Controlar las depresiones - Humberto García Penedo - E-Book

Controlar las depresiones E-Book

Humberto García Penedo

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Beschreibung

Este libro nos aporta la visión del autor, desde su experiencia asistencial, sobre esta problemática de salud que constituyen las depresiones. Este estado emocional no solo tiene identidad propia, sino que aparece asociado a muchos otros problemas de igual naturaleza como son los trastornos cardiovasculares, dermatológicos, artropáticos, afecciones crónicas, alcoholismo y otras toxicomanías, así como al envejecimiento, los eventos vitales de impacto nocivo a la salud, entre los que se encuentran las pérdidas de seres queridos, catástrofes naturales o tecnológicas, complicando la situación de los afectados y que requieren de una respuesta efectiva para lograr la recuperación integral y retomar el camino hacia el bienestar humano. Está dirigido a todo aquel que se interese por conocer sobre este estado de salud en cualquier persona, que sea un familiar o amigo. También para conocerse a sí mismo.

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Seitenzahl: 269

Veröffentlichungsjahr: 2013

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Edición para ebook: Ana Molina González

Edición base: Neyda Izquierdo Ramos

Diseño de cubierta: Elvira M. Corzo Alonso

Diseño interior: Dayán Hernández Chorens

Corrección: Licenciadas Addis Alarcón García y Royma Cañas

Composición: Teresa Bernabeu Castrisano

© Humberto García Penedo, 2011

© Sobre la presente edición:

Editorial Científico-Técnica, 2014

ISBN 978-959-05-0765-6

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público.

Distribuidores para esta edición:

EDHASA

Avda. Diagonal, 519-52 08029 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España

E-mail: [email protected]

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PRÓLOGO
INTRODUCCIÓN
Generalidades de las depresiones
Concepto
Características que la identifican
Suicidio asociado a la depresión
Depresión y sistema endocrino
Depresión y nutrición
Causas psicógenas atribuidas a las depresiones
Indefensión aprendida
Pensamientos distorsionados
Comunicación
Escuchar
Representaciones mentales
Depresión infantil
Depresión en el adulto mayor
La personalidad y su relación con la depresión
Estilo de vida
Sentido de la vida
Calidad de la vida
Espiritualidad, valores y su poder regulador sobre la conducta
Ideales morales
Conocimiento de sí mismo
Voluntad
Resiliencia
Inteligencia emocional
Características personales y sus relaciones con la depresión
Testimonio de Ana Frank
Circunstancias y contextos
Eventos vitales
La pérdida de seres queridos
Depresión y SIDA
Recursos y estrategias para afrontar las depresiones
Apoyo social
Elevadores del estado de ánimo
Ejercicios físicos
Ejercicios de relajación
Depresión y arte
Ideologías de afrontamiento a la depresión
Refranes populares relacionados con la depresión
José Martí y las depresiones
Convivir con depresión
Autotrascendencia
A manera de conclusiones
Bibliografía

Todos, ¡oh! hermano Galión, desean vivir bienaventuradamente; pero andan a ciegas en el conocimiento de aquello que hace bienaventurada la vida.

Lucio Anneo Séneca/ Tratados morales

A la memoria de Juan y de otros que, como él, no hallaron otro camino que el de huir de la vida.

PRÓLOGO

Recibí del querido profesor de psicología y amigo, licenciado Humberto García Penedo, la gentil petición de que fuese prologuista de su libro Controlar las depresiones, tarea que asumí con mucho gusto por conocer su alto prestigio como científico, como terapeuta, como hombre de bien y como fiel seguidor de las enseñanzas de nuestro Apóstol.

Puede inferirse que los trastornos depresivos han acompañado al ser humano desde los albores de la historia y existen papiros egipcios escritos cuatro mil años atrás, expresivos de evidentes tendencias suicidas.

Expertos de la Asociación Psiquiátrica Mundial plantean que al menos una de cada cuatro personas presentarán en el transcurso de sus vidas algún trastorno depresivo que requerirá ayuda profesional, cifra a la que se añaden muchos millones más, que por diferentes causas se incluyen en la denominación epidemiológica de morbilidad oculta.

Los trastornos depresivos en sus categorías menor y mayor, agudos y de curso prolongado, con patogenia predominante constitucional o ambiental, se manifiestan en todas las etapas de la vida e incluyen tanto a mujeres como a hombres, ganando en las primeras especial relieve cuando se manifiestan en la etapa de posparto.

