Empoderamiento de las personas mayores institucionalizadas - Carolina Alba Tringali - E-Book

Empoderamiento de las personas mayores institucionalizadas E-Book

Carolina Alba Tringali

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Beschreibung

Este ensayo explora las dinámicas del envejecimiento en personas institucionalizadas y la importancia de fomentar su empoderamiento. A través de un análisis de la vejez como construcción social y las políticas públicas actuales, el texto argumenta que las personas mayores deben ser considerados protagonistas de su vida, incluso en residencias de larga estadía. Se revisan las teorías más recientes sobre atención centrada en la persona, participación activa, derechos de las personas mayores y el marco gerontológico que sostiene estos principios. Este libro es una guía para mejorar la calidad de vida de las personas mayores en las instituciones y quitar estereotipos de viejismo en su rol en la sociedad.

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Seitenzahl: 147

Veröffentlichungsjahr: 2024

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CAROLINA ALBA TRINGALI

Empoderamiento de las personas mayores institucionalizadas

Tringali, Carolina AlbaEmpoderamiento de las personas mayores institucionalizadas / Carolina Alba Tringali. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5631-8

1. Gerontología. I. Título.CDD 362.67

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice de contenido

Introducción

Capítulo 1 - Vejez

1. 1. Principales características de la vejez

1. 2. Eventos que afectan la vejez

1. 3. Ajuste psicosocial de la vejez

1. 4. La institucionalización en la vejez

1. 5. La atención gerontológica centrada en la persona

Capítulo 2 - Institucionalización

2. 1. Nociones generales sobre las instituciones

2. 2. Instituciones totales

2. 3. Políticas sociales en las residencias para adultos mayores

2. 4. La residencia ideal: Instituciones inteligentes

Capítulo 3 - Empoderamiento en personas mayores

3. 1. Empoderamiento en las personas mayores

3. 2. Marco Jurídico – Legal

3. 3. Protección de los derechos de las personas mayores

3. 4. Instrumentos específicos de protección de los derechos de las personas mayores. Resoluciones

Capítulo 4 - Vejez activa

4. 1. Participación en la residencia

4. 2. Aspectos Psicosociales de la participación

4. 4. Actividades de la vida diaria e instrumentales en la residencia

4. 5. Vejez Activa

Capítulo 5 - Conclusiones

Capítulo 6 - Discusión

Capítulo 7 - Recomendaciones

Bibliografía

Autora Tringali Carolina

INTRODUCCIÓN

¿Se considera importante cómo percibe la persona adulta mayor la posibilidad de iniciar un proceso de empoderamiento? ¿Su participación puede convertirse en una actitud activa? ¿El desarrollo de su confianza en sí misma? La ampliación de oportunidades, un mayor acceso a los recursos y control de los mismos. Las formas de participación de las personas adultas mayores son determinantes en la manera en cómo se interrelacionan con su contexto institucional.

Existe al respecto, una amplia información que pueda sustentar una acción coordinada de mejoramiento de los establecimientos de larga estadía, es decir que los considere como sujetos de su propia vida.

La vejez encarna el paso de los años y lo que en ellos haya pasado. Por ello, la vejez dimensionada como fenómeno individual y colectivo amerita una detención reflexiva y el riesgo de un preguntar sostenido acerca del empoderamiento de los adultos en las instituciones de larga estadía.

Centrar el empoderamiento y el fenómeno de la vejez no solo como fase final, sino como etapa fundamental de la existencia, que vincula la totalidad de la vida humana a través de las experiencias y la historia misma de la persona institucionalizada.

El envejecimiento poblacional es un fenómeno creciente y evidente en el mundo. Cada vez son más numerosas las personas mayores y las personas adultas que están en proceso de envejecimiento, acercándose lentamente a la fase final de sus vidas: “La Vejez”.

El empoderamiento tiene que ver con cómo se recupera la capacidad de que un sujeto viva de acuerdo a su derecho propio, su autonomía. Básicamente, cuando hablamos de cómo recuperamos poder en una multitud de situaciones cotidianas, de la vida diaria e instrumentales. Donde uno se da el derecho de gobernarse a sí mismo.

De este modo, “el empoderamiento y la institucionalización de la persona adulta mayor” es relevante, porque se apoya en el hecho del envejecimiento de la población, el cual, por un lado, es uno de los mayores triunfos de la humanidad y por el otro uno de los grandes desafíos del siglo XXI, ya que este, a escala mundial impondrá mayores exigencias económicas y sociales a todos los países.

Las residencias para personas mayores se han consolidado en nuestro país como las respuestas sociales para aquellas personas mayores vulnerables y carentes de redes sociales de apoyo.

