EL MONASTERIO DE EL ESCORIAL - Sol G Clemente - E-Book

EL MONASTERIO DE EL ESCORIAL E-Book

Sol G Clemente

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Beschreibung

Este libro pretende acompañar al lector por un camino hacia el descubrimiento del Monasterio de El Escorial de otra manera, para comprenderlo, disfrutarlo y darle otro sentido, contestando a preguntas como: ¿qué había en su interior inicialmente?, ¿qué significado tenía?, ¿cuáles eran los auténticos motivos de su existencia?, ¿y su verdadero valor simbólico?, ¿qué significa para nosotros? El Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial es el lugar más representativo del Siglo de Oro español y, con este libro, queremos que lo disfrutéis porque «para descubrir la riqueza de una obra hay que saber contemplarla». R. Guardini.

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Seitenzahl: 195

Veröffentlichungsjahr: 2024

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© 2024 Editorial UFVUniversidad Francisco de VitoriaCrta. Pozuelo-Majadahonda, km 1,800. 28223 Pozuelo de Alarcón (Madrid)[email protected]

Primera edición: Mayo de 2024

ISBN edición impresa: 978-84-10083-44-8

ISBN edición digital: 978-84-10083-45-5

ISBN edición EPUB: 978-84-10083-46-2

Depósito legal: M-8499-2024

Preimpresión: MCF Textos, S. A.

Impresión: Imedisa Artes Gráficas

 

Esta editorial es miembro de UNE, lo que garantiza la difusión y comercialización de sus publicaciones a nivel nacional e internacional.

 

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con autorización de los titulares de la propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sgts. Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los citados derechos.

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Impreso en España – Printed in Spain

Al fluir de la vidaA lo más importante en mi vida

La cita de Miguel de Unamuno permite reflexionar sobre cómo se quiere conocer el monasterio. Fuente: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Monasterio_de_El_Escorial,_vista_nocturna.jpg

Jamás me había llegado antes a esa llamada octava maravilla, a ese monasterio que no debería haber español alguno españolizante —esto es, dotado de conciencia histórica de su españolidad— que no visitase alguna vez en su vida, como los piadosos musulmanes la Meca, y ello, aparte de sus ideas, ya sea para bendecirlo, ya sea para execrarlo. Pues lo cierto es que apenas hay quien se llegue a visitar El Escorial con ánimo desprevenido y sereno, a recibir la impresión de una obra de arte, a gozar con el goce más refinado y más raro, cual es el de la contemplación del desnudo arquitectónico. Casi todos los que a ver El Escorial se llegan van con antojeras, con prejuicios políticos o religiosos, ya en un sentido, ya en el contrario; van, más que como peregrinos del arte, como progresistas o como tradicionalistas, como católicos o como librepensadores. Van a buscar la sombra de Felipe II, mal conocido también y peor comprendido, y si no la encuentran, se la fingen.

(M. de Unamuno, Andanzas y visiones españolas)

ÍNDICE

PRÓLOGO

INTRODUCCIÓN

HISTORIA

TEOLOGÍA

FILOSOFÍA

LITERATURA

CIENCIA

ARTE

ESTÉTICA

EPÍLOGO

NOTA DE LA AUTORA

DATOS CRONOLÓGICOS

GENEALOGÍAS

CARTA FUNDACIONAL DEL MONASTERIO

BIBLIOGRAFÍA

AGRADECIMIENTOS

 

PRÓLOGO

PÓRTICO

Muchas veces, se plantea la necesidad de un prólogo o de un prefacio para los libros, aunque la mayoría de estos resulten poco enriquecedores para el texto que preceden o, simplemente, no interesen al lector. Pues de lo que tiene ganas es de zambullirse cuanto antes en la lectura por razón, bien del autor, bien del tema tratado en el libro. Razón por la que intentaré no ser moroso en lo que he dado a denominar como «Pórtico», y que tiene razón de ser en cuanto, no sólo puerta a lo que se viene, querido lector, sino a lo que oculta. Que es mucho. Y que sólo traspasándolo alcanzarás lo que uno no puede imaginar. Tratándose del palacio monasterio sanlorentino, las expectativas quedarán colmadas, ya que hablamos de un lugar donde la poliedria, en efecto, es su razón de ser.

