Experta en límites - TERRI COLE - E-Book

Experta en límites E-Book

TERRI COLE

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Beschreibung

Los límites personales sanos son la clave para una vida plena, empoderada y autodirigida. En este libro, Terri Cole nos explica cómo a lo largo de nuestra vida desarrollamos problemas para establecer límites, particularmente las mujeres. Basándose tanto en su experiencia personal como en las historias contadas dentro de su consultorio, la autora creó esta guía sumamente amena para enseñarnos cómo aprender a decir no (o sí) tanto con las personas que nos rodean (familia, amigos, compañeros de trabajo o pareja, por ejemplo) hasta con nosotros mismos, pues aprender a establecerlos y aplicarlos nos ayuda a solucionar problemas y tener una vida menos complicada.

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Seitenzahl: 337

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Imagina que te expresas con calma y confianza en tus relaciones personales y profesionales.

Imagina que sabes perfectamente qué sí y qué no quieres hacer en todas las áreas de tu vida.

Imagina enunciar tu verdad con naturalidad, facilidad y sin autorrestricciones.

Aquí aprenderás a expresar tus preferencias y necesidades con autenticidad para tener la vida sana y feliz que mereces. A través de una serie de prácticas vivenciales, consejos y distintas estrategias, lograrás entender el poder de la comunicación eficaz y tomar el control de cada aspecto de tu vida.

Si te da miedo ofender a los demás por ser honesta o sufres la terrible necesidad de proteger el bienestar ajeno, es momento de transformar tu vida estableciendo límites sanos y volviéndote experta en ello.

 

“Experta en límites revela de forma magistral cómo encontrar tu voz auténtica, afianzar tu poder y dominarlo. Sentirás como si una amiga muy querida y sabia te estuviera aconsejando. Este brillante libro es de lectura obligatoria”.

Davidji, autor de Sacred Powers.

 

“¿Cómo puedes perseguir tus sueños si estás atrapada en la complacencia, la codependencia y en perder el tiempo trabajando y funcionando en exceso? No puedes. Si estás lista para crear y vivir poniendo tus propios términos, Experta en límites está a punto de convertirse en tu hoja de ruta”.

Amy Porterfield, empresaria y presentadora del podcast Online Marketing Made Easy.

 

 

“Es un curso intensivo de integridad en la comunicación, con técnicas precisas y convincentes. Terri es una psicoterapeuta que habla claro y sabe cómo llevarnos de la responsabilidad dañina al compromiso amoroso”.

Danielle La Porte, creadora de The Desire Map y Heart Centered.

 

 

“Con Experta en límites, la poderosa sanadora y terapeuta transformacional, Terri Cole, te ofrece la medicina psicológica que necesitas para abandonar hábitos destructivos, dejar de complacer a la gente y liberar tu alma”.

Gabrielle Bernstein, autora bestseller de The New York Times.

Terri Cole es psicoterapeuta y experta en relaciones y empoderamiento. Tiene una maestría en Trabajo social y es licenciada en Trabajo social clínico. Ha asesorado diversos tipos de clientes durante más de 20 años, desde amas de casa hasta celebridades y altos directivos que han figurado en la lista de la revista Fortune. Su trabajo combina lo mejor de la psicología y las prácticas orientales de atención plena, y su don es explicar conceptos psicológicos complicados de una manera práctica y amena para que las personas logren un cambio sostenible en su vida. Su misión es enseñar a las personas cómo alcanzar y mantener una buena salud mental y empoderarlas en cualquier aspecto de su vida.

En primer lugar, este libro está dedicado a las mujeres valientes de todo el mundo que se han comprometido a crear relaciones sanas y vidas extraordinarias. Este libro es para ti. Te veo y me siento honrada de guiarte en este viaje transformador.

 

A mi único e inigualable Victor Juhasz, cuyo apoyo inquebrantable, amor y habilidades culinarias hicieron posible la escritura de este libro.

 

A mi madre, Jan Cole, que siempre ha creído en mí.

Si no eres tú, ¿quién?

Si no es ahora, ¿cuándo?

Índice

IntroducciónParte 1. Unir los puntos al pasadoCapítulo 1. Del desastre a la maestríaCapítulo 2. Guía básica para establecer tus límitesCapítulo 3. La conexión codependienteCapítulo 4. Algunos datos sobre límites corrompidosCapítulo 5. Cavar más hondo: el presente no es el pasadoParte 2. Crear la nueva normalidadCapítulo 6. La tríada RLR (Reconocer, liberar, responder)Capítulo 7. De los límites reactivos a los proactivosCapítulo 8. Las cosas van en serioCapítulo 9. Destructores de límitesCapítulo 10. Límites en el mundo real (escenarios + guiones)Capítulo 11. La vida de expertaProfundizaAgradecimientosNotas

DECLARACIÓN DE DERECHOS

 

Una experta en límites tiene los siguientes derechos:

 

Decir no (o sí) sin sentirse culpable.

Equivocarse, corregir el rumbo o cambiar de opinión.

Negociar sus preferencias, deseos y necesidades.

Expresar y honrar sus sentimientos, si así lo decide.

Expresar su opinión aunque otros estén de desacuerdo.

Ser tratada con respeto, consideración y cuidado.

Determinar quién tiene el privilegio de estar en su vida.

Comunicar cuáles son sus límites y las cosas que no le gustan.

Priorizar el autocuidado sin sentirse egoísta.

Decir su verdad, ser vista y vivir libremente.

Introducción

¿Alguna vez has dicho sí cuando querías decir no?

