Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Este libro aborda tópicos complejos y desafiantes para las prácticas docentes en los territorios escolares. Encara temas que atraviesan todos los cuerpos tales como la vida, el placer, la muerte, las artes, la vejez, la vergüenza, los derechos, y están matizados por mandatos sexistas, edadistas, clasistas, racistas, coloniales, capacitistas. Estas problemáticas no suelen estar presentes en las aulas y, sin embargo, forman parte de ese complejo universo que es la escuela. Por eso, estas zonas interpelan a la comunidad educativa y aguardan ser miradas, sentidas, alojadas. Las autoras proponen "poner el cuerpo como docentes" en el centro de las instituciones, con compromiso, pasión y criticidad e invitan a arrimarse al fogón, para que los cuerpos vuelvan a sentir el calor de la libertad, la justicia y la democracia.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 320
Veröffentlichungsjahr: 2025
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Marina Copolechio Morand y Patricia Talani Zuvela (coords.)
Desafíos en la enseñanza de la sexualidad
Cuerpos en el borde de la escena educativa
Copolechio Morand, Marina
Desafíos en la enseñanza de la sexualidad / Marina Copolechio Morand. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico, 2025.
(Colección Ensayos y Experiencias ; 123)
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-631-6603-56-2
1. Identidad de Género. 2. Estudios de Género. 3. Orientación Sexual. I. Talani Zuvela, Patricia II. Título.
CDD 372.372
Colección Ensayos y Experiencias
Director general: Daniel Kaplan
Corrección de estilo: Liliana Szwarcer
Diagramación: Patricia Leguizamón
Diseño de tapa: Pablo Gastón Taborda
Ilustraciones de estampas de carátulas y tapa: Producción colectiva de estudiantes y docentes del IFDC Bariloche, Río Negro
Las referencias digitales de las citas bibliográficas se encuentran vigentes al momento de la publicación del libro. La editorial no se responsabiliza por los eventuales cambios producidos con posterioridad por quienes manejan los respectivos sitios y plataformas.
Los editores adhieren al enfoque que sostiene la necesidad de revisar y ajustar el lenguaje para evitar un uso sexista que invisibiliza tanto a las mujeres como a otros géneros. No obstante, a los fines de hacer más amable la lectura, dejan constancia de que, hasta encontrar una forma más satisfactoria, utilizarán el masculino para los plurales y para generalizar profesiones y ocupaciones, así como en todo otro caso que el texto lo requiera.
1º edición, diciembre de 2024
Edición en formato digital: febrero de 2025
Noveduc libros
© Centro de Publicaciones Educativas y Material Didáctico S.R.L.
Av. Corrientes 4345 (C1195AAC) Buenos Aires - Argentina Tel.: (54 11) 5278-2200
E-mail: [email protected]
ISBN 978-631-6603-56-2
Conversión a formato digital: Numerikes
Cubierta
Portada
Créditos
Sobre los autores
Prólogo
Introducción
Capítulo 1. Cuerpos en los bordes. Transgresiones y desafíos en la enseñanza de la sexualidad
Capítulo 2. Cuerpos en crisis. Entre la vergüenza y los derechos
Capítulo 3. Activar la mixtura entre lo artístico y los cuerpos sexuados en las aulas
Capítulo 4. ¿Es posible una educación sexual contracapacitista?. Experiencias y aportes desde las escuelas especiales
Capítulo 5. Cuando la muerte entra al aula. Enseñar desde una pedagogía de la afectividad
Capítulo 6. Placeres que importan. Eso no se hace, eso no se dice y eso no se toca
Tabla de contenidos
MARINA COPOLECHIOMORAND. Licenciada en Ciencia Política (UBA). Magíster en Ciencias Sociales y Humanidades (UNQ). Diplomada en Feminismos, Géneros y Derechos Humanos (UNQ). Profesora titular en el Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche (Río Negro, Argentina) y profesora adjunta en la UNCO, sede Bariloche. Se desempeña como docente formadora de docentes desde hace más de dieciocho años en el área de las Ciencias Sociales y la Educación Sexual Integral en los profesorados de Educación Especial, Educación Primaria y Educación Física. Integra el Programa Institucional de Género del IFDC Bariloche (PIG). Ha coordinado y coordina espacios de formación permanente en temáticas vinculadas a este libro. Dirige el proyecto de investigación “Experiencias de enseñanza y de aprendizaje de la ESI (Educación Sexual Integral) en escuelas especiales de la provincia de Río Negro, Argentina. La perspectiva de docentes y de estudiantes con discapacidad intelectual”, seleccionado por el Instituto Nacional de Formación Docente y con sede en el Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche (2022-2023). Coautora del libro Sexualidad, cuerpos y perspectiva de género en la formación docente. Reflexiones teóricas y experiencias pedagógicas de ESI (Noveduc, 2023).
