Esencial - Xavier Guix - E-Book

Esencial E-Book

Xavier Guix

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Beschreibung

TRES GRANDES AMIGOS SINTETIZAN DÉCADAS DE EXPERIENCIA, REFLEXIÓN Y ACOMPAÑAMIENTO EMOCIONAL PARA EXTRAER 21 FUNDAMENTOS DE LA BUENA VIDA. ¿Y si el verdadero bienestar no dependiera de tener más, sino de encontrar una conexión más profunda con nuestra vida? En Esencial, tres referentes del desarrollo personal nos invitan a emprender un viaje interior hacia lo que da sentido, serenidad y plenitud a nuestra existencia. Amor, culpa, gratitud, miedo, transformación… Cada capítulo abre una puerta a la reflexión y ofrece claves prácticas para vivir con más consciencia y menos ansiedad. No se trata de cambiar tu vida en siete días, sino de recordar —paso a paso— lo que siempre ha estado dentro de ti. Porque una vida extraordinaria no es la que lo tiene todo, es la que se vive desde el centro. Desde lo esencial. «En un mundo saturado de fórmulas rápidas, tres grandes pensadores te invitan a redescubrir lo esencial: una vida con sentido, autenticidad y profundidad». — MARIAN ROJAS ESTAPÉ

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Seitenzahl: 348

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ESENCIAL

 

 

© del texto: Xavier Guix, Francesc Miralles y Álex Rovira, 2025

© de esta edición: Arpa & Alfil Editores, S. L.

Primera edición: octubre de 2025

ISBN: 979-13-87833-27-5

Diseño de cubierta: Anna Juvé

Maquetación: El Taller del Llibre

Producción del ePub: booqlab

Para saber más de los autores:

xavierguix.com, francescmiralles.com, alexrovira.com

Arpa

Manila, 65

08034 Barcelona

arpaeditores.com

Reservados todos los derechos.

Ninguna parte de esta publicación puede ser reproducida, almacenada o transmitida por ningún medio sin permiso del editor.

Xavier Guix, Francesc Miralles y Álex Rovira

ESENCIAL

 

 

 

 

«La vida es el arte de dibujar sin tener una goma de borrar a mano».

JOHN W. GARDNER

 

 

 

A Paqui Delgado, por abrirme las puertas de la Alhambra, y convertir Granada en el encuentro de dos almas libres.

XAVIER GUIX

A mis padres, porque me enseñaron la vida a su manera para que luego siguiera o rechazara caminos.

FRANCESC MIRALLES

A mi madre, Carmen Celma Grau, por darme la vida y el amor incondicional.

A mi hermana, Ana Rovira Celma, por ser ejemplo de amor, compromiso y lealtad.

ÁLEX ROVIRA

ÍNDICE

Cubierta

Créditos

Título

Índice

PRÓLOGO. EN BUSCA DE LO ESENCIAL

1. ¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

2. CREER Y CREAR: LA BRÚJULA DE LA VIDA

3. NO TEMER AL MIEDO

4. LA SEGURIDAD PERSONAL

5. HACERNOS AMIGOS DE NUESTRAS EMOCIONES

6. EL AMOR MADURO

7. CRECER CON LOS CONFLICTOS

8. EMPATÍA Y ASERTIVIDAD

9. LA VIDA BUENA: UN VIAJE AL SENTIDO

10. EL DESAFÍO DE SER TÚ

11. MÁS ALLÁ DE LA CULPA

12. LA SUERTE Y LA BUENA SUERTE

13. LA ALQUIMIA DEL PERDÓN

14. GRATITUD

15. EL ESTRÉS: ¿HACER O SER?

16.

IKIGAI

: EL PROPÓSITO DE TU VIDA

17. CAMBIO Y TRANSFORMACIÓN

18. LA CONQUISTA DE LA SERENIDAD

19. ABRAZAR EL MISTERIO

20. ¿QUÉ ES LA REALIDAD?

21. SABER VIVIR PARA SABER MORIR

EPÍLOGO. LAS SEMILLAS DE LO ESENCIAL

AGRADECIMIENTOS

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

Guide

Cover

Título

Start

PRÓLOGO

EN BUSCA DE LO ESENCIAL

Querida amiga, querido amigo:

Al abrir este libro, te invitamos a hacer un viaje. No es un recorrido por tierras lejanas ni una expedición a las cumbres más altas, sino una travesía mucho más ambiciosa: la exploración de tu propia vida en busca de su esencia más profunda.

Te confesamos que, en todos estos años dedicados al desarrollo humano desde diferentes perspectivas —desde la escritura, el asesoramiento y la comunicación, y los tres como conferenciantes y divulgadores—, hemos visto cómo muchas personas viven atrapadas en una paradoja desconcertante: nunca habíamos tenido tanto acceso a información sobre bienestar y desarrollo personal y, sin embargo, nunca nos habíamos sentido tan desorientados.

Abundan las recetas para ser felices, los métodos infalibles para el éxito y las promesas de transformación inmediata. Y, no obstante, algo esencial parece escapársenos entre los dedos.

Quizás ese «algo» sea precisamente lo esencial.

Este libro no te ofrece un nuevo método revolucionario ni promete cambiar tu vida en siete días. Lo que buscamos es mucho más honesto y, creemos, infinitamente más valioso: acompañarte en una conversación íntima sobre los fundamentos que, a lo largo de siglos de sabiduría humana y décadas de nuestra experiencia personal y profesional (entre los tres sumamos más de ciento setenta años…), hemos identificado como los pilares de una vida extraordinaria.

¿Y qué entendemos por extraordinaria? No nos referimos a una existencia de grandes logros externos o de reconocimiento público, sino a una vida vivida con profundidad, consciencia y sentido. Una vida donde el miedo no te paralice, donde el amor fluya con naturalidad, donde los conflictos se transformen en aprendizaje y donde tu autenticidad brille sin obstáculos.