¿Priorizas las necesidades o deseos de los demás por encima de los tuyos?

¿Con frecuencia sientes que deberías hacer más en todos los ámbitos de tu vida?

¿Te involucras demasiado en las decisiones, sentimientos y resultados de las personas que amas?

¿Te resistes a pedir ayuda y acabas haciéndolo todo tú sola?

Si estas preguntas te resuenan, entonces, querida, eres una de esas mujeres que se extralimitan, que dan demasiado y están totalmente agotadas. Pero estás en el lugar adecuado.

Los límites personales sanos y sólidos son la clave de una vida plena, empoderada y autodirigida. Lo digo con base en mi experiencia personal y profesional de los últimos 23 años como terapeuta clínica. Cada persona que visita mi consultorio, desde el adinerado editor de una revista para millenials hasta la madre cuarentona de clase media o el gerente divorciado, tiene un problema diferente: un cónyuge infiel, un jefe autoritario, una dinámica familiar nociva, etcétera.

Sin embargo, en el fondo de cada uno subyace la misma causa: la falta de límites sanos. Aprender a establecerlos y aplicarlos es justamente lo que ayuda a solucionar los problemas. Y es completamente posible.

Escucha: si careces de esta importante habilidad, no te aflijas. No estás sola. Supongo que ni en la escuela ni en tu casa te enseñaron sobre esto, ¿verdad? Entonces, ¿cómo puedes saberlo?

Aprender sobre límites sanos sin ninguna instrucción, es como pretender despertar de un día para el otro hablando ruso, mandarín o cualquier otro idioma con solo desearlo. No es posible. Este libro sobre límites efectivos se asemeja a un intensivo de idiomas, como Rosetta Stone®. Con estudio y práctica, seguro podrás hablar el lenguaje de los límites con fluidez, y cuando lo hagas, cada faceta de tu vida florecerá. Tendrás más poder en tus relaciones, sobre todo contigo misma, que es la relación más importante de todas.

Este libro es una guía diseñada estratégicamente para que te conviertas en experta en límites con pleno derecho. Una experta en límites es una mujer que:

Tiene un profundo conocimiento de sí misma, incluso de cómo surgieron sus patrones de límites disfuncionales y cómo pueden estar frenándola en el aquí y ahora.Sabe cómo identificar y transformar cualquier bloqueo de comportamiento que afecte a sus auténticos deseos y su realización.Habla con sinceridad sabiendo que es la única manera de construir la vida que quiere y merece.Está comprometida con su crecimiento personal empezando por el estado en que se encuentra.

(Nota: Este libro fue escrito pensando en las mujeres cisgénero, pero cualquiera puede beneficiarse con su lectura. En mi experiencia, los problemas de límites atraviesan todas las expresiones de género.)

Para alinearte a los auténticos deseos, vamos a pasar algún tiempo limpiando lo que yo llamo el sótano, es decir, la mente inconsciente. Este lugar almacena creencias y experiencias que guardaste allí con cuidado y dejaste olvidadas, al menos conscientemente. La basura del sótano moldea tu vida sin darte cuenta. Se manifiesta, por lo general, en reacciones exageradas, incongruentes, o en comportamientos que van en contra de los intereses propios y del buen juicio.

Puede que después de ciertos sucesos, pienses: “¿Qué carajo fue eso?”. Puede que ignores tu intuición y las señales de tu cuerpo en un esfuerzo inconsciente por evitar el malestar. Esto se llama ser humano. Si en estos momentos experimentas algún tipo de conflicto, te aseguro que limpiar tu sótano revelará verdades que te encaminarán hacia una mayor autodeterminación.

Es normal evadir el recuerdo de experiencias pasadas. Al principio, las personas se resisten a mi sugerencia de dirigirse al sótano y poner manos a la obra, diciéndose a sí mismas:

“Fue hace tanto tiempo, ya debería haberlo superado.”

“No quiero culpar a mis padres.”

“¡Tuve una infancia feliz!”

Si pudiera enseñarte el camino a la maestría sin tener que excavar el sótano, te juro que lo haría. (Y que quede claro: nuestro viaje no requiere culpables.) Sin embargo, hay buenas noticias: seré tu guía. Te llevaré de la mano iluminando tus pasos con mi faro. Tú puedes hacerlo, y yo te acompañaré en cada paso.

Prepararte para el éxito requiere dedicar un tiempo a entender qué implica el viaje de una experta en límites y por qué es importante.

Establecer límites sanos, sólidos, flexibles y saber comunicarlos, hace posible una vida satisfactoria. Sin buenos límites es imposible. Sí, imposible. Estoy segura de ello.

Para quienes funcionen siempre en el piloto automático de hazlo tú misma o padezcan la enfermedad de complacer1 (expresión acuñada por la Dra. Harriet Braiker, renombrada psicóloga y experta en temas femeninos), esto pueden ser una mala noticia. Sí, tendrás que bajar el ritmo y abandonar los surcos trillados de la zona de confort para conocer, expresar y proteger tu yo auténtico. (Que levante la mano quien esté pensando: “¿Yo auténtico? ¿Qué carajo es eso?”).

A medida que te sientas más segura en poner límites y hablar con sinceridad, conocerás y apreciarás ese yo (que, por cierto, es una auténtica estrella del rock). Lo que parecían malas noticias se convertirán entonces en excelentes oportunidades.

Con frecuencia, los patrones de límites insanos tienen su origen en una confusión sobre cuáles son tus verdaderas responsabilidades. Por ejemplo, pensar que la angustia o el conflicto ajeno es algo que te corresponde arreglar, cuando, en realidad, son experiencias emocionales y conflictos de la otra persona. Ese es su camino. Este libro trata de ti y de tu camino.

