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Hablar de política y de Jesús podría parecer un contrasentido e incluso una blasfemia porque no hubo nadie más alejado de la política que el Hijo de Dios. Su muerte en la Cruz fue el resultado de acciones políticas de quienes en ese momento gobernaban, Caifás y Poncio Pilatos. Se han hecho aproximaciones a Jesús desde la óptica religiosa, en esta ocasión se propone ese análisis desde el punto de vista político, pero con Jesús como candidato sin siquiera él saberlo. El candidato Jesús contó con todos los elementos necesarios: tenía un comando de campaña, tenía una campaña, eslogan de campaña, seguidores y hablaba de un mejor gobierno. Hasta hubo otro candidato que insólitamente terminó ganando la justa sin haber hecho nada para eso, incluso, estaba preso por homicidio y sedición, mientras Jesús quien nunca había hecho mal, terminó en la cruz. A partir de ese evento se hace un desarrollo sobre cada uno de los elementos religiosos que rodearon el devenir de Jesús en la tierra, pero desde la óptica política. Es impresionante como cada cosa calza en su lugar en este proceso de injusticias que significó al final, la Salvación del Hombre.
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Seitenzahl: 221
Veröffentlichungsjahr: 2019
Gire Romero Marcano, Marlexis
El código de Barrabás / Marlexis Gire Romero Marcano. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2019.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: online
ISBN 978-987-761-835-8
1. Ensayo Sociológico. I. Título.
CDD 301
Editorial Autores de Argentina
www.autoresdeargentina.com
Mail: [email protected]
Diseño de portada: Justo Echeverría
Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723
Impreso en Argentina – Printed in Argentina
Quiero dedicar este libro al Dios Supremo sempiterno
porque sin él, nada en la vida tiene sentido ni motivo.
A mis padres por haberme dado la vida
y por llevarme a recibir las enseñanzas de Dios.
A mis hijos, por los que lucho todos los días.
ÍNDICE
Capítulo ILa elección que cambió la historia de la humanidad
Capítulo IIEl sistema político de la época
Capítulo IIILa Campaña Electoral
Capítulo IVPilato y Caifás: Los ejecutores del Hijo de Dios
Capítulo VJesús, ¿Víctima de los fake news?
Capítulo VISe ponen de acuerdo gobierno y oposición
Capítulo VIILa luz del mundo
Capítulo VIIINo votaron, pero lo acompañaron
Capítulo IXCambiaron a Jesús por Barrabás
Capítulo XTodo fue preparado para que Jesús perdiera
Capítulo XILa muerte de la justicia
Capítulo XII¿Por qué estaba condenado a perder?
Capítulo XIIIEl Plan del Padre
Capítulo XIVLa convicción de la verdad
Capítulo XVRedención y revolución
Capítulo XVIA más de 2000 años de aquellos comicios
Capítulo XVIIYa no quedan ideas para seguir engañando al ser humano
Capítulo XVIIILa supremacía electoral de Jesús
Capítulo XIX¿Esperando al Mesías o al anticristo?
Prólogo
El Código de Barrabás es un análisis sobre la primera elección de la historia que cambió para siempre a la humanidad. Jesús y Barrabás se encontraron en un momento perfecto pues el mundo conoció la maldad humana que también aparece bajo el techo de las iglesias.
A medida que el lector va entrando en las pequeñas reflexiones de los capítulos que conforman este libro, notará que es una exposición de las normas de conducta del individuo, de cómo la Iglesia utilizó primero a la política para someter al ser humano y cómo la política se convirtió en la forma de someter al individuo.
La iglesia amedrenta al hombre amenazándolo con el infierno; la política, le amenaza con la miseria y la persecución. Ambos buscando doblegar al individuo.
Jesús fue el cordero que aceptó conscientemente ser sacrificado porque vino al mundo a poner de relieve la miseria de los seres humanos. Barrabás fue el instrumento para eso, de allí el nombre de El Código de Barrabás.
