Too Much - Terri Cole - E-Book

Too Much E-Book

TERRI COLE

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Beschreibung

"Muchas personas suelen satisfacer al otro, cuidar sus necesidades o resolver sus problemas. No lo hacen desde un lugar de generosidad, sino desde una necesidad de ser reconocidas, como una forma de buscar amor a través de dar too much, o demasiado. En estas páginas, Terri Cole (terapeuta con más de 25 años de experiencia y ex-codependiente) ayuda a las lectoras a identificar estos patrones de conducta limitantes, eliminarlos para que se alineen con sus propios deseos. Explica los mitos en torno al concepto de la codependencia, aclara su significado y nos comparte las vías para poder trabajarla. Además, no solo se enfoca en eliminar comportamientos dependientes, sino en cómo crecer en autoestima, valor propio, sino edificar una personalidad resiliente, firme y clara."

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Seitenzahl: 358

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Marca las casillas que resuenan contigo:

Priorizo las necesidades de los demás antes que las mías.

Resuelvo la última crisis de mi amiga aunque no tenga ni un minuto para mí.

Siento que todo se desmoronará si no soy yo la que se encarga del plan.

Vivo con la terrible necesidad de quedar bien con todos a como dé lugar.

Digo sí cuando en realidad quiero decir que no, para evitar problemas.

Si elegiste la mayoría de estas opciones, es probable que seas una persona que da de más por los otros, pues temes que dejen de quererte, valorarte o simplemente tomarte en cuenta. Estas conductas son las que Terri Cole denomina codependencia de alto funcionamiento (CAF), las cuales, aunque te hacen sentir más capaz y autónoma frente al mundo, en realidad, te convierten en lo contrario.

¡Basta de ser la que siempre resuelve! Transforma la visión que tienes de ti misma y aprende a relacionarte de una manera más saludable desde la libertad. Guíate con estas páginas, descubre cómo te vinculas con los demás y aprende a practicar el verdadero autocuidado. Es momento de vivir una vida auténtica y llena de alegría. ¿Estás lista?

Terri Cole es psicoterapeuta, experta en relaciones y empoderamiento. Tiene una maestría en Trabajo social y es licenciada en Trabajo social clínico. Ha asesorado a diversos tipos de clientes durante más de 20 años, desde amas de casa hasta celebridades y altos directivos que han figurado en la lista de la revista Fortune. Su trabajo combina lo mejor de la psicología y las prácticas orientales de atención plena, y su don es explicar conceptos psicológicos complicados de una manera práctica y amena para que las personas logren un cambio sostenible en su vida. Su misión es enseñar a las personas cómo alcanzar y mantener una buena salud mental y empoderarlas en cualquier aspecto de su vida.

Too Much es su segundo libro publicado por VR Editoras.

Deseo profundamente que las reflexiones que comparto a lo largo de estas páginas te ayuden a recuperarte de la necesidad de ser y hacer todo para todos (codependiente de alto funcionamiento), y que te brinden una profunda autoaceptación y paz interior.

 

A través de la entrega y la presencia crearás una vida espectacular y satisfactoria más allá de tus sueños. Esta vida te espera. Es un honor para mí ser tu guía en este viaje de transformación.

 

A mi devoto esposo, Victor Juhasz. Nada de esto sería posible sin tu apoyo inquebrantable y tu paciencia infinita. Te amo.

 

A mi madre y mis hermanas, que me han permitido compartir nuestras historias colectivas.

Índice

IntroducciónCómo utilizar este libroParte 1. Codependiente de alto funcionamiento sin tratamiento: Resolver, entrometerse y funcionar en excesoCapítulo 1. Cuando hacer demasiado es demasiadoCapítulo 2. Amorosa vs. codependienteCapítulo 3. Tu plano único de codependencia de alto funcionamiento. ¿Por qué te relacionas como lo haces?Capítulo 4. Relaciones codependientes de alto funcionamiento. ¿Cómo te relacionas con los demás?Capítulo 5. Por qué se atraen los narcisistas y los codependientesCapítulo 6. El precio alto de ser codependiente de alto funcionamientoParte 2. Codependiente de alto funcionamiento en recuperación: Sentir, permitir y hacer lo justoCapítulo 7. Ser emocionalmente resilienteCapítulo 8. Establecer buenos límitesCapítulo 9. Autocuidado realCapítulo 10. RíndeteCelebraProfundizaAgradecimientosNotas

Introducción

Hace años, cuando volvía a casa después de ver a mi terapeuta en Long Island, estaba de pie en el andén del tren cuando me llamó la atención un chico delgado que se tapaba con una manta. Mi radar de ayuda se activó. “Vaya —pensé—. Me pregunto qué le pasa”.

