El canto del Guatiní. Topes de Collantes en la historia de Cuba - Ernesto Montero Acuña - E-Book

El canto del Guatiní. Topes de Collantes en la historia de Cuba E-Book

Ernesto Montero Acuña

0,0

Beschreibung

El canto del Guatiní, Topes de Collantes en la historia de Cuba, trata sobre la trayectoria y las características de esta región, paraje situado en el triángulo que conforman Trinidad y el Valle de los Ingenios y las provincias de Sancti Spíritus, Villa Clara y Cienfuegos, antes Las Villas, en el decurso de la historia nacional.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 248

Veröffentlichungsjahr: 2023

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice de contenido
Prólogo
Un canto a la naturaleza
Presentación
Desde el principio
De “Xagua” a Trinidad
Ciclones y naufragios
Pórtico a la esperanza
El Tope histórico
Viaje al paraíso
Guardar la esperanza
La Gran Pirámide
Poesía en la naturaleza
Vahos de nubes
Testimonio gráfico
Andar sobre la Historia
Topes en el tiempo
Fondo de historia
El Valle sin los Ingenios
El Valle renovado
Tras la república
La otra razón
Dos caras de la moneda
Efectos en cien años
La historia necesaria
Del sanatorio al hotel
El sanatorio a la vuelta
Empeño fructífero
Tiempo adverso
El Collantes originario
Collantes y Topes: convergencias
La ruta del café
De Guaniquical a Topes
El paso del tiempo
Testimonio gráfico
La enseñanza perpetua
Educación entre nubes
Búsqueda de Marcos Pérez
Misión en el Escambray
La etapa de los frutos
Conrado: Educador y mártir
El símbolo admirable
Parque de la Alfabetización
Fraternidad del Guatiní
La guerra en la memoria
Fidel en el Escambray
Grandes fracasos de la CIA
El Hombre en la Tierra
Encuentro con el Guatiní
Epílogo
Anexos
Anexo I Trinidad, aniversario oficial
Anexo II Azúcar trinitaria
Bibliografía
Datos del autor

Edición:Elier Ramírez Cruz

Diseño de cubierta e interior:Jorge V. Izquierdo Alarcón

Realización:Yudelmys Doce Rodríguez

Corrección:Maricel Pérez AguilerayMagda Dot Rodríguez

Fotos:Archivo del autor

Cuidado de la edición:Tte.Cor.Ana Dayamín Montero Díaz

© Ernesto Montero Acuña, 2022

© Sobre la presente edición:

Casa Editorial Verde Olivo, 2022

ISBN 9789592245013

El contenido de la presente obra fue valorado por la Oficina del Historiador de las FAR.

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en ningún soporte sin la autorización por escrito de la editorial. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Casa Editorial Verde Olivo

Avenida de Independencia y San Pedro

Apartado 6916. CP 10600

Plaza de la Revolución, La Habana

[email protected]

A Yana Guillén, mi esposa, partícipe; Oslaydi Duardo yRolando Hurtado, topeños amistosos; Ángel Fernández Vila,conocedor de Topes, consejero; Catalina Rodríguez yLeonardo Calderón(In memoriam), amigos, colaboradores y pacientes receptores de mensajes urgentes. No olvidar que los últimos serán como los primeros.

Prólogo

Un canto a la naturaleza

Bajo la poética denominación de El canto del Guatiní el autor, Ernesto Montero Acuña, nos propone, con pulcra y precisa prosa, la historia, la belleza y la heroicidad de un lugar de Cuba y, mediante interesantes descripciones y relatos, nos sitúa en una encrucijada: ¿Conoceremos la apasionante historia de un entorno perdido en las lomas del centro del país? ¿Disfrutaremos el esplendor de una naturaleza inédita, animada por el gorjeo del Guatiní? ¿Nos trasladaremos a la increíble epopeya vivida por miles de adolescentes alfabetizadores empeñados en llevar la enseñanza a nuestra humilde población, enfrentando heroicamente a las bandas contrarrevolucionarias que se opusieron a esta hazaña? ¿O, sencillamente, a través de las páginas que leeremos, nos adentraremos en un hermoso sueño del cual despertaremos todos convencidos de que muestra la realidad vívida de aquel paraje?

