Excombatientes y fascismo en la Europa de entreguerras - Ángel Alcalde Fernández - E-Book

Excombatientes y fascismo en la Europa de entreguerras E-Book

Ángel Alcalde Fernández

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Beschreibung

Hitler y Mussolini combatieron en la Primera Guerra Mundial, así como muchos otros nazis y fascistas, brutalizados por su experiencia de lucha en las trincheras. En la Europa de entreguerras, el ascenso del fascismo vino acompañado de los problemas de reintegración de millones de veteranos. Mutilados, condecorados, resentidos por la derrota o insatisfechos con los réditos de la victoria, se organizaron en potentes asociaciones y movimientos sociales. No obstante, una amplia mayoría de los excombatientes jamás apoyaron el fascismo y demostraron, en cambio, inclinaciones pacifistas y democráticas. Los historiadores se han topado muchas veces con esta paradoja: si bien muchos fascistas eran excombatientes, muy pocos excombatientes se convirtieron en fascistas. Para resolver este enigma, este libro es el primero en estudiar profundamente, con iluminadores detalles y una amplia narrativa, la relación entre los veteranos de guerra y el fascismo a nivel europeo a través de los casos de la Italia fascista, la Alemania nazi, la Francia de Vichy y la España de Franco. La violencia política; los estereotipos, mitos y discursos sobre los veteranos de guerra; las redes de contacto entre excombatientes y fascistas que se extendieron por todo el continente, y los avatares de la política internacional que condujeron a nuevos conflictos bélicos como la Segunda Guerra Mundial se desgranan como factores fundamentales para entender uno de los periodos más trágicos de la historia de Europa.

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HISTÒRIA / 197

DIRECCIÓN

Mónica Bolufer Peruga (Universitat de València)

Francisco Gimeno Blay (Universitat de València)M.ª Cruz Romeo Mateo (Universitat de València)

CONSEJO EDITORIAL

Pedro Barceló (Universität Postdam)

Peter Burke (University of Cambridge)

Guglielmo Cavallo (Università della Sapienza, Roma)

Roger Chartier (EHESS)

Rosa Congost (Universitat de Girona)

Mercedes García Arenal (CSIC)

Sabina Loriga (EHESS)

Antonella Romano (CNRS)

Adeline Rucquoi (EHESS)

Jean-Claude Schmitt (EHESS)

Françoise Thébaud (Université d’Avignon)

Esta publicación no puede ser reproducida, ni total ni parcialmente, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, ya sea fotomecánico, fotoquímico, electrónico, por fotocopia o por cualquier otro, sin el permiso previo de la editorial.

© Ángel Alcalde, 2022

© De esta edición: Universitat de València, 2022

Publicacions de la Universitat de València

http://puv.uv.es

[email protected]

Coordinación editorial: Amparo Jesús-María Romero

Ilustración de la cubierta:

‘Stahlhelm Besuch bei den Faschisten’ (Erich Schilling),

Simplicissimus, 2 Diciembre 1929.

Imagen cortesía de Herzogin Anna Amalia Bibliothek, Projekt Simplicissimus Online.

Diseño de la cubierta: Celso Hernández de la Figuera

Corrección: Letras y Píxeles, S. L.

Maquetación: Iván Martínez Navarro

ISBN (papel): 978-84-9134-927-3

ISBN (ePub): 978-84-9134-928-0

ISBN (PDF): 978-84-9134-929-7

ÍNDICE

LISTA DE TABLAS E IMÁGENES

ABREVIATURAS

AGRADECIMIENTOS

INTRODUCCIÓN

PRIMERA PARTELA POSGUERRA

1. LOS EXCOMBATIENTES DE LA GRAN GUERRA Y LOS ORÍGENES DEL FASCISMO, 1914-1919

La experiencia italiana de la Primera Guerra Mundial

Los veteranos y las consecuencias de la guerra en Europa occidental.

Los excombatientes y el nacimiento del Fascismo italiano

Los excombatientes antibolcheviques: una apropiación simbólica

2. EL ASCENSO DEL FASCISMO ITALIANO, 1920-1922

Del arditismo al squadrismo

Los excombatientes fascistas: un estereotipo en circulación

Los excombatientes italianos y la toma fascista del poder

Los veteranos y el impacto transnacional de la Marcha sobre Roma

SEGUNDA PARTELOS AÑOS VEINTE

3. EXCOMBATIENTES BAJO EL FASCISMO, 1923-1925

Los comienzos de una relación: los veteranos y el Gobierno de Mussolini

La lucha por la organización: la ANC y el PNF

La lucha por la ideología: combattentismo y apoliticità

La fascistización de la ANC, 1924-1925

4. FASCISMO Y EXCOMBATIENTES: CONSOLIDACIÓN Y EXPANSIÓN EUROPEA, 1925-1929

Francia y el mito de los excombatientes fascistas: el Faisceau

Alemania y el mito de los excombatientes fascistas: el Stahlhelm y el NSDAP

Los excombatientes fascistas y la FIDAC

La ANC fascista

TERCERA PARTELOS AÑOS TREINTA

5. FASCISMO TRANSNACIONAL Y EXCOMBATIENTES, 1929-1935

Nuevas direcciones: 1929-1930

Diferentes caminos a través de la crisis

El Tercer Reich

La conexión excombatiente Italia-Francia-Alemania

6. ENTRE FASCISMO Y ANTIFASCISMO, GUERRA Y PAZ, 1936-1940.

Los excombatientes fascistas y la guerra de Etiopía

Excombatientes en la crisis del antifascismo y el pacifismo

La Italia Fascista, la España franquista y la culminación del modelo

Fascistas, excombatientes franceses y el camino hacia la Francia de Vichy

CONCLUSIÓN

FUENTES

BIBLIOGRAFÍA

LISTA DE TABLAS E IMÁGENES

TABLA

1.1. Vista general de las principales asociaciones y organizaciones de veteranos mencionadas en este libro

IMÁGENES

1.1. «¡Así que soy yo el derrotado!». I Combattenti, 6 de diciembre de 1919

1.2. «Contrastes», «Los desertores a Montecitorio… y los veteranos al furgón policial», I Combattenti, 21 de diciembre de 1919

1.3.Spartacus (Milan, 15 de enero de 1920)

2.1. «El golpe fascista en Italia», Wiener Bilder. Illustriertes Familienblatt, Viena, 5 de noviembre de 1922

2.2. «Camaradas», Il Popolo d’Italia, 7 de noviembre de 1922

4.1. «Los vencedores», L’étudiant français. Organe bi-mensuel de la Fédération Nationale des Étudiants d’Action Française, 1 de enero de 1925

4.2. «– ¡Ha resucitado!», Le Nouveau Siècle, 16 de abril de 1925

4.3.Arminius, Kampfschrift für deutsche Nationalisten, 1 de mayo de 1927

5.1. Emblema de la Croix de Feu

5.2. Emblema de la NSKOV

6.1. «En la guerra, tu sangre. En la paz, tu trabajo». Emblema y lema de la Delegación Nacional de Excombatientes

6.2. Emblema de la Legión Française des Combattants

ABREVIATURAS

ACS

Archivio Centrale dello Stato

AGA

Archivo General de la Administración

AMAE

Archivio del Ministero degli Affari Esteri

AN

Archives Nationales

ANMIG

Associazione Nazionale fra Mutilati e Invalidi di Guerra

ANRZO

Associazione Nazionale Reduci Zona Operante

ANC

Associazione Nazionale Combattenti

ARAC

Association Républicaine des Anciens Combattants

b.

busta

BArch

Bundesarchiv

BUF

British Union of Fascists

CIAMAC

Conférence Internationale des Associations de Mutilés et Anciens Combattants

CAUR

Comitati d’Azione per l’Universalità di Roma

CIP

Comitato Internazionale Permanente

CR

Carteggio Riservato

DDI

Documenti Diplomatici Italiani

DNVP

Deutschnationale Volkspartei

DNE

Delegación Nacional de Excombatientes

DNSE

Delegación Nacional del Servicio Exterior

f.

fascicolo

FIDAC

Fédération Interaliée des Anciens Combattants

FET-JONS

Falange Española Tradicionalista y de las JONS

JONS

Juntas de Ofensiva Nacional Sindicalistas

LFC

Légion Française des Combattants

MAE-AD

Ministère des Affaires Étrangères. Archives

Diplomatiques

MI

Ministero dell’Interno

MVSN

Milizia Volontaria per la Sicurezza Nazionale

NSDAP

Nationalsozialistische Deutsche Arbeiterparte

NSKOV

Nationalsozialistische Kriegsopferversorgung

ONC

Opera Nazionale Combattenti

PPI

Partito Popolare Italiano

PNF

Partido Nacional Fascista

PSI

Partido Socialista Italiano

PSdA

Partito Sardo d’Azione

PSF

Parti Social Français

PS

Pubblica Sicurezza

RFB

Rote Frontkämpferbund

RSI

República Social Italiana

SA

Sturmabteilung

SDNA

Archivos de la Sociedad de Naciones

sf.

