Benedicto XV - Mariano Fazio Fernández - E-Book

Benedicto XV E-Book

Mariano Fazio Fernández

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Beschreibung

Benedicto XV es el papa de la paz. Su pontificado se ubica en el contexto de turbulencia político y cultural de la primera Guerra Mundial y la Revolución Rusa. Desde las heladas trincheras de la Gran Guerra hasta las calles encendidas de Petrogrado, el Papa difunde con valentía su mensaje de reconciliación. El panorama de su pontificado está marcado por el escepticismo, el dolor y la desesperanza. Frente al cuestionamiento generalizado sobre la posibilidad de conocer verdades objetivas que orienten el orden moral, la Santa Sede se ofrece como autoridad moral para conciliar a las naciones y ofrecer una visión sobrenatural de la vida. Frente al dolor y la desesperanza, el Papa recuerda los principios cristianos y la misión de la Iglesia: curar las heridas de la humanidad con caridad, siendo heredera del espíritu de Jesucristo.

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Seitenzahl: 109

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Índice

Introducción

Capítulo I

Giacomo Della Chiesa

En la curia romana

Arzobispo de Bolonia

Capítulo II

Guerra, revolución y cambio cultural

La Gran Guerra

La Paz de Versalles

La Revolución rusa

Capítulo III

Benedicto XV y la primera Guerra Mundial

Los llamados a la paz

La acción humanitaria

La Santa Sede y la comunidad internacional

Hitos de su pontificado

Capítulo IV

La crisis de la sociedad vista por Benedicto XV

Encíclica Ad Beatissimi (1-XI-1914)

Pacem Dei munus (23-V-1920)

Sacra propediem (6-I-1921)

Referencias

Introducción

En noviembre de 2023 realicé una visita a la basílica de Santa María la Mayor, en Roma. En esas semanas, la atención internacional se centraba en dos conflictos bélicos: el que enfrentaba Rusia a Ucrania, y la guerra entre Israel y el grupo terrorista Hamas. Observé que eran muchos los fieles que se acercaban a rezar ante una imagen muy bella, de mármol de Carrara, que representa a la Regina pacis, a la Reina de la Paz. La Virgen levanta su mano como pidiendo que se detenga la violencia, mientras el Niño Jesús muestra un ramo de laurel, símbolo de la paz. Junto a la imagen había un cuaderno en el que los fieles podían escribir sus plegarias suplicando por la paz. En la base de esta bonita imagen se lee que la hizo colocar el papa Benedicto XV en 1918, cuando la primera Guerra Mundial estaba por terminar. La situación del mundo actual hace que el pontificado de Benedicto XV tome una vigencia impensable hace unos años.

* * *

La primera Guerra Mundial marca el verdadero inicio del siglo xx. No, obviamente, desde un punto de vista cronológico, pero sí desde una perspectiva política y cultural. El mundo cambió después de cuatro años de luchas fratricidas: los imperios se desmoronan, Estados Unidos de América pasa a ser la primera potencia mundial, el marxismo comienza su marcha triunfante por el mundo a partir de 1919. A su vez, la tragedia de las trincheras cambia el panorama cultural: del ingenuo optimismo del fin de siglo se pasa a un ambiente desesperanzado, triste, que niega la posibilidad de conocer verdades objetivas que puedan orientar el orden moral.

Precisamente en los mismos comienzos de la guerra sube al Trono de Pedro un cardenal originario de Génova, desconocido a los ojos del gran mundo: Giacomo della Chiesa, que tomó el nombre de Benedicto XV. Es, quizá, el papa menos estudiado del siglo xx. Muchos lectores habrán escuchado muy poco de él. Su predecesor, Pío X, es venerado por su santidad de vida; su sucesor, Pío XI, es conocido por ser el papa que logró la independencia del poder político de la Santa Sede con la creación de la Ciudad del Vaticano y por su valiente enfrentamiento a los gobiernos autoritarios y contrarios a la religión católica en esos momentos en México, Rusia, España, Italia, Alemania, entre otros.

Este breve libro quiere ser un homenaje a un papa que dio su vida por la Iglesia y por la paz del mundo. Los papas habían perdido el poder temporal en 1870. Sin ningún poder político, su voz se alzó para levantar las banderas de la caridad, la compresión, el perdón y la justicia. Valores evangélicos que lamentablemente no estaban en las agendas de los poderosos de ese momento. Su predicación y su acción incansable en beneficio de las víctimas no fue en vano, y el papel de la Santa Sede en el ámbito internacional creció en prestigio, y por lo tanto en fecundidad. Benedicto XV es un buen precedente de los grandes papas del siglo xx.

A diferencia de otras biografías de romanos pontífices que escribí en los últimos años, dedico en ésta una atención especial a los hechos históricos internacionales de su pontificado. Consideré necesario hacerlo así, pues no se entendería gran parte del hacer de Benedicto XV si no tenemos en cuenta lo dramático de la situación que le tocó vivir.

