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¿Acabas de conocer a alguien y en medio de la conversación tu mente se ha quedado en blanco?? ¿Sudas frío con tan solo pensar en los silencios incómodos durante una conversación? ¿Has comenzado a sentir ansiedad al checar un espejo o te encuentras checando los espejos constantemente? Entonces sigue leyendo…
"Sexy no es una talla, cada caloría no es una guerra, tu cuerpo no es un campo de batalla, tu valor no es medible en libras." - Anónimo
Seguramente has experimentado aquella incomodidad hasta el punto de sentir pánico a conocer gente nueva. Especialmente si te encuentras con alguien a quien quieres dar una buena impresión.
El desarrollo de la imagen corporal depende en gran medida de nosotros mismos, pero inevitablemente se ve influenciada también por las personas de nuestro entorno y por la sociedad en general.
Seguro que has vivido situaciones en que no te has atrevido a decir lo que estabas pensando en realidad. Te preocupa lo que pensarían de ti si decías algo demasiado absurdo o fuera de contexto.
Y seguramente te preguntarás si ¿tu cuerpo debe cambiar para que los pensamientos positivos lleguen por sí solos? Afortunadamente no es necesario cambiar tu cuerpo, pero si hay mucho que puedes hacer para mejorar la manera en cómo lo ves.
En este libro, descubrirás:
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Veröffentlichungsjahr: 2023
Cómo Hablar de Cualquier Cosa con Cualquier Persona
Introducción
1. Autoconciencia
2. Beneficios de la comunicación
3. Confianza, valor, perseverancia
4. Los Fundamentos De La Comunicación
5. El lenguaje corporal esencial
6. La capacidad de escuchar es un superpoder
7. Cómo dominar la conversación trivial
8. Cómo iniciar una conversación con cualquier persona
9. Cómo evitar los silencios incómodos
10. Desarrollar su carisma
11. Cómo cautivar a los oyentes
12. Ser interesante
13. Establecer conexiones significativas
Conclusión
Imagen Corporal y Autoestima Positiva
Introducción
1. La Psicología De La Vergüenza Del Cuerpo
2. Cosas Que Debe Saber Sobre La Anorexia
3. Cómo La Vergüenza Del Cuerpo Se Convirtió En Algo Normal En Nuestra Sociedad
4. Avergonzar A Alguien Por Su Delgadez
5. ¿Cómo Afecta La Vergüenza Corporal A Las Mujeres?
6. La Objetificación Del Cuerpo De La Mujer
7. La Ira De Las Mujeres En Nuestra Cultura De La Vergüenza Del Cuerpo
8. ¿Cómo La Vergüenza Del Cuerpo Afecta A Los Hombres?
9. Los Hombres Y Su Salud Mental
10. Los Efectos De La Vergüenza Corporal
11. La Vergüenza Corporal Y El Desarrollo De Trastornos Alimentarios
12. ¿Cómo La Vergüenza Del Cuerpo Afecta A La Sociedad?
13. ¿Cómo Se Beneficiará La Sociedad Si No Existe Vergüenza Corporal?
14. ¿Qué Debe Hacer La Sociedad Acerca De La Vergüenza Del Cuerpo?
Conclusión
© Copyright 2023 – Ike Cox - Todos los derechos reservados.
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Todas las marcas comerciales dentro de este libro se usan solo para fines de aclaración y pertenecen a sus propietarios, quienes no están relacionados con este documento.
Introducción
1. Autoconciencia
2. Beneficios de la comunicación
3. Confianza, valor, perseverancia
4. Los Fundamentos De La Comunicación
5. El lenguaje corporal esencial
6. La capacidad de escuchar es un superpoder
7. Cómo dominar la conversación trivial
8. Cómo iniciar una conversación con cualquier persona
9. Cómo evitar los silencios incómodos
10. Desarrollar su carisma
11. Cómo cautivar a los oyentes
12. Ser interesante
13. Establecer conexiones significativas
Conclusión
Cuando era niño, no tenía amigos. Puede que a muchos de ustedes les suene extraño. ¿Cómo es una vida sin amigos?