El viejo señalamiento psiquiátrico de que en nuestra especialidad no siempre el sentirse muy mal expresa el estar muy enfermo, parece derivado en gran parte de los malestares que acompañan los trastornos depresivo-ansiosos de tipo situacional, que junto a las reacciones normales de duelo ante pérdidas sensibles, constituyen vivencias inherentes a la propia vida y determinan malestares desproporcionados con su favorable pronóstico.

Existen, sin embargo, los cuadros depresivos mayores que junto con los procesos esquizofrénicos y las adicciones, resultan los mayores responsables de la ocurrencia en nuestro planeta de un suicidio cada 40 segundos y de un intento no exitoso cada 3 segundos.

Las cifras de suicidios consumados, que rondan el millón de personas, equivalen a todas las muertes por accidentes de tránsito, guerras y homicidios en el mundo de hoy.

El desarrollo de la ciencia ha posibilitado la aparición de recursos terapéuticos farmacológicos cada vez más efectivos y mejor tolerados, así como de otros novedosos medios que actúan igualmente por mecanismos biológicos, como la prescripción de vigilia y la lumino-terapia que junto con el tratamiento de electroestimulación en sus diferentes modalidades han contribuido a salvar muchas vidas en los casos de mayor severidad.

No obstante, existen otros recursos que fueron utilizados por nuestros antecesores en el arte y la ciencia de curar, cuya acción se determina por vía psicológica y que fueron registrados en la memoria histórica de los pueblos desde la etapa del chamán (behique en nuestro medio) y que afortunadamente han llegado a nuestros días en los que las técnicas de la magia han dado paso a la magia de la tecnología.

Es en esta categoría de “herramientas” utilizables en el marco de la relación profesional de ayuda psicológica entre los miembros del equipo de salud y quienes recaban su ayuda, que se inscriben los libros de autoayuda, elaborados por personas dedicadas al verdadero sacerdocio de la medicina desde diferentes perfiles ocupacionales para quienes nada humano debe resultar ajeno.

La relación equipo de salud, paciente, familiar, comunidad, resulta la versión moderna de la clásica relación médico paciente, paradigma histórico que tuvo su clímax humanístico en el médico de familia del siglo pasado... Es en este contexto que se utilizan las diferentes modalidades psicoterapéuticas, entre las que la biblioterapia o terapia mediante lecturas profesionalmente orientadas logra la expansión de las influencias positivas inherentes a las gestiones de salud.

Existe consenso entre los profesionales de las ciencias “Psi” (psicología y psiquiatría) acerca de que el intercambio de experiencias, conocimientos y orientaciones entre los participantes de una relación terapéutica directa o mediada, dan como resultado esa ósmosis bienhechora de que habló Biswanguer y que constituye la esencia de la psicoterapia humanística que permite las influencias positivas recíprocas, ya que en dicha experiencia la satisfacción del paciente por la ayuda recibida constituye el mayor reforzamiento conocido de la vocación de servicio, presente en religiosos, miembros del equipo de salud, maestros y juristas.

Durante los 12 años en que el autor del presente libro y quien suscribe colaboramos en La comunidad terapéutica Rogelio Paredes del “Hospital Psiquiátrico de la Habana Dr. Eduardo Ordaz”, se hizo evidente la profunda vocación de ayuda presente en Humberto, así como su alta calificación, formidable calidad humana y sentido del deber.

Considero que estas virtudes se expresan con mucha nitidez en el contenido de su obra organizada en cuatro capítulos fundamentales titulados: “Generalidades de las depresiones”, “La personalidad y su relación con la depresión”, “Circunstancias y contextos”, “Recursos y estrategia para afrontar las depresiones”, temáticas desarrolladas a partir de las reflexiones sobre la vida aportadas por grandes mujeres y hombres entre los que se destaca nuestro apóstol José Martí, quien en uno de sus brillantes aforismos sentenció que “las palabras están de más cuando no llevan detrás un corazón limpio y entero” y en el caso que nos ocupa estas virtudes presentes en el autor constituyen la mejor garantía de la profundidad y utilidad de sus obras.