Alexis Romero, el padre de esta idea, tiene una formación religiosa y política que inició con apenas 4 años. A esa edad llegó a la iglesia Viña del Señor en San Félix, de la mano de sus padres.
A los 15 años ingresó a estudiar teología en un instituto de estudios bíblicos. Viajó por el mundo gracias a esa condición y un día decidió abandonar la iglesia, más no a Dios, e hizo la transición natural: se fue a la política.
A los 25 años se convirtió en candidato a diputado del partido político Guayana Primero, liderado por Leopoldo Sucre Figarella.
En 1993 como técnico electoral en el estado Bolívar de la república de Venezuela, logró la primera defenestración de un diputado al comprobarse que no había ganado.
Fue el caso de Arquímedes Licet (Causa R) a quien se le entregó la credencial de diputado por el estado Bolívar cuando en realidad había ganado el escritor Manuel Alfredo Rodríguez, postulado por el MAS.
Más adelante, en el año 2002 fue el representante electoral del MVR (hoy PSUV) por el estado Bolívar en las elecciones de la república Bolivariana de Venezuela. Fue diputado regional y conoció el funcionamiento del partido de gobierno de ese entonces.
Su aproximación a la primera elección de la historia la hace con las herramientas intelectuales desarrolladas a través de los estudios de teología y con lo aprendido desde el punto de vista práctico en el ejercicio de la política.
Primero desde un pequeño partido regional y luego desde el partido que gana las elecciones en 1998 en Venezuela y desplaza (¿para siempre?) a las organizaciones políticas que instauran en 1958, el llamado Pacto de Punto Fijo.
A lo largo del desarrollo de los capítulos de El Código de Barrabás, va dejando pistas del funcionamiento de la iglesia y de la política en el sometimiento del ser humano, en nombre de un fin superior, “lograr la máxima felicidad posible para el pueblo”.
Quiere como ciudadano del mundo hacer una especie de mea culpa histórica, pues de una forma u otra se siente responsable de la situación actual que viven los ciudadanos ante el modelo político imperante que ha acabado con las oportunidades de prosperidad de los pueblos de América Latina.
Con mucha audacia logra poner al descubierto la manipulación histórica de la iglesia, de la política y de los grandes intereses del statu quo.
Asegura que es imposible que la más humilde de las amas de casa, al leer El Código de Barrabás no se posicione desde el punto de vista histórico de lo que ha pasado en la humanidad en cuanto a lo que es la manipulación en el sometimiento de los pueblos y a dónde han llevado a estas sociedades: a la subordinación y a la miseria, no sólo económica y social, sino a la intelectual.
Se ha establecido a través de la política y la religión cómo debes pensar y cómo debe ser la relación con Dios y los gobernantes.
El Código de Barrabás es un pensamiento liberador que le permite entender a cualquier persona que llegó el momento de romper ataduras desde el punto de vista intelectual, histórico y político sin que eso deba ser interpretado como una abominación a Dios, o como una insubordinación a los gobiernos.
Así como ha avanzado la ciencia, la medicina, la tecnología, Alexis Romero cree que es hora de que avance el pensamiento de los pueblos hacia una posición renovadora y libertaria desde el punto de vista político y religioso, desde el punto de vista de Dios con el hombre y del poder con los pueblos.
Esto en función de su desarrollo y a la necesidad histórica de que los pueblos sean redimidos en todos los ámbitos y en pro del beneficio intelectual y social, a fin de acabar con la culpabilidad que traen consigo los pecados cometidos o por cometer.
Habla de una estructura construida de forma que el ser humano, como individuo, no percibe cómo todo está hecho para que se sienta responsable por la muerte de Jesús y por ello su vida debe ser miserable, eternamente o hasta que llegue el Mesías.
Siente que la política aprendió la lección desde la iglesia y hace lo mismo por mantener ese pensamiento, para ello usa los medios de comunicación social y la tecnología.
No deja de ser una tesis peligrosa e intensa, que pretende subvertir el orden sin disparar un tiro, acudiendo a la capacidad de análisis del lector.
