Construcción socialista y actualización del modelo económico - Jesús P. García Brigos - E-Book

Construcción socialista y actualización del modelo económico E-Book

Jesús P. García Brigos

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Beschreibung

En esta obra se expone de manera resumida resultados de más de 30 años de investigaciones acerca del proceso de transformación socialista en las experiencias reales, y en particular en Cuba, vinculadas al trabajo práctico del autor en el sistema del Poder Popular, la labor sindical y de otras organizaciones cubanas: elaboraciones teóricas acerca de la transformación socialista, sobre la base de las cuales el autor presenta una valoración preliminar de los documentos del VII Congreso del Partido Comunista de Cuba que fueron sometidos a consulta pública antes de su aprobación en 2017, y propuestas que buscan contribuir al necesario debate permanente en el Proceso de Actualización emprendido por la sociedad cubana.

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Seitenzahl: 349

Veröffentlichungsjahr: 2018

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Edición: Ricardo Barnet Freixas

Diseño de cubierta: Seidel González Vázquez

Diseño de interior y emplane digital: Madeline Martí del Sol

Corrección: Iliana Ricardo

Conversión a ebook: Alejandro Villar Saavedra

© Jesús Pastor García Brigos, 2017

© Sobre la presente edición:

Editorial de Ciencias Sociales, 2018

Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras publicaciones.

EDHASA

Avda. Diagonal, 519-52 08029 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España

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Índice de contenido
I Socialismo: ¿teoría? y práctica revolucionaria
La teoría y la transformación comunista de la sociedad
El modo de producción comunista
Subdesarrollo social y tránsito socialista
Notas
II Crear la nueva sociedad desarrollando los conceptos
La propiedad social socialista como nuevo sistema
La política: decisiva en la actividad social
La enajenación... “con los pies en la tierra”
El Estado proletario-nuevo tipo de organización del “poder público”: el Estado socialista
Relaciones de propiedad: propiedad social y propiedad socialista
Notas
III La transformación socialista: Cuba a inicios del siglo xxi
Pensando en escenarios y acciones
La Actualización del Modelo Económico
Algunos aspectos clave de los Lineamientos
Retos para la actualización del modelo
Lo decisivo en el proceso de actualización
¿Qué necesita la política en la Cuba de hoy?
Notas
IV “Sin teoría revolucionaria no hay práctica revolucionaria”
Notas
V Una actualización necesaria: Cuba 2014-2017
¿“Normalización” de relaciones con los Estados Unidos?
Sociedad civil-Estado: transformaciones económicas-socialismo en Cuba 2015
El VII Congreso del Partido: ¿consolidando la actualización?
Los documentos y su aporte a nuestro proceso de construcción socialista
Para entrar en debate
I Conceptualizar
II Modelo
III Actualización
IV ¿Con qué contamos?
Propuestas preliminares
Notas
Datos del autor

Para mi dedicar un libro es, ante todo, expresión de compromiso con quienes han hecho posible los trabajos.

A mi familia, Elena mi esposa, mis hijas Karina y Yamila, mis hermanos, de sangre y de luchas, Tony y Roberto, que siempre de manera comprensiva me soportan y apoyan, en muchas ocasiones como críticos implacables de lo que escribo; a mis compañeros del equipo de investigaciones, Alhama, Pedro, Daniel, y todos los colaboradores de diversos centros que sería muy extenso enumerar; a todos con los que compartimos trabajos en el Poder Popular y en la CTC; al vecino quien me ayudó para hacer una copia en papel del libro, y no menciono para no buscarle problemas, pues usó la impresora de su trabajo; al paciente editor Barnet, al colega Padilla y todos los compañeros de la Editorial que participaron en la producción de este libro.

Para elAmigo Sincero Mayor

Desde que entregamos el borrador hasta que sale a la luz esta obra han ocurrido muchas cosas. Conmemoramos 100 años de que, con la Revolución Socialista de Octubre, la humanidad comenzó a dar sus primeros pasos en lo que Marx calificó como la verdadera historia de la humanidad.

El comunismo es la “juventud de la humanidad”, según expresión del poeta de la Revolución de Octubre Vladímir Mayakovsky. La “construcción del socialismo”, ha dicho Raúl Castro, es un “viaje a lo ignoto”. Con su acostumbrado sentido autocrítico, Fidel Castro en noviembre de 2005 afirmó que al cabo de muchos años había sacado la conclusión de que “...entre los muchos errores que hemos cometido todos, el más importante error era creer que alguien sabía de socialismo, o que alguien sabía de cómo se construye el socialismo”.

Pero lo que marca de manera profunda estos meses es precisamente la renovación de nuestro compromiso con el Comandante en Jefe. A él dedicamos todos los modestos esfuerzos que hacemos, con él seguiremos luchando y, educado en sus enseñanzas, me veo obligado a discrepar de su autocrítica afirmación: todos hemos cometido errores y tendremos que seguirlos cometiendo en este proceso, pero el único error que tú has cometido, es decir que no sabías de socialismo.

