El secreto está en el genio - Rosetta Forner - E-Book

El secreto está en el genio E-Book

Rosetta Forner

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Beschreibung

¿Existe una lámpara con un genio en su interior que cumpla todos tus deseos? La respuesta es SÍ, y está escondida mucho más cerca de lo que te imaginas. Para poder frotarla y despertar al genio tan solo hay que ser uno mismo, mostrarse rebelde ante las obligaciones sociales que quieren imponernos y sentirse por fin libre. Rosetta Forner te ayuda a encontrar el camino que te llevará a (re)descubrir todos los talentos, dones y capacidades que ya tienes para poder liberar tu genialidad.

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Seitenzahl: 402

Veröffentlichungsjahr: 2013

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© Rosetta Forner Veral, 2007.

© de esta edición digital: RBA Libros, S.A., 2013.

Avda. Diagonal, 189 - 08018 Barcelona.

www.rbalibros.com

REF.: OEBO320

ISBN: 978-84-9006-793-2

Conversión a libro electrónico: Víctor Igual, S. L.

Queda rigurosamente prohibida sin autorización por escrito del editor cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra, que será sometida a las sanciones establecidas por la ley. Todos los derechos reservados.

Índice

El Dios Menor

AgradeciHadamente

Prólogo: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

1. Antes de frotar la lámpara, debes saber que, para despertar al genio, hay que tener...

1.1. La libertad de ser «impolíticamente incorrecta»

1.2. El atrevimiento para hacer añicos el techo de cristal

2. Cuando la rebeldía hace posible que los sueños del alma se conviertan en sueños humanos

3. Si la gente fuese ella misma y trabajase en aquello para lo cual tiene talento y es además su pasión, la mediocridad no existiría

4. Acabamos por hallar a los de nuestra manada

5. Los humanos son genios, los humanoides son mediocres

6. El libro. Revelando el secreto del genio

El secreto está en el genio

Naciendo estrellas

Capítulo 1. La comadrona del espíritu humano

Capítulo 2. Si contratas a una reina, todas las damiselas de diadema floja que tienes en la empresa tratarán de hacerle perder la corona... Y los caballeros de armadura oxidada, también

Capítulo 3. Cuando las reinas deciden seguir subiendo por las escaleras del esfuerzo y la constancia como compañeras del éxito laboral

Capítulo 4. El precio de la corona

Capítulo 5. Si es importante saber adónde va un tren, más importante es subirse a él

Capítulo 6. Sueños, visiones... La avanzadilla del alma

Capítulo 7. En busca de la oportunidad perdida...

Capítulo 8. El precio de la máscara

Capítulo 9. ¿Quién se atreve a darle calabazas a la insatisfacción vital?

Capítulo 10. El alma en tiempos del consumismo demagógico

Capítulo 11. La clave para despertar la magia del alma y la verdadera identidad

Capítulo 12. De la libertad a la genialidad. ¿Quién frotó la lámpara...?

7. Ejercicios para despertar al genio

8. Epílogo

Nota

ELDIOSMENOR

METER MCNAB

Poco después de haber creado a la Humanidad, los dioses se dieron cuenta de su error. Las criaturas que ellos habían creado eran muy listas, ocurrentes, llenas de recursos, de habilidades, con una gran curiosidad por saber y un espíritu libre decidido a curiosear y explorar la posibilidad. Esto suponía que sería sólo cuestión de tiempo que comenzasen a desafiar la supremacía de los dioses.

Con el fin de asegurarse su preeminencia, los dioses organizaron un congreso para discutir el tema. Muchos fueron los dioses que acudieron desde mundos conocidos y desconocidos. Los debates fueron largos, puntillosos, animosos y muy espirituales.

Todos los dioses tenían muy claro una cosa: la diferencia entre los mortales y ellos, los dioses, se basaba en la calidad de los recursos o habilidades que ellos tenían. Mientras los humanos tenían ego y estaban preocupados por el aspecto externo y material del mundo, los dioses tenían espíritu, alma, discernimiento y se centraban en su yo interior, nada les importaba más que su desarrollo espiritual.

El peligro residía en que, tarde o temprano, los humanos también querrían esto.

Los dioses decidieron esconder sus preciados dones. Ahora bien, la cuestión era... ¿dónde? Esto fue lo que creó apasionados y largos discursos en la gran conferencia que sostuvieron los dioses.

Algunos sugirieron esconder estos recursos en la cima de la montaña más alta. Pero se dieron cuenta de que, tarde o temprano, acabarían por escalar la montaña.

Hasta en el cráter más profundo de la sima más profunda del océano más profundo acabarían por hallarlos.

Y las minas serían excavadas.

Y las junglas más impenetrables acabarían por revelar sus secretos.

Y los pájaros mecánicos llegarían a explorar el espacio.

Y la luna y los planetas acabarían por ser destinos turísticos.

Hasta el más sabio y el más creativo de los dioses se quedó callado, como si ya no hubiese más avenidas que explorar ni más ideas que encontrar.

En eso que un dios menor, que hasta entonces había permanecido callado, habló: «¿Por qué no escondemos esos recursos dentro de cada humano? Nunca se les ocurrirá buscar allí».

AGRADECIHADAMENTE

Ni uno de mis libros está sin dedicar... Porque hay almas que me acompañan siempre, bien en cuerpo humano o en cuerpo celestial. No existe el tiempo ni las distancias, todo es una suerte de espacio con sus diversos niveles en los que habitamos con nuestra conciencia o esencia hadada. Cada uno piensa como le da la gana y ésta es mi manera. Yo creo que, para venir a la Tierra, nos enfundamos en una entidad humana, y, cuando termina el curso escolar en la Tierra, dejamos el cuerpo y todo lo material para regresar a «casa».

Creo en lo invisible, en aquello que sólo ve el alma.

Creo en las hadas, el alma, la magia, la genialidad, la creatividad, el amor, la alegría, los ángeles...

Creo que somos almas viviendo experiencias humanas.

Creo que somos clanes de almas gemelas y que, de una manera u otra, nos vamos encontrando o reuniendo aquí en la Tierra.