PATRICIATALANIZUVELA. Profesora (UNL). Licenciada en Historia (UNCO). Especialista en Estudios de las Mujeres y Género (UNCO). Especialista en Currículum y Prácticas Escolares (FLACSO). Especialista en Enseñanza de las Ciencias Sociales (INFD). Tesista del doctorado en Historia (UNCO). Actualmente es docente de la cátedra Historia de la Educación y el seminario de ESI desde la perspectiva de género y enfoque interseccional en UNCO, Bariloche. Fue profesora titular en escuelas secundarias y de jóvenes y adultxs durante veinte años, enseñando Historia, Educación en Ciudadanía y Talleres de Educación Sexual. Profesora titular en Educación Superior en el Instituto de Formación Docente de Bariloche, donde coordinó el área de Cs. Sociales y el profesorado de Educación Primaria, brindó cursos y talleres de formación permanente vinculados a la enseñanza de las Cs. Sociales, Memoria, Ciudadanía y DD.HH., y seminarios de Sexualidad, Género y ESI. Realizó investigaciones educativas relacionadas con los temas de este libro. Integra el Programa de Género del IFDC (PIG) y la Comisión de Género de UNCO, sede Bariloche. Coautora del libro Sexualidad, cuerpos y perspectiva de género en la formación docente. Reflexiones teóricas y experiencias pedagógicas de ESI (Noveduc, 2023).
MARIELAADRIANADIEP. Profesora de Educación Especial con orientación en Discapacidad Mental (IFDC Bariloche). Especialista en Comunicación Aumentativa Alternativa y Tecnología Asistiva (UNSAM). Diplomada en Introducción a los Estudios de Géneros y Feminismo desde una perspectiva en Derechos Humanos (UNQ). Profesora del campo de la práctica e investigadora en el Instituto Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche. Integrante del Programa de Perspectiva de Género y del equipo de seguimiento ante situaciones de violencia (IFDC Bariloche).
MÓNICAGONZÁLEZ. Profesora Superior de Artes Visuales. Orientación en Grabado y Pintura de la Escuela de Bellas Artes “Carlos Morel” en Quilmes (B. Aires). Diplomada Universitaria en Artes y Educación de la UNSAM. Diplomada en Introducción en los Estudios de Género y Feminismos desde una perspectiva en DD.HH. (UNQ). Actualmente trabaja en el Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche, en el Área Estético-expresiva del Profesorado de Educación Primaria. Integrante del Programa Integral de Género. Trabajó en escuelas primarias y secundarias de la ciudad. Artista gráfica y militante feminista.
ROCÍOAYELÉNLIRIO. Trabajadora Social (UM) y Acompañante Terapéutica (FASTA). Profesora de espacios de ESI en nivel secundario y terciario. Desde el año 2015 a la fecha, participa en la formación inicial y permanente, en extensión e investigación afines a la temática, en el Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche. Integrante del Programa Institucional Integral de Género. Coautora de ponencias y artículos en relación al tema. Ha sido tutora en actualización académica ESI (INFoD 2022/23). Integra equipos interdisciplinarios en acompañamiento a trayectorias educativas y proyectos de vida de jóvenes y adultes con discapacidad.
GABRIELAMIORI. Profesora en Cs. Biológicas (UNComa) y Especialista en Enseñanza de las Cs. Naturales (FLACSO). Coordinadora del Profesorado en Cs. Biológicas y docente de las cátedras de Educación para la Salud y Seminario de ESI y Perspectiva de Género con enfoque interseccional UNCO (Bariloche). Investigadora. Docente de Ciencias Naturales y su didáctica y del Seminario de ESI y su enseñanza en los Profesorados de Educación Primaria y de Educación Especial, con orientación en Discapacidad Intelectual (Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche). Integrante del Programa Institucional de Género de esa institución. Fue profesora y coordinadora de área en escuelas secundarias, desarrolló investigaciones, dictó cursos de formación docente, presentó trabajos en congresos y publicaciones en revistas científicas sobre temáticas afines a las presentes en este libro.
CARLAYANINAPERUZZO. Maestra Nacional de Dibujo. Licenciada en Artes y diplomada en Género y Salud en un Mundo Global (UNSAM). Especialista Docente de Nivel Superior en Abordajes Pedagógicos de la Discapacidad Sensorial con Orientación en Discapacidad Visual. Trabaja en el área de Lenguajes Estético-expresivos del Profesorado de Educación Especial con Orientación en Discapacidad Intelectual, en el Profesorado de Educación Inicial y en el Seminario de ESI y su enseñanza. Coautora de ponencias y artículos, ha ilustrado diversos libros. En el marco del IFDC Bariloche se ha desarrollado en diferentes espacios: Formación Permanente, Programa Integral de Perspectiva de Género y EDIS como “Formación de tutoras desde un enfoque en DD.HH. y perspectiva de género” y “Gráfica en clave de ESI”. Trabaja en la Escuela Laboral N° 6 (Bariloche). Fue tutora en actualización académica ESI.
Este libro es una valiente contribución al esclarecimiento del fenómeno de la sexualidad humana. Tiene un formato riguroso y al mismo tiempo, llano, que abre las posibilidades de adecuada comprensión acerca de una dimensión clave para la transformación de la subjetividad y también como anclaje de la demanda de reconocimiento y derechos.
En este ciclo aciago que vivimos en nuestro territorio, asimilado a las posiciones planetarias de ultraderecha, cuyos programas resultan aniquiladores de equidad para las mujeres y para el arco de las identidades sexogenéricas, la aparición de este texto es un instrumento de resistencia. Y debe celebrarse que las autoras, docentes de diversas especialidades, estén radicadas fuera de los circuitos metropolitanos que suelen contar con mayor posibilidad de recursos para la producción y divulgación de sus trabajos académicos. Esta manifestación conceptualmente tan compacta nos llega desde el sur, con experiencias situadas que añaden enorme valor a las investigaciones. Aunque resulta incontestable que el objetivo mayor del empeño es allegar nociones libres de colonizaciones atávicas a los variados formatos en que se lleva adelante la ESI, su cometido excede el campo de actuación de ese programa educativo. En todo caso, es un insumo imprescindible para el curso formativo de la docencia comprometida con su desarrollo, por lo que recomiendo especialmente que todas las instituciones formativas empleen este libro, incorporándolo a sus respectivos currículums. Pero, más allá de la especialidad ESI, la obra resulta una bibliografía indispensable para les educadores en general.
