Cuba. Justificación de su guerra de independencia - Rafael María Merchán Pérez - E-Book

Cuba. Justificación de su guerra de independencia E-Book

Rafael María Merchán Pérez

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Beschreibung

Cuba. Justificación de su guerra de independencia es la obra cumbre que resume el desenvolvimiento que se produjo en el pensamiento político de Rafael María Merchán Pérez, uno de los intelectuales cubanos más importantes de la segunda mitad del siglo XIX. Los materiales que conforman el texto fueron escritos en su primera parte y en la versión original a mediados de 1895, cuando contaba con cincuenta años de edad y con una amplia experiencia política e intelectual, luego publicado en Bogotá, Colombia, en 1896. "La obra mencionada [como expresa el prologuista] me resultó atractiva, particularmente porque no se trataba de un texto que escondiera la finalidad política de su trabajo intelectual. Además, durante la búsqueda de datos sobre el escritor, me encontré que junto a su trayectoria como intelectual había una destacada trayectoria como político, sobresaliendo allí su vínculo con la lucha independentista de 1868".

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Seitenzahl: 419

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Edición y corrección: Lic. Natividad Alfaro Pena

Diseño de colección: Marta Mosquera

Diseño de cubierta: Sergio Rodríguez Caballero

Conversión a ebook: Idalmis Valdés Herrera

 

 

Primera edición, 1896

Segunda edición, 1961

Tercera edición, 2021

 

 

© Rafael María Merchán Pérez, 2021

© Sobre la presente edición:

Editorial Oriente, 2023

 

 

ISBN 9789591113184

 

 

Instituto Cubano del Libro

Editorial Oriente

J. Castillo Duany no. 356

e/ Pío Rosado y Hartmann

Santiago de Cuba

[email protected]

www.editorialoriente.wordpress.com

www.facebook.com/editorialorienteoficial/

Índice de contenido
A manera de prólogo. Rafael María Merchán y su producción historiográfica independentista
I. Merchán dentro de la situación política cubana
II. La honra de España en Cuba (1871)
III. Cuba. Justificación de su guerra de independencia (1896)
Agradecimiento
CUBA. JUSTIFICACIÓN DE SU GUERRA DE INDEPENDENCIA
Sentencias sobre la Administración española en Cuba
Introducción
I La corrupción administrativa
II La corrupción administrativa (Continuación)
III La deuda
IV Los negros y los extranjeros
V Población. Razas. Inmigración
VI La ingratitud de los cubanos
VII Azúcar, mieles y alcoholes
VIII El tabaco
IX El comercio
X La administración de justicia
El mal sistema
Confesiones de impotencia
Vencidos en la lucha
El diablo predicador
La corrupción en la cumbre
XI La criminalidad
XII La enseñanza primaria
XIII La enseñanza superior
XIV Moneda y bancos
XV El sufragio
XVI El régimen municipal y el provincial
XVII Los cargos públicos
XVIII La leyenda de los subsidios
XIX Cuba no es carga para España
XX Presupuestos. Tributación
XXI Presupuestos. Gastos
XXII El Pacto del Zanjón
XXIII Las profecías siniestras
XXIV La destrucción de propiedades
Los incendiarios
XXV Los autonomistas. Su pasado
XXVI Los autonomistas. Su presente y su porvenir
Nota
Apéndice
Sinopsis
Bibliografía
Publicaciones periódicas
Fuentes documentales
Datos de autor

A la memoria de mi amada madre Raudelina Valdés de Oro,por su infinito amor y apoyo permanente.

A manera de prólogo. Rafael María Merchán y su producción historiográfica independentista1

Dentro del estudio de la producción escrita sobre las guerras de independencia en Cuba, ya sea de la efectuada entre 1868 y 1878, o la del período 1895-1898, existen dos grandes vertientes. Por un lado, está la interpretación que los españoles dieron al fenómeno y, por otra parte, aquella que refleja el punto de vista hispanoamericano acerca de la lucha independentista. Se trata de visiones encontradas que intentaron imponerse como las poseedoras de la razón, siempre con la finalidad de apoyar aquellos proyectos políticos con los cuales los autores se sintieron identificados. Ubicado en el panorama formado por las obras representativas del grupo hispanoamericano, hallé el caso de una que me llamó la atención por la intencionalidad que marcaba desde su título mismo. Me refiero a Cuba. Justificación de su guerra de independencia.2Su autor, Rafael María Merchán, es uno de los intelectuales cubanos más importantes de la segunda mitad del sigloxix, lo cual es un elemento notable para incorporarlo dentro de un trabajo cuyo objetivo es explicar la influencia de la independencia de Cuba en los intelectuales españoles e hispanoamericanos. La obra mencionada me resultó atractiva, particularmente porque no se trataba de un texto que escondiera la finalidad política de su trabajo intelectual. Además, durante la búsqueda de datos sobre el escritor, encontré que junto a su trayectoria como intelectual había una destacada trayectoria como político, sobresaliendo allí su vínculo con la lucha independentista de 1868. El conjunto de estos factores me motivó a elaborar esta presentación dedicada a Merchán y su historiografía independentista.

I. Merchán dentro de la situación política cubana

El 2 de noviembre de 1844 nació Rafael María Merchán, en la villa de Manzanillo (Departamento Oriental). Hijo del licenciado en Medicina y Cirugía Sr. Manuel Merchán, natural de Bogotá, y de Encarnación Pérez, nativa de Bayamo, villa tambiénperteneciente al mencionado Departamento.3Se destaca dentro de sus datos biográficos la vinculación quetuvo a muy corta edad con las actividades de imprenta, precisamente en la tipografía del Sr. Francisco Murtra;4asimismo, se habla sobre su ingreso al seminario de Santiago de Cuba en 1860, el cual más adelante abandonaría. A mediados de esa década estaba de nuevo en Manzanillo ejerciendo labores de profesor y periodista, manifestando ya sus deseos —precisa Domingo Figarola-Caneda—de “obtener para su patria todas las mejoras morales y materiales necesarias”. A la edad de veintitrésaños se traslada a La Habana.

