Colección de escritos publicados en Nueva España por diferentes cuerpos y sugestos particulares - Mariano Peset Mancebo - E-Book

Colección de escritos publicados en Nueva España por diferentes cuerpos y sugestos particulares E-Book

Mariano Peset Mancebo

0,0

Beschreibung

En 1810 la insurgencia de Miguel Hidalgo en Dolores iniciaba, durante la guerra contra el francés, el grito de independencia de México. Diferentes autoridades e instituciones de Nueva España se apresuraron a manifestar su condena del levantamiento y la fidelidad a la monarquía. La universidad de México, el rector y el claustro, se unió a la condena de Hidalgo y los otros insurgentes que pretendían separar a los españoles americanos de los españoles peninsulares. Estas proclamas universitarias y otros escritos contrarios a la sublevación, fieles a la monarquía borbónica, se reunieron en un volumen publicado en la ciudad de Valencia en 1811. La reedición facsímil de estos textos permite conocer los argumentos con que las autoridades de Nueva España trataron de frenar la independencia de México.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 437

Veröffentlichungsjahr: 2015

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Colección de escritospublicadosen Nueva Españapor diferentes cuerposy sugetos particulares,

con motivo de los alborotos acaecidos en algunospueblos de tierradentro en setiembrede 1810

Colección de escritospublicadosen Nueva Españapor diferentes cuerposy sugetos particulares,

con motivo de los alborotos acaecidos en algunospueblos de tierradentro en setiembrede 1810

PresentacióndeMariano Peset

UNIYERSITAT DE VALÈNCIA

Este libro se ha realizado en el marco de la ayuda R+D de la Dirección General de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación titulado «Doctrinas y ciencia en las universidades españolas en relación con América y Europa (siglos XVI a xx)» (n° de ref.: DER2009-12871)

Colección de escritos publicados en Nueva España por diferentes cuerposy sugetos particulares, con motivo de los alborotos acaecidosen algunos pueblos de tierradentro en setiembre de 1810.En la imprenta de José Estévan, año 1811.

Biblioteca Nacional de Madrid

© de la presentación: Mariano Peset Reig, 2010© De la presente edición: Publicacions de la Universitat de Valencia, 2010

Publicacions de la Universitat de Valenciahttp://puv.uv.espublicacions@uv.es

Fotocomposición, maquetación y diseño de la cubierta:Celso Hernández de la Figuera

ISBN: 978-84-370-8336-0

Presentación

Hace treinta años este libro, editado en Valencia en 1811, me fue útil para redactar mi primer estudio sobre la real universidad de México, sobre El levantamiento de Hidalgo y la universidad de México.1 Era la primera vez que asistía a un congreso en aquel gran país, donde tengo tantos amigos a los que tantas cosas debo. Aunque mi comunicación versaba sobre la codificación española, inicié entonces mi estudio de la real universidad, tan relacionada con las españolas a las que había dedicado años. Luego he regresado allá muchas veces, he trabajado en sus bibliotecas y en el Archivo General de la Nación, he publicado, solo o en colaboración, trabajos sobre la vieja universidad mexicana, incluso sobre la Universidad Nacional Autónoma, refundada en 1910, al final del porfiriato.

En aquel momento esta colección de escritos que ahora se reproduce, me facilitó entender aquel momento, las vísperas de la independencia. La península estaba ocupada por Napoleón, cuando se abren las cortes de Cádiz, donde se sientan representantes mexicanos y de otros territorios de ultramar. En América se forman juntas y los virreyes procuran mantener la situación. Algunos insurgentes, Bolívar, Hidalgo o Morelos, hartos del dominio de España, proclaman la independencia... También tracé en aquellas páginas una idea sucinta de la real universidad, ayudado de las constituciones de Palafox, con la edición de México de 1775, que fotocopié en la Biblioteca Nacional de Madrid y alguna bibliografía, con los extractos de claustros de Alberto María carreño y algunos libros aparecidos con ocasión del cuarto centenario de 1951.2

Al sugerir Antoni Furió que podíamos editar un facsímil con ocasión del congreso sobre la insurgencia de América en 1810, pensé de inmediato en rescatar este volumen, que se encuentra en la Biblioteca Nacional y en alguna otra. Su interés es grande, ya que algunos de los folletos que reúne quizá no se editaron o se han perdido. Sabemos que se publicó por deseo de Miguel de Lardizábal y Uribe, según se dice en la Advertencia inicial:

Los escritos que aquí se publican han venido impresos de Nueva España, y remitidos a su Representante el Excmo. Sr. D. Miguel de Lardizábal y Uribe, quien mirando con tanto interes como todo el mundo sabe el honor del país en que nació y que le ha honrado con toda su confianza, ha dispuesto que se reimpriman y publiquen aquí en honor no solamente de sus respectivos autores, sino de todos sus dignos paisanos; y para confusión y oprobio de los pocos que, por facciosos, no merecen serlo, y que por lo mismo en nada pueden perjudicar al buen nombre ni obscurecer el lustre de los siempre leales, nobles y esclarecidos Americanos.

Quiero trazar en esta presentación los orígenes de la insurgencia de Hidalgo y la postura de la vieja universidad, que mejoré con la consulta directa del Archivo de la nación de México. Este congreso sobre la independencia de los países americanos fue sugerencia de Antoni Furió, que el vicerrector Rafael Gil aprobó y financió de buen grado.

* * *

Las renuncias a la corona de Carlos IV y Fernando VII y la guerra contra el francés provocaron notables tensiones en México. El cabildo de la ciudad insta a Iturrigaray, virrey de la Nueva España, a que asuma el poder en nombre del monarca, pero fue pronto depuesto por la audiencia y sustituido por el mariscal de campo Pedro Garibay. La insurrección de Miguel Hidalgo el 15 de septiembre de 1810 en Dolores apenas se menciona en las cortes de cádiz, más preocupadas por Buenos Aires y caracas, en poder de los libertadores.3

Las autoridades de la Nueva España, encabezadas por el nuevo virrey Francisco Javier Venegas, se enfrentaron a los insurgentes. Hidalgo y Morelos no alcanzan a ocupar la capital, establecieron en agosto de 1811 una suprema junta gubernativa en Zitácuaro, Morelos convocó el congreso de Chilpancingo en 1813 y se redactó la constitución de Apatzingán, que apenas logró vigencia.4 No les favoreció la suerte de las armas...