A los de cuerpo humano, a los de cuerpo celestial, a todas esas almas que cruzan sus alas con las mías, y son mi manada a través del espacio-tiempo: mis padres, Eliseo y Rosita, que me dieron la bienvenidHadada, mis hermanos Sergio y Mariola, mis sobrinos Yaiza y Alejandro, mis celestiales Visantet, Viçent, María Roseta y Lola.

A los que comparten alas conmigo: Angela Reynolds (mi agente literario), José Carlos Gutiérrez, Pilar Mügica («una de 50»), Pilar Vidal (diseñadora mágica, mi hada de las telas: www.pilarvidal.com), mi hermanita del alma Ingrid Weiner, mi otra soulsister Patricia Ryle...

A todos esos amadrinHados y amadrinHadas que me han permitido ayudarles a hacer que nacieran sus espíritus humanos. Sin ellos la aventura humana no sería igual de hadada.

A todas esas personas maravillosas que son los lectores de mis libros, gracias hadadas por honrar mi luz hadada.

Espero que este libro «rosettiano» os abra nuevas dimensiones interiores y podáis brillar vuestra hermosa luz a toda genialidad.

Rosetta Forner, 17 de noviembre de 2007

PRÓLOGO

¿QUIÉNLEPONEELCASCABELALGATO?

Si te dicen que, siendo como eres, «no llegarás a nada».

Si te empeñas en no hacerle la pelota al «status quo».

Si te da la risa cuando te dicen que eres un fracaso por no tener tal o cual titulación académica...

Si te echaron de muchos y diversos clubes por no acatar las normas.

Si tu pareja es «ex» porque no quisiste pasar por el aro.

Si no tienes pareja porque estás bien contigo misma/o.

Si crees que la edad cronológica no afecta a la capacidad de pensar, sentir, vivir, reír, divertirte, disfrutar, crear...

Si has decidido tener ideas propias.

Si no te rindes ante un obstáculo.

Si lo vuelves a intentar siempre que no logras tu objetivo.

Si no te importa «volver a empezar».

Si crees que eso de ser mujer o ser hombre es «el traje de identidad humana».

Si consideras que nadie es más ni menos que nadie.

Si usas el respeto para relacionarte con tus semejantes pero pasas del servilismo.

Si te atreves a pensar por tu cuenta.

Si tienes ideas singulares.

Si pasas de que te hagan la ola, la pelota.

Si crees que puedes lograr todo lo que te propongas.

Si quieres que te amen por el SER y no por el TENER.

Si te importa más tu alma que tu cuenta bancaria.

Si crees que los del CdR (Club del Redil) son todos una panda de hipócritas, demagogos, sectarios y atontadores.

Si no sigues a ningún gurú ni gurusa.

Si no te has pasado de una religión a otra sino a tu alma.

Si tienes hijos porque te da la gana.

Si no tienes hijos porque no te da la gana.

Si cuidas y amas a tus padres.

Si te llevas bien con tu familia de origen estelar y humano.

Si crees que «lo que siembras, recoges».

Si te consideras artífice de tu destino (acción y omisión).

Si asumes la responsabilidad sobre los acontecimientos de tu vida.

Si no te importa que te critiquen por no doblegarte a las órdenes de otros.

Si pasas de caerle bien a la gente y sólo te importa quedar bien contigo.

Si te uniste a la persona que ama tu alma pasando de todo.

Si te tomas los fracasos como «resultados no deseados».

Si crees que un traje de mujer no es más ni menos que uno de hombre.

Si la cuenta bancaria o éxito social de la gente te trae al pairo.

Si lo ídem con lo tuyo.

Si tienes criterio propio.

Si estás hasta la coronilla de todos los memos y de todas las damiselas de diadema floja.

Si te gusta innovar.

Si no te resistes a los cambios.

Si aún tienes sueños.

Si estás a punto de tu segunda adolescencia.

Si quieres ser SINGULAR y averiguar si tu lámpara tiene genio...

Si ha llegado la hora de dejar de ir a la escuela tradicional y aventurarte en los dominios privados de tu SER.

Si te encanta ser un hada o un ángel en excursión humana.

Si te lo pasas pipa dándoles en los morros a todos los monstruos del Club del Redil.

Si te encanta llevar la contraria a todos esos que nunca creyeron en ti.

Si escoges en vez de esperar a que te escojan.

Si eres quien eres, y eso te fascina.

Si crees en el alma y pasas de los que te etiquetan de ser la versión ñoña de «la Fuster».

Si te chifla comprarte el bolso que te pasa por la corona y no el que dicen las revistas de moda-engaña-damiselas-dediademafloja que se lleva para que así todos vean «tu cuenta corriente».

Si pasas de ligar aunque por ello piensen que no eres una mujer o un hombre liberada/o.

Si... te gusta ser HUMANO y no HUMANOIDE.

Pregunta: ¿Quién le pone el cascabel al gato?

Respuesta: Aquel que se atreve a abrir las puertas de su ser y vive su vida humana acorde a quien es a nivel de alma.

Mucho he escrito acerca de la importancia de ser uno mismo, de lo decisivo que es aventurarse a descubrir que, dentro, mora la genialidad. No obstante, sin libertad no es posible la genialidad. Y, sin rebeldía, el genio no sale a pasear. La singularidad sólo amanece cuando permitimos que sea el alma la que rija el destino humano, no la SOCIEDAD (la que yo he bautizado como CdR: Club del Redil). No soy un número de la Seguridad Social. No soy una «tarjeta» que ficha en Hacienda y paga el tributo de la esclavitud todos los años. Por no ser no soy ni mi cuenta bancaria, ni mi coche, ni mi casa, ni el barrio donde vivo, ni mis éxitos profesionales, ni mis títulos académicos. Lo he dicho millones de veces, soy un HADA. Ésta es mi misión humana, y me empeño en ejercerla.

Y tú ¿quién eres?

En Pídeme la luna (Planeta, 2007), conté cómo apuntarse a la ESCUELA VIPSS. Parece una contradicción que sostenga, por un lado, que la genialidad no va a la escuela y, por otro, que «cree una escuela VIPSS».

A veces, las cosas no son lo que parecen.

