Dilucidando Representaciones Sociales: interpretando su Impacto en la Inclusión Social y en las Trayectorias Educativas - Lic. Prof. Paula G. Luna - E-Book

Dilucidando Representaciones Sociales: interpretando su Impacto en la Inclusión Social y en las Trayectorias Educativas E-Book

Lic. Prof. Paula G. Luna

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Beschreibung

La autora, licenciada y profesora en educación especial, aborda críticamente las representaciones sociales que impactan la inclusión en el Sistema Educativo Argentino. A pesar de la retórica oficial que aboga por la igualdad, subraya las barreras ideológicas arraigadas en el imaginario social, dificultando la implementación efectiva de propuestas inclusivas. Con un enfoque integral, la autora no se limita a la discapacidad, considerando la vulnerabilidad de todos los estudiantes ante barreras contextuales. Su experiencia como supervisora y asesora le permite explorar representaciones presentes en discursos y prácticas, tanto en el ámbito escolar como en la sociedad. Desde el inicio, las preguntas planteadas buscan explorar representaciones sociales sobre la inclusión y analizar percepciones de educación, justicia e igualdad de oportunidades. Destaca la influencia de factores macro y micro, desde el contexto político-sociocultural hasta el papel crucial de los equipos. En una sección clave, la autora profundiza en representaciones de estudiantes en situación de discapacidad y su impacto en trayectorias educativas. Detalladamente, explora modelos curriculares, barreras y configuraciones de apoyo con la firme intención de comprender y superar obstáculos que afectan negativamente la consecución de una inclusión genuina. En síntesis, la obra propone una reflexión profunda sobre representaciones sociales y su impacto en la inclusión. Ofrece herramientas para desentrañar enfoques subyacentes, abogando por estrategias destinadas a superar barreras para lograr una inclusión auténtica en todos los ámbitos. Con un enfoque crítico y práctico, guía al lector hacia la comprensión y transformación de percepciones, fomentando un cambio positivo en la implementación de propuestas inclusivas.

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LIC. PROF. PAULA G. LUNA

Dilucidando Representaciones Sociales: interpretando su Impacto en la Inclusión Social y en las Trayectorias Educativas

Entre la práctica, la teoría y el discurso

Luna, Paula G. Dilucidando Representaciones Sociales : interpretando su Impacto en la Inclusión Social y en las Trayectorias Educativas : entre la práctica, la teoría y el discurso / Paula G. Luna. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4686-9

1. Ensayo. I. Título. CDD 306.432

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

REPRESENTACIONES SOCIALES Y SU INCIDENCIA EN LAS PRÁCTICAS

CONCEPTUALIZACIONES ACERCA DE LA INCLUSIÓN SOCIAL: ENTRE “ELLOS Y NOSOTROS” O “TODOS”

SUPERANDO LAS TRAMPAS IDEOLÓGICAS PARA LA INCLUSIÓN: REVELANDO LOS FALLOS DE LA MERITOCRACIA

INCLUSIÓN EN EL ÁMBITO ESCOLAR

LA CONSTRUCCIÓN ACERCA DE LA INCLUSIÓN DE ESTUDIANTES EN SITUACIÓN DE DISCAPACIDAD

REPRESENTACIONES SOCIALES CON RESPECTO A LA DISCAPACIDAD

EL ABORDAJE PEDAGÓGICO DE ESD EN LA ESCUELA

BIBLIOGRAFÍA

Dedicatoria

A mi querida madre y a mi amada hermana Nory, mis primeros pilares que han sostenido mis sueños con amor desde mi tierna infancia. A ellas, mi profundo y sincero agradecimiento.

A Inti, mi compañero de vida desde nuestra temprana juventud; juntos hemos tejido una historia llena de afecto, alegrías, desafíos y crecimiento mutuo. Aprecio cada capítulo compartido en nuestro viaje y celebro el amor que nos ha unido.

A mis adoradas hijas Luz, Alba y Vida, seres de amor inquebrantable que iluminan mi sendero con su presencia radiante. El brillo y la alegría que cada una de ustedes ha traído a mi vida es mi guía constante, y cada momento a vuestro lado es un regalo precioso.

Este libro es mi humilde homenaje al amor, la fortaleza y al apoyo incondicional que cada uno de ustedes ha compartido conmigo…

No “los que pueden”, o “en la medida que lo toleren”, o “los que se adaptan”. Ni “casi todos”. Ni tampoco “todos excepto uno”. ¡Todos! (Grupo Art. 24 por la Educación Inclusiva)

En la actualidad, el Sistema Educativo Argentino promueve, al menos desde el discurso, la inclusión de estudiantes dentro de las instituciones educativas basándose en el principio de igualdad de oportunidades. No obstante, las barreras mayormente ideológicas presentes en el imaginario social, arraigadas en determinadas representaciones sociales sobre la inclusión y las personas en situación de vulnerabilidad, inciden directamente en las propuestas inclusivas. Estos obstáculos afectan la identificación de barreras como la creación e implementación de configuraciones de apoyo que las eliminen, tanto en contextos amplios como en entornos más específicos.

