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¿Qué hace del "Quijote" una obra de gran ingenio y universal? ¿Por qué a partir de su publicación Cervantes es considerado el creador de la novela moderna? El Quijote es una obra de gran complejidad y sumamente elaborada, el resultado de un juego de ficciones, de una consciencia creadora, de una genialidad, de una necesidad de buscar la originalidad y de ser recordado por ello. Una obra de ficción sobre acciones cotidianas escrita con tal maestría que convierte la ficción en una obra real más que verosímil, y que presentamos en esta edición que recoge una selección de sus pasajes más significativos. (Edición de Ramón F. Llorens García y Sara Fernández Tarí)
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Seitenzahl: 459
Veröffentlichungsjahr: 2016
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Introducción
La época de Cervantes
¿Qué cambios introdujo el Renacimiento?
El Renacimiento y el Barroco en España
El autor en El Quijote
Esta edición
Bibliografía selecta
Don Quijote en la red
I. El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha
Prólogo al lector
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo VII
Capítulo VIII
Capítulo IX
Capítulo XI
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XVIII
Capítulo XIX
Capítulo XX
Capítulo XXI
Capítulo XXII
Capítulo XXIII
Capítulo XXV
Capítulo XXIX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVII
Capítulo XLIII
Capítulo XLIV
Capítulo XLV
Capítulo XLVI
Capítulo XLVII
Capítulo XLVIII
Capítulo XLIX
Capítulo LII
II. Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha
Prólogo al lector
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo X
Capítulo XII
Capítulo XIV
Capítulo XV
Capítulo XVI
Capítulo XVII
Capítulo XXV
Capítulo XXVII
Capítulo XXX
Capítulo XXXI
Capítulo XXXIV
Capítulo XXXV
Capítulo XXXVI
Capítulo XLI
Capítulo XLII
Capítulo XLIII
Capítulo XLV
Capítulo XLVII
Capítulo LIII
Capítulo LVIII
Capítulo LIX
Capítulo LXII
Capítulo LXIV
Capítulo LXV
Capítulo LXVI
Capítulo LXVII
Capítulo LXXIV
Análisis de la obra
Génesis
Intención
Temas
Estructura
Personajes
Juego de narradores
Tiempo y espacio
Interpretación
La novela moderna
Actividades
Antes de la lectura
Durante la lectura
Después de la lectura
Cartapacio
Créditos
Miguel de Cervantes tuvo una vida compleja y llena de contradicciones. Para comprenderla es necesario conocer el mundo en que vivió y los vaivenes políticos, sociales, religiosos y culturales que lo caracterizaron.
La biografía de Cervantes se desarrolló entre dos siglos, el XVI y XVII. El autor conoció tres reinados y dos épocas decisivas para la cultura europea: el Renacimiento y el Barroco.
Cervantes nació en 1547 en Alcalá de Henares. Pasó su infancia durante el reinado de Carlos I (1516-1556), su juventud y madurez en el de Felipe II (1556-1598) y vivió sus últimos años hasta su fallecimiento en 1616 en el de Felipe III (1598-1621). Su educación transcurrió, por tanto, entre el llamado segundo Renacimiento del reinado de Felipe II, con maestros conocedores del Humanismo, el nuevo pensamiento europeo, que había sido introducido en la época de Carlos I, y el comienzo del período Barroco; su formación literaria transcurrió entre Garcilaso de la Vega (1501-1536) y Mateo Alemán (1547-1614).
Cervantes, pues, nació y se educó en el esplendor de una época, el Renacimiento, pero vivió y murió en el pesimismo del declive español, el Barroco.
El Renacimiento, cuyos límites cronológicos no fueron idénticos en todos los países europeos, supuso el paso de la Edad Media a la Edad Moderna. Se había gestado en Italia y originó cambios que afectaron al ser humano en todos los órdenes: políticos, sociales, económicos, ideológicos, religiosos, científicos, artísticos yliterarios. Sin embargo, para entender el Renacimiento hay que remontarse a la Edad Media, donde encontramos, al margen de elementos protorrenacentistas en algunas obras, hechos fundamentales que resultaron germinales para su aparición y desarrollo: el conocimiento de los clásicos a través de los estudios y traducciones en la Escuela de Traductores de Toledo; el descubrimiento de la brújula, la pólvora, la imprenta del alemán Johannes Gutenberg (alrededor de 1440); o el desarrollo científico a partir de filósofos como Guillermo de Ockham.
El Humanismo trajo una nueva concepción del mundo que formó parte de la «revolución cultural» del Renacimiento. El letrado ya no era necesariamente un clérigo, sino un hombre sin órdenes clericales, elhumanista, profesor de lenguas clásicas y, por asociación,la persona interesada por las ciencias, con sentido crítico y racional, cuyo objetivo era la transformación del hombre para que concibiera el mundo de acuerdo con los ideales que proponía la Antigüedad clásica: belleza, armonía y claridad. Por ello resultaba necesario el conocimiento de los textos clásicos.
Frente al teocentrismo de la Edad Media, que estaba basado en la concepción de que Dios era el principio y el fin de la existencia del hombre, quien vivía con el único propósito deobtener la recompensa de la vida eterna y para ello debía sufrir en este mundo de lágrimas y defender la fe cristiana, surgió el antropocentrismo del Renacimiento: el hombre era un ser racional e inteligente que se convertía en el centro de un mundo concebido como un lugar placentero. La religión también se vio afectada por este nuevo pensamiento: fueErasmo de Rotterdam quien buscó un cristianismo íntimo en el que el hombre alcanzaría la salvación desde la libertad y desde el conocimiento de los evangelios.
Los edificios representaron también un papel importante en la sociedad feudal y en la renacentista y se ve claramente reflejado en ellos el cambio de una época a otra. Durante la época feudal se pueden reconocer los castillos, lugares de protección, dondecadaseñor defendía sus posesiones con guerras y batallas, y su poder se basaba en la conquista de territorios; las iglesias, regidas por el pensamiento medieval teocentrista y presididas por la Inquisición; los monasterios, centros de cultura donde los monjes copiaban y traducían los libros escritos en hebreo, árabe y lenguas clásicas. El mundo medieval se sustentó por las guerras y por la religión, pero la época renacentista sustituyó el castillo por el palacio, en el que la política y la sociedad giraban alrededor de la figura del monarca y su corte. Se trataba de una monarquía absoluta con un ilimitado poder. El señor feudal de la Edad Media se convirtió en cortesano, conocedor tanto de las virtudes de las armascomo las de las letras. Además, debía acatar la voluntad del rey y, al mismo tiempo, intentar obtener sus favores para mantener el poder, que ya no se encontraba en la posesión de grandes extensiones de tierra, sino en la Corte y en el grado de influencia que se pudiera ejercer sobre las decisiones que tomara el monarca. Ya no se necesitaba un lugar de defensa para vivir (el castillo), sino un lugar de disfrute de los placeres que el mundo ofrecía (el palacio).