En ella comenzó por ingresar como profesor en uno delos mejores colegios de la época [el Colegio de Santo Tomás], reanudando su propaganda en favor de la Independencia, ya que con elfracaso de la Junta de Información que fue llamada a España por Cánovas del Castillo, había desaparecido también hasta la más leve esperanza de obtener reforma algunasino por el medio de las armas.5

Luego de los fallidos intentos anexionistas de mediados de siglo, se adopta en Cuba el reformismo como la tendencia política por seguir. Entre sus más distinguidos miembros estarían Miguel Aldama, José Morales Lemus y José Manuel Mestre, miembros destacados de la oligarquía criolla. Estos, asociados con otros amigos más, intentaron fundar un periódico en Madrid, con el pensador José Antonio Saco al frente de él. El plan fracasó a causa de los altos costos que implicaba la empresa, por lo que hacia la mitadde 1862se empieza a pensar en que el órgano del reformismo debía radicar entonces en La Habana. José Morales Lemus y Miguel Aldama son las figuras más importantes en el intento, sobre todo Aldama, cuyo poderío económico era verdaderamente alto. Ello le marcaba como el responsable natural del proyecto; sin embargo, debido a la dedicación que debía dar a sus ocupaciones, se toma la decisión de nombrar a Morales Lemus como encargado de continuar con esa empresa. Se compra el periódicoEl Siglo,fundado en 1862 por José Quintín Suzarte, quien, falto de recursos, lo vendió “a una sociedad anónima formada por Morales Lemus, Aldama, Antonio Fernández Bramosio, José Valdés Fauli, Mestre y Pedro Martín Rivero”.6Aldama haría el mayor aporte económico. Así, ese medio de información se convierte entonces en el vocero del reformismo encabezado por un grupo de criollos con gran poderío económico en la Isla.

La presencia del periódico, así como la simpatía reformista quemostró el general Domingo Dulce (gobernador de la Isla entre el14 de diciembre de 1862 y el 31 de mayo de 1866), influyeronpara que se lanzara la convocatoria del 25 de noviembre de 1865 através de la cual sepudiera reunir en Madrid una Junta Informativa7formada por 22 representantes electos de Cuba y Puerto Rico, y 22 porel Gobierno español, para discutir las reformas que convendrían a la vida de ambas islas. El fracaso de esa práctica política llevó a que se acrecentara la aspiración por la independencia.

A finales de 1867, Francisco de Frías, mejor conocido por su título de conde de Pozos Dulces, quien fungía como director deEl Siglo,fue al afamado Colegio de Santo Tomás para buscar a Merchán, luego de que este había logrado estimular una excelente polémica periodística a raíz de un artículo que publicó con el seudónimo de Huberto en el que censuraba los “castigos corporales en los establecimientos dedicados a la enseñanza de la niñez”. Así fue como Merchán se ganó la invitación a ser parte de los escritores del periódico mencionado, el cual, después de haber cambiado su nombre por el deLa Opinión,y más tarde ser sustituido porEl País,desaparecería finalmente en diciembre de 1868.

Al estallar en 1868 el levantamiento que en favor de la independencia encabezó Carlos Manuel de Céspedes, episodio que la historia identificaría como Guerra Grande, la labor de Merchán fue intensa dentro del grupo de loslaborantes,8llamados así quienes conspiraban contra el Gobierno español.

Decretada la libertad de imprenta por el general Dulce, bien se supone que era Merchán de los más llamados para usar de ella a fin de proseguir la defensa de sus ideales; y aunque lo hizo primero enLa Verdady después enEl Tribuno, pronto tuvo que emigrar a los Estados Unidos para salvarse de una muerte segura, pues también era de los primeros que sin duda hubieran sido presos.9

Mientras que Merchán continuaba sus labores en los EstadosUnidos, en Cuba, conforme la “Circular del 20 de abril de 1869”, se le embargaron sus bienes. Posteriormente se publicó en la Gaceta de la Habana, del 26 de noviembre de 1870, “su sentencia de muerte en garrote, fallo recaído en el consejo de guerra celebrado el día anterior para juzgar a muchos cubanos prominentes”. Junto a Merchán había más sentenciados, entre los que se encontraban Miguel Aldama, José Manuel Mestre, Hilario Cisneros y José María Céspedes.10

II. La honra de España en Cuba (1871)

En 1871 se publica el libro La honra de España en Cuba,por un cubano,11en el cual se argumenta que la honra españolase hará más digna con el reconocimiento de la independenciadeCuba. La intención del texto es demostrar que, por motivos de honra y para conservar sus intereses presentes y futuros, estaba en la conveniencia y el honor de España aceptar la separación de la isla de Cuba. Merchán informa que su obra se inició en 1869 como un ensayo, para luego, seguramente, continuar su trabajo hasta conformar el libro en cuestión.

En este libro de Merchán se busca una comunicación con los que se denominan “españoles honrados”, es decir, “los que constituyen la única y verdadera honra del nombre español, porque no tienen cerrados sus ojos a la verdad, ni su entendimiento a la razón, ni su corazón a la justicia”;12quienes, a pesar de las desventuras de España, todavía sueñan “con un hermoso porvenir”. Son únicamente esos españoles los que deben leer esas páginas, pues solo ellos meditarán sobre lo que reclama Merchán y llama “los sufrimientos que nos ha hecho devorar el pueblo español”. Los lectores esperados son los que supone honrados en cuanto que actuarán con rectitud e imparcialidad ante la ley, el orden y la justicia. Merchán se preguntaba entonces: “¿Será crecido o corto el número de nuestros lectores? El tiempo lo dirá. No nos toca a nosotros responder”. El tiempo respondió que el número fue corto. A pesar de la duración que tuvo el movimiento, es decir, aun cuando el proceso se mantuvo durante diez años, la firma de la Paz del Zanjón en 1878, así como la proyección que tuvo tal arreglo, fueron en contra de los objetivos planteados al inicio de la lucha política. No hubo un cumplimiento de las promesas ofrecidas por los representantes gubernamentales españoles.

Se trata de una obra con una réplica a la política de ciertas figuras españolas que suponían el mejoramiento de las condiciones cubanas, luego de la revolución de 1868 y de la experiencia republicana española. La referencia a Emilio Castelar es ejemplar, ya que a través de él se acusa la política española de los revolucionarios que en la península manejan la opción de “sublevarse en favor del derecho”, pero condenando tal opción cuando se quiere adoptar en los territorios distantes del Caribe.

La reflexión central del texto es aquella que se desenvuelve alrededor de la preocupación por saber “si son justas o no las causas que han motivado la Revolución Cubana”. Para ello, se parte de una idea de actuar con justicia, aduciendo el autor que de no existir esa nunca hubiera puesto su pluma en defensa del movimiento, pues se trata de una pluma que, según el propio Merchán afirma, “jamás ha sido empleada en defensa de la sinrazón”.

