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Editorial Claretiana te invita a saborear día a día una selección de diferentes párrafos del documento de la alegría. Una compañía refrescante con un valor olvidado en el trajín cotidiano: la alegría. Una forma ágil y próxima de hacer llegar a todos la Evangelii Gaudium, pedagógica, fácil y asequible. Te ofrecemos sus palabras organizadas en forma de calendario para que las puedas utilizar a diario, con la intención de salir a tu encuentro e iluminar tus días. Cada mes nos guiará un hilo conductor o un tema definido, el día a día nos invita a reflexionar y comprometernos con alegría al encuentro con Dios y con nosotros mismos y con nuestros hermanos.
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Seitenzahl: 117
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Papa Francisco
Editorial Claretiana
Papa Francisco
Cinco minutos para la alegría / Papa Francisco. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Claretiana, 2023.
Libro digital, EPUB - (Espiritualidad)
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-762-158-7
1. Crecimiento Espiritual. 2. Crecimiento Personal. 3. Encíclicas. I. Título.
CDD 268.4
Editorial Claretiana es miembro de Claret Publishing Group
Bangalore • Barcelona • Buenos Aires • Chenni • Colombo • Dar es Salaam • Hong Kong • Lagos • Madrid • Macao • Manila • Owerri • São Paulo • Warsaw • Yaoundè
1ª edición libro digital, noviembre de 2023
Todos los derechos reservados
Queda hecho el depósito que ordena la ley 11.723
© Editorial Claretiana, 2023
ISBN 978-987-762-158-7
EDITORIAL CLARETIANA
Lima 1360 - C1138ACD Buenos Aires
República Argentina
Tel: 4305-9510 / 9597
E-mail: [email protected]
www.tiendaclaretiana.org
“No ignoro que hoy los documentos no despiertan el mismo interés que en otras épocas, y son rápidamente olvidados” (EG 25).
Así lo ha escrito el propio papa Francisco en su Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium. Y esta es, precisamente, la razón de que nos hayamos aventurado a ofrecerla adaptada en este nuevo libro de la conocida colección de “los cinco minutos”.
La exhortación del papa Francisco tiene –por su carácter programático– un valor y una trascendencia capital en esta hora de la Iglesia. El Papa ha querido invitarnos a una “nueva etapa evangelizadora”, marcada por la alegría, indicando nuevos caminos para la marcha de la comunidad cristiana en los próximos años. Esta adaptación que presentamos quiere ser una respuesta a esa invitación y un compromiso editorial concreto por nuestra parte. Queremos así intentar mantener vivo el interés de sus palabras y evitar, en la medida de lo posible, que éstas caigan pronto en el olvido.
La idea de ofrecer esta publicación nace en una reunión de sacerdotes en la que varios consideraron interesante poder leer diariamente a sus feligreses un pequeño fragmento de la Exhortación para dársela a conocer. Una buena idea, sencilla y muy apropiada para esta colección, que sin duda tendrá ulteriores desarrollos y aplicaciones.
La forma de hablar y de escribir del papa Francisco es natural y concentrada. Sus ideas van a lo esencial y tienen la capacidad de estimular al lector por su carácter claro y exhortativo. No son pocos los que al escucharle se sienten invitados a caminar con más ilusión, alegría, fuerza y esperanza. Adultos y jóvenes de todo el mundo reciben con agrado estas ungidas palabras que nos acercan a Dios y estimulan el compromiso con los hermanos. Incluso el “continente digital” está siendo traspasado también por sus mensajes, que cada vez más se comparten de forma “viral”, especialmente a través de las redes sociales. El papa Francisco se ha convertido, probablemente, en la voz más escuchada y más apreciada del planeta. Es la voz que recoge hoy el eco de los anhelos y los sueños más profundos de la humanidad.
Los Cinco minutos para la alegría quieren encender en ti, querido lector, querida lectora, tus mejores deseos y anhelos, de la mano de Francisco. Déjate llevar por sus palabras y no dejes de creer en un mundo mejor y más digno. Sueña con esta humanidad nueva de la que ya formas parte porque Dios mismo ha querido contar contigo.
