Castellanas - José María Gabriel y Galán - E-Book

Castellanas E-Book

José María Gabriel Y Galán

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Beschreibung

Castellanas es un poemario de José María Gabriel y Galán en el que se aprecia su gusto por el costumbrismo, la tradición, el talante conservador y el apego a lo rural.

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Seitenzahl: 33

Veröffentlichungsjahr: 2020

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José María Gabriel y Galán

Castellanas

 

Saga

Castellanas José María Gabriel y GalánCover image: Shutterstock Copyright © 1902, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726551358

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

El ama

- I -

Yo aprendí en el hogar en qué se funda

la dicha más perfecta,

y para hacerla mía

quise yo ser como mi padre era

y busqué una mujer como mi madre

entre las hijitas de mi hidalga tierra.

Y fui como mi padre, y fue mi esposa

viviente imagen de la madre muerta.

¡Un milagro de Dios, que ver me hizo

otra mujer como la santa aquella!

 

Compartían mis únicos amores

la amante compañera,

la patria idolatrada,

la casa solariega,

con la heredada historia,

con la heredada hacienda.

¡Qué buena era la esposa

y qué feraz mi tierra!

¡Qué alegre era mi casa

y qué sana mi hacienda,

y con qué solidez estaba unida

la tradición de la honradez a ellas!

 

Una sencilla labradora, humilde,

hija de oscura castellana aldea;

una mujer trabajadora, honrada,

cristiana, amable, cariñosa y seria,

trocó mi casa en adorable idilio

que no pudo soñar ningún poeta.

¡Oh, cómo se suaviza

el penoso trajín de las faenas

cuando hay amor en casa

y con él mucho pan se amasa en ella

para los pobres que a su sombra viven,

para los pobres que por ella bregan!

¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,

y cuánto por la casa se interesan,

y cómo ellos la cuidan,

y cómo Dios la aumenta!

 

Todo lo pudo la mujer cristiana,

logrólo todo la mujer discreta.

 

La vida en la alquería

giraba en torno de ella

pacífica y amable,

monótona y serena...

 

¡Y cómo la alegría y el trabajo

donde está la virtud se compenetran!

 

Lavando en el regato cristalino

cantaban las mozuelas,

y cantaba en los valles el vaquero,

y cantaban los mozos en las tierras,

y el aguador camino de la fuente,

y el cabrerillo en la pelada cuesta...

¡Y yo también cantaba,

que ella y el campo hiciéronme poeta!

 

Cantaba el equilibrio

de aquel alma serena

como los anchos cielos,

como los campos de mi amada tierra;

y cantaban también aquellos campos,

los de las pardas onduladas cuestas,

los de los mares de enceradas mieses,

los de las mudas perspectivas serias,

los de las castas soledades hondas,

los de las grises lontananzas muertas...

 

El alma se empapaba

en la solemne clásica grandeza

que llenaba los ámbitos abiertos

del cielo y de la tierra.

 

¡Qué plácido el ambiente,

qué tranquilo el paisaje, qué serena

la atmósfera azulada se extendía

por sobre el haz de la llanura inmensa!

 

La brisa de la tarde

meneaba, amorosa, la alameda,

los zarzales floridos del cercado,

los guindos de la vega,

las mieses de la hoja,

la copa verde de la encina vieja...

 

¡Monorrítmica música del llano,

qué grato tu sonar, qué dulce era!

 

La gaita del pastor en la colina

lloraba las tonadas de la tierra,

cargadas de dulzuras,

cargadas de monótonas tristezas,

y dentro del sentido

caían las cadencias,

como doradas gotas

de dulce miel que del panal fluyeran.

 

La vida era solemne;

puro y sereno el pensamiento era;

sosegado el sentir, como las brisas;

mudo y fuerte el amor, mansas las penas,

austeros los placeres,

raigadas las creencias,

sabroso el pan, reparador el sueño,

fácil el bien y pura la conciencia.

 

¡Qué deseos el alma

tenía de ser buena,

y cómo se llenaba de ternura

cuando Dios le decía que lo era!

- II -

Pero bien se conoce

que ya no vive ella;