Estos cambios favorecieron el desarrollo de la burguesía. Este grupo social vivía en las ciudades y se dedicaba a las actividades comerciales y artesanales. La aristocracia ejercía el poder político, pero la burguesía era quien ejercía el poder económico. El dinero permitió la movilidad social; además, trajo consigo el cambio a una mentalidad individualista: quien poseía el dinero conseguía el poder; no era necesario pertenecer a la nobleza, pues con esfuerzo y habilidad se podía conseguir fortuna.
Se estaba produciendo un importante cambio en el orden social. La sociedad estaba dividida en dos grandes grupos:
1.Los privilegiados:
•Los nobles, que a su vez estaban formados por las familias cercanas a la corona: los caballeros y los hidalgos.
•El clero, que adquirió mucha importancia por el apoyo absoluto de unos reyes profundamente defensores de la religión católica, y era una vía segura de alcanzar poder.
2.Los no privilegiados:
•La burguesía, a cuyas actividades comerciales se puso traba, y fue vista con recelo por temor a que adquiriese mayor poder económico y, por tanto, político.
•Los campesinos y artesanos.
Además, se incrementaba cada día una masa de población pobre y marginal que vivía de la mendicidad y de la delincuencia —pícaros, salteadores— que habitaba en las grandes ciudades.
¿Qué ocurrió en España durante estos períodos? ¿Vivió España del mismo modo que en el resto de Europa el Renacimiento y el Barroco?
Vamos a ocuparnos exclusivamente del período en que vivió Cervantes.
España no fue indiferente a los cambios señalados. El siglo XVI comenzó con el reinado de los Austrias o Habsburgos: Carlos I de España y V de Alemania (1516-1556), nieto de los Reyes Católicos, y Felipe II (1556-1598), hijo de Carlos I. Ambos reinaron durante el período histórico conocido como Renacimiento. Felipe III (1598-1621) fue el monarca que reinó durante las primeras décadas del siglo XVII y con él comenzó el período histórico conocido como Barroco.
Carlos I (1516-1556) recibió el legado de los Reyes Católicos —reinos peninsulares unificados, posesiones en América— y sus conflictos —la expulsión de los judíos, el fin del reino nazarí de Granada, la exigencia moral de la conversión de los judíos, el cada vez más latente sentimiento antisemita que se extendería hasta la revuelta de las Alpujarras (1568-1571) y la expulsión de los moriscos (1609)—. Coronado como emperador del Sacro Imperio Romano-Germánico en Aquisgrán, fue el rey más poderoso de Europa. Durante su reinado, sobrevino en Castilla la llamada Guerra de Comunidades, como protesta por las imposiciones de los gobernantes extranjeros, y en Levante el movimiento de las Germanies —o «hermandades de menestrales»— contra la nobleza y sus privilegios. El monarca firmó un pacto secreto con Inglaterra y el Papa para acordar una acción militar conjunta contra Francisco I. En él se establecía su matrimonio con María, hija de Enrique VIII. Sostuvo seis guerras contra Francia. Durante su reinado se produjo la ruptura entre católicos y protestantes, y surgió la Contrarreforma católica como respuestaa la reforma luterana.
Su hijo Felipe II (1556-1598) heredó las grandes deudas adquiridas con los banqueros europeos para financiar las campañas que llevaron a España a la bancarrota, deudas que aumentaron ante la imposibilidad de continuar con las rutas comerciales. Los conflictos bélicos originados por motivos religiosos se extendieron debido a la férrea defensa que el monarca realizaba de la religión católica, lo que le llevó a cerrar las fronteras de España para impedir que pudieran entrar las ideas protestantes y a luchar contra los musulmanes —batalla de Lepanto—. La derrota de la «Armada Invencible» contra Inglaterra fue la confirmación del declive español. La mala gestión administrativa y el inmovilismo en las actividades comerciales contribuyeron a la crisis económica y social, agravada por el dispendio económico.
Felipe III (1598-1621), rey indolente, sin ningún interés por la corona, no brilló por su inteligencia ni por su energía. Dejó el poder en manos de personas de su absoluta confianza, los validos —como el duque de Lerma—. Su falta de interés por el gobierno incrementólas luchas cortesanas entre los favoritos para ostentarel poder, que era alcanzado por quienes pagaban más. La expulsión de los moriscos agravó la situación y dejó un vacío económico importante, porque los moriscos se llevaron su eficacia agrícola, su artesanía y su habilidad comercial. Para aliviar la crisis se tomaron medidas administrativas como reformas institucionales para eliminar la corrupción, disposiciones respecto a la riqueza que llegaba de América… Con Felipe III comenzó la decadencia del poderío de España en Europa.
¿Qué literatura se dio en el Renacimiento y el Barroco en España? ¿Cuál fue la literatura que conoció Cervantes? ¿Con qué tipo de literatura convivió?
Por un lado, permaneció la poesía cancioneril y la poesía popular, el romancero, del siglo anterior; por otro lado, la poesía renacentista vino marcada por la política que desarrollaron cada uno de los reyes del siglo XVI.
Durante el reinado de Carlos I, la poesía fue acorde con el tiempo de esplendor del monarca, que permitió y promovió las ideas innovadoras que venían de Italia:
—Es el tiempo del petrarquismo y de las formas italianas: versos endecasílabos que crean estrofas como el soneto o se combinan con heptasílabos en estrofas como la lira, la estancia o la silva, introducidas por Juan Boscán (1490-1542) y desarrolladas por Garcilaso de la Vega (1501-1536).
—Se tratan tres temas: el amor cortés, la naturaleza bucólica donde los pastores en un locus amoenus se lamentaban melancólicamente de amores-desamores y la mitología.
—Se encuentran los ideales que proponía la Antigüedad clásica: belleza, armonía y claridad.