En cuanto abordamos, empecé a conversar con él. Resulta que Billy había sido contratado para conducir un auto y atravesar todo el país, pero en el último momento cancelaron el trabajo y ahora se encontraba varado, rumbo a Nueva York, un lugar en el que nunca había estado, y no tenía dónde dormir.

Billy, que tal vez tendría unos 19 años, parecía bastante ingenuo. Yo, a mis 23 años, no era precisamente la más conocedora, pero vivía y trabajaba en Nueva York. Eran finales de los ochenta y la ciudad todavía era ruda. Claro que podía ayudar.

—Espera, ¿qué vas a hacer? —le pregunté.

—Supongo que dormiré en la estación —respondió con indiferencia.

—¿En cuál estación?

—Penn Stati...

—No —le dije, interrumpiéndolo—. No puedes quedarte a dormir en Penn Station. Te asaltarán. Vente a mi casa.

Y así fue como llevé a un perfecto desconocido a mi departamento de estudiante, que compartía con una amiga. Ni siquiera me molesté en llamarla para ver si le importaba. Me imaginé que estaría de acuerdo en que no podíamos dejar que el pobre Billy se enfrentara solo a la salvaje ciudad de Nueva York, y estaba en lo cierto.

Años después, veo la historia de Billy como una situación emblemática de algo que sucedía con frecuencia: hacer que los asuntos y problemas de los demás, incluso de desconocidos, fueran mi responsabilidad. Priorizar los deseos, las necesidades y los resultados de los demás por encima de mi propio bienestar era mi configuración predeterminada. Debo ayudar a todos.

Por suerte, Billy era inofensivo y se fue a la mañana siguiente sin incidentes. Pero eso no significa que mi comportamiento exagerado e hiperresponsable no fuera problemático. Hoy, lo que más me llama la atención es lo compulsiva que fui al decidir que tenía que salvarlo. Había una falta total de espacio entre mis pensamientos, sentimientos y acciones. De inmediato dije: “Listo, vienes conmigo”. Nunca se me ocurrió hacer una pausa y considerar: “Mmm... ¿Siquiera este es mi problema?”.

Por supuesto, tenía otras opciones. Podría haberle dado a Billy el nombre de un hostal o sugerirle que se quedara en un lugar más seguro que Penn Station. Podría haberle dado cinco dólares para que se tomara un café y un tentempié. O podría haberme ocupado de mis propios asuntos.

En lugar de elegir cualquiera de estas opciones, proyecté mis peores temores sobre Billy (que estaba muy en paz con sus propios planes) y al instante hice esta proyección más importante que mi propio bienestar (y el de mi roomie). La verdad es que estaba acostumbrada a actuar así en todos los ámbitos de mi vida, con mis seres queridos, mis compañeros de trabajo y, sí, también con desconocidos.

Aunque puede que no hayas llegado a los extremos que yo llegué con Billy, tal vez tengas tu propia versión de desviarte de tu carril y tomar el timón de las decisiones y la vida de otra persona porque sientes una responsabilidad profundamente arraigada por los demás.

Piensa en lo siguiente:

¿Con frecuencia eres la persona a la que la gente acude en busca de consejo o cuando se encuentran en un aprieto?¿Te adaptas con regularidad a las necesidades y preferencias de los demás?¿Alguna vez dices que sí cuando quieres decir que no para evitar un problema?¿Das demasiado y recibes menos a cambio?¿Eres una “solucionadora” profesional, siempre atenta, siempre dispuesta a actuar en favor de los demás?¿Eres tan capaz que a veces parece que, si no te encargas de los planes de viaje, organizas la agenda, repartes la cuenta en las cenas grupales, resuelves el drama familiar de la niñera o solucionas la crisis existencial de tu mejor amiga se desatará el caos?