Por el profundo contenido humanístico de este libro, considero que el espectro de lectores interesados en su lectura incluirá no solamente a quienes hayan experimentado en el curso de sus vidas algún tipo de manifestación depresiva, sino también a sus familiares y a los miembros del equipo de salud.

Dr. Ricardo Ángel González Menéndez

INTRODUCCIÓN

…la mayor enfermedad de nuestra época es la depresión y el mayor mal la angustia. Y su influencia, como negros nubarrones, nos ensombrece el alma y el entendimiento.

Laura Esquivel

Las depresiones emocionales son uno de los problemas de salud de mayor significación que suelen acontecer y que afectan a una considerable cifra de personas a nivel mundial. Si bien en mis años de ejercicio de la profesión como psicólogo me dediqué más tiempo a la atención al paciente adicto al alcohol, a otras drogas o a ambas, la depresión ha estado relacionada con estos problemas en un gran número de los casos; muchos adictos fueron víctimas primero de alcohol, desarrollando después la toxicomanía, otros la adquirieron más tarde como consecuencia del impacto que las drogodependencias generan en quienes las padecen.

La importancia de la depresión como problema de salud estriba en que ha sido causa de suicidios, de invalidez temporal para la actividad laboral y pérdidas, por ello, de años de vida laboral, de costos elevados para la atención a este problema de salud; además de que afecta a los convivientes y a otros seres queridos, lo que repercute directamente sobre la calidad de vida de terceros. Es peligrosa la depresión, además, porque muchas veces pasa escurridiza, de manera oculta, sin que los dolientes sepan con certeza que están atrapados en medio de esta; se crean situaciones de convivencia muy difíciles de sobrellevar, la calidad de vida del que la padece merma en gran medida, así como el rendimiento en cualquiera de las áreas de la vida, laboral, de estudio, matrimonial, etcétera.

Es oportuno un texto que facilite la comprensión y manejo de las depresiones, que bien pueden evolucionar hacia niveles de cuidado, pues sus causas pueden ser múltiples y el conocimiento de los recursos para combatirlas podría ayudar a superarlas, así como a mejorar la calidad de vida, no solo del que la padece, sino, además, la de aquellos seres muy cercanos al que las sufre. Se conoce que las depresiones explican muchos de los problemas de salud que presenta el hombre, entre los que se incluyen también accidentes de tránsito, laborales y otros.

Las depresiones se manifiestan principalmente como sentimientos muy angustiosos sostenidos en el tiempo, que como tales van a constituir realidades internas difíciles de negar. Las frustraciones, las pérdidas, los sueños abortados, las experiencias desagradables van a estar presentes para recordar que son evidencia y a la vez motivos para permanecer deprimidos por tiempo indefinido. En la mayoría de los casos suelen instaurarse como un estilo de vida; la supera el que se decide a ello, el que opte por trascender sus vivencias, el que decida ser feliz muy a pesar de su realidad, aun en las condiciones adversas. Se requiere cambiar puntos de vista, concepciones sobre la vida, renunciar a viejos esquemas para afrontar los problemas, aun cuando no hayan sido eficaces los procedimientos empleados, también ser receptivo, flexible, optimista, cualidades muchas veces ausentes y facilitadoras de las depresiones, que de no existir aquellas características del carácter que le conceden más eficacia al ser humano en el proceso de adaptación social, hay que decidirse a adquirirlas; no hay otro modo de avanzar y sacarle provecho a las reflexiones que se ofrecen.

La persona que por años sufre de depresiones suele presentar una estructura de personalidad favorable a este trastorno, con independencia de que puedan existir otras causas biológicas o ambientales, por eso, sus características más o menos estables pueden ser aliadas del trastorno o de fortalezas contra su desarrollo. Siempre hubo y habrá resistencia al cambio, algún rasgo personal o alguna creencia, la garantía de los resultados comenzará única y exclusivamente con la decisión de cambiar la manera de percibir la realidad que lo rodea, a fin de cuentas, la felicidad es algo muy subjetivo, variado, hay casi tantos conceptos de esta como personas existen, y la manera como sea representada la vida personal y los acontecimientos serán de extraordinario valor para conseguir el bienestar y la satisfacción indicativas de una mejor calidad de vida.

