El evangelio político de las religiones y otras propagandas - Mauricio Javier Campos - E-Book

El evangelio político de las religiones y otras propagandas E-Book

Mauricio Javier Campos

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Beschreibung

La violencia, junto a los actos propagandísticos que la complementan, son las señas de identidad más destacadas del terrorismo que busca impactar en el imaginario colectivo, intimidar a la sociedad y forzar reacciones políticas en pos de sus objetivos. La propaganda, el uso y manejo de la información, la desinformación, las falsas noticias ("fake news"), su tergiversación o manipulación y la actualmente llamada pos-verdad son temas inevitables en el actual contexto global de convivencia con las denominadas amenazas híbridas y los conflictos bélicos específicos, regionales y asimétricos. Los ejemplos y matices son inabarcables ante este panorama de intervenciones militares y difusión noticiosa intencionalmente falseada cuyo objetivo es sembrar la duda y dividir a la sociedad a través de las distintas técnicas de persuasión. Se aborda también el retorno del fundamentalismo monoteísta desde fines del siglo XX, cuyos puntos de inflexión pueden situarse en la Guerra de los Seis Días (1967), donde los grupos ortodoxos judíos acentúan su influencia y poder en Israel, luego de su victoria contra la coalición árabe. En otra instancia, el advenimiento de Ronald Reagan a la presidencia de Estados Unidos, la Nueva Derecha Cristiana de Pat Robertson y la elección de Carol Wojtyla como reacción al Concilio Vaticano II y el "aggiornamento" de la Iglesia, así como la aplicación de las ideas de Brzezinski y su teoría del "caos constructivo", que en Medio Oriente provocará la desestabilización y violencia en toda la región, en desmedro de las aspiraciones hegemónicas de las potencias locales. Por último, los atentados del 11-S a las Torres Gemelas de Nueva York, que habilitó al gobierno de George Bush hijo a declarar, a partir de una visión geoestratégica mesiánica de raigambre populista, la "guerra total contra el terrorismo global" y, en un viraje totalitario, anular garantías constitucionales y dictar la Ley Patriótica, políticas a las que se opondrá una mayor radicalización yihadista suní a partir del surgimiento del Estado Islámico. Como trasfondo, se aborda la adopción del símbolo por las élites y la paulatina transformación de aquel en dogma a través de diversas etapas y procesos históricos. La instrumentación del uso del poder, el secreto y la desinformación por medio del lenguaje simbólico. Como señala Corn, hay una utilización de lo religioso como recurso redituable para el control interno de la población. Aspectos del enfrentamiento entre sociedad secular, neo-paganismo e Iglesia. Sus implicaciones sociales canalizadas por medio del laicismo y el sentido de la religiosidad en los distintos ámbitos de la cultura (cine, arte), los medios de difusión, la política y las instituciones.

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Seitenzahl: 118

Veröffentlichungsjahr: 2021

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MAURICIO JAVIER CAMPOS

EL EVANGELIO POLÍTICO DE LAS RELIGIONES

Y OTRAS PROPAGANDAS

Campos, Mauricio Javier

El evangelio político de las religiones y otras propagandas / Mauricio Javier Campos. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2021.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-1820-0

1. Religiones. I. Título.

CDD 290

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723Impreso en Argentina – Printed in Argentina

PRIMERA PARTE LA INJERENCIA DE LA PROPAGANDA EN LA GEOPOLÍTICA ACTUAL Y LAS IDEOLOGÍAS EXTREMISTAS

I Préstame tus oídos (Apocalipsis 2, 7)

