Cuadernos de notas - Lev Vigotski - E-Book

Cuadernos de notas E-Book

Lev Vigotski

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Beschreibung

El presente libro es el resultado de diez años de trabajo (2006-2016) en el archivo de la familia Vigotski. Los editores, dos de los más grandes especialistas mundiales en la obra de Vigotski, descifraron, estudiaron, clasificaron y comentaron una inmensa cantidad de notas personales del autor, que se publicaron por primera vez en Rusia tan solo en el año 2017. Las anotaciones aquí incluidas conciernen a todos los períodos de la biografía científica del autor y contienen nueva información sobre él; comienzan por la anotación más temprana de las halladas («La tragicomedia de las búsquedas») y terminan con su última anotación antes de morir («Pro domo sua»). La edición castellana ha sido realizada en estrecha colaboración con ambos editores y, creemos, constituye un aporte fundamental en el estudio y difusión de la obra —siempre abierta— del genial psicólogo bielorruso.

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Lev Vigotski

Cuadernos de notas

Ekaterina Závershneva y René van der Veer (Editores)

Edición castellana al cuidado de Alejandro Ariel González

Vigotski, Lev

Cuadernos de notas : selección / Lev Vigotski. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

Traducción de: Alejandro Ariel González.

ISBN 978-987-599-879-7

1. Biografías. 2. Psicología. 3. Psicología Científica. I. González, Alejandro Ariel, trad. II. Título.

CDD 150.92

Traducción: Alejandro Ariel González

Título original: Записные книжки Выготского. Избранное

© de las notas para la presente edición, Ekaterina Závershneva

y René van der Veer

© Libros del Zorzal, 2022

Buenos Aires, Argentina

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a: <[email protected]>

Asimismo, puede consultar nuestra página web: <www.delzorzal.com>.

Índice

De los editores | 8

Prólogo | 12

Capítulo 1

La tragicomedia de las búsquedas | 31

Capítulo 2

El judaísmo y la historia universal | 45

Capítulo 3

El libro de los fragmentos | 58

Capítulo 4

La cuestión judía | 90

Capítulo 5

Los géneros folklóricos | 102

Capítulo 6

Viaje a Londres | 109

Capítulo 7

Desde el hospital Zajárino | 129

Capítulo 8

En los orígenes de la psicología histórico-cultural | 181

Capítulo 9

El método instrumental | 193

Capítulo 10

Los conceptos y el enfoque sistémico | 215

Capítulo 11

El desarrollo anómalo del niño | 257

Capítulo 12

En la clínica del EDI | 286

Capítulo 13

Spinoza y el problema de las emociones superiores | 332

Capítulo 14

Observando a Asia | 375

Capítulo 15

Del signo al significado y el sentido | 382

Capítulo 16

El problema de la conciencia | 421

Capítulo 17

El método sémico | 454

Capítulo 18

Balance de muchos años de trabajo | 484

Capítulo 19

Los procesos de desintegración de la psiquis y la esquizofrenia | 496

Capítulo 20

Pensamiento y habla | 546

Capítulo 21

Sobre la definición de la psicología como ciencia | 567

Capítulo 22

Sobre la psicología del ajedrez | 592

Capítulo 23

Conferencia sobre temas de investigación (octubre, 1933) | 602

Capítulo 24

El campo semántico: polémica con Kurt Lewin | 618

Capítulo 25

Neuropsicología

Capítulo 26

Niños con dificultades de conducta y aprendizaje | 667

Capítulo 27

El niño en el juego | 701

Capítulo 28

The rest is silence | 735

Bibliografía | 765

De los editores

Es notable que Lev Semiónovich Vigotski, que afirmaba que el desarrollo de la psiquis superior está ligado con la interiorización de los procedimientos que organizan la conducta, no solo escribiera notas a lo largo de su vida, sino también que las guardara celosamente. Salvo algunas excepciones, se trata de breves notas hechas sobre lo primero que encontraba a mano (formularios, tarjetas, mapas, tiras de papel, etc.) y en distintas situaciones (mientras leía un libro o preparaba una ponencia, mientras visitaba museos o examinaba a sus pacientes, en hospitales, conferencias, viajes académicos, en horas de descanso). Parte de ellas formaría luego la base de sus lecciones, artículos o libros, que constituyen un tesoro de la psicología moderna. Otra parte, acaso más interesante, no ingresó en sus trabajos, pero no por ello es menos actual. Para leer, sistematizar y analizar el contenido de tales notas se requirieron más de diez años. Las que aquí incluimos fueron descifradas y minuciosamente estudiadas por el primer editor y, cuando surgían dudas, también por el segundo; el esfuerzo conjunto permitió resolver problemas de índole conceptual y lingüística.

Las circunstancias históricas quisieron que Vigotski se hiciera célebre muchos años después de su muerte. En otro lugar, uno de nosotros afirma que ese hecho crea una serie de problemas para el lector contemporáneo, a quien le resulta difícil comprender qué ideas de Vigotski son en efecto originales (Van der Veer, 2014, pág. 4). Al no disponer del suficiente volumen de conocimientos acerca de la psicología de comienzos del siglo xx, es fácil atribuir a Vigotski la autoría de ideas que, de alguna manera, constituían el trasfondo psicológico de entonces, o no advertir la novedad de sus investigaciones allí donde él se adelantaba a su tiempo. «Sin ese conocimiento —escribía Edwin Boring— él [el lector] ve el presente en una perspectiva distorsionada, toma teorías y hechos viejos por nuevos y no es capaz de valorar la importancia de los nuevos avances y métodos» (Boring, 1950, pág. IX). Es por esta razón que nuestra edición viene acompañada no solo de un prólogo, sino de una considerable cantidad de comentarios. Confiamos en que estos ayuden a restablecer la perspectiva histórica en la que se desarrollaron las ideas de Vigotski.

Durante la preparación del libro nos apoyamos en numerosas fuentes que incluyen no solo los trabajos de Vigotski, sino también los de sus contemporáneos y predecesores, entre los cuales había psicólogos, psiquiatras, lingüistas, pedagogos, filósofos e incluso físicos; experimentamos el júbilo del bibliófilo cuando dábamos con ediciones raras de finales del siglo xix y principios del xx; importunamos a nuestros colegas con preguntas difíciles (en particular, agradecemos por el valioso intercambio a Ígor Ariévich, Tatiana Ajútina, Peter Keiler, Irina Kazakova, Alekandre Métraux, Maksim Ósipov, Iákov Siníchkin, Natalia Stoiújina y Antón Iasnitski) y, en algunos casos, confiamos en nuestros propios saberes. Y, sin embargo, a pesar del esfuerzo invertido, no podemos asegurar que nuestra comprensión de las ideas de Vigotski reflejadas en sus notas sea exhaustiva. Ante todo, debemos señalar que las anotaciones eran hechas con fines personales, de ahí que no contengan una argumentación elaborada. Por su naturaleza, semejan el habla interna y se distinguen por su carácter predicativo y abreviado: cuando el hablante, en aras de la brevedad, omite circunstancias que conoce bien. Restablecer los eslabones perdidos requiere no solo un buen conocimiento de los trabajos de Vigotski, sino también intuición de investigador, un instrumento que no se puede llamar del todo confiable. Además, en algunos casos, no queda claro si Vigotski expone su propio punto de vista, las ideas de sus colaboradores o si reflexiona sobre libros que ha leído. Asimismo, en los documentos se menciona una serie de personas sobre las cuales la información es nula o escasa. Esperamos que el debate que estas notas seguramente suscitarán en la prensa científica y en la comunidad psicológica permitan dar respuesta a los problemas de comprensión que aún subsisten.

