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Es un texto que aborda las características del medio radial y su desempeño en el mundo contemporáneo. Precisa la importancia de que el medio se ponga a tono con los avatares de la sociedad y para ello, analiza las vías que permiten, lograr confianza del público. Insiste en interpretar las necesidades comunicativas de cada época histórica y sector poblacional, por medio de soluciones como la investigación social. De forma ágil, amena y sencilla el autor hace llegar las problemáticas y divergencias por las que transita la radio en la actualidad, así como, los posibles mecanismos que pueden hacer del discurso radiofónico, no una mera narración sonora, sino un medio el futuro. Cómo hacer, cuándo, por qué´ y para quien son solo algunas de interrogantes que llevarán al lector a pensar en una radio cada día mejor y más eficiente.
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Seitenzahl: 217
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Edición:
Norma Gálvez Periut
Corrección:
Lisandra Ailed Díaz Rodríguez
Diseño de interior y cubierta:
Luis Alonso
Composición para eBooks:
Ana Irma Gómez Ferral y Valentín Frómeta de la Rosa
© Sobre la presente edición:
© Pedro Manuel Pérez Roque, 2013
© Editorial enVivo, 2024
ISBN:
9789597279006
Instituto Cubano de Radio y Televisión
Ediciones enVivo
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…la radio es cuestión de intimidad, casi como
una relación pasional entre emisor y oyente.
Mariano Cebrían Herreros
A los que me alentaron y leyeron parte de mis reflexiones sobre la comunicación y a los que se comunicaron para darme sus valoraciones. Especialmente al equipo del Portal de la Radio Cubana.
A las diferentes páginas Web que han reproducido textos elaborados por mí.
Al colectivo de la Editorial enVivo, encabezado por su Jefe de Grupo, Pedro Miguel Amézaga, quien siempre pidió más de lo que le podíamos brindar.
A todos los que le dediquen unos minutos a leer, aunque sea unas páginas, y pensar que cada línea está llena de experiencia, experimento y socialización. Esta obra es la recopilación de la práctica de cientos de personas que han compartido los lauros y también los pobres resultados en algunas tareas; en todos encontré siempre el estímulo a seguir para una segunda obra.
A la Dra. Ana Teresa Badía, quien nos deja sus impresiones llenas de cariño en el Prólogo de mi segundo libro: Comunicación radial: inmediatez, agilidad y sencillez.
A la Dra. Norma Gálvez, que constituye parte del equipo de trabajo de mis obras, con quien comparto criterios y sugerencias para fortalecer el contenido de mis libros publicados.
A mi familia que, de forma anónima, me apoyó y me dio el espacio que necesitaba a cualquier hora del día, de la noche o de la semana.
Intento esta especie de presentación de unas páginas de indispensable lectura, para los amantes de la radio, pese a que este es un libro que no necesita prólogo. Desde las primeras letras comienza por interpretarse la manera en que conviven las formas radiofónicas del relato de los hechos de cada día.
Sin dudas, la aparición de la radio representó una nueva manera para comunicarse. Aquel acontecimiento llamó la atención de artistas, escritores y estudiosos. Entre ellos estuvo Rudolf Arnhem, teórico y psicólogo del arte, quien publicó el libro, La radio en el cual comentó que ella no solo ofrece al radioyente la posibilidad de concentrarse en las palabras y en la música, sino que le permite dejar vagar sus pensamientos todo lo lejos que desee. Eso ocurre esencialmente porque el sonido no se encuentra unido a un lugar determinado de una imagen: sigue al oyente allá donde vaya, lo cual hace que los programas puedan servir de decorado sonoro a las actividades de la vida cotidiana.
Desde sus primeras páginas dicho libro estrena un acercamiento a ese entendimiento sincrónico del discurso radiofónico. Este último es presentado como el conjunto de lo que emite una emisora en un período de tiempo determinado y que está integrado por elementos lingüísticos (palabras), sonoros (efectos y música) y no sonoros (silencio). Luego, el autor se adentra en los modos expresivos, es decir, los géneros, los formatos o estructuras particulares y los recursos. Cruciales son aquí las explicaciones sobre variantes de organización y presentación de lo que se escucha a través de las ondas.
