El Monema de la Adquisición Cognoscitiva - Juan Cruz V. Trangoni - E-Book

El Monema de la Adquisición Cognoscitiva E-Book

Juan Cruz V. Trangoni

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Beschreibung

Estos papeles son, por encima de todo, un intento de transcripción del recorrido lógico que una persona sin estudios formales en las materias que resultan transversales tuvo ocasión de hacer respecto a la naturaleza del pensamiento, cuyas imprecisiones derivadas y llanos errores apuestan ser menos groseros de lo que su mundanidad es ventajosa. Pues quien lo comparte sabe, cuando poco, que algo ha experimentado, y por ser normal garantiza que ese algo será reproducible en los normales bajo igualdad de condiciones. En segunda instancia, es un intento de crear dichas condiciones, enraizado en la convicción de favorecer con ello nuevas virtudes.

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Juan Cruz V. Trangoni

El Monema de la Adquisición Cognoscitiva

Vissani Trangoni, Juan Cruz El monema de la adquisición cognoscitiva / Juan Cruz Vissani Trangoni. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-4785-9

1. Ensayo. I. Título. CDD A864

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Introducción

1. CAPÍTULO PRIMERO

1.1. FASE DE AXIOMAS

1.1.1. Hermenéutica de Orígenes

1.1.1.1. Agente promotor

1.1.1.2. Estímulos organolépticos

1.1.2. Hermenéutica de Mecanismo

1.1.2.1. El monema

1.1.2.2. Basamentos

1.1.2.3. Mente

1.1.3. Dialéctica de compatibilidad

1.1.3.1. Antecedentes

1.1.3.2. Lógica

1.1.3.2.1. Algoritmo verbal

1.1.3.2.2. Algoritmo quinésico

1.1.3.3. Expresiones

1.1.4. Dialéctica del fenómeno

1.1.5. Dialéctica del común denominador

1.2. FASE DE AFORISMOS

1.2.1. Circularidad

1.2.2. Leyes Cognoscitivas

1.2.2.1. Proposiciones racionalmente inconcebibles

1.2.2.2. Supresión del componente adversativo

1.2.3. Aforismos

1.2.3.1. Inviabilidad del contrasentido

1.2.3.2. Directriz de la vida

1.2.3.3. Origen de la tragedia

1.2.3.4. Ateísmo de continuidad

2. CAPÍTULO SEGUNDO

2.1. Invariabilidad Diacrónica

2.1.1. Los problemas de la libertad

2.1.2. Espectro infratímico

2.1.3. Moral del Inapetente Virtuoso

2.1.3.1. Individualismo

2.1.3.2. La nueva competencia

3. CONCLUSIÓN

conturbatus animus non est aptus

ad exequendum munus suum

Introducción

El presente conglomerado de párrafos ha sido entusiasmado con la discreta intención de verse convertido en el manifiesto de aquella gente que al terminar de leerlo suscriba a sus postulaciones. Hemos disociado esta investidura de sus acostumbradas ínfulas, pues no contiene sugerencias de reformas sociales ni económicas. Se entiende autorrealizado, más bien, si logra una revolución del sujeto en sí mismo. Labor que nos ha recetado lo apolítico y lo atemporal como principales alivios de su redacción.

Salvo las menciones explícitas de antecedentes cuya inserción se entienda retóricamente beneficiosa, ninguna de las ideas elaboradas ha sido inspirada en otras obras. Creemos que, a punta de meras probabilidades, será inevitable la coincidencia de ciertos aspectos del texto con la manera en que otros autores los hayan abordado en el pasado. Si esto ocurriese, nos parece oportuno decir que en ningún caso habríamos sido menos que ajenos e ignorantes. Confiamos, sin embargo, en que la “cosmovisión”, “filosofía”, “sistema de ideas”, “corriente de pensamiento”, o intitulación que los dejos del tiempo haga de nuestras maquinaciones, es en su panorama completamente original.

Nos reconocemos ocasionalmente toscos y simplistas. La preservación de un ritmo sucinto y una argumentación accesible nos ha demandado este sacrificio, mas no hemos hecho de su severidad lo suficientemente aguda para acaparar la validez general de las ideas. A estas ideas, por su parte, las hemos querido decir por considerar poderoso y necesario el cambio que los lectores pueden experimentar con su entendimiento.