Para ser sincero, era bastante solitario. Iba a la escuela, hacía el trabajo, volvía a casa, estudiaba, me iba a la cama, y el ciclo se repetía, día tras día, en una monotonía implacable que se negaba a ceder.
Hace un año, quedé con una de mis mejores amigas (sí, a medida que fui creciendo, aprendí a hacerlas) para comer.
Mientras tomábamos nuestras sangrías y disfrutábamos de un delicioso pastel de pasta italiana, me miró y se rió. Sorprendida, le pregunté si tenía salsa en la cara (la comida italiana es deliciosa, pero puedo ser un poco desordenada cuando me involucro demasiado en la comida).
Ella sonrió y dijo: "No, no. No es eso. Sólo estaba pensando en cómo eras una década atrás.
Te odiaba absolutamente, y si mi yo del pasado hubiera sabido que íbamos a ser tan buenos amigos, ¡se habría quedado de piedra!"
La miré fijamente durante un minuto, sorprendido de mi aturdimiento alimenticio. "¿De verdad? ¿Qué había de diferente en mí entonces?"
"¿No lo sabías? Hubiera supuesto que era intencionado por tu parte porque no tenías amigos". Resoplé, un poco molesto. "Bueno, sí, pero pensé que eso tenía que ver con ser un niño solitario que no sabía hablar con los demás".
"No, tonto", volvió a reírse. "¿Cómo íbamos a saber que te costaba tener confianza social o ser amable? Todos lo atribuimos a la idea de que eras demasiado orgulloso y que siempre te sentías mejor que el resto. Venías a clase, dabas todas las respuestas correctas, nos hacías sentir como imbéciles y luego te ibas sin mirar atrás ni intentar entablar conversación. Pensábamos que eras así a propósito".
Estimado lector, créame, me sorprendió. Nunca me había dado cuenta de que el problema, en alguna parte, estaba en mí y en cómo me proyectaba. Simplemente pensaba que el problema estaba en la sociedad en general, que la gente era mala y antipática, y que yo no le importaba a nadie. No me paré a pensar que yo tenía algún papel en esto. Fue como si un mundo nuevo se abriera ante mis ojos, un mundo en el que comprendí que hay demasiadas personas que han sufrido, o están sufriendo, la misma situación que yo.
En ese momento, supe que tenía que tender la mano y ayudar, como fuera. Así que aquí estamos.
Déjeme preguntarle algo. ¿Eres alguien que quiere participar de forma más productiva en tus círculos sociales, pero no tienes ni idea de por dónde empezar? Miras a otros que parecen tener todos los amigos y todo el protagonismo, y te preguntas con nostalgia qué tienen esas personas que las hace tan adorables y tan propensas a ser aceptadas, mientras que tú te quedas en la sombra, sintiéndote incómodo e inseguro de cómo hacer siquiera un buen amigo.
En su forma más simple y rudimentaria, la comunicación implica el acto de transferir información de una fuente a un receptor, en un ciclo que activa una interacción productiva entre ambas partes.
Si lo piensas bien, la comunicación no depende sólo de las palabras que dices. Puedes ser el mejor orador de todo el mundo, pero no tendrás ni un solo amigo a menos que seas capaz de moldear tu lenguaje corporal en algo que atraiga a la gente. La verdadera comunicación requiere que establezcas conexiones no sólo con las palabras, sino con todo tu cuerpo, incluidas tus expresiones faciales.
Aprender a comunicarse de forma eficaz es una de las habilidades más importantes de la vida que te van a inculcar. Por desgracia, no te enseñan estas cosas en un plan de estudios académico convencional.
Las escuelas y los colegios no te enseñan cómo hablar bien, cómo moldear tu lenguaje corporal para que la gente no te encuentre hostil, y cómo puedes aprender a comunicarte de verdad.
Son habilidades que se aprenden, de nuestras familias, del entorno que nos rodea y de nuestra propia reticencia o receptividad a lo que ocurre a nuestro alrededor.
Si observamos el ámbito más amplio de la vida, veremos que todos y cada uno de los aspectos de la misma se ven afectados por la comunicación. Desde la vida profesional hasta las interacciones y relaciones que se establecen en la vida personal, todo depende de la forma de comunicarse. Una simple diferencia en el lenguaje corporal puede ayudar a evitar una pelea entre amigos o parejas o una riña en el trabajo, o puede empeorarla.