En mi escuela VIPSS se aprende a mandar a la porra a todos los condicionamientos sociales impuestos por el CdR, y, al hacerlo, el genio, o la genialidad que somos, aparece, nace, se muestra, abre los ojos, sale al exterior.

Nunca te tapes la boca.

No te pases tu vida humana siendo un zombi social.

Nadie te agradecerá que hayas malgastado tu vida humana en las cloacas de la inanición emocional. La muerte física sólo duele a aquellos que olvidaron vivir sus vidas. De ahí que la enfermedad sea la alarma que nos avisa que estamos malgastando o malviviendo nuestros destinos humanos. En vez de hacerle caso y averiguar qué nos queremos contar, qué nos pasa o des-pasa, le tapamos la boca con esparadrapo y nos atiborramos de pastillas para así atontar el latido de nuestro primigenio corazón y obtener el Oscar a la mejor interpretación de zombi humano.

Déjalo ya, olvídate de conseguir el premio al mejor. En el CdR nunca te premiarán, pues dejarían de tener argumentos para manipularte y atontarte. Si quieres que se te reconozca, premie, ame, alabe, admire, etc., vete a buscarte y averigua quién eres. Y, una vez lo hayas hecho, ponte el cascabel, verás qué divertido y provechoso es ser el alma que eres de verdad y no la calcomanía de humanoide que había preparado el CdR para ti.

Te animo a que te pongas la corona, asumas las riendas de tu vida y te conviertas en ganador. Todos los integrantes del CdR son unos perdedores.

¿De verdad?

Obviamente. Porque amasar dinero, conseguir premios, prestigio social y lo que quieras a costa de haber renegado de la singularidad y de haber proscrito el alma que somos, no es éxito, sino FRACASO estrepitoso.

Ahora bien, cada uno está en su derecho a apuntarse al tipo de triunfo que quiera. No obstante, recuerda que la Genialidad no va a la escuela... tradicional, porque ésa es la del CdR, y en ella se cargan siempre invariablemente la singularidad, al menos lo intentan. Asimismo, el secreto no está en libro alguno de autoayuda de «tres al cuarto» (me refiero a esos libros que te cuentan cómo triunfar o lograr tus sueños entonando mantras tontos o dándole a las ensoñaciones vanas), sino dentro de ti.

¿Por qué?

Porque en tu interior, en el mío, en el de todos nosotros, están todas las habilidades, los talentos, los dones, el corazón del alma, las emociones, las claves de nuestro devenir humano, las preguntas y las respuestas... Por eso, lo único que necesitas es una «manera» (plan, estrategia, fórmula, protocolo...) para despertar a ese genio que eres en esencia.

Todos tenemos un destino humanamente divino y un alma divinamente humana. No me importa que me tachen de esto o de lo otro, porque forma parte del plan de navegación (era de esperar que, si mostraba mi singularidad, me diesen hasta en el carné de identidad). Me he hecho mayor, he asumido mi misión humana, y disfruto provocando al personal del CdR. A cambio, hay mucha gente que me da las gracias por existir y por mostrarles el camino para ser ellos mismos y disfrutar de su existencia humana. Sólo por esos pocos humanos (cada día son más), merece la pena el esfuerzo. No obstante, si no existiesen, seguiría mereciendo la pena porque lo hago por mí. He venido a la Tierra porque me dio la real y hadada gana, y sólo por eso me siento dichosa. Hago (lo procuro) lo que me pasa por la varita. Me puse la corona para llegar a este mundo y nunca he olvidado quién soy. Pasé por la noche oscura del alma terrena para así saber de primera mano cómo se siente un ser cuando atraviesa el desierto de la desdicha, la ignominia, el fracaso o el olvido de otro corazón. Me gusta ser humana, y me gusta vivir a mi aire. Respeto y admito (incluso me gusta) que haya gente que discrepe de mi pensar o de mí misma. Confieso que hay mucha gente —del CdR— a la que le resulto insoportable, pues mi luz pone en evidencia su mediocridad y eso es «demasié» para sus miserias redileras. Los hay que han tratado, y tratan, de igualarme hacia abajo. ¿Cómo? Comparándose conmigo, y con ellos... a la baja. Eso se nota cuando alguien cuya vida es puro desastre de diadema floja me compara con ella... Supongo que te habrá pasado muchas veces. A veces, se nos iguala a la baja cuando se nos piropea, halaga o reconoce una habilidad, y a continuación la persona alega tenerla también, por ejemplo: «Eres muy inteligente. Pero, no te vayas a creer, ¡eh! Yo también lo soy». No les hagas caso, pasa de ellos, eso sí, después de haberles hecho un corte de corona.

Estoy empeñada en contribuir a que esta Tierra sea un lugar amable donde desarrollar nuestros destinos humanos bajo la supervisión de nuestra divinidad.

© Rosetta Forner, septiembre de 2007

1

ANTESDEFROTARLALÁMPARA, DEBESSABERQUE, PARADESPERTARALGENIO, HAYQUETENER...

1.1. La libertad de ser «impolíticamente incorrecta»

- Si eres como los demás... puede que te acepten como miembro de honor del «Club del Redil», ése acerca del cual Groucho Marx comentó lo siguiente: «No sería de un club que me aceptase como socio». Ser políticamente correcta tiene sus ventajas, pero también su precio, y éste no es otro que el de silenciar el YO genuino y verdadero en muchas y variadas ocasiones. Silenciar, esconder, tergiversar, alienar, disimular o desequilibrar el YO genuino pasa una factura excesivamente elevada a mi entender, a cuyo coste cabe añadir una sensación de vacío y despropósito vital que no estoy dispuesta a darme.

Por el contrario, ser Impolíticamente Incorrecta, o sea, una «IMpINc» (más o menos un galimatías de personalidad revolucionista), supone conservar, airear, elevar, evolucionar y expansionar el YO genuino que, de esta forma, cobra vida y vive en libertad. Por supuesto, la sociedad, o una parte de la misma, nos pasará su factura particular, a saber: críticas y ninguneos varios. Pero... ¿a quién le importa esa factura si la felicidad campa a sus anchas por los latidos de nuestra alma humana? A mí, no.