El recorrido se inicia con la fundación de la tercera villa con que España llevó a cabo la colonización del territorio aborigen encontrado por Cristóbal Colón en 1492. El autor nos cuenta sobre inmigrantes que acompañaron a Diego Velázquez en su empresa y cómo se adueñaron y se distribuyeron aquellos territorios. No escaparon a su avidez de riquezas las montañas que los rodeaban y así sus alturas, los topes, pasaron insensiblemente de manos de los aborígenes al dominio de los inmigrantes españoles.

Nos relata cómo, después de desalojado el podercolonial español, en laseudorrepública,los malos cubanosque nos gobernaban avizoraron que era posible acumular cuantiosas fortunas adquiriendo en Topesde Collantes terrenos baratos y revendiéndolos a preciosmuchas veces mayores. Solo era necesario hacerlos accesibles y agregarles algún valor. Se esbozó la tesis de su idoneidaden el tratamiento de la tuberculosis pulmonar y con esa justificación se proyectó un gran centro asistencial, que además brindaría posibilidades de empleo a los trinitarios y recursos económicos que, por aquel tiempo, necesitaba la villa, ya convertida en ciudad, para proseguir su desarrollo.

Así el autor nos conduce a los topes aquellos y a su obra máxima entonces, el sanatorio antituberculoso, ascendiendo ochocientos metros sobre el nivel del mar mediante una espectacular carretera, cuyo recorrido de diecinueve kilómetros permite acceder a hermosas áreas boscosas que formanparte del grupo montañoso Guamuhaya, más conocido luegocomo Escambray.

Aún se discute si las condiciones climatológicas de su entorno influyen positivamente en el tratamiento de la tuberculosis pulmonar, pero lo que nadie duda es que la construcción de la carretera y el alzamiento del edificio para el sanatorio propiciaron la revalorización y venta de terrenos que enriquecieron al dictador Fulgencio Batista Zaldívar y a los testaferros que lo secundaron en un sucio negocio.

Acompañamos al autor, también, en un gran salto que nos sitúa en los primeros años del gobierno revolucionario en Topes de Collantes, desestimada ya la función médica del gran edificio del sanatorio, por entonces convertido en un complejo educacional que se extendió por el to-pe original y cumplió una histórica misión, la de convertirse en sede de la Escuela de Maestros de Montaña, a la que después se rebautizó como Formadora de Maestros Manuel Ascunce Domenech, en recordación del brigadista alfabetizador asesinado en sus proximidades geográficas.

Arribamos así al gran acápite de la historia que narra con poética prosa este libro, en el cual conoceremos de tenaces ejecutores y de enormes esfuerzos, grandes obras, valentía y heroísmo y, lo principal, veremos actuar a una pléyade de jóvenes maestros revolucionarios en pos de un mandato de José Martí: alcanzar la libertad plena mediante la cultura.

La misión se desbordó de Topes y se extendió sobre todo el Escambray y las áreas rurales que lo circundan, igual que en el resto del país, donde ciento cinco mil seiscientos sesenta y cuatro estudiantes agrupados en las brigadas Conrado Benítez, ciento veinte mil seiscientos treinta y dos alfabetizadores populares, trece mil dieciséis brigadistas Patria o Muerte (obreros) y treinta y cuatro mil setecientos setenta y dos maestros voluntarios brindaron al mundo la más grande batalla de que se tenga noticia contra la ignorancia, alfabetizando en solo un año a setecientos siete mil doscientos doce cubanos, a pesar del precio criminal que le puso la contrarrevolución a tan heroica hazaña. Nos muestra el autor los escenarios donde se libró el gran combate y donde algún día se abrirá al mundo un museo vivo sobre aquella gesta en nombre de la cultura y la libertad, de gran ejemplo para la humanidad.