Como licenciada y profesora en educación “especial”, mi labor se enfoca en supervisar y asesorar los procesos de inclusión en escuelas “comunes”.1 A pesar de que mis títulos se orientan en asegurar la inclusión de personas en situación de discapacidad (PSD), mi enfoque ha sido siempre la de respaldar este derecho considerando la vulnerabilidad que cualquier estudiante podría experimentar debido a las barreras contextuales. De esta manera, busco promover propuestas que fomenten la inclusión que todo estudiante merece.

Durante muchos años, he sido testigo tanto de acciones y expresiones que favorecen, como de aquellas que dificultan la inclusión de estudiantes, representando barreras para la misma. A partir de estas experiencias, consideré relevante analizar las representaciones sociales presentes en discursos y prácticas dentro de los diferentes ámbitos y entre los diversos actores involucrados en la inclusión, tanto en el contexto escolar como fuera de él.

A lo largo de mi carrera, han surgido cuestionamientos en torno a las representaciones sociales:

¿Cuáles son las representaciones sociales con respecto a la inclusión de personas que se encuentran en diferentes situaciones de vulnerabilidad; qué similitudes y diferencias experimentan entre ellas?

¿Cómo se percibe la educación, la justicia y la igualdad de oportunidades y cómo estas percepciones inciden en la vida de las personas en situación de vulnerabilidad?

¿De qué manera se manifiestan estas representaciones sociales en las funciones, responsabilidades y compromisos de los diversos actores?

Debido a mi especialización en discapacidad y educación, también ha surgido las siguientes preguntas:

¿Qué construcciones elaboran los diferentes actores involucrados con respecto a la inclusión de personas en situación de discapacidad? ¿Qué valores, creencias, ideas y expectativas reflejan sobre este proceso y las PSD? Esto nos encamina a la siguiente pregunta ¿Cómo repercuten dichas representaciones en las trayectorias y en los estudiantes en situación de discapacidad (ESD)?

Respecto al título del libro, he considerado dos aspectos: por un lado, las representaciones sociales en torno a un proceso, la inclusión; por otro lado, las miradas sobre los estudiantes en situación de vulnerabilidad. La inclusión como concepto, abarca a todos en todos los ámbitos, no limitándose únicamente a las personas en situación de discapacidad ni al contexto escolar. Los enfoques de segregación, exclusión, integración e inclusión se observan en toda dinámica social e inciden en el acceso a la igualdad de oportunidades tanto dentro como fuera de la escuela.

Al adentrarnos en el ámbito escolar, se hace evidente que las barreras que enfrentan las personas en situación de vulnerabilidad han sido una problemática arraigada durante muchos años y se entrelazan con la crisis educativa de la cual muchos expertos advierten. Es fundamental aclarar que, si bien voy a focalizar más en la situación que vivencian los ESD, estos tienen ciertos puntos en común con aquellos estudiantes que son excluidos, segregados o integrados por no cumplir con las estructuras hegemónicas que dispone nuestra sociedad, y por ende la escuela.

A lo largo de este libro, notarán que cito a profesionales de la educación y la salud, así como a familias, que trabajan conjuntamente para promover la inclusión de ESD en escuelas “comunes”. Considero que estos actores están influenciados por las representaciones circulantes en contextos más amplios: el sistema educativo, ámbito político, económico el sociocultural. Los diferentes actores pueden estar posicionados desde una mirada que promueva la inclusión o que represente una barrera para acceder a la misma. Aunque describiré la influencia de los contextos macro, haré hincapié especialmente en los contextos más micro, es decir, los equipos formados por instituciones, familias, y profesionales.

Desde un inicio, presentaré conceptos explicativos para facilitar la comprensión del contenido referidos a posicionamientos de los niveles macro y micro respecto a la inclusión. Comenzaré introduciendo el concepto de representaciones sociales, detallando sus definiciones y aspectos característicos, como sus dimensiones y funciones, así como su proceso de construcción. Además, destacaré la función crucial de las representaciones sociales como orientadoras de conductas y su vinculación con las prácticas, ya que considero fundamental ahondar en este aspecto característico de las representaciones. Esto nos permitirá sumergirnos en el universo de las perspectivas sobre la inclusión, explorar los enfoques actuales en la sociedad y asociar los diversos significados vinculados a este proceso en el ámbito educativo, culminando en la mirada hacia la discapacidad y los ESD. En este último aspecto, nos encontramos con distintos enfoques educativos (exclusión, segregación, integración e inclusión) y las influencias del Modelo Clínico y el Modelo Social acerca de la discapacidad. Es muy relevante descifrar las representaciones sociales tanto en los niveles macro como micro de cada estudiante si deseamos ser agentes genuinos de cambio.

De esta manera se podrá contemplar dos puntos esenciales: por un lado, examinar la construcción de la inclusión, identificando las características de las representaciones sociales en torno a la inclusión/exclusión. Esto implica considerar los conceptos y terminologías utilizados para describir este proceso. Para tal fin, describiré las condiciones, valoraciones, expectativas y comportamientos relacionado con la inclusión, tomando en cuenta los modelos curriculares, las barreras (qué son, cuáles son sus causas y tipos de barreras) y las configuraciones de apoyo para eliminarlas. Para completar este análisis, será importante reflexionar sobre los ámbitos o espacios considerados por los actores para eliminar barreras y fomentar entornos no restrictivos.

