Cuentos afrocubanos - Varios Autores - E-Book

Cuentos afrocubanos E-Book

Autores varios

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Beschreibung

Cuentos afrocubanos. Patakines es una antología de narraciones orales de origen africano, que han sido transcritas al español en los rituales religiosos de Cuba y el Caribe. Refieren el origen de las deidades de la religión yoruba y relatan además historias de esa cultura que suelen ser interpretadas en el marco del sistema adivinatorio de Ifá. En el sincretismo cubano muchos de estos relatos han adoptado elementos de la religión cristiana o de mitos de carácter rural, asociados con otras culturas de la isla de Cuba. Sin embargo, la principal fuente de estos textos es la cultura y la lengua yoruba. Para esta edición de los Cuentos afrocubanos hemos ordenado los patakines de cada orisha (o santo) con el propósito de establecer sus múltiples variantes. Aunque algunos de ellos difieren en detalles muy pequeños y se repiten, consideramos que estas variaciones aportan elementos relevantes para la comprensión del corpus doctrinal y la cosmología afrocubana. El orden que hemos dado a los relatos de estos Cuentos afrocubanos, no es el habitual. Los hemos dispuesto en la siguiente secuencia que sigue cronología de los mitos fundacionales de la cultura Yoruba: - Cosmología yoruba - Historias de semidioses y de hombres - Sobre el sistema de adivinación de Ifá - Historias sobre reyes y hombres poderososPretendemos con ello respetar la historia general de este pueblo, las causas y sus efectos narradas en sus mitos. En el principio de las cosas, cuando Oloddumare bajó al mundo, se hizo acompañar de su hijo Obatalá. Bajo el cielo sólo había agua. Oloddumare le entregó a Obatalá un puñado de tierra metido en un caracol y una gallina. Obatalá echó la tierra formando un montículo en medio del mar y la gallina se puso a escarbar la tierra esparciéndola y formando el mundo que conocemos.

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Autores varios

PatakinesCuentos afrocubanos Edición de Rado Molina

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Cuentos afrocubanos. Patakines.

© 2024, Red ediciones S.L.

email: [email protected]

Diseño de la colección: Michel Mallard.

ISBN CM: 978-84-9816-9652.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-612-3.

ISBN rústica: 978-84-9816-603-3.

ISBN ebook: 978-84-9953-034-5.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO. (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 11