Si alguien asimiló con las máximas calificaciones las lecciones del proceso iniciado en Octubre de 1917, ese eres tú. Solo así fue posible que condujeras durante más de cincuenta años, sin cometer el más mínimo error estratégico, la compleja práctica del proceso de transformación revolucionaria radical, comunista, en la que era una muy peculiar neocolonia de la potencia imperialista más poderosa de los tiempos modernos, y se ha desenvuelto en todo este tiempo bajo la guerra de ese “vecino poderoso” que identificó José Martí. ¿Qué mejor demostración de lo que es “saber de socialismo” que lo alcanzado por el pueblo cubano en estos años? Y, ¿qué mejor lección para avanzar en este necesario futuro que nació en Petrogrado en octubre de 1917, que tu concepto de Revolución, verdadero programa de contenido de lo que debe ser una revolución comunista, que hemos jurado defender y tenemos que materializar en el día a día frente a los nuevos desafíos?

¡Gracias Fidel, por enseñarnos con tu obra que el revolucionario de verdad no busca lo fácil, no busca “de qué lado se vive mejor”, sino “de qué lado está el deber”; por ser humano, no un dios infalible, porque serías inalcanzable, y tú siempre has estado y estarás con nosotros!

I Socialismo: ¿teoría?y práctica revolucionaria

El Objetivo número 63 aprobado por la I Conferencia Nacional del Partido Comunista de Cuba, plantea la prioridad de “Continuar el desarrollo y utilización de la teoría marxista-leninista. Adecuar su enseñanza al momento actual, en correspondencia con los requerimientos de los diferentes niveles educacionales y promover espacios de debates sobre el tema”, en plena concordancia y coherencia con lo planteado en el Lineamiento 137 aprobado en el VI Congreso del Partido: “Continuar fomentando el desarrollo de investigaciones sociales y humanísticas sobre los asuntos prioritarios de la vida de la sociedad, así como perfeccionando los métodos de introducción de sus resultados en la toma de decisiones a los diferentes niveles”. Y, como se ha expresado en diversos foros académicos, un aspecto esencial en la teoría que se ha venido conformando a partir de la obra fundacional de Karl Marx y Friedrich Engels, en interacción con la práctica revolucionaria que tiene puntos cumbres en la obra leninista y de nuestra propia Revolución liderada por el Comandante en Jefe Fidel Castro, es lo referente a la transiciónsocialista, al inicio de la revolución comunista como proceso de ruptura y continuidad cualitativamente diferente dentro del desarrollo humano.

Acerca del contenido de la revolución comunista como peculiar proceso de transformación social, de sus rasgos esenciales, fueron adelantadas importantes ideas por Marx, Engels y Lenin; pero, como científicos consecuentes, Marx y Engels —y aún Lenin, bajo las presiones de la práctica política y el necesario discurso movilizador y formador de sujetos—, no se empeñaron en describir todo el proceso, ni mucho menos todo lo que “sería” la sociedad comunista, porque hubiera sido un acto voluntarista de pura especulación, ajeno a la esencia misma del modo de pensar y actuar que defendieron siempre.

La transformación comunista de la sociedad como proceso histórico no podía ser analizada en detalle por Marx y Engels, por razones que es innecesario destacar. Ofrecieron la fundamentación materialista dialéctica de que el modo en que la humanidad había funcionado y se desarrolló hasta su época tenía que ser trascendido, y adelantaron los elementos para concebir la indispensable “utopía” que haga avanzar, en el concepto que tan bellamente expresa el intelectual uruguayo Eduardo Galeano. Lo cual no significa que ignoraran en sus elaboraciones teóricas los intentos anticipadores de las fuerzas progresistas (por ejemplo en La Guerra Civil en Francia) y los procesos que en el seno de la sociedad capitalista de la época podían portar gérmenes compatibles con una transformación radical,1 o mostrar requerimientos insoslayables para su ocurrencia como culminación de la negación dialéctica de siglos de desarrollo portado por individuos enajenados en distintos modos y medida, de la propia producción y consiguiente apropiación de su vida social, con su expresión cumbre en la reproducción capitalista.

Esas ideas, como principios generales orientadores, expresión de objetivos a alcanzar mediante la práctica revolucionaria, se han desarrollado hasta hoy en condiciones históricas complejas, en muchos detalles imposibles de considerar por sus fundadores. Además de que —en buena medida como resultado de estas condiciones históricas—, se han visto sometidas al criterio de una práctica no siempre consecuentemente revolucionaria en el sentido marxista.

¿Es necesario profundizar acerca de qué lugar debe ocupar y cuál ocupa realmente en los tiempos actuales la teoría acerca de la transformación socialista en los espacios académicos y en el proceso de dirección en nuestra sociedad?

No obstante lo mucho que insistieron Marx y Engels en que no daban un dogma, sino una “guía para la acción”, las presiones de las realidades históricas y concretas de cada contexto en buena medida nos hicieron “muy poco marxistas”. En todas las difíciles experiencias reales empezamos a “definir” lo socialista, pensar en “modelos”, y “etapas”, que terminaron convirtiéndose en camisas de fuerza, responsables en buena medida de los errores cometidos y los reveses; pero, como se ha dicho: “solo no se equivoca quien no hace nada”. Y con toda intención entrecomillamos el calificativo de “errores”, para reclamar la justa valoración de nuestras propias experiencias, en un proceso tan complejo y sobre todo novedoso, como es la transformación comunista, que tiene que ser concebido e implementado en su no linealidad, en su carácter intrínsecamente contradictorio.

