El perfume del diseño - Cecilia Mazzeo - E-Book

El perfume del diseño E-Book

Cecilia Mazzeo

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Beschreibung

Hay quienes utilizan el mismo perfume durante toda su vida y hay quienes eligen la fragancia adecuada para cada ocasión. Hay quienes elaboran perfumes y hay quienes los compran. Del mismo modo, algunos diseñadores tienen un estilo fuertemente definido, mientras que otros seleccionan su repertorio de recursos gráficos para cada proyecto.   Este diferente vínculo con el estilo opera como el perfume o los perfumes que nos identifican. Interesa a este texto tratar de comprender de qué manera se construye un Estilo Gráfico. Inquirir acerca de aquello que hace que la obra de un autor se diferencie del resto y permita identificar —entre otras— sus producciones, que se reinterprete, se copie e incluso se emule.   Un libro que nos guía por los estilos gráficos de famosos diseñadores y que enseña a buscar el propio, ilustrado.

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Colección Saber y comunicar

Idea y supervisión general: Cristina Lafiandra

Diseño gráfico: Karina Di Pace

©de todas las ediciones en español

Ediciones Infinito

e-mail: [email protected]

http://www.edicionesinfinito.com

Buenos Aires, Argentina.

ISBN 978-987-3970-24-5

Hecho el depósito que marca la ley 11.723

Buenos Aires, febrero de 2021

Todos los derechos reservados de acuerdo a la Convención Interna-cional de copyright. La reproducción total o parcial de este libro, en cualquier forma que sea, por cualquier medio, sea éste electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o fotocopia no autorizada por los editores, viola derechos reservados. Cualquier utilización debe ser previamente solicitada al editor.

Digitalización: Proyecto451

Mazzeo, Cecilia

El perfume del diseño : estilo gráfico / Cecilia Mazzeo. - 1a ed. -

Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Infinito, 2021.

Libro digital, DOC - (Saber y comunicar)

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-3970-24-5

1. Diseño Gráfico. I. Título.

CDD 760.7

Otra vez y como siempre…

dedicado a mi maestra Marta Zátonyi

in memoriam

Índice

Palabras preliminares

Uno.Estilos gráficos

El perfume del Diseño

Estética y Estilo

El camino del arte

El camino del diseño

Perfumistas

Un perfume personal

Un perfume para cada ocasión

Compradores de perfume

Esencias básicas: lo que no cambia define

Para muestra bastan dos perfumes…

Estilos dinámicos versus estereotipos estáticos

Estilos, escenarios e interlocutores

¿Clones o familiares?

Dos. Ideas, ideales y estilos

Constructivismo, Realismo socialista y Diseño

Un campo fértil

El perfume de un sueño: el Constructivismo

Recursos y criterios de Constructivismo

El perfume de una «realidad»: el Realismo socialista

Recursos y criterios del Realismo socialista

Epílogo

Bibliografía

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Este texto no llegó solo, lo hizo precedido por su her-manoDiseño y Sistema. Bajo la punta del icebergpu-blicado pocos años antes. Quienes hayan tenido la gentileza de leerlo encontrarán en este nuevo trabajo diversas referencias explícitas e implícitas con aquel, las cuales dan cuenta, en una lectura generosa, de la coherencia interna de mis ideas. Es por eso que inicio este trabajo con algunos conceptos que entiendo pue-den aclarar la relación innegable entre ambos trabajos.

Los dos temas que dan origen a estos hermanos editoriales han sido objeto de múltiples clases a lo lar-go de mi trayectoria como docente en la carrera de Diseño Gráfico. En estas clases fui encontrando múl-tiples semejanzas entre los modos en los que los dise-ñadores operamos al diseñar sistemas, y al elegir los recursos gráficos con los que los implementaremos. Este parentesco opera, de algún modo, como el ADN que comparten los hermanos, el cual los hace más o menos similares pero, en tanto no son gemelos, no los hace idénticos. Así, sistemas y estilos pueden compartir su ADN pero cada uno tiene su propia apariencia, per-sonalidad y forma de actuar. Al igual que los hermanos, sistema y estilo recorren diferentes caminos pero mu-chas de sus experiencias se vinculan y muchos de los actores que participan en ellas también, aunque pocas

Palabras preliminares

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veces reflexionamos en términos teóricos sobre estas trayectorias compartidas.