Por otro lado, es fundamental explorar los significados en torno al concepto de discapacidad y la inclusión del ESD en particular. Estas representaciones están conectadas con la mirada que se tiene sobre la sociedad: ¿se percibe como homogénea o heterogénea? Cómo vemos al otro, repercute en nuestras actitudes y prácticas. Siguiendo a Soto Cornejo (2009), se plantean interrogantes para desentrañar las representaciones acerca de la discapacidad y la inclusión de ESD:

¿Cómo definen los actores el concepto de discapacidad? ¿Qué conceptos utilizan para referirse a las personas en situación de discapacidad? ¿Qué atributos les asignan? ¿Predominan caracterizaciones positivas o negativas? ¿Reflejan estos conceptos estereotipos o prejuicios socioculturales sobre la discapacidad? ¿Qué valores subyacen?

¿Qué opinan sobre la inclusión escolar de ESD? ¿Expresan una orientación favorable o desfavorable hacia los ESD en su discurso? ¿Cuáles son sus creencias acerca del tipo de institución que debería brindarles educación? ¿Qué emociones suscita trabajar con ESD?

Estos interrogantes nos habilitan el camino para acceder a la conexión directa entre las representaciones y las prácticas; de esta manera, podremos entender cómo la mirada hacia algo o alguien repercute en nuestras acciones.

Para concluir esta introducción, quiero señalar que, para enriquecer este libro, he tomado en cuenta mi experiencia con equipos (familias-instituciones-profesionales de salud y educación), reflexiones sobre cómo se desenvuelven los contextos más macros, mi última investigación más reciente y los planteamientos que surgen en mis capacitaciones dirigidas a profesionales de la educación y la salud. Mi principal intención es que este libro contribuya de manera positiva a la inclusión de toda persona en situación de vulnerabilidad en todos los ámbitos, proporcionado herramientas para descifrar los enfoques subyacentes detrás de cada práctica, actitud, propuesta o discurso. A partir de ese punto, es crucial comprometernos a evaluar si respaldaremos determinadas prácticas-miradas o si será necesario diseñar estrategias para eliminarlas, dado que representan obstáculos para la inclusión.

1 Utilizo los términos "comunes" para que el lector pueda diferenciar dichas instituciones con respecto a las de modalidad “especial”. También, implemento las comillas para transmitir cierta disconformidad con el uso de estos términos, ya que simplemente perpetúan la dicotomía normal-anormal. Más adelante, profundizaré sobre el uso de la terminología y sus representaciones.

REPRESENTACIONES SOCIALES Y SU INCIDENCIA EN LAS PRÁCTICAS

Para comenzar, realizaré un abordaje conceptual sobre las representaciones sociales, explorando sus dimensiones y funciones. Luego, profundizaré en su función más destacada, que es la de orientar las prácticas y/o comportamientos de las personas. Explicaré los conceptos relacionados con la inclusión y, analizaré cómo esta se manifiesta en el contexto escolar, especialmente en relación a ESD. De este modo, lograremos identificar la interconexión intrínseca entre las representaciones sociales y la inclusión, partiendo de la premisa fundamental de que las representaciones sociales operan como creencias e imágenes que ejercen influencia en las acciones de los diversos actores durante los procesos de inclusión.

Representaciones Sociales: Explorando su Significado y Alcance

Concepto, dimensiones y funciones

Las representaciones sociales que circulan entre los distintos actores de una institución educativa (directivos, familias, docentes, preceptores, coordinadores, profesionales de la salud y la educación, entre otros), como también, en los sistemas macro que rodean a dichos equipos, tienen estrecha relación con la práctica. En esta coyuntura, voy a abordar tres elementos interconectados: en primer lugar, la inclusión en tanto teoría y práctica, es decir, la mirada hacia la diversidad. En segundo lugar, la especificación de personas en situación de vulnerabilidad, y finalmente, la correlación entre estosdos aspectos: inclusión y la persona que se encuentra en situación socio-cultural desfavorable.

La mención a la vulnerabilidad implica el reconocimiento de los riesgos de exclusión como una problemática social, es decir no como una dificultad individual, sino como producto de procesos sociales que nos incumben a todos los integrantes de la sociedad, en tanto son resultado de factores estructurales que afectan un grupo de personas (Comas, 2018).

En el contexto de las representaciones sociales, nos encontramos con un concepto de naturaleza compleja. Jodelet las define como “una forma de conocimiento específico, el saber del sentido común, cuyos contenidos manifiestan la operación de procesos generativos y funcionales socialmente caracterizados. En sentido más amplio, designa una forma de pensamiento social” (Jodelet, 1986). Sapiains y Zureta, por su parte, las conceptualizan como imágenes que reflejan una manera de ver la realidad circundante:

Son imágenes y los modelos explicativos que un determinado grupo social posee de algún fenómeno o contenido de su realidad, la cual, se constituye como una herramienta conceptual que posibilita establecer un nexo entre el individuo, la cultura y la historia, es decir, entre la subjetividad y la vida social de los seres humanos (Sapiains y Zureta, 2001:3).

