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Dos europeos, Otto (alemán) y Mateo (griego) desembarcan en Zanzíbar en la mañana del 15 de agosto del año 1900 para ir al rescate de explorador inglés, de apellido Kambert, que había partido de Zanzíbar años atrás para explorar la margen occidental del gran lago Tanganyka.
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Veröffentlichungsjahr: 2016
RUMBO A ZANZÍBAR
En la mañana del 15 de agosto del año 1900, un pequeño vapor de dos mástiles sur-caba velozmente las aguas del Océano Índi-co,, en dirección a la isla de Zanzíbar.
A pesar de la ligera neblina que aún flotaba sobre el mar, se alcanzaban a divisar las costas de esa tierra de promisión. Poco a poco fueron perfilándose las colinas rocosas, aunque cubiertas de vegetación, y hacia un costado el esplendor de una gran ciudad oriental, con sus torres macizas y sus típicos minare-tes.
Cerca del puerto podía apreciarse el palacio del sultán, con sus sólidas murallas, y, un po-co más lejos, el barrio comercial, verdadero emporio donde se acumulan y negocian los productos de la India, África y Europa, y donde viven, en una armonía relativa, mercaderes pertenecientes a las razas más diversas y heterogéneas.
Dos europeos, ubicados en la proa del barco, observaban con sumo interés el aspecto de la ciudad. Si bien ambos conversaban en francés, su porte y su acento permitían dedu-cir que pertenecían a razas distintas.
El de más edad, que aparentaba tener unos cuarenta o cuarenta y cinco años, era alto, delgado, de bigotes y cabellos rubios; por la blancura de su piel parecía dina-marqués o alemán.
El otro, en cambio, bajo y macizo, de tez oscura y cabellos renegridos, aparentaba diez o doce años menos. Mientras el primero ac-cionaba con la flema característica de los sa-jones, el segundo demostraba la extraordinaria vivacidad típica de las razas meridiona-les.
-¡Por fin! -exclamó el rubio al ver delinearse el contorno de la ciudad-. Me estaba can-sando de este viaje.
-Tú siempre has preferido volar entre las nubes, Otto -le contestó el más joven.
-Sí, Mateo. Yo he nacido para navegar entre las nubes, y no para ser un marinero co-mo tú.
-Nosotros los griegos somos todos marinos, mientras que ustedes los alemanes son hombres de ciencia -le contestó riendo su compañero.
-Veremos, sin embargo, cómo nos senti-remos cuando estemos en el centro del África" -añadió el griego.
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