En los primeros momentos la universidad de México parece tranquila, pese a la situación desencadenada por la ocupación de la península y los cambios de autoridades. El día primero de agosto de 1808 -a unos tres meses del levantamiento contra Napoleón en la penínsulael rector Abad y Jiménez había convocado claustro para comunicarle la extrañeza del virrey Garibay, de que, ante tantas públicas demostraciones, «esta Real y Pontificia Universidad no se exprese en los mismos términos en crédito de su fidelidad y amor a su Soberano». Algún claustral excusa la pasividad porque la noticia aunque se conoce no ha sido comunicada; el doctor Moreno propone que se digan dos misas, una de gracias por las noticias favorables que se han esparcido y que han dado motivo a demostraciones públicas, «la otra de rogación, pidiendo a Dios prospere las Armas Españolas». Se ponen a las órdenes del virrey y solicitan que se forme una diputación, según pedía el real acuerdo de la audiencia...5 Los profesores decidieron confeccionar un distintivo o medalla con el busto de Fernando VII, que no costase demasiado; el primer intento resultó fallido, y se acudió a la consulta del superintendente de la casa de la moneda, el grabador Gordillo, que acudió al claustro con dos propuestas para que eligiesen una.6 El nuevo rector José Julio García Torres siguió recibiendo propuestas en el claustro, mientras el doctor Burgos prometía una obra que fundamentaría la obediencia que deben tener los pueblos a sus soberanos, que podría imprimirse a nombre de la universidad, pero no le fue aceptada.7 Los graves catedráticos creían en el poder de convicción de sus ideas... Mejor acogida tuvo la celebración de un certamen para celebrar el ascenso al trono de Fernando VII -ya entonces cautivo en Francia, quien felicitaba en carta al emperador por sus victorias en la península y el ascenso al trono de su hermano José I-. La propuesta se debate en varios claustros, sin llegar a realizarse...8

Tras el levantamiento de Hidalgo, Venegas publicó un bando el 23 de septiembre de 1810 en que condenaba la rebelión y exhortaba a la concordia y la fidelidad a la «Nación española que siempre ha dado tantos ejemplos de pundonor y de generosidad, y que en el día es la única Potencia Europea que, libre del envilecimiento y humillación en que yacen las demás, ha formado la heroica resolución de resistir al tirano...» Exige obediencia y confianza en las autoridades y unión, amor y confraternidad entre todos... Ve la mano de Napoleón y sus ministros que siembran rivalidad, desunión y desorden. Los obispos de Puebla y Michoacán -que habían excomulgado a Hidalgoasí como el arzobispo de México publicaron sendas pastorales, acusándole de venir de Satanás, de ser secuaz de Mahoma y el Alcorán, el Anticristo...9

La universidad también quiso echar su cuarto de espadas, poniéndose al lado de la autoridad mediante una condena pública. En claustro de 29 de septiembre reciben un oficio de Venegas, quien atribuía la situación a «la emulación y aun a la enemistad que con harto sentimiento mío veo tan injustamente establecido entre Españoles Ultramarinos y Españoles Americanos».10 Personas de autoridad han escrito sin éxito para atajar la discordia que amenaza el edificio social y la seguridad pública, la constitución del estado. Se ha quebrantado el juramento de fidelidad al gobierno legítimo, que atrae sobre los pueblos la ira de Dios y las mayores calamidades. Pide unión con la patria, en aquel tiempo venturoso de las cortes, para no caer presa del Tirano. Y anima a los doctores, al claustro pleno, a que colabore e instruya a la gente para que terminen las rivalidades, en conversaciones o escritos, de lo que recibiría premio. El claustro, llenos todos de un sentimiento de la mayor fidelidad hacia la religión, al Soberano y a la Patria, acordó redactar un manifiesto, para cortar «los movimientos revolucionarios que han comenzado a levantarse en el pueblo de Dolores, San Miguel el Grande y otros lugares por el cura de dicho pueblo Don Miguel Hidalgo y los capitanes del Regimiento Provincial de la Reina, Don Ignacio Allende y Don Juan de Aldama....». Se encomendó al magistral de la catedral, José María Alcalá, por su calidad y sabiduría, y por ser originario de Acámbaro, lugar cercano a los hechos. Como no estaba presente, un doctor indicó que convenía consultarle; se le envío comisión, y con gran sentimiento de dolor renunció, tanto por sus enfermedades, como porque acababa de recibir una carta de su familia en la que se expresa el riesgo en que se encontraba. Designaron al rector García de Torres, pese a sus excusas, al tiempo que hacían notar que Hidalgo no era doctor, aunque se atribuía esta calidad en algunos papeles...

En claustro pleno de 4 de octubre de 1810 lee el rector el borrador de su escrito, ya consultado con Venegas; pidió que los asistentes se manifestaran con sinceridad sobre su contenido, pues estimaba más el decoro del cuerpo universitario que el suyo propio. Fue aprobado por unanimidad y se imprimió aquel Manifiesto de la Real y Pontificia universidad de México.11 Los claustrales, como doctores, se sienten «destinados por la providencia del Altísimo para instruir a los pueblos, fortalecer a los débiles, enseñar a los ignorantes y alimentar a todos con la leche de la sana doctrina...»12 La adhesión de los americanos a la religión y al rey había producido paz y tranquilidad, ahora unos cuantos facciosos intentaban turbar el orden en beneficio de Napoleón. Las consecuencias podrían ser funestas, como ocurrió en la división de Rodrigo y Vitiza o en la Francia revolucionaria y regicida. El francés quiere invadir el nuevo continente, aunque no será posible por la vigilancia inglesa. Resaltan la descendencia común de españoles y criollos y los grandes beneficios que se ha hecho a «los conquistados», como la religión y las exenciones y privilegios reales, un juzgado y un ministro para su protección, para que vivan unidos a sus hijos...