Las depresiones se relacionan con la historia de cada cual, con las huellas que ha dejado su pasado. Una historia de éxitos puede contribuir al optimismo, del mismo modo que una cadena de fracasos puede devenir en sostén de un aceptado y mantenido pesimismo adquirido. Las historias se relacionan, además, con las circunstancias actuales en las que se encuentran las personas, las cuales suelen ser entramados de compromisos presentes con otras, su situación jurídica, su contexto social y su posición dentro de este, entre muchos otros aspectos más relacionados con las circunstancias, así como con aspectos más biológicos como son la salud, no solo la mental, pues una lacerada salud puede contribuir de algún modo a que el trastorno depresivo se sostenga.

Me he basado en anécdotas de personas que pasaron por momentos difíciles y que lograron trascender aquellas penosas experiencias para ilustrar mejor la manera como ellos lo lograron, la vida es abundante en experiencias, pero es necesario que se le otorgue el mérito de cada victoria a las cualidades de la personalidad que se pusieron en acción, a las decisiones que en momentos cruciales sus protagonistas tuvieron que tomar. Aceptar que el triunfo se debió a los cambios de concepción, a las nuevas actitudes, a pequeñas decisiones que produjeron grandes consecuencias, a giros oportunos en la manera de enfocar los problemas, a la creatividad; de manera que siempre le acompañe la idea de que usted también puede ser un vencedor en el propósito de controlar las depresiones emocionales.

Se requiere recurrir a la ayuda del profesional, porque por causa de los mecanismos fisiológicos que la sustentan, en la mayoría de los casos, la prescripción de medicamentos es de vital importancia, pero hay casos también en los que debido al grado en que tiene lugar el trastorno, consumir fármacos no es recomendable (Clinical Guidline 23, 2004), y para que el médico pueda prescribir los medicamentos más adecuados, hace falta esclarecer todas las causas posibles que hayan podido originarlo; los trastornos asociados que requieran también ser considerados, los riesgos por causa de una salud deteriorada o las discrepancias con otros medicamentos que la persona esté consumiendo, los antecedentes de susceptibilidad a ciertos fármacos, así como concederle al paciente un seguimiento oportuno en correspondencia con las posibilidades que brinda el sistema de salud.

Son muchas las razones que explican por qué la intervención del profesional es crucial y, al mismo tiempo, la necesidad de evitar la automedicación que tanto daño ha causado a los que procedieron de forma negligente a practicarla.

Se han puesto en práctica muchos procedimientos variados para hacer psicoterapia a pacientes con depresión, y se han escrito muchos libros que abordan este problema, los unos para profesionales y otros de autoayuda; todos muy valiosos desde posiciones diversas. Este texto no pretende ser una compilación acabada, de lo contrario sería muy extenso y rompería uno de los requerimientos que deben tener los libros de este tipo.

La mayoría de los textos escritos provienen de otros países con sus peculiaridades culturales propias y apropiadas a esos contextos, aunque con ideas de alcance universal. Este libro está configurado a partir de la experiencia de su autor respecto a la visión alcanzada acerca de esta problemática de salud y desde su experiencia asistencial, con la intención de reflejar en la exposición de las ideas aspectos propios de nuestra cultura, idiosincrasia, así como de citar ideas de ilustres cubanos raramente empleadas en el contexto internacional acerca del tema tratado.

Lo común de los textos de autoayuda sobre depresiones ha sido la exhortación a modificar algo de sí mismos, porque no siempre los acontecimientos nocivos de la vida pueden ser cambiados, pero sí el modo de interpretarlos y de afrontarlos. He considerado apoyarme en muchos pensamientos de quienes han trabajado el tema, en aglutinar lo selecto de experiencias personales de otros, porque considero que tratar el tema desde una mirada única no es más válido que si se exponen ideas de quienes han atravesado por las vivencias depresivas y eventos adversos y han conseguido trascenderlas.

Sentí profunda curiosidad por aquellas personas que han pasado por situaciones diversas muy difíciles y, a pesar de ello, refieren sentirse “realizadas”, “felices” o en “paz”, porque es importante conocer qué causas explican esos desenlaces, cómo han logrado el equilibrio emocional muy a pesar de sus decepciones, fracasos o pérdidas en unos casos, o la convivencia exitosa con depresión en otros.