Se conoce que ese medio es el más cálido y sugestivo que existe. Es por ello que este texto lo admite como idóneo en los nuevos tiempos de comunicación para abrir sitios en la consolidación de alianzas ciudadanas, así como espacios comunes. Desde tal certeza es evidente, entonces, que la radio ha venido consolidando su función, en la construcción de identidades culturales y relaciones sociales y políticas. En ese proceso, resulta imprescindible el oyente, quien ha de recurrir a las imágenes auditivas para reconstruir mentalmente las escenas que se detallan, a través de la narración sonora. Y es que el discurso de la radio remite al universo de la oralidad, en el cual la imaginación del receptor es necesaria para dotar de sentido al mensaje.
El texto va desde el esclarecimiento de temas imprescindibles hasta los entretejidos de la segmentación de las audiencias y la especialización de las emisoras. La era de la información ha revolucionado a las sociedades. Las nuevas tecnologías han transformado la existencia misma a un ritmo acelerado. Lo que implica, como bien dice el libro, pensar a la radio como plaza, no para un emisor que habla y un receptor que escucha, sino para muchos más seres o comunidades humanas que intercambian y comparten experiencias y sentimientos. En este ir y venir, todo destinatario tiene que experimentar placer al decodificar activamente el mensaje mediático. Ese proceso le da la sensación de su propia inteligencia, de su capacidad para captar, interpretar y también de juzgar.
Tan importante como transmitir contenidos es estimular y activar el ejercicio de la imaginación y del raciocinio. Por ello, el presente compendio es un llamado a seguir haciendo arte por intermedio del éter. Y en ese contexto resulta importante que no se olvide, que cada emisora constituye para sus oyentes un polo de identificación a la hora de difundir propuestas, de promover su participación social en la apertura hacia sus creaciones artísticas, en fin, en la posibilidad de ser siempre escenario de la producción de cultura. En el siglo que transitamos, la radio pasó a ocupar ese lugar de encuentros, intercambios, socialización, crecimiento y búsqueda.
La radio, el medio más sensible a las transformaciones sociales, decide en la conformación de una determinada visión del mundo, al tiempo que continúa siendo una de las armas más poderosas de la propaganda internacional. Desde los últimos tiempos, la radio ha adquirido una nueva jerarquía de consecuencias significativas. De ser medio de transmisión, se ha convertido en espacio de compleja interacción entre instituciones y públicos. Todo esto constituye un diálogo que encierra propuestas, gustos y necesidades, pero también confrontación y negociación. Consecuentemente, se convierte en espacio clave, como dijimos, para la constitución de identidades individuales y colectivas, mediante el juego de múltiples interpretaciones.
Con raíces en un enfoque multidisciplinar, este libro sistematiza esos conocimientos, acorde con la responsabilidad de la investigación social de interpretar las necesidades comunicativas inherentes a cada etapa histórica. El análisis contempla factores como el desarrollo de la historia, la pluralidad teórica y el hecho de existir en la práctica social. Investigar la comunicación radiofónica es penetrar hoy, directamente, en una comprensión abarcadora de las relaciones sociales.
La radio transforma las imágenes acústicas en sentido. En su condición de práctica significante, escucharla es parte del mundo heterogéneo de lo cotidiano, del cual expresa el cambio. Los nuevos tiempos de comunicación exigen nuevas teorías, algunas de las que existen seguirán siendo válidas, pero también la estructura cambiante del mundo necesita de otras. Uno de los aportes de este libro es justamente contribuir a ese replanteamiento teórico necesario, a partir de la aparición de inéditas formas de intercambio social y de la articulación global de un sistema mediático.