Cuando hablas con personas al final de sus vidas, rara vez mencionan sus títulos académicos o sus posesiones. Hablan, en cambio, de los momentos de conexión auténtica, de las pequeñas alegrías cotidianas, de los actos de generosidad que ofrecieron o recibieron. Hablan, en definitiva, de lo esencial.

Los 21 capítulos que conforman esta obra trazan un mapa hacia ello. Desde la naturaleza de la felicidad hasta el arte de enfrentar la muerte con serenidad, pasando por temas tan fundamentales como el amor, la culpa, la gratitud o el cambio, cada página te invita a pausar, reflexionar y reconectar con lo que realmente importa.

Este no es un libro para leer a renglón seguido, sino para acompañarte durante un tiempo. Te sugerimos que lo conviertas en tu compañero de viaje: léelo despacio, subraya lo que consideres más relevante, anota tus reflexiones en los márgenes. Puedes leerlo de manera convencional, siguiendo el orden cronológico de los capítulos, o bien abrirlo al azar y dejar que la sincronicidad guíe tu lectura; también puedes recurrir al índice y elegir el tema que más te apetezca o que sientas que te resuena en tu momento vital.

Sea cual sea la forma en la que elijas recorrer sus páginas, te invitamos a que dejes que sus palabras te interpelen, te cuestionen y, sobre todo, te inspiren a vivir desde tu centro más auténtico.

Creemos firmemente que, en tiempos de incertidumbre como los que vivimos, no necesitamos más distracciones o evasiones, sino un regreso a lo esencial. Necesitamos volver a preguntarnos por el sentido de la existencia, por el amor, y por todo aquello que, cuando todo lo demás se desvanece, permanece como la verdadera medida de una vida bien vivida.

Puede que algunas de las ideas que encontrarás aquí desafíen tus creencias. Otras quizá confirmen intuiciones e ideas que siempre has tenido. En cualquier caso, te invitamos a mantener una mente abierta y un corazón receptivo. La sabiduría no se impone; se ofrece como una invitación a explorar nuevas posibilidades.

Esencial nació de largas y apasionadas conversaciones entre tres amigos que se quieren de verdad y que viven la existencia con perspectivas diversas pero complementarias. Muchas de nuestras reflexiones surgieron mientras compartíamos un café, caminábamos juntos o simplemente nos preguntábamos, como tú quizá te preguntas a veces: ¿qué hace que una vida merezca la pena ser vivida?

No pretendemos tener todas las respuestas, pero confiamos en que las preguntas que planteamos y las reflexiones que compartimos iluminarán tu propio camino hacia una vida más consciente, auténtica y plena. Por lo menos, las conversaciones que dieron lugar a estas páginas fueron y siguen siendo fuente de inspiración compartida para los tres que escribimos estas palabras.

Porque, en definitiva, lo extraordinario no está en vivir vidas perfectas, sino en descubrir la perfección que ya existe en la imperfecta y maravillosa aventura de ser humanos; en el arte de ir descubriendo, día a día, quiénes somos en esencia: seres capaces de amar, de crear, de transformar nuestras heridas en sabiduría y nuestros miedos en valentía, seres en constante evolución que pueden encontrar belleza incluso en las dificultades de una existencia genuina.

Esperamos de corazón que encuentres en estas páginas no solo ideas que te inspiren, sino también el coraje y la claridad para vivir cada día desde lo más auténtico de ti.

El camino comienza ahora. Y nos alegra poder recorrerlo contigo. Te damos la bienvenida a este viaje hacia lo esencial.

XAVIER GUIX, FRANCESC MIRALLES Y ÁLEX ROVIRA

1

¿QUÉ ES LA FELICIDAD?

Hay un planteamiento que nos seduce, más allá de todo intento de definir qué es eso de la felicidad. ¿Hemos venido al mundo a ser felices? ¿Ya lo somos en esencia? Nuestro paso por la vida, ¿es un intento de ser felices? ¿O la felicidad es un premio que recibimos de vez en cuando? ¿La felicidad se busca o se encuentra?

Lo más probable es que nuestro primer capítulo tenga tantas respuestas como personas se formulen estas preguntas, pues dependerá de las prioridades y necesidades concretas de cada uno. Lo mismo sucede cuando intentamos definir «quién soy yo» o «qué es el éxito».

Las diferentes propuestas que encontrarás a continuación pretenden surfear por diferentes aspectos que nos acerquen a la complejidad del concepto, a partir de su etimología latina, felicitas, que significa sentirse satisfecho, dichoso o contento.

En una fórmula que suele divulgarse, la felicidad es la diferencia entre nuestras expectativas y nuestra realidad. Por ejemplo, alguien que sueña de manera obsesiva con devenir un gran escritor y que, décadas después, solo ha logrado autopublicarse con escasos lectores sería infeliz, al menos por lo que respecta a su carrera, mientras que si alcanza lo alto de las listas debería estar rebosante de felicidad.

Así debería funcionar, según la teoría, si el ser humano fuera mucho más simple de lo que es. Todos hemos visto a personas que, pese a conseguir todo lo que se proponen, están tristes, amargadas, o incurren directamente en conductas autodestructivas.

El mundo de los ricos y famosos está lleno de estos ejemplos.

Por otro lado, hay personas con una existencia de lo más sencilla y humilde —monótona, incluso, a ojos de los demás— que silban de felicidad. Celebran cada momento y parece no faltarles nada.

¿Cómo lo consiguen? ¿Qué hay que hacer para ser como ellos?

En este punto deberíamos volver a las expectativas, porque al final sí tienen que ver con el asunto. Vamos a reformular la fórmula, valga el juego de palabras.