Cuando en noviembre se elegía rector por los consiliariosen casa del bedel, pues el recinto universitario se hallaba ocupado por tropas, el virrey sugirió que continuara García de Torres, aunque no podía por haber desempeñado ya el cargo por dos veces. Al fin se atuvieron a las constituciones y fue elegido José Tomás Salgado. Para no interrumpir la enseñanza Venegas tomó medidas sobre aprobados de curso y sobre los lugares en que pudiera continuar la enseñanza: los médicos en los hospitales, los grados y actos en San Ildefonso, en la catedral o en el colegio de Todos Santos.13

Junto al manifiesto del rector y el claustro, el doctor en medicina Luis Montaña presentó otro extenso escrito en 4 de octubre que fue impreso, aunque el claustro ordenó tachar las afirmaciones de que Hidalgo predicaba errores y sediciones. A la hora de publicarlo, no obstante, Montaña incluyó aquellas frases -sin consultarlo, por ser época de vacaciones, ya que el Santo Oficio había condenado «al bachiller Hidalgo» como «refractario y seductor»; el claustro más tarde aceptó su versión.14 La interpretación de Montaña descansa en las ideas siguientes: la revolución y la independencia se basan en las pasiones del hombre, en romper los frenos de la moral; Hidalgo creyó que eran principio de felicidad, de patriotismo, y los demás lo han seguido por el respeto y confianza con que se oye aquí a los sacerdotes. El doctor médico procura demostrar sus convicciones: España ha favorecido la religión, Hidalgo es, por tanto, un mal sacerdote. Estos dominios son del soberano, que ha promovido la riqueza de estas tierras ¿por qué no ayudarle? Siempre ha pedido contribuciones con tiento y dulzura, ¿qué nación se contiene en límites tan equitativos? Establece además, como dilema, la ventaja de su postura: «si triunfa seremos recompensados, si pierde vendrían nuestros hermanos peninsulares». Las restantes provincias americanas no consentirán nuestra independencia, y, al fin, Dios y la Providencia han puesto en mutua dependencia a los españoles de España y América... Se imprimió el escrito, aunque por no haber pagado la universidad tuvo que poner el autor dinero de su bolsillo...

Un segundo escrito académico se debió al teólogo oratoriano Juan Bautista Díaz Calvillo, quien también pretendía mostrar la «verdad» a sus compatriotas.15 Apela a la unión y hermandad entre todos, contra la discordia, y utiliza tres argumentos. uno histórico: de cómo la invasión sarracena por la división de partidos supuso grandes horrores para España. El segundo, la mentira que se afirma de que los europeos son dueños de los caudales ¿acaso no hay fortunas criollas? ¿Las han robado acaso? ¿No las dejan después en definitiva a sus descendientes que ya son naturales de la Nueva España? El tercer argumento se enfrenta a la afirmación de que los españoles europeos tienen los empleos mejores, pues ¿acaso no hay también muchos criollos en los cargos? Si aquéllos son viciosos, son postergados y llegan a mendigar. También alude a las asechanzas de Napoleón.

La insurrección duraba, y la difícil situación se refleja en las actas de claustros. En mayo de 1811 los doctores no quieren que sea sustituido Venegas en quien confían. En septiembre el virrey se dirige a la universidad denunciando una conspiración o sedición en agosto, y establece una policía para la que pide dinero por suscripción. un profesor, Pomposo, renuncia a la candidatura de rector, por su cargo en la junta y en la policía, aparte de su ejercicio en el foro. Extienden algún certificado de fidelidad... La universidad seguía ocupada. En mayo de 1812 se celebró una corrida de toros por la restitución del legítimo soberano Fernando VII y el día 9 de octubre el claustro juró la constitución de la monarquía española ante los evangelios, con misa, Te Deum y repique de campanas, toros...16 Dos años después el virrey Calleja anunciaba la vuelta de Fernando y la restauración de su poder absoluto: nuevo júbilo, hubo misa y sermón, se recordó otra vez el certamen proyectado en su honor... Pero la universidad siguió ocupada durante años, el edificio deteriorado, las rentas arruinadas. El rey, recobrado el poder, ordenó algunas visitas o inspecciones a los colegios y aulas...17

Unos años más tarde en 1821 llegó la independencia de México, empieza su propia historia de dos siglos... Sin duda consolidada tras la derrota de Ayacucho en 1824, pero los tratados con las nuevas naciones se retrasaron. Fernando no firmó ninguno en vida. Tuvo que ser la reina regente María Cristina o la reina Isabel II quienes los firmaran. Con México uno de los primeros, el 28 de diciembre del año 1836.18

México, como las demás nuevas repúblicas, fueron independientes en adelante. Siguieron sus propios caminos, se distanciaron de la monarquía hispana. Mientras esta decaía a lo largo de los últimos dos siglos, aquellas nuevas naciones se estructuraban y se enfrentaban a su historia. Estados Unidos, la gran potencia de aquel continente cercenaba, dominaba y explotaba las naciones hispanas; en 1898 terminaba con las colonias que habían quedado dependientes de España, Cuba, Puerto Rico y Filipinas en Asia. Con todo, la fraternidad con los pueblos americanos, cualquiera que sean las rivalidad con los gobiernos, se mantuvo por la lengua y la tradición. Tras la Guerra Civil y la dictadura de Franco, muchos republicanos españoles lograron una nueva patria en América, en especial en México, gracias al presidente Lázaro Cárdenas y al pueblo mexicano. A veces en política la verdad y la generosidad son posibles...

Mariano Peset

1. México, UNAM, 1979, en colaboración con José Luis Soberanes; segunda edición en Miguel Hidalgo: ensayos sobre el mito y el hombre, coordinado por Manuel Carrera Stampa, Marta Terán y Norma Páez, México, 2004, pp. 195-210. También, mi trabajo «Las universidades de España y México en los años de la independencia», en María de Lourdes Alvarado y Leticia Pérez Puente (coords.), Cátedras y catedráticos en la historia de las universidades e instituciones de educación superior en México,ISSUE-UNAM, 3 pdf, en II. De la ilustración al liberalismo -en donde ya pude ver los claustros y documentación del archivo general de la nación, sección Universidad.

2. Años después ahondé este análisis, «Poderes y universidad en México durante la época colonial», en La ciencia y el nuevo mundo, Actas I reunión de historia de la ciencia y de la técnica de los países ibéricos e iberoamericanos, 25-28 de septiembre de 1984, Madrid, CSIC, 1985, pp. 57-84; segunda edición en La universidad novohispana: corporación, gobierno y vida académica, edición de Clara Inés Ramírez y Armando Pavón, México, Universidad Nacional Autónoma, 1996, pp. 49-73. Lo amplié, en colaboración con Javier Palao, «Un modelo colonial: la real Universidad de México», Cuadernos del Instituto Antonio de Nebrija de estudios sobre la universidad, 1998, 1 (1999), pp. 245-288.