Cuando tienes claras tus responsabilidades, el proceso de transformación se facilita. Enfocar tu intención es el requisito para que estas técnicas funcionen. Para que las cosas cambien, tienes que estar dispuesta a intentar algo nuevo. Este proceso requiere esfuerzo y tú lo vales. Me entusiasma pensar en tus capacidades para crear una vida que satisfaga a tu verdadero yo. Basándome en el éxito que he tenido con innumerables personas, no tengo ninguna duda de que también el éxito es posible para ti.

SE TRATA DE ESTO

En la primera parte del libro, recopilaremos información y realizaremos un inventario de todas las áreas de tu vida, revelando experiencias vitales, influencias o desinformación que puedan estar contribuyendo a las dificultades para establecer límites. Vamos a desenterrar tu plano de límites, para desentrañar de qué manera, consciente e inconscientemente, te relacionas con ellos.

El manejo de límites está influenciado por tu infancia, la crianza que tuviste, lo que observaste en el núcleo familiar y las normas sociales de la cultura a la que perteneces. Muchas personas hallan en estos conocimientos algo auténticamente liberador. Es cierto que el comportamiento aprendido no es tu culpa, pero, definitivamente, desentrañarlo es tu responsabilidad. Con las herramientas y la orientación adecuadas, tendrás el poder de reescribir tu plan de vida.

En la segunda parte, pasaremos a dominar el lenguaje de los límites y a dar pequeños pasos con base en tu nuevo estado de conciencia. Las herramientas, estrategias y orientaciones ofrecidas pueden adaptarse a tus posibilidades y estilo personal. Tú eres única, y también lo es la manera adecuada de relacionarte, expresar tus preferencias y las cosas que realmente te importan.

También abordaremos paso a paso el plan proactivo de límites, que son estrategias para cambiar de un comportamiento reactivo a uno proactivo. Hablaremos de cómo manejar a las personas que intentan sabotearte cuando has marcado límites con total claridad. Discutiremos los casos en que las reglas no aplican, sobre todo cuando interactúas con personas destructoras de límites, o narcisistas, y otras personalidades difíciles. Seré en todo momento tu guía compasiva, cariñosa (y genial).

Entrar en contacto con tu niña interior y las necesidades que en tu infancia quedaron insatisfechas, será parte del proceso. Antes de convertirme en terapeuta, intenté desechar el concepto niño/niña interior. Sonaba demasiado pretencioso y poco convincente, como un pensamiento mágico.

En realidad, las heridas no resueltas de la infancia afectan negativamente a las relaciones de la vida adulta. Con el tiempo, comprendí que el niño interior necesita ser realmente atendido (hablaremos al respecto en el capítulo 8). En este momento, es importante abrirte a la idea de que tus respuestas a las dificultades de la vida pueden estar impulsadas, digamos, por tu yo de 5 años. ¿Dejarías que una niña de esa edad tomara decisiones definitivas respecto a tu matrimonio? ¿La dejarías decidir sobre tu carrera profesional? Supongo que no.

En estas situaciones necesitamos más que nunca tener autocompasión. Solo entonces tendremos la expansión necesaria para tomar conciencia de los comportamientos disfuncionales. Hurgar en los rincones enmarañados del sótano los recuerdos potencialmente incómodos forma parte del proceso.

No se trata de quedar atrapada en el pasado. Si conectas con los acontecimientos lejanos en el tiempo, encontrarás un incidente o experiencia que necesitas atender. Identificar las heridas originales permite reconocer, procesar y honrar la experiencia de la niña interior. Comprenderlas influirá en tu vida actual de forma positiva.

Para activar la autocompasión te ofrezco una estrategia (en el capítulo 6) que te ayudará a reconocer cuándo evocar a la niña interior, de modo que puedas liberar reacciones atrapadas en el inconsciente y encontrar respuestas maduras. Se trata de la llamada triada RLR (reconocer-liberar-responder).

La naturaleza de este trabajo te revelará una serie de emociones: esperanza, agotamiento, ansiedad y entusiasmo. Puede que a veces te sientas egoísta, en especial cuando se trata de cambiar acuerdos tácitos y dar prioridad a tus sentimientos. La idea de agitar las olas de los límites suele despertar temores y sentimientos de culpa y vergüenza. Surgen ideas como: ¿Las personas a las que quiero se burlarán de mí? ¿Cambiar las reglas del juego unilateralmente es una forma de rechazarlos?

El cambio real y sostenible no se produce repentinamente sino paso a paso. Aprenderás a hacer cambios, rectificar comportamientos y tomar decisiones correctas. Desde la parte 1 (recopilación de información) hasta la parte 2 (transformación de la información en nuevos patrones de comportamiento y elecciones) hay una curva de aprendizaje bastante extensa.

Por lo tanto, la paciencia y la autocompasión son buenas compañeras a medida que avanzas en el proceso de liberarte de actitudes y comportamientos profundamente arraigados que te sabotean.

Cuando reflexiones sobre tus errores respecto a los límites, puede que sientas vergüenza, pena o arrepentimiento. Por favor, entiende que tu comportamiento no es un reflejo de quién eres, sino de lo que hasta este momento has ignorado. Recuerda que este libro y tu proceso de transformación son zonas libres de prejuicios.

Si en algún momento llegas a sentirte un desastre, celébralo. Estás haciendo algo que 80% de las personas nunca lo hará. Además, eres un ser humano. No seas tan dura contigo misma.