Como ya averiguó Buda hace dos milenios y medio, el deseo conduce al sufrimiento y al dolor. Por lo tanto, la vacuna para la infelicidad estaría en domesticar nuestros deseos o, mejor aún, desear lo que ya tenemos. Toda la filosofía platónica se basa en este juego interminable entre el deseo y su falta. ¿Por qué deseamos algo? Porque nos falta. Una vez obtenemos lo que necesitamos, el deseo muere, dejando un vacío que se llenará con un nuevo deseo.

Las personas con grandes expectativas —sobre su vida, sobre los demás— tienden a ser infelices porque, una vez coronan la cima por la que suspiraban, ya están pensando en la siguiente. La satisfacción por la misión cumplida les dura muy poco, a veces casi nada, porque ya están anhelando algo más, algo mejor.

Estos perfiles, entre los que entrarían personalidades como la de Elon Musk, son eternos insatisfechos. Es una forma de vivir muy beneficiosa para el avance de la tecnología o de las artes, pero nada práctica si lo que quieres es ser feliz.

Las personas sencillas y afortunadas de las que hablábamos antes viven prácticamente sin expectativas. No es que no deseen nada, es que permiten que las cosas sean como son. No se resisten. No pretenden cambiarlas, sino que aportan lo que está en sus manos. En el campo podemos encontrar a menudo este tipo de sujetos. No esperan nada especial de la vida y, por eso mismo, cualquier buena nueva es celebrada como un regalo caído del cielo.

Al mismo tiempo, las personas de naturaleza feliz son muy prácticas a la hora de afrontar las adversidades. Para ellas, las tristezas y los duelos de la existencia se resuelven aceptando que la vida sigue y que lo mejor está por descubrir. Cierto que hay momentos duros y difíciles; no obstante, como reza el viejo dicho, mientras haya vida hay esperanza.

Un amigo psicólogo nos comentaba que, en la aldea de su abuelo, que vivía en las montañas, si a un vecino le cortaban una pierna, al día siguiente acudía a jugar la partida de cartas, como si nada. A fin de cuentas, la pierna perdida no va a volver. Hay que hacerlo lo mejor posible con lo que nos queda.

Quizá se trate de un ejemplo un tanto radical, pero puede servir de contraste para las personas que se ahogan en un vaso de agua.

CREER Y CREAR FELICIDAD

Dedicaremos el próximo capítulo a las creencias como motor de transformación, pero queremos introducir un poco este concepto en nuestro capítulo dedicado a la felicidad, puesto que guarda relación directa con esta tríada de conceptos.

Vivir saludablemente sin expectativas, amando «lo que es», como postulaba Byron Katie, no significa llevar una existencia de conformismo y resignación. Al igual que un cuerpo que no se mueve queda anquilosado, enferma y muere antes de tiempo, también nuestro espíritu, nuestras ilusiones necesitan ser alimentadas a lo largo del viaje de la vida, un camino que implica transformación, reflexión y acción.

Desde esta mirada dinámica, la felicidad se articula en tres grandes ejes: creer, crear y alcanzar. Vamos a detenernos brevemente en cada uno de ellos:

Creer

Las creencias construyen nuestro relato vital y determinan cómo percibimos la realidad. Lo que creemos nos da una dirección psicológica y define qué consideramos posible o imposible. Una creencia es una idea que otorgamos como verdad, y esta verdad puede ser empoderadora o limitadora. Y eso tiene que ver tanto con lo que podemos conseguir como con nuestro grado de felicidad, que es el tema de este capítulo. Para ello puede ser útil que te respondas a estas preguntas:

— ¿Qué crees sobre la felicidad?

— ¿Consideras que la felicidad es una «patraña» para vender más o un estado de plenitud interior que define lo que somos?

— ¿Qué creencias impiden que te sientas feliz?

— ¿Piensas que, si eres muy feliz, las cosas se estropearán y te vendrán desgracias?

— ¿Qué experiencias te han hecho creer que la felicidad existe?

— ¿Qué experiencias te han hecho creer que la felicidad no existe?

Estas preguntas te ayudarán a explorar el trasfondo de la felicidad. Todo aquello que un día fue una experiencia, hoy es una creencia, porque las cosas pueden ser siempre de otra manera. No cambiarán si crees que no pueden cambiar. No cambiarás si crees que no puedes cambiar, porque «la gente no cambia».

Tu creencia de que, con sus imperfecciones, tu vida es dichosa y completa es lo que te permitirá vivirla con felicidad, aunque pierdas cosas por el camino, mientras que la creencia de que otros son más felices que tú o de que deberías ser o estar de otro modo es un pasaporte a la infelicidad. Aunque lo exploraremos a fondo más adelante, ahí dejamos caer esta otra pregunta: ¿Estas creencias limitantes son realmente tuyas o provienen de tu entorno social, familiar o cultural?

Crear

Este es el siguiente paso. Desde nuestras creencias, pasamos a la acción para dar forma a nuestras ideas y convertirlas en realidad. Crear implica compromiso, y este compromiso nace de la confianza. Pregúntate:

— ¿Qué te impide tener confianza en ti?

— ¿Hasta qué punto lo confías todo a los demás? ¿Hasta qué punto solo confías en ti?

— ¿Te entregas con confianza absoluta a la propia vida, o crees que todo depende de ti?

A medida que trabajes con tus creencias, abrirás la puerta a un potencial creativo que puede transformar tu día a día, como verás en el próximo capítulo.

Alcanzar

Esta es la culminación del proceso. Como el agricultor que recoge orgulloso su cosecha, una parte esencial de la felicidad es ver cómo nuestras acciones dan frutos, consolidando el círculo virtuoso: «creo que puedo y, por lo tanto, actúo, consigo y vuelvo a creer». Con todo, quien domina el arte de vivir sabe bien que la existencia no es un éxito continuo. Es consciente de que la vida es una suma de aciertos y errores, de ascensos y caídas. Lo único constante es el cambio, como decían los viejos filósofos griegos, y el aprendizaje continuo, si estás despierto y prestas atención a lo que sucede.