En Topes, nuestro incansable cicerone nos recrea mostrándonos las inimaginables bellezas naturales: ríos rápidos y cristalinos; hermosas alturas; feraz botánica con especies únicas y algunas fósiles; cavernas; imponentes saltos de agua; singular variedad de aves, a veces solo propias de este entorno y una rica fauna mayor.

También, nos presenta a los dueños de todas estas riquezas: las topeñas y los topeños: la mujer, bella, de fisonomía campesina, algo tímida; el hombre, fornido, trigueño, diestro y temerario. Ambos, amistosos y humildes ejecutores de hazañas laborales, algunas de las cuales recoge Montero Acuña de manera interesante en su libro.

Precisamente, para el bienestar de estos pobladores,el Consejo de Estado creó el 2 de junio de 1987el Plan Turquino-Manatí,conjugando armónicamente los requerimientos productivos con el desarrollo social y la conservación ambiental, para lo cualse implementaron en su tiempo, en Topes de Collantes dos realizaciones que serían determinantes en el futuro de los jóvenes montañeses: la Facultad Agropecuaria que proveería a las áreas rurales de las provincias de Sancti Spíritus, Villa Clara y Cienfuegos del personal calificado necesario. Así, con latécnica aprendida y el aval de la pertenencia a su terruño,podrían luchar por el progreso y la vida. Se materializaba de este modo un sueño del entonces ministro de las FAR, Raúl Castro Ruz, luego Presidente, en su empeño por el avance de este programa decisivo para nuestras áreas montañosas.

La otra realización consistió en llevar a la serranía la continuidad de la educación media hasta el duodécimo grado que solo podrían cursar, antes de nuestra revolución, los topeños que lograran residir en Trinidad o que se trasladaran diariamente por sus medios —a pesar de las limitaciones— hasta la distante ciudad, cabecera del municipio.

¡Cuánto repercutieron estas dos realizaciones en el futuro de las adolescentes y los adolescentes topeños y en el papel que desempeñarían en su medio rural y de montaña! ¡Cuánto cambió en unos años de implementación de aquellos avances el ambiente social, cultural y laboral en estos territorios, otrora inhóspitos!

A través del recorrido que hemos hecho con Montero Acuña asistimos a la dinámica social de una zona montañosa apartada, que pareció olvidada en el tiempo hasta el triunfo de la revolución en 1959.

Topes de Collantes, percatado de los grandes valores conque lo ha premiado el entorno, se proyecta hoy en el turismo, especialmente en el de Naturaleza, del cual es mejor exponente; y esboza la alcanzable realidad del sueño que un día tuvieron aquellos que lo concibieron como un Producto Estrella de nuestra oferta.

Nada más es necesario expresar en esta breve presentación sobre las hermosas descripciones, las profundas y serias investigaciones y las oportunas e inteligentes reflexiones hechas por el autor, que nos permitirán a sus lectores adentrarnos en la naturaleza, la historia, la realidad actual y la prometedora perspectiva de un paraje único de nuestro país, a este tope del macizo montañoso de Guamuhaya, al que apellidaron Collantes en recordación de un antiguo poseedor. Se muestra un medio que se proyecta hacia el futuro en el turismo del Caribe como un canto a la naturaleza.

 

Cor. Dr. Ángel Fernández Vila

Exdirector del Complejo Turístico Topes de Collantes

Presentación

Cuando llueve se suele recordar a Topes de Collantes, tal vez por el reflejo que crea su pluviosidad. No importa cómo uno se encuentre, ni en cuál entorno. El primer agradecimiento será, pues, para esta naturaleza que se incorpora de por vida a la sensibilidad de quien la ha disfrutado.