Cosmología yoruba 13

1. Olofi 13

2. El origen del mundo 13

3. Olofi y la ley 15

4. Los primeros hombres 17

Iroko 17

Elegguá 19

1. Elegguá en osatura 19

2. Por qué se saluda primero a Elegguá 20

3. Elegguá cura a Olofi 20

4. Elegguá come por primera vez 21

5. Elegguá dios de los caminos y encrucijadas 21

6. Elegguá salva al loro 22

7. La muerte de Elegguá 23

Oggún 25

Osun 27

Ochosi 29

1. Orula 31

2. Shangó y Elegguá salvan a Orula 33

3. La pobreza de Orula 33

4. El fin de los sacrificios de seres humanos 34

5. Ikú y Orula 35

6. Orula y la protección contra Ikú 36

7. Los hijos 37

8. El lamento 38

9. Día del llanto (Ogbe Oworin) 39

10. Orula y la cabeza 41

11. El orgullo no salva a un rey 41

Odduá 43

1. Odduá 43

2. Obara Wereko 43

3. Cabeza y esfinter 44

Obatalá 47

1. Obatalá 47

2. Obatalá salva a la tierra 47

3. Ofrenda a Obatalá 48

4. El sufrimiento 49

5. Obara (Ogondá) 50

6. Historia de Obatalá 51

7. La paz de Obatalá 52

8. Obatalá y su hijo 53

Oké 57

Oraniyán 59

Yemayá 61

1. Yemayá 61

2. Yemayá y Shangó 61

3. Yemayá salva a su hermana Oshún 62

4. Yemayá y el poder de los caracoles 63

Aggayú 65

1. Aggayú Solá 65

2. Aggayú perdona a Oggán 65

3. Yemayá y Aggayú 66

Shangó 67

1. Shangó 67

2. Shangó salva al babalao 67

3. Shangó se viste con la ropa de Oyá 68

4. Shangó y Oyá 69

5. Cómo Shangó burló a Oggún 69

6. Shangó y el arte de la danza 70

7. Shangó y los santos 70

8. Shangó y el dragón 70

9. Shangó en la cárcel 71

10. Shangó y su padre 72

Osaín 73

1. Osaín 73

2. Osaín y Oggún 74

Ibaibo 75

1. Ibaibo 75

2. Los hombres reciben la palabra 75

El Cangrejo no tiene cabeza 77

El primer rey 79

Dadá (Obañeñe) 81

Oshún 83

1. Oshún 83

2. Oshún come adié por primera vez 83

3. Oshún y Orula 85

4. La mensajera 86

Los Ibeyis 87

Oyá 89

1. Oyá Yansá 89

2. El águila ayuda a Oyá 89

3. Oyá celosa 90

Obá 91

Yewá 93

Babalú Ayé 95

1. Babalú Ayé 95

2. Las palabras de Ifá 95

3. La lepra de Babalú 96

Olokun 97

1. Olokun 97

2. Los ríos acusaron a Olokun 97

Orisha Oko 99

Inle 101

Historias de semidioses y de hombres 103

Odi Meyi. El enterramiento de los cadáveres 105

El leñador 106

Las pestañas 107

Sobre el sistema de adivinación de Ifá 109

Qué hizo Eji-Iwori para ser el tercero de los dieciséis Ifá 111

Ocana Sode 112

Por qué Ifá no deja ver lo malo 112

El padrino salva 113

El problema no existe 113

El babalao y su discípulo 114

Obbí 117

1. Obbí 117

2. La vanidad de Obbí 118

3. El primer awó, poseedor del secreto del Obbí 118

El caballo 121

Historias sobre reyes y hombres poderosos 123

El nuevo rey 125

La maldición que convirtió al pueblo yoruba en esclavo 125

Alamiyo el cazador 126

Cómo la hiena llegó a ser rey de Igbodo 129

Kokoriko logró ser heredero del trono 131

Osaín trae la paz 132

Cómo el dinero vino del cielo a la tierra 134

Oshe Meyi 137

1. Ajakadi 137

2. Meyi llega a la tierra 139

3. Oshe Meyi se dedica al arte y la práctica de Ifá 145

4. Oshe Meyi hace adivinación para Akinyele de Iwere 145

Glosario 147

Libros a la carta 155

Brevísima presentación

Los patakines son narraciones orales de origen africano, que han sido transcritas al español. Refieren el origen de las deidades de la religión yoruba y relatan además historias de esa cultura que suelen ser interpretadas en el marco del sistema adivinatorio de Ifá. En el sincretismo cubano muchos de estos relatos han adoptado elementos de la religión cristiana o de mitos de carácter rural asociados con otras culturas de la isla de Cuba.

Sin embargo, la principal fuente de estos textos es la cultura y la lengua yoruba.

En esta edición el orden de los relatos sigue la secuencia cronológica de los mitos fundacionales del universo yoruba y pretende respetar la secuencia de causas y efectos en ellos narrada.

Hemos incluido patakines muy semejantes entre sí con el propósito de establecer sus variantes. Aunque algunos de ellos solo difieren en detalles muy pequeños, consideramos aportan elementos relevantes para la comprensión del corpus doctrinal y la cosmología afrocubana.

Cosmología yoruba

1. Olofi

Olofi es tan poderoso que hacer el mundo le pareció algo fácil; aunque una cosa es hacer algo y otra que funcione.

Cuando distribuyó los cargos entre sus hijos, se encontró con que los hombres siempre se peleaban y tuvo que nombrar a Ayágguna, el orisha de las pendencias. Sin embargo, como Olofi es la paz, porque es completo, no podía comprender por qué Ayágguna siempre estaba atizando las peleas. Así que un día le dijo:

—¡Por favor, hijo mío! Quiero la paz. Yo soy la paz, yo soy Alámorere, bandera blanca. Prima chinchaboré.