El reinado de Felipe II fue reflejo de su temor a las ideas protestantes. Para ello, cerró las fronteras en defensa de la religión católica. La poesía reflejó una España profundamente religiosa e intimista:
—Las corrientes seguidoras de las ideas erasmistas sobre el nuevo cristianismo llevaron a la renovación de las órdenes monásticas, los carmelitos descalzos.
—Es el tiempo del desarrollo de la ascética de Fray Luis de León (1527-1591), de la mística de San Juan de la Cruz (1542-1591) y de Santa Teresa de Jesús (1515-1582).
Durante el reinado de Felipe III:
—Se mantuvieron las innovaciones poéticas, pero se modificaron y ampliaron conlas aportaciones de autores como: Luis de Góngora (1561-1627) con el culteranismo, Francisco de Quevedo (1580-1645) con el conceptismo —ambos se alejaron del lenguaje común creando imágenes complejas y asombrosas para poder reflejar el pesimismo del mundo cambiante y en crisis en que vivían—, Lope de Vega (1562-1635) con su poesía burlesca y Calderón de la Barca (1600-1681) con su poesía filosófica y religiosa.
—La literatura reflejabael mundo del desengaño y de lo efímero, la hipocresía social y la ruina de España.
—El Barroco transformó el equilibrio y la armonía renacentistas en formas recargadas y complejas cuya finalidad ya no era la búsqueda de la belleza sino de la originalidad.
Fue un género bien acogido por la población del siglo XVI. El conocimiento y difusión de una obra se producían a través de la lectura en voz alta, debido fundamentalmente al elevado nivel de analfabetismo y al coste económico que suponía un libro. La gente gustaba de los diferentes tipos de obras que convivieron en este tiempo, algunos de ellos continuación de géneros que se habían iniciado en épocas anteriores.
Entre las obras de ficción destacaron:
—La novela de caballerías, cuyo protagonista era un caballero andante que gracias a sus hechos heroicos conseguía fama y honor que ofrecía a su amada. En España fue la obra medieval Amadís de Gaula la que inspiró la sucesión de este tipo de prosa; sirva de ejemplo la serie Don Belianís de Grecia (1547) de Jerónimo Fernández.
—La novela sentimental, cuya temática se centraba en los amores imposibles. La obra más representativa fue Cárcel de Amor (1492) de Diego de San Pedro, y tuvo su continuidad en el Processo de cartas d’amores (1548) de Juan de Segura.
—La novela pastoril, en la que se narraban las historias de pastores enamorados que cantaban sus sentimientos amorosos a una naturaleza idílica, representada por Jorge de Montemayor con su obra La Diana (1559), La Galatea de Cervantes(1585) o La Arcadia deLope de Vega (1598).
—La novela bizantina o novela de viajes, que trataba de las aventuras que vivían sus protagonistas en el camino que emprendían para encontrarse con su amado. En este tipo de novela destacó Historia de los amores de Clareo y Florisea (1552) de Alonso Núñez de Reinoso; Cervantes y Lope de Vega también cultivaron este género en El Persiles (1617) y El peregrino en su patria (1604), respectivamente.
—La novela morisca, cuyo origen lo encontramos en los romances fronterizos, que trataba de amores y guerras entre cristianos y árabes con un final que solía ser feliz. La mejor muestra fue la obra anónima Historia del Abencerraje y la hermosa Jarifa (conocida por versiones diferentes entre 1561-1565).
En este tiempo surgieron otros tipos de novelas que pueden clasificarse como realistas:
—La novela picaresca, un género nuevo aparecido en este siglo con la publicación de El Lazarillo de Tormes (1554), de autor anónimo. Con esta obra se inauguró un género cuyo protagonista representaba un tipo de la sociedad, el pícaro, que contaba de forma autobiográfica su vida y de cuya historiase desprendía una crítica social. Este género tuvo continuidad en el siglo XVII con Guzmán de Alfarache (1599-1604) de Mateo Alemán o El Buscón (1626, aunque escrito años antes) de Quevedo, entre otras.
—La novela corta italianizante.
—Las colecciones de anécdotas y cuentos.
—La prosa de tipo doctrinal, en la que se empleaba el diálogo como forma idónea de presentar el tema para persuadir a los lectores. Ejemplo de estoes el Diálogo de la lengua de Juan de Valdés o, de carácter religioso, De los nombres de Cristo de Fray Luis de León.
Durante el Renacimiento, el teatro no tuvo el desarrollo e innovación de los otros dos géneros literarios. Los temas estaban relacionados con el interés de la época por la mitología, por lo heroico, por lo religioso y por el tópico literario del carpe diem. Se mantuvo el éxito alcanzado por La Celestina (1499) de Fernando de Rojas y destacaron autores como Lope de Rueda (1510-1565) o Gil Vicente (1465-1537). Sin embargo, cuando empezó el siglo XVII, el género dramático sufrió una absoluta transformación con las innovaciones de Lope de Vega (1562-1635) en su Arte nuevo de hacer comedia cuya propuesta consistió en alejarse de los preceptos clásicos. El éxito de este género fue importante, y el público se veía reflejado en las obras de teatro. Entre las innovaciones que Lope de Vega introdujo estaba la eliminación de las tres unidades dramáticas (tiempo, acción y espacio), la reducción de los cinco actos en tres, la introducción de la figura del «gracioso»…
¿Quién es Cervantes?¿Cómo influye en su obra el conocimiento del panorama literario de su época? ¿Tiene relación su vida con su obra?
Comencemos por leer el autorretrato que Cervantes escribió para el Prólogo de sus Novelas ejemplares (1613):
Éste que veis aquí, de rostro aguileño, de cabello castaño, frente lisa y desembarazada, de alegres ojos y de nariz corva, aunque bien proporcionada; las barbas de plata, que no ha veinte años que fueron de oro, los bigotes grandes, la boca pequeña, los dientes ni menudos ni crecidos, porque no tiene sino seis, y ésos mal acondicionados y peor puestos, porque no tienen correspondencia los unos con los otros; el cuerpo entre dos extremos, ni grande, ni pequeño, la color viva, antes blanca que morena; algo cargado de espaldas, y no muy ligero de pies; éste digo que es el rostro del autor de La Galatea y de Don Quijote de la Mancha, y del que hizo el Viaje del Parnaso, a imitación del de César Caporal Perusino, y otras obras que andan por ahí descarriadas y, quizá, sin el nombre de su dueño. Llámase comúnmente Miguel de Cervantes Saavedra. Fue soldado muchos años, y cinco y medio cautivo, donde aprendió a tener paciencia en las adversidades. Perdió en la batalla naval de Lepanto la mano izquierda de un arcabuzazo, herida que, aunque parece fea, él la tiene por hermosa, por haberla cobrado en la más memorable y alta ocasión que vieron los pasados siglos, ni esperan ver los venideros, militando debajo de las vencedoras banderas del hijo del rayo de la guerra, Carlo Quinto, de felice memoria.