Unas buenas habilidades de comunicación son importantes para cualquier proyecto en el que tengas que comunicarte y cooperar con otros, ya que te ayudarán a plantear una visión a tus objetivos y a preparar todo por adelantado. Si trabaja en el sector de los servicios, la importancia de la comunicación se manifiesta en la forma de interactuar con sus clientes y otras personas. Por ejemplo, si trabaja en el sector sanitario, la comunicación es un agente clave para establecer una relación de confianza entre sus pacientes y usted.
Incluso en las entrevistas de trabajo, las buenas habilidades de comunicación desempeñan un papel importante a la hora de garantizar que se percibe como alguien seguro de sí mismo, comprometido y digno del puesto. Si estás en un entorno empresarial, la comunicación es importante para establecer buenas relaciones con las distintas jerarquías, motivar a los que te rodean y trabajar por el éxito de la organización.
En términos generales, no hay ninguna parte de la vida o de las relaciones sociales que pueda prosperar sin comunicación.
La comunicación le ayuda a desarrollar su capacidad de escucha. Saber escuchar atentamente es una habilidad importante para una comunicación eficaz. Es tu capacidad para demostrar empatía, ser abierto de mente y hacer una crítica constructiva en respuesta a lo que has oído. Tu personalidad, actitud y habilidades de comunicación no verbal también te ayudarán a ser eficaz en el trato con las personas de tu equipo.
La confianza crece cuando hay una comunicación abierta. Ser capaz de escuchar activamente y aceptar muchos puntos de vista permite a sus colegas creer que usted toma las mejores decisiones para todos en el grupo. Al encarnar las cualidades que desea ver en los demás, animará a sus subordinados a confiar en los demás miembros del equipo, lo que les hará más propensos a realizar sus tareas de forma competente.
La comunicación ayuda a resolver los problemas subyacentes.
Si quieres evitar peleas con los demás y no tener conflictos, es fundamental que sepas comunicarte bien. Para llegar a una conclusión satisfactoria, mantén la calma, asegúrate de que todo el mundo tiene voz y encuentra una opción que guste a todos.
La comunicación ayuda a crear una dirección y un enfoque en el lugar de trabajo. Para proporcionar a su equipo una dirección adecuada, debe comunicarles bien. Ayudar a los compañeros de trabajo en las áreas que necesitan mejorar de manera positiva debe incluir señalar métodos para hacer que las cosas funcionen y dar una crítica constructiva.
Entender tanto sus propias tareas como las de sus otros compañeros puede ayudar a minimizar los malentendidos y, por tanto, a disminuir las disputas.
La comunicación es importante para establecer vínculos interpersonales más fuertes. Tanto para las relaciones personales como para las profesionales, es importante mejorar la comunicación. Hacer excelentes comentarios y escuchar con atención ayuda a que los demás se sientan escuchados y comprendidos. Se fomenta el respeto mutuo; por lo tanto, se desarrolla una relación más sana.
La comunicación aumenta la participación. Sentirse mejor sobre lo que están haciendo y lo que tienen que lograr hace que los individuos estén más entusiasmados con su trabajo en general. Si se centra en una comunicación clara, podrá aumentar el interés de los miembros de su equipo y mejorar la satisfacción con su empresa.
La comunicación aumenta el rendimiento. Los miembros del equipo saben lo que tienen que hacer cuando conocen lo que se espera de ellos, las responsabilidades que tienen en el trabajo y lo que hacen los demás miembros del equipo. Los conflictos se abordan más fácilmente gracias a una mejor comunicación, lo que permite a los trabajadores gestionar mejor sus cargas de trabajo y reducir las distracciones. Esto significa que su personal va a ser más productivo, ya que tendrá acceso a estas ventajas.
En el lugar de trabajo, la comunicación fomenta la colaboración y la creación de equipos. Cuando todos se comunican mejor, podrán confiar los unos en los otros con más frecuencia. Todos sentirán que tienen una carga justa que soportar, por lo que nadie se frustrará. Esta mejor división del trabajo mejorará las conexiones del equipo y motivará a sus miembros, creando más disfrute del trabajo y productividad.