3. Actas secretas, 1810-1813, pp. 57, 119 y 144; Diario 1810-1813, VIII, pp. 5761 y 6033. Una representación de Alcocer se discute en 1 de agosto de 1811. La memoria de Beye de Cisneros a las cortes proponía una junta a la que el virrey se sometiese.

4. Puede verse la historia de aquellos años en las viejas páginas de José Medina, Las ideas y las instituciones políticas mexicanas. Primera parte, 1812-1820, México, 1952, nueva edición, con prólogo de Andrés Lira, México, 1978, pp. 343-364.

5. Libros de claustros de 1801 a 1817, archivo general de la nación, ramo universidad, número 28, fols. 136v-137r; acuden comisionados a palacio llamados por el virrey, 137r-v. Véase también Remedios Ferrero, «Una universidad conservadora: la Real y Pontificia Universidad de México. 1810-1814», en La universidad novohispana: corporación, gobierno y vida académica, pp. 453-469.

6. Claustros de 17 de noviembre, 17 y 24 de octubre y 10 de diciembre de 1808, Libros de claustros..., 28, fols. 137r-v, 139r-130r, 140r-142v, 141v-142v y 152v-153v. Se suscribió a la medalla de la junta central, 6 de marzo de 1809, fols. 160v-161r.

7. Claustros de 12 y 15 de noviembre de 1808, Libros de claustros..., 28, fols. 147r-148r y 148r-149r. También se discutió un nuevo plan de estudios, hecho por un inquisidor.

8. Claustros de 10, 19 y 23 de diciembre de 1808, Libros de claustros..., 28, fols. 153r, 153v y 155v-157v.

9. Colección de escritos publicados en la Nueva España por diferentes cuerpos y sujetos particulares, con motivo de los alborotos de tierraadentro acaecidos en algunos pueblos en septiembre de 1810, Valencia, Imprenta de José Estevan, 1811, pp. 2-29, 29-38, 39-47 y 47-65.

10. Alberto Ma Carreño, Efemérides de la real y pontificia universidad de México, según sus libros de claustros, 2 vols, México, 1963, II, pp. 839-843 -en adelante, Efemérides –. Añado las referencias directas a los Libros de claustros... 28, fols. 185r-186v, se copia el escrito de Venegas. Burgos quería que se nombrasen comisionados para «dirigirse al Pueblo verbalmente para desimpresionarlos de ideas seductivas».

11. Colección de escritos..., pp. 11-21. Claustro de 4 de octubre de 1810, Libro de claustros..., fols. 186v-188r; Efemérides, II, p. 843. Se decidió imprimir 2.000 ejemplares a costa de los doctores, lo pagaron algunos más generosos o de tendencia realista.

12. Colección de escritos..., p. 11; el día 24 el virrey expresa su agradecimiento al claustro, fols. 188v-189v.

13. Claustros de 5 a 10 y 13 de noviembre, Libros de claustros..., 28, fols. 189v-197v; Torres se había ausentado a Tula tras presentar su manifiesto, por acompañar a su cuñado, europeo, y hallarse enfermo. Efemérides, II, pp. 844-848.

14. «Reflexiones de Don Luis Montaña sobre los alborotos acaecidos en algunos pueblos de Tierraadentro, impresos de orden de este Superior Gobierno a costa de la Real y Pontificia Universidad, en Colección de escritos..., pp. 192-203; Libro de claustros..., 28, claustro de 4 de octubre, fol. 187v; 24 de octubre, fols. 188v-189v.; sobre pago de los costes de impresión 12 de mayo de 1812, fol. 210r-v.

15. Colección de escritos..., pp. 11-21. También le fue tachado en claustro que algunos llamaban a Hidalgo emperador, «porque habiendo de circular estos papeles por toda la Europa se creería estar ya muy al fin la revolución». Hay un escrito del ayuntamiento de México, pp. 6-11, y otros, como el del canónigo Beristáin y Souza que compuso un Diálogo, pp. 84-181, en el que insulta a Hidalgo, y le niega ser doctor, con los argumentos al uso, tropas engañadas, pp. 88-89, el «pus gálico-napoleónico», pp. 176-178.

16. Juramento de la constitución 5 y 9 de octubre, Libro de claustros..., 28, fols. 214 r-215v; Efemérides, claustros de 18 de mayo y 10 de septiembre de 1811 y 9 de octubre y 7 de noviembre de 1812, II, pp. 848-851 y 856-858.

17. Libro de claustros..., 28, junta de catedráticos de 23 de octubre de 1814 y claustro de 24, fols. 242v-243r y 238v-240r; 9 de diciembre sobre las fiestas de la Purísima y el culto de la virgen de Guadalupe, fols. 249 v-251r; claustros de 16 de enero, 27 de junio y 22 de noviembre de 1815, fols. 251r-252r, 255v-256r y 263v-266v, en especial 264v y siguientes; Efemérides, II, pp. 861-866. La universidad estuvo ocupada hasta 1817, claustros de 18, 22 y 28 de junio y 8 de julio de 1816, pp. 871-875, la penuria de sus rentas era grave, pp. 879-880.

18. El texto de los tratados con México de 28 de diciembre de 1836 y Ecuador de 16 de febrero de 1840, en Alejandro del Cantillo, Tratados, convenios y declaraciones de paz y comercio... desde el año de 1740 hasta el día..., Madrid, Imprenta de Alegría y Charlain, 1843, pp. 874-876 y 883-887. Los de Chile de 25 de abril de 1844, Venezuela 30 de octubre de 1845, Bolivia 21 de julio de 1847, Costa Rica 10 de mayo de 1850, Nicaragua 25 de julio de 1850, México 12 de noviembre de 1853, República Dominicana 18 de febrero de 1855, Argentina 9 de julio de 1859, Perú 27 de enero de 1863 -preliminar, Guatemala 29 de mayo de 1863, Salvador 24 de junio de 1865, Florencio Janer, Tratados de España. Documentos internacionales del reinado de doña Isabel II desde 1842 a 1868, Madrid, Imprenta de Miguel Ginesta, 1869, pp. 7-9, 10-15, 20-23, 30-34, 34-37, 77-80, 92-101, 184-186, 321-323 y 393-395.

COLECCION DE ESCRITOS

PUBLICADOS

EN NUEVA ESPAÑA

POR DIFERENTES CUERPOS

Y SUGETOS PARTICULARES,

CON MOTIVO DE LOS ALBOROTOS ACAECIDOS EN ALGUNOSPUEBLOS DE TIERRADENTRO EN SETIEMBREDE 1810.