Dado que son construcciones sociales, las representaciones se forjan y reelaboran de manera colectiva:

Una representación se refiere a la imagen (mental) que tiene una persona de alguna cosa, evento, acción… cuando esta representación (idea) es conservada y no reemplazada por otra, constituye una creencia que es la base del significado que adquiere cada nuevo estímulo que incorporamos (Raiter, 2002:1).

Un aspecto relevante en la teoría es cómo las representaciones sociales se construyen y reconstruyen a través de procesos individuales y colectivos. Esto aporta claridad sobre su origen, cómo las personas las internalizan debido a la influencia social y, al mismo tiempo, cuál es el potencial para su modificación o descarte.

La separación de lo individual y lo social nos permite ver que la organización psíquica individual se desarrolla en la experiencia social e histórica (…), las acciones de los individuos (…) tienen un impacto que, de hecho, se asocian a nuevos procesos de transformación de las formas de vida y organización social (González, 2008: 229).

Las representaciones sociales pueden ser interpretadas como contenido y proceso, “como pensamiento constituido y constituyente. En la primera acepción (pensamiento constituido) se transforman en productos y contenidos (imágenes, creencias, conceptos, etc.) que reflejan el contexto socio-histórico en que se producen (valores, ideologías). Como pensamiento constituyente, se transforman en el proceso a través del cual se configura la realidad en la interacción con los otros y a partir del cual se toma posición frente a ella” (Ibáñez, 1988: 37). Estas representaciones son colectivas porque son generadas por el grupo social a través de sus discursos y prácticas, influyendo en las opiniones y elecciones de las personas con respecto a un objeto o situación. Por tanto, “la representación es una modalidad particular del conocimiento, cuya función es la elaboración de los comportamientos y la comunicación entre los individuos” (Mora, 2002:8). Es fundamental comprender que una representación no es creada por una sola persona, sino que es construida y compartida por un grupo social en un contexto socio-histórico específico. Estas representaciones emergen, circulan y desempeñan funciones dentro de los procesos de interacción social. Estas se construyen en un momento socio-histórico en función de cómo la persona se siente dentro de ese contexto, ya que “no es posible desarrollar una actitud frente a un objeto si previamente no se ha elaborado una representación del mismo” (Bonilla y Ospina, 200).

Moscovici propone tres dimensiones para analizar estos “universos de opinión”: la información, el campo de representación y las actitudes.

La información representa el conjunto de conocimientos sobre alguien o algo. “La información, dimensión o concepto, se relaciona con la organización de los conocimientos que posee un grupo con respecto a un objeto social” (Moscovici, 1979: 45).

El campo de representación “expresa la organización del contenido de la representación (…). Permite visualizar el carácter del contenido (…), remite a la idea de imagen, modelo social” (Moscovici, 1979: 46).

La actitud denota la orientación favorable o desfavorable hacia el objeto de representación. Es el componente más visible, fáctico y conductual de las representaciones y la que tiene mayor implicancia en el comportamiento y motivación. Según Moscovici, la actitud “es la más frecuente de las tres dimensiones” (…). “Nos informamos y nos representamos una cosa únicamente después de haber tomado una posición y en función de la posición formada” (Moscovici, 1979:49).

Algunos investigadores han identificado también funciones específicas de las representaciones sociales. Catalán-Hidalgo presenta la siguiente clasificación:

Función del conocimiento: facilita la comprensión y explicación de la realidad, lo que conlleva a la adquisición de conocimiento sobre algo o alguien.

Función de identidad: induce a que las personas en un grupo resguarden su identidad social positiva, cuidando las características propias de su colectivo social, situándose en un contexto determinado y basándose en normas y valores compartidos. En el seno de una institución, es común que se compartan actitudes, valores y creencias entre la mayoría de los actores.

Funciones de justificación: permiten validar las posturas y conductas, respaldando retrospectivamente las posiciones y comportamientos de cada miembro.

Función de orientación: determinan los comportamientos y las prácticas sociales propias del grupo. Esta función contribuye a comprender la relación entre las representaciones sociales y la práctica

Representaciones sociales y su rol principal: orientador de las conductas (vinculación con la práctica).

Un aspecto crucial para describir las representaciones sociales (RS) de los actores con respecto a la inclusión radica en la relación entre el concepto de “representación social” y el comportamiento de las personas; esta conexión será analizada a continuación.

Anteriormente se detalló el concepto de representación social, su forma de originarse, sus dimensiones y funciones. Entre ellas una función primordial es la relación entre las representaciones sociales y el comportamiento de las personas. Moscovici involucra a la práctica como componente esencial de las representaciones al afirmar que estas “son un sistema de valores, ideas y prácticas” (Moscovici y Hewstone, 1986). Esto denota que “los seres humanos actuamos (entonces) de acuerdo a nuestras representaciones sociales” (Catalán Hidalgo y Fernández Aguilera, 2009). Las representaciones son construcciones que nos indican acerca de nuestras acciones, son pautas que guían nuestras conductas. Esto nos da a entender que las RS “se presentan vinculadas directamente con las prácticas sociales puesto que tienen dentro de sus funciones más relevantes la orientación de las conductas” (Soto Cornejo, 2009:47). Las prácticas se refieren a acciones y comportamientos frecuentes hacia una persona u objeto. De aquí se desprende que las RS encuentran su génesis en las prácticas, y estas prácticas, a su vez, contribuyen a moldear y transformar las representaciones.