Mientras tecleo estas líneas se me ocurre que, el orden en el que los escribí no parece ser el adecuado, ya que las lógicas que participan en la construcción de un estilo son, por mucho, anteriores a aquellas que de-finen un sistema. Tal vez esta alteración del orden natu-ral tenga su origen en que los sistemas han sido desde hace tiempo ya objeto de análisis en el campo del Diseñomientras que del estilo se han ocupado la Estética y la Historia del Arte. Este prestigioso antecedente, lejos de desalentarme me desafía a hablar de estilo desde el cam-po del Diseño con la esperanza de que las semejanzas fraternas no opaquen las diferencias.

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De entre los sentidos que nos permiten interactuar con el entorno, es sin duda el olfato el que más fuertemente se vincula con nuestra capacidad evocativa. Olores, aro-mas y perfumes impactan en nosotros e inmediatamente vienen a nuestra mente miles de evocaciones, recuerdos e imágenes. Olor, aroma y perfume refieren, aparente-mente, a lo mismo sin embargo al profundizar en su sig-nificado encontramos que oloralude a aquello que im-pacta en nuestro sentido olfativo y aromase utiliza como expresión de una valoración positiva de los olores. Am-bos se relacionan y ambos pueden definirse como atri-buto propio de las cosas. El perfume en cambio es de naturaleza más compleja.

En su definición, aparecen otros términos que dan cuenta de un grado mayor de complejidad en su natura-leza, al tiempo que refieren a un origen artificial en su producción y/o utilización. Una flor no elige su aroma, este le es tan propio como su forma y su color, mientras que hombres y mujeres han elegido qué perfume utilizar desde tiempos que se pierden en la historia de la huma-nidad. Primero, tal vez, como ofrenda a los dioses, luego como estrategia de identidad y seducción. Al comienzo los perfumes eran producidos elaborando extractos de materias vegetales o animales. El producto de esta ope-ración se denominaba con el nombre de su fuente de

El perfume del Diseño

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origen como el almizcle o la algalia de origen animal y el agua de rosas obtenida de las flores del mismo nombre. Con el tiempo la fabricación de perfumes fue volviéndose más compleja, a medida que estas sustancias esenciales empezaron a combinarse para obtener perfumes diferen-tes y ya no asociados a su origen natural. También su uso fue mutando con el correr del tiempo pasando de tributo a los Dioses a accesorio personal utilizado para aportar otra dimensión de sentido a la identidad, entre otros usos menos glamorosos como ocultar los olores propios del cuerpo humano.

Al expandirse el cristianismo y el poder de la Iglesia la utilización de perfumes, por ser considerada como re-curso de seducción femenina, fue condenada. En el siglo XI como efecto insospechado de las Cruzadas, los per-fumes volvieron a ser producidos y utilizados cuando los invasores llevaron a Europa los conocimientos que sobre la materia se habían desarrollado en Oriente Medio.

A partir de este renacer de la perfumería, el desarro-llo de estas sustancias fue creciendo y especializándose hasta llegar a la actualidad en la que miles de fragancias pueblan las estanterías, y otras tantas publicidades nos ofrecen los beneficios, en términos de identidad, que nos otorgaría el uso de alguna de ellas.

Esta idea parte del supuesto de que los diferentes perfumes remiten a otros tantos atributos relacionados con aspectos de nuestra personalidad que queremos destacar o, en caso de no poseerlos, poder simularlos.

Es con este objetivo que los diseñadores de perfu-mes combinan esencias de diferente naturaleza para ob-tener variedad a partir de la interacción de elementos primordiales. Cada una de las sustancias así obtenida se caracteriza por poseer un conjunto específico y es-table de propiedades que le es propio a la vez que la diferencia de las demás.

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Tal es la potencia de los perfumes, en relación con la identidad, que hay quienes utilizan siempre el mismo entendiéndolo como un rasgo característico que los de-fine. En contrapartida, a quienes los percibimos nos sue-le suceder que, al impactar en nuestros sentidos un per-fume conocido, la imagen de quien lo utiliza o utilizaba se nos aparece con una contundencia ineludible.

Con similar contundencia impactan en nosotros aquellas imágenes cuyo autor emerge al primer contacto. Las vemos y al instante sabemos quién es. Otras veces aquello que emerge es un momento, un tiempo particu-lar cuyo perfume convertido en imágenes se hace pre-sente en nuestra mente con evocaciones que trascienden aquellas imágenes que las convocaron.