Entre las razones por las cuales se originaría el descontento cubano y sus actos pro independentistas, se señalan situaciones manifestadas durante treinta años de vida colonial. El autor menciona en primer término los obstáculos contra la representatividad cubana que se quería alcanzar mediante la presencia de sus diputados ante las instancias de gobierno en Madrid, y que en 1837 se hicieron patentes; luego apunta sobre el “Gobierno absoluto” con el que los representantes coloniales, como Tacón, Concha, O’Donnell y Lersundi, normalmente actuaban; señala la imposiciónarbitraria de contribuciones, así como el abandono en la agricultura, la educación, los derechos políticos de la sociedad cubana, termina con el nuevo desaire que en 1867 se haría a los comisionados antillanos que promovían una reforma en las colonias, y con la falta de libertad de expresión mediante la represión dirigida a la prensa.

Con esa enumeración de razones se explica que el mantener una lucha separatista es una necesidad que debía continuarse, a pesar de la existencia de un nuevo gobierno en España. En 1868 un movimiento revolucionario depuso al gobierno monárquico y se llegó a creer que se terminaba con los motivos del descontentocolonial. Sin embargo, se consideró que los deseos de independencia tenían sus orígenes en muchos años de opresión, que ya se había trabajado mucho contra esa cuestión y que no se consideraba pertinente detener el movimiento bajo el argumento de que había un nuevo régimen. “No, nuestra Revolución no es contra el día de hoy, sino contra el de ayer. Cuando creéis que estamos combatiendo el presente, os equivocáis: lo que nosotros combatimos es el pasado”. Además, no se estaba ligado por ningún elemento con el nuevo gobierno, el que tampoco había realizado bien alguno en favor de la Isla, motivo por el cual se podría explicar el olvido de “los dolores del pasado”.

Así entonces, para mostrar que Cuba sí contaba con razones para sublevarse contra España, Merchán dedica un apartado especial, en el cual marca que cuando se creía que el hecho de la caída de Isabel II daba paso a un Gobierno Provisional revolucionario, no suponía la automática terminación de un deseo independentista cubano. De acuerdo con el texto, la cuestión era de la colonia con la metrópoli, del pueblo oprimido contra el pueblo opresor; en sí, de Cuba contra España. El cambio de gobierno no era tomado como razón para continuar con el objetivo de terminar con la dominación española.

El deseo de Merchán es el de contradecir el punto de vista de quienes pretendían demostrar que la pérdida de Cuba sería la ruina de España. Para el intelectual cubano es necesario demostrar que se encuentran en un grave error aquellosespañoles que creen tan dependiente a España de la isla cubana y que ven la emancipación como la ruina de aquella. En tanto que es defensor de la idea de que la independencia de Cuba no es un mal para España, su objetivo, entonces, se convierte en el de convencerlos de que Cuba independiente es más útil que Cuba colonial. En el texto, Merchán denota su preocupación por cumplir esa labor de convencimiento ideológico, con lo cual además agrega alguna información sobre su trabajomismo:

Sobran entre nuestros compatriotas quienes pudieranllevar a cabo este trabajo con mayor lucidez; pero no tenemos noticia de que ninguno lo haya emprendido,ni piense emprenderlo, y por esta razón nos decidimos a dar a luz este modesto ensayo, que comenzamos en1869, que las enfermedades, los viajes, los sufrimientos de la emigración y la esperanza de que mejor contadas plumas nos relevaran de concluirlo, han interrumpido y retardado mil veces. Lo publicamos sin pretensión alguna. Si puede inducir a algún escritor ilustrado a desenvolver el mismo tema con mejor acierto, nos daríamos por bien recompensados. Si puede contribuir a disipar algún error en el ánimo de nuestros enemigos políticos, nos daríamos la enhorabuena por ello, y por la paz de nuestra querida Cuba.13

Cuando se refiere a las condiciones peninsulares que le permiten hablar de España como una nación próspera y rica, para lo cual hace una referencia a la agricultura, la industria y el comercio españoles, señala una más de sus fuentes. Aparece la mención a don Fernando Garrido, autor de La España contemporánea (página 35). De esta obra no ofrece dato editorial alguno; sin embargo, repara en su intención de usar fuentes españolas como una muestra de que no quiere levantar “la menor sombra de sospecha” de usar palabras de quien supuestamente debería tener mayor credibilidad, por el hecho de que “sobre ser español es diputado a Cortes”.

Para lograr su tarea, Merchán presenta una serie de objeciones a través de las que contradice las afirmaciones en las cuales los españoles se basaban para justificar la continuación de su presencia en las Antillas. La primera de esas objeciones es la que se opone a aceptar la afirmación de que en tanto España conquistó, pobló y civilizó a Cuba; luego entonces, tiene derecho a poseerla. Su argumento estriba en decir que si bien fue un derecho que correspondió a la España imperial, también debe aceptarse la caducidad de todo derecho, así como la aparición de nuevos, entre los cuales señala el “derecho a sublevarse”, que como derecho de la razón se usa ante el derecho de la fuerza, ante el derecho de la conquista.

También objeta contra la creencia de que España saldrá menguada si es desalojada de Cuba por la fuerza, pues, por el contrario, piensa en que España saldrá fortalecida luego de efectuar una decisión acertada, dejando “bien puesto su nombre en el Nuevo Mundo”. Sostiene que, por deber, por dignidad y por su honor nacional, España debe reconocer voluntariamente la independencia de Cuba, en los momentos mismos en que, como ella dice, está segura de triunfar”.

Tampoco está de acuerdo en que sería una vergüenza la pérdida total del gran territorio descubierto por los españoles, ya que el avance de los ideales libertarios es inevitable, imponiendo sí como vergonzoso un deseo de dominación a través del exterminio y la muerte. La decisión española de no permitir la separación de Cuba de la metrópoli se pretendía fundamentar en la idea de que la colonia había alcanzado su desarrollo gracias a España. A esta afirmación se opone, diciendo que el progreso cubano se efectuó a pesar de la metrópoli, pues siempre el Gobierno peninsular practicó políticas que beneficiaban solo a algunos sectores locales.