En las últimas décadas ha cambiado substancialmente la idea acerca de lo que deberían ser las instituciones para personas mayores y, en especial, las residencias para mayores han modificado el sesgo asilar, a fin de convertirlas en estructuras organizacionales más complejas y humanas. Para cumplir con estos lineamientos se considera importante el empoderamiento de los adultos con el objeto de asegurar un incremento de la calidad de vida en sus residentes.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2002:76), en todo el mundo la proporción de personas que tienen 60 años, y más, está creciendo con más rapidez que ningún otro grupo de edad.

El partido de General Pueyrredón, presenta un envejecimiento avanzado de su población que se ubica, incluso, por encima de los porcentajes del país y de la provincia de Buenos Aires. Envejecimiento que además se ha profundizado en los últimos años.

Este colectivo de adultos mayores obliga a delinear estrategias y abordajes acordes a su impacto en la estructura demográfica, los cuales desde la perspectiva de la Gerontología solo pueden ser concebidos como sujetos de derecho.

Se hace necesario abrir espacios en la política social del país para que esta población mejore su calidad de vida; a través de programas que estimulen la participación activa de la persona adulta mayor en la vida comunitaria, y se promueva un proceso de envejecimiento activo.

Desde el marco de los Derechos Humanos se crearon programas de promoción y de envejecimiento saludable, donde la dignidad, la participación, la autorrealización, los cuidados y autonomía, son derechos fundamentales con impacto y relevancia en la gerontología.

Además, aunque existen mecanismos legales para un cambio de visión sobre esta población, en la práctica aún no se ha logrado evidenciar una actitud de verdadero cambio. Se habla del derecho que tiene la persona adulta mayor de participar en la vida social, económica, política y cultural del país y que pueda compartir sus conocimientos y habilidades con la sociedad, pero no se profundiza en el cómo llegar a una participación activa.

El tema del «Adulto Mayor institucionalizado» es utilizado mucho en la sociedad de hoy en día; y es necesario que se tome en serio la realidad de un número de personas que está siendo cada vez mayor, como consecuencia directa de las crisis económicas, sociales y culturales que ha venido atravesando nuestro país y la provincia a lo largo de la historia, acentuándose sobre todo en las familias por distintos factores (reducción del tamaño de la vivienda, disminución del número del grupo familiar, etc. ) que resulta insuficiente e incompetente para ellos, siendo necesario buscar otras personas que cumplan las funciones para su cuidado.

El objetivo de este libro es la reflexión sobre el empoderamiento de las personas mayores, en las residencias de larga estadía, sus intereses y expectativas que tienen los adultos mayores institucionalizados respecto a sus actividades de la vida diaria e instrumentales, analizar el desarrollo de instituciones saludables e inteligentes, conocer espacios de participación para el empoderamiento e inclusión de la persona mayor en las residencias.

Capítulo 1

Vejez

El objetivo de este capítulo es analizar algunos de los principales procesos y mecanismos mediante los cuales se ha construido socialmente la vejez como una etapa del ciclo de la vida humana. Incluso las ideas biológicas y psicológicas sobre el envejecimiento son susceptibles de un análisis sociológico en la medida en que tienen un impacto real sobre las actitudes y comportamientos sociales generales. Aunque el envejecimiento es un proceso que puede observarse también desde una perspectiva biológica y psicológica, la definición de la vejez como una etapa de la vida, es una construcción social.

Se ha estructurado el marco teórico sobre la vejez en cinco partes. Se realizó una construcción del concepto de vejez, mostrando la relatividad de los criterios empleados en la sociedad contemporánea para establecer la frontera que separa la vejez de la edad adulta y la diferenciación social de las personas que se incluyen en esa categoría de edad. Finalmente, se trabajó algunas de las principales teorías e investigaciones psicosociales, institucionales y de atención gerontológica centrada en la persona, que ilustran diferentes aspectos importantes de su construcción social, la población de edad avanzada no constituye un grupo homogéneo, y el proceso de envejecimiento no ocurre en un vacío, se da dentro de un contexto social.

Se destaca la idea de que la atención centrada en la persona es un modelo profesionalizado que busca cuidar apoyando que las personas puedan seguir teniendo control en su entorno, en sus cuidados y en su vida cotidiana, desarrollando sus capacidades y sintiéndose bien. Un modelo profesionalizado que busca aumentar la calidad de la atención desde dimensiones relacionadas con la calidad de vida.