Lo importante es no olvidar que eres la encargada de escribir tu propio manual de instrucciones y lo leerán todas las personas de tu entorno. Si sientes que no te respetan o te subestiman, es hora de reescribir el manual y poner la vara más alta para ti y los demás. Tú puedes hacerlo.

Para preparar el camino al éxito, te animo a crear un espacio seguro y acogedor donde puedas centrarte en tu interior. Yo llamo a este espacio sagrado el refugio zen. Será el lugar perfecto para meditar, llevar un diario y hacer los ejercicios de integración, sobre los cuales aprenderás a continuación.

CONSEJOS PARA UTILIZAR ESTE LIBRO

Estas páginas están diseñadas para ser leídas en orden cronológico porque cada capítulo se basa en el anterior. A lo largo de cada uno te ofrezco consejos, autoevaluaciones y ejercicios para que alcances los resultados deseados. Son los mismos que utilizo con mis clientes y alumnas.

Hablemos claro. A lo largo de cada capítulo, resumo los conceptos clave para que no pierdas el hilo.

Ejercicio introspectivo. Las autoevaluaciones rápidas y sobre la marcha te ayudarán a personalizar la información y aplicarla en tus experiencias diarias.

Experta en acción. Al final de cada capítulo, te ofrezco dos estrategias fundamentales para poner en práctica tus nuevos conocimientos. Lo más importante sugiere formas de ayudarte a ampliar la autoconciencia. Profundiza ofrece ejercicios de integración (que continúan al final del libro) para alcances un cambio sostenible, ¡no te los saltes! De vez en cuando, incluyo sugerencias que ayudarán a inspirarte.

Experta en límites.Superbono en línea. Conéctate para obtener herramientas exclusivas de atención plena, meditaciones guiadas y estrategias de apoyo mental en el sitio web: BoundaryBossBook.com/bonus

¿Mi consejo? Ve a tu ritmo, toma lo que te funcione y deja el resto. Cuando las cosas empiecen a calentarse, baja la velocidad, refréscate y respira. Recuerda las herramientas que estás aprendiendo y utilízalas.

Date espacio y tiempo, y retoma cuando estés lista. El trabajo interno puede despertar sentimientos intensos. Presta atención y escucha.

Pregúntate a ti misma: ¿Necesito…

… tomar un descanso?… dar un paseo?… llamar a un amigo o a un profesional?

La salud mental y seguridad emocional son tu responsabilidad y máxima prioridad. Así que, a lo largo de nuestro viaje, por favor, cuídate. Te prometo que si haces un buen trabajo, verás resultados positivos en tu vida y en tus relaciones.

Aunque convertirte en experta puede llevar tiempo, empezar a establecer mejores límites y hacerlos cumplir no lo requiere tanto. Si mantienes el rumbo, al final del libro tendrás las habilidades y la experiencia necesarias para hacerlo. Habrás eliminado de forma sistemática las ideas limitantes que han estado afectando tus comportamientos, y adoptado creencias y acciones conscientes y empoderadas.

Habrás abierto tu mente a cambios positivos conforme a tus auténticos deseos y no a los vicios heredados. Esto te dará satisfacción y confianza, y un mayor autoconocimiento que influirá poderosamente en tu vida.

Considera este libro como una ofrenda de amor. Durante más de 20 años, he estado trabajando para que el aprendizaje sobre los límites sanos sea accesible y eficaz. Soy testigo de su efecto transformador en la vida de las personas y en mi propia vida. Hasta la fecha, he ayudado a miles de mujeres de todo el mundo a convertirse en expertas en límites, haciéndolo cada quien a su manera. Mi misión es guiarte para que vivas una vida única y empoderada como te lo mereces.

¿Lista para comenzar?

¡Vamos!

Identificar las heridas originales permite reconocer, procesar y honrar la experiencia de niña interior.

Parte1Unir los puntos al pasado

Capítulo 1Del desastre a la maestría

Durante la década de mis 20 fui dama de honor ocho veces. Ocho.

Debí rechazar educadamente al menos la mitad de esas experiencias en las que lucí vestidos espantosos, pero no sabía cómo negarme. O decir: “¡olvídalo!, ni loca!”, o “me encantaría, pero tengo un asunto urgentísimo del que ocuparme”. (Por ejemplo, hurgar en mi alcancía para comprar un boleto de metro. Era una chica de 22 años sin un centavo que intentaba salir adelante en Nueva York.)

¿Cómo iba a permitirme estar en una boda como dama de honor de una compañera del trabajo cuando era mesera? En realidad, el temor a decepcionar a las futuras novias era mucho mayor que la realidad de mi miserable saldo bancario. No quería que me consideraran grosera, insensible o, lo peor de todo, poco simpática. Si decía que no, estaría rechazando el privilegio de ser elegida. ¿Quién era yo para hacer eso?

Ese miedo me impulsó a desembolsar miles de dólares que no tenía (¡hola, deuda de la tarjeta de crédito!) para participar en ceremonias de personas a las que no habría invitado ni siquiera a la inauguración de mi casa (si hubiera tenido una, claro). Como era de esperar, me sentía agobiada y resentida.

Estas emociones secretas afloraban en las despedidas de soltera, en las cenas de ensayo o cada vez que echaba un vistazo a los vestidos verde agua con mangas bombachas de los años 80 que ocultaba en mi clóset y que nunca jamás volvería a ponerme. ¿Para qué? Por el honor de no decir mi verdad. Mirando hacia atrás, todo lo que puedo decir es: “¡Al carajo!”.