Quizás uno de los aspectos medulares y que ha sido más inconsecuentemente atendido es el llamado que hay en la obra de estos pensadores revolucionarios en cuanto a que, a la hora de analizar el peculiar proceso de salto en el desarrollo humano que significa la revolución comunista, es importante sobre todo tener bien claro el desempeño de la base del desarrollo de la sociedad, conformada por las relaciones de producción material, y del modo de producción como un todo en la compleja interrelación con los elementos de la superestructura social, las instituciones políticas, la ideología, etc.; y, en igual medida, la compleja interacción entre las diferentes esferas de actividad humana —económica, social, política e ideológico-espiritual—, que expresan el funcionamiento generador y sustento de ese desarrollo.2 La integración de estos dos “cortes” de la totalidad que es la vida social en su objetiva unidad con la naturaleza, es determinante para superar estrechos enfoques estructuralistas reduccionistas en el estudio de cualesquiera de los procesos particulares que conforman el proceso de producción y reproducción de la vida social.

En el análisis de los procesos sociales es tan incorrecto ignorar el desempeño determinante de la base material de la sociedad y del modo de producción material en su conjunto respecto a la superestructura, como la real influencia inversa de esta dentro del proceso de desarrollo histórico; o minimizar el lugar determinante de la esfera económica en el funcionamiento de la vida social, pero con la real influencia sobre esta de las restantes esferas, que pueden adquirir carácter decisivo en determinados momentos del desarrollo en el decursar de cada uno de los procesos particulares que conforman este desarrollo.

En una de las muchas ocasiones que Marx o Engels tuvieron que insistir en aclarar la determinación económica en la concepción materialista de la Historia, Engels, luego de reiterar que son “...las condiciones económicas lo que condiciona en última instancia el desarrollo histórico…” destaca, como un punto que no debe soslayarse, que “El desarrollo político, jurídico, filosófico, religioso, literario, artístico, etc., descansa en el desarrollo económico. Pero todos ellos repercuten también los unos sobre los otros y sobre su base económica. No es que la situación económica sea la causa, lo único activo, y todo lo demás, efectos puramente pasivos. Hay un juego de acciones y reacciones, sobre la base de la necesidad económica, que se impone siempre en última instancia”.3

Esto es de importancia primordial en el inicio de la transformación comunista de la sociedad, proceso de generación y consolidación de una socialidad superior, resultado y premisa de individuos realmente emancipados en todo el contenido social, “verdaderamente humano” de este concepto: una indvidualidad de naturaleza totalmente indiferente, verdaderamente humano.

Un lugar significativo en el tratamiento de tan compleja dialéctica lo ocupan los análisis de esa transformación por un político y desde la política, sobre una base científica y filosófica brindada precisamente por los trabajos de Marx y Engels, que encontramos en la obra de Lenin —quien, desafortunadamente, no vivió más que la fase esencialmente destructiva de esa transformación en la Rusia de inicios del siglo xx— y de Fidel Castro, al frente de un proceso de transformación, marcado por iniciarse a partir de la condición de país subdesarrollado y constituir la fase climática de un bicentenario enfrentamiento con las ambiciones imperialistas de los gobiernos de los Estados Unidos de América. Baste con señalar la famosa tesis del primero acerca de la política como expresión concentrada de la economía, su culminación y anticipación, que, en los periodos transicionales hacia una nueva sociedad como totalidad histórica y concreta, deviene decisiva, o la concepción fidelista del socialismo como un proceso político articulador de una transformación radical de la totalidad inseparable de una práctica efectivamente humana del desarrollo de las fuerzas productivas como su condición necesaria, expresada magistralmente en su definición de Revolución, que materializa en la conducción de la experiencia cubana.

Resulta esencial comprender que con la revolución comunista se está en un proceso, que tiene que transformar radicalmente la vinculación del individuo al proceso de producción de la riqueza, y el propio contenido de la riqueza; una transformación que tiene que hacer el propio individuo socializado para pasar de la simple condición de creador enajenado de valor a la de productor pleno de “su propia vida material” (Marx); a la condición de sujeto libre en el proceso de su propia reproducción como parte del sistema de los “individuos sociales”(Marx).

La revolución comunista se ha de iniciar con la toma del poder político, acto que es a su vez un proceso complejo, mucho más que el acceso a las estructuras de gobierno, cualquiera que sea la vía. A partir de ese momento es que se inicia la culminación del proceso de formación de las nuevas relaciones sociales, en primer lugar posibilitando y asegurando la reproducción ampliada de las nuevas relaciones deproducción, dentro del sistema de relaciones sociales dela producción, proceso extremadamente complejo que, erróneamente, se ha interpretado con la simple “...expropiación legal/política del capitalista privado”.4

Esto expresa la diferencia esencial de la revolución comunista respecto a las revoluciones anteriores, en las que la toma del poder político culminaba el proceso, pasando a refrendar en esa esfera los cambios de la estructura económica, generadores objetivos de unas relaciones de producción superiores, correspondientes a una etapa superior de desarrollo formacional, pero de igual naturaleza explotadora que las relaciones sociales dela producción en cuyo seno fueron engendradas.

Con ello se ha de plantear, y la práctica histórica parece así confirmarlo, entre múltiples cuestiones de interés teórico y práctico, la conformación de un status de la política respecto a la base económica de la sociedad, esencialmente diferente en algunos aspectos al que poseía en toda la etapa clasista de desarrollo anterior. Esto resulta insuficientemente aprehendido con interpretaciones simplistas acerca de la relación “base-superestructura”, lo cual ha tenido consecuencias negativas importantes en la práctica de los procesos reales de transformación comunista emprendidos desde inicios del siglo xx.