VALENCIA:EN LA IMPRENTA DE JOSÉ ESTÈVAN,AÑO 1811.

ADVERTENCIA.

Los escritos que aquí se publican han venido impresos de Nueva España, y remitidos á su Representante el Excmo. Sr. D. Miguel de Lardizabal y Uribe, quien mirando con tanto interes como todo el mundo sabe el honor del pais en que nació y que le ha honrado con toda su confianza, ha dispuesto que se reimpriman y publiquen aquí en honor no solamente de sus respectivos autores, sino de todos sus dignos paisanos; y para confusion y oprobio de los pocos que, por facciosos, no merecen serlo, y que por lo mismo en nada pueden perjudicar al buen nombre ni obscurecer el lustre de los siempre leales, nobles y esclarecidos Americanos.

A esta clase pertenece el Dr. D. José Mariano Beristain, natural de la Puebla de los Angeles, Canónigo mas antiguo y hoy Arcediano de la Santa Iglesia Metropolitana de México, de quien son los discretos Diálogos de Filopatro y Acerayo contenidos en esta coleccion.

INDICE

DE LA COLECCION DE ESCRITOS

CONTENIDOS EN ESTE LIBRO.

Ei Virey de Nueva España á todos sus habitantes

Proclama que la nobilísima Ciudad de México dirige á los fidelisimos habitantes de Nueva España

Manifiesto del ilustre Claustro de la Real y Pontificia Universidad de México, publicado de orden del Superior Gobierno

Exhortacion del Excmo. é Illmo. Sr. D. Francisco Xavier de Lizana y Beaumont, Arzobispo de México, á sus fieles y demas habitantes de este Reyno

Pastoral que el Illmo. Sr. Dr. D. Manuel Ignacio Gonzalez del Campillo, dignisimo Obispo de la Puebla de los Angeles, dirige á sus Diocesanos

Manifiesto que el Obispo de la Puebla de los Angeles dirige á sus Diocesanos

Edicto instructivo que el Illmo. Sr. D. Manuel Abad Queypo, Obispo electo de Michoacan, dirige a sus Diocesanos

Edicto segundo del mismo Señor Ilustrísimo...

Exhortacion que los Diputados para las próximas Cortes hacen à los habitantes de las Provincias de la Nueva España

Exhortacion que dirige á los habitantes de la Provincia de Valladolid su Diputado

Diálogos patrióticos entre Filopatro, Acerayo y Morós.

Primero

Segundo

Tercero

Quarto

Quinto

Sexto

Séptimo

Octavo

Nono

Décimo

Undécimo

Duodécimo

Décimotercio

Décimoquarto

Décimoquinto

Discurso sobre los males que puede causar la desunion entre espanoles ultramarinos y americanos, aprobado por el Ilustre Claustro de esta Real y Pontificia Universidad, en el que se juntó la tarde del 4 de Octubre de 1810. Escribíalo el P. D. Juan Bautista Diaz Calvillo, Doctor teólogo por la misma Universidad, y Presbítero de la Real Congregacion del Oratorio de San Felipe Neri de esta Corte

Reflexiones del Doctor Don Luis Montaria sobre los alborotos acaecidos en algunos pueblos de Tierradentro, impresas de orden de este Superior Gobierno á costa de los Doctores de la Real y Pontificia Universidad

Foncerrada michoacanense, Oidor de Mexico, habla á sus compatriotas por la felicidad pública.

Reflexiones del patriota americano Licenciado D. Fernando Fernandez de San Salvador, Asesor ordinario por S. M. de esta Intendencia

Manifestacion que hace Mariano Primo de Rivera de sus sentimientos y deseos en las circunstancias tristes de la época presente, á los habitantes todos de estos reynos

Exhortacion que á los habitantes de México hace un individuo del ilustre Colegio de Abogados, Relator de esta Real Audiencia

Voz imperiosa de la verdad, y desengaños poluicos contra preocupaciones vulgares. Por el Capitan D. José Maria Quirós, Secretario de la Real Junta del Préstamo patriótico y del Consulado de Ver a-Cruz

EL VIREY DE NUEVA ESPAÑA

A TODOS SUS HABITANTES.

Conseguido en la formacion del Supremo Consejo de Regencia de España é Indias, que á nombre de nuestro adorado Rey y Señor D. Fernando el VII gobierna el Reyno, el deseo general de la Nacion que aspiraba á depositar su confianza en una autoridad concentrada conforme á nuestras leyes, y mas á propósito que la anterior Junta Central para desplegar aquella energía y actividad que son necesarias á fin de conducir la Nacion en las críticas circunstancias en que se encuentra; principió aquel Cuerpo representante de la Autoridad Soberana á dirigir sus miradas paternales y benéficas hácia todas las partes de nuestra dilatada Monarquía para dispensarles el auxîlio y proteccion que respectivamente pudiesen necesitar. Entre las que mas llamaron su atencion fue una este importante Reyno, cuya feracidad, riqueza y demas qualidades apreciables que lo califican le hacen preferente objeto de la codicia, ambicion y voracidad del tirano Napoleon. Y deseoso S. M. de poner á cubierto este pais de una invasion que lo reduxese á la mas insufrible tiranía, de establecer en él los principios de justicia y equidad que pudiesen elevarlo á la prosperidad de que es susceptible, y de renovar y estrechar cada vez mas los sagrados vínculos que lo unen á la Madre Patria: entre otras providencias que ha tomado y tomará oportunamente, tuvo la dignacion de nombrarme á mí por Virey de este Reyno, para que persuadido y penetrado yo de sus ilustradas y justas ideas, pudiese contribuir á su realizacion. Aunque esta eleccion honraba demasiado mis cortos méritos y talento, supliqué sin embargo por tres veces á S. M. me permitiese continuar mis servicios en los exércitos, porque me era muy sensible dexar la península en ocasion en que los pérfidos enemigos de nuestra independencia cometian en ella tan sacrilegas profanaciones y atentados. S. M. no tuvo á bien condescender á mis súplicas, y yo no pude tomar otro partido que obedecer ciegamente sus superiores mandatos, consolándome con la idea de ser el instrumento de que se valia S. M. para establecer en este Rey no el orden, la equidad y la justicia en lo interior, y e! respeto y consideracion para con los extrangeros, que son y han sido siempre los mas vehementes deseos de la universalidad de la Nacion. Estas miras tan saludables, tan benéficas y tan justas han ocupado constantemente mi atencion desde mi nombramiento para servir este Vireynato. Ya me lisongeaba yo anticipadamente de ser el instrumento de vuestra prosperidad y seguridad: contaba con que siendo dóciles á mis insinuaciones, excitaria cada vez mas en vosotros aquel amor á la Madre Patria que ha sido siempre vuestra divisa; y me prometia que guiados, como ella, por los principios heroicos que la han conducido en la lucha terrible que con asombro y admiracion del mundo sostiene contra el mas infame tirano que vomitaron los abismos, opondriais una barrera impenetrable á sus provectos locos é insensatos de universal usurpacion. ¡Pero qual ha sido mi desconsuelo al ver desvanecerse aquella agradable perspectiva que era el objeto de mis anhelos, y el fin adonde se dirigen todos mis pasos y providencias! Sí, Españoles Americanos, mi sentimiento es inexplicable, y agrava mucho mas mi dolor la consideracion de que sois vosotros mismos los que os oponeis.á vuestra felicidad.