Sottofascicolo

SPD

Secretaría Particular del Duce

UNC

Union Nationale des Combattants

UNCi

Unione Nazionale Combattenti

UF

Union Fédérale

UNRG

Unione Nazionale Reduci di Guerra

UNUS

Unione Nazionale Ufficiali e Soldati

AGRADECIMIENTOS

Este libro nació de una tesis doctoral defendida en el Instituto Universitario Europeo (Florencia, Italia) en junio de 2015. Su investigación y escritura constituyeron un periodo extraordinario de mi vida, en el cual recibí el apoyo y la ayuda de muchas personas e instituciones. Me gustaría agradecer al Ministerio de Educación por concederme una beca predoctoral del programa «Salvador de Madariaga» y proporcionarme apoyo económico adicional durante los meses que pasé como investigador visitante en la Universidad de Constanza (Alemania) y la Universidad de Roma-La Sapienza (Italia). El Departamento de Historia y Civilización del Instituto Universitario Europeo financió generosamente mis viajes de investigación al extranjero y me dio muchas otras facilidades para llevarlos a cabo. Mi trabajo se vio también beneficiado por mi condición de miembro del proyecto de investigación «Discursos e identidades de género en las culturas políticas de la derecha española, 1875-1975», financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. En junio de 2016, el Instituto Storico della Resistenza en Toscana galardonó mi tesis con el premio Ivano Tognarini de Historia Contemporánea, una distinción por la que estoy muy agradecido. Durante las últimas etapas de redacción del manuscrito fui investigador posdoctoral en el Instituto Leibniz de Historia Europea (Mainz, Alemania), el cual me ofreció numerosos recursos, así como un estimulante ambiente académico.

Por sus esclarecedores comentarios sobre mi trabajo le estoy sinceramente agradecido a mi director, el profesor Federico Romero, así como a los miembros del jurado que examinó mi tesis doctoral, los profesores Ángela Cenarro, Sven Reichardt y Lucy Riall. Debo una especial gratitud a la profesora Ángela Cenarro, que me guio en mis primeros años como historiador y también supervisó mi investigación doctoral. Al mismo tiempo, el profesor Sven Reichardt me dio consejos cruciales durante el tiempo que pasé como investigador en Constanza, por los cuales estoy en deuda con él. Querría también mostrar mi más profundo aprecio por el profesor Giovanni Sabbatucci, quien con gran generosidad y hospitalidad me recibió en Roma para hablar sobre cuestiones históricas que él mismo había investigado magistralmente cuatro décadas atrás.

Además, mi trabajo mejoró gracias a las críticas constructivas de muchos otros historiadores. Los profesores Heinz-Gerhard Haupt, Laura Lee Downs y Robert Gerwarth leyeron partes de mi tesis y me hicieron comentarios realmente útiles. Al mismo tiempo, los revisores anónimos del manuscrito también apuntaron cuestiones muy relevantes para mejorarlo. Dónal Hassett y Stephanie Wright no solo me dieron sus puntos de vista sobre mi trabajo, sino que colaboraron revisando cuidadosamente el manuscrito. Jessica Bate contribuyó a hacer el texto final más legible. Jay Winter y Michael Watson me guiaron durante el proceso final de edición. Por supuesto, la responsabilidad de cualquier error o inexactitud que se pueda encontrar en el libro es exclusivamente mía.

Quiero también expresar mi gratitud a muchos otros historiadores con los cuales he disfrutado debatiendo sobre preocupaciones intelectuales y profesionales en aquellos años: David Alegre, Giulia Albanese, Miguel Alonso, Miguel Ángel del Arco, Aurora Artiaga, Arnd Bauerkämper, Romain Bonnet, Zira Box, David Brydan, Jesús Casquete, Antonio Cazorla, Gustavo Corni, Robert Dale, Lourenzo Fernández Prieto, Miriam Franchina, Ferran Gallego, Bernhard Gissibl, Claudio Hernández, Anke Hoffstadt, Mark Jones, Daniel Knegt, Anna Lena Kocks, Nicola Labanca, Daniel Lanero, José Luis Ledesma, Francisco Leira, Elissa Mailänder, James Matthews, David A. Messenger, Jaremy McMullin, John Paul Newman, Xosé M. Núñez Seixas, Stephen R. Ortiz, Rubén Pallol, Mercedes Peñalba-Sotorrío, Alejandro Pérez-Olivares, Pierluigi Pironti, Alejandro Quiroga, Javier Rodrigo, Miguel Ángel Ruiz Carnicer, Pedro Rújula, Alessandro Salvador y Martina Salvante. Muchas otras personas, investigadores y profesionales de las diferentes instituciones académicas, archivos y bibliotecas que visité contribuyeron directa o indirectamente a hacer mi trabajo más fácil y satisfactorio. Debo mencionar especialmente a mis amigos y colegas Natalia Galán, Cloe Cavero, Miguel Palou y José Miguel Escribano, quienes me ayudaron y apoyaron en diferentes fases de mi investigación. Por último, si bien no menos importante, quería agradecer profundamente a mi familia y especialmente a Neha: este libro es una compensación insignificante por todo el tiempo que no estuvimos juntos.

AGRADECIMIENTOS EN ESTA EDICIÓN

Esta traducción al español no habría sido posible sin el apoyo que tuve de la Universidad de Melbourne (Australia), School of Historical and Philosophical Studies, para realizarla. Agradezco también al traductor, Miguel Alonso Ibarra, por su paciente y efectivo trabajo, así como a Julián Sanz Hoya, a Amparo Jesús-María y a la dirección de Publicacions de la Universitat de València por su ayuda, interés y flexibilidad para publicar este libro.

INTRODUCCIÓN

Esta obra analiza la relación transnacional entre los veteranos de guerra y el fascismo en la Europa de entreguerras.1 Durante décadas, los historiadores han tratado de explicar por qué el continente europeo, apenas veinte años después de un cataclismo bélico de dimensiones homicidas sin precedentes, se vio envuelto en un nuevo conflicto mundial todavía más catastrófico. Es cierto que se dieron importantes experiencias democráticas y avances significativos en diversos campos en el periodo de entreguerras, pero también que este asistió a la progresiva demolición del orden pacífico surgido tras la Gran Guerra, en el que mucha gente había puesto sus esperanzas. Aunque a comienzos de 1919 las democracias dominaban claramente Europa, en junio de 1940 eran la excepción a la norma. Este eclipse, marcado por violentos conflictos y guerras civiles, no puede comprenderse sin situar en su centro al fascismo, un producto de la experiencia de la Primera Guerra Mundial, que además fue el principal detonante de la segunda. En este contexto, explicar los vínculos entre el fascismo y los veteranos de guerra es esencial, porque estos hombres fueron también un legado directo de la Gran Guerra.

Si quisiéramos sugerir que los veteranos de la Primera Guerra Mundial estuvieron estrechamente conectados con los orígenes de fascismo, podríamos encontrar fácilmente multitud de indicios superficiales. Por ejemplo, ya es un cliché afirmar que Hitler fue uno de los millones de soldados desmovilizados del derrotado ejército alemán. Al igual que él, Mussolini también combatió en la Gran Guerra. Los historiadores han señalado en innumerables ocasiones que los grupos paramilitares de la primera posguerra, como los Freikorps y el primigenio fascismo italiano, estaban formados por muchos excombatientes. Durante los años veinte y treinta, los movimientos fascistas alcanzaron notoriedad casi por toda Europa con sus desfiles paramilitares en los que sus miembros, ataviados con uniformes, lucían las medallas que habían obtenido en las trincheras. El militarismo fue una característica definitoria del fascismo, y aparentemente la guerra y el fascismo fueron de la mano. Pero ¿fueron estos hechos simples coincidencias circunstanciales, o por el contrario revelan una conexión esencial entre el fascismo y los veteranos de guerra? Los historiadores todavía no han conseguido dar con la respuesta a esta pregunta.

La historia que cuenta este libro reexamina la compleja relación entre los veteranos de guerra y el fascismo. Este trabajo analiza los procesos de transnacionalización y fascistización de la política excombatiente del periodo, examinando los orígenes culturales, sociológicos y políticos del fascismo y su expansión europea, para reinterpretar este fenómeno y subsanar vacíos existentes en el conocimiento histórico. Si bien es cierto que se ha escrito mucho sobre los movimientos excombatientes de entreguerras y que la historiografía del fascismo es inmensa, solamente unos pocos trabajos han abordado directamente los lazos históricos entre ambos. Y aunque muchos de estos estudios han girado en torno a la controvertida tesis de la «brutalización» propuesta por el historiador George L. Mosse, nunca se ha alcanzado una interpretación universalmente aceptada; un debate que, además, ha ignorado muchas facetas de la relación entre excombatientes y fascismo.