Mientras preparábamos los manuscritos para su publicación realizamos algunas modificaciones en el material de archivo, cuyas características conviene explicar aquí. Durante el desciframiento nos tropezamos con el problema de varios fragmentos ilegibles o llenos de abreviaturas, algunas de las cuales eran obvias y convencionales («r. m.», retraso mental; «N», norma, normal), y otras oscuras, creadas por el propio Vigotski, que a veces admiten varias interpretaciones o exigen un profundo conocimiento del contexto para elegir la variante correcta. En esta edición, todas las abreviaturas fueron aclaradas; allí donde su significado es evidente, no aparecen marcadas, pero, en los casos más confusos, nuestra variante figura entre corchetes. Al transcribir los manuscritos también debimos sacrificar todas las particularidades visuales del original, cuya reproducción tornaría sumamente incómoda la lectura: se trata de subrayados y tachados, flechas, llamadas, dibujos, notas en los márgenes, en el dorso de la hoja y entre líneas; no las reproducimos gráficamente, pero las indicamos en los comentarios que aparecen entre corchetes o con letra más pequeña. Entre paréntesis angulares (es decir, < >) figura nuestra mejor interpretación de aquellas palabras cuya escritura es confusa; las palabras o frases ilegibles figuran como <ilegible>. Las palabras subrayadas en el original son reproducidas en cursiva. La ortografía del original ha sido adaptada a la normativa moderna; en muy pocos casos hemos introducido alguna corrección de estilo. También hemos corregido las palabras, expresiones, citas y nombres extranjeros escritos erróneamente (pese a que Vigotski dominaba varios idiomas, el uso activo de algunos de ellos distaba de ser perfecto) y hemos añadido comillas en las citas de otros autores cuando lográbamos detectarlas y cotejarlas con la fuente originaria. Vigotski solía regresar a los temas y hechos más relevantes, describirlos una y otra vez con los mismos términos o con ayuda de sus ejemplos, términos y aforismos favoritos. En algunos casos, para evitar excesivas repeticiones, hemos excluido tales fragmentos y los hemos indicado con el signo […] si se trata de varias palabras o con el signo <…> si se trata de más de una oración.

Para concluir, quisiéramos decir que este libro ha sido editado por dos autores de distintos países —Holanda y Rusia— que nunca se encontraron y cuyo intercambio tuvo lugar por correo electrónico. Sin dudas, esa forma de comunicación tiene sus limitaciones. Por los trabajos de Vigotski sabemos que el habla escrita se diferencia sustancialmente de la oral, requiere más esfuerzo en la formalización del pensamiento y pierde la dimensión expresiva de esta. Sin embargo, confiamos en que nuestro trabajo confirme una vez más la célebre máxima de Ludwig Feuerbach: «Lo que es imposible para un hombre, es posible para dos».

Ekaterina Závershneva – Moscú, Rusia.

René van der Veer – Leiden, Holanda.

Prólogo

Nuestras ideas acerca de Vigotski se basan, sobre todo, en sus obras publicadas y en los testimonios de quienes tuvieron la suerte de conocerlo. A ese retrato colectivo, sin embargo, le faltaba claramente el testimonio del autor sobre sí mismo: hasta tiempos recientes, las notas personales de Vigotski no solo no se publicaban, sino que, en general, permanecían por fuera del campo de visión de los investigadores (las escasas y fragmentarias publicaciones de cartas y notas en los años 1980-1990 no cambiaron el estado general de la cuestión). Se sabía que el archivo familiar de Vigotski es vasto y que contiene, además de los manuscritos de las obras que conocemos por las referencias bibliográficas, sus diarios científicos y anotaciones de carácter personal. Su estudio sistemático comenzó en el año 2006; en un primer contacto con el archivo se pudo constatar que las notas personales abarcan una parte considerable de la vida de Vigotski —desde 1912 hasta 1934— y que su volumen es impresionante: la cantidad de documentos supera los 500 registros (a juzgar por la desigual distribución de los diversos períodos de la biografía de Vigotski, una parte importante de los documentos se ha perdido); de ellos, se han escogido para su publicación aquellos ligados con el curso principal de las reflexiones de Vigotski y que revisten mayor interés tanto desde el punto de vista biográfico como desde el teórico. Por tanto, el presente libro es el balance de un trabajo de largos años sobre los archivos y constituye la primera edición de los cuadernos de notas de Vigotski, hasta ahora desconocidos.

Como todo trabajo con documentos de archivo, el estudio de las anotaciones de Vigotski fue extremadamente laborioso: cientos de tarjetas, hojas de libretas, formularios que estaban mezclados, y solo gracias a las marcas distintivas del reverso, al color de la tinta o al carácter de la letra, ese caos de pequeños papeles pudo ser organizado en anotaciones separadas. Al principio parecía que eso sería imposible de leer; por lo menos, no al cabo de una simple vida: las notas abundaban en abreviaciones, citas en varios idiomas, nombres y apellidos, direcciones y números de teléfono, esquemas, flechas, signos de exclamación… Durante días e incluso semanas examinamos minuciosamente palabras difíciles de descifrar, hasta que su sentido emergía de súbito por sí mismo o se aclaraba como resultado de la lectura de artículos en alemán hace ya mucho tiempo olvidados. El trabajo se pareció al de un paleontólogo que reconstruye un dinosaurio a partir de un fragmento de su esqueleto o al de un arqueólogo que restaura un ánfora a partir de dos o tres pedazos. Entre documentos bien conservados había algunos rasgados, quemados, borrados; sin embargo, todos poseían un claro «carácter potencial o de ofrecimiento» (Aufforderungscharakter, según la terminología de Karl Lewin): atraían, creaban una carga afectiva e incitaban a moverse en la dirección de un campo semántico aún no asimilado. En suma, nuestras expectativas no se vieron engañadas: en los documentos de archivo encontramos, a su modo, el lado oscuro de la Luna, a un Vigotski desconocido. Era el mismo hombre voluntarioso, apasionado y aún muy joven con una carrera ejemplar, conocido por muchos por la bibliografía histórico-psicológica, pero ahora su voz sonaba como si hubiéramos entablado con él una conversación muy franca, sin reservas ni reticencias.

La edición de los cuadernos de notas de Vigotski arroja luz sobre una infinidad de aspectos ante desconocidos de su biografía: por primera vez vemos con qué desesperación Vigotski escribe sobre el destino del judaísmo y sobre su especial papel en la historia rusa y universal; por primera vez conocemos su posición respecto a cuestiones de psicoterapia; observamos cómo atiende a los pacientes en una clínica, cómo analiza las partidas de ajedrez, cómo participa en proyectos de desarrollo de juguetes infantiles, etc. Señalemos que este libro es una de las pocas ediciones auténticas de los manuscritos de Vigotski cuya preparación se basa en un estudio pormenorizado de los textos originales. Para las Obras Selectas, publicadas en la Unión Soviética entre 1982 y 1984, no se realizó un trabajo de similares características, lo que llevó a que la mayoría de las obras de Vigotski reeditadas posteriormente a partir de esa edición copiara los cambios y falsificaciones introducidos por los editores (cf. este punto Завершнева, Осипов, 2010; Van der Veer, Yasnitsky, 2016).

La publicación de las notas personales de Vigotski también ofrece una oportunidad única de ver el movimiento de su pensamiento desde dentro, de seguir su desarrollo en la palabra. Para comprender esa habla situada en el límite entre el habla interna y externa es preciso no solo acompañar el curso dinámico del pensamiento de Vigotski —con sus saltos, ramificaciones y vías muertas—, sino también tener en cuenta aquello que lo movilizaba, sus motivos. Cuanto más nos acercamos al final del libro, más claramente se perfila la intención de Vigotski: crear un enfoque integral que sintetizara el aspecto motivacional-emocional y el intelectual del estudio de la psiquis superior; sin embargo, él era sumamente crítico de sus propios logros, no estaba satisfecho con ellos y los consideraba etapas intermedias hacia algo mayor. En lo que respecta a su vida privada, Vigotski no solía extenderse sobre ella en el formato de un diario (o tales diarios aún no han sido hallados), lo que confiere aún más valor a las escasas digresiones de índole personal (véase, por ejemplo, el capítulo 6) que dan vida a sus notas y las acercan a todo aquel que intente comprender quién fue en realidad Vigotski y cuáles eran sus aspiraciones.