Nunca se me pasó por la corona la idea de abdicar de mi singularidad aun a pesar de lo mucho que algunos y algunas se aplicaron en alentarme a ello. Suelo decir que a un hada es imposible extirparle o hacerle deponer su identidad por ser ésta conseguida a lo largo de muchos acontecimientos vitales.

Ser genuino, singular y rebelde aporta felicidad, inteligencia, sabiduría, libertad, satisfacción, amor, elasticidad, plenitud, abundancia, magia, risas, sanación, compasión, latidos de inolvidable intensidad y un sinfín de bondades que el alma agradece en su devenir humano. De los rebeldes ha sido el progreso y la salvación de la humanidad.

Rebeldía e ‘IMpINc’ son sinónimos, van unidos.

- La rebeldía, según cuentan, es la característica que separa a los virtuosos de los genios. Larebeldía nos permite abrir las alas del alma y nos anima a dejar fluir la genialidad que reside en los reinos invisibles de la magia y del amor humano. La gracia divina se hace verbo en el latido del corazón cuando éste osa mostrarle al mundo quién es en toda su extensión.

Como dice Clarissa Pinkola Estés en su libro Mujeres que corren con los lobos, si te han echado de muchos clubes, si te han llamado tonta, lerda, o te han tachado de inapropiada, rebelde, inmadura, loca o de ‘IMpINc’, estás salvada: la mujer salvaje (tus instintos, tu singularidad) no te ha abandonado.

O sea, eres afortunada.

Yo lo soy.

Me caracterizo por ser un hada madrina díscola, rompe moldes, absolutamente IMpINc donde las haya, y me va genial, puesto que mostrarle al mundo como eres, un maravilloso cisne, y no un patito feo —como te hicieron creer que eras, simplemente porque no andabas a trompicones como los demás: ésos que dicen y hacen lo políticamente correcto—, es darle alas al alma, es alimentar con genuino amor el corazón de esta vida humana.

- Si te dicen que «no debes, no eres, no puedes, no tienes» y un sinfín de bobadas de ese estilo, mándales con viento fresco a tomar ídem. A mí, sin ir más lejos, otra mujer me tachó de ser «la vergüenza de otras mujeres», y todo porque muestro mi singularidad. Pero ni todos los insultos, ni todas las faltas de respeto o esponsorizaciones negativas me harán desistir de mostrar mi verdadero rostro. Nadie debería esconder quién es. En su lugar, haríamos bien en pasear sin pudor ni miedo alguno la certeza de nuestro pensamiento, carácter, personalidad, sentir y genialidad para contribuir a que éste sea un planeta mejor donde vivir. Si mostramos quiénes somos, otros de nuestra especie se nos unirán, cundirá el ejemplo. Reunirnos con los de nuestra manada del alma, con los que comparten nuestro sentir y escala de valores, con esos donde el latido acerca su sentido mágico, es manjar para el alma, es la medicina que necesita el mundo humano. Dicen que el amor todo lo cura, y es cierto, pero debo añadir que sólo lo logra el que nace de un corazón auténtico. Porque sólo alguien que se atreve a mostrarle al mundo quién es, sólo alguien así sabe amar. Deberíamos desconfiar y alejarnos de todo aquel que no se atreve a ser IMpINc, ya que alguien que no se ama a sí mismo no nos amará, sino que nos esclavizará, esto es, nos conminará a hacernos adeptos del «pensamiento único», y nos querrá esclavos, idiotizados, anulados de nosotros mismos. Para manipular a alguien hay que desposeerle de su genuino sentir. Y eso es algo que nadie debería consentirle a nadie.

Soy un espíritu libre, una IMpINc donde las haya, y animo a todas las almas que habitan sus destinos humanos a que se hagan el regalo de mostrar su verdadero rostro, compartir sus verdadero pensar. Sólo la libertad nos apoyará en nuestro sueño humano de hacer de este planeta un lugar mágico donde compartir el alma divina que somos.

De pequeña solía decir que provenía de un lugar más allá del sol donde no había ni guerras ni enfermedades, donde la gente era genuinamente libre y auténtica. Creo que siempre supe que no hay nada como hacer brillar el alma que uno es para tener una vida feliz y ayudar a Gaia a sanar las heridas que le han inflingido todas esas personas que olvidaron su latido.

- ¿Te atreves a ser una o un IMpINc?Las ventajas son varias; el precio, el que tú decidas. Debo contarte que todo tiene su precio en esta vida. De cada uno de nosotros depende qué tipo de precio estamos dispuestos a pagar. Reconozco que pocas personas son conscientes de la esclavitud emocional, vital y espiritual en la que andan inmersos, y es que por aquello de ganar un sueldo y gastarnos el dinero en lo que queramos —aparentemente, lo de decidir en qué, claro—, ya consideramos que somos libres. Puede. Pero, sin entrar en terrenos socioeconómicos, te diré que creemos ser libres a nivel emocional y, en mi opinión, siempre que actuemos movidos por el miedo o nos dejemos ganar la partida por la desidia y la desilusión, habremos alejado de nosotros la alegría de vivir y la responsabilidad de hacer de nuestros días terrenos una experiencia fructífera.

- Tenemos dos opciones: (a) pensar según nos indican, o (b) pensar según decidamos y consideremos. La opción (a) es aparentemente la que nos proporcionará más placer, puesto que no tendremos que pelearnos con nadie para abrirnos camino con sus «indicaciones». En cambio, la (b) nos parece atractiva pero peligrosa. ¿Peligrosa? Sí, peligrosa porque nos conduce a un camino sin retorno, ya que una vez saboreada la libertad de un corazón genuino, la bondad de un alma abierta, nunca más querremos volver a pasar hambre de nosotros mismos. Dicho de otro modo: nos negaremos a abdicar de nuestra singularidad.

- La traición directa o indirecta de nuestra dignidad conlleva una factura cuyo coste no compensa. Puesto que la traición —sea voluntaria, consentida o inconsciente— nos deja a la intemperie existencial donde no existe amor con el que arroparnos ni compasión con la que cobijarnos cuando el temporal de la Vida nos sacuda con su llanto.

