Banda de Conciertos de Holguín - Eulogio Humberto Pino Hernández - E-Book

Banda de Conciertos de Holguín E-Book

Eulogio Humberto Pino Hernández

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Beschreibung

El presente estudio salva para la historia una parte de la memoria cultural de la provincia de Holguín, al entregarnos una obra marcada por el rigor y la exactitud sobre nuestras bandas de conciertos. Expone cien años de bregar por la cultura holguinera de ese formato musical. La valoración de sus aportes a la vida social y al desarrollo artístico del territorio aproxima al lector a una historia que se afinca en la tradición de la retreta en plazas y parques de pueblos y ciudades. Estamos en presencia de un libro testimonio nacido del amor a la música y al terruño natal, con lo cual congratula y premia a la agrupación con motivo de su centenario.

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Seitenzahl: 196

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Holguín, 2022

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. Este y otros libros puede encontrarlos en ruthtienda.com

 

 

Edición: Mayra San Miguel Aguilar

Diseño y composición: Rebeca Pantoja Álvarez

Corrección: Hernel Pérez Concepción

 

 

© Eulogio Humberto Pino Hernández, 2022

© Sobre la presente edición:

Editorial La Mezquita, 2022

 

 

ISBN 9789597200475

 

 

LA MEZQUITA

calle Maceo no. 108,

entre Agramonte y Arias,

ciudad de Holguín

Holguín (80100) CUBA

E-mail: [email protected]

Teléfono: 24472052

 

 

 

El presente estudio salva para la historia una parte de la memoria cultural de la provincia de Holguín, al entregarnos una obra marcada por el rigor y la exactitud sobre nuestras bandas de conciertos.

Exponen cien años de bregar por la cultura holguinera de ese formato musical, desde el surgimiento de la Banda Municipal en 1922 hasta el quehacer de la Banda Provincial de Conciertos en 2022. La valoración de sus aportes a la vida social y al desarrollo artístico del territorio, aproxima al lector a una historia que se afinca en la tradición de la retreta en plazas y parques de pueblos y ciudades. Por el vínculo de su autor con la formación, —desde 1980 y su director titular desde mayo de 2005—, cuatro décadas de consagración y profesionalidad, estamos en presencia de un libro testimonio nacido del amor a la música y al terruño natal. La salida de esta publicación no puede ser más oportuna para los holguineros, pues congratula y premia a la agrupación con motivo de su centenario.

 

 

 

 

A mi esposa e hijas,

A mis padres y hermanos,

A mis amigos: por la espera y el ánimo;

sin ellos no hubiera sido posible seguir adelante.

A los que me precedieron en esta historia,

a los que la continuarán con éxito.

 

 

 

 

AGRADECIMIENTOS

 

A los tutores de lo que fue mi tesis y que es hoy este libro, Dra. C. Katia Expósito y Dr. C. José Novoa Betancourt; al M. Sc. Zenovio Hernández Pavón y al filólogo Lino Verdecia Calunga por sus orientaciones y ayuda.

A la Dirección Provincial de Cultura y a la presidencia de la Uneac de Holguín, así como a todos los que de una forma u otra han tenido que ver con la realización de este libro.

A todos mi eterna gratitud.

Prólogo

 

 

 

Sin dudas, el patrimonio musical de Cuba es particularmente privilegiado. Para orgullo nuestro, muchos definen a la mayor de las Antillas como la isla de la música, porque, como pocos países, aquí se han gestado numerosos géneros, composiciones y formatos que han disfrutado múltiples generaciones de habitantes de diferentes partes del planeta. Entre los formatos que han contribuido a la gestación y desarrollo de este tesoro intangible está el de la banda de música oriunda de Europa. Desde su llegada en la remota etapa colonial, en que comienza a gestarse el rico proceso de fusión y mezcla que distingue nuestra identidad y cultura, ella ha sido cuna y escuela de muchos de los más descollantes músicos criollos.

