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Esta historia se inspira en El origen del mundo, el famoso cuadro de Gustave Courbet exhibido en el Museo de Orsay, en París. Se escribió mucho acerca de la identidad de la modelo hasta que, en 2018, resolvieron el viejo enigma de 152 años: ese «interior» pertenecía a Constance Quéniaux, una cortesana que había formado parte del cuerpo de bailarinas de la Ópera de París. Esta trilogía nos cuenta el origen de la creación de esta obra mítica a través de la escandalosa vida de Constance y sus múltiples amantes. En esta entrega se explora su fulgurante y embriagadora historia de amor con Khalil, un diplomático turco de origen egipcio y personaje extravagante de la alta sociedad de París de los años 1860 que acabaría encargando el cuadro.
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Seitenzahl: 23
Veröffentlichungsjahr: 2021
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El origen del mundo vol. 1
Khalil
LUST
L’Origine du monde vol.1 – Khalil
Copyright © 2021 Louise Manook and LUST, an imprint of SAGA, Copenhagen All rights reserved
Translated by Marta Cisa Muñoz ISBN: 9788726430240
E-book edition, 2021 Format: EPUB 2.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrieval system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
El origen del mundo vol. 1
Khalil
Egipto, 1860.
Me despierto con un sobresalto: los gritos roncos y amenazantes de unos pájaros me han sacado del sueño. Hace un calor sofocante. Estoy repleta de sudor. Me siento en la cama e intento espabilarme. Tengo la garganta deshidratada, así que agarro el vaso de agua de la mesita y me refresco. El contacto con el agua que me cae por la garganta hace que sienta un bienestar pleno. Me vierto algo de agua en la palma de la mano y me humedezco el rostro, pasando de la frente a las sienes.
He perdido la noción del tiempo y ya no sé qué hora es. Debo de haberme quedado dormida durante mucho tiempo. El sol se pone en el horizonte, por lo que supongo que debe de ser última hora de la tarde.
Quito el mosquitero, que cae como una cortina, y me dirijo a la ventanilla. La cabina de la goleta está sumergida en una suave oscuridad. Los visillos se levantan y caen, agitados por la abrasiva brisa que proviene del sur y reseca la atmósfera a pesar de la bruma húmeda que se evapora del río.
Me inclino hacia el exterior a través de la ventanilla y contemplo los buitres, que deshuesan los restos de un antílope en proceso de descomposición en la orilla. Es un espectáculo fascinante. Habrá unos veinte y todos intentan compartir el festín. El sol rojizo se pone tras las dunas del desierto. Pronto la frescura de la noche vendrá para arroparnos como un abrigo de serenidad. Volverá a soplar una brisa ligera, cargada con el rocío del mar y promesas.
Me vuelvo hacia la cama. Khalil duerme boca arriba. Tiene los brazos en cruz. El cabello negro azabache le cae por los hombros. Está desnudo. El cuerpo colosal y delgado le brilla a raíz de la transpiración. Desprende el aroma viril de un hombre que se recupera tras un ballet erótico agotador. Su potencia física es un elixir de tentación. Se le ven los músculos a través de la piel ambarina.