Para este libro se investigaron, con precisión, el tiempo y los fenómenos que crearon su singularidad, en uno de los vértices del triángulo que forma Topes con Trinidad y El Valle de los Ingenios. A su ambiente peculiar se le estiman cientos de kilómetros cuadrados, a trescientos sesenta y cinco kilómetros de La Habana, con acceso vial desde las ciudades de Santa Clara, Cienfuegos y Sancti Spíritus. Pero lo anterior es solo una muestra diminuta de su verdadero espacio.

Por esto se recordará aquí a sus pobladores envueltos en el clima suave, en el susurro de los árboles proyectados al cielo o en los ascensos por colinas que antes transitaron esclavos, principalmente cafetaleros, y también sus amos. Sobre todo los primeros, con su carga de agobio.

Para quien lo habita, Topes de Collantes es lo cotidiano. Mas, para el de hábitos citadinos, lo novedoso será el inédito frescor. Puede uno desembocar en la Plaza de las Memorias, rodeada de árboles para los que el calificativo de inmensos parecería pequeño, y escuchar a escasos metros las aguas del arroyo que nombran río Vegas Grandes, y adentrarse en la piscina artificial que se identificaba como casa de recreo en otros tiempos, y ahora es lugar para la recreación.

En esta Plaza encuentra uno la Casa del Café, la de las Infusiones o de Élida; establecimientos para la venta de recuerdos —sombreros, jabas, carteras artesanales y adornos silvestres, procesados— y los cafetos que transportan a más de ciento cincuenta años en el pasado. Se le nombra Jardín de Variedades, donde no siempre se percibe, en este tiempo, la obra de los esclavos de antaño y la de quienes emigraron de Haití en el intento de salvaguardarse y de reconstruir lo que allá había fenecido.

Existe también un museo en el que se recuerda al naturalista Jesús Cañizares (1910-2006) en su vivienda, donde aún se encuentra, aunque no esté. Fundó y dirigió la primera Estación Experimental de Montaña de Topes de Collantes. Dicen que lo estudió como nadie en su tiempo. Que impulsó la reforestación y que a él se agradece haber iniciado el Arborétum o Jardín de Gigantes en una porción de Cuba calificada como paraíso natural. Se eleva entre montañas menos pronunciadas que las de la Sierra Maestra, también atractivas e históricas. Son ambas como las raíces de sus hombres y de sus mujeres.

La geografía, sin embargo, es distinta. Aquí es más abrupta. Sus lomas de plegamiento tornan difícil el andar, y quien haya estado en ambas lo percibirá, aun sin proponérselo. Aquellas crestas se elevan a mayor altura, aunque sin los ascensos y descensos bruscos propios de las de Topes de Collantes, en la Cordillera de Guamuhaya, a la que suele llamarse Escambray.

Abundan el diente de perro de origen cársico y las cavernas, calificadas como existentes «al por mayor» y con todas las condiciones para ocultarse, pues hasta agua poseen», como se refería el autor César Arredondo —en su libroDe Becerra a la Rampa— a los alzados que en ellas hubo durante el primer lustro de los años sesenta del sigloxx, cuando allí los combatió.

Hoy la topografía es la misma, y a la vez distinta. La cubre un singular vergel en el que se expande la exuberante vegetación, formada por plantas exóticas o autóctonas. Solo el Arborétum cuenta con más de trescientas especies introducidas entre los años 1930 y 1939, originarias de América, África, Eurasia y Australia. Es el legado de Cañi-zares, el que sembró en la naturaleza lo que a ella lefaltaba para alcanzar la plenitud de entonces.

A la Casa de las Infusiones, construcción rústica en apariencia, puede arribarse en la mañana, al medio día, en la tarde… y recibir el té que se prefiera y disfrutarlo mientras se conversa, intercambia, jaranea con las empleadas y se les solicita datos, curiosidades, confirmaciones sobre hechos, lugares o circunstancias acerca de los cuales ellas ofrecen las más detalladas versiones, aunque a veces no se las pueda verificar, porque el tiempo las grabó solo en la memoria colectiva. Siempre se agradece el empeño.