Con respecto a la indexación. Este texto consta de dos fases centrales: la primera se dedica a una exploración epistemológica; busca hallar la unidad mínima o monema de la construcción del pensamiento. La segunda es una serie de aforismos existenciales que se pueden derivar de tener a la anterior como fundamento, y que, en cooperación con un estudio breve y paralelo sobre la naturaleza de la consciencia, auspician una conclusión sobre la forma de vida que nos parece más correcta y que, por consiguiente, buscamos promover.

1. CAPÍTULO PRIMERO

1.1. FASE DE AXIOMAS

1.1.1. Hermenéutica de Orígenes

1.1.1.1. Agente promotor

Sabemos que los pensamientos son procesos de la mente porque sabemos que son procesos y que no podemos definirlos sólo por ello dado que ello incluye cosas cuya creación no corresponde a la mente. Sabemos que la mente es un conjunto de pensamientos por nuestra incapacidad de conceptualizarla por algo ajeno a lo que emite.

De la mutua detracción de la mente y el pensamiento nace la presunción de un agente promotor. Esto porque el origen de ambos es coetáneo a su contrapuesto y su coetaneidad indica que ninguna dependencia mutua y posterior explica que la existencia de uno se diera en la preexistencia del otro y sin embargo ambos existen.

Se deduce por esto que el agente promotor debe tener dos propiedades mínimas: ser anterior y ser causal. Lo único que cumple estos requisitos es el cuerpo vivo.

De que en algunos animales, insectos u organismos no se presuma una mente, y, simultáneamente, no se niegue en ellos la vida amen de, en algunos casos, la presencia de actividad encefálica, surge razonar un punto específico de desarrollo como escenario propiciatorio del agente promotor.

1.1.1.2. Estímulos organolépticos

De que la mente deba ser gestada con el cuerpo como herramienta y el cuerpo no pueda hacer sin ella más que procesar estímulos, se infiere que el estímulo debe ser la base del pensamiento. Ya que estímulo puede definirse como aquello que provoca actividad.

Se puede decir, porque sin respuesta no hay estímulo, que estimular reside en suscitar una respuesta. Que de esa sola cavilación se pueda asegurar que cualquier efecto de una causa es un pensamiento, y que como contraejemplo baste señalar cualquier objeto o cualquier proceso no mental se sigue la obligación de buscar especificaciones

Quizás, uno se atrevería a arrojar que la razón de esto es una escenificación capciosa del ejemplo. Que, si extrapolásemos la esencia del mismo para adaptarla al ámbito de la actividad corporal (o a la parte de ella asociada al cerebro), podríamos entender la reacción como pensamiento. Digamos entonces que elegimos el término “impulso nervioso” como estandarización de la respuesta corporal (o la parte de ella asociada al cerebro) a un estímulo: en vista de haber podido distinguir que no todo cuerpo implica mente y que los cuerpos capaces de desarrollarla no lo hacen sino hasta después de cierto tiempo en contacto con su entorno, sabemos que sería incoherente aseverar que todo impulso nervioso es pensamiento.

Asimismo, se pudiera objetar una suerte de profecía autocumplida en la decisión aparentemente arbitraria de pedir al término indicado exceder los confines conceptuales del pensamiento. A esto respondemos que tomar al impulso nervioso como hiperónimo de pensamiento se justifica en que tomarlo como sinónimo no avanza en información.

Las premisas de pensamiento como producto de origen corporal y el término “impulso nervioso” como estandarización de la actividad corporal obliga que todo pensamiento se subsuma, no obstante, a la categoría de impulso nervioso.

Dado que no todo impulso nervioso deviene en pensamiento, se entiende al pensamiento como una organización de impulsos nerviosos y, ya que los impulsos nerviosos son reacción corporal, al agente promotor como coordinador de estímulos.

1.1.2. Hermenéutica de Mecanismo

1.1.2.1. El monema

El resultado de presentarnos libres de toda captación de estímulos es conceptualizable como un “negro absoluto”. Presumiblemente representativo del punto de partida. Es decir, si establecimos que la mente nace de la organización de estímulos, la no aparición de los mismos conlleva la no aparición de la misma. De suspender esa experiencia en el tiempo, la veríamos como equivalente al tipo de contacto que tiene con el mundo un objeto inanimado.

