Balacera en el Congreso - Erasmo González - E-Book

Balacera en el Congreso E-Book

Erasmo González

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La balacera en el Congreso, en enero de 1902, escrito por el doctor Erasmo González, trata sobre uno de los incidentes de violencia política muchas veces referidos, pero explicados con detalle en muy pocas ocasiones. Los incidentes acaecidos con motivo de la decisión del grupo caballerista de deponer al presidente Emilio Aceval tuvieron efectos de corto y mediano alcance para la ya entonces debilitada hegemonía del partido oficialista. En ese sentido, este libro es una contribución indudable para que el lector comprenda a cabalidad qué ocurrió aquel 9 de enero de 1902 en el recinto del Congreso paraguayo, donde las diferencias políticas entre dos sectores del mismo partido, el Nacional Republicano, terminaron resolviéndose a balazos, dejando un luctuoso saldo. El autor logra contextualizar el evento, aportando relevantes datos sobre los protagonistas de tan incidentada y sangrienta sesión parlamentaria, que pasó a engrosar las páginas dolorosas de la historia paraguaya. La balacera en el Congreso demuestra hasta qué punto la disputa por el poder puede recurrir a todo tipo de recursos legales e ilegales para desplazar al adversario del Palacio de Gobierno y lograr que los amigos y leales logren suplantarlos.

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Seitenzahl: 102

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Balacera en el Congreso

EQUIPO EDITORIAL ATLAS S. A.

Consejo Editorial:

Lic. Pedro A. Moreira L.

Dr. Walter Bastos Salmena

Mgtr. Juan José Moreira Espínola

Coordinación de Corrección:

Prof. Karen Rocío Cuenca Rodríguez

Dirección Editorial:

Lic. Silvia Carolina Gómez Santacruz

Corrección:

Milciades Antonio Gamarra Morínigo

Sylvia von Glasenapp

Dirección Comercial:

Lic. Diego Sebastián Manera

Coordinación Gráfica:

Jorge A. Leguizamón R.

Dirección de Proyectos:

Lic. Elina Haidee Arrúa Mendoza

Diseño Editorial:

Eduardo José Molinas Viedma

Coordinador de la Colección:

Dr. Herib Caballero Campos

Diagramación:

Eduardo José Molinas Viedma

Autoría:

Dr. Erasmo González

Diseño de Tapa:

Eduardo José Molinas Viedma

Edición Técnica:

Dr. Herib Caballero Campos

Lic. Silvia Carolina Gómez Santacruz

Imágenes Interiores:

Proveídas por el autor

*GRUPO EDITORIAL ATLAS*

Derechos Reservados. Es propiedad del Editor. Esta publicación no puede ser reproducida total y/o parcialmente ni archivada o transmitida por ningún medio electrónico, mecánico, de grabación, de fotocopia, de microfilmación o en otra forma, sin permiso previo del Editor.

ISBN: 978-99925-231-8-6

989.2

GONb

González, Erasmo

Balacera en el Congreso.-- Erasmo González.-- Asunción: Grupo Editorial Atlas, 2021.

112 págs.; ilus.; 12 cm x 18 cm. (Colección Conspiraciones y política)

ISBN: 978-99925-231-8-6

1. Balacera en el Congreso. 2. Historia del Paraguay. I. Tít.

Grupo Editorial Atlas: Dr. Benza 317 y Ecuador • Tel.: (021) 556 815 (R. A.)

www.grupoeditorialatlas.com

Índice

Prólogo

Introducción

Capítulo I: Antecedentes

Entre asunciones y defunciones presidenciales

Los partidos políticos

Dos caudillos, un partido

Último antecedente de defenestración en 1894

El egusquicismo

Al amparo del egusquicismo

Capítulo II: Presidencia de Emilio Aceval

Un nuevo Gobierno

La oposición al gobierno de Aceval

El endeble Gabinete

Capítulo III: El derrumbe institucional

Un turbulento Congreso

Legisladores y la prensa

Los sucesos previos al 9 de enero en la crónica periodística

El presidente detenido

Un ambiente caldeado

La sangrienta sesión

Continúa la sesión

Sentencia del periódico La Patria

Los heridos

Capítulo IV: Ecos del 9

El nuevo Gobierno y su Gabinete

Defensa del senador Federico Bogarín

Repercusión en la prensa bonaerense

Homenajes al doctor Ynsfrán

Los caídos y su destino

Gobierno de Escurra, a un año de la balacera

Secuelas políticas para el caballerismo

Conclusión

Anexos

Fuentes consultadas

Datos biográficos del autor

Prólogo

La balacera en el Congreso, en enero de 1902, escrito por el doctor Erasmo González, trata sobre uno de los incidentes de violencia política muchas veces referidos, pero explicados con detalle en muy pocas ocasiones.

Los incidentes acaecidos con motivo de la decisión del grupo caballerista de deponer al presidente Emilio Aceval tuvieron efectos de corto y mediano alcance para la ya entonces debilitada hegemonía del partido oficialista.