Agradezco una vez más a la editorial nun, que siempre ha mostrado una acogida generosa a mis escritos sobre los papas contemporáneos.

Capítulo I

Giacomo Della Chiesa[1]

Giacomo Della Chiesa nace el 22 de noviembre de 1854 en Génova, que en ese momento formaba parte del reino de Cerdeña Piamonte, con capital en Turín y gobernada por los Saboya. Pertenecía a una familia noble de tradición católica y, al mismo tiempo, fiel a la monarquía. Su padre, Giuseppe, fue oficial de la Marina Real de Cerdeña, y su madre, Giovanna Migliorati, provenía de una familia también noble, de origen napolitano, pero instalada en Génova desde hacía décadas. La situación económica familiar era bastante modesta, a pesar de la alcurnia de sus orígenes.

Desde su alumbramiento se vio que Giacomo tendría una salud débil. Recibe su educación primaria en casa —fundamentalmente en Pegli, localidad marítima pegada a Génova— y parte de la secundaria en el instituto Danovaro e Giusso. En 1869 termina el bachillerato en el seminario diocesano de su ciudad, como laico. En esa época era costumbre que se ofreciera esa posibilidad a jóvenes seglares. Giacomo descubre allí su vocación sacerdotal. Su padre, sin oponerse, le pide que realice antes una carrera universitaria. Es así como ingresa en la Universidad Real de Génova, para estudiar derecho. En sus aulas, Giacomo promueve iniciativas en favor de Pío IX, que en esos años se había visto despojado de los Estados pontificios por obra de los Saboya. Convive con compañeros de ideas muy distintas a las suyas, y esta experiencia le facilitó tener una mente amplia y capacidad de diálogo. Giacomo finaliza sus estudios de derecho con escasos 21 años, en 1875. Su tesis doctoral versó sobre la interpretación de las leyes. Benedicto XV será el primer papa que accede a la cátedra de Pedro con un título universitario secular.

Libre de obstáculos para seguir su inclinación vocacional, es admitido en el prestigioso Colegio Capranica, en Roma, donde comienza sus estudios eclesiásticos, a la vez que frecuenta la Universidad Gregoriana. El 21 de noviembre de 1878 es ordenado sacerdote de manos del cardenal vicario de Roma en San Juan de Letrán. Al día siguiente celebra su primera misa en el altar de la cátedra de san Pedro, en la basílica vaticana. El lugar elegido por el flamante sacerdote manifiesta su unión al papado y sus deseos de defender los derechos que veía conculcados después de los sucesos de 1870.

En la curia romana

En los años siguientes a su ordenación, Giacomo termina su formación académica con la obtención de los doctorados en teología y derecho canónico. En 1880 ingresa en la Academia Pontificia de Nobles Eclesiásticos, es decir, la academia diplomática de la Santa Sede, situada en la Piazza della Minerva. Destaca como alumno aplicado, y rápidamente le encargan el curso de Estilo diplomático.

En 1882 es invitado a trabajar en la curia romana por Mariano Rampolla del Tindaro, hombre de confianza del papa León XIII y en ese momento secretario de la Congregación de Asuntos Extraordinarios, que se ocupaba de las relaciones internacionales entre la Santa Sede y los distintos Estados. El papa Pecci quería establecer relaciones con todos los países, rompiendo así el aislamiento en que se hallaba la sede apostólica desde 1870.

Giacomo tiene 28 años cuando inicia su larga carrera en la curia romana. Es digno de destacar que siempre tuvo un gran celo sacerdotal, y procuraba compatibilizar su trabajo de oficina con la predicación, la catequesis y el escuchar confesiones. Poco tiempo permanecerá en Roma, pues Rampolla es nombrado nuncio de Su Santidad en Madrid, una de las sedes más importantes en ese momento en Europa, junto a Viena. El recién nombrado nuncio decide llevarse a Della Chiesa como su secretario particular. Vemos así al joven sacerdote ligur en el Madrid de Alfonso XII, ayudando en todo lo que está de su mano a Rampolla, que llegará a ser su maestro y protector. La estancia madrileña, importante como primera experiencia diplomática, transcurre entre 1883 y 1887. En esos años, León XIII es nombrado árbitro entre Alemania y España por unas disputas sobre las islas Carolinas. El Papa se complace en ver reconocida su autoridad moral tanto por una potencia católica como era España como por el imperio alemán de Guillermo I y Otto von Bismarck. La iniciativa la había tomado el canciller alemán, que en los años anteriores había desencadenado una campaña anticatólica, conocida como el Kulturkampf.