Un monasterio (así mundialmente conocido), pero que al mismo tiempo es muchísimo más que un aparentemente descomunal cenobio. Fue palacio de Austrias y de Borbones, cada zona con su particular visión estética; hogar de una de las bibliotecas más increíbles en cuanto a belleza artística, y en cuanto a fondos bibliográficos, que se hunden en la mismísima colección privada de la primera reina Isabel; colegio donde infantes desde generaciones (siguen haciéndolo!), estudian dentro de sus aulas y juegan fuera en una mágica lonja rebosante de vida; sede del Espía Mayor; cripta de reyes y reinas; delegación de la Real Botica, y asentamiento de una corte que acabó creando el Real Sitio con los siglos, convirtiendo este lugar en uno de los pocos monumentos vivos en la actualidad que puedan encontrarse en el mundo.

Nada que no sea de sobra conocido.

Es por tanto por lo que la autora, a la hora de adentrarse en esta nominada maravilla del mundo —pues cuando sus presurosas obras acabaron en 1584 tal mole a la sombra de la Sierra del Guadarrama no contaba con parangón alguno en Europa—, no puede hacerlo sin entender las razones que le llevan a erigirla por parte de Felipe II. Un monarca que reinaría por primera vez sobre una globalización real, tanto imperial (sin ser él emperador, como fuera su padre), como comercial (sin quedar sólo en aspectos mercantiles más propios de ingleses, holandeses y aún de portugueses). Pero, y esto es lo importante de este trabajo, desde diversas materias que desenmascaren lo que tan supuestamente a la vista está. Aunque, como todo lo obvio, resulta a veces invisible a simple vista.

Tal es la razón por la que no podemos mirar solamente desde un solo ángulo para no caer de este modo, en el riesgo de obtener una perspectiva sesgada de un total superficialmente inabarcable. Así, la historia, la teología, la filosofía, la literatura, la ciencia, el arte y, por supuesto, la estética, conformarán las facetas de un poliedro cuya perfección armónica nos lleva, casi inevitablemente, a pensar en las matemáticas de Fibonacci o a escuchar en la mente la música de Bach, mientras admiramos las líneas armónicas de esa «fábrica» que supera su obra.

¿Estamos ante los cimientos físicos del concepto de monarquía española, verdadera y netamente española, cuyo comienzo se asienta en el reinado de este Felipe, enamorado de la arquitectura, devoto bibliófilo, promotor artístico y empresario de la ciencia y de la ingeniería? Es más que probable. Pues las obras materiales no dejan de ser el reflejo, y en este sitio así se puede sentir, de la obra de alguien para quien el orbe no era suficiente. Así decía su lema. Así parece colegirse de la monumentalidad a la que nos adentramos, hecha a base de piedra berroqueña, y cuya magnificencia no queda a primera vista reflejada más que en su aparatosa grandiosidad. Hay quien simplemente se queda en ella. Ora para admirarla sin más. Ora para denostarla de manera ignorante. Ya que el conocimiento en ocasiones no deja de ser simbólico, pero en otras es ciertamente hermético. ¿Cómo llegar a él?

A todo esto se llega a través del pórtico que mira hacia poniente, sobre la enlosada y ventosa lonja que la precede. Coronado por un simple y poderoso escudo filipino y por la sencilla estatua del santo que da nombre al lugar. Por una entrada que da acceso a lo que oculta y se está por descubrir. Tras humillarnos simbólicamente ante el conocimiento, al pasar bajo la gran biblioteca que hace de ciclópeo dintel, nos damos de bruces con un rutilante patio donde los reyes de Israel, con Salomón y David, y un camino que nos llevará hasta la luz verdadera, nos dan la bienvenida. Una revelación iniciática permanente enmarcada en granito y que en este libro, querido lector, que no te robo más tu tiempo de él, te será de guía para ver, como un haz de luz sobre un newtoniano prisma, todos los colores del saber.