Con estos pequeños fragmentos queremos hacer llegar la Evangelii Gaudium a todos, de forma popular, fácil y asequible. Te ofrecemos sus palabras organizadas en forma de calendario para que las puedas utilizar a diario. No son nuestras. Son las del papa Francisco, pedagógicamente dosificadas, con intención de salir a tu encuentro e iluminar tus días.
El uso de este libro hará que esas palabras se conviertan para ti en reflexión y plegaria. Cinco minutos intensos son suficientes para dar sentido a toda una jornada y leer los acontecimientos con los ojos del amor y de la fe, propios de una mente abierta y de un corazón creyente. Puedes utilizarlo también en la liturgia diaria de la Iglesia (laudes, vísperas, Eucaristía…) como una breve lectura que inspire los días de la comunidad cristiana en la que vives. Puedes compartirlos y hacer que lleguen también a muchos a través de internet. Los índices que encontrarás al final del libro te ayudarán a encontrar las ideas de forma útil y apropiada. Los titulares para cada día te darán una pequeña pauta.
Te invito a que tomes tu ración para cada jornada. No corras en la lectura. El día a día tiene su propio ritmo. A buen seguro encontrarás razones interiores que te irán afianzando en la alegría –la dulce alegría de evangelizar– que te llevará cada vez más a Dios y al encuentro con tus hermanos. No es otra la intención.
Fernando Prado AyusoPublicaciones Claretianas
La alegría del Evangelio (Evangelii Gaudium) llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. (1)
El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. (2)
Cuando la vida interior se clausura en los propios intereses, ya no hay espacio para los demás, ya no entran los pobres, ya no se escucha la voz de Dios, ya no se goza la dulce alegría de su amor, ya no palpita el entusiasmo por hacer el bien. (2)
Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso. No hay razón para que alguien piense que esta invitación no es para él, porque «nadie queda excluido de la alegría reportada por el Señor». (3)
Me llena de vida releer este texto: «Tu Dios está en medio de ti, poderoso salvador. Él exulta de gozo por ti, te renueva con su amor, y baila por ti con gritos de júbilo» (So 3,17). Es la alegría que se vive en medio de las pequeñas cosas de la vida cotidiana, como respuesta a la afectuosa invitación de nuestro Padre Dios. (4)
El Evangelio, donde deslumbra gloriosa la Cruz de Cristo, invita insistentemente a la alegría. Bastan algunos ejemplos: María, Juan, Jesús, los discípulos… ¿Por qué no entrar también nosotros en ese río de alegría? (5)
Hay cristianos cuya opción parece ser la de una Cuaresma sin Pascua. Pero reconozco que la alegría no se vive del mismo modo en todas las etapas y circunstancias de la vida, a veces muy duras. Se adapta y se transforma, y siempre permanece al menos como un brote de luz que nace de la certeza personal de ser infinitamente amado, más allá de todo. (6)
Sólo gracias a ese encuentro –o reencuentro– con el amor de Dios, que se convierte en feliz amistad, somos rescatados de nuestra conciencia aislada y de la autorreferencialidad. Llegamos a ser plenamente humanos cuando somos más que humanos, cuando le permitimos a Dios que nos lleve más allá de nosotros mismos para alcanzar nuestro ser más verdadero. (8)
Un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, «la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas [...] Y ojalá el mundo actual –que busca a veces con angustia, a veces con esperanza– pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido, ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo». (10)
Un anuncio renovado ofrece a los creyentes, también a los tibios o no practicantes, una nueva alegría en la fe y una fecundidad evangelizadora. En realidad, su centro y esencia es siempre el mismo: el Dios que manifestó su amor inmenso en Cristo muerto y resucitado. Él hace a sus fieles siempre nuevos; aunque sean ancianos, «les renovará el vigor, subirán con alas como de águila, correrán sin fatigarse y andarán sin cansarse» (Is 40,31). (11)
Cristo es el «Evangelio eterno» (Ap 14,6), y es «el mismo ayer y hoy y para siempre» (Hb 13,8), pero su riqueza y su hermosura son inagotables. Él es siempre joven y fuente constante de novedad. La Iglesia no deja de asombrarse (…) Él siempre puede, con su novedad, renovar nuestra vida y comunidad y, aunque atraviese épocas oscuras y debilidades eclesiales, la propuesta cristiana nunca envejece. (11)