Una excelente capacidad de comunicación puede mejorar la experiencia laboral de todos, ya que fomenta la confianza en sus capacidades. Aumenta el ambiente positivo en el entorno de trabajo al hacer que los demás se sientan escuchados y apreciados.
No hay ningún aspecto de la vida que no pueda beneficiarse si se aprenden las habilidades para comunicarse bien. Y ahora, te estarás preguntando por qué un autoproclamado bicho raro torpe, que tuvo problemas para hacer amigos, está aquí, escribiendo este libro y compartiendo esto contigo. Porque, querido lector, lo sé.
Sé lo que se siente al estar en la piel de un adolescente torpe y desgarbado, de un empleado solitario, de un estudiante universitario confundido y de un ser humano deprimido, que pensaba que nunca podría establecer una conexión real con nadie. He estado en todos estos zapatos, y he aprendido de ellos.
Llevo años aprendiendo a salir de mi caparazón y a acercarme por fin a las personas de forma que puedan verme no como un adversario, sino como alguien que puede estar a su lado, que puede escuchar lo que tienen que decir y que puede compartir con ellas partes de sí mismas y sus percepciones.
Para mí, el siguiente paso para convertirme en un comunicador eficaz cayó naturalmente en manos de este libro. Es mi trabajo de amor, mi llamada para que entiendas que vales mucho más, que eres capaz de mucho más, y que todo un mundo de oportunidades te está esperando ahí fuera. Todo lo que necesitas aprender es cómo llegar y abrirte a ellas. Déjame mostrarte cómo.
Al principio de cada viaje que emprendes, tienes que preguntarte por qué es importante para ti. ¿Qué esperas conseguir? ¿Hay algo en tu vida que no está funcionando como tú quieres? Muchas veces, el problema que creemos que existe en el entorno externo no es más que un reflejo de nuestra propia resistencia. Como mencioné en el capítulo anterior, siempre pensé que la gente se negaba a comunicarse conmigo porque era snob y yo era mejor que todos ellos. ¿Ves lo defensivo que suena eso? Nunca me paré a pensar qué estaba haciendo yo para contribuir a este problema, y si había alguna razón para que los demás evitaran buscar mi compañía.
Lo primero que hice cuando decidí trabajar en mí mismo fue practicar la autoconciencia, que en pocas palabras es algo que te ayuda a mirarte realmente a ti mismo. Todos cometemos errores, y todos hacemos cosas que a veces desafían la naturaleza básica de lo que queremos.
Una resistencia innata en la naturaleza humana se niega a trabajar hacia un cambio positivo. El autoconocimiento te ayuda a ver el origen de esta resistencia y a reflexionar sobre por qué existe y cómo puedes trabajar en ella.
Tasha Euric, psicóloga organizacional y coach ejecutiva, escribió un interesante artículo sobre la autoconciencia para la Harvard Business Review en 2018. Señalaba con acierto que la autoconciencia se ha convertido en la nueva palabra de moda, y hay razones plausibles de por qué. Continúa señalando que hay investigaciones que respaldan los conceptos detrás de la autoconciencia, y que una vez que hemos tomado plena conciencia de quiénes somos, nos volvemos más seguros e ingeniosos. Nos volvemos capaces de tomar decisiones firmes, establecemos mejores relaciones y nos comunicamos mucho, mucho mejor (Eurich, 2018).
Aunque todos tenemos una idea básica de lo que constituye la autoconciencia (saber quiénes somos, conocer nuestros límites, comprender nuestros problemas y bla, bla), pocos podemos decir dónde se originó la noción de autoconciencia. Existe la teoría de la autoconciencia, que afirma que uno no es el resultado de lo que piensa, sino que es el ser que observa lo que piensa. Usted es el ser que piensa, completamente aparte del sujeto de sus pensamientos (Duval y Wicklund, 1973). Esto requiere la presencia de la autoevaluación, lo que significa que, aunque podamos tener pensamientos desviados, no tenemos que actuar sobre ellos.