Resumiendo los resultados de nuestra investigación sobre los cuadernos de notas, podemos decir que su contenido ofrece un importante cuadro del aporte de Vigotski a la psicología tanto desde el punto de vista teórico como práctico, así como, al menos en parte, penetrar en los planes que él no logró realizar (una teoría de las emociones, una teoría psicológica general de la conciencia y de la psiquis superior, un modelo de acción significativa libre, etc.). Esta edición incluye planes de libros que no fueron escritos, resúmenes de conferencias internas para sus colaboradores más cercanos, esquemas experimentales, diarios de su trabajo en clínicas, historiales médicos de sus pacientes, postulados de ponencias, lecciones y mucho más. Al estudiar estos documentos, pudimos ampliar la información sobre los miembros del círculo de Vigotski, agregar nuevos nombres, identificar numerosas fuentes bibliográficas de las que él se valía y, con ayuda de ellas, hallar los puntos de partida de algunas de sus afirmaciones conocidas y atribuir varias notas que hasta ahora han pasado desapercibidas.

Para que al lector le resulte más fácil orientarse en la inmensa cantidad de datos nuevos que aparecen en el libro, diremos unas palabras sobre los hallazgos más importantes y mencionaremos su vínculo con las ideas principales de cada período de la actividad científica de Vigotski.

1. Período prepsicológico (1912-1922)

La edición se abre con el manuscrito más antiguo que encontramos en el archivo, «La tragicomedia de las búsquedas» (cap. 1), que data de 1912 y está dedicado al análisis del libro del Eclesiastés. Los postulados de la ponencia acerca del componente psicológico Eclesiastés, preparados por el estudiante secundario Lev Vígodski, anticipan en gran medida no solo su tesis de grado «La tragedia de Hamlet», sino también el destino del Vigotski científico, que se desplegó en una época de quiebre en la que el propio tiempo se salió de sus goznes («The time is out of joint», Hamlet). En el centro de la ponencia tenemos la vivencia de la incompletitud de la existencia, un estado de desesperación y decadencia, pero, a la vez, la posibilidad de su superación, que se alcanza mediante la aceptación de la vida en su inabarcable variedad. Vigotski conocía bien la situación de Hamlet: anhelando la integridad en todo —desde la propia vida a la propia teoría— se veía obligado a luchar contra la duplicidad provocada, entre otras cosas, por el contexto histórico en el que se vio dramáticamente arrojado como súbdito ruso de origen judío y, después, como heterodoxo pensador y seguidor de Spinoza y Marx en el país del socialismo triunfante. El destino le dio en más de una ocasión la oportunidad de poner a prueba la máxima filosófica «la libertad es la comprensión de la necesidad»; no obstante, su camino a la libertad fue indirecto y no comenzó en absoluto con Marx.

Los documentos que integran los capítulos 2-4 contienen información antes desconocida acerca de las preocupaciones de Vigotski en sus años escolares. Las notas y los manuscritos de 1915-1918 testimonian que, en su temprana juventud, Vigotski se oponía ideológicamente al marxismo, probaba la pluma con ensayos ligados a las cuestiones de la política nacional y abogaba por el renacimiento del judaísmo (Завершнева, 2012). La cuestión judía era el ariete de sus reflexiones, cuyo sentido general puede ser llamado escatológico: están dedicadas al futuro del judaísmo, que él consideraba inseparable del inminente fin de los tiempos. Un amigo de Vigotski en Gómel, el pintor Aleksandr Bijovski, no se equivocó cuando le puso el apodo de «Profeta»: sus notas parecen predecir los trágicos sucesos de la Revolución de Octubre y el Holocausto. Así, en el temprano otoño de 1917, Vigotski escribía: «Los tiempos de la inquisición han quedado atrás, pero parecerán un paraíso en comparación con lo que vendrá. […] El odio de los pueblos cultos e ilustrados es peor que el de los salvajes y fanáticos. Todo tipo de muertes y horrores se ciernen. El castigo y la ira de Dios son terribles. Todo lo anterior parecerá insignificante en comparación con lo que se avecina y ya está en camino, tras las puertas. Todo va camino al abismo. Se cierne la perdición». Estas líneas están tomadas del «Libro de los fragmentos» (cap. ٣), uno de los manuscritos más sorprendentes de ese período, concebido como libro de preceptos al estilo de la Hagadá, pero inconcluso.

Las reflexiones sobre el futuro iban acompañadas de la penosa sensación de su futilidad (cf. Завершнева, 2013a). «El destino de un hombre dotado sin ocupación, un prisionero es más feliz, un pobre es más feliz – esa es mi suerte», leemos en una carta no despachada a la coautora del libro «Sobre el nuevo judaísmo» (cap. ٤). El plan conservado de ese libro muestra que se le daba un lugar importante a la crítica de las diversas tendencias en la política judía; sin embargo, Vigotski no ofrecía otra salida más que la resignación y la fe en el papel mesiánico de los judíos. En los revolucionarios años de 1917 y 1918 se produce un quiebre decisivo en su concepción del mundo: de la simpatía por el judaísmo pasa a la adopción del marxismo, que se vuelve una de sus fuentes principales de inspiración. El arduo proceso de cambio de ideales estuvo mediado también por el hecho de que el nuevo Estado socialista había suprimido la Zona de Asentamiento para los judíos: ahora Vigotski podía elegir a voluntad su lugar de residencia y dedicarse a cualquier actividad, no solo a las que, hasta entonces, se les permitían a los judíos, es decir, el comercio, la jurisprudencia y la medicina. Para él se abrían amplias posibilidades de autorrealizarse en la ciencia. La espera del renacimiento y de la llegada de un mesías que restablezca la justicia y socorra a los perseguidos y oprimidos se proyecta en la revolución, y pronto la entonación trágica y las citas de la Torá desaparecen de los manuscritos de Vigotski, quien dedica varios años de su vida a la crítica literaria y teatral (Van der Veer, 2015) para luego, en 1924, trasladarse a Moscú, donde muy rápidamente se convierte en uno de los líderes de la psicología soviética; desde entonces, en sus libros y artículos predomina un ánimo activo y vigoroso.

2. En busca de una nueva psicología: el período «reactológico» (1923-1925)

En el comienzo de su carrera académica, Vigotski se consagró al estudio de las teorías psicológicas contemporáneas; en particular, experimentó mucho con los conceptos fundamentales de los reflexólogos (Pávlov, Béjteriev), los conductistas (Watson, Lashley) y los reactólogos (Kornílov); sin embargo, la terminología existente, así como la metodología, resultaba insuficiente (cf. Завершнева, 2013б). Tras constatar la crisis de la psicología y la imposibilidad de seguir acumulando datos en forma lineal, Vigotski se propuso crear una «nueva ciencia sobre el superhombre» (Завершнева, 2009a) que debía reunir los logros de las otras teorías y convertirse en una suerte de El capital de la futura psicología. La transición hacia el propio punto de vista ocurrió, como era propio de Vigotski, de un salto, en un plazo breve y en circunstancias sumamente desfavorables. A mediados de 1926, después de recibir el alta en el hospital donde había pasado medio año a causa de una agudización de su tuberculosis, Vigotski formula las primeras tesis de la teoría histórico-cultural, que quedaron registradas en sus notas personales, pero que solo fueron publicadas a principios de 1928. Este cambio fue preparado por el principal trabajo de este período, Psicología del arte, donde la creación artística es analizada como una técnica social de sentimientos o, incluso, como un medio para la formación sociocultural de las emociones superiores.

