El libro de Monelle - Marcel Schwob - E-Book

El libro de Monelle E-Book

Marcel Schwob

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Publicado en 1894, "El libro de Monelle" recuerda, revive, recrea y finalmente inmortaliza el apasionado amor de Marcel Schwob (1867-1905) por una joven prostituta a quien conoció en 1890 y que falleció de tisis sólo tres años más tarde, con veintiséis años. Criaturas que contaban más o menos la misma edad, febriles amantes, amigos y compañeros, de su estrecha relación de náufragos de una infancia no tan lejana surge este libro singular en el cual se mezclan oscuramente la turbiedad de los deseos y las perversiones adultas y los asombros del paso de la inocencia a su extraña pérdida. Su trágico desenlace -un desgarramiento entre algo que apenas ha sido y ya ha dejado de ser- devolvió a Schwob a «la soledad y la desesperación» y le inspiró uno de los libros de amor más sentidos y conmovedores de la literatura de todos los tiempos. Traducción de Mauro Armiño

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Seitenzahl: 121

Veröffentlichungsjahr: 2017

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Marcel Schwob

El libro de Monelle

Traducción, prólogo y notas de Mauro Armiño

 

Índice

Prólogo

Cuadro cronológico

El libro de Monelle

I. Palabras de Monelle

II. Las hermanas de Monelle

La egoísta

La voluptuosa

La perversa

La decepcionada

La salvaje

La fiel

La predestinada

La soñadora

La escuchada

La insensible

La sacrificada

III. Monelle

De su aparición

De su vida

De su huida

De su paciencia

De su reino

De su resurrección

Créditos

Prólogo

De qué infiernos o de qué paraísos se alza esta extraña, compasiva y bienhechora Monelle, que habla, después de la muerte, en el umbral de este libro antes de que sus hermanas vengan a vivir en él?

MAURICE MAETERLINCK

Antes de que Louise, la pequeña Vise, una joven obrera convertida en prostituta para ganarse el pan, muriera en 1893 víctima de la tuberculosis, Marcel Schwob ya había empezado a publicar los textos que iban a formar El libro de Monelle: aparecieron todos entre el 10 de mayo de 1892 y el 14 de julio de 1894 en el suplemento que el autor codirigía de L’Écho de Paris. En principio, el volumen tuvo varios títulos en la mente del autor y en sus cartas: «Las pequeñas prostitutas», «Las niñitas», «La vendedora de lámparas», «Encuentro de Monelle», etc. Pero el proyecto, menos centrado en la joven, se vio alterado por la muerte de Vise, a la que Schwob había conocido a principios de 1891, según documenta la correspondencia, y con la que convivió hasta el 7 de diciembre de 1893, fecha de su muerte. Apenas se tienen datos sobre Vise: según el diario de Jules Renard, era analfabeta y «simple de espíritu», pero ninguno de los amigos del escritor parece haberla tratado, y Renard, Anatole France o Léon Daudet sólo aluden a ella una vez muerta, en calidad de testigos del doloroso vacío dejado en Schwob, a quien tuvieron que aportar consuelo para arrancarlo de la desesperación. Schwob había envuelto en el misterio sus relaciones sentimentales anteriores, de las que renegó al topar con la bondad sencilla y espontánea de esa muchacha que rompió uno de los tabúes de Schwob respecto a la mujer: su incapacidad para mantener con ellas relaciones íntimas continuadas hasta entonces, según confiesa en cartas a Renard y a Octave Mirbeau. «Y sin el cariño –escribe a este último– de una pobre mujercita miserable, algo parecida a la pequeña Ann de De Quincey, yo no habría tenido ningún gusto por la vida».