La capacidad de saber cómo influyen tus emociones en tu rendimiento se denomina Autoconciencia Emocional. Entiendes lo que te dicen tus sentimientos y por qué están ahí, además de cómo afectan a lo que intentas hacer. Eres capaz de identificar cómo te ven los demás y, como resultado, creas una imagen de ti mismo que se ajusta a la realidad. Eres plenamente consciente de tus propios talentos y límites, lo que te lleva a tener una confianza realista en ti mismo. Serás más decidido, ya que tienes un mayor sentido de los objetivos y sabes cuáles son tus valores. Ser un líder significa que puedes ser directo y sin pretensiones con tus ideas.
Ser consciente de uno mismo desde el punto de vista emocional no es algo que se consiga y luego no haya que volver a preocuparse por ello. Cada momento te da la oportunidad de ser consciente de ti mismo o de ignorarte. Es un esfuerzo continuo para ser consciente de uno mismo, una elección intencionada de hacerlo. Practicarlo lo hace más sencillo.
Permítame explicarlo con la ayuda de un ejemplo sencillo.
Supongamos que estás sentado con un grupo de personas.
El tema de discusión no es algo con lo que estés de acuerdo, y todo el tiempo estás pensando en lo tontos y poco razonables que están siendo los demás.
Este es tu pensamiento. Pero como un ser completamente funcional, estás separado de este pensamiento. Cuando aprendas a autoevaluarte, te preguntarás por qué piensas así y si necesitas ser más complaciente con los demás. Cuando alcanzas esta etapa, te vuelves más tolerante con las opiniones de los demás, lo cual es la base de un buen comunicador.
Así que, cuando ejercemos la autoevaluación, podemos trazar un mapa de las cosas que estamos pensando con nuestros estándares aceptables y los estándares de la sociedad que nos rodea. Esto nos da una medida de lo correctos que son nuestros pensamientos, en la circunstancia en la que nos encontramos. Mantener estos estándares es también una gran manera de aprender las herramientas detrás del autocontrol, porque empezamos a entender si nuestros pensamientos son conducentes o una obstrucción a las metas que tenemos a la vista.
Tomando la situación hipotética anterior, si entiendes que quieres ganarte a este grupo, independientemente de no estar de acuerdo con lo que dicen, tus mecanismos de autoevaluación y autocontrol te dirán que bajes el tono y modifiques lo que pones en palabras. Esto no significa que tengas que ir en contra de tu ética al hablar.
Simplemente significa que dirás lo que piensas, pero de una manera más conversacional, no con gestos o palabras que te conviertan en una amenaza a los ojos del grupo.
Convencionalmente, la teoría de la autoconciencia sugiere que cuando somos capaces de comparar nuestras acciones con las de otros, solemos llegar a dos conclusiones. O bien descubrimos que nuestras acciones están alineadas con las de la persona con la que nos evaluamos, o bien descubrimos que hay una diferencia en la forma en que pensamos y actuamos, y en la forma en que ellos hacen lo mismo. Si hay una diferencia, el siguiente paso es buscar un punto intermedio o eludir por completo el tema de la discrepancia.
Esto depende, en última instancia, de nuestra concepción de los resultados de dichas interacciones. Cuando aprendemos a dominar la comunicación, podemos manejar nuestro lenguaje corporal para adaptarlo a los resultados que deseamos.
Entendamos esto desde una perspectiva sencilla. Cuando somos conscientes de nosotros mismos, también perseguimos conscientemente el éxito. Los seres humanos están condicionados a alinearse con las cosas que producen rendimientos productivos.
Si descubrimos que ser conscientes de nosotros mismos nos lleva al beneficio de tener una conversación exitosa con otra persona, es probable que lo convirtamos en un hábito.
Dicho esto, ¿hay alguna ventaja clara en el desarrollo de la autoconciencia?
Sí, los hay. La autoconciencia te permite ver quién eres. Tu mente se convierte en un espejo de tu entendimiento, y empiezas a darte cuenta de cómo funcionan tus pensamientos, sentimientos y comportamientos, y cómo pueden influir en tus interacciones con otras personas. Esto te ayuda a saber cómo se reflejan tus acciones en los demás, cómo te consideran los demás (según tus señales verbales y no verbales) y cómo puedes modular tus respuestas a ellos para tener un control sobre la conversación que está teniendo lugar.