Sabemos que la representación de los estímulos acaeciendo de a uno suena a un punto rebatible; pero, los estímulos, en calidad de abstractos, nos permiten hacer de la envergadura que tienen como unidad algo versátil. Quien lo piense erróneo por proyectar la posibilidad de dos o muchos llegando a la vez, puede saber que en nuestra línea de pensamiento estaríamos tomando su conjunto como unidad. Desde ahí, un orden cronológico entre ellas es inevitable puesto que no hay opción admisible tras el descarte de una mente surgida sin mediar procesos.

La llegada del primer estímulo depende de su facultad para constituir algo no abarcado por el negro absoluto, de lo contrario, serían lo mismo. Supongamos que ese negro es un plano y sobre él situamos un punto de color: no podemos decir que su calidad de estímulo depende de ser un punto verde, porque pudimos haber elegido cualquier otro color. Por ser lo que ocurre con cada color, en el encuentro del denominador común residirá la verdadera definición.

Puesto que de seleccionar un caso aleatoriamente, lo único que tendrá de los remanentes es su capacidad para haber sido «no negro», se obtiene que el monema de la adquisición cognoscitiva es la diferencia.

1.1.2.2. Basamentos

Cuando un estímulo organoléptico permanece en la memoria, la llegada de los posteriores se determina por lo que no comparten con él. La información que puede obtenerse de ellos por medio de la iteración escueta es siempre el dato de que el estímulo y la base difieren.

Para la captación del primer estímulo, entiéndase por base al negro absoluto. Pero estamos estudiando al conocimiento, y para posibilitar su amplitud hemos tenido que saber de los datos más cosas que su capacidad de ser «no negro».

De que lo único que se puede decir de un estímulo es el hecho de que se diferencia de la nada misma nace la idea de que esa nada tiene que ir variando. Mientras que el cambio de esa nada equivale a la multiplicación de las bases.

Teniendo la organización de estímulos como materia prima es fácil entender que las nuevas bases emanarán de su interacción.

La revaloración de estímulos pasados y la valoración de la experiencia inmediata, es decir, estímulos aferentes contra pasados, son dos tipos de interacción en los que se puede reducir la expresión total de pensamiento. Tanto para uno como para el otro es necesaria la intervención de la memoria.

En algún momento, nuestra memoria adoptará un tamaño cuyo recorrido supere ampliamente el tiempo de las decisiones que tomamos en virtud de una valoración: esta no correlatividad de velocidades es evidencia de que evocar la memoria toda junta es imposible. Y como impediría que de la valoración se pueda concluir más que la diferencia entre ella y el estímulo aferente se revela que, de ser posible, sería inútil.

Entonces la memoria debe activarse de a partes. Esta selectividad, por no ser aleatoria, debe ser conveniente. Por ser conveniente, debe aspirar al mejor resultado del menor esfuerzo. Si el fin de lo aferente es actualizar lo latente, el menor esfuerzo será activar las partes donde pueda repercutir e ignorar aquellas donde su paso no alteraría nada.

La susceptibilidad a actualización es tan grande como el vínculo entre lo aferente y lo latente. A dicho vínculo se accede por reconocimiento, y al reconocimiento por denominadores comunes.

A la facilidad de nuestro ideario, por la que un lenguaje más propio le sería favorable, sustituiremos la palabra “base” por ”basamento”. Y de los basamentos procederemos a postular sus leyes:

Subcolección

Es imperativo reconocer al basamento como estímulo, ya que concebirlo de otra manera desbarata reglas del sistema que hemos estado deduciendo: la primera es que no podríamos agrupar estímulos más de una vez, ya que para la segunda no tendrían la propiedad que los define. Habría de vuelta una sola base y ninguna oportunidad de conocer. La segunda que, como los estímulos no tienen unos confines precisos, aquellos que son de por sí “sumas” no estarían contenidos, y la posibilidad de ver en cualquier estímulo una suma de sus componentes sería anulada, haciendo, por la naturaleza de los escenarios hipotéticos antes mencionados, que no se diferencie un estímulo de otro y sean por ende todos uno mismo

Si los basamentos no fueran estímulos, o estaríamos diciendo que no generan impresión nerviosa -cosa inexplicable ante la idea de que ellas los componen-, o que los estímulos no son lo que dijimos -cosa inviable tras la presentación de las razones que hemos proporcionado para concebirlo así-, y no podríamos efectuar en los estímulos ninguna operación. Es por esto que reconocemos en los basamentos la propiedad misma de estímulo.