Louise fue mantenida en un secreto tan cerrado que no se ha conseguido saber de dónde venía ni qué hacía salvo el detalle de sus trabajos, y sus cartas fueron destruidas por Schwob tras la muerte; su identidad pasó a sus representaciones literarias en Mimos y en el Libro de Monelle: Bûchette, Cice, Louvette, Marjolaine… Pero ni siquiera Vise consiguió romper con las efímeras relaciones con cortesanas que Schwob mantenía; según Renard, que servía de paño de lágrimas y descargo de conciencia a Schwob, éste, que acababa de escribir el mimo VII, «El esclavo disfrazado», le habría confesado: «¿Ve usted a esa mujer que me deja? Es mi pasado que vuelve y que de nuevo voy a tomar. Esa mujer me ha hecho hacer todo lo que lleva al correccional y a los tribunales. Además, me ha ridiculizado, y yo, el Schwob que usted conoce, he sido un señor montando a caballo, jugando a las carreras, vestido a la última moda. Es tonta. Vuelve a mí porque cree que tengo dinero. Es orgullosa. Me considera como un periodista, y los periodistas como nada, y sin embargo voy a volver con ella. Quizá por esta furcia a la que no amo, voy a hacer sufrir a otra mujercita a la que amo, que es simple y buena, y que se contenta con lo poco que le doy». En esos dos títulos, Mimos y El libro de Monelle, termina produciéndose, gracias a Vise, la sublimación de Schwob de unos amores prostibularios, como hará más tarde cuando conozca, en 1894, a la que será su esposa, la actriz Marguerite Moreno.

Con El libro de Monelle, Schwob eleva a mito la existencia de la pequeña prostituta, a la que recuerda, y además le recuerda, a la joven Ann, también prostituida, de la que se enamoró Thomas de Quincey: Schwob había traducido sus Confesiones de un opiómano inglés, donde se mitifica ese amor encontrado en las callejas más innobles del Londres industrial de los años 1820, y pronto perdido entre las nieblas de la ciudad del Támesis–; además, un referente reconocido es otra niña caída en la angustia y la miseria: la Elena (Nelly) de Humillados y ofendidos, que consoló a un todavía joven Dostoyevsky que ya había perdido hacía mucho las ilusiones. Hay toda una literatura anterior sobre la rehabilitación de la mujer perdida (los románticos, Baudelaire) en la que el deseo de redención se suma a la compasión como eje de sus encarnaciones en la realidad o en la ficción. Pero todos esos antecedentes son trascendidos por lo literario en Schwob; y Louise, sean los que fueren los trozos de vida que haya prestado a la imaginación del escritor, no es Monelle, sino la encarnación de una idea, la que el escritor se hacía, o había elegido, del mundo femenino. Le sirvió de pretexto, igual que en Mimos: más que reflejo de la condición femenina en la sociedad, estamos, según Michel Viegnes, ante una creación «textual», puramente literaria1 extraída de la vida, de la existencia de muchas Monelle, de otras relaciones y amistades del autor, de la más pura literatura clásica, como la imitación del mundo helenístico del poeta Herondas, al que sigue formalmente en esos breves poemas en prosa que conforman Mimos.

Para la edición de 1894, Schwob reorganizó los textos aparecidos en L’Écho de Paris en tres partes, formando un conjunto que no pertenece a los géneros tradicionalmente admitidos, pues se pretendía «un libro-literatura por sí solo, por haberse hecho una experiencia iniciática y estética sin equivalente, salvo quizá la Temporada en el infierno rimbaldiana2». La primera parte, «Palabras de Monelle», presenta a esa figura alegórica, una pequeña prostituta, que encarga al poeta, como hiciera Beatrice con Dante en la Divina Comedia, la escritura de un libro al que ella sólo pretende prestar el nombre: «Pero pensarás que tengo todos los demás nombres»; prologa con su voz versículos en los que se mezcla «el nihilismo y el epicureísmo místico en una dialéctica embriagadora de la presencia y de la ausencia, de lo eterno y de lo fugitivo»3. Es ella la que lleva al narrador hacia un repertorio de mujeres «atormentadas de egoísmo y de voluptuosidad y de crueldad y de orgullo y de paciencia y de piedad, pues aún no se han encontrado»4; son éstas, con sus historias, las que protagonizan la segunda parte: «Las hermanas de Monelle». Los títulos de los once relatos de esta sección llegaron a sufrir en algunos casos hasta tres cambios, muy significativos: los que aparecieron en el periódico fueron sustituidos en la edición del libro (1894), para luego, en la reimpresión de ese título dentro de la «antología» La lámpara de Psique5, es decir, en el texto definitivo, generalizarse y calificar a sus protagonistas por unos rasgos definitorios, por caracteres de valor universal: «La egoísta» antes se tituló «Los cangrejos de mar»; «La voluptuosa», antes «La mujercita de Barba Azul» y «Barba Azul»; «La perversa», antes «La chica del molino»; «La decepcionada», antes «Bargette»; «La salvaje», antes «La diablesa verde» y «Bûchette», etc.