Mi perpetua condición de dama de honor era síntoma de un problema mayor con el que se enfrentan millones de mujeres: no saber poner límites. Sí, tener dificultades para establecer, comunicar y hacer cumplir límites sanos en todos los ámbitos de la vida es para efectos prácticos una epidemia. El costo es enorme.

Conduce a relaciones conflictivas y desequilibradas, a una falta de control del tiempo personal y a un malestar general. ¿Tienes tiempo para todo ese drama, querida? No, no lo tienes.

En mi caso (y probablemente también sea el tuyo), el miedo a decepcionar se interpuso al sentido común. Podría haber elegido otra cosa y establecer parámetros sobre cómo gastar mi valioso tiempo y dinero. Podría haber dicho: “No, gracias. Ese vestido es horroroso, y tu prometido también”. (¡Se me insinuó en la fiesta de compromiso!) Digamos que disponía de otras opciones, pero había un obstáculo enorme: Ni siquiera sabía que podía elegir.

Sin importar en qué situación te encuentres, tú también tienes opciones.

Durante las dos últimas décadas, he ejercido como terapeuta clínica y he tratado en su mayoría a mujeres que sufren problemas de límites. Desde erráticos a demasiado flexibles, pasando por poco flexibles, sus límites son demasiados confusos. Algunas mujeres son tan independientes y autosuficientes que nunca piden ni permiten recibir ayuda. No dejan que los taxistas metan su pesada maleta en la cajuela o que los empaquetadores del supermercado embolsen sus compras (lo cual es, literalmente, su trabajo). “Yo me encargo, gracias”, dicen.

Otras sufren la necesidad compulsiva de complacer a sus seres queridos a costa de su propio bienestar. O se extralimitan para quedar bien con todo el mundo (incluso con las personas que ni siquiera les caen bien), por ejemplo, dicen sí cuando en realidad quisieran decir no cuando les piden organizar la recaudación de fondos durante su tiempo libre (otra vez) aunque estén agobiadas de trabajo o tratando de concretar una venta. O invitan a su primo alcohólico a su fiesta de cumpleaños aunque saben que acabará muy mal.

EJERCICIO INTROSPECTIVO

¿CÓMO ES TU MANEJO DE LÍMITES?

 

A continuación se exponen algunos problemas habituales relacionados con los límites. ¿Te ves reflejada en alguno de estos casos?

¿Aceptas una invitación aunque por dentro digas: “No, gracias”? Y afirmas: “Claro que iré porque tú me lo pides (aunque me estoy abandonando por completo). Suena genial, ¡no puedo esperar!”.¿Haces algo que te crea conflictos internos solo por quedar bien con otras personas? Y dices: “¡Claro, te cuido el gato una semana!”. (Todo porque no quieres pagar a un profesional. Aunque ir hasta el otro lado de la ciudad le agrega una hora a mi viaje, y tu gato me odia. Pero,okey, lo acepto, porque creo que es mutuo.)Si tienes un problema con el comportamiento de alguna de tus amistades, ¿tratas de eludirla para evitar conflictos? Y dices: “Me encantaría verte, pero estoy muy ocupada en el trabajo”. (Aunque mi agenda siempre está abierta para las personas relajadas.)¿Disimulas tu malestar en lugar de expresar con calma y abiertamente tus sentimientos? Y dices: “Como tú quieras. Aunque… cambié todos mis planes para adecuarme a tu propuesta, ¡pero está superbién!” .¿Te consideras tan autosuficiente que lo haces todo sin ayuda de nadie? Y dices: “¡Yo me encargo!” (Aunque estoy agotada, enojada y pienso en quiénesdeberían ayudarme en retribución a mi generosidad.)

Si te reconoces en alguno de estos ejemplos de límites insanos, ten por seguro que no estás sola. Lo que estamos haciendo en este momento es recopilar información sobre tu forma particular de establecer límites, así sabrás dónde centrar tus esfuerzos.

Con base en mi experiencia profesional y mi historia personal, entiendo que la palabra no parece fácil de decir. Sin embargo, implica una enorme dificultad para muchas personas.

No importa cuántos memes sobre la negación veamos en nuestras redes sociales, como “¡No es una frase completa!” o “¡No es no!”. La realidad de conocer y expresar nuestro verdadero yo es mucho más compleja, sobre todo cuando tenemos un largo historial de límites malsanos.

Los límites inadecuados crean conflictos y nos roban tiempo y energía. Es probable que lo sepas, pero cuesta mucho esfuerzo seguir apagando fuegos y no darnos cuenta de que somos nosotras quienes los provocamos. Para poner fin a estas distracciones, tenemos que indagar en las influencias originarias, la escena del crimen, por así decirlo, que produjeron las heridas y nos condicionaron.

Hagamos un recorrido retrospectivo para ilustrar el concepto de heridas originales que conducen a límites insanos y a conflictos que nosotras creamos. Voy a compartirte mi experiencia de cómo pasé de ser un desastre a la hora de poner límites, a ir mejorando, hasta convertirme en experta. Espero que halles en mi historia destellos de tus propias vivencias y te sientas segura de poder tú también, a tu manera, hacer este recorrido a la maestría.

MIRA Y APRENDE

Cuando era pequeña, aprendí todo sobre los límites caóticos y la falta de comunicación de mis padres. Ellos casi no tenían experiencia de vida cuando comenzaron con su etapa de crianza. Mi madre tenía 19 años y apenas llevaba tres meses en la universidad cuando se embarazó de mi hermana mayor. Abandonó sus estudios y se casó con mi padre en la sacristía de una iglesia presbiteriana de Glens Falls, Nueva York. En menos de seis años tuvieron tres hijas más. Yo soy la menor.