Por fuera de los ámbitos educativos institucionales formales, los tópicos que se engarzan en este texto deberían constituir moneda corriente de cabildeo en una inmensa variedad de circuitos de interacción. Desde luego, en núcleos feministas y en agrupaciones LGBTIQ+++, pero hay que instalarlos en los organismos asociativos populares, en ámbitos sindicales, en clubes deportivos, en sociedades de fomento; en fin, en el enorme repertorio de expresiones de la sociedad civil, para enfrentar esta coyuntura infausta en la que nuestra integridad está gravemente amenazada.
Y si los repertorios de quienes pueden ser esclarecidos con la lectura de este libro resultan vastos, deseo pronunciar mi apuesta para que el sector público, todavía empeñado en sostener la promesa de incrementar la dignidad humana a través de los dispositivos relacionados con mujeres, género y diversidades, en organismos provinciales y municipales, faciliten que los equipos de intervención actualicen nociones, contenidos y convicciones. Es casi obligatorio reflexionar sobre las cuestiones que plantean las páginas que siguen. Permítaseme orientar con particular énfasis a la membresía de los diversos espacios de lo que llamamos “administración de Justicia”, con responsabilidades que me eximo de manifestar, dado su significado crucial en nuestra existencia societal. Es indispensable el fomento de la criticidad, la completa revisión del “antiguo régimen mental” que se apoya, en una suerte de acto de fe, en la estructura binaria de la configuración sexogenérica. Nos duele que una parte expresiva del Poder Judicial, más allá del cambio paradigmático de derechos que hemos conquistado en nuestro país, siga atascada por su adhesión conservadora.
Y, finalmente, como este libro es una interpelación contundente al esencialismo biológico, hago una apuesta para que las comunidades médicas –y, en general, de la amplia gama concerniente a la salud– sacudan sus ideaciones, sus imaginarios nocionales en orden a una transformación libre de anteojeras. Voy a recomendar, como lo hago a menudo, volver sobre un notable epistemólogo de las ciencias naturales, Georges Canghuillem, quien, en 1943, al discurrir sobre los términos “normal vs. patológico”, ya sostenía que:
Toda preferencia de un orden posible es acompañada, la mayoría de las veces de manera implícita, por la aversión del orden posible inverso. Lo diferente de lo preferible –en un dominio dado de evaluación–, no es lo indiferente, sino lo rechazante o, más exactamente, lo detestado. (Canghillem, 1971, pp. 187-188)1
Tales sentimientos todavía se suscitan frente a las identidades disidentes, más allá del eclipse de la patologización. Por eso resulta indispensable sumergirse en este libro hasta domesticarlo, con posturas éticas que articulan de modo entrañable con una máxima del citado autor, convencido de que “no se dictan reglas a la vida”.
Ojalá este instrumento de resistencia tenga la saludable y amplia repercusión que merece.
Dora Barrancos
NOTA
1. Canghillem, G. (1971). Lo normal y lo patológico. Siglo XXI.
“Juntar” significa “arrimar”, y ese verbo movilizó nuestros deseos y necesidades, en el afán de acuerparnos para sostener y acompañar la experiencia de vida de cada una.
¿Quiénes somos? Somos mujeres –o, por lo menos, por ahora, así nos percibimos en estos tiempos–; migrantes del interior, identidades en movimiento, contingentes, diversas. Esa diversidad nos atraviesa en experiencias vitales, en generaciones, en posiciones políticas, en ámbitos de conocimiento y de enseñanza, en lugares de origen, en discursos y prácticas. Formadas en ciencias políticas, biológicas, artes visuales, educación especial, trabajo social e historia, todas diversas y singularmente docentes-enseñantes.
Casi sin querer, sin sospecharlo siquiera, hace unos cuantos años nuestras miradas se cruzaron y nuestros sueños se encontraron en reuniones del Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche, al discutir y luchar por la transversalización de la ESI en la formación docente; nuestros deseos se anudaron y se anidaron en la creación del programa de género, en la cocoordinación del seminario de ESI, en el acompañamiento de situaciones por violencias, en las marchas, en la participación y organización de eventos. Nos unen la curiosidad infinita de conocer, de aprender y enseñar; esa pasión intensa por debatir, negociar y proyectar y ese compromiso por la militancia feminista en la calle y en la academia.
En especial, nos unen el afecto, el compartir un mate con acompañamiento, las comidas vegetas y de las otras, con bebidas espirituosas, momentos de llantos y congojas, de broncas e impotencias, pero también de risas estrepitosas y charlas atrevidas.
Nos unen la admiración y el respeto mutuos.