Las bandas iniciaron su arraigo y expansión por la geografía cubana desde las primeras décadas del siglo XIX y, al margen de tropiezos, lunares y etapas sombrías, no han perdido vigencia y valía entre nosotros, ya que en las últimas décadas se han reafirmado en el ámbito insular con descomunal fuerza. Lamentablemente, los estudiosos de la música, decisores del sector cultural y el no menos pujante movimiento editorial que ha fructificado en todas nuestras provincias, han tenido pocas iniciativas para llevar a la letra impresa los aportes de las bandas y de la música en general a la cultura cubana.

En medio de esa desunión entre estudiosos de la música y editores de libros que impera en gran parte de la Cuba profunda, hay que resaltar la publicación de un libro tan necesario y útil como este por La Mezquita (editorial de la UNHIC). La salida de esta publicación no puede ser más oportuna para los holguineros, pues la llamada Ciudad Cubana de los Parques congratula y premia a su banda de conciertos en el 2022 con motivo de su centenario.

Aunque este estudio tiene como centro la historia de la agrupación en sus cien años de bregar por la cultura, también acerca al lector a la tradición de las retretas o conciertos públicos en la urbe y, en alguna medida, a esta región que hoy conforma la provincia de Holguín, la cual acumula el doble de ese tiempo haciendo sonar los metales al viento. Justo es resaltar que de las provincias del oriente cubano, la holguinera se ubica junto a Santiago de Cuba y Granma, entre las primeras en impulsar esta tradición, aunque fue en poblaciones de Holguín donde más se fomentaron las bandas municipales durante la primera mitad del siglo XX, como confirma Cuba Musical (1929), el estudio y compilación más relevante de este formato en el país.

En Holguín las bandas españolas iniciaron las retretas en 1827 y las mantuvieron hasta el final de la guerra de 1895. Ellas hacían énfasis en los himnos y obras europeas, pero poco a poco los géneros nativos se fueron robando el protagonismo, sobre todo en bailes y otras celebraciones sociales. Luego de Holguín, las plazas públicas de Gibara comenzaron a ser sede de multitudinarias retretas, no solo de agrupaciones de distintos regimientos españoles, sino de aficionados y músicos de la localidad, entre ellos los de la familia Gómez, la cual fundó importantes orquestas y bandas en esa y otras poblaciones de Oriente. Entre los más notables descendientes de esa estirpe musical destacan los maestros Leovigildo Gómez Berrillo y Juan Márquez Gómez, aunque no debemos olvidar otros gibareños insoslayables en esta historia, como fueron Cándido Ávila, Fello Mastrapa, Manuel Nogales y Emilio Rodríguez Soa.

Realmente, tras la instauración de la República es que comienza a gestarse un movimiento bandístico en el nororiente cubano, pues irrumpen numerosas agrupaciones infantiles y de adultos, llegándose a vivir entre las décadas de 1920 y 1930 la época de oro de las retretas en todo el período republicano. Después de Holguín y Gibara, Mayarí y Banes fueron los siguientes municipios de la región en organizarlas.

De los cinco municipios holguineros que durante la República contaron con banda municipal, la de Antilla fue la más efímera. Formada por Emilio Rodríguez poco después de constituirse su Ayuntamiento en 1925, diez años después deja de ofrecer retretas ante la falta de respaldo económico. Todo lo contrario ha sido la historia de su homóloga en Sagua de Tánamo. En 1919, reclamado por el gobierno local llega a Sagua el maestro guantanamero Juan Badel Delgado y funda la banda infantil, a partir de entonces su Ayuntamiento no tuvo que contratar agrupaciones de Baracoa, Banes o Mayarí para realizar retretas, dianas mambisas y otras celebraciones.

Pese a sus esfuerzos entre 1919 y 1923, Badel apenas pudo ofrecer escasas retretas con algunos jóvenes, dejando vacante el puesto de director, el cual fue ocupado por el maestro Manuel Riverí, quien luego de intensos meses de preparación presentó por primera vez completa la Banda Municipal de Sagua en el teatro Pintado, el 11 de septiembre de 1925, durante una velada destinada a recaudar fondos para adquirir instrumentos y partituras.