A lo que Ayágguna le respondió:

—Si no hay discordia no hay progreso, porque haciendo que quieran dos, quieren cuatro, triunfa el que sea más capaz, y así el mundo avanza.

—Bien —dijo Olofi— si es así, el mundo durará hasta el día en que le des la espalda a la guerra y descanses.

Ese día aún no ha llegado y Olofi comprendió que su creación dejaba mucho que desear. Se desilusionó y, desde entonces, ya no interviene directamente en las cosas del mundo.

2. El origen del mundo

Olofi estaba en el espacio infinito, solo había fuego, llamas y vapores. Y Olofi desató un diluvio.

Así quedaron grandes huecos en las rocas, el océano, donde reside Olokun, deidad a la que nadie puede ver, y cuyas formas la mente humana no puede imaginar. En los lugares más accesibles del océano nació Yemayá con sus algas, estrellas de mar, corales, peces de colores, coronada con Ochumare, el arco iris, y vibrando con sus colores azul y plata. Fue nombrada madre universal, madre de todos los orishas; de su vientre nacieron las estrellas y la Luna; este fue el segundo paso de la creación.

Oloddumare, Obatalá, Olofi y Yemayá decidieron que el fuego extinguido en algunas partes y que en otras estaba en su apogeo, fuera absorbido por las entrañas de la tierra, por el temido y venerado Aggayú Solá, el volcán y los misterios profundos.

Mientras se apagaba el fuego, las cenizas se esparcieron por todas partes formando la tierra fértil, cuya representación es Orisha Oko, que la fortaleció, y permitió las cosechas y el nacimiento de los árboles, frutos y hierbas.

Por sus bosques deambulaba Osaín, con su sabiduría ancestral sobre las propiedades curativas de las hierbas, palos y maderas.

Donde cayeron las cenizas, nacieron las ciénagas; de sus aguas estancadas surgieron las epidemias y enfermedades, personificadas por Babalú Ayé, Sakpaná o Shapaná.

Yemayá decidió darle venas a la tierra y creó los ríos, de agua dulce y potable, para que cuando Olofi quisiese creara al ser humano. Así surgió Oshún la dueña de los ríos, del amor, de la fertilidad, y de la sexualidad. Las dos se hermanaron en un lazo estrecho y fecundo.

Obatalá le hizo notar a Olofi que a sus hombres les faltaba algo.

—Algo con qué pensar...

Obatalá, que era modelador e iba a hacerse cargo de las almas, hizo las cabezas.

Pero la cabeza pensaba. De un modo distinto, enmarañado, que nadie puede imaginarse ya. Pensaba con mucha dificultad —pejugones de ideas— y lo que pensaba se lo callaba... y si lo decía, las otras cabezas no entendían nada, porque cada cabeza pensaba lo suyo.

Y aquí comenzó el caos: Obatalá, limpio y puro comenzó a sufrir los desmanes de los hombres, los niños se limpiaban en él, el humo de los hornos lo ensuciaba.

Como él era el todo, le arrancaban jirones pensando que era hierba.

Perturbado por tanta suciedad, se elevó, y se alojó entre las nubes y el azul celeste. Desde allí observó el comportamiento del ser humano, vio que el mundo se poblaba en exceso, y al no existir la muerte, decidió crearla, llamándola Ikú.

Se puso a meditar al respecto y decidió que fuera como los demás orishas, pero Ikú estaba molesto porque Olofi le había dicho que solo podría disponer del ser humano cuando él lo decidiera. Ikú se fue a quejar a Olofi mientras éste se comía una adié; iba vestido de gris y al acercarse para hablarle, manchó su ropa con sangre (Ofún Meyi) y se puso tan, pero tan furioso, que toda su ropa se tiñó de negro. Entonces Olofi le dijo:

—¿Tú no querías ser distinto a los demás orishas? Pues a partir de hoy, te vestirás y escribirás en negro y todo lo que tengas alrededor será negro.

To Iban Eshu.