Una objeción más es la que dedica a la creencia de que la revolución cubana tenía un origen foráneo, ante lo que Merchán sería tajante al decir:

Esto es una falsedad. Nuestros enemigos la inventaron para engañar al mundo, haciéndole creer que aquel movimiento no es político, sino de unos cuantos bandidos, y que España tiene derecho, por eso mismo, para desplegar contra ellos un lujo de crueldad. Pero nuestros mismos detractores nos facilitan argumentos para destruir su aserción. Téngase presente para confirmarlo, el trozo de la carta de Pérez Calvo en que dice que los cabecillas de la insurrección han salido de las universidades, colegios, institutos, academias de medicina y bellas artes, liceos, etc., etc., y pide que se nos excluya de todo empleo público, y se nos prive hasta de educación(La honra...,p. 120).

El autor afirma que, si bien los antecedentes no fueron del todo fuertes, sí marcaban la existencia de un terreno ya preparado para manifestar los deseos de cambio. La remembranza de las conspiraciones de las sociedades secretasde la Cadena, los Soles y los masones del rito York (1820), la del Águila Negra (1830), las desgraciadas tentativas de Narciso López, y de Pintó, las sublevaciones de Puerto Príncipe, Bayamo, Trinidad, los trabajos del padre Varela y la enseñanza de don José de la Luz y Caballero, se presentan como elementos que llevaron a que Carlos Manuel de Céspedes se ubicara como líder, alrededor de quien se agruparían todos sus compatriotas seguidores del ideal independentista. Así respondía Merchán a la acusación de que la insurrección era un producto de intereses del exterior cubano.

Además de la señalada opinión de que en Cuba no había motivos para el levantamiento, también se llegaba a denunciar que los cubanos no tenían ningún sentimiento en contra del Gobierno español. Para responder a tal afirmación, Merchán menciona el caso de la deportación numerosa que de cubanos se realizaba desde el inicio de la guerra hacia la isla Fernando Poo y a España; se refiere a “la larga lista de confiscados cubanos” en la que aparecen nombres de personas de distinta posición intelectual, social y económica, así como de individuos totalmente desconocidos, pero al final de cuentas todos cubanos.

Objeta también la idea de que exista sobre Cuba una deuda que difícilmente España podrá pagar. Su punto de vista es reflejado en la cita siguiente:

La deuda antigua fue ocasionada por los gastos de las expediciones a México y Santo Domingo, acerca de lo cual no creemos esté de más insertar aquí lo que costaron, año por año:

En 1861          $ 199 079

En 1862-63     $ 1 776 825

En 1863-64     $ 2 791 788

En 1864-65     $ 3 370 475

Total                $ 8 138 475

Sea como fuere, el hecho es que existe una deuda considerable: y aunque toda ella debiera ser mirada por España como deuda nacional y no provincial, particularmente la ocasionada por las expediciones aMéxico y Santo Domingo; lejos de ser eso un obstáculo, es una razón más para que España continúe malbaratando dinero guerreando contra Cuba.14

Pese a su postura de abierta lucha contra España, existe una muestra de que el asunto de la deuda podría negociarse mediante una cláusula o convenio al momento de que España y Cuba negociaran el reconocimiento de la independencia de esta.

Su última objeción la hace sobre la idea de que con la emancipación, Cuba será absorbida por la influencia sajona. Su propuesta es la del reconocimiento independentista como mecanismo para evitar que con la destrucción bélica de la Isla se presenten condiciones para que capitales extranjeros, principalmente “americanos, por ser los más próximos y los que más la conocen”, trabajen en el sentido de sumar un estado más a la unión americana. Pero en una especie de amenaza anuncia la posibilidad de adoptar posturas que, en caso de no lograrse la independencia, no beneficiarían en nada a los españoles. Como ejemplo dice: “Nosotros prevemos esto: quisiéramos ser independientes, es claro; pero si el destino nos pone en la dura alternativa de seguir dominados por España o entrar en la comunidad americana, preferiríamos, aunque con dolor, lo último. Todo, menos arrastrar otra vez la cadena que hemos roto”.15

Las conclusiones de Merchán son las siguientes. Primero, que la sublevación contra España es justificada, ya que la tiranía impuesta por ella fue constante y repercutió en el sentimiento cubano hacia aquella; que la revolución del 68 en España no era motivo para que dejara de pensarse en laindependencia de Cuba; que el proceso independentista seráun bien para España, al imponerlo —de manera demasiado optimista, al fin con sentido político— como elemento que influya en recuperar la grandeza de aquella nación; que además será un beneficio para los súbditos españoles; y “Que la honra nacional de España, en vez de padecer y amenguarse por la independencia de Cuba, solo brillará con la pureza y dignidad a que debe indudablemente aspirar, reconociendo inmediatamente a la nueva República”.

Antes de concluir este texto, es prudente comentar la maneracomo Merchán apoya sus aseveraciones. Una referencia especial es la que hace de un folleto titulado Vindicación, cuestión de Cuba, “por un español cubano”, del cual dice que es editado en Madrid y que pensaba reproducir “algunos de sus brillantes párrafos; pero está todo él tan bien escrito, que para satisfacer nuestro deseo hubiéramos tenido que copiar todo, y es más extenso que el nuestro. Exceptuando la solución autonómica, que propone para Cuba, y que nosotros no aceptamos, es muy digno de nuestra recomendación. Los españoles imparciales no debieran dispensarse de leerlo”.16Otra fuente más es la de Pezuela, al que se refiere por su “proyecto de nuevos Presupuestos en 1865”; además, menciona los presupuestos del 68-69, el Diario de la Marina,así como la Gaceta y El Imparcial,ambos de Madrid. En sí, puede afirmarse que las fuentes que se manejan en La honra de España en Cuba son en gran parte de origen periodístico.

En 1872, Merchán se traslada a Europa, donde se encuentra con José Antonio Saco, quien, al estar trabajando en la elaboración de su monumental y erudita Historia de la esclavitud desde los tiempos más remotos hasta nuestros días,recibe la ayuda de Merchán.17A finales de 1874 ya se hallaba viajando a Colombia, pues Francisco Javier Cisneros le ofrecería el puesto de secretario en la sociedadconstructora de una línea de ferrocarriles en Antioquia.El 11 de noviembre desembarcaba en Cartagena de Indias.