Miguel de Cervantes Saavedra nació en Alcalá de Henares (Madrid), en una fecha imprecisa de 1547 en un barrio con mayoría de judíos conversos. Sus padres fueron Rodrigo de Cervantes y Leonor de Cortinas. Fue el cuarto en una familia de siete hermanos. Tanto el abuelo, recaudador de impuestos, como el padre, «cirujano» (barbero, practicante), ejercieron oficios asociados a los judíos.
En El Quijote encontramos constantes referencias a los oficios propios de cristianos viejos, como el de labrador, del que Sancho sería un ejemplo —entre otros muchos, Grisóstomo, Marcela, Cardenio, Luscinda, Dorotea—, del personaje que muestra los valores propios de quien posee limpieza de sangre:
De estas lágrimas y determinación tan honrada de Sancho Panza saca el autor de esta historia que debía de ser bien nacido y, por lo menos, cristiano viejo. (I, cap. XX).
Sea par Dios —dijo Sancho—, que yo cristiano viejo soy, y para ser conde esto me basta. (I, cap. XXI).
Aunque pobre, soy cristiano viejo y no debo nada a nadie. (I, cap. LXVII).
Que a fe de buen escudero que si hubiera dicho de mí cosas que no fueran muy de cristiano viejo, como soy. (II, cap. III).
Sin embargo, no hay ninguna referencia al propio don Quijote. La limpieza de sangre fue una de las grandes preocupaciones de Cervantes que se vio reflejada en la obra; también, probablemente, la causa del recelo de la sociedad de su tiempo para aceptarlo como escritor importante.
Cervantes pasó su infancia y juventud en diferentes ciudades españolas siguiendo las decisiones de la familia, que estaban determinadas por el trabajo de su padre. Esta vida itinerante lleva a pensar en la dificultad de aprendizaje escolar y, por tanto, presupone el autodidactismo de Cervantes. Él mismo reconoció su afición a la lectura desde muy joven y su admiración por el teatro de Lope de Rueda. En 1566 la familia se trasladó a Madrid. En 1569 comenzó su vida como soldado en Italia. En 1571 participó en la batalla de Lepanto; de las heridas recibidas quedó paralizadodel brazo izquierdo. Hombre patriota, se sintió orgulloso de su participación en la batalla:
Lo que no he podido dejar de sentir es que me note de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. (II, Prólogo).
Residió en Nápoles. Durante su regreso a España fue apresado por unos piratas turcos y estuvo cautivo en Argel durante cinco años (1575-1580) hasta que la familia consiguió el dinero y fue rescatado por la mediación de unos monjes Trinitarios encargados del pago del rescate. Al volver a España, se instaló en Madrid. De esta época son sus obras teatrales El trato de Argel y La Tragedia de Numancia, que no tuvieron ningún éxito. Antes de su matrimonio en 1584 con Catalina de Salazar y Palacios, con quien no tuvo hijos, Cervantes mantuvo una relación amorosa con Ana Franca (o Ana Villafranca de Rojas), de quien nació su hija Isabel Saavedra. Un año después publicó su novela pastoril La Galatea.
Volvió a ser encarcelado bajo la acusación de cometer irregularidades en las cuentas cuando ejercía como recaudador de víveres para la «Armada Invencible» por tierras de Andalucía en 1597. El autor refiere que fue durante estos años en que permaneció encarcelado cuando comenzó a escribir su primera parte del Quijote:
[…] como quien se engendró en una cárcel, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación. (I, Prólogo).
Se trasladó con la corte a Valladolid en 1604, y de nuevo el infortunio le llevó a la cárcel acusado por la maledicencia de llevar una vida que atentaba contra la moral. Fue la época en que vivió con sus hermanas, su hija Isabel, su sobrina y su mujer; también el año en que terminó la primera parte del Quijote, publicada en 1605 en la imprenta de Juan de la Cuesta con un gran éxito que llevó a sucesivas ediciones y a la traducción al inglés y al francés. El éxito de la obra no le supuso una mejora económica, ya que siguió viviendo con muchas dificultades; sin embargo, le animó a regresar a Madrid (1606), de donde no volverá a marcharse ydonde tuvo una vida productiva: publicó en prosa las Novelas ejemplares (1613), terminó el prólogo de Los trabajos de Persiles y Sigismunda (publicada en 1617, después de su muerte) y la segunda parte del Quijote (1615); en verso escribió Viaje del Parnaso (1614) y, en teatro, Ocho comedias y ocho entremeses(1615).
Murió en Madrid el 22 de abril de 1616, y fue enterrado al día siguiente en el convento de las Trinitarias Descalzas.
La vida contradictoria de Cervantes está proyectada en su obra. El pensamiento dual del autor se puede encontrar en el mismo hecho de vivir entre dos siglos: el Renacimiento, que planteaba el mundo idealizado, y el Barroco, que mostraba la realidad de la decadencia yel pesimismo del hombre.
Cervantes tuvo educación renacentista pero existencia en el Barroco. El esplendor de la España de su juventud le llevó a un sentimiento patriótico que lo animó a ser soldado, sin embargo también comenzó su andadura como escritor —con la publicación de sus primeros poemas en 1569 dedicados a Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II—; una dualidad armas-letras que se reflejó a lo largo de las dos partes del Quijote, no solo mediante el «discurso de las armas y las letras» (I, cap. XXXVIII), sino también en los diálogos con Sancho o con Lorenzo, hijo del Caballero Verde (II, cap. XVII),en la disputa entre el licenciado Corchuelo y el bachiller (II, cap. XIX); unas veces, defensor de la vida heroica, su presencia en la batalla de Lepanto y su propio cautiverio, que cuenta en la historia del cautivo y Zoraida (I, cap. XXXIX); otras, parodiador del mundo del héroe en los libros de caballerías y en la creación de su personaje don Quijote, cuya heroicidad le viene por la locura causada por ser un ávido lector de los libros de caballerías.