Tanto la enfermedad como el salto teórico fueron precedidos por acontecimientos de carácter personal (cap. 6). Durante su único viaje al extranjero (julio-agosto de 1925), Vigotski se vio embargado por una gran animación espiritual seguida de una profunda depresión; a la vez, tomó conciencia del poco tiempo que le quedaba, si bien por entonces no había cumplido aún treinta años (ВандерВеер, Завершнева, 2012; Van der Veer, Závershneva, 2011). Su estadía en Inglaterra y Alemania fue rica en reflexiones personales sobre sí mismo y sobre su joven esposa Roza; en el tiempo libre, deambulaba por Londres, visitaba museos y galerías de arte: «No Rafael, da Vinci o Miguel Ángel, no los franceses ni los holandeses, ni siquiera Durero, sino los españoles: el Greco, Goya, Velázquez. Estoy sentado ante el retrato de Goya y el Cristo entre negro y rosado de el Greco. Mi alma rebosa de fulgores de ardientes pasiones». El célebre cuadro La oración del huerto de el Greco era afín al estado espiritual de Vigotski, que confiaba en que de él «pasaría esta copa»; no obstante, el clima londinense y la constante tensión emocional socavaron sus fuerzas y, al regresar a Moscú, fue internado con un pulmón colapsado y un pronóstico nada auspicioso.

La libreta de notas del hospital «Zajárino» (cap. 7) contiene la «clave para la psicología humana»: tal es el subtítulo que da Vigotski al plan de su libro Zoon politikon («Animal político», según la definición del hombre propuesta por Aristóteles), cuya primera parte crítica conocemos ahora con el nombre de El significado histórico de la crisis de la psicología (Завершнева, 2009б). Sin embargo, el plan del libro y las notas para él contienen mucho más: los bosquejos de una teoría de la conciencia, que debía partir del reconocimiento del papel rector de la palabra y de la comunicación en el desarrollo de la psiquis humana de tipo superior; los postulados más antiguos hallados hasta hoy de la psicología histórico-cultural, que incluyen el principio de la mediación sígnica; apéndices a Psicología del arte que no fueron publicados (véase también el capítulo 5); reflexiones sobre la naturaleza de la palabra y el problema psicofísico. Todo ello es tanto más notable por cuanto Vigotski estaba imposibilitado para escribir otra cosa que no fueran notas en su libreta, en parte por su estado físico y en parte por el hacinamiento de pacientes en la sala del hospital: las camas estaban muy cerca una de otra, el ambiente no predisponía al trabajo. El día en que fue dado de alto, Vigotski hace su balance personal del tiempo que pasó en el hospital: «Me embargué tanto de la impresión de la muerte en los seis meses que he pasado en esta casa, donde la muerte es un fenómeno tan cotidiano y habitual como el desayuno o la visita del médico, que ahora tiendo a ella como quien está cansado tiende al sueño». Y, pese a ello, se recobró pronto, reunió a sus colegas y dio el paso hacia una nueva psicología que, sobre todo en sus inicios, llevaba el claro sello de las ideas de Marx.

3. Psicología instrumental (1926-1929)

El principio de la mediación sígnica pasa a ser el fundamento del enfoque de Vigotski. Como es sabido, tal enfoque fue presentado en el método instrumental (cap. 9) y en los estudios que utilizaban la operación con signos como equivalente a la operación con herramientas, y estaba ligado a las ideas de Marx acerca de que el hombre, con su trabajo, no solo transforma el mundo, sino su propia «naturaleza primaria». En este estadio de desarrollo de la teoría histórico-cultural, las investigaciones se concentraban en la principal función del signo: servir como medio de transformación de la psiquis natural elemental en una superior, específicamente humana. Se introdujo el concepto de función psicológica superior (así era precisamente la denominación que empleaba Vigotski) como función mediada, voluntaria por su carácter y social por su origen, y el método de doble estimulación para el estudio de todas las funciones psicológicas superiores. Este período está representado, en especial, por las ponencias «El método instrumental» y «El problema de las funciones intelectuales superiores en el sistema de la investigación psicotécnica», el libro Estudios en historia de la conducta (en coautoría con Luria) y el manuscrito Historia del desarrollo de las funciones psíquicas [psicológicas] superiores. La publicación de este último en las Obras Selectas a partir de una fuente desconocida (los manuscritos no fueron hallados en el archivo) suscita actualmente muchas preguntas respecto a la autenticidad de su fecha y composición.

Históricamente, ha sido el período de la «psicología instrumental» y las ideas de Vigotski relacionadas con él las que han gozado de mayor aceptación entre sus seguidores, y las investigaciones contemporáneas entroncadas en la psicología histórico-cultural se apoyan preferentemente en el principio de la mediación sígnica. Por una ironía del destino, al período «instrumental» corresponde una cantidad muy módica de anotaciones en los archivos, pero, por suerte, estas contienen información sobre varias cuestiones que aún no habían sido aclaradas (cap. 9). Por ejemplo, hemos hallado comentarios sobre los resultados de la investigación del desarrollo de la memoria en los niños según el método de Leóntiev (uno de ellos, datado en octubre de 1927, lo hemos incluido en el capítulo 9); bosquejos del manuscrito Historia del desarrollo de las funciones psíquicas [psicológicas] superiores, los cuales, junto con otros documentos, demuestran que este fue escrito entre 1928 y mediados de 1930; también, una nota sobre cómo el propio Vigotski planeaba llamar a su teoría (hasta hoy no había información sobre ello). Sin embargo, la variante «Teoría histórica de las funciones psicológicas superiores», en la que se detiene a finales de los años 1920, no puede tomarse como definitiva, ya que Vigotski seguía desarrollando su teoría y añadiendo nuevos principios a su núcleo duro.

4. Introducción del principio sistémico en la psicología histórico-cultural: período de transición (1930-1931)

Ya en 1929, en sus notas «La psicología concreta del hombre», Vigotski critica toda su anterior estrategia de investigación de las funciones psicológicas superiores en forma aislada y se dirige a la problemática de la personalidad como unidad superior en cuyo marco todas las funciones psicológicas superiores operan mancomunadamente y forman un único sistema. Desde este nuevo punto de vista, la operación sígnica es un recurso técnico de autoorganización de la personalidad, y, si bien el tema de la personalidad volvería más tarde a quedar en la sombra, la necesidad de investigar las funciones psicológicas superiores como un todo organizado regresa en el principio sistémico, que Vigotski introduce en 1930 en la ponencia «Sobre los sistemas psicológicos». Vigotski comienza a estudiar las relaciones interfuncionales que se establecen a través del signo y se focaliza en el proceso de desarrollo sociocultural de nuevos sistemas funcionales inconcebibles en la psiquis de los animales: artificialmente organizados, flexibles y dirigidos a voluntad (cap. 10). Según Vigotski, la composición de esos sistemas se distingue radicalmente en las distintas etapas de la ontogénesis, y sus posibilidades están determinadas por las de la función psicológica superior más desarrollada y dominante. El principio sistémico fue utilizado en el trabajo «El instrumento y el signo en el desarrollo del niño» (en coautoría con Luria), escrito aproximadamente en aquellos años (su datación en las Obras Selectas es errónea), y en Paidología del adolescente (1931), donde este principio se extiende no solo al ámbito de la psicología infantil, sino también a la psicología clínica y a la patopsicología.