Si alguna de las preguntas anteriores te resuena, es muy probable que seas una de mis hermanas de alto funcionamiento, que dan demasiado, se exceden y siempre quieren quedar bien. Estos son comportamientos comunes de la codependencia, junto con hacer, sentir, organizar, dirigir, liderar, convencer, halagar demasiado. Mi objetivo al escribir este libro es guiarte de demasiado a lo justo, y ayudarte a encontrar una salida a cualquier patrón de comportamiento que pueda estar drenando tu energía y causar daño a ti y tus relaciones.

Afortunadamente estás en el lugar adecuado. No solo soy del mismo equipo, pues he pasado las dos últimas décadas recuperándome de hacer “demasiado”, sino que, como psicoterapeuta clínica, profesora y coach, he dedicado mucho tiempo a aprender sobre los fundamentos de la codependencia y a averiguar cómo enseñar a otras personas a desenredar los nudos psicológicos que nos mantienen corriendo de un lado a otro.

Me apasiona ayudar a las mujeres a aumentar su conciencia sobre los patrones de comportamiento disfuncionales y los límites desordenados para que puedan implementar cambios reales todos los días y vivir vidas más felices, saludables y en paz.

Cambiar es posible. No solo he experimentado esta transformación en mi propia vida, sino que he sido testigo de ella en las vidas de las innumerables pacientes a las que he tratado en mi consulta de terapia y de las alumnas a las que les he enseñado en mis cursos. He conocido a mujeres muy capaces de desempeñarse con éxito en todos los ámbitos de la vida: directoras ejecutivas, periodistas importantes y artistas aclamadas, supermadres y superamigas. Y aunque cada una de ellas tiene circunstancias únicas, la mayoría, si no es que todas, ha mostrado síntomas de codependencia.

Esto las hace sentir agotadas, con poca energía para dedicarse a su propio bienestar y sus sueños. Muchas de ellas se sienten movidas por la creencia inconsciente de que el peso del mundo recae sobre sus hombros y que depende de ellas, y solo de ellas, arreglar lo que está mal. Muchas han pasado sus días en un estado de ocupación y tensión de bajo grado, funcionando en exceso y preguntándose: ¿Soy la única que sabe hacer las cosas por aquí?

Con el tiempo, muchas han llegado a un punto de inflexión en el que sienten que la vida no es más que una serie de casillas que hay que marcar, incluso cuando se dedican a actividades que antes les producían alegría. Puede ser difícil tener acceso a la alegría, la inspiración y la esperanza si te sientes abrumada por la obligación, el agotamiento o la frustración, o te sientes crónicamente infravalorada.

Si estás asintiendo con la cabeza, déjame tranquilizarte. Hay una forma de salir del sufrimiento, una que requiere que te vuelvas más autorreflexiva y honesta contigo misma sobre lo que detona tu comportamiento. Una vez que aumente tu autoconocimiento y empieces a tener epifanías importantes sobre por qué funcionas como lo haces estarás en posición de tomar decisiones más conscientes sobre cómo quieres relacionarte y crear las relaciones y la vida que deseas, una acción correcta detrás de otra.

No hay cura para la codependencia, pero hay recuperación. En la recuperación te darás cuenta de que estás tentada a sucumbir una vez más frente a comportamientos disfuncionales, que incluyen límites desordenados, pero tendrás la conciencia de elegir de manera diferente. Así que, mientras lees este libro, ten paciencia contigo misma.

A muchas de nosotras nos condicionaron para centrarnos en los deseos, las necesidades y la comodidad de los demás, para ser cuidadoras. Aprendimos a hacer lo que fuera necesario para evitar los comentarios negativos de los adultos de nuestra vida. Tal vez nos cuesta decepcionar a los demás porque seguimos funcionando con un miedo infantil al rechazo y al juicio.

Primero nos lo transmitieron nuestros padres o cuidadores, y luego lo reforzaron nuestros profesores, amigos, jefes y compañeros de trabajo. Y más tarde esos mensajes se repitieron y reforzaron en la cultura, en los programas de televisión y las películas, en las redes sociales y, en realidad, en cada resquicio de la sociedad.

Una y otra vez nos dicen que es deseable que seamos amables, generosas, simpáticas y sacrificadas, y que considerar nuestras propias necesidades, deseos y prioridades nos convierte en egocéntricas, dramáticas o malas.