Ya se ha hablado de la gran afición de Cervantes por la lectura. Debió de ser persona culta, lector de obras clásicas y conocedor de los títulos que se publicaban en su tiempo. Son varios los ejemplos que lo demuestran, como los diversos comentarios sobre autores y obras de cualquiergénero literario que hace Cervantes a través de dos de sus personajes (el barbero y el cura) durante el escrutinio en el capítulo VI de la primera parte del Quijote, pero son numerosos los ejemplos que se encuentran.
El conocimiento profundo y la admiración que sentía por Garcilaso de la Vega está presente en su obra:
—Unas veces introduce a Garcilaso en la voz de don Quijote tomando sus versos como cita:
¡Oh más duro que mármol a mis quejas! (II, cap. LXX).
Y sospirando, y sin mirar lo que decía, ni delante de quien estaba, dijo:
—¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas/ dulces y alegres cuando Dios quería. (II, cap. XVIII).
—Otras, en boca de personajes como Grisóstomo (I, cap. XIV), toma versos de la Égloga II:
[…] el triste canto / del envidiado búho, con el llanto de toda la infernal negra cuadrilla salgan con la doliente ánima fuera»,
y en las octavas en que canta una voz de un joven por la muerte de Altisidora (II, cap. LXIX) reconocemos la Égloga III.
—Como comentarios en la voz de don Quijote:
Mal se te acuerdan a ti, ¡oh Sancho!, aquellos versos de nuestro poeta donde nos pinta las labores que hacían allá en sus moradas de cristal aquellas cuatro ninfas que del Tajo amado sacaron las cabezas y se sentaron a labrar en el prado verde aquellas ricas telas que allí el ingenioso poeta nos describe. (II, cap. VIII).
Otras formas poéticas se hallan a lo largo del libro: en la voz del propio don Quijote, en su retiro en Sierra Morena, donde escribe en las cortezas de los árboles sus versos a Dulcinea (I, cap. XVI), o loscantados con un laúd a Altisidora (II, cap. XLVI); y en diferentes voces: la de Cardenio, Durandarte en la cueva de Montesinos, o en los personajes que hacen burla en los episodios de los duques.
Cervantes reconoció en varias ocasiones el genio creador de Lope de Vega y se declaró gran admirador de sus innovaciones en el género dramático. El canónigo de Toledo habla de:
Un felicísimo ingenio destos reinos, que tiene lleno el mundo de su fama por sus comedias... pero que por querer acomodarse al gusto de los representantes, no han llegado todas, como han llegado algunas, al punto de perfección que requieren. (I, cap. XLVIII).
Sin embargo, ambos mantuvieron una disputa de la que encontramos alusiones y referencias en sus obras.
También muestra Cervantes en El Quijote su conocimiento sobre las innovaciones en el género narrativo. En la obra incluye un ejemplo de cada uno de los tipos de prosa que se escribía en este tiempo. El hilo argumentativo de toda la novela relata las aventuras de don Quijote, aventuras que provienen del deseo de imitar las hazañas de los caballeros andantes, los héroes de los libros de caballerías.
Además, vemos:
—La novela pastoril —ya había escrito La Galatea— reflejada en la historia de Marcela y Grisóstomo yen el mundo ideal de los pastores que llaman a su lugar «La Arcadia».
—La novela morisca, con la historia del cautivo y de la hermosa Zoraida, con Ricote y su hija Ana.
—La novela sentimental, con la historia de Cardenio y Luscinda, Fernando y Dorotea.
—La novela italianizante, con la historia de El curioso impertinente.
—La novela picaresca, en la figura de Ginés de Pasamonte.
—Las historias amorosas entre personajes de diferentes linajes: Fernando y Dorotea; la historia de la hija del Oidor, de Clara y don Luis; Ana, morisca, y Gaspar Gregorio, cristiano.
—El género epistolar de carácter burlesco en las cartas entre Sancho y su mujer Teresa, entre don Quijote y Sancho, o de la duquesa a Teresa Panza.
También encontramos en El Quijote ejemplos de la narrativa de tradición oral a través de cuentos, anécdotas y ejemplos principalmente en boca de los protagonistas. Sancho relata el cuento inacabado del pastor que cruzaba las ovejas (I, cap. XX) o el de la cabecera de la mesa (II, cap. XXXII). Don Quijote ofrece a Sancho el ejemplo de la dama que escoge al mozo adecuado según sus intereses (I, cap. XXV), el vaticinio de la perra que quedaría preñada (II, cap. XXV) y el pintor Orbaneja de Úbeda:
Este pintor es como Orbaneja, un pintor que estaba en Úbeda, que cuando le preguntaban qué pintaba, respondía: Lo que saliera. Y si por ventura pintaba un gallo, escribía debajo: “Este es gallo”, porque no pensasen que era zorra. (II, cap. LXXI).
Siguen ejemplos en boca del barbero en la historia que cuenta sobre un loco en un manicomio que solicita salir de su encierro porque ya estaba cuerdo (II, cap. I).
Cervantes escribió una obra genial que el público de su tiempo ya supo reconocer. El éxito de esta gran obra se debe, sin duda, a que se ajustó a los gustos del público de su tiempo. En repetidas ocasiones a lo largo de su obra, no solo en El Quijote, Cervantes insistió en la necesidad de que las obras fueran «variadas para gusto y entretenimiento».
Felicísimos y venturosos fueron los tiempos donde se echó al mundo el audacísimo caballero don Quijote de la Mancha, pues por haber tenido tan honrosa determinación como fue el querer resucitar y volver al mundo la ya perdida y casi muerta orden de ala andante caballería gozamos ahora en nuestra edad, necesitamos de alegres entretenimientos, no sólo de la dulzura de su verdadera historia, sino de los cuentos y episodios de ella, que en parte no son menos agradables y artificiosos que la misma historia. (I, cap. XXVIII).