Fuimos criadas en los suburbios de Nueva Jersey, y mis padres siguieron el modelo de roles tradicionales. Él era el proveedor de la familia. Un alto directivo que jugaba al golf, bebía demasiado (piensa en el consumo de martinis al nivel de Mad Men) y esperaba que la cena estuviera lista al llegar del trabajo.

Mi madre era un ama de casa cariñosa, compasiva y protectora, que crio a sus hijas y también a todos nuestros amigos. Mi padre daba el dinero y mi madre administraba la casa y nuestro bienestar.

Mi familia, como muchas otras, era una tormenta perfecta de comunicación velada y disfunción emocional. Mis padres fueron criados en entornos donde se evitaba hablar abiertamente de cualquier asunto doloroso o problemático. Y allí está el corazón de la cuestión: una comunicación deficiente conduce a la imposibilidad de establecer límites saludables.

Si bien mi padre no era violento ni abusivo, teníamos miedo de su desaprobación. Mi madre evitaba hacerlo enojar. Mis hermanas y yo casi nunca escuchábamos su voz grave y profunda, a menos que hubiera algún problema. En total, habré intercambiado menos de 100 palabras con mi padre antes de que él y ella se divorciaran. Yo tenía 13 años.

En general, su deficiencia comunicativa se traducía en falta de disposición emocional. Habitaba una casa en común, pero no llevaba una relación plena con sus hijas. “¡Hola, aficionadas al deporte!” era la clave para insinuarnos que le tocaba la televisión para ver golf. Mis hermanas y yo podríamos estar absortas en los últimos cinco minutos de Vaselina (imagínate: justo antes de que Olivia Newton-John pasara de ser una chica buena a una femme fatale enfundada en su licra pegadita y fumando), pero cuando oíamos la señal “aficionadas al deporte”, sabíamos que solo había una respuesta aceptable: “No hay problema. ¡Byeeeee!”.

Claro que nos molestaba no poder ver el final de la película, pero actuábamos como si no nos importara en lo mínimo. Decir lo que sentíamos no era una buena opción.

Muchas veces, las reglas domésticas más poderosas son las que no se establecen de forma explícita. Por ejemplo, en mi familia, estaba muy claro el acuerdo tácito entre mis padres: papá mantenía a la familia y mamá nos cuidaba y dirigía. Sin embargo, quizá el pacto silencioso más importante era no expresar la ira de manera explícita. Del mismo modo que percibía a mi tímida madre temerosa de hacer olas con mi padre, sabía de forma casi instintiva que la ira era un tabú en mi familia.

Los seres humanos, incluso desde muy pequeños, estamos programados para minimizar nuestra exposición a lo que percibimos como un peligro. Desde niña aprendí a leer a las personas y analizar las situaciones para evaluar el nivel de amenaza y evitar conflictos. La ira era una constante advertencia.

Evitaba hacer enojar a mi padre. Al igual que mis hermanas, tampoco expresaba mis verdaderos sentimientos. Pero las emociones no desaparecen del sistema familiar por el hecho de ser consideradas inaceptables. Pasan a la clandestinidad. Y eso no es bueno.

En casa, cuatro chicas adolescentes exteriorizaban la rabia reprimida dando portazos, diciendo groserías y, a veces, en ausencia de los padres, soltando uno que otro puñetazo. Mis hermanas mayores descargaban su ira (y los sentimientos velados del sistema familiar) con dramatismo: huían de casa, se relacionaban con malos chicos, se drogaban y bebían.

Frente a esto, la desaprobación de mi padre y la angustia de mi madre me causaban una fuerte impresión. Juré no causarles nunca estos malestares. Eso no significa que nunca haya hecho nada de eso. Claro que lo hice. Solo me aseguré de que nunca me descubrieran.

En consecuencia, para adaptarme a las circunstancias aprendí a ocultar mis verdaderos sentimientos y transmutarlos en otros más permisibles (la ira se convirtió en tristeza, por ejemplo) e ignoré mis instintos. Esta estrategia me mantenía a salvo de la desaprobación y el temor de ser expulsada del clan si me atrevía a romper las reglas tácitas. Cuando ingresé a la universidad, mi forma malsana de comunicarme y mis cuestionables técnicas de afrontamiento eran todo lo que conocía. Era un completo desastre en límites.

EJERCICIO INTROSPECTIVO

¿CUÁLES ERAN TUS SENTIMIENTOS PROHIBIDOS EN LA INFANCIA?

 

Marca las casillas correspondiente a la emoción que, durante tu infancia, haya sido desaprobada, castigada o prohibida.

 

Felicidad: alegría, satisfacción, sensación de bienestar

Tristeza: decepción, desesperanza, desinterés

Miedo: inseguridad, amenaza, activación de la respuesta de lucha, huida y congelación.

Asco: repulsión, desaprobación, rechazo

Ira: hostilidad, conmoción, frustración

 

Para convertirte en experta debes permitirte experimentar todos tus sentimientos. Empieza por ser consciente de aquellos que intentas reprimirlos.

POR MI CUENTA

En la edad adulta, mis patrones de límites insanos continuaron. Me convertí en maestra de las ambigüedades: utilizaba el sarcasmo, ponía los ojos en blanco y una que otra mentira hostil, como: “¡Dije que estoy bien!”. (¿Te suena?). También utilizaba la manipulación encubierta (por lo general con mis novios) para que no se percataran de mis planes secretos detrás de la fachada de todo está bien.