Muchos investigadores han sostenido que, si las RS significan una concepción con respecto a un objeto, necesariamente influirán en la conducta hacia ese objeto. Las representaciones orientan las acciones y las prácticas. Esto nos lleva a entender que “si bien las personas actúan de acuerdo a sus representaciones, también las personas cambian sus representaciones en función de sus de sus comportamientos y sus prácticas” (Arnaiz Sánchez, 1999:8).

CONCEPTUALIZACIONES ACERCA DE LA INCLUSIÓN SOCIAL: ENTRE “ELLOS Y NOSOTROS” O “TODOS”

Anteriormente, se definió la representación social como la mirada o percepción a través de la cual se observa y se interpreta a algo o alguien, y cómo esta imagen repercute en las prácticas. A través del análisis de las representaciones sociales (RS), somos capaces de reconstruir las concepciones en torno a la inclusión tanto en un sentido amplio como en el contexto específico de la educación, “especial” mente en relación a estudiantes en situación de vulnerabilidad. Estas representaciones configuran en cierto modo los contenidos que circulan en las instituciones, en ámbito político y en relaciones sociales más amplias. Por tanto, comprendemos que las acciones y discursos que observamos obtienen respaldo y fundamentación desde una construcción social particular. En esta sección, abordaré la inclusión como categoría teórica con el objetivo de desentrañar la información contenida en las representaciones que hacen alusión a este concepto.

La inclusión emerge como un concepto destinado a fomentar y generar igualdad de oportunidades y la protección de los derechos de todas las personas, otorgando prioridad a los grupos sociales más vulnerables. Esto engloba a aquellos que experimentan situaciones de pobreza, discapacidad, mujeres, colectivo LGBTQ+, personas pertenecientes a minorías religiosas o culturales, personas con condiciones psiquiátricas, aquellos que no se ajustan a la norma preestablecida, entre otros. En la actualidad, se evidencia comportamientos excluyentes que se contraponen a actitudes inclusivas hacia estos grupos. A continuación, presento un cuadro explicativo y conciso sobre cómo repercute la mirada que existe acerca de la sociedad.

MIRADA DICOTÓMICA NORMAL – ANORMAL//ACEPTADO O RECHAZADO: la sociedad estaría constituida por normales y anormales (los diversos): “discapacitados”, “locos”, “pobres”, presos, personas con otra orientación sexual no heterosexual, persona con identidad de género que no corresponde a su sexo biológico, cuerpos gordos, pueblos originarios, etc.

MIRADA DESDE LA DIVERSIDAD: la sociedad estaría constituida por personas diversas

EXCLUSIÓN

SEGREGACIÓN

INTEGRACIÓN

INCLUSIÓN

Rechazo a los anormales

Ej.: no emplear personas trans o PSD

“Lo rechazo porque no es normal”

Se crean espacios especializados en cierta “anormalidad” separados de los normales.

Ej.: escuelas “especiales”, psiquiátricos, cárceles, etc.

“Lo segrego porque tiene una anormalidad (asociándolo con incapacidad en comparación con los normales) y está mejor en un lugar “especializado”

Se deja que los “anormales” ingresen a los espacios de los “normales”, pero no se eliminan las barreras para brindar igualdad de oportunidades:

“Le doy lo mismo a todos porque así soy JUSTO”. (Concepto erróneo de justicia y de igualdad de oportunidades ya que lo justo es dar los apoyos que necesita cada uno).

“Te abro las puertas y vos fijate si te ajustas a nosotros, porque el agente de fracaso es tu anormalidad/incapacidad diferente a los normales”.

INTEGRACIÓN: la persona debe ajustarse al contexto.

TODOS en un mismo espacio respetando y actuando de acuerdo a la diversidad

El entorno elimina las barreras (físicas, comunicativas, ideológicas: mirada dicotómica normal/anormal-exclusión, segregación, integración)

INCLUSIÓN: el contexto debe ajustarse a la diversidad promoviendo la eliminación de barreras con el fin de propiciar igualdad de oportunidades y justicia social

AGENTE DE FRACASO desde la exclusión, segregación e integración es la PERSONA por ser inadaptado/estar fuera de la norma

AGENTE DE FRACASO desde la inclusión es la DISFUNCIÓN PERSONA-CONTEXTO

CONSECUENCIAS:

Prejuicio, discriminación, etiquetamiento y estigmatización.

Esto perpetúa representaciones sociales que fomentan la discriminación, el etiquetamiento y la desigualdad merecida, dando lugar a prácticas que reflejan estas perspectivas.