No ha sido poco el empeño. No lo es menos, sépalo ya, que la autora lo consigue. ¡Crucemos, pues, el pórtico que precede a este mencionado saber!

JAVIER SANTAMARTA DEL POZO, escritor y politólogoSan Lorenzo de El Escorial

 

INTRODUCCIÓN

Non sufficit orbis.

Felipe II

El Monasterio de El Escorial es el monumento que mejor resume las aspiraciones ideológicas y culturales del Siglo de Oro español, periodo en el cual la Corona de España, erigida en principal defensora de la Contrarreforma católica frente a los países que habían abrazado la reforma protestante, fue la primera potencia mundial tanto por sus alianzas dinásticas y el consiguiente poder territorial en Europa, como por el dominio sobre la casi totalidad del continente americano entonces conocido.

(García-Frías, C. y Sancho, J. L. Guía Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial)

 

NOS HALLAMOS ante el Real Monasterio de San Lorenzo de El Escorial, el lugar más representativo del Siglo de Oro español, con la intención de estudiarlo desde diferentes ángulos y reflejar una visión que ayude a conocerlo más profundamente y llegar a su esencia. Pero, antes de iniciar este viaje de descubrimiento, reseñemos algunos de los aspectos por los que nos ha despertado tanto interés este lugar.

• Como hemos anunciado, tiene un gran valor simbólico, en lo que profundizaremos a lo largo del libro.

• Aunque se lo denomina «monasterio» y el edificio se presenta como una unidad, tuvo varias funciones muy diferentes: templo conmemorativo, palacio, panteón, convento, seminario, biblioteca, colegio y hospital.

• A pesar del microcosmos que encerraba entre sus muros, se hallaba aislado en medio del campo, acompañado solo por alguna casa de oficios que daba servicio al palacio y a la Casa de la Compaña.

• Fue un lugar muy moderno en el siglo XVI: primeramente, se aprobó su traza y en su construcción se utilizaron métodos innovadores que permitieron reducir algunos trabajos de treinta a seis años.

• Por primera vez, se cuenta con cronistas que van narrando su construcción paso a paso, con todas sus vicisitudes.

• En él, se combinan formas del Renacimiento italiano con la arquitectura flamenca.

• Es el primer edificio cuyo diseño es protagonista de un libro con fines comerciales.1

• Desde él, se regentaba un imperio en el que no se ponía el sol.

Inicialmente, el Monasterio de El Escorial es un lugar apetecible e interesante para visitarlo, disfrutarlo y pasearlo, pero no podemos quedarnos aquí.

Sobre este lugar, hay bibliografía de todo tipo muy especializada. En sus más de cuatrocientos cincuenta años de historia, chorros de tinta se han vertido sobre el papel analizándolo, descubriéndolo y juzgándolo desde diferentes perspectivas. Investigaciones de toda índole, con origen más local o lejano, han dado como fruto estudios muy interesantes que nos descubren facetas nuevas y nos llevan a conocerlo un poco mejor. En el reverso de esta moneda, nos encontramos con que ese es uno de los principales problemas con el que se tropieza al ir a profundizar en su conocimiento: navegar en la inmensidad del océano de su bibliografía, desde la más divulgativa hasta la más especializada.

En nuestro reto de comprenderlo mejor, de no quedarnos en la superficie y, como dice nuestro prologuista, de vencer esa primera imagen de monumentalidad, avanzamos por el camino del descubrimiento con una mirada amplia y dispuestos a acoger todo aquello que vayamos encontrando en el camino para analizarlo desde una óptica diferente: la humanista.

Con el fin de traspasar la inmensidad del edificio y la grandiosidad de su arte, sobrepasar la magnificencia arquitectónica que en nuestros ojos refleja y su interesante historia, disfrutar de su basílica y admirar su biblioteca para descubrir aquello que, a primera vista, permanece oculto, su verdadera esencia, hemos seleccionado siete aproximaciones: arte, ciencia, estética, filosofía, historia, literatura y teología. Y, como si de un viaje se tratase, recorremos el lugar con una mirada diferente en cada capítulo.