En 1887 Rampolla del Tindaro es nombrado secretario de Estado. Regresa a Roma acompañado por su secretario, en ese momento ya monseñor Della Chiesa. Giacomo desempeña distintas funciones junto a su maestro, hasta que, cuatro años más tarde, en 1901, León XIII lo nombra Sustituto de la Secretaría de Estado, es decir, el número tres en la jerarquía vaticana, y el colaborador más estrecho de Rampolla del Tindaro. Tras la muerte de León XIII es elegido

el patriarca de Venecia, Giuseppe Sarto, quien toma el nombre de Pío X. Rampolla pudo haber sido elegido papa, pero el veto de Austria, transmitido en el cónclave por el cardenal de Cracovia, lo impidió. Pío X prohibirá toda intervención de las potencias europeas en la elección del romano pontífice. Della Chiesa, tan unido a la suerte de Rampolla, es confirmado en el cargo por el nuevo pontífice. Su inmediato superior será el nuevo secretario de Estado del Papa véneto, Rafael Merry del Val, con el que mantuvo relaciones correctas, pero muy distintas a las que había tenido con Rampolla.

Della Chiesa tiene encomendadas misiones importantes. Debe sondear entre las principales sedes episcopales italianas las actitudes en torno a la cuestión romana (es decir, el contencioso entre la Santa Sede y el reino de Italia por la pérdida de los Estados pontificios), y a la participación de los católicos en la política italiana, prohibida por el Non expedit de Pío IX. El sustituto tiene una impresión negativa de su sondeo: ve pasividad, resignación, poco patriotismo. También viaja a París y a Viena, en misiones diplomáticas delicadas. En 1904 fallece su madre, a quien estaba unido con una relación muy profunda.

Arzobispo de Bolonia

En 1907 Pío X lo nombra arzobispo de Bolonia. Algunos han visto detrás de este nombramiento maniobras para alejarlo de la Secretaría de Estado, a causa del poco entendimiento de Della Chiesa con Merry del Val. Sea como fuere, el nombramiento se mostró providencial, pues la experiencia pastoral que adquirió en Bolonia fue fundamental para su futuro pontificado. El 22 de diciembre de ese año, el Papa consagra obispo a Della Chiesa en la Capilla Sixtina. Están presentes, entre otros, los cardenales Rampolla y Merry del Val.

Bolonia era una ciudad todavía poco industrializada, que tenía una de las universidades más antiguas del mundo, un clero poco formado y un pueblo bastante secularizado, en el que había hecho mella el socialismo y el marxismo. La administración municipal estaba en manos socialistas.

El arzobispo procuró impulsar la evangelización de su grey. Puso especial empeño en seguir de cerca la formación teológica y espiritual de los sacerdotes. Instituyó la costumbre de un día de retiro mensual para ellos, creó un boletín diocesano para dar a conocer las enseñanzas del Papa, y erigió —de acuerdo con las indicaciones de la Santa Sede— un seminario mayor regional para formar de la mejor manera a los candidatos al sacerdocio provenientes de su archidiócesis y de las sufragáneas.

Della Chiesa realizó una visita pastoral a su territorio, que duró cuatro años. Estuvo en sus 392 parroquias, acompañando a los sacerdotes, predicando a los fieles y distribuyendo los sacramentos. Procuraba no estar mucho tiempo fuera de su sede. San Pío X felicitó expresamente al arzobispo por su celo, sentido de responsabilidad y entrega a su pueblo.

También impulsó la catequesis de los niños. Preocupado por la creciente ignorancia de la doctrina cristiana de la juventud, impulsó métodos modernos —diapositivas y películas, por ejemplo— para llegar a su cabeza y a su corazón.

En plena crisis modernista, el arzobispo se mostró claro en la doctrina, pero sin caer en la rigidez y en los métodos reprobables que se seguían en algunos ambientes romanos para erradicar el error doctrinal. Esto le valió que algunos sospecharan de él como favorable al modernismo. En la encíclica inaugural de su pontificado se ocupará de desmentirlo.

Bolonia era tradicionalmente una sede cardenalicia. A muchos le llamó la atención que Della Chiesa no hubiera sido incluido en la lista de los nuevos cardenales creados por san Pío X en 1911 y 1912 (cuando el Papa crea solo un cardenal húngaro). Finalmente, es creado cardenal en mayo de 1914. No estaba en la lista que le habían presentado al Papa, y éste lo añadió personalmente. Se ha especulado mucho sobre la lentitud y las dudas que existían en la curia romana con respecto a su nombramiento. Lo cierto es que

la decisión personal del papa Sarto se manifestó otra vez providencial: tres meses después de su nombramiento como cardenal, el 20 de agosto, Pío X entregaba su alma a Dios. Semanas antes había estallado

la primera Guerra Mundial.[2]

[1] Cfr. G. Migliori, Benedetto XV, Milán, Editrice Daverio, 1955; J.F. Pollard, Il papa sconosciuto, Cinisello Balsamo, San Paolo, 2001; P. Zaldívar Miquelarena, Benedicto XV. Un pontificado marcado por la Gran Guerra, Pamplona, eunsa, 2015.

[2] Sobre la labor de Della Chiesa como arzobispo de Bolonia, cfr. S. Scottà, Giacomo Della Chiesa arcivescovo de Bologna (1908-1914). L’”ottimo noviziato” episcopale di Benedetto XV, Soveria Mannelli, Rubettino, 2002.