La presente edición reproduce el texto fijado por Juan Carlos Peinado para las obras completas de Miguel de Cervantes de la editorial Cátedra1. Según Peinado:
[…] se han realizado numerosos cambios respecto a las primeras ediciones [...]. Primero: las modificaciones suelen ser de carácter ortográfico. En unos casos lo que se hace es elegir la más moderna entre las distintas formas con que aparece un mismo vocablo en los textos cervantinos; en otros, se ha sacrificado la correlación entre fonética y ortografía de la palabra en aras de una mayor inteligibilidad. Segundo: no se han realizado cambios (excepto en algún caso muy concreto) que afecten a más de una palabra. Las peculiaridades sintácticas y léxicas también se mantienen […]. Y tercero: se ha procurado en lo posible mantener el texto original cuando ello es imprescindible para apreciar el perfil social o psicológico de los personajes, o cuando la modernización puede ocultar ciertas intenciones expresivas importantes. En este sentido, se ha puesto un especial cuidado en la preservación de la fabla caballeresca empleada por don Quijote y en los rasgos del lenguaje popular, rústico o jergal […]. También se respetan las peculiaridades ortográficas y morfológicas del original en los textos en verso, cuando el cómputo métrico o la rima puedan verse alterados por los cambios.
El objetivo de la presente edición es facilitar al lector el acceso a una obra fundamental de la historia de la literatura a partir de la selección de textos, escogidos atendiendo a la competencia lecto-literaria del destinatario: el alumnado de educación secundaria en plena formación literaria, el alumnado de bachillerato e, incluso, lectores adultos que rehúyen los textos extensos y complejos. Entendemos esta edición, por tanto, como un paso previo para la imprescindible lectura completa del Quijote. La selección propuesta se ha realizado respetando el hilo argumentativo de los personajes principales: don Quijote y Sancho. Aun a sabiendas de la importancia que las historias interpoladas tienen en la estructura de la obra, hemos considerado adecuado eliminarlas, con pesar, por razones de extensión y para darle una mayor agilidad, y únicamente hacer mención de ellas en el estudio de la obra y en algunas de las actividades propuestas en la guía de lectura, al margen de la selección. Hemos mantenido una parte de los dos discursos —el de las armas y las letras, y el de la edad dorada— por su importancia en la obra y en el pensamiento de Cervantes. Los resúmenes que se incluyen intentan dar continuidad a la narración.
Las notas al pie son léxicas y críticas: en las léxicas, se aclara el significado de los términos; en las críticas, los pasajes complejos y las referencias históricas. Para las anotaciones y comentarios, esta obra es deudora de las ediciones de Francisco Rico, Ángel Basanta, Luis Andrés Murillo y de la ya citada de Juan Carlos Peinado.
Acompañan y complementan la edición una guía de lectura —que sigue la estructura de actividades antes de la lectura, durante la lectura y después de la lectura— y un cartapacio. En ambas propuestas se ofrece al profesor una serie de actividades para motivar al lector a partir de la búsqueda e investigación, la creación literaria y la intertextualidad. Asimismo, se proponen recursos basados en la música, el cine o la televisión e internet.
CERRILLO, P., CAÑAMARES, C., LUJÁN, A.L., SÁNCHEZ, C. La aventura de la cueva de Montesinos. Guía para iniciar la lectura del Quijote. Santander: Fundación Botín, 2015.
CERRILLO, P. y otros. Hidalgos, cómicos y escuderos. Maese Pedro y su retablo. Guía para iniciarse en la lectura del Quijote. Cuenca: CEPLI-Universidad de Castilla-La Mancha, 2015.
CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Ed. de Ángel Basanta. Madrid: Anaya, 1987.
CERVANTES, Miguel de. Don Quijote de la Mancha. Il. De Jordi Vila Delclòs, apéndice y notas de V. Muñoz Puelles. Madrid: Anaya, 2005.
MÁRQUEZ VILLANUEVA, Francisco. Personajes y temas del «Quijote». Madrid: Taurus, 1975.
RICO, Francisco. «Las dos interpretaciones del Quijote», en Breve biblioteca de autores españoles. Barcelona: Seix Barral, 1990, págs. 139-161.
— director de la edición de Don Quijote de la Mancha, 2 vols. Barcelona: Instituto Cervantes-Ed. Crítica, 1998. Contiene estudios de los más destacados especialistas.
RIQUER, Martín de. Aproximación al Quijote. Barcelona: Salvat, 1969.
SALAS, Miguel. Claves de don Quijote de la Mancha. Madrid: Ciclo, 1990.
Completa Biblioteca de autor dedicada a Miguel de Cervantes. Contiene noticias sobre el autor y sobre su obra, estudios, diccionario, fonoteca, imágenes y enlaces de interés:cervantesvirtual.com/bib/bib_autor/Cervantes
«Antología de la crítica sobre El Quijote en el siglo XX», recopilación de José Montero Reguera:cvc.cervantes.es/literatura/quijote_antologia
ElQuijote interactivo en la Biblioteca Nacional de España:quijote.bne.es
Anales Cervantinos (Revista del Consejo Superior de Investigaciones Científicas):analescervantinos.revistas.csic.es
1Obras completas I. Colección «Biblioteca Avrea». Madrid: Cátedra, 2003, págs. 50-51.
Desocupado lector, sin juramento me podrás creer que quisiera que este libro, como hijo del entendimiento, fuera el más hermoso, el más gallardo y más discreto que pudiera imaginarse. Pero no he podido yo contravenir al orden de naturaleza; que en ella cada cosa engendra su semejante. Y así, ¿qué podrá engendrar el estéril y mal cultivado ingenio mío, sino la historia de un hijo seco, avellanado1, antojadizo y lleno de pensamientos varios y nunca imaginados de otro alguno, bien como quien se engendró en una cárcel2, donde toda incomodidad tiene su asiento y donde todo triste ruido hace su habitación? […]
Porque te sé decir que, aunque me costó algún trabajo componerla, ninguno tuve por mayor que hacer esta prefación que vas leyendo. Muchas veces tomé la pluma para escribille, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiría; y, estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete3 y la mano en la mejilla, pensando lo que diría, entró a deshora un amigo mío, gracioso y bien entendido, el cual, viéndome tan imaginativo, me preguntó la causa; y, no encubriéndosela yo, le dije que pensaba en el prólogo que había de hacer a la historia de don Quijote, y que me tenía de suerte que ni quería hacerle, ni menos sacar a luz las hazañas de tan noble caballero. […]
[Habla el amigo] Procurad también que, leyendo vuestra historia, el melancólico se mueva a risa, el risueño la acreciente, el simple no se enfade, el discreto se admire de la invención, el grave no la desprecie, ni el prudente deje de alabarla. En efecto, llevad la mira puesta a derribar la máquina mal fundada destos caballerescos libros, aborrecidos de tantos y alabados de muchos más; que si esto alcanzásedes, no habríades alcanzado poco.