En el camino, van surgiendo preguntas, y algunas quedan reflejadas en el texto: ¿qué había en su interior inicialmente?, ¿qué significado tenía?, ¿cuáles eran los auténticos motivos de su existencia?, ¿y su verdadero valor simbólico?, ¿qué significa para nosotros?; preguntas para las que no siempre se tienen respuestas.

Crear un libro que permita al lector conocer el Monasterio de El Escorial de otra manera, comprenderlo, disfrutarlo y darle otro sentido es lo que nos mueve, por lo que no estás frente a una guía turística que marque un camino, un recorrido para visitarlo, pues ya hay muchas buenas en el mercado; tampoco es un estudio especializado que detalle ningún aspecto y lo analice de manera exhaustiva. Simplemente, es un libro que te lo enseña mediante el camino del descubrimiento, mezclando diferentes miradas humanísticas, no siempre fáciles de separar, intentando llegar sin academicismos al fondo de cada dimensión y salpicándolas de anécdotas, curiosidades, leyendas y emociones que va suscitando este proceso. El contenido, que no pretende ser una referencia académica, es el resultado de lecturas, observaciones, reflexiones y preguntas, así como de conversaciones con expertos en este sitio o en las disciplinas analizadas, y también de muchas visitas al lugar. Y, dado que sobre él hay mucho escrito y puede que se haya dicho casi todo, como hemos anunciado, lo que aquí se refleja no tiene por qué ser ni lo más importante desde el punto de vista académico de cada materia ni lo más ignorado, si es que hay algo que no haya salido a la luz de este edificio.

Recurriendo a un símil con la geometría, tan presente e importante en este monumento, vamos a su encuentro como si de un poliedro regular se tratase: cada cara de esta figura convexa representa una de las dimensiones humanísticas elegidas, cuya propia convexidad completa el sentido de este lugar, como si la figura se cerrase a su alrededor para proteger su esencia y, en el centro, se hallase el Monasterio. Llegaremos a conocerlo a través del estudio de sus caras.

Así, se realiza un acercamiento desde cada disciplina al siglo XVI, cuando se construyó el edificio, que sirve de base para entenderlo mejor y abandonar la mirada del siglo XXI, intentando ser lo más objetivos posible para que no nos suceda lo que nos anuncia Unamuno al inicio de esta introducción.

Con la intención de ilustrar lo escrito, amenizarlo y profundizar en ello, se incluyen fotografías en cada capítulo. Nuevamente, no son ni las más conocidas ni quizá las más importantes para muchos, pero nos sirven para descubrirlo mejor y disfrutarlo. La mayoría de ellas son propias. De las restantes, se explica su procedencia.

La narración del padre Sigüenza, el principal cronista junto con fray Juan de San Jerónimo, de cómo se llevó a cabo esta fábrica, según la terminología del primero, nos acompañará todo el camino. Para entender mejor su significado, nos hemos acercado a la persona que germinó la idea de su construcción y la siguió en primera línea: Felipe II. No es un estudio de la personalidad del monarca ni se pretende analizar su paso por la historia, nada más lejos, y mucho menos hacer una valoración de él como político o como persona. Simplemente, su figura ayuda a conocer las causas y el sentido de esta construcción, aunque no ha sido una tarea fácil, al no haber encontrado ningún escrito oficial sobre su vida,2 puesto que ni permitió que se realizase ni llevó un diario. Asimismo, los retratos de sus allegados nos permitirán conocerlos, acercarnos a ellos para ver cómo miraban, posaban y vestían o de qué símbolos se hacían acompañar en los cuadros.

Empezamos la singladura analizando los orígenes del Monasterio, su historia, lo que mayor contexto da siempre a cualquier sitio. Nos centraremos más en sus inicios que en los años posteriores, pero sin obviarlos porque es difícil profundizar en el presente sin conocer el pasado.