Se ha incluido la exposición de pensamientos martianos sobre el tema debido a su vigencia y trascendencia, y porque es justo destacar que Martí ha dado aportes también a la ciencia psicológica, en especial, a la psicoterapia, en tanto su propuesta es, hasta donde he podido conocer, única, muy peculiar y válida. Creo que en esto radica la mejor parte de este texto, y en el aporte desinteresado de aquellos que decidieron contar sus anécdotas y en permitirme que las hiciera públicas desde el anonimato; a ellos, mi especial agradecimiento.

Generalidades de las depresiones

Concepto

Por lo general, la población tiene una idea bastante aproximada de lo que es estar deprimido, pero incompleta por varias razones; en primer lugar, suele emplearse el término depresión en lugar de tristeza, y desde el punto de vista médico se deben hacer diferencias para poder realizar un diagnóstico preciso y utilizar un procedimiento terapéutico eficiente para combatir este trastorno; en segundo lugar, las investigaciones demuestran que la depresión aparece no pocas veces de manera oculta (A. A. Otero y col. 2003; Josué Díaz y col., 2006, 2007), y esto acontece, entre otras cosas, tanto por el desconocimiento de este trastorno en toda su integridad, como por las diversas formas que este puede adoptar para manifestarse. Se sabe, además, que la depresión puede estar enmascarada por signos y síntomas físicos diversos; de modo que se pueden pasar por alto en la consulta médica.

Un paso para combatir la depresión es instruir a la población para saber identificarla. Una atención a tiempo puede evitar que acontezcan hechos penosos consecuentes de este trastorno; además, la cantidad de costosos recursos para velar por la salud del pueblo pueden aprovecharse más si existe una mejor cultura de salud, pues la propia aparición de disímiles problemas médicos que suelen ser motivos de consulta —y que a la larga han resultado ser manifestaciones de cuadros depresivos—, su rápida y eficiente identificación, permite canalizar la conducta terapéutica y agilizar su solución.

Características que la identifican

La depresión consiste en una tristeza de tiempo prolongado, por lo general meses, y se diferencia de estados afectivos más cortos en el tiempo, consecuentes a otras causas internas o externas que acontecen a las personas. Una enfermedad física transitoria incide sobre el estado anímico, un resfriado común, por ejemplo, tiende a provocar un malestar también psicológico que se manifiesta como sensación de intolerancia o irritabilidad ante estímulos más o menos intensos, ya sean auditivos o luminosos.

Se ha convenido en clasificar las depresiones de múltiples formas en función de su origen, de sus manifestaciones o del nivel psicológico en que estas acontecen. Se conocen como endógenas aquellas depresiones que surgen sin una causa externa aparente que justifique, de forma convincente, su aparición; las exógenas son aquellas que deben su origen a eventos desagradables para la persona, experiencias dañinas, cuyo impacto sobre los sujetos provocan el trastorno, en dependencia de su vulnerabilidad a padecerla; también puede surgir una suerte de combinación entre causas externas e internas que pueden ocasionarlas. Hay autores que se niegan a aceptar esta clasificación por considerar que, tanto los aspectos internos, como los externos de las depresiones, constituyen las dos caras de una misma moneda.

Las depresiones pueden ser ansiosas o sin ansiedad. Ansiosas por la presencia de ansiedad que le otorga características diferentes respecto a las segundas donde este último trastorno está ausente. Se conocen, además, las depresiones de nivel psicótico para diferenciarlas de las que no son de ese nivel, las primeras son aquellas donde a las personas se le afecta más severamente el pensamiento y rompen en alguna medida con la realidad. Aunque en las depresiones se suelen distorsionar los reflejos que se tienen del mundo, los acontecimientos y su interpretación, tales distorsiones no suelen llegar al nivel de psicosis en la mayor parte de los casos. En las depresiones emocionales de nivel psicótico, los riesgos para la vida de los pacientes y cercanos son aún mayores, y la medicación y otros procedimientos de tratamiento son diferentes a cuando no son psicóticas.

Las depresiones se caracterizan por la presencia de varios síntomas (S. L. Bernhart 1996; R. González, 1998; Vázquez, 2001; A. A. Otero y col., 2003; Depresión, 2004a,b; Clinical Guideline 23, 2004), aunque no necesariamente deben estar todos presentes; pues la forma que adopte en cada persona va a estar dependiendo de muchos otros factores como son la personalidad, los antecedentes patológicos familiares y personales, las circunstancias y contextos, la historia acontecida y el modo como la vivenció el paciente, la manera como ha percibido el hecho potencialmente detonante de depresión, la red de apoyo social alrededor del sujeto, entre otros aspectos que pueden incidir de forma positiva o negativa.