VETERANOS DE GUERRA

Centrarse en los veteranos del periodo de entreguerras significa observar la historia de los excombatientes de la guerra industrializada. En la edad contemporánea, como señaló el teórico militar alemán Carl von Clausewitz,2 hacer la guerra se convirtió en una iniciación a la política. Desde la Revolución francesa, el servicio militar estuvo estrechamente ligado a nociones de ciudadanía, y el Estado comenzó a compensar generosamente la participación en la defensa de la nación. La adopción del servicio militar universal, conectada con la nacionalización del ejército, fue un proceso transnacional. Sin embargo, todavía permanecían ciertas tensiones por resolver: si bien los ciudadanos varones garantizaban su futura libertad política a través de su servicio militar, este también comportaba someterse al ejército: un sistema coercitivo aislado del conjunto de la sociedad.3 Además, durante el siglo XIX los ejércitos europeos fueron adoptando nuevas funciones que también condicionaron las actitudes político-sociales de sus veteranos. Los Estados utilizaron sus fuerzas armadas para expandir y retener imperios coloniales, para acelerar procesos de unificación nacional o para solventar guerras civiles. A menudo, las autoridades estatales asignaron tareas de orden público a los militares, confiándoles la represión de las protestas obreras y la defensa de la propiedad.4 No sorprende, pues, que el reclutamiento forzoso se volviese altamente impopular.5 Como resultado, la figura del soldado comenzó a asociarse con la defensa del establishment, la agresión nacionalista o imperialista y la coerción.6

Fue en este contexto en el que los antiguos soldados se movilizaron para crear asociaciones, que se consolidaron en el seno de una más amplia y emergente sociedad civil. Sus organizaciones cultivaban la memoria de las guerras nacionales y desempeñaban funciones de asistencia mutua. De igual modo, estaban estrechamente ligadas con los militares en activo. En Italia, por ejemplo, los grupos patrióticos de excombatientes de las guerras de independencia tenían una cierta influencia a nivel político.7 Por su parte, algunas asociaciones patrióticas de veteranos se tornaron en baluartes del conservadurismo social y el antisocialismo, como el Deutscher Kriegerbund (Kyffhäuserbund) en la Alemania guillermina.8 Pero dado que el número de antiguos soldados era minúsculo en proporción a la población, el peso de los veteranos en política era mínimo. Esto cambiaría drásticamente con el advenimiento de la Primera Guerra Mundial.

Es razonable suponer que todos los excombatientes de diferentes periodos históricos comparten un conjunto de atributos comunes basados en una experiencia bélica comparable.9 De hecho, se puede aprender mucho sobre los veteranos de entreguerras observando las experiencias vividas por los soldados entre 1914 y 1918. No en vano, los historiadores han hablado de una «generación de la guerra» típicamente formada por jóvenes burgueses alistados como voluntarios y que en ocasiones regresaron creyendo haberse convertido en individuos distintos y mejores.10 Sin embargo, resulta imposible hallar un patrón en las respuestas políticas a las experiencias bélicas, pues estas variaron notablemente en función de la clase social y la procedencia sociológica de los actores.11 Aunque algunos historiadores creen que todos los excombatientes comparten un conjunto de características que reflejan la naturaleza de su experiencia bélica,12 sería erróneo sostener que, consecuentemente, todos los veteranos coinciden en un instinto político común.

De hecho, la propia noción de «excombatiente» puede encarnar significados notablemente diferentes dependiendo no solo del Estado nación, sino también del idioma. Al fin y al cabo, ¿qué es un «veterano de guerra»? Incluso antes de que esta noción se definiese oficialmente a nivel legal, los actores históricos ya le habían conferido toda una serie de connotaciones implícitas y subjetivas que variaban según la lengua empleada. No era exactamente lo mismo decir, como en Gran Bretaña, ex-servicemen, que emplear el término más agresivo combattenti, tal y como hacían los italianos. De igual modo, tampoco era neutral denominarlos como Kriegsopfer («víctima de guerra») o Frontkämpfer («combatiente del frente»), como hicieron los nazis en ciertas ocasiones, en lugar de llamarlos ehemalige Kriegsteilnehmer (literalmente, «antiguos participantes en la guerra»). Las razones que explican tamaña variedad de nociones y significados han de buscarse en los marcos nacionales y regionales que condicionaron y dieron forma a las luchas políticas por definir el símbolo del veterano, tal y como veremos. Este libro utiliza el concepto de «veterano», más común en los Estados Unidos, como el menos sesgado para analizar este capítulo de historia europea.13*

Aunque sea difícil definir a los excombatientes como un grupo histórico claramente identificable y políticamente coherente, los historiadores de los veteranos de entreguerras han intentado a menudo determinar su orientación política predominante. Durante los años cincuenta y sesenta, los académicos solían recordar la afinidad de las asociaciones de veteranos con los partidos fascistas y derechistas.14 Los grupos paramilitares posbélicos, muchos de los cuales estaban formados por excombatientes, fueron descritos como «vanguardia del nazismo».15 Posteriormente, una historiografía en transformación revisaría esta percepción de los veteranos como potenciales fascistas. Los historiadores alemanes eran conscientes de que los veteranos de entreguerras habían creado asociaciones muy diversas a nivel político.16 En Italia, donde la idea de los excombatientes como protofascistas había pervivido, el historiador Giovanni Sabbatucci recuperó la historia del ambicioso, aunque fallido, proyecto democrático por una «renovación» política de Italia (rinnovamento) que los veteranos transalpinos impulsaron entre 1919 y 1920.17 Antoine Prost, en un exhaustivo estudio sobre el movimiento de veteranos franceses, planteó que estos, lejos de representar una amenaza fascista, constituyeron una barrera contra la expansión del fascismo en Francia.18 Durante los años setenta, un conjunto de estudios sobre los excombatientes mostró que no era posible asignarles una orientación política clara, ya que estos no solo abrazaron causas de derechas sino también de izquierdas: las diversas organizaciones de veteranos dentro de un mismo país eran, a menudo, rivales políticos. Así, corrigiendo la tendencia general a ver a los grupos de veteranos como predominantemente de derechas y potencialmente fascistas, estos trabajos generaron una imagen más sopesada.19

Esto no significa que se pasase a ignorar la importancia de la política y la ideología de los excombatientes en los orígenes del fascismo, que importantes contribuciones al estudio del fascismo y el nazismo siguieron abordando. Emilio Gentile explicó los orígenes del fascismo como una ideología totalitaria y revolucionaria surgida de la experiencia de la Primera Guerra Mundial.20 Según Gentile, el combattentismo, una suerte de instinto de rebeldía que animó a los veteranos italianos en su regreso, fue uno de los componentes cruciales de la ideología fascista. George L. Mosse apuntó que la revolucionaria ideología nacionalsocialista y el nacionalismo völkisch adquirieron una base de masas tan solo después de la Gran Guerra; según él, las organizaciones de veteranos (como el Stahlhelm) contribuyeron a expandir esta ideología.21 En su libro Soldados Caídos, Mosse definió la persistencia de la violencia en entreguerras como la «brutalización» de la política.22 Afirmó que la experiencia de la guerra de trincheras, con su confrontación diaria con la muerte, originó una deshumanización y trivialización posbélica de la violencia que, en última instancia, conduciría al genocidio. La derecha política y, fundamentalmente, los veteranos de guerra aparecían como los agentes clave de esa «brutalización» de la política.