Sin perder la economía su condición de determinante en última instancia del desarrollo social en su conjunto, la dialéctica entre la actividad económica y la política se hace más compleja. Y, lamentablemente, la relación entre las concepciones teóricas y la práctica revolucionaria no ha acompañado consecuentemente este cambio.

Se plantea facetas en las mediaciones de esa interacción, en el funcionamiento que sustenta el desarrollo, que se renuevan constantemente en las cambiantes condiciones históricas en cuanto al nivel y el carácter del desarrollo de las fuerzas productivas en los organismos sociales histórico-concretos protagonistas de los cambios, como se ha mostrado en las condiciones reales en que han tenido lugar las experiencias de inicio de la transformación comunista de la sociedad.

Ello plantea demandas insoslayables para la interpretación consecuentemente marxista-leninista del contenido y significado del desarrollo de las fuerzas productivas como elemento determinante en el progreso social, en su interacción con las relaciones de producción y con las restantes facetas del movimiento social. Muy en especial con respecto a la atención al tantas veces mencionado pero pocas veces comprendido y frecuentemente distorsionado en la práctica, lugar del individuo socializado y socializándose en el desarrollo de las fuerzas productivas.5

Se impone profundizar en como se desenvuelven los vínculos directos entre estas dos facetas del desarrollo social y sus mediaciones a través del modo de producción como un todo, y a través de los“procesos de la vida social, política y espiritual en general”,6 para actuar consecuentemente con la esencia de la transformación emprendida.

Esto significa profundizar en el proceso de apropiación por los individuos de las condiciones necesarias de su existencia y reproducción ampliada, de producción y reproducción de su propia vida social, en primer lugar las condiciones económicas, cuya transformación parte del poder político. Resulta así la política como forma de actividad social y su expresión en el Estado proletario en tanto nuevo tipo de organización del poder público, como elemento activo en la conformación del nuevo sistema de relaciones sociales de la producción, que negará dialécticamente la separación “…de la vida política respecto a la sociedad civil”7 dada en el Estado moderno del capital.

Solo a partir de esto es posible interpretar y aplicar creadoramente a las condiciones concretas de cada país los rasgos esenciales que definen y hacen posible la transformación comunista, que marca el fin de la época del desarrollo clasista de la sociedad sobre la base de un funcionamiento que sustenta la creciente alienación.

Asumir como punto de partida la comprensión de Marx, Engels y Lenin acerca del proceso de producción y apropiación por los individuos de su propia vida social, de su complejidad y contradictoriedad dialéctica (“no hay producción sin apropiación...”), resulta esencial para comprender en toda su riqueza el funcionamiento en la vida social; y, muy especialmente, comprender las peculiaridades de la actividad social a partir del inicio de la transformación comunista, de las interacciones objetivas durante la articulación de la actividad de los individuos por medio de sus distintos niveles de mediación, y derivar las orientaciones metodológicas para la actuación consecuente con la naturaleza emancipadora comunista.

Se está ante una transformación que ha de negar toda una etapa de desarrollo formacional cuyo núcleo es la enajenación de los individuos respecto al proceso de producción y reproducción de su vida social. Se inicia dando el salto como proceso histórico, a un modo de reproducción social, cuyo núcleo es precisamente la autodirección del proceso de producción y reproducción de la vida humana por individuos emancipados socialmente, individuos que se autoproducen ampliando cada vez más sus potencialidades, se hacen cada vez más libres y plenos como resultado y premisa de sociedades humanas cada vez más aptas en la satisfacción coordinada sostenible de la diversidad de necesidades crecientes, inseparable de una verdadera unidad dialéctica con la naturaleza.

¿Hemos avanzado lo necesario en la elaboración de la teoría, las conceptualizaciones que conformen la “guía para la acción¨ para este cambio en el funcionamiento de las relaciones entre los individuos?

La teoría y la transformación comunista de la sociedad

Es reconocido por adeptos y detractores —en sus elaboraciones teóricas o en sus acciones prácticas— el valor de las concepciones de Marx y Engels para el estudio de un organismo social dado, como sistema dinámico complejo en su funcionamiento y desarrollo dialécticamente contradictorios, profundizando en las interacciones entre sus partes componentes y con el entorno. Paradójicamente pareciera que quienes mejor se han estudiado, comprenden y actúan en consecuencia con los aportes de Marx son los empeñados vanamente en usarlos para mantener el sistema reproductivo del capital.

En la obra fundadora de Marx y Engels nos encontramos con elementos teóricos indispensables para el estudio de los procesos reales de transformación comunista de la sociedad y la consecuente elaboración de las herramientas teóricas que reclama emprender la marcha por los cauces de esa nueva naturaleza,8insuficientemente atendidos y desarrollados para enfrentar el desarrollo a partir del inicio de la transformación comunista de la sociedad, cambio cualitativo con peculiaridades que lo distinguen de todas las revoluciones sociales anteriores.9

En los tránsitos a las formaciones económico-sociales (FES)10 esclavista, feudal y capitalista, las nuevas relaciones de producción surgen y se desarrollan hasta hacerse predominantes, determinando el sistema de relaciones de reproducción social, en el seno de la formación anterior, hasta completarse todos los elementos definitorios de la nueva socialidad y producirse la necesaria ruptura con la formación precedente; la base económica de la nueva socialidad comienza a estructurarse dentro de la existente que se agota, y el proceso de establecimiento de la organización social superior culmina con la toma del poder político por la clase económicamente hegemónica.