1. 1. Principales características de la vejez

El envejecimiento ha estado presente en todas las generaciones y en todas las épocas desde que el hombre desarrolló el poder de la reflexión. La vejez como tal no es un concepto nuevo. La razón primordial para que el envejecer esté recibiendo tanta atención, es el cambio sustancial en la composición poblacional que está ocurriendo en diversas partes del mundo hoy día.

La sociedad moderna tiende a definir la vejez principalmente en términos de edad cronológica por conveniencias estadísticas. Arbitrariamente se utiliza la edad cronológica para establecer la demarcación entre las etapas de la vida. La mayoría de las personas tienden a encerrar el concepto en términos de números, de años vividos.

Como edad, se reconoce el número de años vividos, pero se entiende que la edad cronológica de una persona no siempre refleja su verdadera edad física y biológica. La vejez, por tanto no puede basarse solo en el calendario. Desde el punto de vista cualitativo las sociedades modernas cada vez están más rejuvenecidas, y no envejecidas, de modo que el límite actualmente utilizado para cuantificar el fenómeno del envejecimiento, los 65 años, debería ser revisado.

“Envejecer no es un proceso ni singular ni simple; es parte integral del desarrollo biológico y de la secuencia de desarrollo del ciclo de vida que comienza desde la concepción y finaliza con la muerte. El envejecimiento es una parte normal de todo este proceso. Resulta extremadamente difícil señalar cuando comienza la vejez. Esto se debe principalmente a las numerosas diferencias individuales que existen en el proceso de envejecer. El proceso de envejecimiento no es simétrico en la especie ni en el individuo” (Sánchez Hidalgo, 1989).

Cuando se intenta ofrecer una definición de la vejez debe tomarse en consideración el contexto cultural y situacional en donde se da el proceso.

La vejez no tiende a ser vista como una continuación del crecimiento físico y madurez del individuo. Para poder comprender los aspectos del desarrollo de los ancianos, se necesitaba una definición de la vejez. Biólogos, psicólogos, sociólogos, clérigos y otros han tratado de definirla. Finley y Delgado (1981) “señalaron que la vejez, al igual que la niñez, es una realidad de la vida que siempre ha existido. Sin embargo, a diferencia de la niñez, la vejez ha sido virtualmente ignorada por los psicólogos hasta hace poco”. La psicología trata de saber qué es diferente en la gente vieja. Se ha logrado saber cómo se perciben, cómo se sienten. Pero esto no conduce a consejos prácticos, porque no aclara el porqué los viejos hacen lo que hacen y cómo se les puede inducir a hacer otras cosas. “No se sabe por qué quienes disfrutaron la vida de jóvenes, no lo hacen de viejos, si depende del desarrollo, del tiempo que han vivido, del estado de vida que han alcanzado” (Strejilevch, Leonardo, 1998).

Lo único que se sabe es que los viejos no resuelven sus problemas desarrollándose más allá. Dentro de los límites de la psicología de la tercera edad el anciano actúa y se siente joven o viejo dependiendo de qué le pasa y qué hace. El viejo actúa diferente porque tiene que enfrentar situaciones diferentes a las de los jóvenes. De acuerdo con (Birren y Renner, 1977), (Busse y Blazer, 1980) no hay ninguna presión en el campo de la psicología para producir una sola teoría o definición que explique cómo se organiza el comportamiento a través del tiempo. Se considera que todas las teorías que en la actualidad tratan de definir lo que es el envejecimiento son incompletas y limitadas. Más aún en América Latina, en que probablemente se necesitan teorías con variantes, ya que en una significativa proporción el anciano norteamericano goza de seguros y prestaciones que le permiten seguir recibiendo su mismo sueldo o un buen porcentaje del mismo, lo cual no es usual en los países latinoamericanos. En una revisión literaria, Girón Mena (1982), describió en forma extensa las características de la personalidad del anciano, o sea las deformaciones que sufre la personalidad con la vejez, como el desasimiento frente al desarraigo de sus actividades, falta de curiosidad o indiferencia, ambición senil, aburrimiento, tristeza, dependencia, hábitos rutinarios como defensa ante los problemas que se han mencionado, aislamiento, hostilidad, hipersensibilidad y desprecio. Estas actitudes se deben a sentimientos de incapacidad para hacer las cosas que se consideran impropias de la edad. Una sola teoría o definición no puede explicar el envejecimiento, por lo complejo de la naturaleza de los individuos y del proceso.

Birren (1974) dijo “que la vejez, comparte tres aspectos: biológico, psicológico y sociológico, que actúan en ella en forma interdependiente”, opinión que fue compartida por Mikusinskiy Urteaga (1982). Otros investigadores y teóricos como Buss y Blazer (1980), Gress y Bahr (1984) estuvieron de acuerdo con la anterior observación.