En esta Plaza, precisamente, apareció la providencial Aray Brito, entonces una de ellas, y abrió las puertas imaginarias hacia Oslaydi Duardo, joven licenciada en Historia que acopia documentos, anécdotas, datos sobre Topes de Collantes, la formación allí de maestros makarenkos, como se llamó luego a los que antes fueron de montaña, y su relación con el desarrollo de la educación en Cuba, varias décadas atrás. También recopila información sobre la colonial Trinidad y el resto de su entorno. Es acuciosa, espontánea, hija de esta naturaleza que, sin dejar de ser la misma, es también la que el tiempo renueva cada día.

La historia de Trinidad, tercera villa de Cuba; la del Valle de los Ingenios y la de Topes de Collantes es indisoluble, y sus habitantes merecen que se les recuerde, como ocurre con las familias de Catalina Rodríguez, de Oslaydi Duardo y, en fin, con todos sus pobladores, aunque no integren las amistades. Fueron quienes nos acogieron y nos brin-daron más atenciones que las merecidas.

Este más que un libro sobre un lugar es, en cierto sentido, una imagen de Cuba en su tiempo. Aunque, en lo íntimo, refleja también cómo se restablece allí la vida.

 

…observen una hoja de árbol, con sus caprichosas nervaduras, sus tonalidades que la sombra y el sol varían, la tumefacción levantada por la caída de una gota de lluvia, la picadura que ha dejado un insecto, la huella argentada delpequeño caracol, el primer tinte de oro mortal que marcael otoño, y busquen una hoja exactamente igual en los bosques más grandes de la tierra toda…

 

Marcel Schwob (Francia, 1867-1905)

Vidas Imaginarias

 

Desde el principio

Tal vez nunca se sepa qué influyó en los planes del Adelantado Diego Velázquez para que Trinidad se fundara en las márgenes del río Arimao, en algún momento exacto ya olvidado. Se suele aceptar, no obstante, que el conquistador había llegado el viernes 23 de diciembre de 1513 a pueblos de indios en el litoral sur de la provincia de Guamuhaya y creó allí la villa hispana. ¿Pero cuándo?

De “Xagua” a Trinidad

Con viento fresco, el Santísima Trinidad enrumbó por el Guaurabo aquel día de 1513 y se adentró en el territorio ignoto de los arauacos, que observaban con asombro, mas sin rebeldía, como arribaba aquel barco tripulado por hombres con rostros descoloridos, diferentes de los suyos.

Cuatro años antes, Diego de Nicuesa había empleado el Trinidad para llevar, por orden y cuenta del gobierno, treinta y seis esclavos negros1 a la Española. El día de su arribo a la costa cubana venía seguido por el Ventura, ambos con su carga de conquistadores.

A fines de aquel invernal diciembre Diego Velázquez exploraba el mar y los ríos próximos para constituir la villa de Xagua, como se identificaba en Español arcaico a la actual Jagua, la cual se añadiría a los otros dos poblados existentes en el oriente de Cuba.

Jagua se nombró la mujer de Caunao, vocablo que significa en la leyenda indígena: riqueza, mina, manantial, fuente y principio. De esta forma se designa también el árbol de cuyo fruto había salido la primera hembra, hecho por el cual se lo consideró sagrado. Con el tiempo devino símbolo de la ciudad de Cienfuegos.

Alguna motivación ignota, la existencia de los otros dos villorrios en la isla, o acaso el nombre de la nave capitana, determinarían días después de la llegada de Velázquez que se le confiriera a la nueva villa la denominación de Santísima Trinidad.

De modo que aquel viernes 23 de diciembre de 1513, cuando el Adelantado arribó al Guaurabo, los arauacos, inocentes, no salían de su asombro ni de su ingenuidad.