Si bien en la guerra iniciada en 1868, Merchán defendió el independentismo, luego de pactarse la paz no tomó como posible el desarrollo de esa tendencia, por lo que prefirió apoyar a la instancia autonomista que en esos momentos parecía más viable. No creía encontrar condiciones claras para una lucha separatista. Más adelante afirmó que llamar al pueblo a las armas para luchar por la independencia, además de no ser una responsabilidad que le competía, era como una invitación a la muerte. Para él, “El sacrificio personal no lo borra todo; no basta morir, es preciso saber cuándo y para qué se muere; de otro modo no tendremos sino la sublime pedantería del cadalso”. En la década de los ochenta se apuntó por seguir la opción del recurso de la lucha dentro de la legalidad, es decir, la de aliarse con la lucha autonomista. Pero aun cuando consideró la imposibilidad de la revolución, afirmó que existía la necesidad de empezarla, de unir esfuerzos para trabajar por la libertad de Cuba. Mientras tanto, declaró que era preciso continuar con la lucha permitida por las condiciones presentadas.

Como una manera de hacer propaganda a la lucha por la libertad de Cuba, propone escribir “narraciones sencillas y verídicas de los actos de la actual administración española en Cuba, aun cuando no agregáramos comentarios, para evitar la sospecha de pasión”. Resalta la visión que tiene este tipo de lucha, a través de la cual cree que se ganaría “moralmente” una batalla. Sin duda hay una coherencia en su actitud hacia la lucha cubana, pues incluso cuando se manifestó en una época de auge del autonomismo, anunció que en el momento preciso pasará de este al independentismo, objetivo que mantuvo como primordial desde que estuvo ligado al movimiento que contra el Gobierno español se llevó a efecto en la parte final de la década de los sesenta. La cita siguiente resume el desenvolvimiento que se dio en el pensamiento político de Merchán, muestra de una actitud consecuente con el patriotismoque decía tener para con Cuba:

Volviendo a la cuestión política, mi norma es acatar la voluntad de mi país: si el numeroso partido autonomista se disuelve,no seré yo quien se esfuerce en reintegrarlo, pues sus jefes, que están en interioridades que no conozco, sabrán cuándo y por qué graban la losa funeral. Si estalla otra revolución mi corazón estará con ella, y volveré a combatir a los que entonces hablen de autonomía, como lo hice en 1870. Más aún: repito que no soy anexionista; pero si mis compatriotas se inclinasen a esa solución, lo que todavía no veo, me esforzaría en disuadirlos [...]. En resumen: yo voy con mis compatriotas a donde ellos vayan sin violación de la justicia; contento, si se dirigen a mi propia meta; resignado, si se emprenden otros rumbos.18

Con esta filosofía es que Merchán sigue escribiendo desdeColombia acerca de los acontecimientos cubanos. Así, cuandoel 24 de febrero de 1895 se vuelve a iniciar la lucha por la independencia, encuentra que las condiciones son propicias para ella y se presta a apoyar con su esfuerzo a la causa.  

III. Cuba. Justificación de su guerra de independencia (1896)

Entreel 29 de julio y el 27 de agosto,unos meses después de que hubiera iniciado el levantamiento separatista cubano, Merchán publicaría algunos artículos enEl Correo Nacional,de Bogotá. Su intención era la de dar a conocer las motivaciones por las cuales se había llegado a ese acontecimiento político. El valioso aporte que hacían esos materiales a la causa cubana motivaría el que se les incluyera en un texto que aparece en Londres, al parecer en 1895. Fueron partede un libro que con el títuloThe Revolution in Cuba,19apareció impreso bajo la responsabilidad del Cuban Committeein London. La obra está integrada por una introducción, firmada por el Comité; la parte denominada “The Cuban Question”, que era el conjunto de artículos de Merchán, ylacorrespondiente a “Cuba under spanish rule”, obra del Dr.V. de Roches, publicada en laRevue Contemporainede París durante la primera guerra de Cuba. En la publicación sobresale la presencia de mapas de la Isla, en los cuales se enfatiza en las zonas que se decían bajodominio de los independentistas.

Merchán siguió escribiendo sobre el caso cubano y apareció su idea de una obra al respecto, la cual se materializó al inicio de 1896 con la edición del libroCuba. Justificación de su guerra de independencia.Según dato que se encuentra dentro del propio texto, este es concluido el 28 de enero de 1896 en Bogotá; y con seguridad ya estaba editado en mayo de 1896, lo cual se puede deducir por la información acerca de las observaciones salidas a la luz sobre él el 13 de mayo de 1896 en Patria, publicación del Partido RevolucionarioCubano (PRC) en Nueva York, y a las que responde Merchán enBogotá el 20 de junio de 1896.20

Al referirse a esta obra, Merchán señala que utilizó “datos históricos tomados por lo general de fuentes españolas, para evitar toda sospecha”. Su comentario aparece como una constante en esos años, cuando se pretendía hacer pensar que con los propios documentos españoles se podían mostrar la realidad de la guerra y la necesidad de ella. Con Cuba. Justificación de su guerra de independencia, Merchán aparece con un objetivo que se ha definido a través de varios años. El autor mostraba una madurez intelectual que le ubicaba lejos de ser aquel joven que solo con ímpetu pretendió acometer la lucha por la independencia, tal como lo hizo en 1868, cuando apenas tenía veinticuatroaños. Los materiales que conformarían el nuevo texto fueron escritos en su primera parte y primera versión a mediados de 1895, cuando contaba con cincuenta años y con una amplia experiencia política e intelectual.

Como se ha comentado antes, a principios de la década de los noventa Merchán afirmaba que en ese momento no creía pertinente la guerra de independencia. Sin embargo, al presentarse las condiciones para efectuar dicha lucha, él se prestó para apoyar con su pluma al movimiento, tal como también lo había sostenido:

Antes que comenzara la guerra actual, podíamos los cubanos que entendemos el patriotismo de cierto modo, preferir la lucha legal a la lucha armada; el autor mismo de estas líneas, cuando creyó, cinco años ha, que la revolución era imposible, o que no contaría con elementos de triunfo, trató de demostrar la conveniencia de solicitar sinceramente la autonomía, pues España, no obstante su resistencia a plantearla, se vería en el caso de acceder, por la fuerza misma de los acontecimientos. Pero los que contemplaban de cerca el estado de cosas de la Isla, y soportaban su yugo, eran los jueces para determinar los límites del sufrimientoy la paciencia; se sublevaron desde el 24 de febrero último,y los que no podemos desinteresarnos de la suerte de la patria, no tenemos más que esta alternativa: apoyar a nuestros compatriotas. Presentar así el problema, y no hay otro modo de presentarlo, es resolverlo.21