Con silencio grande estuve escuchando lo que mi amigo me decía, y de tal manera se imprimieron en mí sus razones que, sin ponerlas en disputa, las aprobé por buenas y de ellas mismas quise hacer este prólogo; en el cual verás, lector suave, la discreción de mi amigo, la buena ventura mía en hallar en tiempo tan necesitado tal consejero, y el alivio tuyo en hallar tan sincera y tan sin revueltas la historia del famoso don Quijote de la Mancha, de quien hay opinión, por todos los habitadores del distrito del campo de Montiel, que fue el más casto enamorado y el más valiente caballero que de muchos años a esta parte se vio en aquellos contornos. Yo no quiero encarecerte el servicio que te hago en darte a conocer tan noble y tan honrado caballero, pero quiero que me agradezcas el conocimiento que tendrás del famoso Sancho Panza, su escudero, en quien, a mi parecer, te doy cifradas todas las gracias escuderiles que en la caterva4 de los libros vanos de caballerías están esparcidas. Y con esto, Dios te dé salud, y a mí no olvide. Vale5.
1 Avellanado: arrugado y enjuto, como una avellana seca.
2 Cervantes estuvo preso en 1597 acusado de irregularidades en las cuentas cuando trabajaba como recaudador de impuestos. Por tanto, se refiere a la concepción de la obra.
3 Bufete: mesa de escribir con cajones.
4 Caterva: multitud de cosas de poco valor o importancia.
5 Vale: adiós.
En un lugar de la Mancha7, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero8, adarga9 antigua, rocín10 flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos11 los sábados, lentejas los viernes, algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes12 de su hacienda. El resto de ella concluían sayo de velarte13, calzas de velludo14 para las fiestas, con sus pantuflos de lo mismo, y los días de entresemana se honraba con su vellorí15 de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba16 la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Quieren decir que tenía el sobrenombre17 de Quijada o Quesada, que en esto hay alguna diferencia en los autores que de este caso escriben; aunque, por conjeturas verosímiles, se deja entender que se llamaba Quejana. Pero esto importa poco a nuestro cuento; basta que en la narración de él no se salga un punto de la verdad.
Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran los más del año, se daba a leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas fanegas18 de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y, así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber de ellos; y de todos, ninguno le parecía tan bien como los que compuso el famoso Feliciano de Silva19, porque la claridad de su prosa y aquellas intrincadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba a leer aquellos requiebros y cartas de desafíos, donde en muchas partes hallaba escrito: La razón de la sinrazón que a mi razón se hace, de tal manera mi razón enflaquece, que con razón me quejo de la vuestra fermosura. Y también cuando leía: Los altos cielos que de vuestra divinidad divinamente con las estrellas os fortifican, y os hacen merecedora del merecimiento que merece la vuestra grandeza. […]
En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro y los días de turbio en turbio; y, así, del poco dormir y del mucho leer, se le secó el cerebro, de manera que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. Decía él que el Cid Ruy Díaz había sido muy buen caballero, pero que no tenía que ver con el Caballero de la Ardiente Espada, que de solo un revés había partido por medio dos fieros y descomunales gigantes. […]
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo; y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, e irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio20, y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. […]
Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiolas y aderezolas lo mejor que pudo, pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada21 de encaje, sino morrión22 simple; mas a esto suplió su industria23, porque de cartones hizo un modo de media celada, que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada entera. Es verdad que para probar si era fuerte y podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana; y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por asegurarse de este peligro, la tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera que él quedó satisfecho de su fortaleza; y, sin querer hacer nueva experiencia de ella, la diputó24 y tuvo por celada finísima de encaje.
Fue luego a ver su rocín, y, aunque tenía más cuartos que un real y más tachas que el caballo de Gonela, que tantum pellis et ossa fuit25, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro ni Babieca el del Cid con él se igualaban. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría. […] Y, así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante: nombre, a su parecer, alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era, que era antes y primero de todos los rocines del mundo.
Puesto nombre, y tan a su gusto, a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo, y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote26 —de donde, como queda dicho, tomaron ocasión los autores de esta tan verdadera historia que, sin duda, se debía de llamar Quijada, y no Quesada, como otros quisieron decir—. Pero, acordándose que el valeroso Amadís no solo se había contentado con llamarse Amadís a secas, sino que añadió el nombre de su reino y patria, por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya y llamarse don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre de ella.
Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto y cuerpo sin alma. […]
Y fue, a lo que se cree, que en un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo, ni le dio cata de ello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a esta le pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y, buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso; nombre, a su parecer, músico y peregrino27 y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
6 Don Quijote pertenece a la clase social de los hidalgos, por debajo de los grandes y de los caballeros.
7 Estas seis palabras, «En un lugar de la Mancha», forman parte de un romance anónimo.
8 Astillero: percha en que se ponen las astas o picas y lanzas.
9 Adarga: escudo de cuero ovalado.
10 Rocín: caballo de mala traza.
11Duelos y quebrantos: huevos con tocino o chorizo.
12 Tres cuartas partes.
13Sayo de velarte: prenda de vestir holgada y larga de paño fino.
14 Velludo: terciopelo.
15 Vellorí: paño entrefino.
16 Frisaba: se acercaba.
17 Sobrenombre: apellido.
18 Fanegas: medida agraria.
19 Feliciano de Silva (c. 1492-1558) fue un autor español que continuó el Amadís de Gaula.
20 Agravio: ofensa.
21 Celada: pieza de la armadura que cubre la cabeza.
22 Morrión: armadura de la parte superior de la cabeza hecha en forma de casco y que en lo alto solía llevar un plumaje o adorno.