Así que no es raro que de adultas nos volvamos compulsivamente hiperresponsables. Estos patrones de comportamiento están muy programados y son en buena medida inconscientes.

La solución es sencilla: no es fácil, pero sí sencilla. Si aprendes a distinguir lo que es tu responsabilidad y lo que no (o lo que es tu lado de la calle y lo que no, como me gusta decir), el proceso de transformación se vuelve mucho más fácil y directo. El éxito final depende de tu voluntad de abrirte a nuevas formas de relacionarte contigo misma, que repercutirán de forma positiva en tu forma de relacionarte con los demás y con el mundo en general.

A veces puede resultar desalentador abandonar una mentalidad y unos comportamientos arraigados, sobre todo al principio de la recuperación. Es normal. Pero, si te dedicas a la práctica de permanecer en tu lado de la calle, sin duda verás resultados. Esto requiere diligencia. No esperarías hablar con fluidez otro idioma con solo ir a una clase. Es igual, y también en este caso tu compromiso vale la pena.

Cuando termines de leer este libro, te conocerás de una forma más real e íntima, lo que se traducirá en menos estrés, más tranquilidad y relaciones de mejor calidad, en especial la relación que tienes contigo misma.

Así que vamos adelante. He aquí un resumen de lo que trataremos en Too Much. En el capítulo 1 vamos a explorar el término codependencia, sus orígenes y cómo amplié su definición para adaptarla a nuestras vidas modernas basándome en un conjunto específico de comportamientos de los que fui testigo, de forma reiterada, durante mi práctica terapéutica a lo largo de más de 25 años. (Si la idea de codependencia te incomoda, no te preocupes. Lo que importa mucho más que la etiqueta es identificar tus hábitos y condicionamientos para que puedas sanar y vivir tu mejor vida).

Durante el resto de la primera parte vamos a identificar comportamientos problemáticos y aumentaremos tu conciencia sobre cómo te relacionas contigo misma. Para alinear tu comportamiento con tus verdaderos deseos, pasaremos algún tiempo limpiando lo que yo llamo tu “sótano”, en otras palabras, tu mente inconsciente.

Revisaremos el plano de tus relaciones, que refleja los mensajes que recibiste en tus primeros años de vida (de la familia, la comunidad y la sociedad) sobre cómo relacionarte con los demás. De modo que sí, daremos un paseo por las calles de la memoria para examinar cómo estas influencias tempranas afectan tu vida actual, a fin de rediseñar tu modelo para que refleje tus deseos y valores.

El objetivo de este proceso no es culpar a nadie, como tus padres o cuidadores, sino ayudarte a vivir la vida autodeterminada, soberana y feliz que te mereces. Ten la seguridad de que te guiaré de forma suave a lo largo de todo el camino. Tómate descansos siempre que lo necesites. Este proceso avanza a tu ritmo y según tu disposición.

La segunda parte se centra en cambiar la forma en que te relacionas contigo misma y con el mundo, con el objetivo de ayudarte a centrarte en tu propia experiencia para que te relaciones con los demás de una forma más sana. Abordaremos las experiencias de las relaciones de tu vida adulta que siguen alimentadas por heridas no resueltas o problemas del pasado (porque la desconexión te coloca en una posición privilegiada para recaer en comportamientos disfuncionales) y aprenderemos a permanecer presentes cada vez que una interacción detone una carga emocional incómoda.

También veremos cómo manejar las recaídas, que pueden producirse en especial durante épocas de crisis, y analizaremos las posibles reacciones de quienes se han acostumbrado a tu autoabandono y tu exceso de complacencia. Obtendrás estrategias para enfrentar un periodo de incomodidad en el que estás comenzando a hacer cambios positivos, pero aún no has dominado tus nuevas habilidades que afirman la vida.

El conocimiento es poder y, a lo largo de este libro, recibirás información importante para realizar cambios de comportamiento duraderos, lo que beneficia a todos, incluida y especialmente a tu persona.