Síntomas frecuentes de depresiones emocionales:

• Sentimientos: Tristeza, angustia, malestar, más o menos intenso o ligero en dependencia de la severidad del trastorno; puede acompañarse de sensación de desesperanza, de frustración, deseos de llorar, falta de ánimo para hacer algo.

• Apetito: Puede afectarse, aunque por lo general se reduce.

• Sueño: Pueden haber dificultades para conciliarlo o interrupciones, también puede suceder que se duerma mucho menos de lo esperado conforme a la edad de la persona; tener sueños recurrentes (se suele soñar con un mismo tema) o pueden aparecer pesadillas; la hipersomnia (dormir demasiado) es bastante frecuente.

• Fuerzas: Sensación de pérdida de las fuerzas, de pesadez corporal.

• Deseo sexual: Por lo general, en las depresiones ansiosas se incrementa el apetito sexual, pero en las no ansiosas se reduce o se ausenta.

• Habilidades cognitivas: Se pueden reducir la atención, la concentración, la memoria y afectarse el aprendizaje en los que estudian. Si opera una máquina-herramienta de alto riesgo aumenta el peligro de accidente laboral.

• Malhumor o irritabilidad: Puede afectar la relación con los demás y comportarse con aspereza; la irritabilidad puede conducir a agresividad verbal o física (Dethlefsen Thorwald y Rudiger Dahlke, 2000) en dependencia también de las características y formas de reaccionar de las personas que interactúan con el deprimido (R. Rodríguez, 1992).

• Suicidio: Pueden aparecer ideas suicidas que, de aumentar, pueden llegar a consumarse. Una complicación más de este síntoma puede ser la aparición simultánea de ideas homicidas; se ha dado el caso lamentable de personas que tomaron la decisión de quitarle la vida a otros antes de quitarse la suya.

• Autoestima: Sentimientos de inferioridad, de inutilidad, de desesperanza que ensombrecen la imagen de sí mismos y, en consecuencia, el sujeto se puede privar de satisfacciones por considerarse no merecedor de estas.

Signos frecuentes que pueden apreciarse en la depresión:

• Peso corporal: En ocasiones hay pérdida de peso como consecuencia de la disminución del apetito; lo contrario puede sucederle a los que se han deprimido con ansiedad, pues la bulimia o comer demasiado puede incrementar el peso.

• Hábitos higiénicos: Poco o nulo aseo corporal o de las ropas, la boca, el abandono de la dentadura o de la limpieza del medio donde se reside.

• Forma de vestir: Tendencia a vestir ciertas ropas más sobrias por su hechura y color. Con frecuencia las personas deprimidas se sienten atraídas a vestir con ropas de colores más oscuros, negras o los llamados colores fríos, entre estos se cuentan los azules, violetas, verdes, carmelitas, entre otros; pero en aquellos en que la depresión toma un matiz más tendiente al malhumor o la agresividad, pueden usar el rojo.

• Enfermedades o trastornos: Cuando se está deprimido es más frecuente la aparición de las gripes, infecciones renales o de otro tipo, dolores de las articulaciones y musculares, trastornos digestivos o agravamiento de las enfermedades crónicas que se padecen, consecuentes a la depresión del sistema inmunológico.

• Rostro triste, hablar más pausado, la queja: Se expresan ideas pesimistas, tendencia al aislamiento social y a consultar su problema a otros de manera reiterada, hasta el punto de que sus conversaciones se vuelven monotemáticas.

• Responsabilidades sociales: Tendencia a abandonar las responsabilidades contraídas con otros bajo su cuidado, padres, hijos o cónyuges. Descuidan tareas de atención que pueden generar otros problemas dentro del seno familiar; algo similar puede acontecer con las responsabilidades y tareas a las que deben responder en el contexto laboral.

• Drogas: Consumos de alcohol, drogas ilegales, fármacos de prescripción médica o la combinación de ambos, especialmente los alentados como recurso de evasión a la angustia que le proporcionan las vivencias depresivas.