En la transición comunista esto no es posible: el orden de las transformaciones no puede ser otro que comenzar el establecimiento de la nueva formación, el reordenamiento revolucionario del organismo social en cuestión, con la toma del poder político por los actores sociales privados de todo poder económico, que no sea el que le confiere a sus integrantes el ser poseedores exclusivamente de su fuerza de trabajo y estar obligados a entregarla en un intercambio desigual por los elementos mínimos indispensables para su existencia, a los controladores efectivos de las condiciones de producción y reproducción de la vida social en su sentido más amplio, necesitados a su vez de esa fuerza de trabajo para la reproducción ampliada del sistema capitalista.11

Ello está vinculado esencialmente a que este cambio formacional inicia la negación de toda la etapa anterior basada sobre la enajenación del individuo respecto al proceso de desarrollo social, al proceso de producción y reproducción de vida social desde la generación de sus condiciones en interacción con la naturaleza, a diferencia de los anteriores tránsitos que, luego de la descomposición de las primeras comunidades humanas, simplemente reprodujeron dicha enajenación, con peculiaridades propias en cada una de las diferentes expresiones históricas de la propiedad privada, en particular sobre los medios de producción,12 fundamento del sistema de propiedad privada adversarial.13 Y la inicia precisamente como cambio históricamente necesario para la propia supervivencia de la sociedad, a partir de la profundidad y universalidad alcanzada por este proceso de enajenación en el capitalismo.

Si complejo resulta el proceso de establecimiento de cualquier formación económico-social, la complejidad se hace mayor aún ante el tránsito comunista. Se ha interpretado que el tránsito comunista tiene que ser un proceso históricamente simultáneo y de alcance universal en cuanto a su expresión espacial, cuando en la realidad ello no ha ocurrido así con ninguno de los tránsitos anteriores.

En tal sentido, es muy importante penetrar en la dialéctica de lo general y lo individual. La conceptualización del proceso histórico a través de la sucesión de formaciones económico-sociales recoge precisamente la “gran magistral” del proceso de desarrollo, la “vía determinante” en el curso de la Historia, resultado de un proceso conformado durante la interacción de muchos procesos individuales. Es en cierto sentido, una representación a partir de cuadros estáticos de la sociedad humana, de “fotografías”, que puede inducir a perder la visión indispensable de la dinámica que recoja la continuidad entre esas fotografías, o la propia fuente y las fuerzas que posibilitan su “composición de imágenes”.

Las relaciones de producción comunistas, base de esa formación económico-social como sistema universal, no pueden llegar a consolidarse en el seno de la formación capitalista si se piensa en el sentido de llegar a ser las predominantes, hegemónicas en el curso del proceso histórico, como estructura de una nueva socialidad. Esto no significa la imposibilidad de iniciar la transformación comunista “rodeados de capitalismo”, solo que el proceso es mucho más complejo que cualquier otro tránsito anterior. Y la gran interrogante que queda aún por responder a la práctica revolucionaria es si pueden llegar a constituirse en base de un sistema que se organice, funcione y se desarrolle sosteniblemente dentro de un organismo social histórico-concreto, inmerso en un contexto de relaciones sociales marcadas por el proceso de producción y reproducción del capital.14

Marx y Engels, en determinados puntos de su obra, dejan ver claramente la posibilidad de la conformación de ese sistema en una unidad histórico-concreta, rodeada de capitalismo aún en su exterior.15 La idea leninista del “eslabón más débil” partía de ese supuesto, aun cuando contara con la “revolución mundial” para la culminación de la obra.

Por otra parte, asumir conscientemente la respuesta afirmativa, es lo único válido para la continuación exitosa del rumbo emprendido por Cuba hace más de 50 años, comprendiendo esta dialéctica peculiar, para actuar exitosamente en el complejo proceso de rupturas y generación de esencias, de reproducción ampliada de elementos de progreso presentes, como estadío peculiar de la lucha de clases, que adquiere incluso nuevos contenidos en las formas de “lucha de clase” del proletariado al llegar al ejercicio del poder, es uno de los aportes menos conocidos de Lenin.16

De lo que sí no podemos dudar es de que acerca del contenido del peculiar proceso de transformación social que constituye la revolución comunista, de sus rasgos esenciales, fueron adelantadas ideas importantes por Marx, Engels y Lenin, científicos consecuentes comprometidos con la acción práctica cotidiana, que no se empeñaron en describir todo el proceso, ni mucho menos todo lo que “sería” la sociedad comunista, porque hubiera sido un acto voluntarista de pura especulación, ajeno a la esencia misma del modo de pensar y actuar que defendieron siempre: ¿Cómo pensar en dar “recetas” para las futuras generaciones? ¿Cómo dar definiciones rígidas del comunismo o socialismo, “leyes fundamentales”, etc., si no existía en su época, o estaban “construyéndolo” al mismo tiempo que teorizando sobre él?

Esas ideas, como principios generales orientadores en necesario enriquecimiento constante, como objetivos a alcanzar mediante la práctica revolucionaria, constituyen un fundamento teórico insoslayable, que se ha visto sometido al criterio de la práctica no siempre consecuentemente revolucionaria en el sentido marxista, desarrollándose en condiciones históricas complejas, en muchos detalles imposibles de ser considerados por sus fundadores.