La violencia, junto a los actos propagandísticos que la complementan, son las señas de identidad más destacadas del terrorismo que busca impactar en el imaginario colectivo, intimidar a la sociedad y forzar reacciones políticas en pos de sus objetivos. La propaganda, el uso y manejo de la información, la desinformación, las falsas noticias (“fake news”), su tergiversación o manipulación y la actualmente llamada posverdad son temas inevitables en el actual contexto global de convivencia con las denominadas “amenazas híbridas” y los conflictos bélicos específicos, regionales y asimétricos. Los ejemplos y matices son inabarcables ante este panorama de intervenciones militares y difusión noticiosa intencionalmente falseada cuyo objetivo es sembrar la duda y dividir a la sociedad a través de las distintas técnicas de la persuasión. Mecanismos o herramientas geoestratégicos utilizados, por citar apenas algunos ejemplos, por grupos de presión, instituciones, medios de comunicación, religiones, movimientos sociales y revoluciones (francesa, bolchevique), partidos políticos, gobiernos, individuos o Estados totalitarios de posturas ideológicas extremas y antidemocráticas, como la España de Franco, la Cuba de Castro, la China de Mao y sus sucesores, la Alemania nazi o la ex-Unión Soviética desde Lenin y Stalin hasta su disolución. No pocos grupos terroristas, insurgentes y de resistencia están vinculados o han derivado de estas circunstancias, sobre todo los actuales Al-Qaeda y Daesh. A través de internet, se puede acceder a las publicaciones y servicios de propaganda de estos grupos, incluso a manuales sobre cómo fabricar distintos tipos de artefactos de variada peligrosidad o aprender tácticas de ataque. Los candidatos por ser captados para su radicalización pueden introducirse en la Deep Web y descargar literatura yihadista o los manuales indicados que pueden encontrarse también en la web visible o pública y, más aún, en la Dark Net o red oscura 1.

Distintos medios de comunicación, webs, foros de discusión y perfiles en redes sociales como YouTube, Facebook, Twitter, Telegram o hasta el chat de las consolas de videojuegos son ejemplos de herramientas útiles para estos grupos, así como la producción de cuidados documentales de muy alta calidad técnica sobre propaganda militar y ejecuciones. Lo audiovisual sirve porque transmite el mensaje, fija y apuntala el dogma cualquiera sea la forma que este adopte (integrismos religiosos, ideologías políticas o sociales, etc.). Acá no hay símbolo que se pueda interpretar, la idea, y sobre todo la imagen, se impone, como en las ya mencionadas ejecuciones de prisioneros llevadas a cabo por Daesh o en la destrucción del patrimonio cultural histórico (sin olvidar el saqueo de reliquias en zonas conquistadas y luego traficadas en el mercado ilegal con el objetivo de obtener financiamiento para la causa), todo esto como símbolo de la victoria alcanzada, el acabamiento de la oposición por medio del terror y el nacimiento de un nuevo orden (Bartolomé, 2018).

 

Sostiene el consultor político Jaime Durán Barba (2017): “(…) Nuestra mente no solo recuerda lo que ve, sino que a partir de los datos crea nuevas imágenes que complementan su relato”. Una visión explotada por los creadores de las actuales estrategias propagandísticas como el “storytelling” (arte de relatar y contar historias), que seduce, capta y persuade emocionalmente provocando temas en su audiencia (imponiendo agenda), a través de diversos disparadores y la manipulación psicológica, influyendo en la conducta, involucrando voluntades e incitando a la acción. El trasfondo que se persigue es la de cohesionar a las masas en torno a una idea común. Según Domenach (1955), “la propaganda opera siempre sobre un sustrato preexistente, se trate de una mitología nacional (…) o de un simple complejo de odios y de prejuicios”.

 

El analfabetismo digital de las personas las vuelve vulnerables, al igual que su credulidad ya que erosionan el espíritu crítico a la hora de interpretar la información captada y consumida. Nuevamente Jaime Durán Barba: “Llegamos al siglo XXI con un pensamiento político anquilosado en las creencias” y, casi un siglo antes, señalaba Mussolini: “El hombre moderno está asombrosamente dispuesto a creer”. El diccionario de Oxford, sobre el concepto de posverdad, define a esta palabra como aquella “que se refiere o denota circunstancias en las que los hechos objetivos tienen menor influencia en la formación de la opinión pública que los llamamientos a la emoción y a la creencia personal”. La producción de propaganda y de narrativas falsas también se ve favorecida actualmente por la velocidad y capacidad de diseminación de las nuevas tecnologías. Según el Reporte de Riesgos Globales del Foro Económico Mundial, la desinformación digital es uno de los mayores peligros que se enfrentan en el siglo XXI, ya que “se considera un riesgo para la seguridad global y un factor que busca desestabilizar a la democracia” (Sifuentes, 2018).