Desde tiempos inmemoriales, muy anteriores a lallegada del conquistador, ellos habitaban viviendasesparcidas en el cacicazgo de Guamuhaya —el mayor poblado de indios en Cuba— por las orillas del río y sus afluentes, donde los colonizadores establecieron desde el principio su caserío rústico.

Velázquez elegía el sitio, que nombraban Manzanilla,2 por su condición saludable, como lo calificó debido a su cielo claro y su aire puro y suave. Allí escucharía la misa de la Natividad, el 25 de diciembre, oficiada por el franciscano Fray Juan de Tesín, bajo el jigüe plantado en el centro del batey.

La misa fundacional, sin embargo, estuvo a cargo de Fray Bartolomé de las Casas, a quien justamente se titula Defensor de los Indios, por su reclamo a favor de estos al crearse meses después, en junio de 1514, la villa del Espíritu Santo o Sancti Spíritus.

Tal vez nunca se sepa qué influyó en los planes de Velázquez para que Trinidad se fundara en las márgenes del río Arimao, en algún momento exacto ya olvidado.Se suele aceptar, no obstante, que el día 4 de enerode 1514 creó el poblado hispano, aunque con respecto a la fecha no se ha presentado un documento convincenteen absoluto.

En la biografía deFray Bartolomé de las Casas, Manuel José Quintana3asegura que los expedicionarios volvieron de la costa sur a la norte de Cuba por orden de Diego Velázquez, el cual, después de haber asentado la población de Baracoa y repartido las tierras e indios de aquellas tierras y las contiguas, trató de ir reconociendo la isla para determinar los otros puntos en que convenía poblar.

En el propio documento, añade Quintana que El Adelantado se unió al cuerpo expedicionario de Pánfilo de Narváez en el puerto de Xagua, donde resolvió fundar la villa que después se llamó Trinidad, y tomó posesión de los magníficos valles del Cacicazgo de Guamuhaya en nombre de los Reyes de Castilla. Se insiste en que la fundación se realizó en el lugar que se estimaba más a propósito.

Recibió tan buena acogida de los naturales, encabezados por el cacique Manatiguahuraguana, que los arauacos transportaron al conquistador río arriba. Allí lo recibieron con fiestas y agasajos.

Como primeros habitantes se acomodaron los doscientos soldados traídos por Velázquez y las cuarenta familias indígenas que formaban el cacicazgo, las que serían sometidas posteriormente a cruel esclavitud y empleadas en acarreo de madera, en construcciones y en el aprovisionamiento de medios para la subsistencia.

Los conquistadores esperaban recolectar arenas de oro en aquella comarca, lo que fue determinante para la fundación, aunque el Adelantado, al decidir la creación de Trinidad y de Santiago de Cuba, posteriormente, también tuvo en cuenta la necesidad de poblaciones con fácil comunicación y relaciones con Jamaica y la que Cristóbal Colón y sucesivos conquistadores consideraron costa firme.

De esto se ha deducido que la denominación de la nave capitana dio origen al nombre de la villa fundada a nueve o diez leguas de Xagua, hacia el oriente, por ser lugar de muchos pueblos cerca del puerto de Casilda, según Quintana en la referida obra. Se sabe por Velázquez mismo que el 10 de febrero existía ya el pequeño poblado.

Así se inició la historia indisoluble de Trinidad, Topes de Collantes y el Valle de los Ingenios como se percibe hoy, con esperanza, luego de más de quinientos años de andar por la misma historia.

Ciclones y naufragios

El verdor de los bosques desapareció en una noche, la villa de Trinidad quedó en los cimientos y una parte importante de la flota de Pánfilo de Narváez fue destruida y resultó menguada su tripulación, como preludio de que no se convertiría en el gobernador de La Florida.

Signado por el infortunio, había partido con cinco barcos y seiscientos hombres, el 17 de junio de 1527, desde el puerto de San Lúcar de Barrameda, en España, hacia la conquista de las provincias situadas desde el río de las Palmas hasta el Cabo de La Florida.