Los cambios sociales, tecnológicos y económicos que se suceden en la radio moderna provocarán mutaciones sustanciales, que conducirán a la reducción de rotativos impresos, mientras la audiencia mundial en Internet supera ya los mil millones de usuarios. Para entender las transformaciones, se precisa de una armazón científico-técnica, de la cual estas páginas pretenden formar parte.
La radio es el medio de mayor extensión en el mundo y las encuestas lo confirman como el más creíble. En América Latina es el de mayor cobertura y penetración social, acompañando, desde hace décadas, a los obreros en sus reivindicaciones, a los pueblos en sus movilizaciones, o como protagonista de la educación popular. ¿Sobrevivirá la radio? ¿Cómo será la radio que viene? ¿Dónde están los secretos para hacer del arte un signo de la radio? Esas y otras son preguntas que responde este imprescindible y necesario libro.
Dra. Ana Teresa Badía Valdés,
Diciembre, 2012.
De manera sencilla y práctica, en Comunicación radial: inmediatez, agilidad y sencillez, pretendo que lo lectores se acerquen a las características del medio radial, sugiriendo algunos caminos, ante la gran propagación de tecnologías de avanzada, puestas al servicio de los diversos medios de comunicación.
Para propiciar una mejor comprensión del texto, lo he agrupado en seis acápites:
Capacidad de la radio para lograr la fidelidad de su público: que está dirigido a comprender cuán fieles son los oyentes cuando el medio los reconoce como sus fuentes principales.
Emplear formas radiofónicas actuales: propone que hoy, el discurso y los recursos a utilizar para hacerlos efectivos requieren de un alto grado de creatividad. No podría ser una radio actualizada si no se dominan y se emplean los avances tecnológicos.
La ciencia y la sociedad ante el desarrollo: constituye un apartado importante en esta obra, aun cuando cabe preguntarse: ¿Podrían cambiar los hábitos de audiencia?.
En tiempos de cambio, la comunicación es significativa: aborda la necesidad de que el medio se ponga a tono con los avatares de la sociedad actual.
Educar y entretener a través de la radio: expone la necesidad de fortalecer el papel protagónico que en la educación puede alcanzar la radio, al partir del legado martiano y su pensamiento vivo en el esclarecimiento y precisión de lo que necesitan los públicos, de forma ágil y sencilla.
Conocimiento, autoridad y liderazgo: reconoce, en los que guían estos procesos, la inmensa responsabilidad de estar a la altura del conocimiento del escenario de estos tiempos y transmitir una programación variada con una estructura armónica, fortaleciendo los perfiles para dar verdaderas opciones al oyente, pues la programación aun no alcanza la frescura, profundidad y excelencia que se requiere, para que resulte eficaz y atractiva.
El ordenamiento del contenido en varios epígrafes, al permitir una precisión mayor en los enfoques, le facilitará al lector consultar sus intereses sobre determinados temas específicos de la comunicación radiofónica, dentro de un variado espectro de perspectivas del quehacer radial.
El Autor
De nada vale que sepamos todos los elementos que deben estar presentes en el discurso radiofónico, si no conocemos las características y posibilidades que nos brinda el canal de enlace entre emisor y receptor.
Existen ciertas limitaciones impuestas a los mensajes radiofónicos, que los convierten en secuenciales, fugaces y unidireccionales, como resultado de no ponerse de acuerdo tecnólogos y comunicadores, en el canal de transmisión propiamente dicho, así como los aparatos receptores de la señal.
La radio tiene características, por su forma secuencial de los mensajes, que si no se logra marcar con palabras claves, el oyente no podrá reconstruir lo dicho, no tiene manera de regresar al producto radiofónico para poderlo entender. Este aspecto es más sencillo en la prensa escrita, pues si no se comprende de una primera lectura, se puede volver sobre ella y, además, el lector decide si lee, o no.