Son precisamente dichos ámbitos los que más aparecen en las anotaciones del período de transición. Por un lado, Vigotski propone esquemas de investigación experimental del desarrollo de los sistemas psicológicos en los niños (cap. 10); por el otro, aplica exitosamente el nuevo principio en la defectología, lo que incluye el trabajo práctico con niños con necesidades especiales: mentalmente retrasados y social y pedagógicamente abandonados. Los cuadernos de notas «El desarrollo anómalo del niño» (cap. 11) y «En la clínica del EDI» (cap. 12) contienen las tesis de ponencias y de conferencias internas sobre los problemas del desarrollo infantil, así como las historias clínicas de niños a los que Vigotski trataba personalmente. Señalemos que, hasta hoy, en la bibliografía sobre Vigotski no se describía ni un solo caso de su práctica clínica; en el capítulo 12 se presentan los primeros dos casos, en los que el análisis de la influencia de los factores hereditarios y del entorno en el desarrollo de los niños tiene su punto de partida en la personalidad del niño, mientras que las posibilidades de crecimiento y compensación de las desviaciones son examinadas a la luz del desarrollo cultural de la psiquis superior. Los capítulos 11 y 12 también incluyen materiales de conferencias internas sobre el problema de las emociones, el análisis de los resultados de las investigaciones realizadas por el equipo de Luria en Uzbekistán, etc.

5. Teoría de los sistemas semánticos dinámicos y psicología de la vivencia (1932-1934)

El último período comienza con la radical renovación de la teoría: Vigotski introduce en ella el principio de la estructura semántica de la psiquis superior. Conservando el principio de mediación sígnica, amplia considerablemente su alcance al pasar del estudio de la estructura externa de la operación sígnica en su función instrumental a la investigación de su estructura interna: el significado. Este avance teórico fue preparado por las numerosas investigaciones sobre el desarrollo de los significados de las palabras con el método Vigotski-Sájarov, que en 1932 recibieron una nueva interpretación. Asimismo, Vigotski atravesó una vez más un período de aguda autocrítica y declaro abiertamente que los datos recopilados requerían un cambio sustancial en la teoría (véase los capítulos 15 y 16).

La mención más antigua del principio de la estructura semántica de la psiquis superior data de mediados de 1932 y se refiere al problema de la esquizofrenia (cap. 19); sin embargo, aparece en primer plano a finales de ese año, cuando Vigotski organiza para sus colaboradores cercanos varias conferencias internas, entre ellas, la célebre conferencia del 5 de diciembre de 1932, en la cual, a grandes rasgos, se trazan los lineamientos generales de desarrollo de la teoría histórico-cultural. El contenido de esa conferencia ya era conocido por los resúmenes de Leóntiev y Zaporózhets, que fueron publicados con el título «El problema de la conciencia» (cf. también el resumen de Luria en Лурия, 2014); en esta edición ofrecemos las notas del propio Vigotski, así como una gran cantidad de apuntes vinculados al problema de la conciencia que reflejan las discusiones con sus colegas y la divergencia ideológica con Leóntiev, que empezó a ser notoria a finales de 1932 (cap. 16). En general, aquel año fue tan fructífero que las notas que corresponden a él ocupan seis capítulos (14 a 19).

Es de notar que el giro de 1932 semeja la situación de mediados de 1926, cuando Vigotski comienza a crear una nueva ciencia precisamente a partir de la elaboración de una teoría de la conciencia. Los planes de libros no escritos datados en 1932 se han conservado en los archivos y aquí los reproducimos en el capítulo 16; el análisis de estos y otros documentos demuestra que Pensamiento y habla no era sino un prolegómeno a una teoría de la conciencia que Vigotski pensaba desarrollar en un futuro (Zavershneva, 2014). El estudio del archivo confirma la hipótesis de que la mayor parte de Pensamiento y habla fue escrita antes de 1933; por ejemplo, todos los postulados básicos del último capítulo, con su formulación detallada, aparecen en las notas de 1932 (cap. 20). Además, las reflexiones sobre el nuevo método de investigación de la psiquis y la conciencia, al que Vigotski da el nombre de «método sémico», también corresponden a ese año crucial (cap. 17), cuando el significado fue declarado unidad de análisis del pensamiento verbal y de la conciencia como un todo.

Además de los temas principales de Pensamiento y habla, los planes de los libros no escritos sobre la conciencia incluyen otras cuestiones, por ejemplo, el estudio de la poesía de Velímir Jlébnikov o el problema de la libertad humana. Y, en efecto, desde 1931 el problema de la libertad empieza a adquirir un significado especial; antes Vigotski la examinaba, básicamente, bajo la rúbrica de «voluntariedad de la psiquis superior», pero ahora la libertad le interesa como concepto genérico del que la voluntariedad constituye un caso particular. Vigotski estudia los Cuadernos filosóficos de Lenin, las obras de Marx y Engels (cap. 10), y también recurre a la filosofía de Spinoza, de quien era adepto ya desde la escuela (capítulos 13 y 21). Al desarrollar las ideas de sus antecesores, Vigotski llega a la convicción de que precisamente la libertad de la conducta es el rasgo distintivo del hombre, basado en su capacidad para el pensamiento verbal, y que la perturbación de esa capacidad puede identificarse en todos los casos de desarrollo anómalo o de desintegración de la psiquis (Завершнева, 2015в). «La teoría de Spinoza contiene implicite1 toda la psicología acmeísta [«de las cumbres»], toda la teoría sobre los conceptos, los afectos y la voluntad, sobre la estructura semántica y sistémica de la conciencia que nosotros hemos desarrollado explicite»2, escribe Vigotski en 1933 (cap. 21). Otra fuente filosófica de la renovación de la psicología histórico-cultural es la lingüística clásica alemana, la línea de investigación de Wilhelm von Humboldt, que Vigotski conoció a través de las obras de Aleksandr A. Potebniá (Завершнева, 2016; Bertau, 2014). Su interés constante por la lingüística y sus nuevas corrientes lo lleva a reinterpretar las ideas de Paulhan, Potebniá, Vossler, Iakobsón, Iakubinski y a incluirlos en el marco de su teoría (capítulos 16 y 20).

Sin embargo, muchos planes de Vigotski no estaban destinados a realizarse, en particular, a causa de la creciente presión ideológica ejercida sobre la comunidad científica, entre ella la psicológica. Por ejemplo, durante una discusión sobre su libro Pensamiento y habla en una reunión partidaria, Vigotski fue sometido a una dura crítica ideológica: «empirismo rastrero + mecanicismo», «idealismo en la línea del marxismo-leninismo»; tales fueron las objeciones, en absoluto inocuas, de los participantes de la reunión; en aquellos años, esos términos podían acarrear las más penosas consecuencias. En el archivo se conservan notas escritas por Vigotski durante tales reuniones, así como una carta de justificación llena de aflicción a la Comisión de Purga, que había declarado antimarxista su actividad científica (cap. 18). A comienzos de los años 1930, los nubarrones comenzaron a espesarse sobre la cabeza de Vigotski y sus colaboradores.

