¿Castigo justo? - Antonio Palladino - E-Book

¿Castigo justo? E-Book

Antonio Palladino

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Beschreibung

El fenómeno de los grafitis callejeros es mundial. Pero uno en especial, el que figura en la tapa, fue la chispa inspiradora de la presente obra. Verlo reiteradamente reproducido en una determinada zona, motivó al padre de una familia numerosa, integrada por adolescentes y jóvenes, a hacerlos participar de un juego que los fue llevando a todos a hacerse muchas preguntas sobre su autor, sus motivaciones, su significado y, sobre todo, si su creación era o no condenable. Las personas que lean este librito pueden pasear por esa zona y todavía hoy pueden ver varios de ellos con sus propios ojos.

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Seitenzahl: 80

Veröffentlichungsjahr: 2024

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ANTONIO PALLADINO

¿Castigo justo?

Para grafiteros

Pires Torres, César Augusto Renacimiento de una vida dormida : en prosas y relatos / César Augusto Pires Torres. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4593-0

1. Narrativa. 2. Relatos. I. Título. CDD A863

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

TABLA DE CONTENIDO

¿Castigo justo?

En el mismo domicilio

Uno para todos

Frentistas buscadores

Denuncia policial

El talibán

Grafiteros famosos

Una pista

Responsabilidad social

Castigo sí o castigo no

¿Castigo o venganza?

Único castigo

Una a su favor

El 27 de Febrero

Gracias a la pedicura

Era hora

Segunda pista

Una oferta que no podía rechazar

Más de una a favor

¿Y ahora qué hacemos?

El último esfuerzo

Un accidente y cambio de planes

Carta despachada más la última lección

Evaluando

Mejor

Tratemos a las demás personascomo nos gustaría que ellas nos trataran

¿Castigo justo?

Caminando por las calles de Villa Bosch, vi en muchos frentes de inmuebles un grafiti que se repetía constantemente. Después de verlo tanto, entendí que decía “Pyro”. Estaba escrito en caracteres grandes, generalmente, y con letra tipo manuscrita.

Aparecía pintado en las paredes de los frentes de las casas, en las cortinas metálicas enrollables que protegen locales comerciales o industrias, en portones de garajes, en fin, en toda superficie plana.

Me pregunté en cuántos lugares habrá pintado el autor desconocido. Y en seguida se me ocurrió que averiguarlo podría ser el entretenimiento anual familiar que en cada carnaval nos proponemos. Sí, me pareció que era una buena idea.

A los pocos días, el último de carnaval según indicaba el almanaque, estábamos todos sentados a la mesa, y mis cinco hijos se morían de ganas de saber cuál sería el entretenimiento familiar de ese año, porque recordaban que el día después del final del carnaval empezábamos todos la competencia. Mi esposa solo sonreía, pero también estaba ansiosa, ya que para ella era una incógnita, no le había anticipado nada.

“Atención”, dije en un momento, y empecé a explicarles que la competencia de ese año comenzaba al día siguiente, y consistía en: a) observar en nuestra ciudad, y en sus alrededores, las imágenes que les mostré en seis hojas –eran todas de frentes de casas, muros, locales, portones, etc. que contenían el grafiti “Pyro” en diversos tamaños y colores; b) cuando encontraran una similar, tendrían que sacarle una foto con el celular en la que se pudiera ver el frente del inmueble con el número de la dirección correspondiente, y anotar la calle y localidad pertinente. Ganaría la competencia quien sumara más “Pyros” hasta el primer día del carnaval del año siguiente.

Cuando terminaron de ver las seis representaciones, los tres varones y las tres mujeres (entre ellas estaba incluida mi esposa) no tuvieron inconveniente en quedarse con una de esas hojas, porque el objetivo se veía bien en cada una.

Se participaba con entusiasmo porque el premio era sorpresa e importante.

A medida que transcurrían los días y cada cual sumaba fotos, empezaron a surgir preguntas.

¿Qué querrá decir “Pyro”? ¿Por qué la primera letra es mayúscula?

Se tanteaban respuestas inciertas: “Lo más probable es que sea el nombre o apellido, o sobrenombre, de quien lo escribe”. “Para mí, cada letra indica una palabra”. “Debe ser alguna agrupación política nueva”. “Tal vez sea alguna banda de música recién constituida”.

Lo que era sorprendente, y cierto, es que la cantidad de “Pyros” era enorme. Cada participante lo había confirmado.

Pasada la primera semana, Lucía había tomado la delantera con siete; Sonia, que la seguía, tenía seis; cinco había registrado Luis; y con cuatro cada uno, Pedro y Javier. Liliana, mi esposa se había olvidado. Yo no quise mencionar ninguno porque no quería aprovecharme de la ventaja de conocer de antemano muchos lugares marcados con “Pyros”, decidí empezar a sacar fotos a partir del segundo mes. ¡Veintiséis, solo en la primera semana!