Desde los trabajos de Marx y Engels se expresa la importancia cardinal que tiene para la revolución comunista el desenvolvimiento de la interacción universal que, con carácter de contradicción dialéctica, existe entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, y en sus trabajos se recoge elementos indispensables para comprender las peculiaridades en el desenvolvimiento de esa contradicción como núcleo de la “situación económica”(Engels), vinculadas al carácter esencialmente nuevo de la transformación revolucionaria que se plantea.17

Al analizar el peculiar proceso de salto en el desarrollo humano que significa la revolución comunista es importante, sobre todo, tener bien claro el desempeño de la base de la sociedad, conformada por las relaciones de producción material, y del modo de producción como un todo, en la interrelación compleja con los elementos de la superestructura social; o, en otros términos, la compleja interrelación entre las diferentes esferas de actividad humana, económica, social, política e ideológico-espiritual.

Tan incorrecto es ignorar el desempeño determinante de la base económica y del modo de producción material en su conjunto respecto a la superestructura, como la real influencia inversa de esta dentro del proceso de desarrollo histórico o, minimizar el lugar determinante de la esfera económica en el funcionamiento de la vida social, pero con la real influencia sobre esta de las restantes esferas, que puede adquirir carácter decisivo en determinados momentos del desarrollo, en el decursar de cada uno de los procesos particulares que conforman este desarrollo. Esto es de importancia primordial en el caso que nos ocupa del inicio de la transformación comunista de la sociedad.

Con el establecimiento y la consolidación de la formación económico-social capitalista, una gran parte de la humanidad pasa a ser testigo y protagonista de ritmos y niveles de progreso inimaginables en siglos anteriores, a partir de las transformaciones que ocurren en la interacción entre el hombre y la naturaleza.

Como señalan Marx y Engels en su obra fundacional Manifiesto del Partido Comunista, “...En menos de cien años de su dominio de clase la burguesía creó unas fuerzas productivas más numerosas y grandiosas, que todas las generaciones precedentes juntas”.18

El propio desarrollo que acompaña al progreso de las fuerzas productivas, portador involuntario del cual es la burguesía en el poder, da lugar en el siglo xx al colosal despliegue de algunos procesos y a fenómenos desconocidos cuando los fundadores de la nueva concepción científica del proceso histórico adelantaron sus ideas acerca de la revolución comunista como paso necesario en el progreso de la humanidad. Fenómenos como el subdesarrollo, la objetiva globalización del desarrollo de las fuerzas productivas y a partir de ello de la vida social como un todo, y su expresión en la globalización neoliberal ya en las postrimerías de ese siglo, imponen su huella en el avance inexorable de la humanidad hacia la revolución comunista.

A la vez, el avance contradictorio e indetenible de las fuerzas productivas como tendencia universal no puede ser ignorado en cuanto a lo que ha significado en complejizar “...el conjunto infinito de casualidades... (...) ... de cosas y sucesos...” (Engels) que se reproducen en el camino del movimiento económico, cuyo núcleo es ese proceso de interacción hombre-naturaleza que resulta en la acción de las fuerzas productivas, pero se abre paso a través de una dinámica compleja de momentos mediadores.

El desarrollo de las fuerzas productivas ha sido esencial en la complejización del proceso de producción de la vida social, el proceso de producción-reproducción ampliada de los “individuos sociales”. Se ha complejizado en cuanto al enriquecimiento del contenido de la socialidad por las nuevas potencialidades que se abren ante el ser humano y en cuanto a los nuevos desafíos que se plantean al desarrollo progresivo de esa socialidad en su interacción dialéctica con la naturaleza de la cual “se desprende”.

Ese avance ha resultado ser un factor determinante en la creación de nuevas posibilidades en el movimiento social, tanto en el sentido de su proceso emancipador como alienante. El ejemplo más palpable es el desarrollo explosivo alcanzado por las técnicas de comunicación, que abren potencialidades infinitas al proceso del conocimiento, y al mismo tiempo propician una fragmentación y una interconexión inusitadas del proceso de socialización, por solo citar dos de las numerosas tendencias contradictorias que en torno a la informática y las comunicaciones se encuentran en el mundo de hoy; además de las diferencias en tal sentido entre los países “del primer mundo” y del mundo pobre, que siguen siendo la mayoría, creciente, incluso dentro del hegemónico mundo “desarrollado”.

A la vez que se han abierto posibilidades que parecen infinitas para la reproducción de individuos y sociedades cada vez más aptas, se dan las de la aniquilación de la humanidad sin distinción de ricos ni pobres, en un proceso de gran trascendencia ante las condiciones generadas por el capitalismo, lo que a su vez plantea retos a la teoría y la práctica revolucionarias en la etapa actual.