El debate generado desde entonces en torno a la tesis de la «brutalización» continúa en la actualidad. La idea de «brutalización» se ha convertido, para algunos historiadores, en una herramienta de análisis con la que entender la violencia del periodo de entreguerras. De hecho, los estudios de la historia cultural de la guerra han planteado que la Gran Guerra fue la matriz del totalitarismo, señalando a los veteranos como importantes vectores de violencia.23 Otros historiadores, por el contrario, se han mostrado escépticos con el impacto de la experiencia de la Gran Guerra a largo plazo e incluso han negado la existencia de dicha «brutalización».24 En esta línea, se ha subrayado el hecho de que los veteranos franceses, tal y como señaló Prost, estaban comprometidos con el pacifismo. Richard Bessel, que analizó detalladamente la situación socioeconómica de Alemania tras la Gran Guerra, apuntó que los soldados del frente se reintegraron efectiva y pacíficamente; tan solo una pequeña minoría se unió a los mercenarios Freikorps.25 De hecho, recientemente Benjamin Ziemann ha resaltado la importancia de una cultura republicana y democrática entre los veteranos alemanes, sosteniendo que la experiencia de guerra generó, más bien, sentimientos pacifistas entre los excombatientes.26

En los últimos años, los historiadores han utilizado los conceptos de «desmovilización cultural», «culturas de la victoria» y «culturas de la derrota» para explicar por qué las experiencias bélicas traumáticas y violentas, aun siendo similares para todos los combatientes, solo tuvieron efectos «brutalizadores» en determinados países.27 A través de un análisis de los procesos de desmovilización, se han detallado los diferentes caminos que siguieron los veteranos de diversos países tras 1918. En Gran Bretaña y Francia, la población en general, y los veteranos en particular, abandonaron las actitudes y mentalidades propias del tiempo de guerra más fácilmente que, por ejemplo, en Alemania o Italia.28 En estos países, la circulación de mitos posbélicos, como el de la «puñalada por la espalda» (Dolchstoß) y la «victoria mutilada», muy probablemente lastraron el proceso de desmovilización mental.29 Es cierto que en Alemania y Austria, numerosos veteranos, sobre todo antiguos oficiales, y jóvenes estudiantes nacionalistas, se unieron a las unidades paramilitares contrarrevolucionarias, pero más que la experiencia de guerra, fueron la derrota y la revolución las catalizadoras de su reacción violenta.30 La violencia de posguerra fue el resultado del colapso de la autoridad estatal y de la radicalización política de muchos grupos sociales diferentes –no solo los veteranos de guerra– como consecuencia de la movilización y la desmovilización militares.31

El caso de Italia, uno de los países vencedores en 1918 pero afectado de «brutalización» de la política, es crucial para entender el contexto en el que surgió el fascismo, pero existen muchos huecos todavía por llenar en su conocimiento.32 La interpretación predominante sostiene que el Estado liberal italiano y la izquierda política fracasaron a la hora de desmovilizar y reintegrar en la sociedad a las tropas retornadas del frente; por ende, algunos veteranos se habrían convertido en fascistas o en seguidores de D’Annunzio en Fiume, mientras que la neutralidad y la obediencia al Estado de los oficiales del ejército se debilitaban progresivamente.33 En la primera parte del presente libro, revisaré esta interpretación analizando la desmovilización desde un punto de vista cultural y transnacional. Más allá de las paradojas a las que conduce el paradigma de la «brutalización», estas innovadoras perspectivas son fundamentales para responder cómo y en qué medida los veteranos de guerra estaban conectados con las nuevas ideas, movimientos y regímenes fascistas del periodo de entreguerras.

FASCISMO

Observando la historia de los movimientos y regímenes fascistas europeos, este libro ofrece una perspectiva geográfica y cronológica más amplia que la mayoría de los trabajos sobre la desmovilización posbélica. Al examinar la historia del fascismo en su relación con los excombatientes, debemos observar las más de dos décadas de su evolución, así como trascender el marco del Estado nación que habitualmente ha dado forma a las investigaciones.34 Analizando trasnacionalmente los múltiples estratos de la duradera relación entre los excombatientes y el fascismo, este libro cubre vacíos importantes en el conocimiento del tema y contribuye a una nueva interpretación del fascismo como fenómeno trasnacional.

Aunque la bibliografía sobre el fascismo es ciertamente inmensa, los historiadores apenas han explorado cómo los símbolos, mitos y discursos sobre la guerra construidos por esta ideología se tradujeron en prácticas y políticas sociales. En especial, la relación entre la política excombatiente y el fascismo permanece todavía insuficientemente estudiada. Si bien es cierto que muchos trabajos se han ocupado de examinar la presencia de excombatientes y soldados dentro de los movimientos fascistas,35 tan solo unos pocos han considerado la idea del combatiente como un constructo cultural manipulado tanto por dichos movimientos como por los regímenes fascistas.36 Aunque la importancia de la guerra para el fascismo,37 y en particular para el nacionalsocialismo alemán,38 haya sido resaltada como una cuestión seminal, estos trabajos han tendido a situarse dentro del debate de la «brutalización»39 y raramente han empleado enfoques transnacionales o de largo alcance. Por consiguiente, reconstruir la historia de los discursos y organizaciones fascistas dirigidos a los veteranos de la Gran Guerra es una tarea pendiente, y es desde una perspectiva transnacional desde donde podemos obtener nuevas conclusiones.

¿A qué me refiero cuando hablo de fascismo? Hoy en día existe una creciente tendencia a considerar «fascismo» como un una categoría vaga y contradictoria que los propios sujetos históricos usaron para alcanzar sus objetivos, dentro de un contexto transnacional.40 Siguiendo este planteamiento, parto de la premisa de que existe un fenómeno fascista plural de carácter transnacional que englobaba a diferentes movimientos y regímenes, empezando por el Fascismo italiano y el nacionalsocialismo alemán. En este sentido, rechazo que el fascismo sea un objeto estático o una categoría abstracta en la que deba identificarse un núcleo esencial, ya que los regímenes y movimientos fascistas nunca estuvieron herméticamente aislados de otras manifestaciones políticas de corte autoritario, parafascista o contrarrevolucionario.41 Tal y como ha planteado Michel Dobry, «la categoría de fascismo es el producto de las acciones, luchas y la autoidentificación de los propios actores políticos».42 Por tanto, la mejor manera de comprender esta ideología es situarla en su contexto histórico y poner de manifiesto su transformación y difusión a lo largo y ancho del continente europeo.43 Aquí observaremos el fascismo en acción, es decir, como un proceso expansivo de rápida evolución que, tras su nacimiento en Italia, se manifestó en el contexto transnacional de la Europa de entreguerras. En definitiva, este libro trata del «fascismo transnacional».

Estudiar una ideología y un movimiento político como el fascismo desde un punto de vista transnacional implica atender a las «transferencias multidireccionales» y a la circulación de «ideas, información y recursos».44 La historia transnacional va «más allá de los límites nacionales y busca explorar las conexiones transfronterizas», «entre individuos, identidades no nacionales y agentes no estatales, […] en términos de objetivos compartidos por actores y comunidades, independientemente de su nacionalidad».45 Así, los trabajos sobre «fascismo transnacional» han revelado interconexiones, contactos y rivalidades existentes entre la Italia Fascista y la Alemania nazi, procesos que condujeron a la coalición entre ambas potencias a finales de los años treinta. Se han evidenciado no solo similitudes y diferencias entre ambos regímenes, sino también su estrecho parentesco, lazos e influencia mutua: los movimientos y regímenes fascistas fueron al mismo tiempo ultranacionalistas y transnacionales. Al enfatizar las conexiones e intercambios, los historiadores han demostrado el enorme grado de circulación –incluso transatlántica– del fascismo en entreguerras.46 Hoy en día tenemos claro que, durante los años veinte, el Fascismo italiano inspiró a diversos grupos contrarrevolucionarios, nacionalistas y de derechas en muchos otros países;47 pero también que, a la altura de 1934, Hitler ya había sustituido a Mussolini como el referente principal de la extrema derecha europea. Tras los primeros intentos de cooperación entre fascistas italianos y nacionalsocialistas germanos, su pugna por el liderazgo terminó por consolidar a los nazis como el modelo que seguir por los fascistas europeos, y a Alemania como fuerza motriz del Eje.48 Como quiera que sea, esta estrecha imbricación entre ambos fenómenos evidencia la extensión del fenómeno fascista en la Europa de entreguerras y permite entrever su compleja «naturaleza». De hecho, la perspectiva transnacional puede llegar a promover una redefinición del propio concepto de fascismo.49 Este libro contribuye a extender la práctica de la historia transnacional al observar no solamente el papel de redes de sociabilidad política, de instituciones internacionales y de comunidades de inmigrantes, sino también la transmisión, de un país a otro, de mitos y estereotipos que sintetizaban la ideología fascista, como habrá ocasión de demostrar.

Si la idea de un fascismo transnacional constituye un avance historiográfico ciertamente reciente, un análisis transnacional de la relación histórica entre los veteranos y el fascismo supone ir un paso más allá. Algunas investigaciones ya han sugerido la importancia de los contactos internacionales entre veteranos fascistas, abordando así la dimensión trasnacional de la política excombatiente de entreguerras.50 Por ejemplo, un pequeño número de publicaciones ha indagado en los contactos internacionales y las influencias mutuas entre dirigentes fascistas, nacionalsocialistas y otros líderes excombatientes de diversos países.51 No obstante, el amplio fenómeno transnacional que se percibe detrás de estos contactos bilaterales permanece todavía inexplorado. Este libro revela con detalle esa compleja red de conexiones, encuentros y transferencias que dieron forma a la relación histórica entre excombatientes y fascismo en la Europa de entreguerras.