Por diversas razones, muy bien reflejadas por el maestro Humberto Pino Hernández en estas páginas, la mejor época de las bandas quedó en el recuerdo, pues la mayoría fue desapareciendo. Felizmente, un día la dirección del país (2004) trazó un encomiable plan no solo de rescate, sino de formación de otras nuevas en todos los municipios. La Banda Provincial de Holguín, como otras del país, despliega una labor titánica de la que Pino conoce muy bien, pues estuvo y está entre los protagonistas que formaron y siguen asesorando a las nuevas generaciones de músicos.

Debido a esa y otras razones este es un libro testimonio nacido del amor a la música y al terruño natal. El autor, desde su egreso de la Escuela Nacional de Arte (ENA) en 1977, ha formado parte de esta hija centenaria de Holguín, ha conocido de la impronta de numerosos representantes de las generaciones que le precedieron y ha formado a no pocos de los que hoy responden al llamado de su batuta.

Sin embargo, el arte de la escritura es siempre un reto, sobre todo cuando nos enfrentamos a reflejar con veracidad y emoción una larga historia de esfuerzo y dedicación que es orgullo de nuestra cultura. Del empeño, el maestro Pino sale airoso y nos entrega una obra entretenida y marcada por el rigor y la exactitud, la cual será de obligada consulta para todos aquellos que deseen profundizar en la historia de Holguín o enriquecer la bibliografía cubana de un formato musical de tanta valía.

Zenovio Hernández Pavón,

junio de 2022.

Introducción

 

 

 

La música es reconocida entre todas las artes como la de mayor consumo y poder de comunicación. Está presente en nuestra cotidianidad y constituye una compleja manifestación artística ya que se vale del sonido para su estructura. Los humanos, como seres sociales, desde su origen fueron capaces de apropiarse de los sonidos de la naturaleza, reproducirlos y utilizarlos para comunicarse entre sí.

De tal modo, aun considerando a la música como la más abstracta de todas las artes, lo que en ocasiones hace difícil su análisis y comprensión debido a su complejidad, es una expresión que refleja los modos de vida, las necesidades y aspiraciones, las esperanzas y los caracteres de cada época acorde a los momentos históricamente determinados.

Según la musicóloga María Teresa Linares (1920-2021) “el hombre ha producido música para todas las ocasiones de su vida”,1 lo que nos sirve para ratificar que esta expresión artística ha estado ligada a los humanos desde su propio surgimiento, como una forma de expresar sentimientos y emociones, lo que la convierte en un medio de comunicación y proyección de idiosincrasias. Por ello, para hacer un análisis de su origen, no puede verse como un elemento aislado, sino como el resultado de la interacción de factores económicos, políticos y sociales.

Esta expresión artística utiliza un lenguaje particular, combinando y organizando los sonidos que son una expresión intangible y que desaparecen tan pronto son emitidos. Juan Albanés Martínez (1914-1981) sintetiza como ocurre el surgimiento de la música y el desarrollo de esta a lo largo del tiempo, al decir que “se encuentra aparejada al contacto directo que ha tenido el hombre con la naturaleza que lo circunda, a la relación recíproca entre este y la realidad material de la cual forma parte”.2

Desde momentos muy tempranos de la historia de la humanidad, los teóricos y estudiosos de la música se han empeñado en establecer definiciones acerca de esta forma del arte, entre ellos Hilarión Eslava (1807-1878), quien definió que “la música es el arte de bien combinar los sonidos y el tiempo”.3 Sin embargo, en nuestra opinión, ese concepto no se corresponde con la estética vigente en diversas corrientes de la llamada vanguardia musical, iniciada en la primera mitad del siglo XX, y que continúa manifestándose en la actualidad en obras de destacados compositores que quebrantan los límites señalados por el célebre músico y teórico español.