La realidad de iniciar la transformación comunista en un país individualmente, de los más atrasados en su momento, e incluso la propia interrupción de esa experiencia a más de 70 años de iniciada, tanto como la experiencia de enfrentar el nuevo fenómeno del subdesarrollo emprendiendo la transformación comunista del organismo social en cuestión, no hacen más que confirmar las ideas de Marx y Engels, cuando avanzaban algunos de los rasgos esenciales que debería tener la revolución comunista, como caso particular de revolución social, inicio de una nueva etapa en el desarrollo de la humanidad:

Esta radical transformación social se debe iniciar con la conquista del poder político, creando un Estado proletario, como organización del “poder público”(Marx) mediante la cual la clase verdaderamente revolucionaria —en una concepción histórico-concreta que aglutine las fuerzas interesadas en el cambio necesario—, conducen la transformación radical de las relaciones sociales de la producción imperantes hasta el momento: el capital no entrega su poder por las buenas, hay que arrebatárselo, se impone la violencia revolucionaria, que al mismo tiempo, no puede ser entendida ahistóricamente, reducida solo a los procesos de lucha armada;El Estado proletario, en sus dos expresiones como organización del ¨poder publico¨ y como instituto específico dentro de este, tiene que actuar como “instrumento” de nuevo tipo para el ejercicio del poder político en manos de las clases históricamente revolucionarias en cada caso concreto, dirigido a imponer y propiciar la reproducción de unas relaciones sociales de la producción —relaciones de propiedad— que lleguen a negar la razón de existencia de ese instrumento en tanto que vehículo de dominación de una parte de la sociedad sobre la otra, con la desaparición de las clases en general, cediendo el paso a una organización de la sociedad en cuyos marcos “el libre desarrollo de cada individuo es condición del libre desarrollo de todos”;19La nueva forma de organización social se tiene que estructurar en relaciones de producción-apropiación-reproducción que hagan corresponder la naturaleza social de la riqueza, a partir de un nuevo contenido de esta, con un ritmo acelerado de su desarrollo racional (producción), con su modo de distribución y apropiación, lo cual pasa por la transformación del modo de desenvolvimiento del trabajo vivo, la eliminación de la condición de asalariado.La eliminación de la condición de asalariado es determinante en el curso de la revolución comunista, y constituye un proceso complejo, a partir de que dicha condición no se reduce a su manifestación fenoménica en el acto de trabajar a cambio de un salario. La esencia de la condición de asalariado no se reduce a que el individuo a cambio de su trabajo recibe lo que le permite acceder a los medios de subsistencia mínimos para su reproducción como fuerza de trabajo; la naturaleza última de esa condición, base de la producción capitalista, radica en que es ese acto de cambio desigual, lo único que posibilita el vínculo, atrae y ata al individuo al proceso de producción- apropiación- reproducción de la riqueza social;La revolución comunista tiene que transformar radicalmente la vinculación del individuo al proceso de producción de la riqueza, llevándolo de la simple condición de creador enajenado de valor a la de productor pleno de la condición de individuo social desde “su propia vida material”(Marx), a la condición de sujeto libre en el proceso de su propia reproducción como parte del sistema de los “individuos sociales”(Marx).

En la práctica histórica la revolución comunista se ha de iniciar con la toma del poder político por las fuerzas de clase interesadas en el pleno y libre desarrollo de cada individuo como premisa y resultado del pleno y libre desarrollo de la sociedad como un todo. La composición socioclasista de este sujeto emancipador se define histórico-concretamente, como histórico-concretamente se han de identificar e implementar las vías y los modos de iniciar y llevar adelante esa revolución como proceso. La toma del poder político, como la revolución, no es un acto aislado; tiene que ser un proceso ininterrumpido, de permanente resolución progresista de contradicciones en el sentido emancipador “verdaderamente humano”; pero para que efectivamente sea tal, a partir de ese “momento”se ha de iniciar la formación de las nuevas relaciones sociales, en primer lugar posibilitando y asegurando la reproducción ampliada de nuevas relaciones de producción, desde cada estadío de desarrollo histórico-concreto.

Esto es la diferencia esencial de la revolución comunista respecto a las revoluciones anteriores, en las que la toma del poder político culminaba el proceso, pasando a refrendar en esa esfera los cambios de la situación económica, generadores objetivos de unas relaciones de producción superiores, correspondientes a una etapa superior de desarrollo formacional, pero de igual naturaleza explotadora que las relaciones en cuyo seno fueron engendradas.

Con ello se ha de plantear, y la práctica histórica parece así confirmarlo, entre múltiples cuestiones de interés teórico y práctico, la conformación de un status de la política respecto a la base económica de la sociedad, esencialmente diferente en algunos aspectos al que poseía en toda la etapa clasista de desarrollo anterior.

Sin perder la economía su condición de determinante en última instancia del desarrollo social en su conjunto, la dialéctica entre la actividad económica y la política se hace más compleja. Se manifiesta en toda su extensión lo que Lenin identifica al expresar que la política es la expresión concentrada de la economía, su culminación y anticipación, que en los periodos de ruptura social deviene decisiva.

Se plantean facetas de la interacción entre la Economía y las restantes facetas del proceso de producción y reproducción social, en particular la Política, y, más específicamente, entre el “proceso del trabajo”(Marx) y los restantes elementos productores del proceso de socialización, matizadas por el complejo sistema de mediaciones de segundo orden del capital desarrollado en el capitalismo,20 que se renuevan constantemente en las cambiantes condiciones históricas en cuanto al nivel y el carácter del desarrollo de las fuerzas productivas en los organismos sociales histórico-concretos protagonistas de los cambios, como se ha mostrado en las condiciones reales en que han tenido lugar las experiencias de inicio de la transformación comunista de la sociedad.