Para mí no fue fácil prologar este libro porque el tema, sobre todo el religioso, es delicado. Hay que estudiar mucho todos los textos, la Biblia, el Nuevo Testamento, La Torá, El Corán, el libro de John Smith, fundador de los mormones, y una vida no es suficiente, sobre todo una vida en América Latina.
Pero como diría Neville Goddard, citando el capítulo 9 del Libro de Marcos: “Todas las cosas son posibles para el que cree.”
Exactamente así piensa Alexis Romero. Está convencido que El Código de Barrabás es su aporte a la liberación de los pueblos en función de la renovación del pensamiento político y religioso.
“Una ilusión, una sombra, una ficción; y el mayor bien es pequeño; que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son. A reinar, fortuna, vamos; no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas”, como diría Calderón de La Barca.
Carmen Carrillo
Periodista Venezolana
Capítulo I
La elección que cambió la historia de la humanidad
La primera elección política irregular documentada que cambió la historia de la humanidad es la que Barrabás le gana a Jesús. El primero sin proponérselo fue candidato y derrotó a Jesús de Nazaret, sólo que también pudo haber sido la primera elección fraudulenta.
Ya desde los tiempos de los griegos el hombre había hablado de la Polis y del gobierno por la vía de las elecciones, pero, aunque ese proceso político fue importante para el avance de la humanidad, no significó un cambio de tanto impacto como el proceso electoral en el que el hombre sacrificó al llamado Hijo de Dios.
En La Biblia se refleja cómo anteriormente Dios había perdido un referéndum o plebiscito, cuando el pueblo le pide a Samuel que les permita elegir un rey como todos los demás y no mantenga a sus hijos como jueces de Israel.
En el Libro Primero de Samuel, capítulo 8, Samuel cuando ya estuvo viejo hizo a sus hijos Joel y Abdías jueces en Bersebá, pero se dejaron tentar por la corrupción.
No había justicia si no había pago. Los más ancianos del pueblo fueron a hablar con Samuel en Ramá y le explicaron que sus hijos no habían sido como él; no andaban por el camino recto, por lo tanto, ellos querían un Rey como todos los demás pueblos del mundo.
Y le dijeron: “He aquí, tú has envejecido, y tus hijos no andan por tus caminos; por tanto, constitúyenos ahora un rey que nos juzgue, como tienen todas las naciones”.
Y le pareció mal a Samuel cuando dijeron: “Danos un rey que nos juzgue”. Y Samuel oró a Jehová.
Y dijo Jehová a Samuel: “Oye la voz del pueblo en todo lo que te digan, porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos. Conforme a todas las obras que han hecho desde el día en que los saqué de Egipto hasta hoy, y me han abandonado y han servido a dioses ajenos, así hacen también contigo”.
La voz del pueblo NO es la voz de Dios
América Latina está plagada de políticos y dirigentes políticos que siempre comienzan sus campañas afirmando que hay que hacerle caso a la voz del pueblo, porque la voz del pueblo es la voz de Dios y esta tesis, permanentemente usada en cada campaña o elección popular no es cierta, como se puede leer en el Libro de Samuel.
Es más, Jehová le dice a Samuel que antes de darle potestad al pueblo para que elija su rey, debe advertirles lo que ocurrirá:
“Y ahora pues, oye su voz, pero hazles una advertencia solemne y declárales cuál será el proceder del rey que reine sobre ellos”.