Ya desde la segunda mitad del siglo XIX, el poder de la información se constituye en un actor imprescindible utilizado a través de una de sus principales herramientas: el periodismo. Con la expansión del capitalismo, la Revolución Industrial, las innovaciones tecnológicas y el avance en todos los órdenes de la sociedad, la opinión pública demanda mayor información y surgen las agencias de noticias, aquellas organizaciones que a través de sus corresponsales recogen la información in situ y la procesan para distribuirla en los distintos medios de comunicación que la soliciten, previo pago, por supuesto. De aquel período provienen la Agence France-Presse (1835, Francia), la Associated Press (1846, Estados Unidos) y Reuters (1851, Gran Bretaña); ya en el siglo XX, la United Press International (1907, Estados Unidos), EFE (1939, España), Télam (1945, Argentina), la Agenzia Nazionale Stampa Associata (Italia, 1945), la Deutsche Presse Agentur (1949, Alemania) y en los últimos años, Prensa Latina (1959, Cuba), o las más recientes Telesur (Venezuela), Xinhua (China), Sputnik (Rusia) y la cadena Al-Jazeera (Qatar), la más importante del mundo árabe, entre otras.

En las últimas décadas, con la incorporación a la vida cotidiana de los satélites, internet, la telefonía celular, la fibra óptica y las computadoras, se han constituido de forma ya más perceptible las denominadas “corporaciones mediáticas” que aglutinan múltiples radios, periódicos, revistas, televisoras y portales digitales. Estos grupos son muy cuestionados actualmente por imponer su “línea editorial” que aporta información sesgada según sus propios intereses. Así, a través de la manipulación de la información y de una interferencia insidiosa se pueden derribar o ensalzar gobiernos. “Hoy en día la verdad es cualquier cosa que pueda atrapar la atención de la gente”, dice el autor Evgeny Morozov, citado por Sifuentes (2018). “De esto han sabido sacar provecho los titulares de los noticieros y notas en redes sociales, políticos y líderes de opinión, con frecuencia sin importar realmente lo que se diga (…)”. “La historia dice mucho sobre cómo sacar provecho de eso, y las falacias y mentiras para manipular la voluntad popular han sido tan solo una herramienta más para alcanzar objetivos políticos o vender cualquier clase de producto” (Sifuentes, 2018).

Destaca el caso de la empresa consultora Cambridge Analytica (2013-2018), especializada en la recopilación y análisis de datos para la creación de diversas campañas publicitarias y políticas, actividades en las que ejerció notable influencia sobre la opinión pública y los votantes, y por las cuales también enfrentó acusaciones criminales, entre otras, por la filtración y uso indebido de datos personales de Facebook para campañas electorales, violando las políticas de privacidad de la información.

Investigaciones del Parlamento británico revelaron que la compañía diseñó campañas de desprestigio en algunos procesos electorales (por ejemplo, en la Argentina) e influyó en la campaña para la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Sus prácticas incluían la selección parcial y distorsionada de la información, la difusión de noticias falsas (“fake news”), la utilización del periodismo de guerra (o guerra informativa), la manipulación psicológica de la audiencia, la desacreditación de personalidades públicas, las falsas denuncias por corrupción (“lawfare” o guerra jurídica) y el empleo de agentes de inteligencia.

Fuente: https://es.statista.com/grafico/amp/11853/la-manipulacion-online-mas-presente-que-nunca/

IIEscenarios del odio

(“La paja se quemará con el fuego que no se apaga”, Lucas 3, 16)

La crisis y posterior guerra del Golfo de 1990-1991 incluye lo que puede considerarse un hito en las guerras de nueva generación posteriores a la Guerra Fría: el despliegue mediático llevado a cabo por la cadena CNN sobre dicho conflicto, transmitiendo “en vivo y en directo”. Ese momento histórico crucial y el desarrollo de las nuevas redes precipitó aún más el auge del terrorismo internacional, ávido de puestas en escena espectaculares y golpes publicitarios.

Un caso emblemático es el del pretendido Estado Islámico o simplemente ISIS o DAESH, que en las zonas donde ejerció el control fue brutal a nivel represivo con la instauración de la Sharía, como también destacó por su despliegue mediático y propagandístico a través de las nuevas tecnologías de la comunicación y las redes informáticas: “(…) Internet, el medio de comunicación por excelencia, tiene la capacidad de distorsionar la realidad y minar la confianza en las instituciones (…)”. (Sifuentes, 2018).

 

Un ejemplo concreto es el del periodista y fotógrafo profesional inglés John Cantlie, colaborador en el aparato propagandístico de Daesh con algunos artículos y videos, entre ellos, la serie Préstame tus oídos, así como el diseño de impactantes “puestas en escena” (plagios incluidos) por parte de aviesos productores de Hollywood cuya participación ya está harto comprobada en las películas filmadas en Raqqa, otrora capital siria del grupo terrorista (Los estudios del terror, 2020).