Respondiendo a su convicción, trata con su obra de hacer evidente la necesidad y justicia que existe de la lucha independentista. En realidad, esta obra aparece como un arma que brindó un gran apoyo a la lucha separatista, y seguramente Merchán lo sabía, ya que se mostró con mucho interés por dedicarle una mayor preparación, siempre con el afán de ganar el apoyo del lector. Esgrimiendo su arma, parte medular de su ataque será aquella que revela la nociva administración que efectuó España en Cuba. Para comprobar su punto de vista, y tal como lo hace en todos los tópicos tratados a lo largo de su libro, se preocupa por buscar un apoyo que fundamente su interpretación. Por tal motivo, señalaría lo siguiente: “Es tan grave lo que a este respecto tengo que decir, que no me atrevo a expresarlo con frases mías. Los que no conocen mi escrupulosidad en afirmar nada que no puedo probar, sospecharían que invento o exagero. Cedo, pues, la palabra a las más elevadas autoridades del gobierno español”.22

Esta práctica de usar documentos españoles fue una constante que apareció en loslibros justificatorios del independentismo. Sobresale la utilización de fuentes que entonces eran de actualidad, es decir, que revelaban las condiciones con las que España estaba gobernando la Isla en los años previos al brote insurreccional. Maneja información delDiario de las sesiones de Cortes españolas, la proveniente de periódicos tanto españoles como cubanos, así como aquella de libros escritos por personajes que tuvieron presencia dentro de los acontecimientos cubanos. Si bien es cierto que no hace una presentación uniforme de las referencias, sí se preocupa por ofrecer datos que permiten hacer localizables los textos por él manejados. En ocasiones no solamente maneja la información de los días en que seda la indagación presentada, sino que hasta llega a decir las páginas en donde se encuentran las citas. Si bien ahora puede parecer algo normal, para esa época, y en particular para las obras que estaban preocupadas por apoyar un bando u otro, no era una práctica común y corriente. A partir de allí puedo especular que sin duda la obra tuvo éxito, más cuando dentro de los testimonios aparecían los de figuras de primer orden en el ámbito político-social de la, para ese tiempo todavía, España peninsular e insular.

Ministros de Ultramar, ministros de Estado, capitanes generales de Cuba, senadores, diputados; en fin, figuras de primer orden, son todos citados para reproducirlos cargos que reiteradamentese han presentado contra la corrupción, el fraude, el robo, es decir,contra la actitud conocida como “la inmoralidad de la administración española en la colonia cubana”. Haciendo un manejo de cifras, de estadísticas, y presentando cuadros que él mismo elabora o amplía gracias a la información oficial, Merchán logra dar dramatismo al tipo de gobierno que se ha llevado en la Isla, donde prevalece una historia antiquísima de comportamiento desorganizado que ha permitido dar paso a que se convierta en fraudulento, siendo los cubanos, como es obvio, los ubicados como mayores víctimas de dicha situación.

Los casos presentados por Merchán son de llamar la atención. Atraen al lector a través de la construcción hecha mediante documentos testimoniales de personajes sobresalientes. Así, el trabajo se presenta con un desarrollo serio, bien informado, preciso y actualizado. El propio autor se preocupa por señalarlo como un trabajo que resulta de una investigación documental, de la cual está dispuesto a ofrecer todo tipo de prueba que se le solicite para verificar sus datos. De ahí que sea constante el señalamiento preciso de los textos de donde extrae las citas que convienen a su tarea.

Es importante señalar que este trabajo, que ahora se reedita, sigue un objetivo político. Nunca se esconde esa realidad. El propio título revela la intención perseguida. Justificar la guerra es el motivo. Ahora bien, la posibilidad de que un texto de esta naturaleza logre alcanzar el éxito dependerá de la estructura con que se pueda construir. La preocupación de Merchán por hacer de entre sus fuentes una selección adecuada a sus pretensiones, ya se trate de autores o de temas; el cuidado de remitirse a las obras, cuando era normal que hubiese hecho una presentación con características de ensayo y sin parar en dar señas del origen de sus informes; así como la ubicación oportuna de sus aportes personales, dejando de lado esa supuesta actitud objetiva que él mismo decía tener, mostrándose como defensor y parte de las huestes revolucionarias, son factores que explican la preocupación que debieron tener las fuerzas peninsulares por contrarrestar la influencia y acogida que en particular debió existir hacia esta obra. Las contrapartes españolas comúnmente hablan de una intención de acabar con las mentiras que, a través de ciertos libros, no permiten hacer ver a los insurrectos como bandidos e ingratos hijos que se rebelan contra la “madre patria”. No se señala en particular aCuba. Justificación...,pero no es difícil pensar que ella fuese motivo central o básico para anteponer la versión peninsular.

Sería imposible señalar que en esta obra prevalece la objetividad. Como lo he marcado antes, la intención política es clara. Lo que sí puede destacarse es que Merchán cumple satisfactoriamente, tanto con su presencia política como con su presencia intelectual, poniendo esta al servicio de la primera. Si imagino a un lector de aquellos años, constatando que en documentos oficiales se refleja la preocupación del Gobierno español por las pésimas condiciones administrativas en Ultramar, así como leyendo referencias de personalidades que no debieron ser extrañas a la época, no puedo más que asumir que el impacto debió ser fuerte. Verificando la existencia de cada una de las fuentes, se puede ver confirmada la presencia de casi la totalidad de ellas o la autoridad de sus autores. No obstante, debo señalar que obviamente una lectura directa de las fuentes ofrece un panorama distinto al que quiere presentar Merchán, pues los autores, aunque manejen esos datos usados por aquel, siempre escriben con la pretensión de apoyar al Gobierno español.

Ante la común mención de la ingratitud con que ha respondido el pueblo al cual “España ha dado cuantas libertades, reformas administrativas y económicas, paz y abundantes elementos de prosperidad”, Merchán responde a la acusación, señalando que el momento que se vive entonces es el desenlace de una política que inició el Gobierno español ochenta años antes, pues en Cuba no se ha alcanzado la libertad de manejar los intereses por los propios insulares, ni se ha logrado imponer “la libertad de la honradez”.

La argumentación por la cual Merchán sobresale apunta que el comercio limitado, sacrificando a los principales productos cubanos ante los intereses peninsulares, así como el abandono en la educación pública y el desprecio hacia los nacidos en Cuba, además del empeño en que la deuda española sea pagada solo a través de la renta de las aduanas cubanas, y la pobreza a que se avanza con los fraudes cometidos por los funcionarios traídos de la metrópoli, no puede compensarse con la consideración de que a cambio se ha dado sangre, idioma y civilización por parte de la Madre España. Para darle un tono de confirmación a su objetivo, que es el demostrar que los patriotas cubanos tenían razón de intentar romper el yugo español, Merchán echa mano de la retórica para decir que a pesar de todo lo que ha ilustrado gracias a ejemplos comprobables, eso “apenas puede considerarse como prólogo: son como unas pocas olas turbias que azotan la ribera, en tanto que allá atrás se revuelven las grandes moles del abismo”.