Y, no obstante, en 1933 y 1934 los acontecimientos siguen desarrollándose a una velocidad vertiginosa. Vigotski comprende que el estudio de la conciencia per se es una tarea limitada porque la conciencia está abierta al mundo y es inconcebible fuera de los múltiples vínculos entre este y la persona; que, en esencia, la conciencia desempeña el papel de instrumento mediador de la activa relación del hombre con el entorno y que es precisamente esa relación la que debe estudiarse en primer lugar. Vigotski introduce el concepto de vivencia3 como unidad integral de los aspectos personales y del entorno en el estudio de la psiquis; en las obras publicadas, este concepto es parcamente definido, por eso aun los escasos añadidos que aparecen en sus notas son de gran valor (cap. 23). La teoría de la conciencia queda en el nivel de un bosquejo; Vigotski la «saltea» y comienza a elaborar una teoría de los sistemas semánticos dinámicos. En este período, la mayor influencia sobre Vigotski la ejerció el destacado psicólogo Kurt Lewin, con quien entabló un intenso y fructífero diálogo no solo por correspondencia, sino también durante sus encuentros personales (cap. 24). Vigotski reelabora varios postulados de la psicología dinámica y modifica y utiliza para sus fines los métodos experimentales creados por el equipo de Lewin (capítulos 27 y 28). En octubre de 1933, Vigotski señala: «Cf. con los datos de Lewin: asombrosa coincidencia. Pero lo nuevo [en nosotros]: se tiene en cuenta no el campo exterior, sino el interior, semántico». El concepto de campo semántico surge de la transformación de dos conceptos de Lewin —«campo psicológico» y «nivel de irrealidad»— y es definido como un plano semántico de generalización (Завершнева, 2015a;б). Al estudiarlo genéticamente, Vigotski demuestra de qué manera desempeña, en los distintos estadios de desarrollo, su función principal de mediación de la relación del hombre con el mundo y, en particular, permite a la persona transformar la dinámica fluida del pensamiento en la dinámica de la acción y, así, formar la base de la conducta volitiva (capítulos 24 y 28).

En la última serie de documentos de este período, que no han recibido la suficiente atención, Vigotski intenta resolver el problema de la unidad del afecto y el intelecto distinguiendo varios planes de análisis —los sistemas afectivos, el campo semántico, la acción práctica— y demostrando que estos están determinados por regularidades generales tanto de aspecto estructural como dinámico. Los procesos dinámicos que vinculan esos planos fueron trazados según el modelo de la acción significativa libre, que directamente lleva el enfoque histórico-cultural a la problemática de la actividad, a la descripción teórica de las tres esferas fundamentales de la psiquis —sentimiento, pensamiento y voluntad— en el marco de una única teoría del desarrollo de la psiquis superior; sin embargo, dicha teoría solo es esbozada y, tras la muerte de Vigotski, ni siquiera es continuada en las obras de sus más cercanos seguidores. En este sentido, el artículo de Vigotski «El problema del retraso mental», publicado póstumamente, puede ser considerado el manifiesto de la versión final de su enfoque, que los investigadores actuales conocen con bastante superficialidad.

Las nuevas ideas cobran forma tanto en los estudios experimentales del desarrollo y desintegración de la psiquis como en el área de la práctica clínica y defectológica; surge una nueva rama de la psicología: la neuropsicología (cap. 25). Entre los trabajos centrales de este período se encuentran muchas lecciones de psicología infantil y paidología y una serie de artículos de orientación patopsicológica y neuropsicológica. Los cuadernos de notas también contienen nueva información sobre el trabajo de Vigotski con pacientes que padecían trastornos psicóticos, demencia de diversa génesis (los casos de los pacientes Z. y K., capítulos 21, 25 y 28), neurosis (el caso de la paciente O., capítulo 19) y trastornos neuropsicológicos (el caso de la paciente D., capítulo 25). No obstante, el mayor interés, a nuestro parecer, lo representa la libreta «La clínica Donskáia», que incluye notas de las consultas que Vigotski realizaba regularmente en la clínica durante sus últimos meses de vida (allí atendía a niños con dificultades de aprendizaje; las notas se interrumpen el 20 de mayo de 1934). Aquí publicamos, en su totalidad, nueve historias clínicas escogidas (cap. 26) que ofrecen un retrato sociopsicológico muy elocuente del niño desfavorecido soviético de comienzos de los años 1930, así como una muestra característica de los métodos de diagnóstico y corrección del desarrollo infantil utilizados por entonces en la URSS.

No se puede dejar de mencionar tampoco las notas de Vigotski sobre la psicología del ajedrez, únicas en su tipo; Vigotski era un inveterado ajedrecista aficionado y dictó por lo menos una lección junto con el conocido Gran Maestro Beniamín M. Bliumenfeld, como puede verse en el capítulo 22. También son nuevos los materiales de una conferencia interna que tuvo lugar en octubre de 1933 (cap. 23), dedicada a un amplio círculo de temas prácticos; el cuaderno con las notas de la conferencia contiene postulados en los cuales Vigotski ofrece una serie de pasos para reconsiderar el psicoanálisis en el marco de la psicología histórico-cultural y presenta su propia concepción de los procesos inconscientes; se discuten investigaciones sobre la psicomotricidad como movimiento significativo y sobre el carácter a la luz de la idea de vivencia. Un capítulo aparte (el 27) remite a sucesos que no son mencionados en la bibliografía sobre Vigotski: su participación en el trabajo del Comité del Juguete del Comisariado Popular de Instrucción Pública de la República Socialista Federativa Soviética de Rusia (RSFSR). Entre fines de 1933 y comienzos de 1934, Vigotski intervino en las reuniones del Comité con comentarios críticos y con ponencias sobre la teoría del juego y el juguete; sin embargo, sus esfuerzos no influyeron en el funcionamiento de la maquinaria ideológica del Comité, que planeaba crear un juguete «correcto» para la educación comunista de los niños. Los materiales de ese capítulo son una prueba documental de la actividad de Vigotski en diversas organizaciones sociales; Vigotski no solo era investigador, profesor y clínico, sino que también colaboraba con editoriales y revistas científicas, dictaba lecciones públicas, participaba en el trabajo de comités sociales, etc.

Y, para finalizar, el último documento, una suerte de nota-testamento muy penetrante donde aparece el segundo héroe que simboliza el destino de Vigotski, a saber: Moisés, el personaje del Antiguo Testamento que supo conducir a su pueblo desde el desierto hasta una tierra fértil: «Esto es lo último que he hecho en psicología y moriré en la cima como Moisés, quien vio la tierra prometida, pero no puso el pie en ella. Disculpen, queridas criaturas. The rest is silence». Sus palabras de despedida no encierran ya ninguna aflicción juvenil, ni ambigüedad, ni desesperación; están llenas de resignación y, acaso, de la dicha de estar en la cima y saber que hizo todo lo que podía, o casi todo.

Sin embargo, allí donde Vigotski puso punto final, nuestro trabajo apenas comienza; si la psicología contemporánea no quiere ser históricamente miope, deberá dirigirse nuevamente a sus obras conocidas y a las menos conocidas. En este sentido, la publicación de las notas personales de Vigotski es de suma importancia, ya que permite entablar una nueva ronda de diálogo con él: el estilo descuidado de esas ideas escritas para sí mismo, el carácter aforístico de sus formulaciones, crean puntos de contacto en los cuales nuestro pensamiento puede destellar como una chispa que se enciende por el roce contra una superficie irregular. Y ese efecto de ignición caracteriza cabalmente el discurso de Vigotski, que se distingue radicalmente del lenguaje científico formal, incluyendo el actual: él siempre estaba emocionalmente cargado, tenso, polarizado. Vigotski era capaz de ver una pregunta en el estado evidente de las cosas o, en palabras de Goethe, «convertir un postulado en problema». Su aporte a la psicología consiste no solo en la creación de la teoría histórico-cultural (¡como si eso fuera poco para ganarse un lugar en la historia de la ciencia!), sino también en la problematización de la base ontológica de la psicología. Vigotski planteó a la psicología la pregunta por su sentido, pregunta que sigue ocupando a nuestra ciencia, que aún busca sus rasgos distintivos, sus métodos y sus ideas acerca de la naturaleza del hombre. Y, pese a todo, más allá del aspecto puramente científico, hay otro no menos importante y personal: la feliz coincidencia del Vigotski investigador con el Vigotski hombre, cuyo magnetismo atrae hasta hoy a nuevos estudiosos. Esperamos que la edición de estas notas, que revelan facetas desconocidas de la personalidad del eminente psicólogo, sus objetivos y aspiraciones, sea el comienzo de un nuevo período en el estudio de su legado y ayude a formular la teoría psicológica general que Vigotski anhelaba crear.