CONSECUENCIAS:

Respeto y aceptación. igualdad de oportunidades y participación-justicia social

Superando las trampas ideológicas para la inclusión: revelando los fallos de la meritocracia

Dentro del complejo tejido de la promoción de la inclusión, surge una barrera ideológica que ejerce un impacto negativo y está estrechamente entrelazada con la interpretación de la igualdad de oportunidades y la justicia social. Esta barrera encuentra su fundamento en el engañoso concepto de "meritocracia". Cociña (2013) desentraña esta problemática con profundo discernimiento:

(…) una sociedad que sólo se ocupa de proveer estricta igualdad de oportunidades en el punto de partida sin prestar atención alguna a los niveles de desigualdad en los resultados generados por la “lotería” de habilidades y predisposiciones, dista de ser una sociedad razonablemente justa (…), reflejaría una visión errada –desde el punto de vista tanto de la sociología como de la psicología y la ética– de la noción de “responsabilidad” frente a las consecuencias de los propios actos (…)

Una sociedad meritocrática –que se corresponde con la visión utópica de una sociedad de mercado– es una sociedad que, al menos en principio, no reduce –ni mucho menos elimina– los niveles actuales de desigualdad o de miseria. Simplemente redistribuye las probabilidades de estar en el grupo más aventajado (Cociña, 2013:2)

Este planteamiento deja al descubierto que la meritocracia no tiene en cuenta el contexto ni la influencia del entorno en la vida de cada individuo. Aquí es donde cobra urgencia la intervención del Estado. En relación con la responsabilidad del Estado como garante de la igualdad, Cociña sostiene:

No es la meritocracia la que resuelve el problema de la desigualdad o la pobreza, sino la decisión política de corregir las desigualdades en los resultados por medio de la acción del Estado. Una noción exclusivamente meritocrática del orden social obvía, en efecto, el hecho de que una nación es por sobre todo un espacio de solidaridades (en el uso de recursos, defensa, generación de economías de escala, la creación de espacios de convivencia). Una nación es mucho más que una arena de competencia (…). El punto en cuestión es que el mérito es sólo una entre muchas formas de decidir quién merece qué, y la pregunta respecto de qué tan conveniente y qué tan justo resulta como principio para distribuir premios y castigos está lejos de estar zanjada, tanto en la academia como en la arena política (Cociña, 2013:3)

La perspectiva meritocrática sugiere que las personas que experimentan vulnerabilidad, ya sea debido a la pobreza, discapacidad u otras circunstancias, deben depender exclusivamente de su propia voluntad para superar sus dificultades. Además, desde esta óptica, se argumentaría que el bienestar social, económico o de salud es el resultado directo de su propio mérito. Herreras Llamas (2009) profundiza en esta consideración:

El aplicar indiscriminadamente el parámetro de meritocracia, para simplemente llenar de alguna manera las pocas oportunidades que el Estado brinda a la población como proveedor legítimo de los servicios públicos, podría someter a la sociedad a la aplicación absurda de la teoría de la Desigualdad Merecida. En una economía de mercado donde las fuerzas de oferta y demanda constituyen el mecanismo expedito en la asignación de recursos, la asistencia del sector público para garantizar un verdadero Estado de derecho y de justicia social debe estar por encima de cualquier concepto determinista de mérito que alimente la exclusión y que legitime la desigualdad merecida con el velo de la meritocracia. (Herrera Llamas ,2013).

Al explorar con detenimiento la mirada meritocrática, se pone al descubierto una postura que no reconoce la intrincada red de factores que influyen en la vida de un individuo. Esta concepción omite cómo el contexto socioeconómico y cultural, el acceso a la educación y la salud, y los sistemas de apoyo social, pueden determinar las trayectorias individuales. La meritocracia, al basarse en la creencia de que el éxito depende únicamente del esfuerzo individual, pasa por alto la influencia de estas variables sistémicas.

Revisando el mito de la meritocracia: un llamado a la crítica reflexiva

Desde una mirada crítica, es imperativo poner en entredicho el mito de la meritocracia como solución definitiva para enfrentar la desigualdad. Es fundamental reconocer que la meritocracia por sí sola no ataca las raíces profundas de la disparidad social. Los defensores de esta perspectiva a menudo pasan por alto el hecho de que no todos inician desde el mismo punto. Además, no considera la variabilidad de las oportunidades disponibles para diferentes individuos, lo que puede obstaculizar considerablemente la materialización de sus esfuerzos.

Esta forma de interpretar la igualdad o desigualdad desde el mérito, que centra el éxito o el fracaso en la inclusión exclusivamente en la voluntad individual, pasa por alto la influencia del contexto social, económico y político en este proceso. Además, exonera al Estado de su responsabilidad en garantizar los derechos necesarios para una vida digna (muy conveniente, ¿no?). Es crucial cuestionar esta postura, ya que se opone al concepto de inclusión, que sostiene que el mérito es resultado de la interacción entre la persona y su entorno, poniendo en tela de juicio la noción de mérito individual. Somos plenamente conscientes del impacto del contexto en la vida de cada persona. No es lo mismo nacer en un entorno privilegiado, donde el respaldo económico, emocional y sociocultural allana el camino hacia una travesía sin dificultades en la educación, el ámbito social y laboral. En contraposición, aquellos que carecen de tales ventajas enfrentan senderos angostos, sinuosos y plagados de obstáculos, algunos de ellos insuperables.