METODOLOGÍAS

La primera pregunta necesaria para analizar la relación transnacional entre el fascismo y los veteranos en la Europa de entreguerras es la siguiente: ¿por qué y cómo la figura del excombatiente llegó a asociarse con el emergente movimiento e ideología fascista? Para responderla, evitaremos lecturas esencialistas de la tesis mosseana de la «brutalización». También eludiremos ideas preconcebidas sobre los veteranos de guerra. Es erróneo percibirlos como colectivo histórico cohesionado y coherente, que pudo convertirse en un grupo internacionalista pacifista o bien nacionalista y belicoso. Los historiadores a veces se han planteado la cuestión de cuántos veteranos se convirtieron en fascistas «brutalizados» y cuántos no lo hicieron, para de ahí sacar conclusiones sobre la base de un análisis cuantitativo. Pero esta perspectiva simplista conduce a interpretaciones inconcluyentes y superficiales y, lo que es más, comporta asumir de manera acrítica una noción de «veterano» monolítica, esencialista y dada de antemano. Como demostraremos, la categoría de «veterano» fue sobre todo un constructo cultural, cuyo significado se definió históricamente a través de una serie de luchas discursivas y organizativas. Para explicar estos procesos, por tanto, no recurriré al concepto de «brutalización», sino más bien a los de «apropiación simbólica», «estereotipo», y «mito».

El primero de estos conceptos, «apropiación simbólica», es un término empleado habitualmente por antropólogos culturales y sociales. Con él, nos referimos a un proceso por el cual los símbolos, materiales culturales y objetos adquieren un significado específico, asociándose a un determinado grupo humano o poder político. Así, observaremos al «veterano de guerra» como un símbolo transnacional al que le fueron conferidos nuevos significados como resultado de la experiencia de la Primera Guerra Mundial. El capítulo primero abordará el proceso transnacional de apropiación simbólica que tuvo lugar en Europa occidental entre 1917 y 1919 y cuyo resultado fue la consolidación de un conjunto de creencias en torno a lo que llamaré «veteranos antibolcheviques». En este sentido, analizaré los discursos y las representaciones de los excombatientes de ese periodo en diversos países, especialmente la Italia de posguerra, y que dieron lugar a una idea estereotipada del «veterano fascista».

A continuación, el concepto de «estereotipo» nos permitirá examinar el comienzo del proceso de circulación europea del fascismo. «Un estereotipo es un conjunto de creencias acerca de las características personales de un grupo social».52 Aunque los estereotipos tienden a ser negativos, también son una «ayuda para explicar la realidad… un mecanismo que nos ahorra energía… una creencia compartida por un grupo»; siempre contienen un núcleo de verdad.53 Resulta llamativo ver cómo la teoría sobre el origen de los estereotipos54 es aplicable a la formación de la creencia de que muchos fascistas italianos eran veteranos de guerra y viceversa. Una vez que arraigó esta idea, el estereotipo del excombatiente fascista circuló por todo el continente europeo a través de procesos comunicativos que, de acuerdo con la teoría, «pueden jugar un rol esencial en la extensión y perpetuación de los estereotipos sociales».55 De esta manera, el excombatiente fascista se convirtió en una de las encarnaciones más icónicas del fascismo. Tal y como veremos, este estereotipo tuvo una notable influencia a nivel político, ya que no solo los fascistas serían –mayoritariamente–vistos como veteranos de guerra, sino que en muchas ocasiones los veteranos en general fueron suspicaz o entusiásticamente identificados como fascistas o potenciales fascistas. Comprender este fenómeno es extremadamente importante porque, como es bien sabido, en realidad solo una proporción muy pequeña de los excombatientes se convirtieron al fascismo, al menos al principio.

La existencia y circulación de un estereotipo del «veterano fascista» podría haber sido un fenómeno inocuo si el fascismo no hubiera conquistado nunca el poder, pero la Marcha sobre Roma consiguió cristalizar un importantísimo mito. La extendida creencia de que los veteranos italianos habían formado el núcleo de un movimiento político capaz de hacerse rápidamente con el poder, de destruir la amenaza bolchevique y conferir a la comunidad excombatiente un liderazgo al que presuntamente tenían derecho, es lo que denominaré como el «mito de los veteranos fascistas»: una narrativa que permitió dotar de sentido a aquellos eventos, y atribuirles una profunda significación.56

Este libro no solo busca entender cómo se construyó una idea generalizada del «veterano fascista», sino también analizar de qué forma el modelo fascista de política excombatiente se extendió por toda Europa con el paso del tiempo, particularmente durante los años treinta. Para ello, se estudian fenómenos históricos transfronterizos tales como «transferencias», «redes», «circulación» y «encuentros»;57 unos procesos acontecidos en el seno de un poroso espacio geográfico que se correspondió –esencialmente, aunque no exclusivamente– con cuatro países: Italia, Alemania, España y Francia. El Fascismo nació en Italia, por lo que los acontecimientos que tuvieron lugar en dicho país tendrán una relevancia capital para nuestro análisis. Alemania no solo requiere atención para la década de los treinta, sino remontándose hasta 1919. Por su parte, España y Francia se vieron profundamente afectados por lo que sucedía en los países de su entorno, ya que en ambos se impusieron dictaduras de inspiración fascista entre 1939 y 1940. Fascistas y veteranos de guerra desarrollaron contactos transfronterizos en múltiples direcciones, sobre todo dentro de la región que conformaban los cuatro países mencionados. No obstante, diversos acontecimientos importantes también tuvieron lugar lejos de este crucial espacio de comunicación. Por ejemplo, lo que sucedía en determinados momentos en Rusia, Rumanía o Estados Unidos es para nosotros igual de importante que lo sucedido en Milán en 1919, Roma en 1922, Berlín en 1933, París en 1934 o Madrid en 1939. En este sentido, espero que el lector no tome mis poco convencionales saltos narrativos de un país a otro como un síntoma de inconsistencia metodológica, ya que más bien se trata de ajustar este particular marco geográfico al espacio político transnacional del fascismo.

En definitiva, lo que este libro sostiene es que la relación histórica entre excombatientes y fascismo estuvo definida por la manipulación de un conjunto de ideas trasnacionales, culturalmente construidas, y míticas acerca del veterano de guerra. Primero, dicha manipulación permitió al Fascismo italiano convertirse en un movimiento político diferenciado, original e influyente. Segundo, contribuyó a su crecimiento, toma del poder y consolidación dentro de Italia. Tercero, posibilitó la transformación del Fascismo italiano en un fenómeno transnacional en Europa: el fascismo con minúscula. Cuarto, abrió el camino para la creación de una entente fascista internacional entre el Fascismo italiano, el nacionalsocialismo alemán, y otros movimientos. Y quinto, contribuyó de manera crucial a la expansión militar del fascismo y a la imposición de nuevos regímenes fascistas, o inspirados en esta ideología, en España y Francia.

Para sostener estos planteamientos, este libro se cimienta en una robusta base empírica compuesta por fuentes de archivo y publicaciones contemporáneas procedentes de diversos países, sobre todo Italia, Alemania, Francia y España. En este sentido, la fuente primaria empleada con mayor frecuencia ha sido la prensa excombatiente,58 junto a libros y folletos de la época. Por su parte, los archivos estatales, incluyendo los de los ministerios de exteriores, han aportado un significativo componente de fuentes primarias. Aunque algunos historiadores ya habían trabajado este material, yo lo he analizado desde nuevos puntos de vista y buscando evidencias de la a menudo soslayada dimensión transnacional, así como de la circulación transfronteriza de símbolos y discursos. Yendo más allá de la perspectiva del Estado nación, mi comparación sistemática de la prensa publicada simultáneamente en varios países durante el periodo revela una imagen de los acontecimientos históricos distinta y más completa. Además, he recuperado un conjunto de fuentes impresas que nunca habían sido sistemáticamente utilizadas en la investigación histórica, como por ejemplo los diarios de la fascista Associazione Nazionale Combattenti, L’Italia combattente y L’Italia grigio-verde, al tiempo que he recopilado información sobre las acciones y el pensamiento de sujetos históricos que habían sido en buena medida obviados hasta ahora por los historiadores.

La estructura del libro es relativamente simple. Se compone de tres partes, cada una de ellas formada por dos capítulos. La primera aborda los inicios de la conexión transnacional entre veteranos y fascismo: el capítulo primero analiza los orígenes de este vínculo durante la Gran Guerra y la inmediata posguerra, mientras que el capítulo segundo, centrado en Italia, muestra cómo se construyó el Fascismo italiano sobre dicha base y cómo esto tuvo un tremendo impacto en el extranjero. La segunda parte de la obra analiza los años veinte: el capítulo tercero estudia la fascistización de la política excombatiente en Italia, al tiempo que el cuarto muestra cómo el vínculo mítico entre veteranos y fascismo se extendió por Europa, contribuyendo a la aparición de otros movimientos fascistas. Finalmente, la tercera parte profundiza en los años treinta: el capítulo quinto explica cómo las políticas excombatientes fascistas confluyeron en Europa occidental, mientras que el capítulo sexto aborda los acontecimientos finales de esa relación transnacional entre veteranos y fascismo, esto es, las nuevas guerras y la imposición de dictaduras en Francia y España.