La música, a través de todas las etapas de la historia de la humanidad, “ha participado directamente en la vida del hombre, su presencia se manifiesta en la religión, en el trabajo, en el combate, en el amor”.4 Asimismo, por su carácter utilitario tiene otros conceptos complementarios, así como connotaciones ideológicas que se vinculan estrechamente al lugar, tiempo y coyuntura histórica en que surge, relacionada con los distintos códigos de los músicos que la van creando y de los pueblos que la asumen: “una música puede ser esgrimida como símbolo de identidad nacional y de resistencia, y otra impuesta como señal de superioridad por un invasor”.5

Otra de las disquisiciones teóricas generadas en relación con el término música está en el hecho de establecer clasificaciones acerca de la misma. Algunos estudiosos consideran que solo existe la música buena o mala. Otros la dividen de acuerdo con determinados parámetros en: folklórica, popular y culta. No obstante, dichas denominaciones pueden fundirse en obras en las que un elemento folklórico es llevado a la música de concierto y luego esta obra es adaptada para ser interpretada en una versión de música popular; igualmente este proceso puede suceder a la inversa. De ello es notable ejemplo el son Échale Salsita, de Ignacio Piñeiro (1888-1969), empleado como elemento temático por George Gershwin (1898-1937) en su excelente obraSuite Cubana.

Los especialistas aún se debaten por encontrar una terminología que resulte lo más exacta para definir la música de concierto, a la que también otros denominan como clásica, erudita o culta, para contraponerla con la llamada música popular o folklórica, términos que sin dudas reflejan una concepción de élite; aunque en realidad los distintos tipos deben ser tenidos como cultos al ser reflejo de procesos provenientes de la cultura. Según criterio de Victoria Eli Rodríguez y Zoila Gómez García, “se le ha dicho culta, seria, erudita, artística, etcétera. Ninguno de estos epítetos convence, pues reservaría valores para este tipo de música que, automáticamente, quedarían excluidos para los restantes”.6

Todos estos enunciados parten desde el seno de las culturas y, por tanto, el sentido que se da a las expresiones musicales se ve influido por razones psicológicas, sociales, culturales e históricas. Ello justifica las múltiples y diversas definiciones que pueden ser válidas en el momento de expresar qué se entiende por música. Ninguna, sin embargo, puede ser considerada como perfecta o absoluta y, en consideración con los criterios expuestos, se puede inferir que la música de concierto es toda aquella que ha sido compuesta para ser interpretada y escuchada de forma concertada y que requiere de un elevado nivel de elaboración técnica, por lo que sus creadores e intérpretes precisan de una amplia formación académica que les permita enfrentar las dificultades propias de cada género o estilo.

Cuba es reconocida como una de las grandes potencias musicales del mundo. La mayor de las Antillas es fuente inagotable de ritmos y melodías como consecuencia de un largo y complejo proceso de transculturación. Su amplia riqueza sonora está representada en una gran variedad de creadores, géneros y obras que trascienden a lo largo de la historia, lo cual la hace merecedora del citado calificativo.

La historia de la música cubana se remonta a fechas tan tempranas como el momento en que se inicia la conquista y colonización del archipiélago. Las ya referidas musicólogas Eli Rodríguez y Zoila Gómez García exponen que en nuestra historia se observa un proceso de interacciones de elementos culturales muy diversos que por varios siglos constituyeron la raíz nutricia de nuestra música, aunque, ciertamente, lo africano y lo europeo constituyen la base o sedimento de todas las expresiones de nuestra cultura musical.

Ambas autoras, parafraseando al sabio cubano Fernando Ortiz (1881-1969), concluyen que “la verdadera historia de la música cubana es la historia de sus intrincadísimas transculturaciones”.7 Es, por tanto, el resultado de ese proceso de asimilación, mezcla y decantación lo que nos ha convertido en una potencia de esta manifestación artística.

Si bien durante el siglo XIX la influencia europeizante marcó la creación artístico-literaria en todo el archipiélago —incluso entre los defensores de la cubanía—, no obstante, el proceso de transculturación brindó una personalidad y fisonomía muy cubana a nuestra música, lo que hace que la obra de Manuel Saumell Robredo (1818-1870) sea referencia obligada por ser considerado el iniciador de nuestro nacionalismo musical, con sus contradanzas contentivas implícitas de las células rítmicas de géneros actuales de la música popular cubana.