Y dijo Samuel todas las palabras de Jehová al pueblo que le había pedido rey: “Este será el proceder del rey que reine sobre vosotros: Tomará a vuestros hijos y los pondrá en sus carros y entre su gente de a caballo, para que corran delante de su carro; nombrará para sí capitanes de millares, y capitanes de cincuentenas; los pondrá asimismo a que aren sus campos y sieguen sus mieses, y a que hagan sus armas de guerra y los pertrechos de sus carros. Tomará también a vuestras hijas para que sean perfumadoras, cocineras y amasadoras. Asimismo, tomará lo mejor de vuestras tierras, de vuestras viñas y de vuestros olivares, y los dará a sus siervos. Él diezmará vuestro grano y vuestras viñas, para dar a sus oficiales y a sus siervos. Tomará vuestros siervos, y vuestras siervas, y vuestros mejores jóvenes y vuestros asnos, y con ellos hará sus obras. Diezmará también vuestros rebaños, y seréis sus siervos. Clamaréis aquel día a causa de vuestro rey que os habréis elegido, pero Jehová no os oirá en aquel día.” Pero el pueblo no quiso oír la voz de Samuel, y dijeron: “No, sino que habrá rey sobre nosotros, nosotros seremos también como todas las naciones; y nuestro rey nos gobernará, y saldrá delante de nosotros y hará nuestras guerras. Oyó Samuel todas las palabras del pueblo y las dijo a oídos de Jehová. Y Jehová dijo a Samuel: Oye su voz y pon rey sobre ellos”.
Así pues, en esta especie de Referéndum Consultivo, pierde Dios frente a los hombres. Luego su hijo lo haría ante Barrabás.
Es tan cierta la precisión en América Latina de que la iglesia es quien permea todas las estructuras, incluyendo las políticas, que otra sentencia que se repite constantemente es que el primer revolucionario de la humanidad fue Jesús de Nazaret. Sobre todo los movimientos y partidos de izquierda la repiten incansablemente.
Y es que al llegar la iglesia con su ejército conquistador a América y arrasar pueblos enteros y con ellos su cultura y sus creencias, ese espacio es ocupado por el sacerdote con la cruz y el conquistador con el garrote.
Con el paso del tiempo el hombre, el dirigente, el político, calzará los zapatos de la iglesia, pero ya no será con la cruz, ahora será con el pan y el garrote, porque algo que descubrió la ciencia, es que el segundo cerebro del ser humano es el estómago.
El político pretende atender ese cerebro con promesas, mientras con el mazo recoge a los que se salen de la fila.
Cuando ocurre la primera elección de la historia y la iglesia se impone sobre lo que era correcto, se abre un portal para que el hombre comprenda que él también puede definir los destinos de los demás, tal cual lo hace la iglesia.
Inventan entonces los partidos políticos, los comités de base, las estructuras de la organización; tal como la iglesia tiene parroquias, capellanías, abadías, vicariatos y catedrales hasta llegar a su máximo organismo jerárquico: el Vaticano.
Los actores
En el Nuevo Testamento, Lucas y Mateo identifican a Barrabás como un sedicioso que fue preso por estar implicado en un alzamiento y asesinato, ocurrido la misma semana, días antes que llegara Jesús. Estaba allí cuando presentan a Jesús ante Pilatos.
Era la costumbre mencionada en los evangelios liberar a un prisionero durante la Pascua.
Poncio Pilatos gobernaba una provincia menor del Imperio romano y debía mantener el orden, la paz y la sumisión del pueblo judío a Roma, por ello tenía relaciones con el Sumo Sacerdote del Templo de Jerusalén.
Cuando Jesús comienza a cuestionar el poder de Caifás, éste inicia una estrategia para detenerlo, y entre sus acciones está pedirle a Poncio Pilatos que lo haga preso, ya que él aunque tenía poder en el pueblo judío, no tenía poder político para hacer eso.
En sólo siete días Jesús subvierte el orden y cuestiona el poder de Caifás, pero no el de Roma.
Cuestionó el modo como era atendido el Templo de su Padre y la actuación de quienes se llamaban sus custodios, prácticamente ese fue el tema de su campaña electoral de siete días.
Quien se convirtió en candidato cuando ingresó a Jerusalén el domingo de Pascua tenía conocimiento de todo lo que sucedería, antes de que ocurriera.
Jesús estaba preparado para ser candidato. De hecho, tenía discurso, contaba con un comando de campaña, contaba con un entramado logístico, de movilizar a los seguidores, el que recogía las finanzas, el que se ocupaba del activismo y el que tenía que ver con los medios de comunicación social.