Ello plantea demandas insoslayables para la interpretación consecuentemente marxista-leninista del contenido y significado del desarrollo de las fuerzas productivas como elemento determinante en el progreso social, en su interacción con las relaciones de producción y con las restantes facetas del movimiento social.21

Se impone profundizar en la comprensión del contenido de la relación dialéctica entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción para las nuevas condiciones; profundizar en cómo se desenvuelven los vínculos directos entre estas dos facetas del desarrollo social y sus mediaciones a través del modo de producción como un todo, y a través de los “procesos de la vida social, política y espiritual en general”.22

Se impone en particular profundizar en el desempeño de la política en la vida social y su expresión en el Estado proletario en tanto nuevo tipo de organización del poder público, como elemento activo en la conformación del nuevo sistema de relaciones sociales de la producción y del nuevo modo de reproducción social en su conjunto.

Lo universal expresado en la acción de la contradicción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción como núcleo del progreso social, se realiza en lo particular del paso de la formación capitalista a la comunista a través de lo individual de cada proceso de transición histórico-concreto; pero, además, se realiza en el desenvolvimiento de cada una de las facetas de la actividad social, en el funcionamiento de la vida material, social, política y espiritual.

Para penetrar en los procesos individuales es indispensable la más clara comprensión de los principios generales, tanto de los procesos de desarrollo que resultan en el progreso de la humanidad, como de las múltiples y complejas interrelaciones que son las fuerzas motrices efectivas del funcionamiento de los sistemas histórico-concretos en permanente y dialécticamente contradictorio desarrollo.

Es indispensable, ante todo, una aproximación al estudio de cada proceso individual, que le otorgue su lugar a cada elemento interactuante en y con la situación económica, para comprender el complejo proceso de mediaciones que intervienen desde el momento de la obtención de valores de uso por individuos socializados23 hasta los resultados más alejados de este proceso que se expresan en las distintas concepciones ideológico-espirituales.

El modo de producción comunista

La dialéctica del desarrollo de la interacción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción es mucho más compleja que la que establece el vínculo directo entre estos dos elementos inseparables del modo de producción, reducida comúnmente además a la manida “ley de correspondencia entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción”.

La interacción entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción, que actúa como una contradicción dialéctica en el desarrollo formacional de la sociedad, implica el desenvolvimiento de dos sistemas claramente definidos e identificables, cada uno a su vez con sus interacciones propias y sus contradicciones dialécticas específicas.

Esa interacción se realiza no solo directamente, sino también a través de diferentes mediaciones entre los sistemas de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. De estas la más importante resulta la que tiene lugar mediante la unidad que constituye el modo de producción como un todo, y que es resultante esencialmente de la “doble condición” del sistema de las fuerzas productivas.

Si, como plantea Marx: “...Toda producción es la apropiación de los objetos de la naturaleza por el individuo en los marcos de determinada forma de sociedad y mediante esta forma...”,24 el proceso del trabajo se relaciona con el proceso de producción mediado por la forma social de apropiación: el carácter social del proceso del trabajo se adquiere en la realización del proceso completo, mediado por el modo en que el hombre se integra a este desde la generación de los bienes esenciales y las condiciones en general para su existencia material, con lo que se inicia la producción de su propia esencia, las relaciones con los otros hombres hasta la apropiación de sus resultados, plasmado en las relaciones sociales de la producción como totalidad.

En tanto las relaciones de producción conforman objetivamente un sistema de interacciones que se establecen entre los hombres en el proceso del trabajo, el sistema de las fuerzas productivas se coloca en una relación de dependencia funcional con respecto a los objetivos del modo de producción en que se desenvuelve.

Los objetivos del modo de producción no son una predeterminación teleológica, sino una condición a la vez que resultado directo del modo de apropiación por los individuos de la riqueza social creada en el proceso del trabajo, que es mucho más que los bienes y servicios creados. Estos objetivos se conforman en la vinculación de los individuos a dicho proceso, inseparable del propio contenido objetivo de la riqueza en cada momento y espacio concreto: por la apropiación de los individuos del proceso de creación de su propia existencia y reproducción, en su mutuo condicionamiento destacado por Marx.

Los objetivos del modo de producción se relacionan directamente con el carácter del sistema de las fuerzas productivas, y determinan la esencia y la naturaleza de las relaciones de producción que constituyen el marco para el desarrollo del sistema de las fuerzas productivas; pero, además, determinan las peculiaridades de la interacción entre los fundamentos económicos y las restantes facetas de la actividad social.

Esto es particularmente importante a partir del periodo histórico de tránsito socialista. Con el inicio de la revolución socialista comienza una etapa del desarrollo social en la cual, luego de la toma del poder político, se ha de comenzar a establecer la nueva formación económico-social comunista: empieza a establecerse un modo de producción diferente a todos los anteriores por su naturaleza, definida por el vínculo “pleno y libre” del individuo al proceso de producción de la riqueza social, un modo de producción, con objetivos sociales diferentes y un contenido diferente de la riqueza.25

Lo antes señalado no niega la validez del análisis de lo que puede llamarse el aspecto técnico del proceso del trabajo, sino que destaca la importancia de ver dicho proceso precisamente en su condición de contenido ante todo de un movimiento social, del proceso de producción, y de hecho constituye una indicación metodológica que añade un importante elemento de complejidad al análisis de las fuerzas productivas de un organismo social en tránsito socialista, fase peculiar dentro del continuo progreso de la humanidad como tendencia principal de su desarrollo.