CÓMO UTILIZAR ESTE LIBRO

Sea cual sea tu estilo de lectura, ten en cuenta que este libro está diseñado para ser leído en orden cronológico, ya que cada capítulo se basa en el anterior. Para ayudarte a aplicar lo que estás aprendiendo, a lo largo de cada capítulo te ofrezco consejos, autoevaluaciones y ejercicios. Son las mismas herramientas que utilizo con mis pacientes y estudiantes, y son esenciales para lograr los resultados deseados. Esto es lo que encontrarás en cada capítulo:

 

Repite conmigo: poderosas afirmaciones positivas diseñadas para ayudarte a replantear tu mentalidad y aumentar tu autoestima. Utilízalas como afirmaciones para guiar tus pensamientos y acciones.

Amable recordatorio: mensajes sinceros y reflexiones que sirven como suaves empujones, que te recuerdan la importancia de tu viaje y el poder del amor propio.

Reflexiona: momentos de introspección para ayudarte a reflexionar sobre tu viaje y que te ofrecen un espacio para personalizar los descubrimientos y aplicarlos a tu vida.

Ejercicio introspectivo: evaluaciones rápidas y oportunas que te permitirán personalizar e internalizar la información alentadora sobre el autodescubrimiento y aplicarla de inmediato a tus experiencias únicas.

Entra en acción: al final de cada capítulo, las secciones Entra en acción te ofrecen ejercicios prácticos y pasos a seguir.

Lo más importante:

formas útiles de ampliar tu autoconciencia y mantener tu viaje de crecimiento personal en el primer plano de tus pensamientos.

Cuídate:

enfatiza la importancia del autocuidado, al proporcionar orientación sobre la incorporación de prácticas de cuidado en tu rutina diaria.

Profundiza:

te invita a revisar la parte final del libro, donde encontrarás ejercicios de autoconocimiento más profundos e ideas prácticas que te permitirán adaptar tu viaje de sanación.

También puedes adquirir en línea un paquete extra de codependencia de alto funcionamiento. Consigue herramientas exclusivas de atención plena, meditaciones guiadas y estrategias complementarias en CAFbook.com/resources.

Este libro es un viaje de autodescubrimiento y empoderamiento, y te animo a que leas cada sección en su totalidad para obtener los mayores beneficios. Si te gusta tomar notas, quizá quieras tener un diario a la mano.

¿Mi consejo? Ve a tu ritmo, toma lo que te funcione y deja el resto.

Si estás familiarizada con mi trabajo en las redes sociales, mi podcast The Terri Cole Show, uno de mis cursos en línea o mi libro Experta en límites, es posible que reconozcas algunos de mis conceptos básicos de enseñanza en las siguientes páginas. He desarrollado estos conceptos a lo largo de más de dos décadas como terapeuta, coach y profesora.

Aquí cubriré de forma específica las tres preguntas para la Claridad, la Repetición de Realidades de tus Relaciones, la Ganancia Secundaria, el Refugio Zen y los Planos a través de la lente de la codependencia y los patrones relacionales. Estas son mis estrategias y herramientas exclusivas, comprobadas, para acelerar tu proceso de sanación.

Al embarcarte en este viaje de sanación es posible que sientas cierto remordimiento o vergüenza por cómo te has comportado en el pasado. Es normal. Considera todo este libro como una zona libre de juicios. Estás haciendo un balance y recopilando datos que te ayudarán a tomar mejores decisiones hoy y en el futuro.

Ser codependiente no significa que seas una mala persona o una maniática intencionada del control. Significa que tienes algunos comportamientos aprendidos que tal vez quieras desaprender, eso es todo. Es importante que sientas compasión de ti mientras lidias con algunas de estas dinámicas más arraigadas. Too Much te sensibiliza y te educa para relacionarte de forma saludable.

Como ya mencioné, estos comportamientos disfuncionales que estás tratando de cambiar te fueron enseñados desde la más tierna infancia, y no son culpa tuya. La autoconciencia es nuestra mejor herramienta para separar los comportamientos sanos de los disfuncionales. Una vez que aumentes tu autoconciencia podrás realizar los cambios que deseas en tu preciosa e irrepetible vida.

Paso a paso, puedes aprender a hacer pequeños pero potentes cambios que darán lugar a grandes avances en las relaciones, como decir que no cuando quieres decir que no, hacer una pausa antes de convertirte en un tapete para cualquiera, no poner a tu compañera de departamento en una situación de riesgo al invitar a un perfecto desconocido a una pijamada... y mucho más. Todo cambia cuando tú cambias.