Sus doce apóstoles eran su comando, y Jesús como candidato iba haciendo la campaña y perfeccionando las responsabilidades.
Así pues, había dos candidatos a ser crucificados: Barrabás y Jesús.
Pero dado que uno representaba el cambio por la vía de la violencia y el otro por la vía de la palabra y ambos expresaban el malestar de los oprimidos, la diferencia consistía en el método a aplicar.
Los poderosos de entonces se sintieron amenazados, unieron fuerzas y aplicaron leyes para resolver la situación.
Comienza entonces la primera elección documentada de la historia de la humanidad.
Capítulo II
El sistema político de la época
Jesús sabía que sería detenido, que su jefe de comando de campaña lo desconocería; que su jefe de finanzas lo entregaría por 30 monedas y que el sistema electoral era controlado por Poncio Pilatos, que de vez en cuando buscaba asesoría con los fariseos, sobre todo porque el pueblo judío estaba reclamando derechos que no se le podían dar, ya que el sistema político imperante no los reconocía.
Tenían que trabajar por salarios muy bajos, no tenían protección social, el patrono podía despedirlos cuando quisiera y no pagarles, eso en el mejor de los casos, porque normalmente los mandaba a ejecutar como escarmiento para cualquier otro que quisiera reclamar.
El sistema político de la época sólo favorecía a los romanos y a una o dos clases sociales, cuyos ingresos les permitían pagar por eso.
Quienes formaban parte de esas clases sociales tenían todas las prebendas que se brindaban: bienes y servicios, oportunidades educativas, facilidades recreativas, caminos y transportes, seguridad pública, salud.
Estos representaban cerca del 20% de la población de ese entonces,
Jesús era una excepción, tuvo todos esos derechos por su origen divino.
No así Barrabás, que era un agitador político que quería los mismos privilegios que tenían los romanos y los ricos.
Jesús y Barrabás expresaban el sentir del 80% restante, cada uno en su forma y estilo particular.
Dado que los medios de comunicación de la época eran orales, posiblemente o quizás no, cada uno pudo haber escuchado del otro, aunque no hay certeza para probar eso. En todo caso, perseguían los mismos objetivos.
Otro ingrediente importante en el fiasco político cristiano es la ignorancia, entendida como la falta de conocimiento y cultura general suficiente para que una persona pueda sobrevivir en sociedad.
El sistema jurídico del Imperio Romano hacía distinciones claras sobre quiénes eran sujetos de derecho, capaces de ser protegidos por las leyes y exigir beneficios, entre esas facultades estaba la de acceder a un eficiente sistema educativo, el cual estaba reservado a grupos sociales de gran poder económico y político.
El acceso al conocimiento estaba simplemente prohibido a los esclavos, extranjeros y personas pobres.
Tal como fuera acertadamente expresado por un notable pensador, político y estratega militar del siglo XIX, Simón Bolívar: “un pueblo ignorante es instrumento ciego de su propia destrucción”, esta frase recoge lo que el propio Jesús combatía mediante su misteriosa ilustración.
El problema era que, por falta de instrucción adecuada y conocimiento suficiente, al pueblo le resultaban auténticos acertijos las exposiciones de su guía, quien además hacía disertaciones que no estaban sumidas en la política, sino en la espiritualidad.
El discurso de Jesús no explicaba cómo podía el pueblo discutir una ley, cómo se formaba o aprobaba un estatuto, una resolución o una ordenanza, la temática cristiana no abarcaba estrategias de combate militar, ni asuntos referentes a finanzas públicas.
Sólo se limitaba a enseñar cómo Dios nos ama, cómo amar a Dios y cómo ayudar al prójimo, entre otros asuntos.
No carecían de importancia y contenido los tratados de Cristo, expuestos con sencillez pero con vehemencia al pueblo, sino que no había en ellos algo que llenase las expectativas políticas de modificación de condiciones sociales urgentes, la gente esperaba otro tipo de revolución, que aparentemente hacía necesario otro tipo de conocimiento, prohibido entonces a las clases bajas.