Por otra parte, la fugacidad de la radio no permite retener todo lo dicho, por lo que a la hora de estructurar mensajes se debe tener en cuenta el ritmo, la preponderancia del contenido y su ubicación en tiempo y espacio, antecedido de una promoción anticipada, siempre que merezca hacerse. Básico para este ejercicio es la selección de palabras claves que posibiliten la construcción del mensaje por el oyente.
En cada emisora la promoción de los contenidos no siempre corre una feliz suerte y, aunque a la fugacidad acude hoy la tecnología digital, por el audio a demanda, no está implementada en toda la audiencia la posibilidad de poder acceder a Internet por una parte y no todos los contenidos son ubicados en páginas para que sean escuchados a posteriori.
Hoy se trata de realizar una comunicación radial interactiva, pero aun se está muy lejos de obtener los resultados, que esta pudiera dar entre el equipo creativo de la radio y su público.
Por eso, cuando se acude a la explicación de una noticia, moderar un debate o realizar una entrevista por el conductor o comunicador, se debe seleccionar las palabras que favorezcan la trasmisión de la idea de lo deseado a las personas participantes y no permitir desviarse del tema, ello debe hacerse con un lenguaje sencillo y comprensible para el receptor.
Es muy importante tener en cuenta las nuevas posibilidades de escuchar que ofrece Internet a la radio en red. Ella supera algunas de las limitaciones que le impone el canal tradicional, como la fugacidad o la secuencia de sus mensajes; desde luego, cuando ubicamos la demanda de los productos comunicativos, como si fuera una transmisión tradicional, tiene las mismas desventajas.
La capacidad de integración multimedia de Internet posibilita, entre otros aspectos, que las emisoras puedan aprovechar y crear archivos sonoros, almacenar su programación y, por tanto, la permanencia en el tiempo. De esta manera, al oyente se le ofrece la oportunidad de sintonizar un espacio, que por cualquier circunstancia no pudo seguir en directo o, simplemente, puede volver a escucharlo tantas veces como quiera, si así lo desea.
A las limitaciones técnicas se unen otras que vienen impuestas por la necesidad de adecuar el acto comunicativo radiofónico a condiciones de recepción muy particulares: en la radio el decir debe ser para un individuo; hablar para el oído humano, o sea, construir y transmitir mensajes claros y directos, para una correcta percepción acústica y una fácil decodificación por el receptor.
Imperan requisitos a tener en cuenta cuando tratamos de comunicar. Se debe aplicar el reconocimiento de los elementos que conforman la secuencia acústica. El receptor segmenta el discurso en unidades significativas y la captación del sentido es progresiva. De ahí que se ponga de manifiesto, por ejemplo, la importancia de hablar con la mayor claridad posible, pronunciando todas las vocales y las consonantes.
Para el receptor, que además de oír radio realiza cualquier otra actividad, el proceso de seleccionar y obtener las ideas y expresiones que considera más relevantes y agrupadas en unidades coherentes y significativas, debe ser lo más sencillo posible. Si no logra entender fácilmente lo oído, abandona el ejercicio de captación, bien porque no lo entiende o porque no le es significativo. Por ello la importancia de la redundancia, que no es la repetición, para reiterar las ideas claves del discurso radiofónico. No es inoportuno reiterar, en la radio se hace necesario, por utilizar un lenguaje lineal, sin ambigüedades, con mensajes claros y precisos.
Todo ruido físico, semántico o cultural afectará la comunicación radiofónica; mientras se transmite un discurso hay que cuidar las palabras a utilizar, para reafirmar y ayudar a la voz como complemento. La coincidencia de música y voz no solo condiciona la percepción, sino que puede desviar la atención hacia lo accidental, si los sonidos no son bien empleados, la mediación pretendida como apoyo se puede convertir en ruido del discurso.