Como político, logra hacer de una manera sobresaliente su presentación lógica de los problemas que se presentan en la Isla y de las causas que los han generado. En los casos en los cuales sus afirmaciones son resultado de aproximaciones, aclara las posibilidades de que los datos no sean tan precisos. Este tipo de aclaraciones hace que sesienta ante su texto un otorgamiento de confianza, que se sienta que merece una mayor credibilidad. Con la presentación de cuadros, no se hace una presentación típica, sino que se rompe con la simple referencia discursiva, en la cual no existe ningún apoyo documental o estadístico, según sea el caso. Pero, además, en las partes donde incluye cuadros, para que no queden como elementos inservibles e indescifrables, los explica y los resume, dándoles el sentido que su objetivo requiere.

Aunque en ocasiones no presenta todos los datos de sus fuentes, he comprobado la existencia de ellos a través de una búsqueda bibliográfica. Un ejemplo es el de su mención al abandono de las zonas de Oriente y Camagüey, donde el gobierno no ha favorecido de ninguna manera la creación de carreteras. Para apoyar su comentario dice: “El autor de Cuba por fuera lo reconoció con asombro y grima”. No da ni un dato más. Pero al indagar sobre el punto, se tiene, en primer lugar, que la obra sí existe; segundo, que el título completo es Cuba por fuera (apuntes del natural),lo cual marca un corte intrascendente en el título, que está editado en 1890 en La Habana, por la Propaganda Literaria. Por último, se tiene que el autor es Tesifonte GallegoGarcía, quien había llegado a la Isla como secretario del general Salamanca, gobernador general entre 1889 y 1891.23

En general, las fuentes consultadas son obras de personajes que cuentan con una trayectoria dentro de la historia de la islade Cuba, lo que significa un contacto con la realidad y la problemática cubanas a lo largo de toda la segunda mitad del sigloxix. La lista de autores distinguidos sería larga para enumerarlos a todos, pero es suficiente decir que cualquier lector de la época los identificaría fácilmente.

Un dato que revela lo actualizado que se presenta Merchán, así como el ataque preciso que lanza contra sus enemigos, es el que se refiere al presupuesto destinado a Ultramar entre 1892 y 1893. En el rubro de Gobernación, para “vigilancia en los consulados de América y gastos secretos de la legación de Washington”, la cantidad presupuestada era de 16 000, cuando para materiales de la Universidad de La Habana se destinaban 2 750. En lo que al presupuesto 1894-1895 se refiere, apunta que el rubro de gastos secretos subió a 20 000, añadiendo con toda intención: “[...] de ahí se paga a los infelices que, no sabiendo ganarse la vida de otro modo, aceptan el humillante encargo de espiar a los cubanos en el extranjero: se paga también el salario de algunos periódicos que en las repúblicas americanas defienden a España contra Cuba: y se cubre otra multitud de servicios vergonzosos como lo indica el mote gastos secretos”.24

Atacando los argumentos del Gobierno español, el cual iba diciendo que Cuba se convertiría en un peligro para Hispanoamérica, Merchán hace ver como ilógica esa supuesta actitud en donde Cuba se encontraría procurando lanzar expediciones a otras costas americanas, cuando el esfuerzo apenas permitiría iniciar un movimiento separatista en su propio territorio. Al contrario, Merchán explicaría que para los países hispanoamericanos se terminaban las posibilidades de ver a los buques españoles bombardear costas como había sucedido en las de Valparaíso y Callao,gracias al abastecimiento que podía tenerse en Cubaespañola, pues advertía que “En Cuba independiente no se les daría ni un vaso de agua”. Con argumentos de ese tipo, no era de dudar que en Hispanoamérica se aumentara el apoyo hacia la isla antillana.

Aunque dijo que solo sus referencias serían de autores españoles y fuentes oficiales del Gobierno de estos, buscó apoyo en figuras americanas que defendían a los cubanos insurgentes de los ataques hispanos, tal como sucedió con los casos del venezolano José M. de Rojas, la colombiana Soledad Acosta de Samper y, obviamente, de algunos cubanos, como es el caso de Enrique Piñeyro.

Como último aspecto sobresaliente, Merchán da su punto de vista sobre el pasado, presente y porvenir de los autonomistas. Para él, quien como hemos visto tuvo su faceta autonomista, la existencia de esta tendencia tuvo “su razón de ser, su justificación patriótica”, y de alguna manera propone que Cuba recuerde con gratitud la defensa hecha por aquella a favor de las libertades, aunque no deja de mostrarse en contra de lanegación que ese grupo mantuvo a disolverse. “Ha cumplido todos sus deberes, menos el de saber morir”, diría Merchán. El hecho de que los autonomistas pidieran con ahínco la implementación de reformas, les llevó a poner en la mesa de discusiones la posibilidad de que el separatismo podría aflorar ante la negativa gubernamental a los cambios. Así, cuandoel Gobierno español no hace sino cumplir las posibilidades en contra de las reformas, los autonomistasponen la lucha separatista como una causa lógica, justificada,de los hechos. Por este motivo, los conservadores atacarían alos autonomistas. Sabían perfectamente que se les estaba otorgando a los independentistas un motivo de lucha. Como parte del reconocimiento a esa labor del autonomismo, es importante para Merchán mencionar la posterior participación que luego alcanzarían muchos antiguos miembros del autonomismo dentro del separatismo.