1 En este libro, fascismo, en minúscula, se refiere al fenómeno transnacional, y Fascismo, en mayúscula, únicamente al movimiento original italiano y al posterior régimen.

2 Carl von Clausewitz: On War (editado y traducido por Michael Howard y Peter Paret), Princeton, Princeton University Press, 1984, p. 605.

3 Thomas Hippler: Citizens, Soldiers and National Armies. Military Service in France and Germany, 1789-1830, Londres, Routledge, 2008.

4 John Gooch: Army, State and Society in Italy, 1870-1915, Houndmills, Macmillan, 1989; Anja Johansen: «Violent Repression or Modern Strategies of Crowd Management? Soldiers as riot police in France and Germany, 1890-1914», French History 15, 2001, pp. 400-420.

5 Rafael Núñez Florencio: Militarismo y antimilitarismo en España, Madrid, CSIC, 1990.

6 Véase, por ejemplo, Gérard de Puymége: Chauvin, le soldat-laboureur: contribution à l’étude des nationalismes, París, Gallimard, 1993.

7 Marco Fincardi: «I reduci risorgimentali veneti e friulani», Italia contemporanea 222, 2001, pp. 79-83.

8 Alex Hall: «The War of Words: Anti-socialist Offensives and Counter-propaganda in Wilhelmine Germany 1890-1914», Journal of Contemporary History 11, 2-3, 1976, pp. 11-42.

9 Stéphane Audoin-Rouzeau: Combattre. Une anthropologie historique de la guerre moderne, XIXe-XXIesiècle, París, Seuil, 2008; David A. Gerber (ed.): Disabled Veterans in History, Michigan, University of Michigan Press, 2000.

10 Robert Wohl: The Generation of 1914, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1979; Paul Fussell: The Great War and Modern Memory, Oxford, Oxford University

Press, 1975 [traducción al español: Paul Fussell: La Gran Guerra y la memoria moderna, Madrid, Turner, 2006]; Mario Isnenghi, Il mito della Grande Guerra, Bari, Laterza, 1970.

11 Véase Richard Bessel: «The Front Generation and the politics of Weimar Germany», en Mark Roseman (ed.): Generations in Conflict. Youth Revolt and Generation Formation in Germany, 1770-1968, Cambridge, Cambridge University Press, 2005, pp. 121-136.

12 Eric J. Leed: No Man’s Land. Combat & Identity in World War I, Cambridge, Cambridge University Press, 1979; Martin Crotty y Mark Edele: «Total War and Entitlement: Towards a Global History of Veteran Privilege», Australian Journal of Politics and History 59, 1, 2013, pp. 15-32.

13* N. del T.: En castellano, el término de uso más frecuente es excombatiente, que también se empleará en este libro como equivalente de war veteran o veteran. El empleo del término excombatiente para definir a los veteranos de guerra proviene en buena medida de la época franquista, ya que fue empleado por la dictadura para denominar a los soldados que habían combatido en la Guerra Civil española.

14 René Remond: «Les anciens combattants et la politique», Revue française de science politique, 5ème année, 2, 1955, pp. 267-290; Graham Wootton: The Politics of Influence.

British Ex-Servicemen, Cabinet Decisions and Cultural Change (1917-57), Londres, Routledge & Kegan Paul, 1963; Elliott Pennell Fagerberg: The ‘Anciens Combattants’ and French Foreign Policy, tesis doctoral inédita, Université de Genève, 1966.

15 Robert G. L. Waite: Vanguard of Nazism. The Free Corps Movement in Postwar Germany 1918-1923, Cambridge (MA), Harvard University Press, 1952.

16 Volker R. Berghahn: Der Stahlhelm. Bund der Frontsoldaten, Düsseldorf, Droste, 1966; Alois Klotzbücher: Der politische Weg des Stahlhelm, Bund der Frontsoldaten in der Weimarer Republik. Ein Beitrag zur Geschichte der ‘Nationalen Opposition’ 1918-1933, conferencia inagural, Friedrich-Alexander-Universität zu Erlangen-Nürnberg, 1964; Karl Rohe: Das Reichsbanner Schwarz Rot Gold: Ein Beitrag zur Geschichte und Struktur der politischen Kampfverbaende zur Zeit der Weimarer Republik, Düsseldorf, Droste, 1966; Kurt G. P. Schuster: Der Rote Frontkämpferbund 1924-1929, Düsseldorf, Droste, 1975; C. J. Elliot: «The Kriegervereine and the Weimar Republic», Journal of Contemporary History 10, 1, 1975, pp. 109-129; Ulrich Dunker: Der Reichsbund jüdischer Frontsoldaten 1919-1938. Geschichte eines jüdischen Abwehrvereins, Düsseldorf, Droste, 1977.

17 Giovanni Sabbatucci: I combattenti nel primo dopoguerra, Roma / Bari, Laterza, 1974. Véase igualmente Ferdinando Cordova: Arditi e legionari Dannunziani, Padua, Marsilio, 1969.

18 Antoine Prost: Les Anciens Combattants et la Societé Française 1914-1939, 3 vols., París, Presses de la Fondation Nationale des Sciences Politiques, 1977; también, Antoine Prost: In the Wake of War. The ‘Anciens Combattants’ and French Society, Providence / Oxford, Berg, 1992. Cf. Chris Millington, From Victory to Vichy. Veterans in Inter-war France, Manchester / Nueva York, Manchester University Press, 2012.

19 Stephen R. Ward (ed.): The War Generation. Veterans of the First World War, Port Washington (NY) / Londres, Kennikat Press, 1975.

20 Emilio Gentile: Le origine della ideologia fascista, Bari, Laterza, 1975; igualmente, Emilio Gentile: Storia del partito fascista. 1919-1922. Movimento e milizia, Roma / Bari, Laterza, 1989.

21 George L. Mosse: The Crisis of German Ideology, Intellectual Origins of the Third Reich, Nueva York, The Universal Library, 1964, pp. 254-257.

22 George L. Mosse: Fallen Soldiers. Reshaping the Memory of the World Wars, Nueva York, Oxford University Press, 1990 [traducción al español en George L. Mosse: Soldados caídos. La transformación de la memoria de las guerras mundiales, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2016].

23 Omer Bartov: Mirrors of Destruction. War, Genocide, and Modern Identity, Oxford, Oxford University Press, 2000, pp. 16-22; Stéphane Audoin-Rouzeau y Annette Becker: 14-18, retrouver la Guerre, París, Gallimard, 2000, pp. 313-314; Angelo Ventrone: La seduzione totalitaria. Guerra, modernità, violenza politica (1914-1918), Roma, Donzelli, 2003; Enzo Traverso: A ferro e fuoco. La guerra civile europea, 1914-1945, Bolonia, Il Mulino, 2007 [traducción española: Enzo Traverso, A sangre y fuego. De la guerra civil europea (1914-1945), Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2009]; Alexander Mesching: Der Wille zur Bewegung. Militärischer Traum und totalitäres Programm. Eine Mentalitätsgeschichte vom Ersten Weltkrieg zum Nationalsozialismus, Bielefeld, Transcript, 2008.

24 Dirk Schumann: «Europa, der Erste Weltkrieg und die Nachkriegszeit: eine Kontinuität der Gewalt?», Journal of Modern European History 1, 1, 2003, pp. 24-43; Antoine Prost:

«Les limites de la brutalisation. Tuer sur le front occidental, 1914-1918», Vingtième Siècle. Revue d’histoire 81, 2004, pp. 5-20.

25 Richard Bessel: Germany after the First World War, Oxford, Clarendon Press, 1993.

26 Benjamin Ziemann: War Experiences in Rural Germany 1914-1923, Oxford / Nueva York, Berg, 2007, pp. 211-268; Íd., Contested Commemorations, Republican War Veterans and Weimar Political Culture, Cambridge, Cambridge University Press, 2013.

27 John Horne (dir.): «Démobilisations culturelles après la Grande Guerre», 14-18 Aujourd’hui, Today, Heute 5, 2002; Julia Eichenberg y John Paul Newman (eds.): The Great War and Veterans’ Internationalism, Nueva York, Palgrave, 2013.

28 Bruno Cabanes: La Victoire endeuillée. La sortie de guerre des soldats français (1918-1920), Seuil, París, 2004; Jon Lawrence: «Forging a Peaceable Kingdom: War, Violence, and Fear of Brutalization in Post-First World War Britain», The Journal of Modern History 75, 3, 2003, pp. 557-589; Adam R. Seipp: The Ordeal of Peace. Demobilization and the Urban Experience in Britain and Germany, 1917-1921, Farnham, Ashgate, 2009.