Deseoso de curar vuestros males, y de vencer todo obstáculo que se oponga á ella, desde mi entrada en esta Capital, me he ocvipado constantemente en conocer vuestra situacion, y mi corazon ha sido penetrado del mayor sentimiento al conocer la rivalidad, division y el espíritu de partido que reyna entre vosotros. Este mal, si por desgracia continuase, seria el principio de nuestra ruina, seria el fomento de una injusta odiosidad entre personas que deben amarse, haria del Reyno un teatro de crímenes y desolaciones, y acabaria siendo todos víctimas de nuestra inconsideración, y presa segura del tirano. Y á vista de tantas y tan fatales conseqüencias ¿subsistirá la oposicion entre Europeos y Americanos? ¿Continuarán mirándose como enemigos los que tienen tantos motivos de amarse y apreciarse? ¿No somos todos vasallos de un mismo Monarca, miembros de un mismo cuerpo social, y parte de aquella noble y circunspecta Nacion Española que siempre ha dado tantos exernplos de pundonor y de generosidad, y que en el dia es la única Potencia Europea que libre del envilecimiento y humillacion en que yacen las demas, ha formado la heroica resolucion de resistir al tirano que todo intenta trastornarlo? pues ¿por que no nos amamos como hermanos? ¿por que no reunimos nuestros esfuerzos, nuestras intenciones y nuestros deseos para destruir al enemigo de nuestra independencia, y establecer en lo interior la basa de nuestra verdadera felicidad?

Si dóciles á mi voz paternal, si guiados de la razon y movidos de vuestro propio interes, poneis término á esas funestas disensiones, yo os anuncio la mayor prosperidad y seguridad, piara cuya consecucion no habrá incomodidades que me arredren ni dificultades que no procure vencer.

Pero si a! contrario subsistís ocupiados en injustas odiosidades, quando vuestra patria exige tan imperiosamente vuestra atencion y vuestros sacrificios, sino imitais a los heroicos españoles vuestros hermanos que combaten en la península por su libertad é independencia, que á la primera noticia de hallarse la patria en peligro, olvidan sus quejas, hacen callar sus resentimientos, y mirándose todos hijos de una misma madre en nada piensan sino en reunir sus esfuerzos para hacer frente al enemigo; yo os pronostico males terribles, calamidades inauditas, que os sumergirian á todos en un abismo de miserias.

Ya teneis á la vista en algunas partes de este Reyno un principio de los males de que intento libertaros. Algunos hombres deslumbrados con falsas ideas, apoyadas en vuestra division y rivalidad, procuran alterar el orden público, y sumergirnos en los espantosos males rer vokieionarios.

Estoy muy persuadido de lo despreciable que son sus designios, y que no pueden tener el apoyo de ningun hombre sensato. No dudo un momento que todo volverá al orden al presentarse las tropas que destino á contener el curso de aquellos excesos. ¡ Pero quanto es mi sentimiento al considerar que vuestra division es el fomento de estos males, y que ella me pone en la triste necesidad de que las primeras providencias de mi mando se dirijan á hacer derramar la sangre de nuestros conciudadanos!

Yo apuraré los medios de dulzura y persuasion antes de echar mano de los de la fuerza y el rigor, persuadido de que la mayor parte de las personas complicadas en los referidos excesos han sido seducidas por los mal intencionados, ó engañadas por la perspectiva de una falsa felicidad; pero si estos medios fueren inútiles, me valdré de todos quantos la autoridad que exerzo pone en mis manos para imponer á los delinqüentes el castigo que las leyes prescriben contra los alborotadores del orden público. ¿Y quien sabe si el principio de aquellos desórdenes es el mismo tirano Napoleon, que desconfiando de apoderarse de vosotros por la fuerza de las armas, envia sus infernales ministros para que infundiendo entre nosotros la rivalidad, la desunion y el desorden, vengamos á caer en una debilidad que nos proporcione para ser presa segura de su rapacidad? ¿No teneis un apoyo de esta verdad en los varios emisarios suyos que han sido aprehendidos en estos Reynos? ¿Y dareis lugar á que se logren sus perversas ideas, siendo vosotros instrumentos de su perfidia? ¿Seria la América, esta segunda y predilecta hermana de la antigua España, la que aumentase sus conflictos, la que se opusiese á la gloriosa empresa de sostener el honor, la comun independencia y la integridad de sus dominios, y la que colmase el caliz de sus amarguras en la apurada ocasion de verse acometida por un enemigo tan poderoso como injusto? No es de temer de vosotros semejante conducta. La fidelidad tan acrisolada con que siempre os habeis manejado» el interes que en todo tiempo manifestais por la prosperidad de la Madre Patria, y los inmensos y generosos auxilios con que tan liberal mente la habeis socorrido y socorreis en todas sus necesidades, son un seguro garante de vuestra conducta ulterior, y otros tantos derechos á mi confianza.

Si tales son las calidades que forman vuestro carácter, si conoceis que el bien de la patria es el norte que debe guiar las acciones de todo buen ciudadano, y si os habeis convencido de que aquel grande objeto no puede conseguirse sin el sacrificio de las personalidades que os dividen, y sin la reunion de todos vuestros esfuerzos hácia un mismo fin, cesen ya enteramente vuestras disensiones, acábese todo espíritu de partido, y no haya mas emulacion que la noble y generosa de excederse en el servicio de la patria.