Envejecimiento biológico. El envejecimiento biológico se refiere a cambios en estructura y funciones del cuerpo que ocurren durante la vida. Algunos de los cambios en los órganos y sistemas no se pueden ver y ocurren gradualmente. Otros cambios son más aparentes. De acuerdo con Girón Mena (1982), en 1975 Bohen indicó varias causas para el envejecimiento y mencionó en primer término, el proceso de entropía, que establece que, en todo sistema, el grado de desorden tiende a aumentar con el transcurso del tiempo. En este caso se trata del sistema celular. Las células con la vejez se vuelven desiguales y disarmónicas. El desorden comienza cuando el crecimiento termina, o sea a los 20 años, afectando parcialmente a todos los tejidos. Para propósitos operacionales la declinación en el funcionamiento puede separarse en: envejecimiento primario o senescencia y envejecimiento secundario o senilidad Busse y Blazer, (1980); Gálvez Duque, (1984). El envejecimiento primario es un proceso biológico cuya causa principal está enraizada en la herencia. Los procesos de envejecimiento no son iguales ni reconocibles en todas las personas y los que están presentes no progresan a la misma velocidad (Busse y Blazer, 1980). Los factores adversos del ambiente (cigarrillos, polución y ruido) producen trauma físico y enfermedad. Dichos cambios se traducen en pérdida de eficiencia en el funcionamiento y son conocidas como envejecimiento secundario (Gálvez Duque, 1984). El punto de vista biológico es insuficiente para explicar el envejecimiento. Es importante, pero es toda la persona quien experimenta los cambios y responde a ellos. Si el individuo es suficientemente fuerte en otras dimensiones, como en los aspectos psíquicos y sociales, los cambios pueden no ser tan molestos Busse y Blazer, (1980); Gress y Bahr, (1984); Finley y Delgado, (1981). La interrelación de las dimensiones y las diferencias en la dirección de los cambios ayuda a aliviar el impacto del envejecimiento biológico (Sánchez, Carmen Delia, 2005).

Envejecimiento sociológico. El envejecimiento social se refiere a las funciones y hábitos de los individuos en la sociedad. Para los ancianos, esto incluye cambios en normas, expectativas, status social y funciones sociales. La edad social difiere de la edad biológica y psicológica, ya que la primera se refiere a la competencia social, en lugar de ser a la condición física o capacidad adaptativa a que se refieren las otras (Gress y Bahr, 1984).

En este enfoque se han desarrollado teorías funcionalistas del envejecimiento, como son: la economía política del envejecimiento y la teoría de la dependencia estructurada. La teoría funcionalista del envejecimiento se basa en que la vejez es considerada como una ruptura social que se relaciona con la teoría del rol considerada como una pérdida progresiva de sus funciones. En el contexto actual de nuestra sociedad esta explicación adquiere un importante significado, pues a las personas mayores se les considera personas improductivas, no comprometidas con el desarrollo de la sociedad, desprovistas de roles y funciones con lo cual se les produce un aislamiento progresivo (Bury, 1995).

Otra de las teorías explicativas como ya decía en el párrafo precedente, es la economía política de la vejez, que comprende a las personas mayores en las sociedades capitalistas de hoy en día, es decir, en relación a la situación del mercado de trabajo, que en el caso de los adultos mayores consiste en ofrecerles la jubilación (Estes, 1986: 130). Esta alternativa tiene relación, con el aumento de las expectativas de vida y la edad de jubilación. En muchos casos esta propuesta o decisión provoca el retiro involuntario del adulto mayor del mundo del trabajo a temprana edad que es en el caso de los hombres a los 65 y en las mujeres a los 60 años de edad. Su condición de no actividad empuja a los adultos mayores a sentirse improductivos y marginados de la sociedad. La edad de jubilación, o la edad límite para trabajar parte del supuesto que los adultos mayores se encuentran incapacitados para seguir realizando su trabajo lo que en la actualidad se contradice con las expectativas de vida de las personas que se sitúa en los 75 años para los hombres y 81 años para las mujeres.

En este aspecto, podemos decir que existe una gran cantidad de adultos mayores que a los 60 y 65 años de edad sienten que aún pueden realizar sus actividades cotidianas. El retiro voluntario de las personas de las actividades que realizan y no por una jubilación obligada dictada autoritariamente por la sociedad en la cual vivimos, haría que los adultos mayores no se sintieran desplazados ni una carga tanto para sus familias como para la sociedad de la que son parte.