Lo que sientes importa. Lo que piensas importa. Lo que quieres importa. De hecho, esas cosas son las que más tienen que importarte. Puede que al principio te sientas un poco incómoda con esta nueva perspectiva. No pasa nada. Crear un cambio sostenible va a costar trabajo, pero no tengo dudas de que cuentas con lo que hace falta para lograrlo.

Al elegir el camino de la sanación y la recuperación estás volviendo a casa contigo misma, quizá por primera vez. Hay una gran belleza, riqueza y recompensa en este proceso, así que considéralo si empiezas a sentirte agobiada. Conocerte a ti misma en estos niveles más profundos significa que estás creando la oportunidad para que los demás también te conozcan más profundamente. Y de eso se trata esta vida.

Mediante técnicas de transformación comprobadas, he enseñado a miles de personas de todo el mundo como tú a crear y mantener relaciones y vidas que les emocionen y les llenen, basándome en la autoconciencia, el autoconocimiento, la autocompasión y el amor propio.

También quiero eso para ti, porque para mí tú eres la razón por la que hago lo que hago.

Me comprometo a añadir valor a tu vida y a ayudarte a alcanzar tus sueños y deseos. He escrito este libro para ti y creo de todo corazón que, si mantienes el rumbo, contiene la clave para tu liberación de demasiado a lo justo.

Es un honor y un privilegio guiarte en este viaje de transformación y sanación. Como no hay mejor momento que el presente, ¡manos a la obra!

 

El éxito final depende de tu voluntad de abrirte a nuevas formas de relacionarte contigo misma.

Parte1 Codependiente de alto funcionamiento sin tratamiento: Resolver, entrometerse y funcionar en exceso

Capítulo 1Cuando hacer demasiado es demasiado

Hace años me encontraba en mi consultorio de la Calle 22 Oeste de Nueva York esperando a Andrea, una exitosa abogada de mediana edad que inicialmente había buscado terapia para gestionar mejor la abrumadora cantidad de estrés que tenía en su vida. Como muchos de mis pacientes, Andrea estaba siempre sobrecargada por el trabajo, la casa y las obligaciones personales.

Sin embargo, siempre llegaba puntual a nuestras sesiones y con una lista de temas de conversación. Por eso me sorprendió que hubiera cancelado de último minuto la semana anterior. Y aunque había enviado un breve mensaje de cinco minutos antes de que empezara la sesión, me preocupó su comportamiento anómalo.

Tanto en su casa como en la vida, Andrea era una consumada persona de acción: madre cariñosa de dos niños en edad escolar llenos de energía, esposa comprometida y pariente y amiga de confianza. Mientras tanto, trabajaba 60 horas a la semana en la empresa y se las ingeniaba para ser voluntaria en un centro de acogida para personas sin hogar, presidir el comité de padres del colegio de sus hijos y encabezar divertidas aventuras con sus amigos.

Además, Andrea era la persona de referencia para todos sus seres queridos. Para cualquiera que necesitara consejo, una opinión o un hombro sobre el que llorar, Andrea estaba allí, normalmente con una broma irónica, un pañuelo y un plan bien estructurado para solucionar el problema.

Si estás pensando “¿Cómo rayos tenía tiempo para todo esto?”, la respuesta es que no tenía tiempo. Sin embargo, como muchos de mis pacientes proactivos, persistió, se excedió y se esforzó por torcer las leyes del tiempo y el espacio, insistiendo en que todo estaba “bien”. Porque, realmente, si ella no hacía todas las cosas, ¿quién las haría? Así que seguía adelante.

Pero claro, había grietas en su armadura. “¿Por qué todo el mundo es tan ineficiente?”, era el mantra que siempre repetía cuando venía a mi consultorio. Su familia, sus colegas, sus amigos y, bueno, el mundo en general, ninguno de ellos podía igualar la alta capacidad de Andrea.

En los últimos tiempos parecía muy irritada por asuntos grandes y pequeños, y decía cosas como “¿Puedes creer que Jack espera que yo recoja a medianoche a nuestra hija de la pijamada?” o “Mis amigos dan por hecho que seré yo quien se encargue de todos los planes de viaje, como si fuera la única que tiene una cuenta en Airbnb”, o también “A mi colega de bufete ni siquiera se le ocurrió pensar en hacer la reservación para la comida de nuestro cliente más importante. ¿Tengo que hacerlo todo?”.