3. Olofi y la ley

Una vez Olofi citó a todos los animales a una reunión con la intención de darle a cada uno su posición según su género.

Olofi explicaba el deber de cada uno y la moral que debían observar y todos los animales estaban atentos a Olofi, pero en esos instantes se apareció la perra. El perro, que presenciaba aquella reunión, abandonó el lugar siguiendo a la perra. Cuando logró alcanzarla, lo primero que hizo fue olerle el obo y pasarle la lengua, tocando la fatalidad de que la perra tuviese ashupua.

En esto, Olofi vio lo que hacía el perro y lo increpó indignado; diciéndole que era inmoral y sucio lo condenó a que fuera siempre un pordiosero, a padecer enfermedades pestilentes y a que siempre que quisiese aparearse con la perra la encontrase menstruando.

El owunko, que era un secreto enemigo del perro, fue el único animal que lo acusó y lo ultrajó duramente. Olofi que ignoraba los sentimientos del owunko hacia el perro, lo felicitó por su comportamiento y el perro fue expulsado de la reunión. Al terminar la reunión cada cual se fue a su casa. Pasado un tiempo, el owunko se vanagloriaba de ser moral en su trato con la eure.

Entre los animales que aquel día se habían reunido con Olofi, la lombriz, el majá, la hormiga, la mosca y el ratón no vieron con buenos ojos la intervención del owunko contra el perro y juraron vigilar al owunko día y noche.

Un día, tras una paciente vigilancia, el ratón ekute, que era el más encarnizado enemigo del owunko, pudo ver que éste a la hora de ir a Ofikale Trupon con la eure, primero le olía el obo y después le pasaba la lengua. El ekute, citó a los demás animales para que ellos lo comprobaran por sí mismos y entonces el owunko fue expulsado de su pueblo y condenado por Olofi a vivir errante y ser perseguido por el perro.

4. Los primeros hombres

Tras crear el universo Olofi se dijo:

—Voy a hacer a los hombres para que animen los caminos.

Sin embargo, se ignora por qué Olofi solo hizo los cuerpos de los hombres y no hizo las cabezas.

Los cuerpos que hizo Olofi se movían. Iban de un lado a otro, pero sin dirección. Andaban sin cabeza y sin rumbo. Continuamente se rompían brazos y piernas.

Iroko

En los principios del mundo, el cielo y la tierra tuvieron una discusión. La tierra decía que era más vieja y poderosa que su hermano el cielo:

—Yo soy la base de todo, sin mí el cielo se desmoronaría, porque no tendría ningún apoyo. Yo creé todas las cosas vivientes, las alimento y las mantengo. Soy la dueña de todo. Todo se origina en mí, y todo regresa a mí. Mi poder no tiene límites.

El rey Sol, obbá Olorun no respondió, pero hizo una señal al cielo para que se mostrara severo y amenazante.

—Aprende tu lección —dijo el cielo mientras se alejaba—. Tu castigo será tan grande como tu orgullo.

Iroko, la Ceiba, meditó preocupada en medio del gran silencio que siguió al alejamiento del cielo. Iroko tenía sus raíces hundidas en las entrañas de la tierra, mientras que sus ramas se extendían en lo profundo del cielo. Iroko comprendió que había desaparecido la armonía y que el mundo conocería la desgracia. Hasta ese momento el cielo había velado sobre la tierra para que el calor y el frío tuvieran efectos benévolos sobre las criaturas del mundo. La vida era feliz y la muerte venía sin dolor. Todo pertenecía a todos y nadie tenía que gobernar, conquistar, ni reclamar posiciones. Pero la enemistad del cielo lo cambió todo. No llovía y un Sol implacable lo calcinaba todo. Llegó el tiempo de los sufrimientos y la fealdad apareció sobre la tierra.

Una noche, aparecieron la angustia y el miedo. Luego llegaron las desgracias: toda la vegetación desapareció y solo Iroko permaneció verde y saludable porque, desde tiempo inmemorial, había reverenciado al cielo. Iroko les daba lecciones a aquéllos que podían penetrar en el secreto que estaba en sus raíces. Entonces éstos reconocieron la magnitud de la ofensa y se humillaron y purificaron a los pies de la Ceiba haciendo ruegos y sacrificios al cielo.