Y es por ello que en la historia cultural y patriótica de Cuba, las bandas de música han escrito hermosas y trascendentales páginas; no se pueden escribir algunas de las grandes epopeyas de las guerras mambisas si no se reseñan los himnos y marchas interpretados por estas agrupaciones, capaces de animar el espíritu rebelde e independentista de los cubanos.

En los primeros años del siglo XIX existían en Cuba múltiples estilos y expresiones musicales que fueron caracterizando los diferentes estratos sociales. Por una parte, aquellos géneros propios de la clase dominante entre los que se encuentran los bailes de salón de origen europeo y, por otro, los ritmos que se escuchaban entre los estratos más humildes. Cantos propios de los esclavos que se entonaban en los barracones y durante sus actividades laborales, así como el zapateo y el punto como expresiones típicas de los pobladores de las zonas rurales.

Pues, según nos expresan Hernández Pavón y Tamayo Barrera, “en la conformación de la identidad cultural de Holguín, la raíz española fue decisiva, aunque desde el siglo XVIII son los negros y pardos dedicados a la música los que más se destacan”.8 A ese segmento pertenecen en el siglo XIX los notables músicos Magín Torrens, José María Ochoa, Manuel Avilés Lozano, José A. Espronceda y José Ángel Aguilera, entre otros. No obstante, estos y otros músicos adoptaron tácitamente los postulados, géneros y estilos europeos, sobre todo de la música española. Al revisar la escasa prensa colonial holguinera se comprueba que hasta en las retretas se interpretaban profusamente piezas de zarzuelas y óperas españolas y de otros países del viejo continente

La vida musical holguinera fue hasta mediados del siglo XIXde una marcada pobreza. Desde 1720 —fecha de fundación del pueblo— hasta 1820, esta manifestación sentaba presencia solo en los actos litúrgicos, las celebraciones de las fiestas del santo patrón o algún hecho social trascendental; no obstante, las sociedades de instrucción y recreo estimularon a través de sus secciones el desarrollo de la cultura y de la música en particular; además desde aquel entonces la ciudad contaba con un teatro y una sociedad filarmónica.

El investigador Jorge González Aguilera afirmó en uno de sus ensayos que “esta es una zona cultural atípica [...] atipicidad que no debe entenderse como exclusión dentro del entorno regional o nacional, sino diferencial por especificidades determinadas, pero que se integran al marco cultural nacional”.9

En esta región, como en todo el país, desde inicios del siglo XIX se manifestaron sentimientos de patriotismo y cubanía, lo cual era expresión fehaciente del origen de la nacionalidad. Así las expresiones culturales desempeñaron un papel protagónico, de tal modo que la historia de las bandas de conciertos en Cuba se remonta a la influencia de las primeras retretas al aire libre de las bandas de los regimientos militares españoles. Y puede afirmarse que este formato instrumental ha sido poco estudiado y en ocasiones se valora prejuiciadamente por su composición instrumental o por los escenarios públicos en que realiza sus presentaciones.

Holguín ha sido una de las ciudades de la región oriental del país que a lo largo de su historia ha exhibido una rica tradición cultural y entre las instituciones más significativas sobresale la hoy Banda Provincial de Conciertos (BPC), institución que acumula un largo y trascendente quehacer, algo que ha permitido considerarla —junto con la de Bayamo y Santiago de Cuba—, entre las más longevas y enriquecedoras de este tipo de música en el oriente cubano.

La BPC de Holguín es heredera de las legendarias bandas mambisas, ha nucleado en su ininterrumpida labor a notables artistas que han servido de estímulo a la música popular y de concierto, por lo que su legado ofrece una brecha para continuar enriqueciendo su historia. La necesidad de exponer lo desarrollado por esta institución cultural resulta importante en aras de promocionar y conservar los valores más genuinos del patrimonio local.