Luego del prolongado viaje hasta Santo Domingo, donde permaneció cuarenta y cinco días, enrumbó hacia Santiago de Cuba con ciento cuarenta hombres menos, que lo abandonaron en Quisqueya, aunque pretendía completar su dotación en la oriental villa cubana. Allí recibiría los infaustos favores de Vasco Porcallo de Figueroa,4 identificado entonces como vecino de Trinidad.

Narváez había nacido en Valladolid hacia 1470 y de él puede asegurarse que «El diablo llevóle el ánima», como en su momento dijo el Padre las Casas, por las crueldades que aquel cometió en la colonización de Cuba, al servicio de su paisano Diego Velázquez. Desapareció en la Florida a finales de 1528, debido a una tormenta que finalmente destruyó los restos de sus menguadas escuadra y tripulación.

Su percance anterior más azaroso fue el que le ocurrió a parte de sus hombres en la villa de Trinidad, a donde dos de sus embarcaciones se trasladaron anticipadamente para recibir «ciertos bastimentos», en lenguajearcaico, que Porcallo de Figueroa debería suministrarle parala expedición. Con un nombrado capitán Pantoja,se trasladó Porcallo desde el puerto de Casilda al incipiente poblado, para acopiar los bienes necesarios. Mas, el sino azaroso lo impidió.

En su testimonio Naufragios,5 cuenta Álvar Núñez Cabeza de Vaca, jefe de ambas naves, cómo alguien les dijo que con la mayor presteza que pudiéramos nos despacháramos de allí, porque aquél era un muy mal puerto y se solían perder muchos navíos en él, advertencia que fue como una premonición sobre el inminente desastre.

Asegura asimismo:

[…] comenzó el tiempo a dar no buena señal, porque comenzó a llover, y el mar iba arreciando tanto, que aunque yo di licencia a la gente que saliese a tierra, como ellos vieron el tiempo que hacía y que la villa estaba de allí una legua, por no estar al agua y frío que hacía, muchos se volvieron al navío […]

Debido a la insistencia de sus anfitriones, el colonizador abandonó las naves en que había permanecido, para trasladarse al poblado:

[…] cuando el agua y la tempestad comenzó a crecer tanto, que no menos tormenta había en el pueblo que en la mar, porque todas las casas e iglesias se cayeron, y era necesario que anduviésemos siete u ocho hombres abrazados unos con otros para podernos ampararque el viento no nos llevase; y andando entre losárboles, no menor temor teníamos de ellos que de las casas […]

Después de una noche en aquellas circunstancias, con mucho estruendo y grande ruido de voces, y gran sonido de cascabeles y de flautas y tamborinos y otros instrumentos, añadía que en la mañana la tormenta cesó. Al bajar al puerto, Cabeza de Vaca y sus compañeros descubrieron que de los navíos solo quedaban las boyas.

Así lo cuenta:

[…] anduvimos por las costas para ver si hallaríamos alguna cosa de ellos; y como ninguna cosa hallásemos, metímonos por los montes, y andando por ellos, [a] uncuarto de legua de agua hallamos la barquilla deun navío puesta sobre unos árboles, y [a] diez leguas de allí,por la costa, se hallaron dos personas de mi navío y ciertas tapas de cajas.

Narra asimismo que las personas estaban tan desfiguradas de los golpes de las peñas, que no se podían conocery se hallaron también una capa y una colcha hecha pedazos, y ninguna otra cosa apareció. Se perdieron en los navíos sesenta personas y veinte caballos.

Como consecuencia del ciclón de 1527, el primero del cual se tiene noticias en Trinidad y en esta porción de Cuba, se perdieron los abastecimientos, parte del ga- nado y, según Cabeza de Vaca:

[…] la tierra quedó tal, que era gran lástima verla: caídos los árboles, quemados los montes, todos sin hojas ni yerbas […] así pasamos hasta cinco días del mes de noviembre, que llegó el gobernador [Pánfilo de Narváez, que también había participado en la fundación de la villa] con sus cuatro navíos.