Es entonces la tendencia manifiesta y permanente de la mayoría de los hombres que están en el poder, sea religioso o político, mantener al pueblo ciego, ignorante, idiotizado y cuando menos muy ocupado en su supervivencia, como para dedicarse a pensar, reflexionar, meditar o analizar detenidamente su realidad circundante.
Ello acarrea indefectiblemente su autodestrucción, como una especie de triste condena colectiva al sufrimiento y la miseria, como consecuencia de la ceguera intelectual inducida, de la que muy pocos lograban liberarse.
De aplicación universal
Las enseñanzas de Cristo contenían ideas de aplicación universal, generales y abstractas que conformaban una especie de manual de funcionamiento y cuidado del ser humano como máquina socio política, pero no lograba iluminar mentes que carecían de un nivel, al menos escolar, básico de preparación y conocimiento.
Esa condición social de ser en su mayoría pobres, campesinos y pequeños comerciantes, que de por sí eran el grueso de la población electoral, fue lo que hizo que su fama suba como la espuma de la cerveza, pero que esa misma efervescencia fuese efímera como el humo.
Era sumamente difícil fijar su doctrina en el intelecto, al extremo de lograr la persuasión suficiente como para hacer que sus escuchas tomen un arma en la mano y salgan a la calle a dar combate físico por sus reivindicaciones.
El analfabetismo era un muro casi impenetrable que hacía del pueblo judío gente fácilmente sugestionable.
Esta condición, padecida por un alto número de sus adeptos, también era eficazmente aprovechada por las autoridades religiosas y civiles del Imperio Romano, en perjuicio del mismo pueblo.
Cuando una persona no sabe leer ni escribir, le resulta extremadamente difícil insertarse con éxito en una sociedad; y es más espinoso para el hombre si esa sociedad es cultural y tecnológicamente avanzada, quedando en seria desventaja frente a sus congéneres ilustrados.
De manera que, imposibilitados para manejar información estratégica e importante, y peor aún, sin medios para propagarla efectivamente, sucedía tal como Jesús ejemplificó en su parábola del sembrador1 , consciente de que los postulados de su doctrina dificultosamente hallarían “tierra fértil”, por lo que, en la mayoría de los casos, su mensaje se perdería.
La ignorancia hacía del pueblo de los Hijos de Israel, un nutrido grupo de tontos útiles fácilmente manipulables e influenciables mediante el miedo, proveniente del estado o de la iglesia en la Judea del siglo I d.C.
La sociedad estaba llena de autómatas, personas carentes de pensamiento crítico que sucumbían con una tremenda facilidad a las presiones psicológicas insufladas por estos dos poderes.
La envidia de los fariseos y saduceos, sus intrigas, su perfidia, cargada de luminosidad verbal y oscuridad espiritual, no hacían más que socavar las bases sobre las que Jesús pretendió erigir su imponente partido político.
Y eran esas nefastas cualidades las que conformaban la “levadura” de la que advirtió a sus apóstoles que se cuidaran y cuidaran a su pueblo.
La desventaja de la ignorancia funcional que debilitaba al pueblo judío fue estratégicamente aprovechada por Caifás y Pilatos, quienes en un momento oportuno presentan a Barrabás (quizás a petición de éste), como el candidato idóneo a los intereses del pueblo, al mejor estilo táctico moderno de un comercial para vender detergente en polvo para la ropa.
El despiadado gobierno de Roma y la presumida, retrógrada e inmoral ermita saducea, se caracterizaban por un tradicionalismo que databa de muchos siglos, trayendo a cuestas creencias, rituales y conceptos cuya legitimidad había sido ya puesta en duda por otros filósofos y pensadores de la época, tales como Décimo Junio Juvenal y Lucio Anneo Séneca.