Para enfocar un aspecto, hay que intentar desenfocar los demás, lo que no siempre es fácil, pues el contexto religioso en que se construye el edificio queda en él reflejado. Su espiritualidad viene de la mano de la teología, que nos proporciona un mensaje muy relevante. Y, en el siglo XVI, la teología se entremezclaba con la filosofía, aunque su divorcio estaba próximo. Tenía un alcance mucho más amplio que el actual.

En la literatura, muy cercana a la disciplina anterior, encontramos una excusa para visitar la Biblioteca Real y observarla más detenidamente, la más representativa en su momento. Pero también para descubrir al propio Monasterio como principal protagonista de diferentes escritos.

Este edificio se construyó en el epicentro del cambio de pensamiento científico que se inició en pleno siglo XV, dando pie a la ciencia con un significado parecido a como la entendemos ahora. Desvelaremos la faceta de mecenas científico y artístico que tuvo Felipe II, fundador del Monasterio, y descubriremos la importancia que para él tenían las matemáticas, que en aquel momento se entrelazaban con la filosofía.

Viajaremos por el arte, también un importante medio de comunicación y de expresión, y veremos su evolución a lo largo de los siglos. Desde el momento en que el Monasterio vio la luz, se convirtió en una referencia artística en Occidente y más allá de sus fronteras, no solo por lo que representaba, también por lo que contenía. En pleno siglo XVI, el Monasterio llegó a ser visitado, incluso, por una delegación de jóvenes japoneses en kimono, que queda reflejado aquí como una anécdota.3

No obstante, si lo que queremos realmente es llegar a su esencia, la estética, en su sentido más filosófico, nos dará algunas pistas. La última disciplina en la que navegaremos, al considerarse que, para hablar de ella, se necesita un conocimiento global de esta fábrica y, a la vez, tomar distancia de ella.

Otras dos disciplinas que no se pueden obviar son la música y la arquitectura, ambas fundamentales por su relevancia y que quedan imbuidas en diferentes capítulos de un modo transversal.

Esperamos que el lector saque sus propias conclusiones sobre el significado que tiene este Monasterio, que descubra nuevas facetas y que esta lectura despierte el interés suficiente para mirarlo con otros ojos.

No se puede cerrar esta introducción sin poner de relieve la sensación que tenemos al escribir de tan magna obra, el sentimiento de osadía que nos invade. Conocemos a estudiosos del Monasterio y expertos en él. De las conversaciones con ellos, hemos aprendido mucho y algunas cosas aparecen aquí reflejadas. Pero nos queda mucho camino por recorrer, pues, cuanto más leemos al respecto y lo visitamos, más preguntas surgen, aumenta la ignorancia que circunda nuestro conocimiento.

En cualquier caso, esperamos haber sabido centrar el tema y acotarlo en su justa medida. Y que quien lea este libro, al menos, lo disfrute. Finalmente, se anexa cierta información que, sin formar parte del cuerpo principal de la obra, se considera importante y complementaria a lo expuesto.

 

Patio de Reyes. Fuente: elaboración propia.

HISTORIA

…el proyecto humanista y cristiano de Felipe II, quien buscó en todo armonizar razón y fe, religión y cultura.

(P. A. Iturbe Saíz OSA, Notas propias)

 

EL LUGAR

Escorial vendría a significar ‘oscuro’, ‘sombrío’; aludiendo a los bosques que impedían el paso a los rayos del sol. […] Procede del fitónimo —nombre de vegetal— Esculetum, nombre latino de aesculus, especie de la familia del quercus, a la que pertenecen el roble y la encina. Lo que vendría a ser un encinar. Del primitivo nombre Escurial —usado hasta finales del siglo XVI—, próximo a escuelo, derivaría Escorial.4

De todos los posibles orígenes de la palabra Escorial, elegimos el que hace referencia a los bosques de robles, encinas y castaños que hay en el entorno del monasterio. El motivo de esta elección es, primeramente, que es mucho más romántica que las otras opciones. Y, además, porque ellos, los bosques, los árboles, perduran, siguen aquí tras casi cinco siglos. No son los mismos ejemplares, pero sí la misma esencia. Quizá sus antepasados, sus tatarabuelos, fuesen testigos mudos de lo aquí acontecido.

