y la proximidad de los vientos alisios hacen del sur de la península ibérica un lugar propicio para comenzar a navegar por el océano Atlántico. Castellanos y portugueses se repartirán entonces las Canarias, Azores y Madeira.21

Pronto, Portugal tomó la delantera y descendió a lo largo de las costas africanas con el fin de llegar al océano Índico y a Asia.22 Cuando Colón presentó a la corte lisboeta su proyecto de llegar a Asia navegando hacia el oeste a través del Atlántico, los portugueses estaban cercanos a alcanzar su objetivo bordeando el continente africano. Castilla, sin embargo, dudó acerca de la propuesta de Cristóbal Colón durante seis años (1486-1492), pero, tras la rendición de Granada, los Reyes Católicos se encontraron dispuestos a aceptar el proyecto de Colón y firmaron con el marino genovés las Capitulaciones de Santa Fe, que le permitieron hacerse a la mar en agosto de 1492 y descubrir, tras dos largos meses de navegación, las primeras islas del mar Caribe. A partir del segundo viaje de Cristóbal Colón, se pasa del descubrimiento a la conquista y exploración en la isla La Española23, Puerto Rico y, por último, en Cuba.24

Deseosos de reservarse el monopolio de la colonización, los reyes llegaron a un acuerdo con Portugal. Tras el trato favorable para Castilla dado por las bulas del papa Alejandro VI, el Tratado de Tordesillas de 1494 introduce rectificaciones importantes: España se reservaba todos los territorios descubiertos o por descubrir al oeste de una línea imaginaria, trazada de polo a polo, a trescientas leguas de la isla de Cabo Verde, mientras que Portugal tenía libertad de actuación al este de la misma línea. Esta división supondrá el germen de los futuros imperios coloniales: el de Castilla y el de Portugal.25

FELIPE I Y LAS REGENCIAS DE FERNANDO EL CATÓLICO Y EL CARDENAL CISNEROS

Se suele afirmar que la Casa de Austria26 empieza a reinar en España en 1516 con el advenimiento de Carlos I, pero, en realidad, el primer soberano de dicha casa fue Felipe I el Hermoso. Su reinado oficial duró menos de dos años, desde la muerte de Isabel la Católica, madre de su esposa, doña Juana, acaecida el 25 de septiembre de 1506.27 La figura de Felipe el Hermoso es una de las más controvertidas de la modernidad, aún desconocida en muchos aspectos para los historiadores y falta de un verdadero estudio crítico.

En rigor, después del fallecimiento de Isabel la Católica, el rey titular de Castilla no es en exclusiva Felipe I, sino que, según lo acordado en la Concordia de Salamanca en 1505, da inicio un reinado compartido entre Fernando el Católico —como gobernador perpetuo— y doña Juana y Felipe —como reyes propietarios.

Una serie de desgracias familiares hicieron que la herencia de los Reyes Católicos recayera en ella, su tercera hija, nacida en 1479 y desposada desde 1496 con el archiduque Felipe de Habsburgo, hijo del emperador Maximiliano. El carácter de doña Juana se tornó melancólico y con tendencia a la depresión a raíz del viaje que emprendió entonces para reunirse con su marido, características que fueron agravándose cuando su esposo comenzó a alejarse de ella y a prestarse a las relaciones extramaritales.28

Esta situación no dejó de preocupar a sus padres, puntualmente informados por los embajadores y por el propio Felipe I, quien envió a Castilla información detallada en la que hace referencia, por primera vez, a la salud mental de doña Juana y opina que su esposa debería estar recluida en alguna fortaleza.29 Esto explicaría la cláusula del testamento de Isabel la Católica, otorgado el 12 de octubre de 1504, un mes y medio antes de morir, en la que instituía a doña Juana heredera del trono de Castilla, pero con la limitación de que, si la reina no pudiera o quisiera atender la gobernación, el rey don Fernando quedaría encargado de hacerlo hasta que el hijo de doña Juana, el príncipe don Carlos, alcanzara la mayoría de edad30.

La suerte de doña Juana, una vez hubo fallecido la reina, se encontró en manos de su esposo, don Felipe, y de su padre, ya viudo. El interés de este último radicaba en que se pusiera en práctica el artículo establecido por Isabel la Católica en su testamento antes de morir, que se considerara a doña Juana incapaz de reinar y fuera él quien se hiciera cargo de la regencia de Castilla. En cambio, desde Flandes, Felipe el Hermoso se opone a la tesis de la locura para, de esa manera, al no obedecer el testamento de Isabel la Católica, tener parte en la gobernación de Castilla junto con su esposa, doña Juana.31

Las Cortes, reunidas en Toro en 1505, reconocieron a doña Juana como reina de Castilla y a don Fernando «legítimo curador, administrador y gobernador de estos reinos y señoríos».32 Don Fernando se convirtió a partir de aquel momento en el blanco de las críticas de los partidarios de don Felipe, y pronto quedaría claro que no era posible un acuerdo entre él y su hijo político, sobre todo a partir del momento en el que el rey de Aragón se vio abandonado por un amplio sector de la sociedad castellana. Fueron muchos, entre ellos los nobles, los que trataron de saldar cuentas atrasadas aprovechando la situación. Sin embargo, el 25 de septiembre de 1506, Felipe I, tras unos días de fiebre, moría en la llamada Casa del Cordón, en Burgos.33

El breve reinado de don Felipe deja patente la fragilidad de la organización del reino realizada por la reina doña Isabel, conjuntamente con el rey don Fernando. La ruptura de la unión de los dos reinos, Castilla y Aragón, estuvo a punto de consumarse cuando, por estas fechas, Fernando el Católico, para asegurarse la paz con Francia por los territorios italianos, contrajo matrimonio con la sobrina del rey Luis XII de Francia, doña Germana de Foix, aceptando que los hijos nacidos de este matrimonio heredarían los reinos y señoríos aragoneses. Acontecimiento que, sin embargo, no ocurrió, puesto que el único hijo nacido de este matrimonio, don Juan de Aragón, solo vivió unas horas, y fue don Carlos de Habsburgo, hijo de doña Juana y de Felipe I, rey de Castilla y de Aragón.34

El fallecimiento de Felipe el Hermoso desencadenó una anarquía que a punto estuvo de convertirse en guerra civil. Por iniciativa del cardenal Cisneros, los grandes de España y otros cargos de la corte escribieron a Fernando el Católico pidiéndole que se hiciera cargo de la situación. Don Fernando aceptó dicha petición y, en julio de 1507, regresó a Castilla para gobernarla en nombre de su hija, doña Juana, que seguía siendo oficialmente reina de Castilla. El Rey Católico decidió recluir a doña Juana en Tordesillas y protegerla de esta manera de cualquier amenaza.35

Don Fernando falleció en enero de 1516,36 y el cardenal Cisneros ocupó la regencia hasta la llegada de don Carlos de Habsburgo a España, en noviembre de 1517. Según el testamento de doña Isabel, era él quien debía hacerse cargo del Gobierno, y fue proclamado rey de Castilla el 14 de marzo de 1516, cuando contaba la edad de dieciséis años.37