Aquí hay otra cosa. Mucho de lo que ocurre en el mundo exterior no está bajo nuestro control. Así que, digamos que estamos en una discusión de grupo, y alguien se está comportando de manera chabacana. En este escenario, puede que no seamos capaces de controlarlas o la forma en que se comunican. Pero si somos conscientes de nosotros mismos, podemos dar a conocer y escuchar nuestras opiniones y provocar un cambio positivo.
Ser conscientes de nosotros mismos nos permite identificar exactamente qué es lo que nos ofende de su forma de comunicarse, y cuando esto ocurre, resulta más fácil expresar nuestro malestar o dar a conocer nuestra postura.
Cómo practicar la autoconciencia durante las comunicaciones
Con lo que acabamos de aprender, veamos ahora algunas formas de poner en práctica la autoconciencia en la comunicación con los demás.
En primer lugar, habla en primera persona en la medida de lo posible. No seas ambiguo cuando te comuniques. Si quieres compartir algo, sé transparente al respecto para que no haya lugar a confusiones o malentendidos. Por ejemplo, si tu amigo se ha presentado tarde a una cena, intenta decir algo del tipo "entiendo que hayas tenido problemas, pero también preferiría que me llamaras antes para mencionar que llegarías tarde", en lugar de "hay gente que lleva horas esperando a que otros se presenten sin más". Esto último es simplemente pasivo-agresivo, y hace que el interlocutor parezca un niño llorón en lugar de un adulto maduro.
Utiliza tu cuerpo a tu favor cuando te comuniques. No todos lo sabemos, pero como humanos somos seres expresivos.
Por lo tanto, si elogiamos a alguien diciéndole lo bien que está y además ponemos los ojos en blanco y nos reímos, va a pensar que estamos siendo sarcásticos e insultando. No queremos eso. Así que, cuando entables una conversación, cuida tu forma de expresarte. Utiliza tus manos para transmitir tus emociones, sonríe, asiente con la cabeza y demuestra lo implicado que estás en la conversación.
Expresa tus sentimientos. Si no expresas lo que te hace sentir incómodo, corres el riesgo de reprimir la ira y el dolor hacia los demás hasta que no puedas comunicarte en absoluto cuando estén cerca. Defiende si algo te duele, hazlo saber diciendo algo como, por ejemplo, "esto que ha dicho me ha incomodado porque..." y diga por qué le ha sentado mal.
Por último, intenta no juzgar en tus comunicaciones. Esto es difícil, porque como humanos, todos estamos equipados con radares de expectativas, y acabamos juzgando a los demás en el momento en que algo no está a la altura de lo que esperamos. Cuando empezamos a aprender a ser conscientes de nosotros mismos, una de las primeras cosas que tenemos que practicar es cómo defendernos sin juzgar a los demás. Por lo que sabemos, puede que no hayan entendido por qué una determinada acción suya nos ha ofendido. Si alguien te interrumpe en medio de una conversación, intenta decir algo como: "¿Puedes darme un minuto para terminar lo que tengo que decir?", en lugar de hacerles pasar por buscadores de atención o egoístas.
Cuando crecía, uno de mis mayores problemas era la falta de conciencia sobre mí misma y mis capacidades. Como tenía tan poca fe en mí mismo, empecé a utilizar a los demás como muletas. Llegó un momento en el que no podía tomar ni una sola decisión por mí misma porque pensaba que todo lo que decidiera estaría mal.
Querido lector, me costó mucho tiempo pasar de ese lugar a otro en el que me sentí más cómodo: a un lugar en el que aprendí a mirarme a mí mismo primero, y luego a apoyarme en los demás si era necesario. Ese es el objetivo principal del aprendizaje de la autoconciencia y la autorreflexión. Cuando confías en ti mismo, tu comunicación con los demás mejora automáticamente porque ya no dependes de ellos para que te validen, y tampoco tienes miedo de que sus palabras te hieran o lesionen. Tienes la fe necesaria para dar a conocer tu voz, y sabes que siempre puedes recurrir a ti mismo.