Por todo eso, un día, allá por 2022, nuevamente “juntadas” por un sueño compartido, apareció la idea de escribir este libro. En él contamos las experiencias educativas con un lenguaje que también se halla al borde de lo académico, pero que pertenece al centro del cuerpo, el que empleamos en nuestras aulas de la formación docente, en ese ir y venir entre lo que pasa en los encuentros con les estudiantes y nosotras, el diálogo con la teoría siempre crítica y el volver a mirar esas prácticas para entramar algunos temas y conceptos, y pensar juntas de nuevo para “reperfilar” la pedagogía en estos momentos políticos complejos y desafiantes.
¿Qué temas abordar que no estén transitados ya? ¿Qué tópicos-problemas quedan en el borde de la escena educativa? ¿Qué saberes recorren y habitan nuestras aulas y debemos asir para desandarlos?
Varias experiencias transitadas en esos espacios y situaciones de la vida misma nos inquietan e invitan a pensar, a buscar materiales, a leer y releer y a poner manos a la obra para escribir. Presentamos temas que atraviesan nuestros cuerpos y los del estudiantado: la vida, el placer, la muerte, las artes, las crisis, la vergüenza, los derechos. Son ingredientes matizados por los mandatos sexistas, edadistas, clasistas, racistas, coloniales, capacitistas y todos los “istas” que supimos conseguir. La educación en sexualidad integral e interseccional enhebró nuestras prácticas y discursos en la formación docente, por eso pensamos que hay temas que quedan en el borde de la escena educativa. Se trata de asuntos expulsados del centro –lo abyecto/lo otro–, que no suelen estar presentes en las aulas, en lo que se enseña a diario, pero que, definitivamente, forman parte de esa totalidad compleja que es la escuela y la educación en general. Todo rejuntado, entreverado con las contradicciones que atraviesan nuestro quehacer como docentes y formadoras de docentes para volver al centro o quizás para asumir que la escena educativa supone zonas que nos interpelan y están allí, esperando ser miradas, sentidas, alojadas.
En este sentido, en el primer capítulo –“Cuerpos en los bordes. Transgresiones y desafíos en la enseñanza de la sexualidad”– ponemos el foco en los cuerpos y en la sexualidad, dando cuenta de tensiones y novedades en los modos de enseñar, pensar y convocarlos en las aulas, pero también identificando nuevos desafíos desde los aportes del enfoque interseccional. En particular, problematizamos la noción de diversidad más allá del binarismo de género y retomamos los aportes del contracapacitismo para pensar el cuerpo-mente sexuado normativo.
El segundo capítulo, “Cuerpos en crisis. Entre la vergüenza y los derechos”, revisita y profundiza ciertas temáticas como la menarquia, la menstruación y la menopausia desde una perspectiva biológica crítica e interseccional atravesada por la mirada del campo social. Estos procesos –a veces invisibilizados, entre la vergüenza y los derechos– forman parte de la configuración de los cuerpos de las jóvenes y de las “no tanto”, y deben resignificarse a la luz de una pedagogía feminista e interseccional.
El tercer capítulo del libro se titula “Activar la mixtura entre lo artístico y los cuerpos sexuados en las aulas”. Nos invita a explorar el imaginario visual para encontrar enfoques y producciones que amplíen el territorio compartido por las experiencias artísticas y la ESI. A tomar conciencia del verdadero potencial de esta combinación, que desafía la materialidad y, al mismo tiempo, la jala para buscar sentidos divergentes, desobedientes e imposibles. Esto nos lleva a cuestionar lo aprendido y a vehiculizar los múltiples lenguajes y su transversalidad.
El cuarto capítulo –“¿Es posible una educación sexual contracapacitista? Experiencias y aportes desde las escuelas especiales”– comparte resultados de prácticas de investigación y de formación docente que indagan en las particularidades de la educación en sexualidad en escuelas especiales a las que asisten estudiantes con discapacidad intelectual y discapacidad múltiple. Apunta a desmitificar miradas estigmatizantes y vulneradoras de derechos en torno a la sexualidad de las personas con discapacidad, y se plantea que el acercamiento a lo que sucede en las escuelas especiales permite interpelar visiones, discursos y prácticas tradicionales y avanzar hacia una ESI contracapacitista.
“Cuando la muerte entra al aula. Enseñar desde una pedagogía de la afectividad” es el título del quinto capítulo, que tiene como protagonista la entrada en las aulas de un tema complejo como es la muerte. Nos aproximamos a algunos debates teóricos desde diferentes campos para tramar sentidos de su presencia en las instituciones educativas, y en nuestras cotidianidades, para proponer otros. Recuperamos experiencias e intervenciones pedagógicas y recursos variados, con la intención de que la muerte no solo irrumpa en las aulas como emergente casual, sino que sea un saber/contenido potente a construir y enseñar.
El último capítulo que compone esta producción se titula “Placeres que importan. Eso no se hace, eso no se dice y eso no se toca” y aborda la necesidad de replantearnos la pedagogía del placer como fuente de vida y como energía movilizante. Compartimos reflexiones en torno a la alfabetización sexual y a la mutilación del placer, en particular en los cuerpos femeninos-trans-intersex, denunciando que todos los placeres importan. También proponemos descolonizar el deseo desde los territorios del sur, desde una pedagogía crítica feminista y queer.
Cada uno de los apartados inicia con fragmentos de producciones visuales colectivas, grabados de estudiantes y docentes del IFDC Bariloche, que participaron de los seminarios de Gráfica y ESI, donde se entraman saberes de sexualidad, cuerpos y género con la xilografía.