Joseph Stiglitz, laureado con el premio Nobel de Economía 2001, afirmó en “El precio de la desigualdad” que el 90% de los niños nacidos en la pobreza mueren en la pobreza, por más esfuerzo o mérito que hagan. En contraste, el 90% de los nacidos en familias acomodadas mueren en la opulencia, sin importar sus méritos. A pesar de esta innegable desigualdad de oportunidades, muchas personas creen que aquellos en posiciones de poder han llegado ahí únicamente por su propio mérito, incluso llegando a afirmar que este mérito se transmite de generación en generación.

El enfoque neoliberal glorifica la idea de una competencia “justa”, intentando cubrir la desigualdad de oportunidades. Un ejemplo de esto es la tendencia creciente a reemplazar la educación pública por la privada o a elevar el estatus y el costo de la educación privada, relegando la educación pública a los “perdedores”. Esto acentúa las diferencias que impactan tanto ideológica como conductualmente en las posibilidades de ascender. Además, las barreras contextuales tienen a acumularse: una persona en situación de discapacidad en un entorno de pobreza, sin contención familiar, enfrentará obstáculos muchos más desafiantes para lograr un bienestar digno en comparación con una persona en situación de discapacidad, pero con respaldo familiar y recursos socioeconómicos. Esto también estará estrechamente relacionado con las actitudes y prácticas que se recibirá del entorno. Una persona con una x condición de salud (por ej., una persona con sordera), pero con un nivel socioeconómico elevado, suele recibir un mayor grado de valoración y aceptación en comparación con alguien en una situación de discapacidad que enfrenta la pobreza. De manera similar, una persona en situación de pobreza con una apariencia física que se ajusta a los estándares de piel blanca, cabello rubio con ojos claros tiende a ser percibida de manera más favorable que alguien con tez morocha. Además, dentro de esta postura que tiende a elevar o disminuir a una persona según su situación socioeconómica, cultura o rasgos físicos, también se observa una tendencia a valorar o desvalorizar en función de la condición de salud. Por ejemplo, las expectativas hacia una persona con síndrome de Down suelen ser considerablemente más bajas que las de una persona con sordera, lo que resulta en una valorización negativa. Es notorio cómo se menosprecia a las personas con condiciones médicas en las que está involucrado lo intelectual en comparación con las condiciones de salud en las que se compromete lo sensorial.

Esto nos lleva a reconocer cómo los prejuicios arraigados en estereotipos, que abarcan desde el color de piel hasta la situación económica e incluso la condición de salud (porque sí, como dije con anterioridad, hay discriminación de acuerdo al diagnóstico médico también), ejercen una influencia significativa en los comportamientos, las valoraciones y las expectativas que la sociedad tiene hacia un individuo determinado. Esta combinación de factores puede dar lugar a un proceso de evaluación, en el que se suma o resta apoyo y consideración dependiendo de si se perciben aspectos positivos o negativos, según las normas sociales establecidas.

Volviendo a las actitudes que reciben las personas en situación de pobreza, la noción de “desigualdad merecida” que promueve la meritocracia se contrapone a las representaciones sociales que consideran al contexto como generador de barreras, y donde surgen otras prácticas, como el desarrollo de políticas públicas que garanticen la igualdad de oportunidades. La perspectiva meritócrata se opone a la educación pública, al acceso gratuito al transporte estudiantil, las asignaciones por maternidad, la jubilación para amas de casa, hospitales públicos, asistencia alimentaria, el PAICOR, el fondo de desempleo, las becas, el programa para que las personas en situación de discapacidad sin obra social accedan a las prestaciones básicas, entre otros.

Actualmente, estos programas de protección social buscan responder a la desigualdad de oportunidades y son constantemente criticados por aquellos que se posicionan desde una representación meritócrata, ya que subyace es estos programas la búsqueda por eliminar las barreras contextuales, pretendiendo una sociedad más justa e inclusiva. Este es el punto clave, ya que la mirada meritócrata, parte de la idea de que todos tenemos las mismas posibilidades más allá del contexto en donde estemos, por lo tanto, lo justo será exigir como recibir lo mismo. 

Si bien la existencia de estos programas ayuda para que la brecha de desigualdades no sea tan ancha, es evidente que aún necesitan reformas para que sean de fácil acceso y, más importante aún, para garantizar calidad. Las escuelas públicas, por ejemplo, eliminan el pago de cuotas que se ejerce en las privadas, lo que representa una gran ventaja. Sin embargo, el Estado no proporciona los recursos materiales y humanos necesarios para mantener su funcionamiento: persiste la precarización laboral de los docentes y la falta de materiales/recursos esenciales para acceder a contenidos y aprendizajes, además de la insuficiente infraestructura edilicia (aulas pequeñas, falta de inversión en la reparación edilicia, ausencia de calefacción-agua-aire acondicionado, escuelas sin espacio físico para que pueda efectivizarse el PAICOR, etc.).