De esta suerte renaciendo entre nosotros el amor y la confraternidad, y reuniendo todas nuestras luces y esfuerzos, se conservará la pública tranquilidad con la esperanza de que las reformas y nuevas instituciones que han de ser el efecto de las sabias meditaciones en que se ocupa, ó se ocupará muy pronto la respetable Asamblea de las Cortes Nacionales, proporcionarán á este Reyno la mayor prosperidad y seguridad. Y entre tanto se logran aquellas apetecidas resultas, poned toda vuestra confianza en la justificacion, integridad y sabiduría del respetable cuerpo que actualmente dirige la Nacion, del Supremo Consejo de Regencia, compuesto de Generales, cubiertos de heridas y de gloria:.de un Ministro versado en los negocios mas. importantes de la Monarquía: de un Magistrado nacido en vuestro suelo, y escogido por vosotros para representaros; y por último de un Príncipe de la Iglesia, modelo del episcopado, que ne-r gado á los mas brillantes ascensos de su carrera, á que le destinó por la fama de sus virtudes el religiosísimo y prudente Monarca el Señor D. Carlos III, acude ahora á consagrar los últimos dias de su vida en obsequio de nuestra Santa Religion, de nuestro adorado Rey y de nuestra cara Patria. Tales son las personas que componen el Cuerpo representante de la Soberanía, á cuya justificacion podeis acudir por el remedio de vuestros males, ínterin se verifican las saludables reformas que deibeis esperar de la sabiduría, ilustracion y patriotismo de los representantes que habeis enviado al respetable Congreso Nacional de Cortes.

Habitantes de la Nueva España: obediencia y confianza en las Autoridades que os gobiernan, y union, amor y confraternidad entre todos vosotros, son las prendas que os exige un Virey que os ama, para que merezcais ser dignos del aprecio y gratitud de vuestros conciudadanos, y la admiracion y envidia de todo el universo.

Proclama que la nobilísima Ciudad de México dirige á los fidelísimos habitantes de Nueva España.

Armados y fidelísimos habitantes de la Nueva España= Jamas podrá México en su Ayuntamiento explicar sin el dolor mas vivo la cruel y horrorosa tortura en que lo tiene constituido la convulsion en que ha visto ponerse en pocos dias la provincia de Michoacah, causando al Reyno entero la inquietud que corresponde, con detrimento notable de los respetos de la Religion, de la lealtad al Soberano de que siempre ha blasonado esta Nueva España, y de la ciega obediencia con que ha acreditado sus nobles sentimientos, ve y verá en todo al Supremo Gobierno y á las Autoridades, como que son los principios y la bisa fundamental de la seguridad de los pueblos, del buen orden de ellos, y de la paz y quietud que por uno de los particulares beneficios del Altísimo han disfrutado estos preciosos dominios en los cerca de tres siglos que llevan de reconocer la fe santa que profesamos, y de lograr las imponderables ventajas que en todo les ha proporcionado el gobierno, proteccion y auspicios de los Reyes Católicos de las Españas, á quienes la Divina Providencia quiso por particular predileccion hacerlos legítimos dueños de estas Américas, para felicidad de ellas y engrandecimiento de una corona en que brilla la religion y la justicia, y que es por todos títulos acreedora á que se le tributen los mas reverentes holocaustos, y el vasallage mas respetuoso y agradable.

Han dado de ello en todos tiempos estos Reynos las mas inequívocas pruebas, de las que se ha dignado darse por bien servida la Magestad, dispensándoles las gracias propias de su clemeneia, y con las que los ha llenado y á sus fieles habitantes de los mas apreciables honores y distinciones, que los comprometen y obligan á la mas tierna gratitud, y á la leal debida correspondencia, á la que, si siempre nos estrechan los indisolubles vínculos que en lo moral y en lo civil nos ligan, en ninguna ocasion mas que en la presente pueden ser mas sagradas las obligaciones que nos cercan á quantos tenemos la felicidad de habitar en este hemisferio, y muy particularmente á los Americanos, que debiendo seguir el exemplo de nuestros mayores, y corresponder á los nobles sentimientos que nos animan, nos hallamos en la precisa necesidad de manifestar al mundo entero, que si la sedicion y la protervia ha podido distraer á algunos, malamente conducidos por la malicia y negros fines que los poseen, la mayor y mas sana parte de los leales amantes vasallos del Rey, lejos de confundirnos con los malvados, estamos prontos y dispuestos á sostener la buena causa, y á sacrificarnos y derramar hasta la ultima gota de nuestra sangre en defensa de la Religion, del Rey, y de la Patria.

Esta nobilísima Ciudad, que entre los gloriosos títulos que la ennoblecen, y con que sus Soberanos la han enriquecido, ninguno le es mas apreciable que el de la lealtad que le caracteriza, es y ha sido siempre garante de que en todos y cada uno de los habitantes del Reyno, sea este el distintivo principal de que por naturaleza y por obligacion están adornados; y baxo este seguro, de que ni remotamente ha podido dudar, no se ha detenido en hacerlo así patente á S. M. repetidas veces, y en las actuales circunstancias de la Monarquía, dando pruebas auténticas de que prescindiendo de su propio interes nunca ha podido hacerla del general del Reyno y de su felicidad, como claramente se advierte aun del tenor de las reales agradables órdenes que ha recibido en estos últimos tiempos, y de que ha hecho participante al público para su mas completa satisfaccion.

Ha vivido y vive creida de la disposicion y fidelísimos sentimientos de que están revestidos los leales habitantes de esta Capital y los de todo el Reyno, y en esta confianza lo ha asegurado al Rey, y al Supremo Consejo de Regencia, que felizmente nos gobierna, y á quien con las solemnidades necesarias juró por sí, y á nombre de todos los vasallos, reconocer y obedecer puntualmente, y como principal interesado este Ayuntamiento, tomando el empeño que debe por las felicidades y aumentos de la Madre Patria, llena de gratitud á la heroicidad con que nuestros amados hermanos de la península defienden á costa de su sangre y de sus vidas, la religion, la libertad y el honor de las Españas, y á las benéficas bondades con que el Supremo Gobierno, aun en medio de las graves atenciones y cuidados que le cercan, desvelándose por el bien de estas Américas, se sirvió declararlas parte esencial é integrante de la Monarquía, queriendo tuviesen lugar en el gobierno de ella nombrando sus Diputados, que fuesen Vocales de la Suprema junta, y previniendo últimamente se nombrasen los de Cortes para que las representen y tengan su voz en el Congreso Nacional, no puede ver con indiferencia el que una revolucion sanguinaria y atroz en una parte de la Tierradentro trastorne unos principios y fundamentos tan sólidos en que debe estribar la obediencia al Soberano, las glorias y defensa de la Religion y de la Patria, y la felicidad general de estos dominios, que si son apreciables por su opulencia y producciones, deben serlo mucho mas por su lealtad, respeto y subordinacion.