Reflexionar ayuda a los oradores no sólo porque les ayuda a sentirse comprendidos, sino también porque les da la oportunidad de organizar sus pensamientos. Sus ideas estarán más dirigidas como resultado de esto, lo que a su vez le inspirará a seguir hablando.
Teniendo esto en cuenta, he aquí algunos elementos de reflexión antes de pasar al siguiente capítulo, que trata de las ventajas de ser un buen comunicador.
Antes de comunicarte con alguien, anota qué es lo que hay que decirle y cómo puedes hacerlo de forma que no hiera sus sentimientos.A continuación, piense en las opciones que tiene para comunicarse con la persona afectada. ¿Se siente cómodo discutiendo con él en persona? ¿Necesita su presencia física para discutirlo? ¿Será suficiente con llamarle, enviarle un mensaje de texto o un correo electrónico?Piensa en lo que piensas decir a la persona afectada como si estuvieras en su lugar. Esto requiere un grado de autorreflexión y conciencia. ¿Te incomoda el tono de tu discurso? Si te incomoda, imagina la repercusión que tendrá en otra persona. Esta medida te ayudará a adaptar lo que tienes que decir.Ten confianza y seguridad en ti mismo cuando te comuniques con alguien. Ya has pasado por todos los pasos anteriores, así que ahora sabes que puedes decir cómodamente lo que hay que decir. No vaciles y no tientes tus palabras. Si es necesario, practica la conversación frente a un espejo, ¡puede funcionar de maravilla!Mantén el contacto visual cuando hables con alguien. Una persona segura de sí misma nunca apartará la mirada cuando exponga un punto, porque eso le hace parecer inseguro.Practica la calma en tus conversaciones. El tema que se discute puede ser algo que te apasione, pero trata de no dejar que te abrume. Al contrario, piensa en ello como algo a lo que puedes contribuir de forma constructiva. Para ello, debes estar tranquilo y sereno.Es esencial que usted, independientemente de que sea el comunicador o el oyente, esté de acuerdo con la cuestión de si ha entendido correctamente lo que se ha dicho. Cuando participas en la autorreflexión, obtienes la capacidad de escuchar tus propios pensamientos y de concentrarte en lo que tienes que decir o sentir. También estarás más preparado para demostrar que intentas ver el mundo a través de los ojos de la audiencia y que te esfuerzas por comprender sus mensajes.
En el próximo capítulo veremos los diferentes beneficios de ser un buen comunicador. Ya sea en tu vida personal o profesional, las habilidades de comunicación pueden ayudarte en todo.
Puede que no resulte evidente a primera vista, pero una buena capacidad de comunicación es esencial en todos los ámbitos de la vida. Está en la naturaleza humana interactuar con los demás y buscar el compañerismo. Las personas desempeñan una gran variedad de papeles de forma habitual, dependiendo de la situación en la que se encuentren.
La capacidad de comunicarse con claridad y eficacia es siempre una necesidad cuando se trata de interacciones.
Ser capaz de comunicarse eficazmente dará la oportunidad de mejorar la calidad de las relaciones interpersonales, así como un aumento de la confianza al interactuar con la gente en un entorno social. Estas ventajas pueden ser fundamentales a la hora de obtener un empleo o de establecer conexiones a largo plazo con amigos, colegas y familiares.
Sólo cuando la comunicación tiene éxito, todas las partes implicadas se sienten satisfechas y realizadas. Una comunicación clara elimina la posibilidad de que se malinterpreten o modifiquen los mensajes, lo que disminuye la probabilidad de que surjan conflictos entre las partes. La capacidad de comunicarse eficazmente es fundamental para garantizar que los conflictos se gestionen de forma cortés cuando se produzcan.
Confianza
La primera ventaja de convertirse en un buen comunicador es que te permite construir confianza y transparencia en tus relaciones con los demás. Hace unos años (una forma divertida de verlo es considerar el término BP o Antes de la Pandemia), en 2016, el blog de Psychology Today publicó un artículo en el que Russell enumeraba las características de un lugar de trabajo donde la comunicación es sana y saludable (Russell, 2016).