Ama siempre y respeta al ser más importante de tu vida. Y siéntete dichosa y orgullosa de ser quien eres, siempre tú. A pesar de todo, tú, una IMpINc de alas abiertas y luminosa alma.

Deja que la rebeldía aporte su pizca de alegría a tus mañanas de libertad recuperada.

- Recuerda que la integridad es sagrada, que por nada ni por nadie has de traicionarla. No existe nada en este mundo, ni nadie, que merezca semejante afrenta a tu singularidad.

Todos tenemos talentos. Todos tenemos una singularidad única e irrepetible. Sólo desde el ser genuinamente auténticos podemos contribuir a que éste sea un mundo mejor, más humano, más justo y solidario, más amoroso y creativo. Un mundo donde reinase la singularidad sería un mundo de sueños abiertos, de ideas maceradas con aroma de bondad y generosidad.

No prives al mundo de un genuino y raro (único, especial) ejemplar de IMpINc.

Soy una IMpINc, lo reconozco y me encanta. Si tú quieres ser cada día un poco más IMpINc, practica la autenticidad de ser tú misma.

- Atrévete a:

Decirle a alguien lo que te inspira.

Mostrar el rostro de tu alma.

Decir lo que piensas y no lo que otros esperan que pienses.

Vestirte como te dé la gana: ponte ese vestido que te hace sentir reina y celebra que eres un ser humano maravilloso.

- La era de los IMpINc ha comenzado. Abramos la puerta de la libertad y saquemos nuestra singularidad a pasear con osadía, respeto y sinceridad.

Por cierto, ¿por qué IM y no IN delante de «políticamente»? Porque la IN podría ser de Inteligencia, Innovación, Ingenuidad, Independencia, pero yo me apunto a la IMAGINACIÓN, a la Improvisación y a la Impertinencia de ser yo pese a quien le pese.

Cosa de hadas IMmadrinas.

1.2. El atrevimiento para hacer añicos el techo de cristal[1]

- No existe más limitación que la que queramos imponernos a nosotros mismos, y toda aquella que estemos dispuestos a permitirles a todos esos que cruzan, invitados o no, los caminos de nuestra vida humana: «Los perdedores siempre tienen una excusa, los ganadores siempre tienen un plan».

Hace años fui directiva en una empresa de publicidad, pero nunca me topé con el famoso cristal, a pesar de ser mujer y joven. ¿De verdad no hubo techo en mi caso? ¿Cómo pudo ser? Como respuesta diré que suelo invitar a las mujeres a reflexionar acerca de cómo contribuyen, quizá sin ellas ser conscientes, a la existencia virtual de dicho cristal. No estaría de más que las mujeres cambiásemos de «lamento» y, en su lugar, practicásemos la costumbre de reflexionar. De nada sirve culpabilizar a otros de nuestros males si no hacemos nada para cambiar la situación. Las mujeres en el mundo de la empresa pueden crearse cuantas oportunidades quieran. Ahora bien:

- ¿Están las mujeres dispuestas a hacer lo que hay que hacer con tal de lograr la meta o puesto deseado?

Todos y todas estamos en nuestro derecho a querer mejorar, alcanzar la cumbre y el éxito profesional. Pero, dado que a nadie le regalan nada, independientemente de que se sea hombre o mujer, sería mucho más productivo si nos centrásemos en analizar qué y cómo hay que hacerlo para lograr el objetivo en vez de malgastar energías en lamentarnos de esto o de aquello.

- La lamentación no ha de durar más de cinco minutos, y ha de servir exclusivamente para tomar conciencia de que algo no nos gusta. Mi camino no fue fácil, pero tampoco lo es el de los hombres brillantes que quisieron lograr sus metas. Cuando, basándome en mis méritos profesionales, a los 29 años me ofrecieron ese puesto directivo, me encontré al llegar con una mujer en mi departamento que estaba muy rabiosa y enfadada porque me habían dado el puesto por el que ella había «peleado tanto», una pelea que se había circunscrito al perímetro irregular de la envenenada técnica usada por algunas féminas (damiselas de despistada dignidad, diría yo): usar a un hombre como pértiga para saltar hacia la cumbre, es decir, ofrecerse a cambio de promoción. No es lo que abunda, afortunadamente, pero existir, existe. Lamentablemente. Ni mediante la queja ni el ligoteo indigno se llega más y mejor a la cumbre. Más bien al contrario: se alzan barreras para futuras ocasiones en que otras mujeres de digna integridad e inteligente neurona querrán dirigir sus destinos profesionales.

- En lugar de levantar falsos muros de desprestigio, lamentación vana y pérdida de energías, es más productivo analizar cómo podemos lograr la meta anhelada. Teniendo presente que no hay que contribuir directa ni indirectamente a que la sociedad siga pensando que las mujeres son «seres de ideas cortas y pelo largo», como dijo Schopenhauer. Dejémonos de alimentar ideas que sólo merman nuestras habilidades y pintan borrascas tormentosas en nuestros senderos profesionales. Centrémonos en idear estrategias para apoyarnos mutuamente en el mundo profesional y personal. Y, sobre todo, seamos nuestra mejor mentora recordándonos que, si «otro/a pudo, yo también».

2

CUANDOLAREBELDÍAHACEPOSIBLEQUELOSSUEÑOSDELALMASECONVIERTANENSUEÑOSHUMANOS

REBELDÍA

Es la guardiana y defensora de la genialidad. Sin rebeldía, la singularidad no podría mostrar su rostro, y, sin esta expresividad, sólo podríamos ser esclavos, pero nunca almas libres.

La rebeldía es el seguro que creó el alma para no perderse en el proceloso mar de la vida humana, así como no convertirse en redilera.

Si uno desconecta, apostata o reniega de su rebeldía, está perdido, y sólo le queda esconder su despropósito entre las páginas del códice dogmalero del CdR.

La rebeldía nos permite —además de salvaguardar nuestra singularidad e integridad—, compartir con el mundo las obras de nuestra alma, inspirar a otros a mostrar su rostro genuino, contribuir a un mundo más honesto y más confortable para la Humanidad, así como a la esperanza de que un día todos seamos aceptados como diferentes sin que ello sea en detrimento y menoscabo de nuestra igualdad.