Ekaterina Závershneva

René van der Veer

1 ‘Implícitamente’ (latín).

2 ‘Explícitamente’ (latín).

3 En ruso, переживание, traducción del término alemán Erlebnis.

Capítulo 1

La tragicomedia de las búsquedas

Este capítulo presenta el manuscrito más antiguo encontrado en el archivo Vigotski. Las notas fueron hechas en un cuaderno escolar en cuya tapa están impresas las siguientes palabras: «Cuaderno de… perteneciente al (a la) alumn… de… grado. Año 191…». En el renglón del año figura escrito, a mano, la cifra 2, lo que permite fechar el contenido del manuscrito en 1912. El texto, escrito con ortografía anterior a la reforma, comprende 20 páginas. La preparación preliminar del documento estuvo a cargo de L. I. Tuzóvskaia.

El manuscrito contiene esbozos para una ponencia dedicada a la interpretación del libro del Eclesiastés (también llamado Qohélet), uno de los más enigmáticos de la Biblia. Los investigadores siguen discutiendo hasta el día de hoy acerca de su autor o sus autores, de su fecha de escritura, de su composición y finalidad, así como de las causas por las que fue incluido en las Sagradas Escrituras. Cabe suponer que el manuscrito «La tragicomedia de las búsquedas» constituye el plan detallado de la ponencia que el alumno Lev Vígodski planeaba leer en una de las asambleas del círculo de estudio de historia judía y filosofía de la historia (sobre este círculo, cf. От Гомеля до Москвы, 2000, pp. 7-11). Por su tono y contenido, las notas recuerdan su artículo sobre Hamlet.

Considerar a Eclesiastés el protagonista de una obra literaria de autor desconocido. Incorrección de ese enfoque. Justificación psicológica de ese enfoque. Los tres períodos en la vida espiritual del hombre según Bielinski.1 Su aceptabilidad para explicar a Eclesiastés (a Eclesiastés «en el tiempo»). Su significado como «marco psicológico». Primer período. La infancia del espíritu. La causa de la crisis. Incompletitud del ser. Gradual desintegración. Segundo período. Desintegración de las ideas teológicas, cosmológicas, psicológicas. La búsqueda del sentido de la vida. Conclusiones. Negación universal, alegría de vivir. La búsqueda de la «justificación del mundo». Tercer período. Regreso al primer período. Similitud y diferencia entre ellos. El significado filosófico y psicológico del tercer período.

El símbolo eterno. Inevitabilidad del primer período. Inevitabilidad de la crisis y la desintegración. Causa de la desintegración. La negación absoluta. Dos salidas. El suicidio. Eternas contradicciones. La tragicomedia de las búsquedas.

«El mundo debe ser justificado en su totalidad

Para que sea posible vivir».

(Balmont, Edificios en llamas)2

«¡Señor, no acepto tu mundo!»

(Dostoievski, Los hermanos Karamázov)

A lo largo de los siglos, el libro del Eclesiastés ha sido un enigma para la humanidad. Su oscuro lenguaje, confuso e incomprensible; una filosofía y unos pensamientos que no guardan entre sí vínculo aparente alguno; por último, su carácter anónimo, que ha obligado, pese a todo, a atribuirlo a un autor bastante definido, una persona enigmática y fantástica rodeada de leyendas; todo ello suscitó que la fantasía popular funcionara en determinada dirección, [indujo] a la inventiva popular a crear una imagen poco verosímil, pero psicológicamente seductora, encantadora. Un gran rey [Tachado: «rey de reyes»], el más sabio de todos los hombres que jamás hayan existido, existen y aun existirán, dueño de todas las riquezas del Oriente, que en la vejez deja su trono y su reino alegando que «todo es vanidad de vanidades, todo es vanidad»; el dichoso seglar, el gran anacoreta: esa es la imagen de la leyenda popular.

Transcurrieron los siglos. Y la crítica, que es incrédula y todo lo verifica, que es no poética y destruye todos los cuentos populares, borró también esa cautivante imagen. Y no ofreció nada a cambio. Separó por siglos la enigmática obra y su aparente autor,3 abordó la <tierna> invención con la fórmula «dos por dos son cuatro, y no cinco», y de la poética imagen del rey-anacoreta no quedó nada. Las invenciones poéticas temen la aritmética. Pero, repito: luego de acabar con la leyenda, la crítica no ofreció a cambio nada que pudiera restablecer la integridad de la obra, que mostrara tras ella a un hombre de carne y hueso. La crítica dice de la obra: «Esas anotaciones que Eclesiastés hacía para sí mismo de vez en cuando no guardan relación alguna entre sí» (Enciclopedia hebrea, tomo IX, art[ículo] «Qohélet», S. Bernfeld).4 La aritmética es a veces indignante. «Dos por dos son cuatro es una cosa insoportable. En mi opinión, dos por dos son cuatro no es más que una insolencia. Dos por dos son cuatro se hace el guapo, se cruza en su camino con los brazos en jarra y lo escupe» (F. M. Dostoievski, Memorias del subsuelo). Después de eso solo resta tratar de descubrir el significado filológico y lógico de las distintas «anotaciones», de rastrear a sus autores; sin embargo, buscar en ellas una imagen integral, a un hombre de carne y hueso, es imposible, pues dos por dos, pese a todo, son cuatro, y no cinco. Ahora bien, el cuento popular no conoce tiempo ni espacio: «en un confín del mundo, en tierras muy, muy lejanas…», he ahí el lugar de la acción; «hace mucho, mucho tiempo, en tiempos inmemoriales…», he ahí el tiempo en que sucede.

E incluso si supiéramos a ciencia cierta que un cuento popular es falso, ¿pierde acaso por ello su interés para nosotros? ¿Acaso no es atrayente la mentira? Pero si la aritmética es tan necesaria, pues que así sea: el libro del Eclesiastés es una invención poética. El autor, independientemente de quién fuera, escogió como protagonista de su novela a un rey rico y amante del lujo que, al final de su vida, tras haber conocido todos los bienes de este mundo, llega a la conclusión de ese lujo no vale nada. No se trata de una falsificación literaria, sino de una imagen literaria que persigue el fin de conferir a las propias expresiones la forma más adecuada (ibid. Steinthal. Zu Bibel und Religionsphilosophie <II>).5 Este es también el enfoque de la nueva crítica; a decir verdad, es poco plausible (¡dos por dos, pese a todo, son cuatro!), pero intenta conciliar la leyenda con la crítica que la destruye.

¡Sí, dos por dos son cuatro! Creo firmemente en ello. Pero, por lo visto, hay algo en ese libro misterioso que, por siglos, nos ha obligado a ver en él a un hombre de carne y hueso. Posee, por lo visto, todos los rasgos psicológicos de un espíritu humano vivo e íntegro. Son esos rasgos psicológicos los que inducen a considerar a Eclesiastés un hombre de carne y hueso, el protagonista de una obra literaria que cuenta con todos los atributos de la vida espiritual. Intentaré comprender la vida de ese espíritu y, si bien el objetivo que me propongo es muy distinto, mostrar la existencia de esos rasgos psicológicos.