Sostiene Chamorro (2015) que “el éxito del entramado propagandístico de Daesh se cimienta en el carácter viral de las redes virtuales”. La creación del llamado Cibercalifato, un grupo de crackers afines a la causa del Daesh, ha permitido potenciar las principales actividades de las organizaciones terroristas (captación, reclutamiento, adoctrinamiento, adiestramiento, formación o financiación), para lo cual el Estado Islámico parece estar “priorizando la captación de jóvenes europeos con conocimientos y formación en nuevas tecnologías con el objetivo de alimentar su propio ciberejército” (Chamorro, 2015). La idea del actual Ciber Califato Unido es profesionalizarse en el uso del malware y otras herramientas para realizar ataques más complejos a bancos, empresas, gobiernos y medios de comunicación, así como, en un posible y no lejano futuro, los sistemas que proveen de electricidad, agua, controlan el tráfico o las centrales nucleares, es decir, las actualmente llamadas “infraestructuras críticas”.

 

Aquella situación ha sufrido un vuelco considerable a partir de la derrota militar de la organización en los distintos teatros de operaciones en los cuales participó (Siria, Irak) y que, socavada toda su estructura, actualmente apenas subsiste dispersa, y más aún después de la investigación llevada a cabo por la Guardia Civil española, y en el marco de una colaboración global de la información obtenida que se compartió con otros siete países, que logró desbaratar en abril de 2018 una de las más extensas redes informáticas de propaganda terrorista del mundo. Con la coordinación de Europol (policía de Europa), intervinieron también las fuerzas policiales de Bélgica, Bulgaria, Canadá, Estados Unidos, Francia, Países Bajos y Reino Unido. De esta manera fueron desmanteladas la agencia de noticias Amaq, la radio Al-Bayan y dos medios digitales, destruyendo en su (casi) totalidad la capacidad propagandista de Daesh. Se suma a todo esto la muerte en 2019 de su líder, el autoproclamado califa Abu Bakr al-Baghdadi.

 

Señala el periodista Eric Schmitt que para julio de 2018, “ISIS ha perdido casi todo el territorio que tomó en 2014 en Irak y Siria. Muchos de los líderes de alto rango han sido abatidos, pero los funcionarios advierten que el grupo aún puede recurrir a las redes sociales en busca de adeptos para perpetrar ataques donde quiera que estén”.

Luego de sus derrotas militares en Siria e Irak, Daesh, así como Al-Qaeda en el Magreb Islámico (AQMI), han crecido ostensiblemente en África llegando a la cifra de varios miles de combatientes, siendo el continente africano una de las zonas más atacadas luego de países como Afganistán y los ya mencionados Siria e Irak, y con mayor número de víctimas que Europa. “El terrorismo cambia, pero sigue presente”, señala Schmitt, siempre reagrupándose, como lo hizo el Estado Islámico en 2013, “surgiendo de las cenizas de Al-Qaeda en Irak”. Según advierte el Pentágono en un informe de 2020, el Estado Islámico se está apoderando de franjas de África como lo hizo en Siria e Irak con tácticas muy violentas. Sus actividades abarcan ya 13 países, disputándole territorios a Al-Qaeda.

Por el momento se podría apuntar a que los futuros escenarios se presentan muy complicados o complejos. Más allá de Al-Qaeda, nuevos grupos integristas islámicos surgen o se conforman en redes esparcidas por todo el mundo (por ejemplo, Boko Haram, la red yihadista que opera en Nigeria, Camerún y Chad y que está considerada peor que Daesh), pero es Al-Qaeda la que ha sabido capitalizar esta situación, atrayendo e integrando esos nuevos grupos que están tomando notoriedad.

Al-Qaeda cuenta con presencia en diversas regiones del mundo con más de veinte grupos, en Yemen (su actual base de operaciones), Egipto, Somalia, Mali y parte de Argelia, así como en Afganistán (donde naciera impulsada por Osama Bin Laden), Pakistán, India, otros países de Asia y Rusia. América Latina ha sido copada por Hezbolá, grupo vinculado al crimen organizado y las narcoguerrillas y con amplia difusión ideológica.

Con plena vigencia, el azote terrorista provoca, según las estadísticas de los diversos centros de estudios que siguen sus actividades en el plano internacional, incontables víctimas fatales por año, distribuidas en unos 80 países.