La rebeldía es la delatora de la genialidad, de los libertadores de la humanidad, de los pioneros que abrieron caminos inusitados e inimaginables para otros.

El arte ama a la rebeldía.

La esperanza es su amiga.

El amor es su valedor.

La rebeldía es el viento que levanta la risa de un hada cuando su alma es feliz.

© Pídeme la luna, Planeta, 2007.

Todos tenemos sueños.

Todos anhelamos «algo» o a «alguien».

Todos querríamos ser triunfadores, ganadores en algún ámbito, y nunca perder en nada, ni nada, ni a nadie.

Todos querríamos tener unos padres guapos, ricos, triunfadores y poderosos.

¿Todos?

- Existen almas que recuerdan su verdadera naturaleza, conocedoras de las verdades eternas, que deciden vivir existencias humanas «cotidianas» y anónimas. Almas cuya riqueza es la luz que emanan y el amor que procuran a otras almas en su aventura humana.

No hay profesión ni ocupación más digna que otra.

O no debería haberla...

La dignidad es cosa del alma.

- La dignidad es un don o talento que nos traemos al nacer y que nada en la Tierra lo podrá reemplazar. Por consiguiente, ni la fama, ni el dinero, ni el poder, ni las posesiones materiales podrán concedernos su calidez, su magia o su gracia. El amor de otro ser humano podrá devolvernos la memoria de la dignidad en nosotros, pero jamás podrá otorgárnosla en sustitución de la nuestra. La dignidad es un talento propio del alma y, además, es intransferible.

En la sociedad capitalista, competitiva y consumista de este siglo xxi, la dignidad parece haber desaparecido de la faz de muchas empresas, hogares y relaciones humanas. Sin embargo, sin dignidad estamos perdidos.

Hablar del alma es sinónimo de New Age, budismo, cosas esotéricas...

No obstante, ¿qué somos sin alma?

Nada.

Simples sacos vacíos para ser llenados con adicciones, posesiones materiales y cachivaches sin sentido. A los niños se les tapa la boca con juguetes, mientras su corazón sigue desamparado y ausente de todo cariño que le cobije en las noches de soledad terrena. De este modo, desprovistos del alimento del alma, somos presas fáciles. Lo lógico es que el monstruo nos dé alcance.

- ¿Podemos hablar del alma en los tiempos del consumismo y del materialismo demagógico?

Por qué no...

Triunfan los libros que fomentan el victimismo (la solución y la responsabilidad suelen estar fuera, es decir, son ajenas a uno), y alientan la codependencia insana de los gurús y gurusas de turno. Asimismo, proliferan los cursos, cursitos, cursotes, donde se «ofrecen herramientas eficaces arregla-tododesperfecto-humano en un plis-plas». Por lo tanto, asisto al nacimiento de multitud de pseudotécnicas («creadas» por espabilados que, a partir de técnicas eficaces y probadas, deciden hacer el agosto y adjudicarse técnica propia para así engañar más y mejor, generalmente arropados por el marketing «vende todo»). Florecen las fórmulas magistrales que en unos «cinco o siete pasos» (será por aquello de que el consciente no puede manejar más de cinco o siete elementos de información a la vez...), te prometen que tu vida cambiará y ya nadie te conocerá, ni tú mismo... Por cierto, esas fórmulas suelen estar en manos de aprovechados que no caminan lo que hablan: no son ni congruentes ni consecuentes con lo que dicen en sus cursos, conferencias, libros, revistas, programas...

Pero... ¿a quién le importa?

- Al parecer, nadie busca congruencia, pues, de hallarla, la paradoja mostraría su verdadero rostro y tendrían que enfrentarse a sus desaguisados vitales... No son congruentes ni consecuentes con su filosofía de vida. Se trata más bien de un «argumentario nueva era» que queda de película, es políticamente correcto y le viene de perlas a la gran masa crítica de personas que viven en modo referencia externa: están dispuestos a creerse todo lo que les cuentan.

Dado que fui publicista de profesión, pero lo soy aún de «procedimiento», procuro estar al tanto de lo que se cuece en el mercado, y me sigue gustando recabar información con el fin de conocer el perfil de la competencia directa e indirecta que tengo. He de confesar que muchas veces me han entrado ganas de tirar la toalla y mandarlo todo a la m... No obstante, cada vez que estuve tentada me vinieron a la mente las palabras de muchas personas cuyas vidas he inspirado, las cuales forman parte de una nueva masa crítica emergente que está harta de que le llenen el alma de bazofia espiritual de tres al cuarto, y de que pretendan distraerles con fórmulas que no funcionan ni por casualidad. Hombres y mujeres que han decidido hacer suyo eso que puede leerse en los gimnasios americanos «No pain, no gain» («Sin esfuerzo o sin dolor, no hay ganancia»), esto es, han asumido las riendas de su vida y se han embarcado en la noble tarea de pensar. Se trata, en definitiva, de gente que se ha atrevido a pensar y a cuestionar si no será el gurú de turno y sus técnicas lo que no funciona. «Si uno quiere perder peso, lo mejor es calzarse las zapatillas y mover el culo, en vez de quedarse sentado y tomarse unas algas para adelgazar...»

- Cada vez son más las personas que reclaman su dignidad. Cada vez somos más los que le hacemos un corte de corona al Club del Redil. Muchas veces me han comentado que soy tan impolíticamente incorrecta, tan extraplanetaria y tan maverick, que acabarán por «crucificarme» como hicieron con Cristo por atreverme a desgarrar velos de estulticia y arrancar vendas de inmadurez psicológica. Prefiero arriesgarme a esto antes que quedarme sentada mirando para otro lado, fingiendo que no me entero de nada. Siempre he defendido mi libertad, singularidad y dignidad a capa y espada.