Ese perfume hecho forma se identifica, en el campo del Arte, con el término Estilo, y se define habitualmente como:

«Manera de escribir o de hablar peculiar de un escritor o de un orador. Carácter propio que da a sus obras un ar-tista plástico o un músico. Conjunto de características que identifican la tendencia artística de una época o de un género o de un autor.»1

Si nos atenemos a las definiciones antes referidas, el estilo en tanto «Manera de escribir o de hablar peculiar de un escritor o de un orador», parece más relacionado con la idea de olor, en tanto este es una de las propie-dades físicas de la materia, es decir que le es propia, particular e irrepetible tal cual es. Siguiendo este razo-namiento, parece entonces pertinente hablar de estilo al

1 Definiciones del término Estilo según la Real Academia Española. ‹https://dle.rae.es/?id=GsFwSJ6›, recuperado el 13.01.19.

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referirnos a la obra de un artista, que busca a través de ella externalizar su interioridad, en tanto tal como nos en-seña Marta Zátonyi

«Entre la idea, el artista y la materia se establece una inte-racción algunas veces atormentada y angustiante pero a la vez activa y vigorosa. Esta acción tensa y compleja, pero también amorosa es la que hace que nazca la forma. Idea, obra, creador… Los tres factores se determinan y estimulan mutuamente.» (2011, p. 117)

La segunda definición de estilo confirma esta idea al definirlo como «Carácter propio que da a sus obras un artista plástico o un músico» y la tercera «Conjunto de características que identifican la tendencia artística de una época o de un género» amplía su alcance al incluir un tiempo y un espacio. Esta relación intrínseca entre au-tor y obra, propia de aquellas prácticas inscriptas en el campo que solemos denominar como Bellas Artes,2tiene otras implicaciones en aquel de las disciplinas proyectua-les. Sin embargo el término estilo parece adecuado para hacer referencia al repertorio de recursos gráficos que caracterizan la producción de algunos diseñadores.

Desde una mirada fuertemente vinculada al campo de la forma, Donis Dondis (2011) en su texto La sintaxis de la imagenacerca una definición que, por lo abarcativa, no termina de caracterizarlo con precisión. Para la autora el estilo sería producto de un conjunto de factores formales y contextuales los cuales determinarían las características

2 El nombre Bellas Artes surge a fines del siglo XVI y se refería prin-cipalmente a la poesía, la elocuencia, el teatro, la pintura, la escultura y la danza. En el siglo XX el lugar de la elocuencia fue ocupado por el cine, pero la idea general de Arte como Bellas Artes no se modificó hasta hoy (Zátonyi, 2007, p. 12).

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de las piezas que este abarca. En un intento por siste-matizar su análisis, propone una serie de recursos que caracterizarían a diferentes estilos paradigmáticos de la historia del arte con el consecuente riesgo de obturar la posibilidad de comprender aquello que subyace en toda obra de arte.

Desde una perspectiva exclusivamente formal este tipo de propuestas pueden sino explicar al menos sí ca-racterizar los diferentes estilos que han ido conformando nuestros imaginarios.

¿Por qué entonces hablar de perfume? ¿Qué puede aportarnos aquello que podría entenderse como un vano eufemismo? ¿Se trata de un mero artilugio retórico o hay algo más en la palabra perfume que permite ampliar el concepto habitualmente utilizado?

En realidad no se trata tanto de comparar ambos tér-minos entre sí con el objetivo —desde ya inútil— de cam-biar uno por otro, sino de comprender la dimensión que el término estilo gráfico adquiere cuando lo pensamos como un perfume. Como una sustancia ajena al objeto en sí mismo, la cual se le incorpora para construir, a partir de este agregado, un nuevo nivel de significación.

La propuesta entonces es poder analizar la forma particular en la que el estilo gráfico participa en las pro-ducciones de Diseño con el objetivo de construir una con-cepción ampliada del término que permita renovar aquel que por diferentes motivos, los cuales se irán analizando a lo largo del texto, aparece hoy como antiguo incluso retrógrado.

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Hay palabras densas, que parecen haber existido desde siempre, que se usan con respeto; sobre cuyo significa-do mucho se ha dicho y escrito, y que se mueven dentro de un territorio limitado, cuasi inmutable. Hay otras, tal vez tan antiguas como aquellas, sobre las que también se ha escrito mucho, pero que no son utilizadas con el mismo respeto, y cuyo significado se desliza por múlti-ples territorios. Ese parece haber sido el destino de los términos Estética y Estilo.

Si nos atenemos a sus respectivas definiciones para la Real Academia Española veremos que estas dos palabras comparten más que un uso resbaladizo. Según leemos en el diccionario de la RAE, ambas tienen