En ese sentido, este libro es una contribución indudable para que el lector comprenda a cabalidad qué ocurrió aquel 9 de enero de 1902 en el recinto del Congreso paraguayo, donde las diferencias políticas entre dos sectores del mismo partido, el Nacional Republicano, terminaron resolviéndose a balazos, dejando un luctuoso saldo.

El autor logra contextualizar el evento, aportando relevantes datos sobre los protagonistas de tan incidentada y sangrienta sesión parlamentaria, que pasó a engrosar las páginas dolorosas de la historia paraguaya.

La balacera en el Congreso demuestra hasta qué punto la disputa por el poder puede recurrir a todo tipo de recursos legales e ilegales para desplazar al adversario del Palacio de Gobierno y lograr que los amigos y leales logren suplantarlos.

Herib Caballero Campos

Febrero de 2021

Introducción

El asesinato del presidente Juan Bautista Gill fue el reflejo de los tiempos turbulentos en que vivía aquella sociedad paraguaya, manejada por autoridades que generalmente no aplicaban los preceptos constitucionales y eran más propensas a legitimar el uso de la violencia.

Aquel magnicidio de 1877, en plena vía pública, no fue el fin de un periodo de inestabilidad y conmoción política; fue uno más de los tantos hechos, cuya relevancia no escatimó en absoluto la práctica de la intransigencia en cuestiones de poder.

La violencia política de fines del siglo xix tuvo visibilidad en acontecimientos que ocasionaron muertes, heridos, daños materiales, exilios, coacciones, exclusiones que afectaron sobremanera al Estado paraguayo.

La matanza de ciudadanos en la cárcel pública en octubre de 1877 —cuando varios presos políticos acusados del asesinato del presidente Gill fueron ejecutados por las fuerzas del Gobierno— causó profundo malestar en la ciudadanía y el reproche a las autoridades, demostrando nuevamente cómo las garantías de seguridad estaban ausentes.

La exclusión como motivo para pacificar las acciones de protesta se vio reflejada en situaciones en que las normas legales fueron frenadas por voluntades individuales con el simple objeto de anteponer los intereses. Así se excluyó a candidatos y se limitó el acceso a cargos que debían ocuparse mediante elecciones, además de sobrepasar por las armas a las leyes. Un ejemplo de ello fue en 1880 cuando los hombres ligados al poder político y militar no le permitieron al vicepresidente Adolfo Saguier ocupar la presidencia ante la sorpresiva muerte del entonces mandatario Cándido Bareiro.

Las duras disputas electorales de la época, donde el uso de la fuerza estuvo a la orden del día, no fueron sino el efecto de las primeras guerras civiles que se registraron en los años que siguieron al fin de la Guerra contra la Triple Alianza. Para aquella población, la guerra no terminó en marzo de 1870, pues tuvieron que enfrentar nuevas hostilidades internas que impedían el desarrollo socioeconómico.

Hacía años que el Paraguay arrastraba un periodo de violencia y ella naturalmente debía generar más violencia como lo fue a fines del siglo xix, manifestándose en altercados ciudadanos, desigualdad social, impunidad, abandono, pobreza y desidia de muchas autoridades. Así, en los diez últimos años del siglo decimonónico, la praxis política acusaba un intento de sedición en octubre de 1891 y la deposición de un presidente, en 1894.

La sociedad paraguaya de por sí mostraba símbolos de violencia que desquebrajaban los intentos de institucionalidad y madurez cívica, pues ante tantas acusaciones y reproches encima por la carga pesada del pasado, varios caudillos tuvieron que recurrir a su mejor arma: la exclusión agresiva del adversario.

Indudablemente, cuando la práctica de la violencia es estructural, los cambios innovadores que puedan surgir para superarla deben resistir los ataques reaccionarios, por lo que generalmente resultan vanos y las esperanzas destruidas. Tarda años en poder superar los estragos de la violencia estructural. En el Paraguay, los pactos políticos surgidos desde 1890 intentaron conciliar las disputas buscando formas de participación, pero aún estaban latentes los resabios derivados del caudillismo.

Por todo ello, rescatar capítulos de la historia política del Paraguay constituye un parámetro ideal para poder dimensionar los efectos nocivos de las mezquindades políticas, la intolerancia a la inclusión, la falta de programas políticos para poder instaurar paradigmas que superen los obstáculos que en el pasado se han impuesto.

La balacera en el Congreso es un libro que se adentra en los sucesos políticos de 1902, donde la deposición de un presidente y una incidentada sesión parlamentaria llegaron a tocar la tragedia con el asesinato de un legislador y la vuelta al antiguo modelo político que se pretendió superar.

El proceso político desde la posguerra fue duro; este material describe las situaciones en que ocurrieron hechos de inestabilidad en un periodo constitucional, y que fue el primero del siglo xx. Evidente es que la cultura de la violencia no respeta estratos sociales, desde el ciudadano común hasta al más alto magistrado nacional, la violencia destruye la tranquilidad pública y limita el ideal humano de mejorar la calidad de vida, normalizando situaciones que en definitiva ocasionan más letargo social.