La zona de El Castañar, cerca de la Silla de Felipe II, es un magnífico lugar para pasear en cualquier época del año, y quizá por allí caminaran hace siglos personajes famosos con Felipe II. Fuente: elaboración propia.

Los bosques son uno de los grandes atractivos del lugar. Igual sucede con la zona conocida como El Castañar, cerca de la llamada Silla de Felipe II, que a la historiadora Alicia Canto, según nos relata, no le parece que sea realmente el sitio desde donde este monarca vigilaba el avance de las obras del monasterio, sino un altar vetón existente veinte siglos antes del posible, aunque bastante poco probable, lugar de visita de este rey.5

No hay acuerdo entre historiadores al respecto. El padre Vicuña (Orden de San Agustín, OSA) apuesta por su autenticidad como silla de Felipe II y refleja en uno de sus libros la existencia de información al respecto en el Archivo de Simancas con el título Donde suele subir Su Majestad a ver el Mº, fechado el 27/11/1565, dos años después de la colocación de la primera piedra.6

Sea como fuere, pasear por estos parajes es algo mágico. No se puede entender a fondo el monasterio, su significado, si no se ha sentido el crujir de las hojas del castañar al pisarlas en otoño, la fría humedad que traspasa cualquier abrigo en invierno, ese olor a tierra regada y verde de primavera o esa luz que atraviesa cualquier follaje en verano. Y, si cuando lo haces piensas que, quizá, por aquí paseó Felipe II, la emoción es inenarrable. ¿Sería este rey consciente de lo que iba a perdurar su obra? ¿Tendría la intención de que, alrededor cuatrocientos cincuenta años después, siguiésemos preguntándonos los motivos para la elección de este lugar? ¿Buscaba esa trascendencia en la historia?

Se conoce como «Silla de Felipe II». No hay consenso sobre si realmente el monarca se sentaba aquí, aunque hay fuentes documentales que así lo indican. Se dice que el monarca subía ahí para ver el avance de la construcción de la fábrica, o quizá para disfrutar del paraje y tener un rato de paz. Fuente: elaboración propia.

Piedra que, situada al inicio de la lonja, muestra la distancia a la capital en el siglo XVI (6 leguas y media y 1191 varas, unos 37 km y cuarto). Fuente: elaboración propia.

Hay varias versiones sobre qué llevó a este monarca, uno de los más grandes de todos los tiempos, tristemente denostado últimamente, a elegir El Escorial como emplazamiento de lo que ha pasado a la historia como símbolo de su reinado y gobierno. Unos dicen que conocía el sitio porque por aquí pasaba «en sus traslados al monasterio jerónimo de Guisando (Ávila), su habitual lugar de retiro en la Semana Santa por aquellos años», 7 si bien barajó otros emplazamientos no muy distantes del actual para permanecer próximo a la capital del reino, que había sido trasladada recientemente (1561) de Toledo a Madrid. Y la villa de El Escorial «era casi equidistante de las ciudades de Madrid (algo menos de 7 leguas), Ávila (algo más de 7 leguas) y Segovia (9 leguas)»,8 juzgado al que pertenecía este municipio. Quizá sea también este un argumento que en su día barajó. Otra teoría hace referencia a Isabel de Osorio, que fue dama de compañía de su madre, la emperatriz Isabel de Portugal:

Algunos autores, Cabrera de Córdoba y Kamen, entre ellos, sostienen que la vinculación de Felipe II con este marco geográfico escurialense era anterior y obedecía a otras derivadas, que podían relacionarse con sus amoríos con Isabel de Osorio, hermana de uno de los cuatro propietarios de la finca de La Fresneda por aquellos años.9

Quizá haya que remontarse a que el término escorial