Lo que pretendemos es llegar al oyente con mensajes para que se retengan, observando las mediaciones, tanto técnicas como humanas, que no afecten más allá de lo permisible el discurso radiofónico y así se logra registrar por la audiencia en la llamada memoria a corto plazo. En ella, el oyente almacena temporalmente aquellos elementos que posibilitarán la decodificación. Así, por ejemplo, para poder entender el predicado de una oración, es necesario retener el sujeto de la misma. Pero si llenamos de incidentales explicativas una idea, lo único que se puede provocar es no entender nada o, peor aun, que se entienda otra cosa.
Mantener la atracción del público sobre la programación en una emisora es como construir un edificio, donde hay que pensar en todo y tener diseñado de ante mano qué edificación se quiere cimentar.
Múltiples son las experiencias donde se comienza una obra: excelente proyecto, magnífico impacto en el público, insertado en una variada programación, un equipo de realización bien seleccionado y, de pronto, la exigencia queda en la confianza de que todos saben lo que hay que hacer en cada programa.
Así comienza el deterioro del proyecto y aparecen los cambios sin fundamentar su importancia. En ese momento florecen los defensores de la simplificación o de la complejidad, sin que medie un estudio para comprobar lo que requiere, necesita o espera el público de dicho producto comunicativo.
Esa manera de hacer puede contaminar el ambiente creativo y ser recurrente en otros espacios; acciones como: desmovilizar la iniciativa, la búsqueda, el esfuerzo por presentar aspectos novedosos, la planificación rutinaria, atentan contra el programa.
Al apoyarse en investigaciones, para medir la importancia de un proyecto, esta refiere qué espacios tienen índices de audiencia altos o aceptables, cuáles se han reducido más allá de lo imaginable y aparecerán, seguramente, quienes pongan en duda la credibilidad del estudio o critiquen el instrumento empleado por no estar bien estructurado.
Busquemos en cada emisora y encontraremos al menos un espacio que no responde a los intereses y objetivos de la misma; imposible de salvar, si no se toman medidas adecuadas. Si es verdad que algunos surgen con dificultades, otros desaparecen por falta de atención, cuidado y tratamiento sistemático adecuado.
¿Qué hacer? Lo primero, es no permitir la utilización de instrumentos de control de la calidad que no sean efectivos; mantener un ordenado encuentro con el colectivo, para comprobar que los pasos de la rutina productiva no sean formales; que el equipo creativo sienta que el éxito les pertenece a todos en la medida de su participación y que los errores no sean huérfanos de responsables.
Los públicos se transforman como consecuencia de la sucesión de generaciones o mejor, cuando las nuevas generaciones se van incorporando y las tradicionales cambian los hábitos.
Nada es estático, todo es variable y la comunicación también lo es, por ser enriquecida por la sabiduría social.
El público de hace 20 años tenía códigos y valores basados en normas que regulaban el pensamiento de la época. Los jóvenes de hoy fueron aprendiendo de aquellos e incorporaron nuevos valores, y de esa fusión se exhiben otros productos de la idiosincrasia y la identidad nacional, impulsados por corrientes que la comunicación se encarga de hacer llegar desde lugares insospechados.
Cuando a los programas se les incorpora la actualización a sus contenidos, en correspondencia con los cambios, se prolongará la vida útil y la recurrencia en el público; de no producirse esto, se desconectará la comunicación con el entorno, no solo del programa, sino que comenzará a desvincularse de la emisora en sentido general.
Pulsar al público sistemáticamente para saber qué aprecia de lo que se está trasmitiendo, recoger e incorporar las ausencias necesarias, será un acto legítimo de entrenamiento sistémico, de capacitación profesional que se revertirá en productos de mayor impacto. No dejar espacio para que los medios informales se apropien de lo que debe ser divisa del medio de comunicación.
Este no es solo un ejercicio para directivos y especialistas, es para todos los que trabajan en el medio, independientemente de la responsabilidad que ocupen en la Institución.
Es necesario conocer qué distancia existe entre el pensamiento de los encargados de producir los programas y los que reciben sus resultados, comunicarlo al colectivo creativo y, de alguna manera, incorporar en ese proceso a los oyentes.