- Me he convertido en una defensora de la REBELDÍA como camino para mantener intacta la integridad. Es más, enseño a hacerlo, pues predico con el ejemplo. Tengo muy claro cuál es mi talento y pienso «morir con la varita en la mano». Una sola persona cuya dignidad la haya inspirado uno de mis libros basta para saber que mi misión como hada madrina ha merecido la pena. Dicho todo esto, he de confesar que nunca sé cómo va a ser mi siguiente libro. No tengo ni idea hasta que le veo el rostro... Suele pillarme por sorpresa, y me gusta dejarme sorprender, ello contando con que la vida es la que me inspira y alimenta el alma con material excepcional. Mis historias calan porque me salen directamente del alma, y, de alguna manera, han sido vividas por mí. Hace tiempo, en el transcurso de una entrevista, la periodista me espetó que, a juzgar por cómo hablaba, la vida me debía de ir de maravilla por lo que, a buen seguro, yo tenía que ser una triunfadora al uso. Le respondí que mi vida era tan cotidiana como la de los demás, y que muchas veces me daban calabazas. Mi secreto: me llevo muy bien con la frustración. Y eso me permite fluir con los resultados, tanto los deseados como los no deseados ni buscados. Las cosas no siempre salen como nos gustaría, pero no por ello hay que quedarse atascado en el «resultado».

Hablando de las «calabazas que me dieron en plena corona talentosa» diré que, entre las muchas que recibí cuando quise publicar mis primeros dos libros, hubo una que suelo compartir con la gente por su «carácter premonitorio y vaticinador». La anécdota se actualiza y enfatiza porque, con mi libro LA MALDICIÓN DE EVA (Planeta, 2006) coincidió la publicación en formato bolsillo de mi primer libro, Alas de luz (Booket/Planeta 2006, que ya había sido publicado por primera vez en 1997 por Mandala), que fue objeto de la «calabaza» que me largó un editor de cuyo nombre sí quiero acordarme... en su primera edición. Alas de Luz es mi libro más emblemático («un tesoro», según los lectores que tuvieron la suerte de comprarlo y poder leerlo en sus primeras dos ediciones), en el cual vertí una parte muy especial de mi experiencia y sentir humanos. Un libro que marcó el inicio de un ciclo vital que duró ocho años. Cuando quise publicarlo, las editoriales a las que les envié el manuscrito lo rechazaron. Nunca supe la razón o el porqué del rechazo, puesto que ni me llamaron ni me mandaron una escueta, amable y prefabricada nota de «No, gracias». Sin embargo, hubo una editorial cuyo editor conseguí que se pusiese al teléfono, aunque sólo fuese para darme calabazas en vivo y en directo. Me dijo que «Nunca jamás lo publicaría (¡ahí queda eso!), pero que si lograba engañar a algún editor, y conseguía que me lo publicasen, ¡no vendería ni un ejemplar!». ¡Ahí queda eso!

La predicción NO se cumplió, afortunadamente para mí, y no lo hizo porque yo le hice corte de varita a su «maldición» y lo intenté hasta lograr mi objetivo. Probablemente, de no haber tenido tan claro mi talento, haber creído en mí y poseer esta personalidad tan proactiva, hubiese tirado la toalla, y nunca me hubiese dado la oportunidad de verle el rostro a los 14 libros que por mí han aterrizado en este mundo.

¡A la porra con los espónsores negativos!

Volviendo a Alas de luz, la gente que lo ha leído lo adora, ya que es un libro que enamora el alma. En él hago referencia a la magia que presidió mi infancia, a la luz con la que me arroparon desde antes de asomar mi rostro humano. Muchos me han comentado, a raíz de leer dicho libro, que envidian mi suerte, ésa que se refiere a tener unos padres, una familia que siempre me amó y supo ver y honrar mi luz. Suelo responder que eso es cierto, como también lo es que soy un alma agradecida.

- El agradecimiento es la risa del alma. Por cierto, la mía es legendaria...

Mis amadrinados (coacheados), que se refieren a mí como a su hada madrina, dicen que con sólo oír mi risa se les alegra el día y les cambia el humor.

¡Cuestión de hadas madrinas!

Pero... estábamos hablando de dignidad y de que nunca sé cómo va a ser mi siguiente libro. Con éste me pasó como con algunos de mis otros libros: primero «llegó a mí el título» y luego el tema... He escrito mucho acerca de la dignidad en la pareja, en las relaciones sentimentales... Sin embargo, hasta la fecha no me lancé de lleno a hablar de la misma en el contexto profesional, o sea, en ese otro tipo de relaciones parejiles. Lo cierto es que somos los mismos estemos donde estemos. Lo queramos admitir o no, así es.

- La dignidad en el mundo laboral anda tan perdida como en el mundo relacional de pareja, amistades y familia.

¿Por qué? Los humanos estamos mal, nuestra alma llora. No es políticamente correcto hablar del alma, ni de asuntos del corazón ni de la autenticidad del ser. A lo más que se ha llegado es a hablar de «inteligencia emocional». Sin embargo, acerca de la «inteligencia anímica o del alma» no se teoriza. Ni siquiera el movimiento New Age ha abordado con naturalidad, sensatez y business style el tema del alma en la empresa (al menos en mi opinión, y que yo sepa).

¿Cómo es que se está dando esto?

¿Nos da vergüenza hablar del alma, del inconsciente, de lo intangible del ser humano?

¿Será porque no se sabe hablar del alma si no es «espiritualizándola» o «esoterizándola» y escandalizando a las mentes racionales y sesudas, así como a los espíritus científicos y materialistas del mundo?

¿Será porque sólo hemos oído hablar de ella a gurús venidos del «más allá» no académico, faltos de sensatez, cordura, pragmatismo, profesionalidad, coherencia y contacto con la realidad humana cotidiana?

¿Será porque creemos que es patrimonio de la religión y no queremos ser tachados de religiosos ahora que lo laico está de moda?

Yo soy de esas trainers que se lanza a hablar del inconsciente y del alma en cursos con directivos. Lo asombroso es que sesudos ingenieros, economistas, informáticos, abogados y profesionales diversos terminan leyendo mis libros «inspiracionales», hablando del alma y demás asuntos emocionales. Incluso ha habido quien ha terminado abrazándome y llorando de emoción al leer la dedicatoria que le puse en el libro. Tiene mucho mérito, pues se trataba de hombres, que según sus propios compañeros, no mostraron el más mínimo rasgo de sensibilidad o emotividad... Hasta que llegó un hada a sus vidas, ¡claro!