Cada vez que intentamos volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio, brotan nuevos caminos, métodos creativos, otras formas de expresión, signos más elocuentes, palabras cargadas de renovado significado para el mundo actual. En realidad, toda auténtica acción evangelizadora es siempre «nueva». (11)
En cualquier forma de evangelización el primado es siempre de Dios, que quiso llamarnos a colaborar con Él e impulsarnos con la fuerza de su Espíritu. La verdadera novedad es la que Él mismo inspira, la que Él provoca, la que Él orienta y acompaña de mil maneras. (12)
En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que «Él nos amó primero» (1Jn 4,19) y que «es Dios quien hace crecer» (1Co 3,7). Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por entero. Nos pide todo, pero al mismo tiempo nos ofrece todo. (12)
La alegría evangelizadora siempre brilla sobre el trasfondo de la memoria agradecida: es una gracia que necesitamos pedir. Los Apóstoles jamás olvidaron el momento en que Jesús les tocó el corazón (…) Junto con Jesús, la memoria nos hace presente «una verdadera nube de testigos» (Hb 12,1). Entre ellos, se destacan algunas personas que incidieron de manera especial para hacer brotar nuestro gozo creyente (…) El creyente es fundamentalmente «memorioso». (13)
Todos tienen el derecho de recibir el Evangelio. Los cristianos tienen el deber de anunciarlo sin excluir a nadie, no como quien impone una nueva obligación, sino como quien comparte una alegría, señala un horizonte bello, ofrece un banquete deseable. La Iglesia no crece por proselitismo sino «por atracción». (14)
«Ya no podemos quedarnos tranquilos en espera pasiva en nuestros templos» (…). «Hace falta pasar de una pastoral de mera conservación a una pastoral decididamente misionera». (15)
En la Palabra de Dios aparece permanentemente este dinamismo de «salida» que Dios quiere provocar en los creyentes (…) Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos somos invitados a aceptar este llamado: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio. (20)
La alegría del Evangelio que llena la vida de la comunidad de los discípulos es una alegría misionera (…). Esa alegría es un signo de que el Evangelio ha sido anunciado y está dando fruto. Pero siempre tiene la dinámica del éxodo y del don, del salir de sí, del caminar y sembrar siempre de nuevo, siempre más allá. (21)
La Palabra tiene en sí una potencialidad que no podemos predecir. El Evangelio habla de una semilla que, una vez sembrada, crece por sí sola también cuando el agricultor duerme (cf. Mc 4,26-29). La Iglesia debe aceptar esa libertad inaferrable de la Palabra, que es eficaz a su manera, y de formas muy diversas que suelen superar nuestras previsiones y romper nuestros esquemas. (22)
La intimidad de la Iglesia con Jesús es una intimidad itinerante, y la comunión «esencialmente se configura como comunión misionera». Fiel al modelo del Maestro, es vital que hoy la Iglesia salga a anunciar el Evangelio a todos, en todos los lugares, en todas las ocasiones, sin demoras, sin asco y sin miedo. La alegría del Evangelio es para todo el pueblo, no puede excluir a nadie. (23)
La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que «primerean», que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan […] Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a «primerear»! (24)
Jesús lavó los pies a sus discípulos. El Señor se involucra e involucra a los suyos, poniéndose de rodillas ante los demás para lavarlos. Pero luego dice a los discípulos: «Seréis felices si hacéis esto» (Jn 13,17). La comunidad evangelizadora se mete con obras y gestos en la vida cotidiana de los demás, achica distancias, se abaja hasta la humillación si es necesario, y asume la vida humana, tocando la carne sufriente de Cristo en el pueblo. (24)
La comunidad evangelizadora se dispone a «acompañar». Acompaña a la humanidad en todos sus procesos, por más duros y prolongados que sean. Sabe de esperas largas y de aguante apostólico. La evangelización tiene mucho de paciencia, y evita maltratar límites. (24)