Es decir, los estímulos forman basamentos al agruparse tanto como pueden ser en sí mismos un basamento. Para entender cuándo es un caso y cuándo es el otro sólo basta mirar a uno u otro lado de la línea que trazamos entre los componentes del discernimiento, que serán evaluados más distendidamente en el punto 1.2.2.1 y que interpela lo que hemos dicho sobre el “negro absoluto” de una manera que será más evidente con uno de los párrafos venideros.

Principio de identidad

Un basamento es la bruta percepción de un denominador común. Pueden pensarse como versiones dosificadas del principio de identidad de la lógica clásica: al tomar un objeto y declarar los géneros a los que pertenece, estamos determinando que cada característica aislada es lo mismo y no otra cosa que el género al que pertenece. Lo que hace al género no es diferenciarse de sus componentes sino el hecho de que los objetos son la suma de muchas características.

Basamento unitario

Cabe mencionar el caso donde se unieren todos lo basamentos. Esto es algo que no puede ocurrir y a la par ocurre en cada operación del pensamiento. El “negro absoluto” anterior a la razón es un ejemplo de la representación práctica de este evento, y, como la razón empezó después de él, sabemos que ambos son incompatibles y el primero no puede existir por fuera del plano hipotético en el que lo hemos abordado. Dicha incompatibilidad está fundamentada en el marco de un fenómeno que explicaremos mejor en apartados posteriores, bajo el rótulo de Supresión Positiva. En cambio, la razón empezó con la distinción entre el punto y el resto, y a partir de que la iteración escueta de este mero proceso sea infecunda es que justificamos los basamentos. Pues, ese “resto”, su esqueleto, no deja de efectuar con el acceso de nueva información: es la esencia de la separación del nuevo dato con “el resto”, siendo la única diferencia lo que ese resto contiene

Una consideración interesante es la del azar. El azar se define como aquel caso donde todas las configuraciones tienen igual probabilidad de ocurrir, y por tanto se dice de él que es incapaz de proveer información. Esto no es de extrañar, nos habla precisamente sobre cómo la información comienza a existir mediante la detección de denominadores comunes, dado que de esto se tratan los patrones. Este azar nos permite interpretar que cualquier información es, de hecho, un cómputo estadístico: así como no podemos saber nada acerca de un fenómeno cuyos comportamientos tienen en todo momento la misma probabilidad de ocurrir, podemos saber algo sobre él cuando la probabilidad de que se comporte de cierta forma crece en relación al ratio entre ese comportamiento específico y el resto. Mientras mayor sea el ratio, más certera es la predicción sobre el comportamiento que le define, mas nunca dejará de tratarse de una cuestión de probabilidades. Al aplicar este predicamento sobre la creación de los basamentos, podemos entender mejor su naturaleza.

Digamos, verbigracia, que un individuo pasa el suficiente tiempo de vida como para acumular experiencias sensibles correspondientes a distintas regiones. Conos retinianos, bastoncillos, células ciliadas, olfativas y bulbos gustativos, e impresiones epicríticas y protopáticas. Se quiere extraer un concepto relacionado a unos receptores determinados mediante esta experiencia del mundo. Para crear una a partir de las impresiones protopáticas, se evaluará al resto en función de su intensidad como impresión protopática. Presumiblemente, aquellas experiencias no correspondientes a esta región tendrán una intensidad nula, si las representamos con números y establecemos con ellos un carácter de sumando, sacaremos un promedio. Se suman los números de la intensidad aplicados a cada experiencia y se dividen por la cantidad de experiencias: si el promedio resultante alcanza una escala no inferior a los valores mínimos de un umbral del conocimiento -sensibilidad a partir de la cual un fenómeno deja de ser azaroso-, se crearía el basamento “temperatura”.