Este cuerpo, que blasona de leal y amante á sus Soberanos, y de obediente á los superiores y autoridades que en su real nombre le gobiernan, caeria en el mayor abatimiento si viese que continuando la revolucion desmerecia el concepto que ha sabido ganarse la. Nueva España, llenando de nuevos cuidados al Supremo Consejo y á la Madre Patria, y causando inquietud al digno gefe que nos gobierna, y que debemos ver como un ángel tutelar que la Divina misericordia se ha servido enviarnos en unos tiempos tan calamitosos, y en que necesitamos de sus conocimientos, pericia, talentos, prudencia, y demas prendas de que está adornado, y que nos obligan al justo agradecimiento al Supremo Consejo de Regencia, que se sirvió escogerlo y elegirlo para el mayor bien y felicidad de estos Reynos, y que estén gobernados en justicia y equidad.

Aun quando no nos estrechasen fundamentos tan sólidos y motivos tan poderosos como los que nos ligan, el solo reconocimiento y respeto á tan supremo gefe, los debe comprometer por nuestro mismo bien al puntual cumplimiento de nuestros deberes, y á procurar todos y cada uno por su parte, el hacerle menos gravoso el peso del alto gobierno que S. M. se ha servido confiarle, para que libre de inquietudes y disgustos, pueda proporcionar conforme á sus rectas intenciones, la felicidad de estos Reynos y los auxilios de la Madre Patria, como los exige la justicia y la razon, y á que por todo derecho estamos obligados los que blasonando de religiosos y de leales vasallos del Rey logramos la dichosa suerte de ser españoles, hijos del honor y del heroismo, y por lo mismo muy distantes del perverso espíritu de rivalidad, contrario enteramente á la hermandad con que nos debemos manejar los Europeos y Americanos, y á las leyes divinas y humanas, que son y deben ser el norte de nuestras operaciones y de nuestros nobles pensamientos.

¡Oh! y quiera el cielo que todos conociendo los daños y perjuicios que causan las revoluciones y el vil espíritu de partido, y las felicidades y ventajas que trae consigo la paz y la quietud, arreglen sus procedimientos para el comun beneficio, sin que haya algunos que den lugar á merecer la irá de Dios y los rigores de la justicia.

No debia temerlo esta nobilísima Ciudad de México, segura del carácter y modo de pensar de sus habitantes y los del Reyno, y por lo mismo le es y le será siempre doloroso el ver la insurreccion que por desgracia se ha levantado en estos dias en la Ticrradentro, y la que no pudiéndole ser indiferente, la ha puesto en la mayor consternacion, obligándola á que, á mas de tener manifestado al Rey nuestro Señor y á este Superior Gobierno su disposicion para quanto sea del real servicio en defensa de S. M., de la Religion y la Patria, proteste y jure, como lo hace nuevamente y con la mayor solemnidad á la faz del universo, ante Dios, y por ia sagrada persona del Rey, que este Ayuntamiento, sus individuos y todos los fieles vasallos que le deben estar unidos, con sus personas y quanto son en sí, están prontos á sacrificarse, sosteniendo la justa causa y los respetables derechos de S. M., de la Patria y de la lealtad de esta Nueva España, que debe conservarse, y no ser violada en manera alguna.

Manifiesto del ilustre Claustro de la Real y Pontificia Universidad de México, publicado de órden del Superior Gobierno.

Hasta ahora la América, esta parte integrante de la Monarquía Española, no habia padecido eclipse que ofuscase los resplandores de su constante adhesion á la religion de sus padres, y la acendrada fidelidad hácia sus Príncipes: católica y obediente, ha presentado un quadro hermoso que se ha arrebatado la atencion y conciliado la envidia de las naciones mas remotas del mundo. ¡Mas ah! ínterin nos gloriábamos, no solo de vivir en una dulce y tranquila paz, sino lo que es mas, de oponer con nuestra resistencia y patriotismo una barrera impenetrable á la capciosidad y sutileza del tirano opresor de la Europa; un trozo despreciable de facciosos intenta perturbar 'el órden público, creyéndose quizá capaz de arrastrar tras sí con su perverso exeraplo al inmenso pueblo de generosos y obedientes Americanos, en pos de la halagüeña perspectiva de una aparente felicidad; pero lejos de nosotros, sí, esté muy distante de nuestro carácter dócil y honrado la nota negra é infame de adherir á unos proyectos que deshonrarian para siempre nuestra religion, vulnerarian la opinion que nos hemos grangeado, nos cubririan de ignominia, y haria llevásemos sobre nosotros el peso todo de la exêcracion de los pueblos. En vano se cansa el usurpador de los tronos, y sus infames satélites, que tales son los que en nuestros dias han empezado en los pueblos comarcanos á perturbar nuestro sosiego, y mancillar nuestra fidelidad: en vano se fatigan, empleando los ardides malignos de la seduccion; pues unidos siempre, no será otro el voto ni la voz de la Nacion Americana, que guerra al detestable Napoleon, fidelidad al amabilísimo Fernando VII, respeto y sumision al Supremo Consejo de Regencia depositario de la autoridad soberana, obediencia al Gefe supremo del Reyno, docilidad á Ja voz del Pastor, y paz y union eterna con nuestros hermanos los Españoles ultramarinos.

Sí, Americanos, esta sola es la base de nuestra gloria y felicidad: amantes y unidos contribuiremos á Ja prosperidad y regeneracion de la generosa España nuestra comun madre, enjugaremos las lágrimas de los habitantes de la península, nos burlaremos de las perversas maquinaciones del tirano y sus emisarios, y á pesar de sus esfuerzos seremos verdaderamente dichosos; al contrario, la rivalidad y desunion nos conducirian á la última ruina, y tendriamos que llorar con lágrimas amargas nuestra desolacion y exterminio.