Esto me aseguraba la aprobación, los mantenía contentos y evitaba la confrontación. Mientras tanto, tras bambalinas, satisfacía mis caprichos: pasar tiempo con viejos galanes o salir de fiesta con mis hermanas (y “olvidarme” de mencionar cualquiera de las dos cosas). Controlar a los demás y dominar las situaciones era un intento de sentirme segura. Esta estrategia funcionó hasta que dejó de ser eficaz.

No es casualidad que, después de las dificultades para expresarme de forma auténtica cuando era niña, terminara en el diván de una terapeuta y haya permanecido allí durante los últimos 30 años.

 

HABLEMOS CLARO

La falta de habilidades comunicativas conduce a establecer límites inadecuados, confusos o caóticos.

 

No había oído hablar del término límites hasta que entré a terapia y mi desconocimiento sobre este tema afectaba todas las áreas de mi vida, incluso mi forma de socializar y de comunicarme. La juventud suele ser una etapa en la que incluso los abstemios beben alcohol, así que, en mi último año de universidad, ya había vomitado lo suficiente, me había desmayado y perdí el conocimiento una que otra vez.

Mi padre había sido ejemplo de bebedor compulsivo. Mis descontroladas hermanas mayores, amantes de la diversión, habían seguido sus pasos y yo, a partir de los 14 años, solía beber algunos tragos con ellas. Cuando llegué a la universidad, pensaba que mi comportamiento inducido por la bebida era normal. Sin embargo, Bev, mi terapeuta, no pensaba lo mismo.

Después de semanas de mencionar de cuando en cuando mis proezas con el alcohol, Bev me lanzó una bomba: “Si no buscas ayuda para tu adicción en un programa de 12 pasos, tendré que poner fin a nuestra relación”, me dijo. Espera, ¿qué? ¿Mi terapeuta estaba rompiendo conmigo?

Su ultimátum me sorprendió. También mi reacción visceral ante la idea de buscar ayuda: respiré hondo. Me sentí aliviada. Muy aliviada. En el fondo, conocía la verdad en mi cuerpo mucho antes de que mi mente se planteara dejar las caguamas para siempre (¡no me juzgues! Estaba en la universidad).

La bebida impedía mi crecimiento y mi felicidad. El sabotaje a mi propia persona continuaría mientras bebiera para alejar los sentimientos de enojo, tristeza y miedo. Cuando faltaban tres meses para graduarme, dejé de beber.

BIEN DESPIERTA

La sobriedad me abrió los ojos al concepto de límites internos sanos, que se refieren a la relación con nosotras mismas (hablo más de esto en el capítulo 7). Por ejemplo, ¿escuchamos primero nuestras necesidades? ¿Somos responsables? Por primera vez en mi vida, examiné cómo me relacionaba conmigo misma. Ni siquiera había imaginado que pudiera existir este tipo de relación.

Tampoco comprendía que para establecer límites sanos con los demás necesitaba primero tener la habilidad para trazar mis límites internos. Ahora que el alcohol no nublaba mi perspectiva, empecé a cuestionarme con rigor:

¿Cumplo mi palabra y los compromisos que asumo conmigo misma? (La verdad es que no.)¿Cumplo mi palabra con los demás y hago lo que me propongo? (No siempre.)¿Gestiono el tiempo correctamente? ¿Tengo disciplina? ¿Sé regular mis emocionones y controlar mis impulsos? (Necesito trabajarlos.)

Tenía 22 años y mucho trabajo por delante. Sin embargo, por primera vez en la vida tenía las ideas claras. La terapia me había inspirado la revelación más profunda que tuve hasta el momento: en la baraja de la vida, no importa las cartas que me tocaron, podía pedir una nueva mano y crear un juego completamente nuevo.

Ser consciente de esto alimentó mi imaginación y me condujo hacia la transformación interna.

Apasionada por el autoconocimiento y la mejora personal, seguí visitando a mi primera terapeuta, Bev, durante años después de graduarme. Todos los lunes, con la exactitud de un reloj, tomaba el tren de las siete de la tarde desde Penn Station, en Nueva York, hasta su pequeño pueblo de Long Island, y volvía a mi departamento a medianoche.

Este esfuerzo reflejaba la firme creencia de que, si seguía el camino interior del descubrimiento y la sanación, mi vida continuaría mejorando. Sí. Podía elegir vivir mi vida empoderada. Aún así, me quedaba mucho por recorrer para comprender exactamente lo que esto significa en el día a día.

ESPEJITOS DE COLORES

Mi primer trabajo como verdadera profesionista fue a los 25 años, en el espléndido (y de límites dudosos) mundo del entretenimiento, como agente de talentos. No era un ambiente muy saludable que digamos. Allí no existen reglas claras como en el resto del mundo empresarial.

Socializar y salir de fiesta a deshoras con directores de casting o clientes formaba parte de la rutina de trabajo, y la frontera entre lo personal y lo profesional era difusa. A pesar de mi sobriedad y de la terapia, en el manejo de límites yo seguía siendo bastante desastrosa.

Sin embargo, me esforzaba en hacer valer mi vacilante capacidad para poner límites. “No, no puedes llamarme a las tres de la mañana porque a alguien se le olvidó poner agua mineral en tu camerino”. Empezaba a comprender que, de hecho, tenía opciones sobre cómo dejar que la gente me tratara, tanto en el trabajo como en la vida personal.