23 Industria: habilidad.
24 Diputó: eligió, señaló.
25 Era solo piel y huesos.
26 El «quijote» era una pieza de la armadura que cubría el muslo.
27 Peregrino: extraño, especial, raro o pocas veces visto.
Hechas, pues, estas prevenciones, no quiso aguardar más tiempo a poner en efecto su pensamiento, apretándole a ello la falta que él pensaba que hacía en el mundo su tardanza, según eran los agravios que pensaba deshacer, tuertos28 que enderezar, sinrazones que enmendar, y abusos que mejorar y deudas que satisfacer. Y, así, sin dar parte a persona alguna de su intención, y sin que nadie le viese, una mañana, antes del día, que era uno de los calurosos del mes de julio, se armó de todas sus armas, subió sobre Rocinante, puesta su mal compuesta celada, embrazó su adarga, tomó su lanza y por la puerta falsa de un corral salió al campo con grandísimo contento y alborozo de ver con cuánta facilidad había dado principio a su buen deseo. Mas, apenas se vio en el campo, cuando le asaltó un pensamiento terrible, y tal, que por poco le hiciera dejar la comenzada empresa; y fue que le vino a la memoria que no era armado caballero, y que, conforme a ley de caballería, ni podía ni debía tomar armas con ningún caballero; y, puesto que lo fuera, había de llevar armas blancas, como novel caballero, sin empresa29 en el escudo, hasta que por su esfuerzo la ganase. Estos pensamientos le hicieron titubear en su propósito; mas, pudiendo más su locura que otra razón alguna, propuso de hacerse armar caballero del primero que topase, a imitación de otros muchos que así lo hicieron, según él había leído en los libros que tal le tenían. […]
Yendo, pues, caminando nuestro flamante aventurero, iba hablando consigo mismo y diciendo:
—¿Quién duda sino que en los venideros tiempos, cuando salga a luz la verdadera historia de mis famosos hechos, que el sabio que los escribiere no ponga, cuando llegue a contar esta mi primera salida tan de mañana, de esta manera?: «Apenas había el rubicundo Apolo tendido por la faz de la ancha y espaciosa tierra las doradas hebras de sus hermosos cabellos, y apenas los pequeños y pintados pajarillos con sus arpadas lenguas30 habían saludado con dulce y meliflua armonía la venida de la rosada aurora, que, dejando la blanda cama del celoso marido, por las puertas y balcones del manchego horizonte a los mortales se mostraba, cuando el famoso caballero don Quijote de la Mancha, dejando las ociosas plumas, subió sobre su famoso caballo Rocinante, y comenzó a caminar por el antiguo y conocido campo de Montiel»31.
Y era la verdad que por él caminaba. Y añadió diciendo:
—Dichosa edad, y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías, dignas de entallarse en bronces, esculpirse en mármoles y pintarse en tablas para memoria en lo futuro. ¡Oh tú, sabio encantador, quienquiera que seas, a quien ha de tocar el ser cronista de esta peregrina historia, ruégote que no te olvides de mi buen Rocinante, compañero eterno mío en todos mis caminos y carreras!
Luego volvía diciendo, como si verdaderamente fuera enamorado:
—¡Oh princesa Dulcinea, señora deste cautivo corazón!32 Mucho agravio me habedes fecho en despedirme y reprocharme con el riguroso afincamiento33 de mandarme no parecer ante la vuestra fermosura. Plégaos, señora, de membraros34 deste vuestro sujeto corazón, que tantas cuitas35 por vuestro amor padece36.
Con estos iba ensartando otros disparates, todos al modo de los que sus libros le habían enseñado, imitando en cuanto podía su lenguaje. Con esto, caminaba tan despacio, y el sol entraba tan aprisa y con tanto ardor, que fuera bastante a derretirle los sesos, si algunos tuviera.
Casi todo aquel día caminó sin acontecerle cosa que de contar fuese, de lo cual se desesperaba, porque quisiera topar luego luego37 con quien hacer experiencia del valor de su fuerte brazo. Autores hay que dicen que la primera aventura que le avino fue la del Puerto Lápice; otros dicen que la de los molinos de viento; pero, lo que yo he podido averiguar en este caso, y lo que he hallado escrito en los anales38 de la Mancha, es que él anduvo todo aquel día, y, al anochecer, su rocín y él se hallaron cansados y muertos de hambre; y que, mirando a todas partes por ver si descubriría algún castillo o alguna majada39 de pastores donde recogerse y adonde pudiese remediar su mucha hambre y necesidad, vio, no lejos del camino por donde iba, una venta, que fue como si viera una estrella40 que, no a los portales, sino a los alcázares de su redención le encaminaba. Diose prisa a caminar, y llegó a ella a tiempo que anochecía.
Estaban acaso a la puerta dos mujeres mozas, de estas que llaman del partido41, las cuales iban a Sevilla con unos arrieros que en la venta aquella noche acertaron a hacer jornada; y, como a nuestro aventurero todo cuanto pensaba, veía o imaginaba le parecía ser hecho y pasar al modo de lo que había leído, luego que vio la venta, se le representó que era un castillo con sus cuatro torres y chapiteles de luciente plata, sin faltarle su puente levadizo y honda cava42, con todos aquellos adherentes que semejantes castillos se pintan. Fuese llegando a la venta, que a él le parecía castillo, y a poco trecho de ella detuvo las riendas a Rocinante, esperando que algún enano se pusiese entre las almenas a dar señal con alguna trompeta de que llegaba caballero al castillo. Pero, como vio que se tardaban y que Rocinante se daba prisa por llegar a la caballeriza, se llegó a la puerta de la venta, y vio a las dos distraídas mozas que allí estaban, que a él le parecieron dos hermosas doncellas o dos graciosas damas que delante de la puerta del castillo se estaban solazando43. En esto, sucedió acaso que un porquero que andaba recogiendo de unos rastrojos una manada de puercos —que, sin perdón, así se llaman— tocó un cuerno, a cuya señal ellos se recogen, y al instante se le representó a don Quijote lo que deseaba, que era que algún enano hacía señal de su venida; y, así, con extraño contento, llegó a la venta y a las damas, las cuales, como vieron venir un hombre de aquella suerte, armado y con lanza y adarga, llenas de miedo, se iban a entrar en la venta; pero don Quijote, coligiendo44 por su huida su miedo, alzándose la visera45 de papelón46 y descubriendo su seco y polvoroso rostro, con gentil talante y voz reposada, les dijo:
—Non fuyan las vuestras mercedes, ni teman desaguisado alguno; ca a la orden de caballería que profeso non toca ni atañe facerle a ninguno, cuanto más a tan altas doncellas como vuestras presencias demuestran47. […]
El lenguaje, no entendido de las señoras, y el mal talle de nuestro caballero acrecentaba en ellas la risa y en él el enojo; y pasara muy adelante si a aquel punto no saliera el ventero, hombre que, por ser muy gordo, era muy pacífico, el cual, viendo aquella figura contrahecha48, armada de armas tan desiguales como eran la brida, lanza, adarga y coselete49, no estuvo en nada en50 acompañar a las doncellas en las muestras de su contento. Mas, en efecto, temiendo la máquina de tantos pertrechos, determinó de hablarle comedidamente, y así le dijo:
