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Un grupo de jóvenes viajeros, pertenecientes a una élite transnacional que Camila Ponce denomina nómadas globales, se destacaron en un pequeño pueblo por desafiar de manera sutil las normas y expectativas sociales que se impusieron durante la pandemia. Estos individuos, en lugar de adoptar las respuestas convencionales al caos mundial, optaron por un estilo de vida que se alejaba deliberadamente de las directrices oficiales, como el uso de mascarillas o la vacunación. En su lugar, eligieron establecerse en comunidades rurales, priorizando actividades deportivas y evitando las presiones sociales tradicionales. Este libro surge de las observaciones realizadas durante la pandemia en Egipto, un contexto en el cual la crisis global sirvió como telón de fondo para la identificación de un fenómeno social emergente. Sin emitir juicios sobre las decisiones de estos jóvenes, la autora se propone analizar críticamente el fenómeno, que ha ganado visibilidad a través de las redes sociales, y cuestiona los modelos de vida y los valores convencionales. Este movimiento replantea las nociones de éxito, responsabilidad y madurez en una sociedad globalizada pero profundamente fragmentada. A través de un enfoque multidisciplinario desde las ciencias sociales, la obra busca documentar y comprender las implicaciones de este fenómeno en la configuración de las juventudes contemporáneas y en las estructuras sociales en las que se insertan. Explora cómo estos nómadas globales representan no solo una respuesta alternativa a las crisis del presente, sino también una reconfiguración de las identidades y trayectorias juveniles en un mundo que enfrenta desafíos inéditos.
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Seitenzahl: 127
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Un grupo de jóvenes viajeros, pertenecientes a una élite transnacional que Camila Ponce denomina nómadas globales, se destacaron en un pequeño pueblo por desafiar de manera sutil las normas y expectativas sociales que se impusieron durante la pandemia. Estos individuos, en lugar de adoptar las respuestas convencionales al caos mundial, optaron por un estilo de vida que se alejaba deliberadamente de las directrices oficiales, como el uso de mascarillas o la vacunación. En su lugar, eligieron establecerse en comunidades rurales, priorizando actividades deportivas y evitando las presiones sociales tradicionales.
Este libro surge de las observaciones realizadas durante la pandemia en Egipto, un contexto en el cual la crisis global sirvió como telón de fondo para la identificación de un fenómeno social emergente. Sin emitir juicios sobre las decisiones de estos jóvenes, la autora se propone analizar críticamente el fenómeno, que ha ganado visibilidad a través de las redes sociales, y cuestiona los modelos de vida y los valores convencionales. Este movimiento replantea las nociones de éxito, responsabilidad y madurez en una sociedad globalizada pero profundamente fragmentada.
A través de un enfoque multidisciplinario desde las ciencias sociales, la obra busca documentar y comprender las implicaciones de este fenómeno en la configuración de las juventudes contemporáneas y en las estructuras sociales en las que se insertan. Explora cómo estos nómadas globales representan no solo una respuesta alternativa a las crisis del presente, sino también una reconfiguración de las identidades y trayectorias juveniles en un mundo que enfrenta desafíos inéditos.
Camila Ponce Lara. Investigadora sénior en la Universidad de Ostrava, República Checa. Obtuvo su doctorado en Sociología en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (EHESS), París. Durante su carrera, ha sido investigadora posdoctoral en la Philipps-Universität Marburg, Alemania. También ha ejercido como profesora e investigadora en diversas instituciones académicas, como la Universidad Católica Silva Henríquez y la Universidad Central de Chile. Sus investigaciones se centran en temas relacionados con las juventudes, los movimientos sociales, el feminismo y el extractivismo. Recientemente publicó el libro Desde las calles a la Moneda. Liderazgo estudiantil y transformación política en el Chile contemporáneo (2024).
CAMILA PONCE LARA
¿ETERNAMENTE JÓVENES?
Nómadas globalesen tiempos de cambio
Para los jóvenes del Máshrek.
It’s so hard to get old without a cause
I don’t want to perish like a fading horse
Youth’s like diamonds in the sun
And diamonds are forever
Alphaville, “Forever young”
Any place is better
Starting from zero, got nothing to lose
Maybe we’ll make something
Me, myself, I got nothing to prove
Tracy Chapman, “Fast car”
La renta, el sueldo
El trabajo en la oficina
Lo cambié por las estrellas
Y por huertos de harina
Me escapé de la rutina
Para pilotear mi viaje
Porque el cubo en el que vivía
Se convirtió en paisaje
Calle 13, “La vuelta al mundo”
Mantén la mente abierta y absorbe la experiencia.
Y aunque duela, es probable que merezca la pena
The Beach, 2000
La idea para este libro ha estado presente en mi mente durante mucho tiempo. Tal vez, en cierto sentido, sentía que le daba menos importancia en comparación con mi tema de estudio principal y que había ido a investigar a Egipto en un comienzo: los jóvenes activistas de la plaza Tahrir que formaron parte de las movilizaciones del mundo árabe en 2011. Sin embargo, desde el momento en que puse un pie en la localidad egipcia de Dahab, supe que había algo significativo que debía ser capturado y que aún no se había escrito.
Quisiera expresar mi más profundo agradecimiento a todos los amigos y conocidos que encontré en esa ciudad, especialmente a aquellos que me brindaron su ayuda de diferentes maneras y con quienes compartí incontables momentos: Penélope, Víctor, Franz, Medhat, François, Giorgia, Amna y Kelly.
También quiero agradecer a quienes hicieron posible mi viaje a Egipto en ese momento. En particular, agradezco a mis colegas Nicolás Fleet y Juan Fernández, quienes facilitaron que pudiera llevar a cabo este proyecto. Asimismo, a colegas y amigos que han estado a mi lado en diferentes etapas de ese proceso, especialmente Norma Muñoz, Mounia Boukhoms, Rodrigo Torres, Gemita Oyarzo, Natalia Miranda, Camilo Tamayo, Amalia Hernández, Gabriela Velásquez y Claudio Varas. Agradezco también al equipo de Editorial Biblos. A Marina por sus comentarios y a Carles Feixa por su prólogo.
Finalmente, a mi familia, especialmente a mi madre, por estar siempre presente y apoyarme en todos mis proyectos, por más descabellados que sean. A Ferry, por acompañarme en este viaje, y a Olivia por su sonrisa constante y por recordarme siempre lo esencial de la vida.
Barcelona, febrero de 2025. Empiezo a leer el fascinante ensayo de Camila Ponce coincidiendo con la alucinante propuesta de Donald Trump para solucionar el conflicto palestino-israelí desplazando a los gazatíes fuera de Gaza (sobre todo a la península del Sinaí egipcia, el locus etnográfico del presente libro), para reconstruir el hábitat en ruinas en el que se ha convertido la franja, creando una riviera para el turismo de élite norteamericano y global, cual parque temático a beneficio de Airbnb (o de la Trump Corporation). Lo hago justo antes de participar en una sesión de cine-foro con estudiantes de secundaria sobre La ola, el célebre filme de 2008 que sigue la creación de un movimiento juvenil de signo autocrático durante una semana de proyectos en un instituto alemán (inspirándose en un caso real sucedido en California en 1967). La proximidad geográfica entre Gaza y Dahab, así como la proximidad conceptual entre la distopía pandémica y la distopía trumpiana, sitúa a los nómadas globales –o globalizados– en el centro del debate, y al libro que el lector tiene en sus manos en una privilegiada posición de rabiosa y triste actualidad.
El Cairo, noviembre de 2017. Cuando visité la plaza de Tahrir, a raíz de mi participación en un proyecto de investigación europeo sobre los jóvenes en los países MENA (Middle East and North África) tras la primavera árabe, el espacio había sido reurbanizado para evitar que pudieran repetirse las acampadas, y las esperanzas despertadas por la revolución se habían desvanecido en casi todos los países árabe-musulmanes, preparando el terreno para la emergencia de sistemas de nuevo autocráticos –y gerontocráticos–. La revuelta que despertó las esperanza de toda una generación árabe y global se había convertido en un vano recuerdo, aunque los jóvenes que entrevistamos en Egipto, Líbano, Argelia, Túnez y Marruecos todavía evocaban los meses en que consiguieron derrocar a regímenes que parecían eternos, pero acababan refugiándose en la sociabilidad cuasi clandestina de las contraculturas, en el yihadismo, o jugándose la vida cruzando el Mediterráneo –la mayor fosa humana del planeta– para llegar a Europa.
Bilbao, mayo de 2019. Coincido con Camila Ponce en la conferencia internacional Sharing Society sobre el impacto de las acciones colaborativas colectivas en la transformación social, organizada en Bilbao por mi colega y amigo Benjamín Tejerina, donde ella expone sus investigaciones sobre los movimientos sociales en Chile. Le presento a mi amiga Abeer Musleh, que está intentando hacer lo mismo en Palestina. Poco nos imaginamos entonces que en pocos meses esas acciones colaborativas colectivas se convertirían en un requisito para la superación de una pandemia global.
Santiago de Chile, octubre de 2019. Viajo a Chile invitado por Camila para impartir un curso de doctorado en la Pontificia Universidad Católica Silva Henríquez, que ella coordina. Tenemos ocasión de compartir las vivencias de los movimientos juveniles en Chile y Cataluña, poco antes de la pandemia. En una entrevista que me hace y se publica en la revista Temas Sociológicos, conversamos sobre el impacto de las nuevas tecnologías entre la juventud globalizada, la evolución de los movimientos juveniles y los retos de la globalización. Respondiendo a su interpelación, afirmo: “En la última década, más bien en los años 2000, a raíz de la emergencia de las nuevas tecnologías e internet, vuelve a ponerse de moda el término de generación, en este caso muy vinculado a las innovaciones en la tecnología, que presuponen que, en este caso, la noción clave es la de «vuelta o giro generacional», es decir, que los jóvenes pasan por delante de las generaciones adultas en el acceso a las innovaciones más importantes y por tanto actúan como frente de vanguardia que va experimentando con algunas nuevas tecnologías: el chat, los SMS, el celular, los smartphones, las tabletas, el WhatsApp, Facebook, Instagram… Casi todas las innovaciones de las tecnologías en los últimos veinte años han sido primero experimentadas en grupos adolescentes-juveniles y las que han tenido éxito se trasladan luego al mundo adulto, a las generaciones más ancianas, y cuando son apropiadas por adultos los jóvenes exploran nuevos territorios”.
Lleida, marzo de 2020. Paso los primeros meses de la pandemia del COVID-19 confinado con mi esposa, mi hija a punto de cumplir dieciocho años y una amiga suya. Les propongo que escriban un diario compartiendo su experiencia, del que acabará publicándose un libro (Adolescentes confinad@s), donde esbozo una reflexión sobre lo que denomino “generación viral”. Uso el adjetivo “viral” en el doble sentido del término: la generación que experimenta su tránsito a la vida adulta –o la imposibilidad de llevar a cabo dicho tránsito– en medio de las restricciones impuestas por el coronavirus, y la generación que experimenta la intensificación de las conexiones en red, las fake news y las informaciones virales que impiden distinguir la verdad y la mentira. La pandemia como rito de paso que marca a toda una generación, como acontecimiento equivalente a las guerras y revoluciones que marcaron a generaciones pasadas, como experimento de reclusión en un espacio confinado y como búsqueda de liberación a través de la hiperdigitalización, sacando a la superficie problemas latentes de salud mental, que emergerán cuando el coronavirus empiece a remitir.
Belén, diciembre de 2023. Viajo a Palestina en el marco de un intercambio Erasmus. La pandemia ha intensificado lo que ya era una situación insostenible: la esperanzada generación Oslo ha dado paso a una escéptica generación posintifada, que vive en un limbo insostenible, cada vez más agobiada por la presión de los colonos y de la extrema derecha ultrarreligiosa israelí, y decepcionada de los propios dirigentes palestinos, incapaces de plantear alternativas. Visito Jerusalén y Hebrón, y constato el contraste entre estilos de vida de jóvenes palestinos e israelíes equiparables a la cultura juvenil global, y al mismo tiempo un preocupante proceso de reclusión en la propia identidad monocultural y de atracción por soluciones autoritarias o nihilistas. No puedo ver el mar, pero los olivos, el aroma y la gente me hacen sentir en mi casa mediterránea.
Melbourne, julio de 2024. Vuelvo a coincidir con Camila en el congreso mundial de sociología, en el que los efectos sociales y psicológicos de la pandemia se hacen evidentes, y en los que reflexionamos sobre los efectos del nuevo autoritarismo mundial. Camila me cuenta que está haciendo una estancia posdoctoral en Alemania y que ha pasado un tiempo en tierras egipcias haciendo trabajo de campo; nos proponemos mantener el contacto.
Barcelona, febrero de 2025. Leo de un tirón el libro de Camila Ponce. Se trata de un ensayo breve y por ello dos veces bueno, pues incorpora una triple originalidad. En primer lugar, supone una lúcida reflexión teórica sobre la juventud del siglo XXI, en la que rescata ideas de autores como Bauman, Hall, Han, Reguillo, Žižek, entre otros, para elaborar un discurso propio sobre el alargamiento de la juventud. En segundo lugar, comparte historias de vida de jóvenes adultos –adultescentes– de distinto pelaje, con quienes coincidió en un lugar marginal –una población costera del Sinaí– en un tiempo marginal –la pandemia–. Se trata de una quincena de jóvenes egipcios y de otras muchas partes del mundo, que decidieron aislarse durante ese período viral, compartiendo su pasión por los deportes marinos o de aventura (buceo, surf, escalada, etcétera), evadiéndose de las restricciones de la pandemia, pero experimentando al mismo tiempo intensamente los rumbos del capitalismo informacional, basado en un individualismo extremo y la hiperconectividad, paradójicamente un efecto no deseado de las revueltas de 2011. En tercer lugar, supone una aportación sumamente original a los ya numerosos estudios sobre la juventud durante la pandemia, pues además de situarse en un espacio-tiempo excéntrico, lo hace observando aspectos sumergidos –procedentes del fondo del mar– y al mismo tiempo emergentes –precursores de futuro–. Se trata en suma de una observación densa, a la manera de Clifford Geertz, que retrata holísticamente una subcultura glocal, desde la infraestructura ecológica y económica a la superestructura espiritual, pasando por la organización social resultante. La opción por una escritura ágil y un texto conciso contribuye a que se trate de una lectura amena y al mismo tiempo densa, altamente recomendable.
Invito al lector a olvidarse por una tarde de los virus –biológicos o informáticos– y sumergirse en las historias de Dahab. Los relatos de Jerome, Keely, Anna, Patrick, Fernando, Dana, Samuel, Natalia, Yasmin, Tariq, Amira, Samir, Karim y Salma nos hablan del futuro de la juventud y del futuro de nuestra sociedad. Nos hablan de ellos (de los nómadas virales), pero también nos interpelan a nosotros.
Este libro comenzó a tomar forma en mi mente durante los inciertos meses de la pandemia, un período que, para muchos, representó un punto de inflexión a nivel global. En mi caso, ese momento de crisis me condujo a una pausa inesperada en Egipto, un país que, lejos de ser solo un lugar de tránsito, se convirtió en el escenario propicio para observar este fenómeno social emergente. Mientras intentaba avanzar en una investigación que se vio inevitablemente ralentizada, me encontré bloqueada durante varios meses en un pequeño pueblo particularmente preferido por un grupo de personas cuya manera de enfrentar la pandemia me intrigó profundamente.