En síntesis: los seis capítulos que componen este libro fueron escritos según los deseos y saberes que cada una enarboló, diversos, intensos, para compartir con les habitantes de las aulas y entablar un diálogo que nos sostenga y abrace.
Que este libro nos/les arrime de vuelta al fogón. Que desde el borde nos juntemos en este territorio nuestro para que los cuerpos de todes, todas y todos vuelvan a sentir el calor de la libertad, la justicia y la democracia.
Las autoras
Capítulo 1
Marina Copolechio Morand y Patricia Talani Zuvela
Este capítulo reflexiona acerca de algunas categorías dinámicas y complejas que atraviesan las configuraciones sociales del presente, tales como la democracia, en su carácter de construcción colectiva cotidiana, y la educación sexual integral (ESI) con un enfoque interseccional.
En este devenir democrático argentino de cuarenta años se cuelan nuestras propias experiencias personales, familiares y colectivas, que nos interpelan y movilizan. Estos sentires y pensares intentan comprender la profundidad del con/vivir en democracia, de salir a la calle en libertad y de enseñar y militar la ESI en las aulas, desde la educación inicial hasta la formación docente. Y decimos “militar la ESI”, por más que la idea de militancia suele estar denostada y desvalorizada, porque esta normativa no está en soledad. Es parte de un proyecto político pedagógico que pretende escuelas y sociedades más justas; es parte de una comunidad mayor que contiene, sostiene, apoya y alienta, aun en contextos adversos; es parte de un movimiento que defiende, garantiza y amplía derechos con gran compromiso y una sólida formación, que es permanente.
Es necesario pensarnos históricamente en este proceso, desde nuestros propios recorridos plagados de mandatos, prejuicios, representaciones, marcas y huellas dejadas por el terrorismo de Estado, la apertura democrática alfonsinista, el neoliberalismo salvaje del menemato y la crisis orgánica del 2001. Crisis que abrió paso a una nueva etapa, en la que se ampliaron derechos durante los gobiernos de Néstor Kirchner y Cristina Fernández, especialmente entre los años 2006 a 2012. En 2006 se sancionaron la Ley de Educación Nacional N° 26206 y la Ley de Educación Sexual Integral N° 26150, pero además, con posterioridad, se promulgaron una batería de normativas que van de la mano, se nutren y potencian mutuamente. Nos referimos a la Ley de Protección Integral de los Derechos de Niños, Niñas y Adolescentes N° 26061/05; la Ley de Protección Integral para Prevenir, Sancionar y Erradicar la Violencia contra las Mujeres N° 26485/09 (y su modificatoria, la Ley Olimpia N°277363/23); la Ley de Matrimonio Civil N° 26618/10, la Ley de Identidad de Género N° 26743/12; la Ley N° 27499/18, de Capacitación Obligatoria a agentes estatales en la temática de género y de violencia contra las mujeres (conocida como “Ley Micaela”); la Resolución del Consejo Federal de Educación N°340/18 que establece los Núcleos de Aprendizaje Prioritarios en relación a la ESI; la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo N° 27610/20, la Ley de Cupo Laboral Trans N° 27636/20 y el decreto presidencial N° 476/21 que incorpora la posibilidad de seleccionar la “X” en el Documento Nacional de Identidad, entre otras normativas.
Evidentemente, la ESI no está sola y es más que una ley joven y transgresora que a sus dieciocho años es necesario revisar. La palabra “transgresora” nos remite a no acatar ni cumplir justamente lo normado por lo que, si pensamos en una norma que lo sea, esto podría parecernos una contradicción. Sin embargo, la ESI fue y es una ley transgresora por diversas razones: porque implicó un cambio de paradigma en la forma de concebir a la sexualidad desde una perspectiva multidimensional; porque instauró una transformación en el enfoque de enseñanza al proponerse la integralidad; porque el Estado le dio entidad de política pública a la formación en sexualidad y porque se la estableció como un derecho para el estudiantado.
La ESI apareció para quedarse en la educación y desde allí proyectarse a una multiplicidad de ámbitos y contextos. Es una ley que a les docentes nos desestructura de modo profundo, ya que tenemos la responsabilidad de enseñar desde enfoques que mayormente no hemos transitado. En ese sentido, nos enfrenta con la necesidad urgente de alejarnos o derruir los mandatos normados patriarcales y cisheteronormativos, capacitistas, racistas, edadistas y clasistas. Es un desafío cotidiano que nos lleva a confrontar nuestras representaciones, prejuicios, supuestos y mitos para poder enseñar y hacernos cargo de encontrarnos, a veces, de cara a las propias contradicciones. Quien sea totalmente progresista y no tenga contradicciones ni marcas… ¡que tire la primera piedra!
La ESI, aunque joven y transgresora, está madurando y creció desde el pie, desde abajo; la parimos y la criamos les docentes porque sabemos que, además de tener que enfrentar los escenarios temidos de su enseñanza, debemos posibilitar el derecho de las infancias, adolescencias y juventudes, y resistir los embates de algunas familias temerosas o que desconocen el contenido que se enseña. Pero, sobre todo, las acometidas de los grupos político-partidarios conservadores y de algunos movimientos opositores vinculados a ciertos sectores de las iglesias, como el #Con mis hijos no te metas.