HAY QUE DEJAR CRECER LA FELICIDAD

A menudo, las grandes transformaciones surgen cuando una crisis —ya sea emocional, económica o de salud— sacude los cimientos de nuestra vida y nos obliga a replantear cómo vivimos.

Muchas veces, un momento de intensa infelicidad abre la puerta a una nueva plenitud. Como decía Charles Morgan, que fue un gran magnate de los ferrocarriles y las navieras en Estados Unidos en el siglo XIX, «la felicidad es como un niño, hay que dejarla crecer».

Hay en estas palabras una clave para el asunto que nos ocupa en este primer fundamento. La felicidad no es un estado permanente, sino un camino dinámico que sufre retrocesos —cuando extraviamos la ruta— y avances. Es una tónica, una tendencia vital. Sintonizar con la felicidad es como elegir un determinado canal de radio que nos gusta, aunque a veces se cuelen malas noticias.

En resumidas cuentas, las personas de naturaleza feliz pasarán mucho más tiempo contentas que enfadadas, pero ni siquiera ellas pueden estar siempre en la cresta de la ola. El mismo Sigmund Freud decía que «existen dos maneras de ser feliz en esta vida; una es hacerse el idiota y la otra, serlo».

FELICIDAD Y ALEGRÍA

Quizá no podamos ser felices todo el tiempo, pero sí está en nuestra mano cultivar la alegría de la que participan los perros, los gatos y otros seres con los que compartimos nuestro planeta. La expresan de manera espontánea cuando juegan, cuando están con sus compañeros, cuando tienen una comida que les gusta, cuando llega el momento del descanso y pueden acurrucarse a nuestro lado.

¿Y si hiciéramos lo mismo que ellos para vivir mejor?

Alguien dijo que «la felicidad se piensa y la alegría se siente». ¡Y qué gran diferencia! Mientras que la felicidad a menudo requiere reflexión y análisis —¿Soy feliz? ¿Tengo lo que quiero? ¿Estoy bien conmigo?—, la alegría es inmediata. Se trata de un estallido puro y genuino que nos conecta con el momento presente. Quizá por eso suele decirse que los ladrillos de la felicidad se construyen con pequeños momentos de alegría.

Podemos reconocer la alegría de inmediato: un estadio atestado que grita el gol de un jugador local, la expresión jubilosa de un niño que se divierte, una buena noticia que hace brillar los ojos a quien la recibe.

En la felicidad, en cambio, intervienen muchas cosas a la vez: un estado, una actitud, una manera de ser en el mundo. Es efímera y volátil. De hecho, cuanto más pensamos en ella, más lejos parece encontrarse, como la mariposa que se aleja ante nuestra intención de atraparla.

¿Qué hacer, pues?

Crear alegría nos hace felices

Busquemos momentos de alegría. Mejor que eso, dediquémonos a crearlos. En 1982, Anne Herbert escribió en un mantel de papel de Sausalito la frase: «random kindness and senseless acts of beauty», que podríamos traducir como «actos aleatorios de amabilidad y de belleza sin sentido».

La expresión luego la simplificó como RAK, random acts of kindness, y lo convirtió en una filosofía de vida, que consiste en regalar a personas que no conocemos pequeños actos de bondad. En 1993 publicó un libro sobre sus experiencias en ese sentido.

Veamos tres ejemplos de RAK.

1. En el otoño de 2012, un agente de policía de la ciudad de Nueva York fue fotografiado dando calcetines y un par de botas a un homeless que iba descalzo. La fotografía se hizo viral y animó a cientos de personas a actuar de forma parecida.

2. El mismo año, Ryan Garcia se propuso el siguiente reto en Chicago: hacer cada día un acto aleatorio de bondad, consiguiendo completar 366 RAKs, puesto que era un año bisiesto. Su ejemplo inspiró a muchos otros voluntarios de todo Estados Unidos.

3. Los «cafés pendientes» fue una idea surgida hace más de un siglo en Nápoles, aunque se popularizó a partir de la pasada década. La idea es que, además de pagar tu café, dejas otro pagado para que se lo tome quien no tiene recursos. Este acto filantrópico y cotidiano se extendió a muchas otras ciudades, incluidas algunas en España.

Todas estas acciones, tan bellas como generadoras de alegría, casan con la conclusión a la que llega el protagonista de El viaje de Héctor, una fábula de François Lelord sobre un psicoanalista que busca por toda Francia el secreto de la felicidad. La clave más simple y directa que aprende es esta: «La felicidad es hacer felices a los demás».

LA PLENITUD: UNA MANERA DE VIVIR

En los últimos puntos hemos hablado de una felicidad, alegría o bienestar que viene de nuestra interacción con los demás, con el mundo, con la vida. Sin embargo, ¿es posible gozar de una felicidad interna, independiente de los altibajos de la existencia?

Esta es una pregunta fundamental, porque muchas veces asociamos la alegría o la felicidad a momentos puntuales: cuando la familia está unida, cuando nos sentimos en paz tras haber acabado una tarea, cuando tenemos un buen día. Pero ¿y si pudiéramos ser felices por el simple hecho de serlo?

La felicidad entendida como un estado interior no depende de agentes externos. Nuestro amigo, el psicólogo y terapeuta Antoni Bolinches, por ejemplo, habla de «aceptación superadora»: aceptar lo que no podemos cambiar y, desde aquí, transformar nuestra actitud para vivir con serenidad. Esto es muy diferente de la resignación, que es pasiva y deprimente.