No obstante, mis aptitudes para poner límites no me impidieron hacer realidad mis ambiciones. Poco a poco fui ascendiendo y, cinco años más tarde, acabé dirigiendo, en Nueva York, las operaciones de una agencia internacional de talentos, negociando contratos millonarios con supermodelos y personas famosas. Increíble, ¿verdad? Bueno, no exactamente.

La realidad detrás de mi elegante título era dolorosa. Me había convertido en una adicta al trabajo estresante. A menudo cenaba yogurt helado y encendía uno de mis fieles cigarros cada vez que estallaba un drama (lo cual sucedía a cada instante del día). Además de gestionar la vida profesional de los clientes, con frecuencia me veía envuelta en sus desdichas personales.

También me sentía responsable de arreglar la vida de subordinados, amigos íntimos y familiares. Inconscientemente dejaba que sus embrollos personales cayeran sobre mis ya sobrecargados hombros. Extraoficialmente hice de terapeuta de todo el mundo, incluso de los problemas sentimentales del mensajero. Mientras tanto, yo misma era un desastre, aunque funcionaba bastante bien.

Mi punto de quiebre llegó cuando advertí que me preocupaba muuuuuuucho más por llevar a las modelos a rehabilitación, terapia y clínicas de trastornos alimenticios que por conseguirles un lucrativo contrato con Pantene o una película. Valoraba a las personas por encima de las ganancias y necesitaba un cambio profesional drástico.

Deseosa de desarrollar una carrera acorde con mi auténtico yo, me inscribí en la maestría en Trabajo Social, en la Universidad de Nueva York. Pero no podía permitirme dejar mi empleo. Mientras estudiaba a tiempo completo, dirigía a distancia el departamento de televisión de la agencia Elite Modeling y enseñaba actuación como profesora adjunta en la Tisch School of the Arts, de la Universidad de Nueva York.

Hacer malabares entre los estudios de posgrado y dos trabajos me obligaba a reafirmar a diario, si no cada hora, mi capacidad de poner límites, que aún estaba en desarrollo.

Para tener éxito como maestra, tenía que establecer claramente la reglas de clases (expresar los límites/expectativas) y hacerlas cumplir (no estaba permitido ser complaciente con nadie). Cursar el posgrado requería un desarrollo de límites internos aún mayor de los que necesité en su momento para lograr la sobriedad (mantener la palabra conmigo misma).

Esto significaba priorizar mis necesidades, preferencias y deseos, y hacer lo necesario para tener éxito (cumplir mi horario, rechazar invitaciones, no dejarlo todo por cada amigo o familiar en crisis).

Mejorar mis límites también me obligó a delegar tareas en la agencia, lo cual fue especialmente duro para una controladora maniática recién recuperada.

 

HABLEMOS CLARO

Si cambias tu manera de establecer límites, aprenderás a reconocer que tienes a tu disposición más opciones de las que imaginas y de las que has elegido hasta ahora.

 

Dos años más tarde me gradué. Me sentía realizada en muchos aspectos de la vida, en especial con mi recién descubierta agudeza para establecer límites. Tenía 33 años y estaba orgullosa de haber llegado tan lejos en la habilidad de marcar límites y en la comunicación interpersonal. Sin embargo, la vida estaba a punto de ponerme la mayor prueba en cuanto a establecer límites.

CAMBIO DE PLANES

Justo cuando me embarcaba en el nuevo capítulo de mi vida, el universo me acomodó un golpe que hizo replantearme todo: la repentina muerte de mi padre y, poco después, dos fuertes operaciones y radioterapias a las que tuve que someterme debido a un diagnóstico de cáncer. Todo en menos de un año.

El doble golpe de perder a mi padre y enfrentarme a mi propia mortalidad al principio de mis 30 años, me hizo recapacitar.

A pesar de llevar años de terapia, seguía luchando con la codependencia activa. Este hábito profundamente arraigado de asumir los problemas de los demás como si fueran míos, era, sin duda, resultado de no saber poner límites. Claro que había aprendido a decir no, gracias a ciertas invitaciones (ejem, ejem… ya no era una dama de honor de mala gana), pero no examinaba a fondo lo que ocurría internamente cuando anteponía de forma sistemática las necesidades de los demás a las mías.

Los años destinados a orientar mi vida en torno a otras personas habían acabado por pasarme factura. El estrés crónico contribuyó a la enfermedad potencialmente mortal que acababan de diagnosticarme. Necesitaba espacio para respirar. Para conseguir ese espacio, tuve que profundizar en cómo había llegado a sentirme responsable de todo y de todos. Recuerdo que mientras esperaba a que el médico me diera el diagnóstico pensé: “Aún me queda mucho por aprender y por hacer. Solo espero que no se me acabe el tiempo”.

Fue entonces cuando se me prendió el foco. Sí, en teoría entendí que tenía opciones sobre cómo estar para los demás y para mí misma, pero necesitaba ejercerlas con más conciencia. Tenía que hacerlo. Esta epifanía fue el último empujón que necesitaba para alcanzar la maestría en límites. Ahora considero este periodo, desde el cambio de profesión hasta la absolución de mi enfermedad, como mi propio campamento de entrenamiento en límites.

Pasé por todas las etapas de aprendizaje: nueva autoconciencia, seguida de autoconocimiento, aceptación y autocompasión, para convertirme finalmente en experta en menos de una década. Este viaje personal alimentó mi profundo deseo de reducir el sufrimiento de los demás, de resaltar las opciones que tienen y de mostrarles cómo tomarlas con facilidad y gracia.