Este le ordenó que se fuese con las embarcaciones y los hombres al puerto de Xagua, ubicado a doce leguas de allí, donde estuvo hasta el 20 de febrero del año siguiente.

En cuanto a los ciclones, se recuerda que el primero del cual se tiene noticia en el Nuevo Mundo fue reportado por Cristóbal Colón en 1494, durante su segundo viaje, a la altura de la actual Isla de la Juventud. Se considera que los más desastrosos en Trinidad, en lejana época, fueron el referido de 1527 y el del 14 de octubre de 1812, que destruyó centenares de viviendas y hundió numerosos barcos.

Según el Padre las Casas y Pedro Mártir de Anglería, los indios Caribe nombraban juracán o jurakán —espíritu maligno o Dios del mal— a estos huracanes, que han sido muy destructivos en Cuba y significativamente en Trinidad, en Topes de Collantes y en sitios próximos.

Como antaño, han dañado vías de acceso y comunicaciones, convertido casi en páramos los frondosos bosques, al menos temporalmente; y destruido viviendas, transformadas en ruinas, que luego han tardado años en recuperarse. Uno de estos fue el Lily, en 1996, y otro el Ike, en 2008, entre los más destructivos.

De Pánfilo de Narváez, quien a principios de 1513realizó una gran matanza de indios en territorios deCamagüey y Sancti Spíritus y fue derrotado luego por Hernán Cortés, el 24 de mayo de 1520, cuando intentaba someterlo en la conquista de México,6solo se sabe que tuvo un desastroso final durante su intento de colonizar La Florida, donde desapareció sin dejar huella.

Solo sobrevivieron algunos integrantes de aquella fatídica expedición, después de un azaroso y prolongado deambular que condujo a pocos hasta la entonces Nueva España, según cuenta Álvar Núñez Cabeza de Vaca enNaufragios. Así que, en efecto, fue como si el diablo llevárasles el ánima.

1 Nicolás Guillén: Nación y mestizaje, Casa de las Américas, V-VIII-1966 (digital), como dato ilustrativo ofrece el siguiente: Según José Antonio Saco, ya entre 1512 y 1514 había negros en Cuba.

2 Allí se estableció entre los años mil cien y mil trescientos la cultura arauaca, debido a migraciones provenientes de la cuenca Orinoco-amazónica, a través del Caribe, aunque se admiten otras. Calificado como autor portugués anónimo,Fidalgo de Elvas consideró al de Guamuhaya como el mayor pueblo de indios en Cuba, según consta en la enciclopedia digital Ecured: http://www.ecured.cu/Historia_de_Trinidad.

3 Manuel José Quintana (1772-1857): Vida de Fray Bartolomé de las Casas, Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, digital [http://www.cervantesvirtual.com/obra/vida-de-fray-bartolome-de-las-casas/], 2008. Referencia sobre la publicación original: Madrid, Atlas, 1946.

4 Vasco Porcallo de Figueroa: Según referencias descendía de los Feria, aunque no existen precisiones sobre su traslado a Cuba. Además de contribuir a la infortunada expedición de Pánfilo de Narváez a La Florida en 1528, viajó a aquella península con Hernando de Soto en 1539, desde donde desertó para regresar a Cuba. Se ignoran las fechas de su nacimiento y de su muerte.

5 Álvar Núñez Cabeza de Vaca: Naufragios, Col. Testimonio, Instituto del Libro, La Habana, 1970, pp. 12-13.

6 Fue enviado por Velázquez a someter a Hernán Cortés, quien en 1518 había zarpado del puerto de Trinidad para iniciar su expedición a México. En tierra azteca, Cortés derrotó a Narváez y lo encerró, aunque luego resultó liberado por mediación real.

Pórtico a la esperanza