No hay que olvidar que el texto es escrito cuando realmente no se sabe cuál es el futuro que le depara a Cuba y a España. Esto explica que el tono de la obra no sea de total menosprecio al avance y al poderío españoles, y aunque ponga en sus apartados a un pueblo representadopor 30 000 hombresque se enfrentan con entrega y heroísmo, no deja de mostrar cierto respeto, en el sentido bélico, por la nación representada por un ejércitode 160 000 hombres que poseen “los mejores instrumentos de guerra, parques abundantes, arsenales repletos como para conquistar todo el Nuevo Mundo, copiosa artillería, certeros Mauser a porrillo, o bien montados escuadrones”. Cauteloso, no se atreve a asegurar la victoria en un bando u otro, y ante la cuestión que él mismo se hace sobre si el Gobierno vencerá, dice “que todo cabe en lo posible, pero no se ha cumplido la arrogante profecía de que a los seis meses de comenzada la revolución, estaría sofocada; dentro de pocos días, el 24 de febrero, será su primer aniversario, y se halla más vigorosa que al principio, mucho más de lo que en sus mejores tiempos lo estuvo la anterior”.25Obviamente que se trata de una situación que él ya presenta mucho mejor, que, en otras circunstancias, a favor de los independentistas. Además, remacharía sus comentarios sacando a la luz la necesidad de España de seguir sufragando extenuantes gastos por su pretensión de evitar el avance revolucionario.

El texto es concluido a menos de un año de que hubiese estallado la guerra, con una indefinición en el avance que tendría el enfrentamiento en el campo militar; en el campo de las ideas, España parecía haber perdido una importante batalla. La circulación de Cuba. Justificación de su guerra de independencia hacía fuerte el frente revolucionario de las ideas. La llegada de los intelectuales españoles a este campo no se haría esperar, pero las preocupaciones por denigrar al opositor político peninsular serían un obstáculo lentamente superado, y en algunos casos solo se terminan hasta la entrada de los Estados Unidos en la guerra, lo que motivó la formación de un frente cohesionado y sólido, al menos en el sentido de que eran inexistentes las fisuras internas. Pero el nuevo enemigo era muy superior.

Merchán se impone como un luchador más. Se autodefine como parte del movimiento independentista. No se esconde tras de una supuesta actitud objetiva, aun cuando intenta manipular ese argumento a través de la presentación de fuentes de origen hispano, con lo cual pretende decir que es equilibrado en el manejo de visiones de ambos protagonistas del problema.

Dr. Enrique Camacho Navarro26

1 El texto proviene, en su mayoría, de la ponencia presentada en el V Congreso de la Asociación Mexicana del Caribe, Xalapa, 1-3 de abril de 1998.

2 Rafael María Merchán: Cuba. Justificación de su guerra de independencia, Imprenta de la Luz, Bogotá, 1896.

3 Domingo Figarola-Caneda: Bibliografía de Rafael María Merchán, 2a. ed., corr. y aumentada, La Universal, La Habana, 1905, p. X. En lo adelante se citará solo como Figarola.

4De acuerdo con Francisco Calcagno, en suDiccionario biográfico cubano, N. Ponce de León, New York, 1878, pp. 445-446, Francisco Murtra nace en Trinidad, viaja muy joven a los Estados Unidos y a su regreso establece en Bayamo el primer oficio tipográfico y funda El Boletín (1855), y luego en Manzanillo, la primera imprenta y el periódico El Eco (1856). Durante ese tiempo estuvo dedicándose a su obra Diccionario tipográfico cubano, Matanzas, 1859, del que solo sale un folleto que contenía hasta la letra “C”.

5 Figarola: Ob. cit., p. XI.

6 Véase la obra de Antonio Álvarez Pedroso: “Miguel de Aldama”. Trabajo leído por el Académico Correspondiente a Marianao, provincia de La Habana, en recepción pública, el 10 de mayo de 1948, Academia de la Historia de Cuba, La Habana, 1948, p. 83; así como también la de Joaquín Llaverías: “Miguel Aldama, o la dignidad patriótica”, conferencia leída el 23 de diciembre de 1937, en el Palacio Municipal, perteneciente a la serie sobre Habaneros ilustres, y publicada en el número 11 de los Cuadernos de Historia Habanera, Imprenta Molina y Cía., La Habana, 1937.

7Apuntes históricos sobre la representación de Cuba en España, y la Junta de Información celebrada en Madrid en 1866 y 67, por los Representantes de Cuba y Puerto Rico, Imprenta de Hallet y Breen, New York, 1877. Aunque Néstor Ponce de León aparece como autor de esta obra, tanto en la ficha bibliográfica como en una manuscrita del ejemplar de la Bancroft Library, parece que más se trata de él como editor.

8Existe un documento escrito por Merchán, titulado“Laboremus”, al cual se atribuye el origen de tal definición con la que se identificaba a los cubanos revolucionarios. Véase a Manuel de la Cruz: Cromitos cubanos (Bocetos de autores hispanoamericanos), Establecimiento Tipográfico La Lucha, La Habana, 1892, pp. 49-50; y Figarola: Ob. cit., pp. XIV-XIX.

9 Véase a Juan M. Dihigo, en su artículo “Rafael M. Merchán”, publicado en la revista mensual Cuba Contemporánea, año III, t. VIII, no. 1, mayo de 1915, p. 32, así como a Nemesio Lavié Vera: “La personalidad de Rafael María Merchán”, trabajo leído por Nemesio Lavié Vera el 16 de marzo de 1951, Academia de la Historia, La Habana, 1951, p. 22.

10 Véase a Juan M. Dihigo, en su artículo “Rafael M. Merchán, publicado en la revista mensual Cuba Contemporanea, año III, t. VIII, no. 1, mayo de 1915, p. 32, así como a Nemesio Lavié Vera: Ob. cit., p. 22.

11 Merchán: La honra de España en Cuba, por un cubano, Imprenta de la Revolución, New York, 1871. En realidad, el nombre del autor no aparece en la edición original. Sin embargo, en el ejemplar consultado en la biblioteca Bancroft está catalogado como tal, y es más, se apunta en el texto con la letra manuscrita el nombre de Merchán, así como su fecha de nacimiento y la de su muerte.

12Ibídem, p. 3.

13Ibídem, p. 34.

14Ibídem, p. 124.

15 Ibídem, pp. 125-126.

16 Ibídem, nota de p. 126.

17 Para apoyar este dato, Figarola cita una “Carta inédita de Merchán a Saco, fecha (París) Diciembre 11 de 1872”. (Biblioteca Nacional).

18Merchán: Ob. cit., 1871, p. 248.

19Cuban Committee in London:The Revolution in Cuba[s.a.] [¿1895?].No aparece la fecha de edición en la obra. Figarola dice que es de 1896. Sin embargo, y de acuerdo con algunos datos que él mismo ofrece, podría ser que su publicación efectivamente haya sido en 1895. Cuando apunta que “La introducción fue traducida al francés por el Sr. Alberto Ruz, con el título de:La Revolución a Cubay dada a luz enLa République Cubaine(París, 30 enero, 5, 13 Febrero