Es, en esencia, lo que decía Jung: si nos resistimos a lo que es, si nos oponemos constantemente a la realidad, la felicidad se vuelve imposible. Aceptar, por el contrario, nos permite soltar el control obsesivo y nos abre a una vida más plena.

¿Y qué es una vida plena? Aquella que es feliz por sí misma, sin necesitar nada más. La felicidad, entonces, se convierte en causa de sí misma: uno es feliz por el simple hecho de serlo. Uno es feliz a causa de nada. Es como reconocer que forma parte de nuestra naturaleza esencial el vivir en plenitud.

¿No es eso, a la postre, lo que andamos buscando detrás de lo que llamamos felicidad?

Una vida «plena» no es lo mismo que una vida «llena». Vivir en plenitud es sentirse saciado por la propia vida. Vivir lleno es como tener un agujero en el bolsillo de los pantalones, que, por mucho que los vayas llenando, nunca será suficiente. Una vida plena es una vida que no necesita nada, ni siquiera ser feliz, porque ya habita en la felicidad.

FELICIDAD AUSENTE Y PRESENTE

Si la alegría es algo inmediato y espontáneo, la gran trampa de la felicidad es que a menudo la vivimos como algo ausente y lejano. Siempre parece que debe llegar en un futuro ideal: «cuando tenga una casa mejor… cuando encuentre la pareja perfecta… cuando tenga un trabajo que me llene…».

Estas expectativas —volvemos a la clave con la que empezamos— nos mantienen atrapados en una espera infinita, como en Esperando a Godot, donde los protagonistas de Samuel Beckett se pasan toda la obra aguardando a alguien que nunca llega.

Esta «felicidad ausente» también se da cuando miramos atrás e idealizamos el pasado. Cuántas veces hemos pensado: «Qué feliz era de pequeño y no lo sabía…». Eso es la felicidad en ausencia, que contrasta con la felicidad en presencia. Esta última solo es posible cuando nos conectamos plenamente con el momento presente, con lo que sucede aquí y ahora, cualquier cosa que sea, sin juzgar ni comparar.

Un cuento publicado en El libro de la toalla, de Allan Percy, ilustra muy bien esta idea: dos excursionistas ven a un hombre sentado en una colina. Durante todo el camino especulan qué puede sucederle: «Quizás está perdido… Quizás está enfermo…». Cuando finalmente llegan y le preguntan qué hace allí, el hombre responde simplemente: «Estoy».

Esta es la presencia pura, el simple hecho de ser, sin más.

RESILIENCIA Y AMOR PROPIO

Puesto que la vida se compone de una retahíla de problemas que deberemos solucionar, la resiliencia tiene que ser, a la fuerza, otra clave de la felicidad. Las personas que han aprendido a superar adversidades suelen ser más felices que el resto, y se nos ocurren al menos dos razones para ello:

1. Han aprendido a «relativizar» los pequeños problemas del día a día. De tanto superar dificultades, no se ahogan en un vaso de agua. Son optimistas con las soluciones porque saben que, en otro tiempo y lugar, pudieron hacerlo.

2. Salvar obstáculos ha cimentado su amor propio. Son conscientes de su valor y eso les ayuda, además, a poner límites. A confiar en uno mismo y a saber decir no. Antoni Bolinches agrega: «Ya que debemos hacerlo, hagámoslo bien». Esta es una actitud esencial: comprometernos con lo que hacemos sin tampoco quedar atrapados en expectativas concretas. En lugar de obsesionarnos con los resultados, debemos apreciar el proceso.

DOLOR Y CONTRASTE

No es posible obviar el papel del dolor en la felicidad. Cuando hay dolor físico, emocional o moral es muy difícil ser feliz. El dolor inhibe la alegría y nos pone a prueba. Sin embargo, también es cierto que la felicidad se aprecia por contraste. Después de una época de soledad, disfrutamos de una nueva relación con más gratitud. Después de una enfermedad, valoramos mucho más la salud.

Este juego de contrastes define muchas de nuestras experiencias de felicidad. Nadie iría a ver a un equipo que ganara el 100 % de los partidos. Es la incertidumbre, la posibilidad de perder, lo que da emoción al encuentro.

Somos seres complejos, llenos de contradicciones, pero también capaces de encontrar luz en la oscuridad.

En la novela El mejor lugar del mundo es aquí mismo, uno de los autores de este libro introducía esta reflexión que llega a manos de la protagonista de la aventura:

Nunca olvides esto: todo sentimiento tiene su reverso.

Sentirse desgraciado es prueba de que se puede estar contento.

Es una buena noticia.

Cuando te encuentras solo, te das cuenta de lo bien que estarías acompañado.

Es una buena noticia.

Tiene que dolerte algo para que valores la felicidad de que no te duela nada.

Es una buena noticia.

Por eso nunca hay que temer a la tristeza, ni a la soledad, ni al dolor. Pues son la prueba de que existe la alegría, el amor y la calma.

Son buenas noticias.

ELECCIONES Y HÁBITOS

Finalmente, la felicidad es también una elección. Hay gente que se esfuerza mucho por sentirse mal. Si eliges la felicidad, debes romper los hábitos que te arrastran hacia la infelicidad y construir una actitud vital positiva.

Amar, servir, aprender y darle sentido a la vida son caminos seguros hacia una vida plena.

Para ayudarte en este viaje, el libro que tienes en tus manos es una invitación a reflexionar, a desaprender lo que te sobrecarga y a redescubrir una felicidad que no se busca, sino que se encuentra.

Y la encuentra quien está dispuesto a disfrutarla.

Como decía el gran maestro vietnamita Thich Nhat Hanh, fallecido en 2022: «Que este momento sea feliz o no depende de ti. Eres tú quien hace feliz el momento, no el momento el que te hace feliz a ti. Con atención plena, concentración y perspicacia, cualquier momento puede ser feliz».