El Estado debe garantizar la implementación de la ESI ante el canto de sirenas del mercado y de los discursos que proclaman una libertad que, paradójicamente, oprime y profundiza las desigualdades. Sabemos que si no existe un proyecto político que sostenga estas leyes, las mismas se convierten en letra muerta y que, si no existe nuestra presencia militante, los derechos se pierden, porque trágicamente vienen por ellos, no solo en este país sino en la región y en buena parte del mundo, dado el avance feroz de las derechas y de las posturas deshumanizantes.
La legislación es perfectible y, sin dudas, quienes vivimos su aplicación día a día tenemos algunas consideraciones y aportes para enriquecerla. Por eso, en este capítulo nos interesa revalorizar lo transgresor de la ESI en su contexto de surgimiento respecto de los cuerpos diversos y, a la vez, compartir algunas reflexiones y desafíos didácticos que identificamos en esos mismos ejes a dieciocho años de su sanción e implementación. Celebrar, potenciar y trabajar en la agenda de la enseñanza de la ESI nos compromete, como tarea pedagógica, ética y política, ante el avance de posturas conservadoras, moralistas y tradicionales que no están superadas en nuestra sociedad.
Los cuerpos habitan las instituciones educativas. No solo se enseñan como contenidos, sino que están presentes y posibilitan el acto educativo. El cuerpo en la escuela ha sido pensado y abordado mayormente desde miradas vinculadas a la “naturaleza”, a lo dado, a la materialidad, y ha sido ubicado como patrimonio central de las ciencias naturales y también de la educación física. En las ciencias naturales fue explicado desde sus ”aparatos y órganos”, con componentes y funciones específicas, mediante analogías que llevaban a concebirlo como una máquina. Ideas similares estuvieron presentes en el campo de la educación física, cuya incorporación al sistema educativo estuvo orientada a la educación de esos cuerpos en función de ciertos parámetros y estéticas vinculadas a lo “femenino” y a lo “masculino” (Scharagrodsky, 2021). Por lo tanto, el cuerpo en la escuela siempre ha sido objeto de enseñanzas, regulaciones, limitaciones, moldeamientos y límites sostenidos en modelos corporales hegemónicos, con el fin de educar y producir cuerpos necesarios y útiles para una sociedad patriarcal, capitalista, capacitista, racista y otros “istas” más. La educación sexual se vincula directamente con la educación de los cuerpos y, en ese sentido, se afirma que toda educación es y ha sido siempre sexual (Morgade, 2011), así como también política y corporal.
En la ESI, los cuerpos están presentes en los contenidos, en los ejes conceptuales (no solo en el de cuidar el cuerpo y la salud), en las puertas de entrada, en el aula (en donde nos referimos a los cuerpos del estudiantado pero también a los nuestros) y en muchos otros lados más. La nota distintiva es que, con la ESI, los cuerpos se resignifican y es allí en donde se pueden identificar aspectos transgresores de esta política pública.
La perspectiva de la ESI supone asumir que nuestros cuerpos son sexuados, es decir, que difícilmente pueden ser “leídos” sin aludir a una dimensión sexogenérica. Comprendemos, reconocemos, nos vinculamos con nuestros cuerpos y otros cuerpos en tanto y en cuanto podemos ubicarlos en ciertas categorías: es una nena, es un nene, es un adolescente, es el estudiante con discapacidad. Esta categorización de los cuerpos nos brinda cierta “tranquilidad”, porque nos permite anticiparnos en relación a los modos en que podemos vincularnos, pero también en relación a lo que esos cuerpos podrán hacer o no y lo que podemos esperar o no de ellos. La creación de ciertos moldes en los que ubicar y ubicarnos sin dudas tranquiliza, pero también limita e incluso incomoda cuando hay cuerpos que no logramos clasificar tan fácilmente en un lado u otro. En ese sentido, estas lecturas que solemos realizar acerca de los cuerpos son simplistas, dicotómicas y binarias y no dan cuenta de las múltiples opciones, posibilidades y destinos inherentes a una concepción de cuerpo diferente de la hegemónica.
La ESI nos invita a pensar los cuerpos más allá de la pura materialidad, de lo físico, de las carnes, de lo meramente biológico, para empezar a concebirlos como entramados, como construcciones sociales, culturales, históricas y discursivas. Esta política pública instala la posibilidad de pensarlos como sexuados y esto supone concebirlos también de manera contextualizada, historizada y multirreferencial. Algunos lineamientos curriculares de la ESI advierten que se trata de cuerpos entendidos como totalidad, con necesidades de afecto, cuidado y valoración. Cuerpos que sienten, que deciden, que tienen la posibilidad de recibir y de dar cariño, y la oportunidad de establecer vínculos de amistad; que pueden expresar opiniones, formular preguntas, manifestarse. Cuerpos que son diferentes físicamente, y que eso forma parte de los aspectos inherentes al ser humano que los hacen únicos e irrepetibles; cuerpos que tienen derechos y también la responsabilidad de valorar y respetar otros cuerpos, entre otros deberes.
Las primeras láminas del Programa Nacional ESI “Así es nuestro cuerpo”1 y “Cambios que se sienten y se ven”2 posibilitaron que cuerpos desnudos estuvieran presentes en las paredes de algunas aulas. Pero también provocaron resistencias que llevaron a esconder esos materiales bajo llave o a vestir esos cuerpos desnudos tal que fuera posible exhibirlos en el aula de manera “más aceptable y decorosa”.
