En Una Encrucijada - Patrice Martinez - E-Book

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Patrice Martinez

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En Una Encrucijada

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Veröffentlichungsjahr: 2016

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En una encrucijada

Patrice Martinez

––––––––

Traducido por Luis Manuel Soto Uruñuela 

“En una encrucijada”

Escrito por Patrice Martinez

Copyright © 2016 Patrice Martinez

Todos los derechos reservados

Distribuido por Babelcube, Inc.

www.babelcube.com

Traducido por Luis Manuel Soto Uruñuela

“Babelcube Books” y “Babelcube” son marcas registradas de Babelcube Inc.

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En una encrucijada

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En una encrucijada

Historia corta

Ediciones Phanès

ISBN: 979-10-91877-51-00

Ilustración: Caspar-David Friedrich – El árbol de los cuervos-

Propiedad intelectual © Enero 2016 de Ediciones Phanès

Patrice Martinez

01, allée des Monts d'Olmes 31770 Colomiers (France)

Traducción del francés por: Luis Manuel Soto Uruñuela

El estridente graznido de los córvidos osó romper el discreto canto de una cascada, deslizando sus odas entre rocas y barrancos. Situada entre los escarpados flancos de las montañas, la diosa Eco cantó al unísono los lúgubres graznidos  de los grajos. En medio de un éter frío y húmedo, su negro plumaje se derritió en el obscuro lecho del cañón. Cual Estigia, un río del Hades, el cuello serpenteaba y se sumía en un impenetrable bosque de inmensos robles.

El crepúsculo descendía  y cubría con sus sombríos pliegues esta comarca tan rica y accidentada del Peloponeso.

Un hilo de sangre escurrió de mi nariz adhiriéndose al accidentado terreno  de esta parcela de Arcadia. Me preparaba para irme a los Campos Elíseos y no sentía ningún temor al respecto mientras mi alma se desprendía de ese triste manto de carne y huesos. Mi cuerpo se extendía entre dos rocas cubiertas de musgos y líquenes, con la cuchilla de un soldado arcadiano hundida en mi espalda.

El haber terminado en ese estrechamiento había sido culpa nuestra. Nuestro teniente Amyclas había cometido un grave error táctico al infiltrar los cuerpos expedicionarios en ese cañón, y todo por perseguir a una tropa de hoplitas lacedemonios.

Mi nombre es Aquiles. Aquiles de Halicarnaso, el enano Aquiles, el moloso de Epiro. Fui formado en el combate. Alguna vez fui mercenario, cuentista y pirata, aspiraba a enriquecerme a costa del ingenuo y del orgulloso aristócrata, pero eso fue antes de que fuera reclutado para combatir a las tropas espartanas del comandante Agesilas II.

La única debilidad que se me podía reprochar, era el haber sucumbido a las sirenas de la coalición tebana; Por tres óbolos al día...si no hubiera derrochado mi dinero – ganado con el sudor de mis brazos – En los numerosos Dicteriones[1] de los puertos helénicos, hubiera tenido suficiente peculio para procurarme un navío de pesca y aprovechar las riquezas del Titán Pontos, el dios primordial del mar.

Con un andar torpe,  un córvido  se acercó a mí, saltó hacia mi pierna, me arrancó un fragmento de carne para después lanzarse hacia la cima de un árbol y devorar su comida. Emití un aullido de dolor que se escapó hacía la bóveda celeste. A la luz de un Helios menguando en el borde del mundo, el viento de la montaña huía y llevaba mi pena en dirección de la Argólida. Iluminadas por el sol poniente, los contornos de las nubes se dibujaban de tonos rosados, de amarillo azafrán y de dorados. Recibía a la “bella muerte” para poder irme a los Campos Elíseos...