En resumen, la felicidad no es solo una suma de momentos de alegría ni una ausencia de dolor, sino una disposición de espíritu, una actitud, además de un equilibrio complejo entre gratitud, aceptación, presencia y elección. Es un camino personal que cada cual debe recorrer a su ritmo, superando paradojas, introduciendo buenos hábitos y permitiéndose disfrutar tanto del proceso como del resultado.

Hemos iniciado este viaje hacia lo esencial con esta idea: la felicidad no es un punto de llegada, sino una manera de vivir, de estar presentes y de conectar con lo que somos y con lo que nos rodea.

Sigamos, pues la aventura no ha hecho más que empezar.

2

CREER Y CREAR: LA BRÚJULA DE LA VIDA

Las creencias no solo determinan cómo nos percibimos a nosotros mismos, sino que actúan como una brújula que orienta nuestras decisiones y acciones en el mundo. Si creemos que vivimos en un entorno hostil, actuaremos inevitablemente con desconfianza y recelo; si, por el contrario, percibimos el mundo como un espacio repleto de oportunidades, nos mostraremos más receptivos al cambio y al crecimiento personal.

Esta perspectiva nos conecta con la visión de Harry Palmer, creador del método Avatar, quien sostiene que las creencias constituyen la estructura invisible sobre la cual edificamos nuestra realidad cotidiana. Las creencias funcionan como filtros que determinan no solo lo que vemos, sino también lo que somos capaces de imaginar como posible.

Palmer propone un conjunto de ejercicios sobre la conciencia que ayudan a identificar conscientemente las etiquetas mentales que nos hemos impuesto o hemos aceptado de otros, como «no soy suficientemente capaz», «siempre fracaso en lo que emprendo» o «no merezco el éxito». El método invita a explorar nuestras creencias y disponer de la capacidad tanto de crearlas como de descreerlas, para vivir una vida deliberada.

LA PARADOJA DEL CONTROL Y LA CREATIVIDAD

En nuestra sociedad contemporánea, donde se valora excesivamente el control, la planificación minuciosa y la eficiencia calculada, puede parecer contradictorio hablar de la importancia de soltar y permitir. Sin embargo, como sabiamente observó el escritor Aldous Huxley: «La única cosa que necesitamos para ser genuinamente creativos es la capacidad de dejarnos llevar por lo inesperado».

Esta perspectiva encuentra resonancia en el concepto de flow (flujo) desarrollado por el psicólogo Mihály Csíkszentmihályi, quien describía cómo el estado óptimo de creatividad y satisfacción se produce cuando nos sumergimos completamente en el momento presente, abandonando la necesidad compulsiva de controlar cada aspecto del proceso creativo.

Un ejemplo revelador de esta paradoja es el caso de un artista que, después de experimentar una prolongada frustración al intentar plasmar meticulosamente una idea preconcebida en el lienzo, decidió liberar su proceso creativo lanzando pintura de manera aparentemente aleatoria sobre la superficie.

El resultado fue una obra maestra inesperada que no solo superó sus expectativas iniciales, sino que redefinió su estilo artístico y abrió nuevos horizontes expresivos en su carrera.

HACIA UNA ECOLOGÍA DE LAS CREENCIAS

Volviendo al tema de este capítulo, necesitamos crear un sistema de pensamientos que nutra nuestro crecimiento en lugar de limitarlo. Esto implica examinar regularmente nuestras convicciones más arraigadas, preguntándonos honestamente: ¿Esta creencia me está expandiendo o contrayendo como ser humano?

Las creencias potenciadoras actúan como semillas de posibilidad que, adecuadamente nutridas con acción, florecen en realidades tangibles. No se trata de un optimismo ingenuo, sino de una postura existencial que reconoce nuestra capacidad creadora.

Imagina tu mente como un jardín donde algunas plantas (tus creencias) te dan frutos nutritivos, mientras que otras son como malas hierbas que agotan tu energía. ¿No tendría sentido dedicar tiempo regularmente a identificar qué estás cultivando allí dentro?

Muchas personas pasan más tiempo organizando su armario que revisando las creencias que dirigen su vida. Un simple ejercicio que puedes hacer esta semana es anotar las cinco frases que más te repites a ti mismo. Luego pregúntate: ¿Estas frases me abren caminos o me encierran en limitaciones?

Las creencias funcionan como gafas invisibles a través de las cuales vemos el mundo. Si tus gafas tienen un tinte gris, todo lo que mires tendrá ese color. Lo fascinante es que podemos cambiar estas gafas cuando nos damos cuenta de que las llevamos puestas.

Una amiga nuestra solía repetir: «Siempre me cuesta conocer gente nueva», hasta que se dio cuenta de que esta creencia la hacía actuar de forma reservada en situaciones sociales. Al cambiar su discurso por «soy sociable y me gusta conocer a personas nuevas», su vida se transformó radicalmente, y no porque la gente fuera de repente más amable con ella, sino porque ella interactuaba con los demás de forma diferente.

Lo más poderoso de trabajar con nuestras creencias es que no necesitamos convencer a nadie más que a nosotros mismos. A diferencia de muchos objetivos que dependen de factores externos, la transformación de creencias está completamente en nuestras manos. Por supuesto, requiere constanciay valentía para afrontar las resistencias internas que surgirán. Cuando una creencia ha vivido mucho tiempo con nosotros, se aferra como una garrapata, como un inquilino que no quiere mudarse. Pero con paciencia y firmeza podemos mostrarle la puerta y dar la bienvenida a un nuevo huésped más constructivo.

LA PRUEBA DE LA REALIDAD

Un enfoque práctico que nos ha funcionado en los talleres es lo que llamamos «la prueba de realidad». En lugar de pelear mentalmente con una creencia limitante, diseña un pequeño experimento para ponerla a prueba.