No sólo por la barbarie que desató posteriormente el sistema de gobierno imperial, sino también porque la realidad que se palpaba en las calles, plazas, mercados y zonas rurales, no correspondía en lo absoluto con los ideales de amor, paz, comunión y armonía social que deben observar los hombres en sus relaciones, producto de la reserva del conocimiento a las clases pudientes de modo exclusivo. El conocimiento, fuente originadora del derecho a la buena vida, la felicidad y la evolución financiera, estaba reservado a los ricos y poderosos de las altas clases sociales de la región.
La razón de este abismal desequilibrio era la ignorancia de la población, cuya dimensión era tan grande que no les permitía verla y menos percibirla como una (quizá la más influyente) de las causas principales que bloquearía el camino hacia el triunfo del proyecto político de Jesús.
La realidad era entonces que sólo Poncio Pilatos, su gobierno y los fariseos tenían derechos en el sistema político imperante que había sido diseñado para eso: someter a la mayoría por la vía de las leyes, cosa que hacían con bastante éxito a costa de vidas humanas, las que fueran necesarias para acallar las rebeliones y levantamientos.
Poncio Pilatos amenazaba con quitar la vida física y los fariseos la vida espiritual. En ese contexto, Jesús se convierte en candidato y Barrabás ya era uno potencial.
El tiempo actual
La realidad actual en América Latina, desde México hasta la Patagonia, es muy parecida en términos de lucha por derechos para mejorar las condiciones de vida de inmensas multitudes.
A medida que el mundo se moderniza, el acceso a la salud, por ejemplo, se hace cada vez más difícil, más costoso.
Hay menos alimentos, menos transporte público masivo de calidad; la educación, cuando es excelente, es muy costosa, y de mala calidad cuando es pública, salvo contadas excepciones.
Haciendo un paralelismo del tiempo en el que aparece Jesús y la actualidad, admitiendo muchos adelantos, progresos y avances, sobremanera en materia tecnológica, las grandes multitudes prácticamente se encuentran en iguales condiciones.
Hay inmensos barrios en América Latina que no tienen acueductos, no les llega el gas por tuberías y no tienen un sistema de distribución eléctrica adecuado.
Los asentamientos humanos han instalado acueductos de manera improvisada y particular, cableado eléctrico sin elementos técnicos de seguridad y compran el gas en botellas metálicas (bombonas) porque el Estado, el Gobierno y la dirigencia política sólo se acuerda que allí residen seres humanos en momentos electorales.
En Venezuela son las invasiones y barrios en los cerros, en Brasil las favelas, en México las vecindades, en Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, Chile y Perú existen sectores marginales que viven con un dólar al día.
Ese es el caldo de cultivo para la iglesia y para la política. Venden esperanzas: una vida mejor en el otro mundo después de la muerte la primera, y tuberías, asfaltado, iluminación pública y comida en cajas, la segunda.
En ese contexto se construye entonces un sistema político capaz de perpetuar con toda certeza a quienes se encuentren gobernando.
El derecho de acceso al cielo se concede en el caso de la iglesia, porque el creyente pague un diezmo u ofrenda a diario si es posible; es adoctrinado para temerle a la voluntad de Dios y para que cualquier libre iniciativa del ser humano fuera de las líneas de quien se autodenomina custodio de la Fe y de los estatutos de Dios, se acuse de estar en pecado; y al pecar pierde su lugar en la eternidad.
Con ese miedo, el ser humano transita en medio de la miseria más abyecta, mientras frente a él, como en la película “Escape a Nueva York” de Allan Parker, hay un paraíso al cual no tiene acceso porque no reúne las condiciones para ello.
Se inicia así en la antigüedad, un proceso de exclusión que se convierte en el mar donde navega el dirigente político de América Latina, pero que se autodenomina demócrata, reformista y revolucionario.
El APRA en Perú, el PRI en México, AD en Venezuela, o el partido de Juan Domingo Perón en Argentina, son ejemplos de cómo los partidos políticos usaron discursos sustentados en el populismo aderezado con matices revolucionarios para conquistar los votos de los electores.