• Conductas sociales: Estas pueden ser liberales o desordenadas, entre las que pueden encontrarse el donjuanismo en los hombres o su equivalente en las mujeres, como alternativa de búsqueda de afectos o amor ante una autoestima dañada.

Causas que pueden producir depresiones emocionales:

• Pueden surgir como efecto indeseable o colateral cuando se consumen algunos medicamentos (Manual Merk; Depresión inducida…, 2008). Se sabe que los factores genéticos inciden en su aparición, pues es frecuente que afecte a varios miembros de una misma familia (N. Acarín Tusell y Laia Acarín, 2001) y causa, además, de alteraciones de la fisiología cerebral o de trastornos endocrinos (Freedman, Kaplan y Sadock, 1982).

• Factores psicosociales adversos como la pobreza y la marginalidad.

• Eventos vitales (dañinos a la salud, a la economía o a ambos) resultantes de desastres atmosféricos, tecnológicos o biológicos (huracanes, terremotos, accidentes, incendios, etc.), así como pérdidas de seres queridos, la privación de la libertad, entre otros.

Suicidio asociado a la depresión

No todos los suicidios acontecidos en la historia de la humanidad han sido consecuencia de la depresión, pero como fenómeno puede ser un derivado de estas en no pocos casos (M. Vázquez, 2001), facilitado por la frágil estructura de personalidad de quien la padece, o alentado también por circunstancias adversas entre las que pueden nombrarse la condición de enfermo, de soltero, o con escasos lazos sociales o con depresiones emocionales (Musitu, 1993; P. Martínez, 1998; Z. Gutiérrez y col., 2001; W. Guibert, 2002; Josué Díaz, 2006). Otros estudios se han enfocado en caracterizar a los que realizan pacto de suicidio, en uno de estos se ha encontrado que 78 % presentó conflictos de pareja o matrimoniales y familiares, predominaron los casados o acompañados y aquellos con edades entre 15 y 24 años, con predominio del sexo femenino (72 %) (F. Solanas y J. R. García Peña, 1999).

De entre los que se encontraban laboralmente desocupados, 50 % repitieron el intento de suicidio, y de estos 20 % presentaban trastornos psiquiátricos previos y no habían solucionado sus conflictos. Muchos son los estudios que intentan explorar las características psicológicas y sociales de los que han cometido tales actos, con el fin de esclarecer las condiciones que pueden favorecer la aparición de suicidio y diseñar las estrategias de prevención social en ese sentido (R. Prado, 2004).

Gracias a estos estudios estadísticos se puede afirmar, por ejemplo, que ciertas condiciones pueden considerarse factores de riesgo potenciales para que tenga lugar esta problemática, como son la condición de estar desocupado laboralmente, tener una corta edad como la de la adolescencia o la juventud temprana, padecer trastornos psiquiátricos, conflictos de pareja o de otro tipo no resueltos, entre otros, sin concederle jamás a ninguno de tales factores un rol determinante; ellos sirven de punto de partida para redoblar la vigilancia y optimizar las acciones de prevención.

Al principio puede presentarse como una idea suicida y luego crecer hasta la consumación del acto, pero como trastorno comienza por un predominio de la angustia y sus derivados (el temor), los sentimientos de desesperanza, la visión catastrófica de la situación que le circunda o amenaza y su limitación temporal a elaborar juicios razonables acerca de las posibilidades reales para el crecimiento personal y la superación de las circunstancias.

La reducción de la capacidad de razonar suele tener lugar cuando la afectividad está deprimida (P. Fernández y col., 2004) y en este sentido se ha definido al fenómeno de la “visión de túnel” para describir aquella manera muy estrecha y rígida de razonar que ignora otras fortalezas, no permite ver las alternativas de solución o salida a las situaciones problemáticas y presenta un fuerte componente de pesimismo (W. Guibert, 2002). Se trata de una situación de extremo peligro que no debe permitirse que continúe su desarrollo, por lo que una asistencia a estas personas debe partir del principio de ayudarles a apreciar esos otros aspectos de interés que contribuyen a una lectura más optimista de la situación que, en potencia, le otorgue sentido a la existencia.

Las investigaciones científicas de los últimos años se han volcado a indagar si las deficiencias de un neurotransmisor en el cerebro denominado serotonina que se han hallado en los deprimidos, los agresivos e impulsivos habituales, se encuentran también en las personas que han cometido suicidio, buscando explicar por causas biológicas esta problemática (Redfield, 2000; T. C. Pellmar, Arthur M. Kleinman y William E. Bunney, 2002).