«Para todo hombre hay un período de infancia o de esa inconsciente armonía entre su espíritu y la naturaleza, como consecuencia del cual la vida para él es dicha aun si no es consciente de esa dicha. […] Ese estado es el de la infancia moral, tras el cual sobreviene sin falta la desintegración. […] El hombre ya no se contenta con la conciencia natural y el simple sentimiento: desea conocer. […] Esta es una ley inmutable […] para el hombre. […] Pero salir de esa desintegración carente de armonía para pasar a la armonía del espíritu, mediante la lucha interior y la conciencia, solo les es dado a los mejores» (Bielinski, tomo I[II], artículo «Hamlet, el drama de Shakespeare y Mochálov en el papel de Hamlet»).6 Estos son los tres períodos de la vida del espíritu: infancia y satisfacción espiritual de sí mismo; desintegración y falta de armonía; armonía espiritual. De diversas maneras, estos tres períodos los experimentan todas las personas. Y estos mismos tres períodos de la vida del espíritu son los que distingo en Eclesiastés. Todas las contradicciones son explicadas y un manifiesto vínculo interno aparece cuando se examina al Eclesiastés no de un solo período, sino de los tres; cuando se lo examina, por así decir, «en el tiempo». Es ese vínculo interno el que intentaré revelar.

Me apresuro a formular una reserva. A esos períodos, desde luego, no se les debe dar ningún significado especial. Solo sirven de marco psicológico para examinar a Eclesiastés en el tiempo. Es una división para facilitar el estudio. Y, por supuesto, esos períodos no tienen límites precisos. Constituyen la infancia, adolescencia y madurez del espíritu. Paso a analizar los tres períodos de la vida de Eclesiastés.

El rey de Israel emprendió grandes obras: construyó palacios, plantó viñas, se hizo huertos y jardines, plantó en ellos árboles frutales, se hizo estanques para regar los jardines, adquirió siervos y siervas.7 <…> Se engrandeció y creció en sabiduría sobre todos los que fueron antes de él en Jerusalén, y su corazón percibió mucha sabiduría y ciencia.8 Y, con todo ello, la gran alegría del corazón, el júbilo del espíritu, la azul serenidad.

Sin embargo, tras el período de la infancia del espíritu y de la satisfacción de sí mismo suscitada por la armonía con la naturaleza, sigue sin falta la desintegración, la falta de armonía del espíritu con la naturaleza.

Esta es una ley inmutable para el hombre. Y cuanto más intensa sea la dicha y la satisfacción de sí mismo del espíritu, tanto más terrible es la desintegración, tanto más penosa es la lucha interior. Y la raíz de esa desintegración reside en la dicha, en la integridad. Miró Eclesiastés todas las obras que habían realizado sus manos, el esfuerzo que le habían costado, y he aquí que, de pronto, todo es vanidad y no hay ningún sentido en ellas. Y aborreció todo el trabajo que había hecho debajo del sol, pues tendría que dejárselo a otro que vendría después de él.9

El primer golpe es el que más duele, y el primer trueno, el que más asusta. Ha desaparecido la gran alegría de la vida. Presa de una angustia vaga e inquietante, decidió en su corazón inquirir y buscar con sabiduría sobre todo lo que se hace debajo del sol; este penoso trabajo dio Dios a los hijos de los hombres, para que se ocupen de él.10

Y vio el rey que para el hombre no tiene provecho todo el trabajo con que se afana bajo el sol, pues una generación va y otra viene, pero la tierra siempre permanece. Que todo ser tiene un límite y la muerte es inevitable. Que todo tiene su tiempo, y todo lo que se quiere debajo del cielo tiene su hora. Que todas las cosas son fatigosas más de lo que el hombre puede expresar; que nunca se sacia el ojo de ver, ni el oído de oír.11

Esa es la causa de la desintegración: la incompletitud del ser.

Las tres partes de la ponencia. Leyenda popular. Enfoque de la crítica: lo considera el protagonista de una obra literaria de autor desconocido. Justificación psicológica de ese enfoque. Tres períodos de la vida espiritual del hombre según B[ielinski]; su aceptabilidad para explicar a Eclesiastés. Eclesiastés «en el tiempo». Su significado como «marco psicológico». I período. La infancia del espíritu. Riqueza, sabiduría, alegría de vivir. Causa de la crisis: r[ique]za-incompletitud del ser; sabiduría-tragedia de Fausto. II período. Desintegración. Decepción. Conocimiento.

La tragicomedia de las búsquedas. ¡Señor, no acepto tu mundo! Me gustan las hojas pegajosas en primavera.12 Iván Karamázov.

La tragicomedia de las búsquedas: nombre general de la ponencia.

Epígrafes: ¡Todo esto sería gracioso

Si no fuera tan triste! (M. I. Lérmontov)13

Es ist eine alte Geschichte

Doch bleibt sie immer neu.14

Primera parte: Eclesiastés.

Segunda parte: El símbolo eterno.

Así llegó Eclesiastés a la negación total y universal. «Vanidad de vanidades, todo es vanidad»; una filosofía simple, una percepción del mundo estrecha y una comprensión del mundo superficial. Pero terrible. Eclesiastés se horrorizó. Aquí está ese «muro místico» más allá del cual no se puede ir. Aquí hay dos caminos, o una innumerable cantidad de caminos. Hasta este muro llegan todos por diferentes vías, aquí todas las vías se entrecruzan y luego se separan para no encontrarse nunca más. Hablo de Eclesiastés como de un símbolo eterno y del camino de Eclesiastés desde el «muro místico» a la muerte, del terrible camino de la muerte del espíritu, de la muerte de las búsquedas; y al fin, uniendo los caminos de todos hasta el muro con el camino de Eclesiastés (haciendo una excepción —irrelevante— para los suicidas), demostraré que la vía que conduce del muro a la muerte es, en rigor, un mismo y único camino para todos, el camino de Eclesiastés. En este sentido, podría dar a mi ponencia el título: «El símbolo eterno». Demostraré que la tragicomedia de las búsquedas de Eclesiastés es la tragicomedia eterna y universal de nuestras búsquedas.

Dos períodos en la vida del espíritu humano, los períodos de desintegración y de última armonía, interesantes no tanto por los puntos culminantes de su desarrollo, no por los momentos de completa desintegración y no por los momentos de definitiva reconciliación, sino por sus orígenes. He estudiado el origen del período de desintegración y le doy una gran importancia, puesto que determina el carácter del período subsiguiente; ahora examinaré el origen del período de reconciliación.

Quiero hacer una pequeña digresión y decir unas palabras sobre la ley psicológica de la atracción de los opuestos. Eso me facilitará abordar la explicación de la crisis de Eclesiastés, pues en ella veo un caso particular de esa ley. Una vez hecho eso, intentaré vincular dicha crisis con otra crisis primera, señalar su causa común, y luego vincular todos los períodos de la vida de Eclesiastés con el hilo conductor que atraviesa toda su vida espiritual.

La ley de la atracción psicológica por el opuesto: no podemos dar otro nombre a ese fenómeno extraño, pero que se repite con suma frecuencia y precisión matemática, de la vida del espíritu.

Si uno es [Tachado: «un devoto escéptico»] un ateo convencido, entonces, según Dostoievski, uno es un hombre muy creyente. El propio Dostoievski, después de la rebelión de Iván Karamázov, busca una resignación completa. «¡Señor, no acepto tu mundo!», proclama por boca de Iván Karamázov. «Resígnate, hombre orgulloso», se dice a sí mismo (a Iván Karamázov) en el discurso sobre Pushkin.15 Garshin, un demente con el alma envenenada con el veneno de la flor roja, con el alma en poder de la demencia y del caos, como señaló Chukovski, quería ser contador.16 Y siempre sintió atracción por los números, por el cálculo. Los números lo atraían porque su alma era un caos. «Ustedes dicen que yo estoy loco, pero el número de fusil del soldado Ivanov era 18375» (Palabras de Chukovski).17 Me apuro a repetir: esta ley, como se ve por mis ejemplos, es algo unilateral, empuja al hombre del reverso al anverso de la moneda, de la demencia a los números, de la rebelión a la resignación, y no a la inversa.