29 Boris Barth: Dolchstosslegenden und politische Desintegration. Das Trauma der deutschen Niederlage im Ersten Weltkrieg 1914-1933, Düsseldorf, Droste, 2003.

30 Robert Gerwarth: «The Central European Counter-Revolution: Paramilitary Violence in Germany, Austria and Hungary after the Great War», Past and Present 200, 2008, pp. 175-209.

31 Robert Gerwarth y John Horne (eds.): War in Peace. Paramilitary Violence in Europe after the Great War, Oxford, Oxford University Press, 2012; Mark Edele y Robert Gerwarth (eds.): Special Issue: «The Limits of Demobilization», Journal of Contemporary History 50, 1, 2015.

32 Giulia Albanese: «Brutalizzazione e violenza alle origini del fascismo», Studi Storici 55, 1, 2014, pp. 3-14.

33 Marco Mondini: La politica delle armi. Il ruolo dell’esercito nell’avvento del fascismo, Laterza, Roma / Bari, 2006; Marco Mondini y Guri Schwarz: Dalla guerra alla pace. Retoriche e pratiche della smobilitazione nell’Italia del Novecento, Verona, Cierre edizioni / Istrevi, 2007, pp. 23-113.

34 Ángel Alcalde: Los excombatientes franquistas. La cultura de guerra del fascismo español y la Delegación Nacional de Excombatientes (1936-1965), Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2014; Niels Löffelbein: Ehrenbürger der Nation. Die Kriegsbeschädigten des Ersten Weltkriegs in Politik und Propaganda des Nationalsozialismus, Essen, Klartext: 2013; Robert Weldon Whalen: Bitter Wounds. German Victims of the Great War, 1914-1939, Ithaca / Londres, Cornell University Press, 1984; Deborah Cohen: The War Come Home. Disabled veterans in Britain and Germany, 1914-1939, Berkeley, University of California Press, 2001.

35 Michael Mann: Fascists, Cambridge / Nueva York, Cambridge University Press, 2004 [edición en castellano: Fascistas, Valencia, Publicacions de la Universitat de València, 2007]; Sven Reichardt: Faschistische Kampfbünde. Gewalt und Gemeinschaft im italienischen Squadrismus und in der deutschen SA, Colonia / Weimar / Viena, Böhlau, 2002.

36 Matthias Sprenger: Landsknechte auf dem Weg ins Dritte Reich? Zu Genese und Wandel des Freikorpsmythos, Paderborn, Ferdinand Schöning, 2008. Véase también Benjamin Ziemann: «Die Konstruktion des Kriegsveteranen und die Symbolik seiner Erinnerung 1918-1933», en Jost Dülffer y Gerd Krumeich (eds.): Der verlorene Frieden. Politik und Kriegskultur nach 1918, Essen, Klartex-Verlag, 2002, pp. 101-118.

37 Simonetta Falasca-Zamponi: Fascist Spectacle. The Aesthetics of Power in Mussolini’s Italy, Berkeley, University of California Press, 1997, pp. 162-182; Philip Morgan: Italian Fascism, 1915-1945, 2.ª ed., Nueva York, Palgrave Macmillan, 2004.

38 Gerd Krumeich (ed.): Nationalsozialismus und Erster Weltkrieg, Essen, Klartext, 2010; Thomas Kühne, Kameradschaft. Die Soldaten des nationalsozialistischen Krieges und das 20. Jahrhundert, Gotinga, Vandenhoeck & Ruprecht, 2006.

39 Arndt Weinrich: Der Weltkrieg als Erzieher. Jugend zwischen Weimarer Republik und Nationalsozialismus, Essen, Klartext Verlag, 2013, pp. 21-25: Alessandro Salvador y Anders G. Kjøstvedt (eds.): New Political Ideas in the Aftermath of the Great War, Cham, Palgrave Macmillan, 2017, p. xiv.

40 Kevin Passmore: «L’historiographie du “fascisme” en France», French Historical Studies 37, 3, 2014, pp. 466-499; Samuel Huston Goodfellow: «Fascism as a Transnational

Movement: The Case of Inter-War Alsace», Contemporary European History 22, 1, 2013, pp. 87-106.

41 Aristotle A. Kallis: «“Fascism”, “Para-fascism” and “Fascistization”: On the Similarities of Three Conceptual Categories», European History Quarterly 33, 2, 2003, pp. 219-249.

42 Michel Dobry: «Desperately Seeking “Generic Fascism”: Some Discordant Thoughts on the Academic Recycling of Indigenous Categories», en António Costa Pinto: Rethinking the Nature of Fascism, pp. 53-84; cf. Roger Griffin: The Nature of Fascism, Londres, Printer Publishers, 1991.

43 Robert O. Paxton: The Anatomy of Fascism, Nueva York, Knopf, 2004 [traducción española, en Robert O. Paxton: Anatomía del fascismo, Madrid, Península, 2005]; Philip Morgan: Fascism in Europe, 1919-1945, Londres, Routledge, 2003.

44 Martin Durham y Margaret Power (eds.): New Perspectives on the Transnational Right, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2010, p. 3; véase también Sven Reichardt y Armin Nolzen (eds.): Faschismus in Italien und Deutschland. Studien zu Transfer und Vergleich, Gotinga, Wallstein, 2005.

45 Akira Iriye: Global and Transnational History: The Past, Present and Future, Basingstoke, Palgrave Macmillan, 2012, pp. 11 y 15.

46 Federico Finchelstein: Transatlantic fascism. Ideology, violence, and the sacred in Argentina and Italy, 1919-1945, Durham, Duke University Press, 2010.

47 Hans Woller: Rom, 28. Oktober 1922. Die faschistische Herausforderung, Múnich, Dtv, 1999, pp. 20-57; Christian Goeschel: «Italia Docet? The Relationship between Italian Fascism and Nazism Revisited», European History Quarterly 42, 2012, pp. 480-492.

48 Arnd Bauerkämper: «Transnational Fascism: Cross-Border Relations between Regimes and Movements in Europe, 1922-1939», East Central Europe 37, 2010, pp. 214-246; véase también Salvatore Garau: «The Internationalisation of Italian Fascism in the face of German National Socialism, and its Impact on the British Union of Fascists», Politics, Religion & Ideology 15, 1, 2014, pp. 45-63.

49 Glenda Sluga: «Fascism and Anti-Fascism», en Akira Iriye y Pierre-Yves Saunier (eds.): The Palgrave Dictionary of Transnational History, Basingstoke / Nueva York, Palgrave Macmillan, 2009.

50 Martina Salvante: «The Italian Associazione Nazionale Mutilati e Invalidi di Guerra and its International Liaisons in the Post Great War Era», en Julia Eichenberg y John Paul Newman (eds.): The Great War and Veterans’ Internationalism, pp. 162-183.

51 Véase, por ejemplo, Claire Moreau Trichet: Henri Pichot et l’Allemagne de 1930 à 1945, Berna, Peter Lang, 2004.

52 Tood D. Nelson: Handbook of Prejudice, Stereotyping, and Discrimination, Nueva York, Psychology Press, 2009, p. 201.

53 Craig McGarty, Vincent Y. Yzerbyt y Russell Spears: Stereotypes as Explanations. The Formation of Meaningful Beliefs about Social Groups, Cambridge, Cambridge University Press, 2002, p. 2.

54 Perry R. Hinton: Stereotypes, Cognition and Culture, East Sussex, Psychology Press, 2000, pp. 7-8.

55 Anthony Lyons, Anna Clark, Yoshihisa Kashima y Tim Kurz: «Cultural Dynamics of Stereotypes: Social Network Processes and the Perpetuation of Stereotypes», en Yoshihisa Kashima, Klaus Fiedler y Peter Freytag: Stereotype Dynamics. Language-Based Approaches to the Formation, Maintenance, and Transformation of Stereotypes, Nueva York / Londres, Lawrence Erlbaum Associates, 2008, pp. 59-92, p. 83.

56 Para una explicación de los mitos políticos como narrativas básicas que responden a una necesidad de significación, véase Chiara Bottici: A Philosophy of Political Myth, Nueva York, Cambridge University Press, 2007.

57 Sobre estas herramientas analíticas véase Pierre-Yves Saunier: Transnational History, Nueva York, Palgrave Macmillan, 2013 [traducción española: Pierre-Yves Saunier: La historia transnacional, Zaragoza, Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2020].

58 Para una visión general de la prensa excombatiente italiana véase Giovanni Sabbatucci: La stampa del combattentismo (1918-1925), Bolonia, Cappelli, 1980.