Cuando compartíamos el almuerzo del domingo, además de sumar los “Pyros” conseguidos, empezaron a surgir algunos comentarios como estos: “Me llamó la atención el frente de una casa ubicada en una esquina, estaba recién pintada y tenía un tremendo “Pyro” fresco, estampado bien grande, justo en la ochava”; “¡Me imagino la bronca que tendrán los dueños de esa casa!”, reflexionó Luis; “Cierto, yo me pongo en el lugar de ellos y estaría furioso”, dijo Pedro. “Quién sabe qué le habrían hecho si lo agarraban justo en el momento de escribirlo”, soltó Lucía, y ella misma agregó: “Seguro que anda de noche divirtiéndose así”. “¿Qué? ¿Divirtiéndose, te parece que anda haciendo algo divertido?”, se molestó Pedro. “Para él debe ser algo divertido”, replicó Lucía. Nos quedamos un rato pensativos y luego se cambió de tema.

Terminado el primer mes de la competencia, habían sumado entre todos sesenta y cuatro “Pyros”. Eso lo supimos cuando en el típico almuerzo de los domingos hicimos las cuentas y comprobamos que Sonia había superado a Lucía en cantidad, pero apenas por tres grafitis.

Las preguntas esta vez apuntaron a tratar de imaginar cómo sería el autor, cuántos años tendría, ¿sería estudiante de algún colegio de la zona? Pero sobre todo ¿qué móvil lo llevaría a hacerlo? Se barajaron muchas hipótesis, sin inclinarnos por ninguna, solo que debería ser alguien joven. Salvo por Javier, que pensaba que podría ser alguna mujer, los demás sospechábamos que era algún varón.

En uno de los habituales almuerzos domingueros del segundo mes, Sonia, que estudiaba psicología, nos quiso leer risueñamente, algunos apuntes que había tomado en la agenda de su celular, registrando las primeras hipótesis que se le habían ocurrido como posibles motivos por los cuales nuestro ignorado personaje grafiteaba, y los que estábamos presentes asentimos de inmediato. Leyó:

1) Es una acción adolescente (en verdad no importa la edad, sino la actitud típica de un adolescente), ya que necesita reivindicar su identidad, demostrarse a sí mismo quién es, por eso escribe por toda la ciudad el nombre con el cual se siente identificado. Quizás creció en una familia donde se lo llamaba así y está tratando de descubrir qué es lo que lo define (ser un grafitero, por ejemplo), y para eso necesita ver su nombre reflejado por todos lados, repitiendo la misma acción.

2) Puede ser una conducta para llamar la atención porque creció en una familia donde era ignorado (o en el último tiempo se sintió así). Entonces se pone a escribir por todos lados su nombre para que aquellas personas que lo conocen le pregunten por qué lo hace, se acerquen a él, le presten atención.

3) Es un narcisista que necesita que todos vean su nombre y sepan de él, hablen de él. Quizás no tiene el coraje para hacer algo realmente grandioso mostrando su cara, entonces se pone a escribir su nombre por toda la ciudad para que al menos su nombre se haga conocido y esté en boca de todos, aun siendo odiado. Porque para él ser odiado es preferible a ser ignorado.

4) Es un inadaptado social que no tolera las normas sociales y se pasa el tiempo infringiéndolas, quizás porque sus padres fueron muy rígidos con él cuando era pequeño y ahora siente deseos de romper todas las reglas que le obligaron a cumplir antaño. O –por el contrario– tuvo una familia que nunca le puso límites y creció pensando que el espacio, público y privado, puede ser utilizado a su antojo. Ignora las consecuencias de sus actos o no le resultan significativas.

5) Su familia tiene un negocio de limpiadores de pintura en aerosol a punto de quebrar y trata de salvar el negocio con los escritos, ¡jajaja!

6) Es un sociólogo o antropólogo que trata de indagar acerca de las reacciones que provoca en las personas ver escrito el mismo nombre una y otra vez pintado por la ciudad”.

Cuando terminó su lectura algunos sonreímos, y Liliana comentó que, tratándose de hipótesis, esas y muchas más son las posibilidades. Pero Sonia tenía también por escrito en su celular otra opinión. Había comentado lo de la competencia con una compañera de la facultad, más adelantada que ella, y esta intentó interpretar las intenciones por las cuales esa desconocida persona dedicaba su tiempo a escribir “Pyros” en todas partes. Nos leyó detenidamente, de su celular, lo que le escribió su compañera:

“Las personas que tienen la conducta de realizar grafitis, si bien pueden tener motivaciones subjetivas, coinciden en algunas características comunes que los llevan a implementar esta práctica, básicamente, como herramienta de comunicación masiva, con una forma particular de expresión y representación gráfica sobre espacios públicos o privados con el fin de dejar una huella o marca. Irrumpen en esos espacios para visibilizar y visibilizarse, de esa forma, como actores sociales “silenciados”, no asumidos por la sociedad, o creyendo que la sociedad no los considera como parte. Buscan hacer visible temas de relevancia subjetiva y social como el amor, la muerte, la represión, la sexualidad, la violencia, el consumo, la identidad… Y lo hacen a modo de denuncia, comunicación, confrontación, transgresión, evidencia.

En este caso en particular, por las características del grafiti, me atrevería a pensar en estas hipótesis:

No se trataría de un grupo, sino de una sola persona. El contenido del grafiti es una sola palabra sin connotación social, sin referencia aparente a nada que pudiera reconocerse socialmente, es decir, sin generar denuncia o confrontación con algún tipo de ideología. Podría tratarse de un nombre propio sin más implicancia que denotar identidad personal.