De este modo, Schwob tendía un cordón umbilical entre Monelle y las distintas niñas prostitutas de la segunda sección para convertirlas en una especie de hermanas suyas. Protagonistas de esos cuentos, estas hermanas ilustran las indicaciones que Monelle ha dado al narrador en la primera sección del libro, y subrayan como símbolos unos rasgos de la feminidad –en general– mediante escenas que traducen la búsqueda de la pureza y la decepción a la que termina llevando. Estas hermanas, «que son yo misma, y parecidas a prostitutas sin inteligencia», muestran al autor el camino que no debe seguir en la búsqueda de sí.

En ese viaje hacia la ascesis interior, el narrador encuentra un abanico que sobrepasa personas, vida y realidad, porque las «Palabras de Monelle» plantean también una visión del mundo y declaran una profesión de anarquía que tiene en la destrucción su fin último; para ello, rechaza, dándole la vuelta como a un guante, lemas de sabiduría conocidos desde toda la Antigüedad, y aniquila los preceptos heredados, al estilo de «Conócete a ti mismo», reconvertido en «No te conozcas a ti mismo». Mediante paradojas iconoclastas, la destrucción aniquila lo admitido tanto en el campo de la experiencia vital como en el arte:

«Y para imaginar un nuevo arte, hay que romper el arte antiguo. Y así el arte nuevo parece una especie de iconoclastia.

Pues toda construcción está hecha de escombros, y nada es nuevo en este mundo más que las formas.

Pero hay que destruir las formas»6.

En la tercera parte, aparece Monelle, pero a través de su leyenda, con un objetivo que tiene en el horizonte el «reino blanco de la infancia», frente a los reinos rojo y negro; a través de miradas inocentes se apuntan los momentos puros de la vida, convertida en juego y transcrita con todos los procedimientos literarios del simbolismo; en las últimas páginas, El libro de Monelle recoge temas ya inscritos en la literatura fin de siècle, desde la perversidad a la candidez, desde la inocencia al delicado erotismo que la acompaña; todo se mueve entre la paradoja de sus últimos consejos y la irrealidad blanqueada a la cal por el sueño.

La aparición de El libro de Monelle, pronto calificada como un «Evangelio de la piedad», se vio jaleada por un coro de alabanzas entre los escritores simbolistas, en especial por Maeterlinck, que se apresuró a publicar en agosto un sutil análisis de la obra en el Mercure de France: «No puedo citar todo de estas páginas, las más perfectas que hay en nuestras literaturas, las más sencillas y las más religiosamente profundas que me haya sido dado leer, y que, por no sé qué admirable sortilegio, parecen flotar entre dos eternidades indecisas… No puedo citar todo; pero sí la fuga de Monelle, que es una obra maestra de incomparable dulzura, y su paciencia y su reino y su resurrección cuando este libro se cierra con otras palabras de la niña, que rodea de alma toda la obra, como las viejas ciudades estaban rodeadas de agua».

MAURO ARMIÑO

1. Michel Viegnes, «De Monelle aux épouses masquées: le thème féminin dans l’œuvre de Marcel Schwob», en Romance Notes, XXVII, I, 1986.