Si te dices a menudo: «Nunca termino lo que empiezo», comprométete a completar un proyecto pequeño y documenta todo el proceso. O si piensas: «No le caigo bien a la gente», proponte iniciar conversaciones breves esta semana con cinco personas desconocidas y observa sus reacciones sin filtrarlas a través de tu creencia.

Estos experimentos concretos abrirán grietas en el muro de las limitaciones autoimpuestas.

LA ARQUITECTURA INVISIBLE DE NUESTRAS DECISIONES

Nuestras elecciones cotidianas, desde las más triviales hasta las más trascendentales, están filtradas a través de nuestro sistema de creencias. Cuando operamos desde creencias limitantes como «no merezco ser feliz» o «el éxito siempre conlleva sufrimiento», inconscientemente orientamos nuestras decisiones hacia la confirmación de estas premisas, creando una profecía autocumplida.

En contraste, cuando cultivamos de forma consciente creencias potenciadoras como «merezco experimentar bienestar» o «puedo crear valor para otros mientras me cuido», comenzamos a tomar decisiones alineadas con estas nuevas premisas.

La neurociencia contemporánea confirma este fenómeno a través del concepto de atención selectiva: nuestro cerebro tiende a filtrar la información percibida para encontrar evidencias que confirmen nuestras expectativas preexistentes. Al modificar estas expectativas, alteramos lo que nuestro cerebro considera relevante, cambiando progresivamente nuestra experiencia subjetiva y objetiva de la realidad.

LAS CREENCIAS COMO MOTORES Y OBSTÁCULOS DEL CRECIMIENTO

Nuestras creencias son mucho más que simples opiniones; funcionan como poderosos lentes interpretativos que determinan cómo percibimos la realidad y, en consecuencia, cómo actuamos en ella.

El psiquiatra Eric Berne, fundador del análisis transaccional, conceptualizó las creencias como componentes esenciales de la posición existencial de cada persona, articulada en torno a tres dimensiones fundamentales:

1.Creencias sobre uno mismo: la autoimagen y valoración personal que fundamenta nuestra identidad.

2.Creencias sobre los demás: las expectativas y suposiciones que condicionan nuestras relaciones interpersonales.

3.Creencias sobre la vida: la cosmovisión que da sentido a nuestra experiencia en el mundo.

Berne profundizó en el proceso de formación de estas creencias durante las etapas tempranas del desarrollo. Según su modelo, muchas de nuestras convicciones más arraigadas se consolidaron durante la infancia, a partir de:

— Los mensajes verbales y no verbales recibidos de figuras significativas.

— Las experiencias directas y sus interpretaciones tempranas.

— Los valores explícita o implícitamente transmitidos por las figuras de autoridad.

— Los mecanismos adaptativos desarrollados para navegar por entornos específicos.

Con el tiempo, estas creencias iniciales se automatizan y operan a nivel inconsciente, configurando un «guion de vida» que predispone nuestras decisiones, reacciones emocionales y patrones relacionales. Y lo más llamativo es que muchas de estas creencias fundacionales pueden haberse originado en contextos ya inexistentes o responder a necesidades que ya no son relevantes en nuestra vida actual.

Reconocerlo resulta desafiante y liberador: desafiante porque implica aceptar que operamos parcialmente desde programaciones invisibles, y liberador porque nos permite comprender que estas creencias, al ser construcciones aprendidas, son susceptibles de revisión y modificación consciente.

CUATRO PREGUNTAS PARA TRANSFORMAR TUS CREENCIAS

Para transformar nuestras creencias limitantes es esencial primero darnos cuenta de ellas. Este proceso de «hacer visible lo invisible», como diría Jung, puede facilitarse mediante aproximaciones como el «trabajo» de Byron Katie, que nos desafía con esta pregunta: «¿Quién serías si vivieras libre de la idea de ser quien crees que eres?».

El método desarrollado por Katie, fundamentado en cuatro preguntas esenciales, proporciona una herramienta muy práctica para examinar y disolver las creencias restrictivas.

Puedes ponerlo a prueba con cualquier creencia que consideres que te limita. Solo debes contestar a estas cuatro preguntas en negrita:

1.¿Es verdad? Este primer interrogante nos invita a verificar la validez objetiva de nuestra creencia, distinguiendo entre hechos verificables e interpretaciones subjetivas.

2.¿Puedes saber con absoluta certeza que es verdad? La segunda pregunta profundiza en nuestra tendencia a confundir suposiciones con certezas, invitándonos a reconocer los límites de nuestro conocimiento.

3.¿Cómo reaccionas cuando crees ese pensamiento? Esta tercera cuestión nos ayuda a identificar el impacto concreto que la creencia tiene en nuestras emociones, comportamientos y relaciones.

4.¿Quién serías sin ese pensamiento? La cuarta pregunta nos permite imaginar posibilidades alternativas de ser y relacionarnos, libres de la limitación que nos impone la creencia examinada.

LA DANZA ENTRE CREER Y CREAR

Existe una relación recíproca entre nuestras creencias y nuestras creaciones. Inicialmente, nuestras creencias determinan lo que consideramos posible crear; posteriormente, nuestras creaciones refuerzan o transforman nuestras creencias originales. Este ciclo virtuoso puede convertirse en una espiral ascendente de evolución personal y colectiva.

Como señaló el visionario Buckminster Fuller: «Nunca cambias las cosas combatiendo la realidad existente. Para cambiar algo, construye un nuevo modelo que haga obsoleto el modelo actual». Esta perspectiva nos invita a enfocarnos menos en luchar contra lo que no queremos y más en crear de forma consciente aquello que deseamos manifestar en el mundo.

La brújula de la vida no señala hacia un destino predeterminado, sino hacia el horizonte abierto de posibilidades que emerge cuando alineamos nuestras creencias más profundas con nuestra capacidad creativa.