Hay que andar con el tiempo y saber diferenciar que lo bueno para una época puede que ahora no funcione, de ahí la búsqueda constante de lo que hay que emplear en la comunicación radial. La sociedad cambia, el entorno sonoro también, el discurso radiofónico tiene que transformarse o te sustituyen los oyentes.
Tecnologías nuevas modifican cualitativamente la comunicación y exigen la incorporación de cambios en el producto radiofónico, y que este sea un reflejo más cercano de la realidad, para ponerse a tono con ella. De no ser así, su empleo quedará reducido y sustituido por otro que ofrezca lo que los públicos están reclamando como prioridades.
La radio ha mostrado gran capacidad para adaptarse, pero eso solo no puede ser un indicador, hay que emplear los avances de las ciencias sociales para hurgar en ellas y seleccionar lo más avanzado y apropiado para su uso en la comunicación.
Con tristeza se observa cómo creadores caen en la trampa de la banalidad, buscando impactos para conectarse con los oyentes, pero lo significativo es que son corrientes pasajeras que no sedimentan ningún valor cultural, como pueden ser aquellas creencias en presentimientos que ayudan a satisfacer emociones conformistas y evasivas.
Son programas a los que se acude no como un oyente racional y crítico, sino como un fanático enfermizo, que en nada ayuda a sustentar valores y sentimientos solidarios; por el contrario, en muchas ocasiones se escudan bajo el pretexto de discriminación, subestimación y diferencia.
Los concursos y las adivinanzas son recursos que han pasado a ser una rutina superficial, sin aportar nada al conocimiento humano; pero encuentran la justificación del entretenimiento, la diversión o el pasar un buen rato. Aunque por suerte no abundan estos espacios, hay que arremeter aun más contra este tipo de programas, al punto de no facilitarle un lugar en la Radio Cubana, pues no es esa la misión que debe alcanzar.
Cuando alguien sentencia que su objetivo es hacer crecer personal y espiritualmente a los oyentes, se entiende que está relacionado con el conocimiento humano acumulado y para muchos, desconocido, no como un fetichismo, sino como resultado de las investigaciones científicas traducidas al habla popular, de manera que logren enriquecer el acervo cultural de las personas.
Introducir toda esta aspiración en los programas debe ser el empeño de los creadores y darles movimientos para involucrar y hacer partícipe de los contenidos, no solo a los creadores, sino también a los oyentes.
Se vuelve a plantear la segmentación de audiencia y la realización de programas específicos para uno u otro público. Los que estamos relacionados con la programación radial hemos experimentado no pocos estilos y esquemas, que en muchos casos han tenido más éxitos que otros. Esto se ha creado a través de la solicitud expresa de hacer programas para niños, mujeres (amas de casa o trabajadoras), jóvenes y así un innumerable público, sin tener en cuenta su movilidad o tiempo para oírlos.
En cada emisora se diseñaba una programación como un “ajiaco” de programas, porque cuando no era posible un espacio entonces se acudía a las secciones dentro de los programas, así podíamos escuchar un programa variado donde tuviera una sección de artes, oficios, física, geografía, historia, receta de cocina, ciencia, técnica, concurso, atención a los animales domésticos. Estas secciones por lo general se hacían por diferentes creadores, y dejaban que fueran montadas en los programas antes de salir al aire.
Ha cambiado la audiencia radial y, por lo tanto, sus públicos tienen peculiaridades diferentes. Tómese en cuenta que hoy la radio se escucha individualmente en la mayoría de los casos y que los intereses se vuelven muchos más amplios.
Desde los comienzos de la humanidad, el hombre nace con la necesidad de relacionarse con ‘‘el otro’’, con lo que lo rodea, y es en ese preciso momento donde se despliegan las posibilidades frente a las cuales se define la acción, es decir, se elige, se decide y se actúa; pero claro está, que este actuar depende del horizonte espacial y temporal en el que se encuentre el individuo.