2. Marcel Schwob, Œuvres. Textes reunis et présentés par Alexandre Gefen, Les Belles Lettres, 2002, pág. 313.

3. Ibid.

4. En «Palabras de Monelle».

5. En La Lampe de Psyché, título bajo el que Schwob recogió Mimes, Le Livre de Monelle, La Croisade des enfants y L’Étoile de bois» (Mercure de France, 1903).

6. En «Palabras de Monelle».

Cuadro cronológico

1867Nacimiento el 23 de agosto en Chaville (Hauts-de-Seine, Francia) de Marcel Schwob en el seno de una familia de intelectuales judíos. Su padre, Georges Schwob, acaba de volver de Egipto, donde fue durante 9 años jefe de gabinete del ministro de Asuntos Exteriores.

1870Inicio de la IIIª República. La familia se instala en Tours, donde Georges Schwob dirige Le Républicain d’Indre-et-Loire. Como su hermano mayor, Maurice, Marcel tiene ayas inglesas y preceptores alemanes; a los diez años domina esas lenguas.

1876Georges Schwob se traslada a Nantes, donde compra la cabecera del periódico republicano Le Phare de la Loire; en él publicará Marcel Schwob su primer artículo en diciembre de 1878: una reseña sobre Un capitán de quince años, de Julio Verne.

1881Es enviado a París para seguir sus estudios. Se aloja en el recinto del Institut de France, con su tío materno Léon Cahun, conservador jefe de la Bibliothèque Mazarine; este orientalista, erudito y autor de novelas de aventuras documentadas en sus viajes por Oriente, enderezará su educación literaria hacia el estudio de lenguas antiguas y modernas; matriculado en el liceo Louis-le-Grand, donde pasa por alumno políglota, tiene por condiscípulos a Paul Claudel y Léon Daudet. Léon Cahun corrige las versiones latinas de su sobrino y le da a conocer a Villon y a Rabelais.

1883Según el Anuario de Hautes Études, a los dieciséis años, «revisó y completó la colación de cinco diálogos de Luciano contenidos en el manuscrito griego 690 de la Bibliothèque Nationale». Practica el sánscrito, la paleografía griega y el alto alemán; ensayos de traducción de Catulo, del Fausto de Goethe.

1884Descubrimiento de R. L. Stevenson, su «doble» y autor más admirado. Traduce Los últimos días de Emmanuel Kant, de Thomas de Quincey. En julio, fracaso en el examen de bachillerato, que aprobará al año siguiente.

1885/86Servicio militar en Vannes, localidad de la Bretaña profunda: «Tengo la impresión de que al contacto de los otros tal vez pueda saber lo que es la verdadera vida». Queda fascinado por el lenguaje argótico de sus compañeros de cuartel, para él desconocido, que utilizará en algunos poemas publicados (La Lanterne rouge) y en algunos de los relatos de Corazón doble.

1887Fracasa en su intento de entrar en la École Normale Supérieure, pero es recibido al año siguiente en los cursos de licenciatura. En el Collège de France asiste a las clases de Ferdinand de Saussure y de Michel Bréal, considerado el fundador de la semántica moderna.

1888Primera publicaciones de relatos; en abril, aparece «Los tres huevos» en Le Phare de la Loire.

1889Fracasa de nuevo en los exámenes de agregación. Empieza a colaborar en L’Écho de París publicando, como en otras revistas y periódicos, los cuentos que formarán Corazón doble y críticas literarias; en Le Phare de la Loire aparecen sus «notas sobre París», crónicas en torno a los temas más dispares de la vida parisina. El éxito periodístico le anima a abandonar la carrera de erudición a la que parecía destinado; no obstante, con su amigo Georges Guiyesse (1886-1889) publica un Estudio sobre el argot francés en La Revue des Deux Mondes. Vida de bohemia y de estudio.

1890