Por cierto, otra de calabazas: un editor de una gran e importante editorial británica me espetó en plena varita mágica que los libros que yo escribo no interesan a la gente de negocios...

- Las hadas no son cosa seria, ni deberían ser tenidas en cuenta por la gente del mundo business (gente de negocios). ¡Caramba!

Y, si no se nos tiene en cuenta, ¿será por eso que he impartido tantos cursos en empresas y en escuelas de negocios? Será...

Dignidad.

Eso es lo que nos falta.

Nos falta dignidad para ser nosotros mismos.

Diferentes, únicos, singulares, irrepetibles, geniales, políticamente incorrectos, extravagantes, locos...

Almas genuinas alardeando de su singularidad hadada.

3

SILAGENTEFUESEELLAMISMAYTRABAJASEEN AQUELLOPARALOCUALTIENETALENTOYESADEMÁSSUPASIÓN, LAMEDIOCRIDADNOEXISTIRÍA

MIGUEL ÁNGEL

Bajo un sol de justicia, un niño pequeño observa atentamente a un hombre joven que está esculpiendo un trozo de piedra.

«¿Por qué haces eso?», pregunta con curiosidad el niño.

«Porque dentro hay un ángel, y quiere salir», responde Miguel Ángel.

© 77 METAPHORS for teachers

(editado por Crown Publishing, Inglaterra)

¿Puede ser posible?

Así es.

Antes hacía referencia a cómo se escriben y gestan mis libros... inspiradores de almas y alentadores de fuegos personales. A mí, sin ir más lejos, me han tachado de «prepotente, loca, creída, extravagante...» (una de las palabras en inglés que mejor se me adapta es la de maverick). En mi familia siempre supieron que tenían a alguien diferente. Mi madre ha sido una de las mejores espónsores positivas que he tenido y tengo. Ella siempre ha visto mi luz, ha tenido muy claro quién soy a nivel de alma, y se encarga de refrescarme la memoria. Una de las esponsorizaciones mágicas con las que me ha obsequiado a lo largo de todos estos años terrenos es la siguiente: «Yo tenía una niña con una alegría luminosa... Eras tan alegre, tan agradecida, tan feliz... con una risa cantarina...».

La luz y la felicidad que había en mí pueden verse ya en las fotos de mi primer cumpleaños en la Tierra. Cierto es, siempre me sentí muy arropada y amada. Y me sigo sintiendo así.

No nací en una familia adinerada —no creo que me hiciese falta en esta vida—. Como alma experimentada —me he pegado unas cuantas leches existenciales a lo largo de mis diferentes vidas humanas...—, sé que el amor es mejor fortuna que el dinero.

- El dinero se puede pedir prestado, ganar, robar, crear, generar... pero no así el amor. El amor es un don, un regalo que nos hace otra alma. Ni se compra, ni se vende, ni se pide, ni se fuerza, ni se roba... Nunca me ha importado usar mis capacidades de paciencia, tenacidad, persistencia, perseverancia, resistencia, constancia, sacrificio, esfuerzo... para lograr las metas que me he propuesto. La magia de mi infancia es mía. Es mi... ¡tesoro!

Desde niña imaginé mundos mejores donde la guerra, la maldad, el odio, la envidia, la desidia, la corrupción, la ira... no existían. Aún hoy sigo creyendo que esos mundos son posibles. Existen dentro de nosotros, y podemos hallarlos fácilmente si volvemos la vista hacia nosotros, dejamos de lado la «referencia social» y nos decidimos a ser el alma que somos sin tapujos, cortapisas ni gaitas...

Mucha gente me ha «echado en cara» (son esos cuyo Crítico interior es disfuncional, lo cual les lleva a sacar conclusiones sin haber reunido un mínimo de información) que me es fácil hablar así, puesto que he tenido una infancia feliz y nunca he tenido que afrontar ninguna situación grave. Asumen, sin más análisis, que si soy tan feliz, si tengo semejante nivel de alegría, será porque «nunca he tenido problemas», esto es, la vida nunca me ha dado calabazas.

¿Es eso cierto...?

¡Ahí van las calabazas!

He vertido en muchos de mis libros una gran parte de la experiencia personal, vivida en primera persona —ya que, al parecer, mi alma escogió vivir en carne propia aquello que luego enseño a remontar, solucionar, aprender a sortear, reencuadrar... a otros—, y no me avergüenza confesarlo sino que, muy al contrario, me siento tremendamente orgullosa al ver —como diría Clarisa Pinkola Estés—, el ser humano tan maravilloso que tengo que ser para haber sido capaz de superar semejantes desafíos, batacazos y no haberme quedado sepultada debajo de semejante cantidad de calabazas, algunas de ellas muy podridas, con las que me han obsequiado otros congéneres humanos. Sin ir más lejos, en La reina que dio calabazas al caballero de la armadura oxidada (RBA, abril de 2004), permití que mi alma hablase a través de la reina protagonista y contase algo, que no todo, acerca de la enorme y brutal calabaza que me largó el que fue mi marido. Por aquel entonces, lo del mobbing aún no se había hecho famoso, no había trascendido a las consultas de los psicoanalistas. Nunca quise quedarme en una relación manchada de envidia y alterada por los celos que él tenía de mi singularidad, genialidad, alegría, luz o alma. Nunca, mientras duró nuestro matrimonio, quiso psicoanalizarse, le hubiese venido muy bien haber ventilado los demonios de su infancia y adolescencia, los cuales le nublaron el sentido y le confundieron el alma hasta enajenarle el latido de su corazón. Nunca he hablado mal de él, ni lo haré jamás: sencillamente, porque él fue su propia víctima. Nunca me consideré víctima de él ni de nadie. Con él aprendí que cuando alguien no honra mi luz, no debe tener sitio en mi vida.

- Escogemos a nuestros maestros vitales (los buenos y los malos) desde el alma. En mi caso, por una razón que ahora no viene a cuento, le acompañé en esta vida humana el rato que hizo falta hasta que nuestros destinos se alejaron en pos de proseguir cada uno su misión humana.

- Hay que aprender a llevarse bien con la frustración, practicar el no ofrecer resistencia, es decir, fluir.