Más allá de que hoy podamos cuestionar algunas producciones y materiales didácticos por ser binarios, por reproducir estereotipos de género y modelos corporales, es preciso reconocer lo disruptivo y transgresor de la perspectiva en relación a los cuerpos que la ESI introdujo en las instituciones educativas. Porque invitó a desnaturalizar los nombramientos vulgares tanto de la vulva como del pene, a adjudicarles una denominación científica y, en especial, a visibilizar las acciones que deben ser contadas, que avergüenzan o constituyen abusos y maltratos hacia el cuerpo de niñeces y adolescencias. También posibilitó un abordaje de lo corporal desde la multidimensionalidad, al articular dimensiones biológicas con socioculturales, políticas, afectivas y éticas.
En estos años de devenir democrático se diseñaron y construyeron otros recursos didácticos para dar lugar a la diversidad corporal al abordar la ESI. En este punto, fueron fundamentales las luchas y los aportes de los movimientos sociosexuales, ya que dieron lugar a producciones que permitieron alojar en el aula a identidades que se encontraban en los bordes o incluso fuera de ellos. Las propuestas de la editorial Chirimbote, tanto los libros que recuperan historias y recorridos personales como Soy Alexa (Sofía, 2018), Pendeja (Unrein, 2019), Susy Shock para chicxs (Fink, 2018), como aquellos que articulan aportes teóricos y didácticos, como Un mundo en donde quepan todes (Masilla, 2021) y las propuestas construidas desde agrupaciones militantes, como por ejemplo el libro Trans-formando la ESI: por una educación sexual integral para todes, de la Agrupación de niñes y adolescencias trans Munay (Bertazzoli y Arlausky, 2022) y el material didáctico Chicos y chicas. Identidad y cuerpo, de la asociación española Naizen (2016), interpelan las corporalidades hegemónicas con foco en la dimensión sexogenérica y denuncian la presunción de cisheteronormatividad que conlleva la invisibilización de los cuerpos trans, travestis e intersex (imágenes 1 y 2).
Imagen 1. Más y menos
Fuente: Material didáctico Chicos y chicas. Identidad y cuerpo 3 - 4
Así se inició un camino que nos llevó a pensar los cuerpos más allá del binarismo y la dicotomía con la que usualmente fueron considerados. Hoy en día es imprescindible avanzar un poco más y complejizar la noción misma de lo binario que, en general, solo ha sido asociado a los cuerpos desde la variable sexo-género. Sin duda, es fundamental desnaturalizar que solo existen dos posibilidades en relación a lo sexogenérico (mujer-varón, femenino-masculino), y abrir el juego a las múltiples formas de ser y estar en el mundo, con el fin de pensar lo binario en relación a otras variables que oprimen y limitan. En este sentido, el eje de la ESI –que, en sus inicios, ponía el foco en reconocer la diversidad sexual–, va ampliando su lente para incorporar otras diversidades más allá de las sexogenéricas.
La noción de interseccionalidad es un andamiaje indispensable. Se trata de una categoría que tiene sus orígenes en los feminismos afroamericanos y comprende a las identidades como múltiples y fluidas, pero también situadas y condicionadas por distintas dimensiones de opresión: raza, clase, género, capacidad, edad. Pensar en términos interseccionales nos permite explorar las relaciones y dinámicas que se producen entre identidades coexistentes (por ejemplo: mujer, negra, con discapacidad) y sistemas conectados de opresión (por ejemplo: patriarcado, supremacía blanca, capacitismo) (Afroféminas, 2019) e intentar comprender la complejidad de esas imbricaciones, así como la recurrencia y la singularidad de las experiencias, en particular las de quienes ocupan posiciones de desventaja (Falquet, 2022).
Entonces, resignificar lo binario es articularlo con otras dimensiones presentes en la noción de interseccionalidad, y que condicionan nuestros cuerpos: gordo/flaco, joven/viejo, pobre/rico, no blanco/blanco, con discapacidad/sin discapacidad. Se trata de uno de los desafíos actuales de la ESI, que procura acercarnos no solo a una ESI no binaria, sino también no edadista, no clasista, no racista, no capacitista. Algunas producciones de ilustradoras argentinas como las de Ro Ferrer pueden ser insumos potentes para trabajar en las aulas (ver Imagen 3).
Imagen 3. Ilustración de Ro Ferrer
Fuente: @roferrerilustradora
Destacamos que en el ámbito académico y educativo se están realizando múltiples aportes desde la militancia y desde los propios movimientos y organizaciones sociales. A modo de ejemplo, desde el colectivo antirracista “Identidad Marrón” y desde otras asociaciones afroargentinas se viene poniendo en evidencia la ausencia o el lugar relegado que se les asigna a los cuerpos racializados, marrones y afro. Desde el movimiento gorde se ha denunciado la patologización de los cuerpos que no siguen los estándares del poder/saber médico (Contrera y Cuello, 2016; Moreno, 2018 y 2021; Contrera, Ortellano, Nuñez y Cararo Funes, 2023, entre otros). En los últimos tiempos, pero quizás más lentamente o con menos impacto en los contextos educativos, se ha puesto en evidencia la desvalorización y des-sexualización de los cuerpos de las personas mayores y se ha propuesto pensar una ESI con perspectiva de edad. Del mismo modo, se ha cuestionado la “mitología de la sexualidad en la discapacidad” (Peirano, 2014) y también el capacitismo (Travesani, 2021), con el objetivo de acercarnos a una ESI con perspectiva en diversidad funcional/discapacidad. No es intención de este escrito profundizar en todos estos aportes, pero sí avanzar, en el próximo apartado, en los que permiten revisar la capacidad/discapacidad.