Muchos mensajeros fueron enviados a lo alto, pero ninguno pudo llegar. Solo Ara Kolé, el aura tiñosa, consiguió transmitir las súplicas de los hombres a lo alto. El cielo se conmovió y grandes lluvias se precipitaron sobre la tierra. Lo que quedaba vivo en ella se salvó gracias al refugio que le ofreció Iroko. Luego volvieron a brotar las plantas, aunque nunca regresaron los días felices del principio del mundo. El cielo ya no era enemigo, pero permaneció indiferente.

Iroko salvó a la tierra y, si la vida no es más feliz, hay que culpar al orgullo.

Elegguá

1. Elegguá en osatura

Obatalá tenía un hijo desobediente y descreído llamado Nifa Funke, que le daba muchos dolores de cabeza.

Desde su escondite en las malezas, Elegguá veía cómo Nifa maltrataba a su padre de palabra y de obra, y decidió darle un escarmiento.

Un día en que Nifa Funke había andado una larga distancia y estaba muy sudado, se arrimó a un árbol para refrescarse con su sombra. Elegguá sacudió el árbol, del que cayeron muchas hojas y polvo que enfermaron a Nifa.

Entonces Obatalá, desesperado, pidió ayuda. Y Oggún, que venía por el camino llevando tres cuchillos, le rindió moforibale a Obatalá y le preguntó qué pasaba.

Al enterarse de lo sucedido, Oggún llevó a Nifa al río, lo bañó con hierbas y lo restregó con el acho fun fun de su padre.

Pero aunque le hizo ebbó, le dijo que debía ir a consultar con Orula. Elegguá, que seguía escondido escuchando, decidió cerrarle todos los caminos.

Hasta que se apiadó de Obatalá, se inclinó a sus pies y le rindió moforibale, diciéndole:

—Yo voy a salvar a tu hijo, Baba.

Mandó a regresar al atribulado padre y salió rumbo al ilé de Orula. Cuando llegó, se escondió y Nifa Funke se pudo consultar por fin con Orula. Éste, al tirarle el ékuele, le ordenó limpiarse con tres pollos y yerbas y entregárselos a Elegguá, quien lo salvaría de todas sus malas situaciones.

2. Por qué se saluda primero a Elegguá

El hijo de Olofi sufría porque su padre estaba muy grave y no había modo de curarlo, ya muy desesperado se le presentó Elegguá y le preguntó por qué estaba tan triste, éste le contestó que su padre estaba muy enfermo y no tenía cura. Elegguá le preguntó entonces:

—¿Qué cosa me darás si curo a tu padre?

Y él le respondió:

—Lo que tú quiieras.

Elegguá le dijo que fuera a la playa, que allí se encontraría con una mujer gorda sentada en un pilón y que bajo ese pilón estaba el secreto que curaría a su padre; sin embargo, para obtener ese secreto tendría que sostener una gran lucha con esa mujer y derribarla. El muchacho fue a la playa, luchó con la mujer y la venció, cogió el secreto y lo llevó consigo, se lo dio a la prenda de su padre, y éste se curó.

A los tres días el muchacho salió a buscar a Elegguá para darle lo que él quisiera, lo encontró y éste solo le pidió que se le concediera estar siempre detrás de la puerta para que cuando entrara todo el mundo lo tuviera que saludar primero y así fue (el secreto era un huevo de paloma).

3. Elegguá cura a Olofi

En cierta oportunidad Olofi padeció un mal misterioso que le impedía trabajar en sus labranzas. Todos los santos habían intentado aliviarlo, pero sus medicinas no habían logrado ningún resultado.

El padre de los orishas, el Creador, ya no podía levantarse, pues se encontraba extenuado, débil y adolorido.

Elegguá a pesar de sus pocos años pidió a su madre Oyá que lo llevase a casa de Olofi: asegurándole que lo curaría.