Si posees la creencia habitual de «no tengo tiempo suficiente» para los proyectos personales que te importan, esto puede mantenerte atrapado en un círculo de postergación y frustración. En lugar de seguir quejándote, prueba a experimentar con la idea contraria: «tengo el tiempo que necesito para lo que realmente importa».

Si comienzas a actuar desde esta nueva creencia, priorizando de forma diferente, poco a poco tu experiencia del tiempo cambiará, creando una nueva realidad que confirmará tu nueva creencia.

Así funciona la danza de las creencias.

Este baile entre creer y crear se manifiesta en los aspectos más cotidianos de tu vida. Piensa en tus relaciones personales. Si crees profundamente que «las personas siempre me decepcionan», encontrarás (¡o crearás!) evidencias para confirmarlo en cada interacción. Pero si cambias conscientemente a creer que «cada persona tiene algo valioso que ofrecer», empezarás a crear interacciones muy diferentes. Y no porque las personas hayan cambiado, sino porque tú te acercas a ellas con una energía y una expectativa diferentes que invitan a respuestas distintas.

Lo más liberador de entender esta dinámica es que nos devuelve nuestro poder personal. En lugar de sentirnos víctimas de circunstancias externas, reconocemos que nuestras creencias actúan como filtros creativos que conforman nuestra experiencia. Como nos dijo una vez un sabio mentor: «Tú puedes no controlar todo lo que te sucede, pero siempre controlas la historia que te cuentas sobre lo que te sucede». Y esa historia, esa interpretación, determina tus próximos pasos creativos.

Para llevar esto a la práctica, te proponemos un ejercicio sencillo: identifica un área de tu vida en la que sientes estancamiento o frustración. Luego, pregúntate: ¿Qué creencia fundamental está operando bajo la superficie de esta situación?

Una vez la identifiques, no luches contra ella directamente. En su lugar, pregúntate: ¿Qué nueva creencia me gustaría cultivar? Y después, lo más importante: ¿Qué pequeña acción creativa puedo realizar hoy que sea coherente con esta nueva creencia?

Puede ser algo tan simple como una llamada telefónica, una conversación diferente o un cambio en tu rutina diaria. Recuerda que las grandes transformaciones comienzan con pequeños actos de creación consciente que, con el tiempo, recalibran todo nuestro sistema de creencias.

EL PAPEL LIBERADOR DEL HUMOR EN LA CREACIÓN

¿Te has fijado en que un buen chiste puede desinflar instantáneamente una situación tensa? Es casi mágico. Un publicista nos contaba que, en una reunión de trabajo particularmente estresante, todos estaban atascados en un problema que parecía irresoluble.

La tensión se podía cortar con cuchillo hasta que alguien comentó: «Estamos tan estresados que parece que estamos desactivando una bomba y no decidiendo el color de un logo».

Esto provocó un estallido de risas y, curiosamente, en los siguientes diez minutos el grupo encontró la solución que llevaba horas buscando. El humor había relajado sus mentes y había abierto canales creativos que la seriedad excesiva mantenía bloqueados.

El sentido del humor funciona como un cambio de perspectiva instantáneo. Es como subirse a un helicóptero en medio de un laberinto: de repente puedes ver el panorama completo y las salidas que antes eran invisibles. Esta capacidad para «saltar fuera del sistema», como diría el filósofo Gregory Bateson, es precisamente lo que hace del humor una herramienta creativa tan potente.

No es casualidad que las personas más innovadoras suelan tener un sentido del humor muy desarrollado; han entendido que la risa es el atajo más rápido para salir de los patrones mentales rígidos.

En este sentido, te proponemos un experimento sencillo. La próxima vez que te enfrentes a un problema que te tiene bloqueado o a una situación que te genera ansiedad, pregúntate: ¿Qué tiene esto de absurdo o divertido? ¿Cómo lo contaría un comediante?

No se trata de trivializar asuntos importantes, sino de encontrar ese punto de vista alternativo que el humor ofrece. Incluso en las situaciones más difíciles, siempre existe algún elemento que, visto desde cierto ángulo, contiene una paradoja o ironía capaz de provocar una sonrisa. Y es precisamente en esa sonrisa donde a menudo se encuentra la semilla de soluciones creativas.

El humor también es un gran antídoto contra el perfeccionismo paralizante. Cuando aprendemos a reírnos de nuestros errores, damos un salto adelante. Solo quien es capaz de cometer errores puede crear algo original.

Cada vez que te encuentres tomándote las cosas demasiado en serio o con miedo al fracaso, búscale el lado divertido a la cuestión. Al fin y al cabo, ¿qué es la creatividad sino un juego serio o, quizá mejor, una seriedad jugada?

LA CREATIVIDAD COMO PRÁCTICA ESPIRITUAL

Crear y creer son actos interconectados de fe en nuestras posibilidades. Cada vez que nos disponemos a crear algo —ya sea una obra artística, un proyecto profesional o una nueva forma de relacionarnos— estamos efectuando un acto de confianza en nuestra capacidad para manifestar algo que aún no existe.

El místico y poeta Rumi expresaba bellamente esta conexión cuando escribía: «Lo que buscas te está buscando a ti». Esta frase nos invita a considerar la posibilidad de que nuestros impulsos creativos no sean unidireccionales, sino que respondan a un diálogo más amplio con la vida misma, que busca expresarse a través de nosotros.

La escritora Elizabeth Gilbert, autora de Comer, rezar, amar y de Big Magic, sugiere que las ideas son entidades cuasi independientes que buscan colaboradores humanos para manifestarse. Desde esta perspectiva, nuestra responsabilidad no es tanto «crear de la nada» como estar receptivos y disponibles para canalizar lo que está emergiendo a través de nosotros.