PRIMERA PARTELA POSGUERRA

1. LOS EXCOMBATIENTES DE LA GRAN GUERRA Y LOS ORÍGENES DEL FASCISMO, 1914-1919

Observar las vicisitudes de la participación italiana en la Primera Guerra Mundial sirve para explicar los orígenes de la relación entre excombatientes y fascismo. De hecho, el origen primario tanto del Fascismo italiano como del fascismo «genérico» europeo fue la Gran Guerra, que constituyó simultáneamente un acontecimiento global y europeo y una constelación de experiencias nacionales diversas. Aunque la participación italiana en el conflicto no fue radicalmente distinta a la de otros países contendientes, debemos tener en cuenta algunas de sus particularidades, por ejemplo, los vaivenes y experiencias de Mussolini durante el conflicto que determinaron la génesis ideológica del movimiento fascista. Como mostraré en el primer apartado, en el contexto crítico de 1917, mientras la revolución bolchevique tenía lugar en Rusia e Italia sufría una severa derrota militar en Caporetto, Mussolini comenzó a dar forma a una nueva ideología en la que los veteranos de guerra tendrían un papel clave. Para muchos otros futuros fascistas la experiencia bélica resultó igualmente fundamental.

El nacimiento del fascismo y sus tempranas relaciones con los excombatientes de la Gran Guerra tampoco fueron fenómenos exclusivamente italianos, ya que la profunda crisis de posguerra del país transalpino se inscribió en una tendencia europea más amplia. Como el resto de los Estados nación, Italia se vio azotada por el descontento social, crisis económicas e inestabilidades políticas. Una de las consecuencias transnacionales de la Primera Guerra Mundial fue el paramilitarismo y la aparición de movimientos de veteranos. Por ello, el segundo apartado desgranará el amplio contexto histórico en el que se ha de situar el caso italiano. Centrándonos en los acontecimientos internacionales de 1919, veremos el marco europeo en el que debemos entender el nacimiento del Fascismo, la irrupción de las organizaciones de excombatientes y los paramilitarismos: la imbricación de todas estas fuerzas históricas es clave para entender cómo evolucionó el vínculo entre veteranos y fascismo.

Los dos últimos apartados del capítulo se centrarán en la experiencia italiana de posguerra, ya que fue en Italia donde el fascismo y los veteranos se vincularon originalmente. Una serie de peculiaridades de la particular experiencia italiana durante la Gran Guerra marcaron el surgimiento de las asociaciones de veteranos en este país, pero este fenómeno también entroncaba con cosmovisiones más amplias, como las de la contrarrevolución centroeuropea, construidas en torno a otros acontecimientos históricos cruciales. Serán, por ello, factores transnacionales los que expliquen tanto la aparición del movimiento fascista original en Italia, como la ambición fascista de reclutar excombatientes a sus filas. La participación en la política de los veteranos fascistas se observará como un fenómeno conflictivo de apropiación simbólica, de orígenes y consecuencias transnacionales, y que tuvo lugar, sobre todo, en el ámbito de lo discursivo y lo ideográfico. Demostraré que la consolidación de una percepción de los excombatientes como figuras nacionalistas y antibolcheviques, comúnmente aceptada pero alejada de la realidad histórica, fue el precedente crucial que explica la posterior fusión simbólica entre aquellos y el Fascismo.

LA EXPERIENCIA ITALIANA DE LA PRIMERA GUERRA MUNDIAL

Un peculiar fermento social e intelectual caracterizó a las sociedades europeas antes del estallido de la Gran Guerra, incluida Italia. Como en otros Estados europeos atrapados dentro del sistema internacional de alianzas que provocó el conflicto, también en Italia podían encontrarse intelectuales defensores de un nuevo nacionalismo militarista, emparentado con la ideología revolucionaria derechista francesa propia de los años prebélicos.1 Pero a pesar de que Italia participaba en una incómoda Triple Alianza con Alemania y Austria-Hungría, aquellos italianos que entendían la guerra como un fenómeno transformativo vieron frustradas sus expectativas de crear un mundo nuevo y mejor, pues su país no entró en el conflicto en agosto de 1914. Con todo, estos precedentes ideológicos y políticos permiten entender por qué el Fascismo se originó en Italia y cuál fue la responsabilidad de los veteranos en su desarrollo.

El movimiento intervencionista italiano fue la semilla del Fascismo. Mientras jóvenes voluntarios y soldados de Alemania, Francia y Gran Bretaña comenzaban a matarse a lo largo del frente occidental, en Italia escritores como Giuseppe Prezzolini y Giovanni Papini a través de sus artículos en la revista La Voce, y Gabriele D’Annunzio y Filippo Tommaso Marinetti con sus poemas, alentaban a la «generación de la guerra» del país. Aquellos apóstoles de la intervención opinaban que la guerra tenía un significado existencial.2 Junto a diversos políticos jóvenes, revolucionarios y republicanos, abogaban por unirse al conflicto del lado francobritánico. La mayoría de los intelectuales italianos comulgaba con esta agresiva postura, aunque por motivos divergentes. Unos veían la guerra como una oportunidad histórica para completar por fin el Risorgimento y la unificación; otros la percibían como la oportunidad, largo tiempo esperada, de redimir al proletariado y defenestrar a las viejas élites políticas. En otras palabras, creían que la guerra sería una experiencia palingenésica para la nación italiana. De este modo, diversos grupos y organizaciones desde la extrema derecha nacionalista a la izquierda revolucionaria convergieron en torno al intervencionismo, un movimiento en favor de la participación en la contienda que adquirió elementos cada vez más antidemocráticos. Aunque se afirmaría que los agitadores belicistas habían triunfado en su objetivo de imponer la intervención frente a la decadente nación burguesa durante los «días radiantes» (radiose giornate) de mayo de 1915, la decisión de entrar en la guerra en el bando de la Entente en esas fechas ya había sido cuidadosamente negociada por vías diplomáticas, habiéndose alcanzado en un acuerdo secreto entre el gobierno italiano y los británicos, franceses y rusos: el Pacto de Londres.3

Una característica llamativa de la experiencia bélica italiana, sin apenas parangón en ningún otro sitio, fue la profunda división social y política provocada por la intervención, especialmente en el seno del Partido Socialista. La gran mayoría de la población italiana, que en líneas generales se oponía totalmente a la guerra, no mostraba el menor interés en la posibilidad de que Italia obtuviera los territorios del Tirol y Dalmacia –entre otros– en caso de victoria. Jóvenes educados de clase burguesa solían ser los típicos intervencionistas, mientras que la clase trabajadora temía, razonablemente, que la guerra trajese escasez y peores condiciones de vida. Así, en Italia no existió el tipo de tregua nacional o «Unión Sagrada» que se dio en Francia y Alemania en 1914 y atrajo a los socialistas a apoyar el esfuerzo de guerra. En estos dos países los socialistas antimilitaristas fueron marginados; fue el caso de Jean Jaurès, asesinado al poco de comenzar la guerra, o Karl Liebknecht, expulsado del Partido Socialista Alemán. Muy al contrario, en el socialismo italiano lo que prevaleció fue el antimilitarismo y el internacionalismo, quedando los intervencionistas en clara minoría. Por ello, si ya el denominado espíritu de 1914 se ha revelado como un mito para el caso alemán,4 la intervención italiana de mayo de 1915 tampoco estuvo definida por el entusiasmo social ni por el alistamiento masivo de voluntarios. Ahora bien, la izquierda política italiana tampoco constituía un bloque unánimemente pacifista, internacionalista y neutralista. Socialistas como Leonida Bissolati y Gaetano Salvemini, representantes de un intervencionismo democrático, sí que abogaron por la entrada de Italia en la guerra como forma de combatir el imperialismo alemán.

La actitud de Benito Mussolini en aquellos momentos ha de ser entendida dentro del contexto del intervencionismo. Mussolini había sido un socialista revolucionario y, desde 1912, editor del periódico socialista Avanti! en Milán. Sus ideas ya habían entrado habitualmente en conflicto con la ortodoxia socialista, pero sería con el movimiento intervencionista cuando derivaría hacia la derecha política.5 De acuerdo con su particular visión de la ideología revolucionaria y movido por sus lecturas de los intelectuales de La Voce, Mussolini abogó por la intervención en el otoño de 1914. Fundó su propio periódico intervencionista, Il Popolo d’Italia: Quotidiano socialista, y cortó sus lazos con el Partido Socialista Italiano (PSI) en noviembre para posteriormente participar en el encuentro fundacional de los Fasci d’Azione Rivoluzionaria, un grupo que defendía la intervención «revolucionaria» en la guerra. Tras una serie de agrias disputas con los socialistas en las páginas de su periódico, Mussolini aplaudió la declaración de guerra y fue llamado a filas por el ejército italiano como simple recluta. Al igual que él, muchos otros jóvenes siguieron un camino similar hacia la experiencia bélica, algunos presentándose como voluntarios, si bien la mayoría fueron reclutas forzosos.