También se ha leído que desde el punto de vista clásico un concepto se acuña señalando el género próximo -inmediatamente superior- y la diferencia específica que lo separa de otras especies del mismo género. Se habla de géneros y especies en un marco de árbol genealógico cuya semejanza con los basamentos será evidente. Así, podemos determinar una planta X como espermatófita -género próximo- del grupo angiosperma -diferencia específica-. Tanto la diferencia específica como el género próximo son basamentos, pero se encuentran estratificados. La condición aislada de esa planta de ser angiosperma es exactamente lo mismo que el basamento angiosperma: la planta existe como planta en vez de como ese basamento en cuestión porque además de angiosperma es otras tantas cosas. El basamento angiosperma existe porque además de espermatófita es algo que lo distingue de las gimnospermas y viceversa. Las espermatófitas existen porque además de ser plantas vasculares son algo distinto a las pteridófitas. Las vasculares existen porque además de pertenecer al reino vegetal son algo distinto que las briófitas. El reino vegetal existe porque además de clasificarse por su genoma eucariótico, es algo distinto al reino de los animales, el fúngico o al de los protistas.

De no existir los otros reinos, el vegetal sería el único de tal manera que no sólo no habría necesidad de haber conceptualizado al reino, sino que tal cosa sería un sinónimo del genoma eucariótico. El basamento habría sido eliminado. Esto demuestra tanto que el denominador común es en sí mismo el basamento como que los basamentos requieren diferenciarse para existir. Lo mismo pasaría en cada caso. Los miriápodos no existirían si no hubieran otros artrópodos, los artrópodos no existirían si no hubieran otros animales basados en la simetría bilateral, y estos, artrozoarios, no existirían si no hubieran animales anatómicamente diferentes como los basados en la simetría radial. Serían, de nuevo, sólamente eucariotas en nuestro acervo cognoscitivo.

Conocemos a los miriápodos gracias a todos los basamentos que tienen por encima suyo. A medida que más basamentos tenemos, más información del mundo y, recíprocamente, mientras ascendemos o eliminamos basamentos, menos información del mundo tenemos. Cada basamento representa un lugar en una cadena de subsunciones, de manera que si el conocimiento nos llega por pensar y, a su vez, pensar requiere conocimiento, todo discernimiento es una subsunción. Aquí podemos retomar al basamento unitario. Cada discernimiento sería la subsunción de un estímulo respecto al resto de información existente, dado que si fuera respecto a sólo una parte, estaríamos diciendo que la parte de la cual no lo diferenciamos es lo mismo y no otra cosa que ese estímulo: los basamentos eliminados en consecuencia no sólo nos llevarían a una definición inadecuada del estímulo sino que, por decir que es lo mismo y no otra cosa que todo lo excedente a la información subyugante, hemos trazado de vuelta sólo una línea entre el estímulo y el resto

En suma, algo existe cuando su combinación de discernimientos en basamentos múltiples es una nunca antes realizada. De esta forma, las cosas existen a través del tiempo porque ningún momento ocurre dos veces y ningún estímulo escapa a la sujeción del momento en el que aparece.

1.1.2.3. Mente

Evidentemente, cuantos más basamentos se tienen, más amplio es el abanico de características que pueden declararse de una cosa. Por exigir a la memoria un mayor trabajo, el cerebro necesitará mayores recursos cognitivos conforme mayor sea la estratificación de basamentos.

Entendiendo estas operaciones como pensamientos por definición, se consagra la asociación biológica entre el punto de complejidad madurativa en la masa encefálica y el desarrollo de la mente. Es decir, esta respuesta que parece exclusivamente metafísica tiene una fácil homologación a los campos llanamente físicos también: la necesidad de conocer se satisface con la estratificación de basamentos y la cantidad de basamentos exige al cerebro un mayor desarrollo. O, si se lo quisiera ver al revés, la necesidad del cerebro de desarrollarse se satisface con una optimización de sus facultades cognoscitivas y estas se forman y miden conforme a la cantidad de basamentos procesables.

Entonces la estratificación de basamentos es lo que convierte al aparato promotor en mente.

1.1.3. Dialéctica de compatibilidad

1.1.3.1. Antecedentes

Aquí abordaremos la relación de las conclusiones mostradas con algunas corrientes de pensamiento. Con ejemplos de filosofía, psicología y luego con las propias leyes de la lógica clásica. Consideraremos que en esta exploración se encuentra concentrada toda posibilidad de antítesis, de tal manera que, si nuestras conclusiones son compatibles en todo momento, daremos por finalizada la demostración.

a) Las ideas adventicias de Descartes versan sobre la experiencia sensible tal como nosotros versamos sobre los estímulos organolépticos.