El sentido que van tomando las ideas suicidas tiende a ser de carácter egocéntrico, la persona se olvida de quienes están bajo su cuidado y se va convirtiendo en el centro de toda atención, por lo que el suicidio puede tener lugar a pesar de dejar niños pequeños que requieren aún de cuidados. La idea suicida puede ir cobrando fuerza y acontece la falsa impresión de que “no hay otra salida”, las dificultades para razonar, unido a una serie de factores entre los que se encuentran el aislamiento social, la ausencia de algún apoyo social oportuno o la incapacidad temporal para percibirlo como oportunidad, sumado tal vez a circunstancias desfavorables, pueden favorecer la ocurrencia del intento suicida; por eso muchos autores prefieren comprometerse con la hipótesis de la confluencia de múltiples factores adversos para que ocurra el fatal desenlace.

El control es posible en mayor grado en la medida que la persona bajo la condición de tristeza, una vez que se percate de la presencia de una idea de carácter suicida, tome la decisión de buscar la ayuda profesional o el apoyo de aquel que pueda encauzarlo hacia dicha ayuda. La intervención del médico se requiere siempre. Se insiste en que, tanto el conocimiento ofrecido aquí, como los diferentes recursos, sirven tan solo de complemento a una atención que básicamente será siempre ante un profesional.

Para aquellos que rodean al paciente deprimido, una vez que le escuchen decir acerca de sus intenciones de quitarse la vida o existan indicios que sustentan la sospecha de que pueda ocurrir, con independencia de que se le intente persuadir de desistir o se tomen otras medidas internas para evitarlo, la conducta que se debe seguir es la de remitirlo a alguna instancia del sistema nacional de salud, el hospital, policlínico o centro comunitario de salud mental; aun cuando el paciente pueda mostrarse en apariencia receptivo, se debe desconfiar debido a que la presencia de riesgo suicida es un indicador de la gravedad de la depresión, y aunque la intervención del que apoya sea de cierta eficacia porque toma en consideración aspectos de la relación de ayuda que le conceden efectividad a las gestiones de apoyo social (W. Guibert, 2002), las ideas suicidas suelen ser por lo general muy persistentes y ocurrir el desenlace menos deseado; por su parte, existe el caso de aquellos que pueden llegar a mentir y luego sorprenden con el acto suicida consumado.

Hay personas que debido a algún retraso en determinadas áreas de su personalidad pueden amenazar a seres queridos o familiares con quitarse la vida, sin que en realidad tengan la franca intención de hacerlo, aun así en casos como este, bajo ciertas circunstancias que propicien el arribo al clímax del conflicto, pueden llevar a cabo un intento suicida y acontecer que este sea efectivo para culminar con sus vidas.

En todos los casos se debe prestar especial interés a estas personas y atender las demandas con la ayuda del profesional, el cual es el indicado para orientar la conducta terapéutica en cada caso, luego de analizar todos los detalles implicados en cada uno de ellos.

Hay quienes bajo los efectos de la ira suelen dar orientaciones unas veces con intenciones paradójicas, aunque otras no, donde exhortan a otros a cometer el suicidio, esto además de constituir un delito penalizado por la ley en el caso de que este acurra y se demuestre que tuvo lugar semejante acción, no debe ser jamás la conducta que se debe seguir. Asimismo, si un paciente fue atendido en un servicio de urgencia médica por un intento de suicidio, aun cuando existen los derechos de los familiares a tomar ciertas decisiones relativas a la voluntariedad de asistencia psiquiátrica a los afectados, lo más recomendable es facilitar la remisión del suicida hacia psiquiatría, confiar en la necesaria intervención de un equipo de salud especializado y no solamente en las potencialidades que la familia pueda ofrecer para atender al enfermo.

Cuando la cantidad de personas alrededor del afectado, sean familiares o no, es relativamente alta, se debe tomar conciencia del riesgo de que ocurra un fenómeno conocido como la “responsabilidad difusa”, que es cuando uno supone que otros van a asumir la atención del enfermo, sin sospechar que esos otros también esperan lo mismo de los demás, el resultado termina siendo que nadie se ocupa.

Depresión y sistema endocrino