Existe un diálogo abierto y libre entre los empleados.Los objetivos de la organización se basan en la contribución sana, la cooperación y el ingenio.Los colegas no están interesados en golpearse unos a otros, sino que se comunican entre ellos para alcanzar fines colectivos.Hay un flujo saludable de comentarios y críticas constructivas.Hay respeto por los demás y consideración, donde todos están dispuestos a ayudar cuando es necesario, e incluso la gente hace cosas sin que se lo pidan porque les gusta la compañía de los demás.Permíteme que te escriba un escenario. Has aprendido habilidades de comunicación eficaces y ahora formas parte de un círculo de amigos. Un día, uno de tus nuevos amigos comparte un secreto contigo porque los dos habéis creado confianza entre vosotros. Esto puede ir en dos direcciones.
O bien la confianza se mantiene porque honras el secreto de tu amigo, lo que se convierte en una excelente manera de que te consideren un comunicador sólido, o bien eructas todo lo que tu amigo ha compartido contigo, rompes su confianza y, posteriormente, todo el grupo te considera indigno de salir con ellos porque no pueden confiar en ti.
Así pues, la confianza y la comunicación son dos caras de la misma moneda. Sin una, no se puede tener la otra. Si las personas con las que quieres comunicarte no confían en ti, tu comunicación nunca será fructífera. Nuestra dependencia de los demás crea una necesidad de confianza en nuestras relaciones.
Hay muchas ocasiones en nuestra vida en las que confiamos en las personas para que nos ayuden a conseguir lo que deseamos, para que nos den apoyo cuando lo necesitamos y para que nos guíen si nos enfrentamos a dificultades o a una crisis. En las relaciones sociales, la confianza es extremadamente importante.
Para que alguien confíe en otro, debe sentir que su éxito depende de la conducta de esa persona. Deben creer que verán resultados de sus esfuerzos. Y también deben creer que hay formas de reducir su susceptibilidad. Cuando el flujo de comunicación entre dos o más personas es fácil, es casi seguro que existe una confianza establecida entre los miembros del grupo.
Prevención/Resolución de problemas
¿Cuántas veces has sido objeto de una cosa horrible conocida como malentendidos? Aprender las habilidades de una comunicación adecuada es doblemente importante cuando tienes que asegurarte de que lo que estás diciendo no se interpreta de una manera que va a herir al oyente y te va a causar más daño que bien. Los malentendidos suelen ir acompañados de su hermana, la mala comunicación.
Cuando se combinan estos dos, puede haber una guerra literal de palabras.
Los errores de comunicación suelen deberse a una falta de correspondencia entre el significado manifiesto y el encubierto entre la fuente y el destino, lo que da lugar a malentendidos. Algunas personas son directas, mientras que otras quieren que interpretes sus palabras de forma más sutil.
Los errores de comunicación pueden evitarse expresando los pensamientos de forma clara y concisa. Se aconseja recurrir a una tercera persona en situaciones de alto riesgo o cuando no se está familiarizado con la otra persona. Por ejemplo, si va a asistir al primer día de una nueva escuela o universidad, querrá mantener una comunicación lo más sencilla y franca posible; si opta por utilizar una jerga complicada desde el principio, existe la posibilidad de que los demás le consideren una compañía difícil de mantener.
Entonces, ¿cómo previene o ayuda la comunicación a resolver problemas y malentendidos?
La comunicación permite a las personas resolver la ira reprimida: La falta de comunicación conduce a la frustración, y lo contrario también es cierto. El enfado puede reducirse si son capaces de comunicarse eficazmente sobre sus problemas y si ambas partes están dispuestas a llegar a un compromiso. A menudo, cuando dos personas se reúnen y hablan de sus problemas, es posible llegar a un punto de compromiso en el que ambas partes sienten que han sido escuchadas.Algunas personas tienen tendencia a guardar resentimiento o a enfurecerse por las cosas que les suceden. En ocasiones, estos mismos individuos no divulgan a la otra persona precisamente qué es lo que les causa mayor frustración. La comunicación puede ayudar a sacar a la luz esas dificultades ocultas, lo que puede ayudar a resolver esos problemas.No hace falta decir que las buenas habilidades de comunicación te hacen sentir empatía cada vez que alguien expresa sus problemas subyacentes. Te vuelves más abierto a la comprensión de que cada individuo es único y viene con sus problemas únicos.