En el marco de los estudios críticos de la discapacidad, resultan valiosos los aportes de la teoría crip, traducida en el contexto español como “teoría tullida”5. En el contexto anglosajón, el término “crip” ha sido mayormente utilizado de manera despectiva para nombrar a las personas con discapacidad y fueron las propias personas con discapacidad las que lo resignificaron, transformándolo de insulto a emblema de lucha y empoderamiento. Uno de los puntos centrales de esta teoría es la invitación a dejar de mirar la discapacidad y comenzar a mirar la capacidad para:
Analizar las formas en que el capitalismo neoliberal (sistema económico cultural dominante) instituye el cuerpo normativo, el cuerpomente capaz, como una identidad no marcada “natural”, que produce la discapacidad bajo parámetros de deficiencia y patología. (Moya, 2022, p. 6)
La propuesta es comenzar a mirar ese término no marcado, esa categoría de “cuerpomente capaz” que aparece como lo natural, lo normal, lo esperable –y que, por eso mismo, nadie cuestiona– para poner en evidencia que se trata de una construcción, un ideal imposible de encarnar, una ficción que opera sobre todos los cuerpos en base a imperativos de normalidad. Desde esta teoría, la “capacidad corporal obligatoria” (McRuer, 2021) es uno de los mecanismos y dispositivos centrales mediante los cuales el capacitismo regula los cuerpos y marca a algunos como (in)capaces (García-Santesmases Fernández, 2017). El capacitismo es, entonces, un sistema de opresión, de discriminación ideológica y material, en el que una serie de ideas, actitudes y discursos permite, legitima y justifica las distintas formas de violencias, discriminación y desigualdad que sufren las personas con discapacidad solo por el hecho de no ajustarse a ese cuerpomente normativo, es decir, a las características corporales y cognitivo-intelectuales que marca la norma social (Martínez Hernández, 2019).
Desde estos y otros aportes, las personas con discapacidad que militan en distintos movimientos nos interpelan y nos plantean la necesidad de que revisemos si nuestra ESI es capacitista. Al respecto, Daiana Travesani señala que:
A las personas con discapacidad se nos considera personas desexualizadas o hipersexualizadas; no tenemos sexualidad o, por el contrario, la tenemos fuera de control. Se cree que no deseamos, que no tenemos ganas de masturbarnos o de desear a alguien, que no tenemos ganas de tener sexo, de ser tocadas o tocar o de ser acariciadas o acariciar (...) Cuando se nos concibe con identidad de género, las identidades discas somos pensadas solo de manera binaria (mujer cis/varón cis), jamás se considera que podamos ser trans o no binaries, como tampoco se piensa que podamos tener una orientación sexual no heterosexual, como por ejemplo, que podamos ser lesbiana, gay, bisexual, etcétera. (Travesani, 2021, pp. 108-109)
Más allá de todos los avances de la ESI para pensar los cuerpos, aún hoy sigue siendo necesario que miremos la que está en nuestras escuelas para reflexionar sobre algunas cuestiones: ¿es capacitista? ¿De qué manera planificamos nuestras clases? ¿Son diversificadas nuestras propuestas de enseñanza, tal que todes les estudiantes puedan participar de las mismas? ¿Realmente concebimos a las personas con discapacidad como sujetos de derecho y seres sexuados que pueden desear y ser deseados y que, incluso, pueden no tener una orientación sexual y/o una identidad de género hegemónica? ¿En qué tipo de estudiantes estamos pensando cuando hablamos de ESI? ¿Qué cuerpos visualizamos cuando pensamos en la ESI, sus contenidos, sus ejes? ¿Pueden las personas con discapacidad intelectual aprender los mismos contenidos de la ESI que las demás? Cuando pensamos en los cuerpos, ¿pensamos también en los cuerpos de estudiantes con discapacidad múltiple que deben ser asistidos para alimentarse o ser cambiados? ¿Son accesibles los recursos y dinámicas que proponemos para enseñar ESI? ¿Hemos considerado la posibilidad de enseñar ESI mediante comunicación aumentativa y alternativa, o solo lo hacemos mediante el lenguaje oral convencional?
Sin dudas, la teoría crip y los aportes de los activismos y artivismos interpelan fuertemente nuestra manera de pensar y concebir los cuerpos. A la vez, nos invitan a problematizar la categoría de cuerpo y nuestras prácticas desde matices que no suelen tenerse en cuenta y que complejizan las dimensiones de raza, clase y género, tan presentes en el enfoque interseccional, habilitando nuevos espacios para revisarnos en pos de una ESI no capacitista y que verdaderamente aloje la diversidad corporal.
En este apartado se recupera aquello que fue (y aún es) transgresor de la ESI, específicamente en relación a los cuerpos, para, a partir de esto, identificar transformaciones y nuevos desafíos a dieciocho años de su aprobación. En este sentido, pensar históricamente y de manera contextualizada sus caminos posibilita reconocer avances y también límites, con el fin de proponer nuevos horizontes.