Erasmo González

Febrero de 2021

Capítulo i

Antecedentes

Entre asunciones y defunciones presidenciales

El artículo 90 de la entonces vigente Constitución Nacional, de 1870, sustentaba que tanto el presidente como el vicepresidente durarían en sus funciones cuatro años. Eso significa que hasta 1900, de haberse cumplido cabalmente la Carta Magna, el Paraguay debía haber tenido menos de diez presidentes.

A pesar de que esta Constitución otorgaba garantías para trabajar en pos del orden y la civilidad, la práctica política de los hombres contrastó con esa realidad. En menos de una década, seis hombres llegaron a desempeñar las funciones de presidente, en medio de varias revoluciones y el magnicidio de uno de ellos, el de Juan Bautista Gill, en 1877, y que fue un claro ejemplo de violencia política.

Al respecto decía el historiador norteamericano Harris Gaylord Warren: “El Paraguay de posguerra carecía de esos requisitos; le faltaba lo fundamental para el funcionamiento de una república constitucional: la fe en los procesos verdaderamente democráticos y la decisión de sacrificar los intereses egoístas en pro del bien común”.

Los grupos políticos formados en alianza con los gobiernos o de Brasil o de Argentina iniciaron una serie de intervenciones, generalmente poco felices, para fomentar el anhelado progreso. Mucho se hablaba de civilidad y poco se hacía en su favor.

Las décadas finales del siglo xix estuvieron carentes de la templanza y tolerancia política para poder cultivar el equilibrio cívico. En medio de traiciones encabezadas por caudillos que con su temible voracidad animaban defenestraciones, persecuciones y ataques a la prensa, se podía preguntar si valía la pena querer ocupar la presidencia ante tantas nulidades.

El caudillo prominente, Bernardino Caballero, dominó la escena política a inicios de 1880 cuando llegó a la presidencia, reemplazando al fallecido Cándido Bareiro, logrando así extender más su dominio en el escenario de la política nacional. Fue Caballero el primer presidente en culminar su periodo constitucional en los años 1882-1886, además de ocupar la magistratura en dos periodos seguidos, a pesar de que la Constitución Nacional no lo permitía.

Los partidos políticos

Luego de la estabilidad que había logrado el general Caballero en sus seis años de presidencia (1880-1886), su hegemonía política se extendió con su sucesor, el también general Patricio Escobar (1886-1890). Este último ocupó la presidencia en tiempos en que los sectores políticos ensancharon sus diferencias y se fundaron los partidos políticos tradicionales.

Ambos generales tenían un legajo que muchos ciudadanos respetaban y admiraban: el de haber sido combatientes en la Guerra contra la Triple Alianza, al lado del mariscal Francisco Solano López. Antecedente que les valió para ganarse el respeto y la adhesión política de muchos, llegando a constituirse en caudillos, donde destacó preferentemente Bernardino Caballero.

Sin embargo, las discrepancias del presidente Caballero con su antiguo adherente Antonio Taboada, a causa del enfrentamiento con uno de sus ministros, desataron la división. Para 1886 Taboada patrocinó la creación del Club Popular en su distrito de Villarrica para oponerse al sector caballerista en las elecciones al Congreso de febrero de 1887.

Aliado con el candidato a diputado Esteban Gorostiaga, el también aspirante a senador Taboada compitió contra el también candidato a senador Bernardino Caballero y el postulante a la diputación Claudio Gorostiaga.

Sin embargo, las irregularidades en las elecciones llegaron al grado de no permitir la participación de los seguidores de Taboada y se produjo un enfrentamiento violento que llevó a que las fuerzas del Gobierno apresaran a los seguidores de Taboada, alejándolos del lugar de votación.

Entre acusaciones y ofuscaciones, las divisiones aumentaban; muchos opositores descontentos con el oficialismo se congregaron y fundaron el 10 de julio el Centro Democrático, siendo el mismo Taboada presidente de la nucleación de la que luego sería conocido como el Partido Liberal. Entre tanto, los oficialistas —a instancias de José Segundo Decoud— fundaron el 11 de septiembre la Asociación Nacional Republicana, o Partido Colorado, a cuya cabeza estuvo el propio Bernardino Caballero, grupo en el cual muchos de sus adherentes ocuparían puestos importantes en la conducción del país.

Con esto, sostiene el historiador Carlos Gómez:

Se formalizó un sistema político que con el tiempo canalizará la participación política homogeneizando los combatientes grupos políticos que existieron con anterioridad. Poco a poco, este sistema se iría convirtiendo en un bipartidismo duro que se cuenta entre los más antiguos de América Latina.

Varios de los fundadores de estas nucleaciones políticas fueron protagonistas en los inicios del siglo XX, destacándose en el ámbito político y cultural, Antonio Taboada, Cecilio Báez, Ildefonso Benegas, Pedro P.Caballero, José Zacarías Caminos, Adolfo Soler, José Ayala, Fabio Queirolo por el Partido Liberal.