En cuanto a la atención en hospitales públicos, sabemos que los turnos no se dan telefónicamente e implican hacer colas desde la madrugada (ya que solamente dan cierta cantidad de turnos por día); turnos con fechas muy alejadas de hasta 30 días o más, precarización laboral de los médicos, falta de recursos edilicios y materiales, etc.

Con respecto a las obras sociales y las PSD, los retrasos en los pagos a los prestadores y los montos insuficientes evidencian la desconexión con la realidad económica del país. También, no facilitan la adquisición de los apoyos técnicos, humanos (como es el caso de los acompañantes terapéuticos que no suelen ser cubiertos por las obras sociales). Esto les sucede a aquellos que tienen el privilegio de contar con una obra social. Ahora bien, ¿qué sucede con aquellas familias que no cuentan con obra social y están en el “Programa Incluir Salud”? Bueno, por empezar tienen las mismas barreras que las personas que cuentan con obra social y se les suman otras: los prestadores no quieren trabajar con el programa porque las demoras de pago son mayores y el monto mucho menor. Es decir, existe un programa, pero en la realidad casi nadie quiere trabajar para el mismo, en consecuencia, son casi nulas las posibilidades que tienen los estudiantes de tener docente de apoyo o de acceder a terapias, cirugías, ayudas técnicas, etc. Estos son solo algunos ejemplos sobre la situación real que existe detrás de cada ley o programa social y que da pie a la reflexión sobre lo injusto y lo que falta para poder acercarnos a la igualdad de oportunidades. A pesar de la existencia de estos programas, su aplicación en la realidad a menudo es problemática y refleja lo mucho que falta para alcanzar la igualdad de oportunidades. Este escenario está íntimamente relacionada al concepto “Tokenismo”. El tokenismo se refiere a acciones superficiales que aparentan combatir la desigualdad, pero en realidad mantienen el statu quo de un grupo sobre otro. Esto perpetúa representaciones sociales que fomentan la discriminación, el etiquetamiento y la desigualdad merecida, dando lugar a prácticas que reflejan estas perspectivas.

El tokenismo es una práctica cuya esencia es dejar entrever que entre los diferentes colectivos sociales, grupos dominantes y grupos minoritarios (tokens), existen diferencias naturales lo cual determina su rol diferenciado y jerarquizado dentro de cualquier organización social (Kanter, 1977; Zimmer, 1988; Yoder, 1991; Moscoso, 2011; Yilmaz y Dalkiliç, 2019 y Monroy Flores, 2022).

Trascendiendo la Falsa Dualidad: Desentrañando el Tokenismo y sus Implicaciones Sociales

La génesis de este capítulo radica en mi aspiración por profundizar en la compleja dinámica del "nosotros-ellos" que subyace en el fenómeno del tokenismo. Deseaba desvelar cómo esta perspectiva contribuye a la construcción de identidades y comportamientos divergentes para cada grupo involucrado. En el tokenismo emerge un grupo de poder que evidencia una desconexión palpable respecto a los grupos en situación de vulnerabilidad o marginación. Frecuentemente, se observa una tendencia a compararlos o juzgarlos desde una óptica negativa, sin una comprensión auténtica de sus realidades y contextos individuales. Esta carencia de especificidad y empatía hacia el otro representa uno de los aspectos más visibles del tokenismo.

Este patrón se manifiesta en diversos ámbitos, tanto a gran escala como en interacciones cotidianas. Resulta evidente que las soluciones políticas destinadas a abordar las circunstancias de los grupos vulnerables o marginados rara vez responden a las necesidades y demandas expresadas por los propios afectados. Esta desconexión perpetúa la desigualdad y la discriminación, minando los esfuerzos por alcanzar una verdadera equidad.

Al transitar por las calles, podemos ver que se despliegan múltiples discursos, prácticas y actitudes que reflejan perspectivas diversas en torno a la inclusión y la exclusión. A medida que el tiempo avanza, las definiciones, creencias, imágenes y expectativas vinculadas a la inclusión han experimentado una evolución constante, coexistiendo en las representaciones sociales de aquellos involucrados en procesos inclusivos. La exclusión, en sus múltiples formas, ha coexistido con gestos de inclusión, y muchas veces, se presenta de manera sutil, como en la formulación de leyes o programas sociales que no logran cumplir sus objetivos. En otros casos, emerge de manera más manifiesta, como la negación de inscripciones en ciertas instituciones o la imposición de restricciones en el acceso a espacios recreativos. Con frecuencia, esta exclusión pasa desapercibida debido a su enraizamiento en la cotidianidad y a su aceptación social implícita.

En la actualidad, persisten representaciones sociales que perpetúan imágenes que actúan como poderosas barreras ideológicas para la inclusión genuina. Actitudes que oscilan entre la integración, la segregación y la exclusión continúan siendo prominentes y ejercen un impacto negativo en los derechos de todas las personas en situación de vulnerabilidad. Estos patrones arraigados tienen un efecto directo en la formulación de políticas y prácticas que, en lugar de fomentar una inclusión auténtica, prolongan la marginalización y la desigualdad.

Conceptos de inclusión y exclusión con respecto a las personas en situación de vulnerabilidad social: entre la exclusión, la “aceptación” y la convivencia