Está señalado que la tradición de las bandas y su influencia en el panorama musical cubano ha sido escasamente investigada por teóricos y musicólogos. Aun así existen intentos que ofrecen contribuciones al respecto, entre estos resulta de gran valía el trabajo realizado por los autores José Calero Martín y Leopoldo Valdés publicado en 1928, en el libro Cuba Musical y en el cual se incluyen fotos y el listado de los entonces integrantes de las más importantes agrupaciones de este tipo en el país.

De igual forma y con singular importancia resultan los tres folletos que abordan la historia de la Banda Nacional de Conciertos escritos por los músicos Lorenzo Díaz Castañedo y Enrique Arias Fernández. Estos folletos fueron impresos por la Agrupación Nacional de Conciertos del Ministerio de Cultura (Mincult) en los años 1975, 1979 y 1984, este último dedicado al aniversario 85 de esta institución.

Del ámbito holguinero constituyen referentes lo realizado por Aracelis García Pupo, “Reseña Histórica de la Banda Municipal de Holguín (1922-1985)”. En ese texto —que constituyó su trabajo investigativo en opción al título de Instructora de Arte (1985)— se expresa un estudio de esta institución de manera evolutiva durante el período señalado. Otra fuente significativa consultada es el trabajo “A paso de marcha: Bandas de Conciertos en Holguín” (2006), de Laritza Ochoa Serrano en opción al título de nivel medio de Profesora de Música, que rememora el surgimiento y desarrollo de las bandas en esta provincia. Asimismo es referente el Trabajo de Diploma para alcanzar el título de licenciada en Estudios Socioculturales, “Aportes de la Banda Provincial de Conciertos a la Cultura Holguinera” (2012), de Norma Elena Jústiz Rojas, quien hace una breve historia de la misma, significando su contribución.

Más recientemente, Armando Aguilera Parra (2021), en su tesis “Importancia de la obra musical de Manuel de Jesús Leyva Barrera para la cultura holguinera”, —realizada para la obtención del título de máster en Historia y Cultura en Cuba— hace un significativo reconocimiento a la figura del maestro Koko Leyva10 y, entre otros aspectos, destaca su meritorio trabajo con la BPC que logró alcanzar su máxima categoría evaluativa bajo su dirección.

A pesar del admirable legado que se le adjudica a la Banda de Holguín y de los estudios realizados que reflejan elementos históricos y aportes de esta institución, existen insuficiencias al respecto que han estimulado la necesidad de acometer este análisis más profundo de su trascendencia para la cultura no solo de la localidad.

La revisión de las investigaciones referidas anteriormente y el diagnóstico praxiológico, sustentado en entrevistas a los especialistas de música, unido a la observación científica participante, aportaron información fundamental que permitió centrarse en el conocimiento de la historia y los aportes de la Banda Provincial de Conciertos al desarrollo sociocultural holguinero.

Aunque el tema ha sido parcialmente estudiado, su connotada historia y las nuevas fuentes documentales localizadas, así como diversos testimonios, permiten —ahora desde la perspectiva de un protagonista— enriquecer lo conocido con una mirada científica focalizada desde el quehacer contemporáneo de la institución.

Todo lo referido anteriormente pone al descubierto la contradicción entre la rica historia de la misma y la necesidad de continuar profundizando y actualizando su estudio. De esta manera nuestro objetivo más general está en revelar la historia de la Banda Provincial de Conciertos y sus aportes a la cultura holguinera.

Esta investigación presenta una periodización de su evolución teniendo en cuenta los estudios precedentes desde una mirada propia y vivencial del autor, para lo cual se determinaron tres etapas: Las bandas en la Cuba colonial, La Banda en la República Neocolonial y La Banda en la Revolución, y para ello, en cada una se abordan de manera explícita los elementos que las definieron, a partir del análisis de las condiciones político-sociales de cada período, la proyección artística de la Banda, el estado técnico-estructural, la reseña del repertorio de cada período y su significación sociocultural.11

1 M. T. Linares: La música y el pueblo, Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1974, p. 3.

2“La Banda de Música Municipal”, periódico ¡ahora!, 19 de enero de 1979, p. 2. Aunque en diferentes etapas la grafía del nombre del periódico varía (mayúscul