Tanto si tenía que hacerlo todo como si no, estaba haciendo todo, y me pregunté si su enojo, así como sus crecientes niveles de estrés y su incapacidad para decir no tenían algo que ver con el hecho de que hubiera faltado a nuestra última cita.

En general, Andrea sobrestimaba su ancho de banda y su energía. Era incapaz de ver la conexión entre su alto nivel de estrés y lo mucho que hacía siempre por los demás. La relación de Andrea consigo misma nunca formó parte de la ecuación. Tu negocio es mi negocio parecía ser su lema.

A muchos de nosotros nos enseñaron que decir sí sin cesar es una medalla de honor. Esta creencia informa nuestras interacciones y repercute en la calidad de nuestras vidas. Como la mayoría de mis pacientes de alto rendimiento, mujeres que siempre están listas para afrontar cualquier crisis que pueda surgir, Andrea sabía que, lógicamente, podía decir que no a su familia, sus amigos y sus compañeros de trabajo. Pero ¿en la práctica? Rara vez lo hacía.

EJERCICIO INTROSPECTIVO HAZ UN INVENTARIO: ¿LO ESTÁS HACIENDO TODO?

Lee las siguientes preguntas y anota tus respuestas. A veces no nos damos cuenta de lo mucho que hacemos hasta que llevamos a cabo un inventario.

¿Cuántas horas a la semana trabajas (dentro o fuera de casa)?Si tienes hijos, ¿eres el padre “designado” cuando se trata de cuidarlos (comidas, llevarlos y recogerlos del colegio, citas, actividades, reuniones de la asociación de padres y madres, ropa, citas con amigos, etc.)?¿Cuánto tiempo inviertes en mantenerte en contacto con tu familia?¿Quién se encarga de las tareas domésticas? Si se divide, ¿cuál es el porcentaje de cada uno?Cuando un amigo, pariente, familiar o compañero de trabajo necesita algo, ¿lo dejas todo para ayudarlo?Si tienes pareja, ¿qué parte de la vida de tu pareja gestionas tú (piensa en vida social, salud, forma física, familia, trabajo, etc.)?¿Estás más en contacto con la familia de tu pareja que ella misma?¿De cuántas personas eres confidente?

Cuando revises tus respuestas, piensa en cómo estos aspectos de tu vida están configurando tu realidad actual. Ahora mismo estamos en la fase de concienciación y recopilación de información de nuestro viaje y no emprendemos ninguna acción nueva.

“ES IMPOSIBLE QUE SEA CODEPENDIENTE”

Cuando Andrea entró en mi consultorio y se dejó caer en el sofá, soltó un largo suspiro. Tenía ojeras y llevaba una blusa medio arrugada.

—¿Qué pasó la semana pasada? —le pregunté.

—Me estaba recuperando de un viaje a Urgencias la noche anterior —dijo—. Pero no te preocupes, ya estoy bien.

—¿Y por qué acabaste en Urgencias?

—Bueno, todo empezó con un día de locos en el trabajo. Una testimonial muy importante se alargó y me retrasó. Mi asistente estaba enferma. Y tuve que hacer de médico por internet para un compañero que tenía unas ronchas raras en el cuello... —dijo, poniendo los ojos en blanco—. Eso fue encantador.

Al llegar a casa, la hija de Andrea, de 10 años, estaba muy caprichosa y Evelyn, la niñera, descargaba su estrés por la enfermedad de su padre y la sospecha de infidelidad de su novio.

—Dios mío, Terri, lo único que le dije fue un simple ¿cómo estás? —comentó Andrea, todavía exasperada una semana después—. Le ofrecí ponerla en contacto con un médico amigo que podría ayudarle con el diagnóstico de su padre. Pero con el novio, bueno, tenía algunas ideas...

Mientras le recordaba a Evelyn sobre la última que el novio le había hecho e intentaba ayudarla a diseñar un plan para que dejara a ese imbécil, Andrea de repente no pudo respirar.

Su condición llegó a ser tan intensa que acabó en Urgencias, donde un médico le preguntó: “¿Ha sufrido alguna vez un ataque de pánico?”.

—Sentía como si un elefante estuviera sentado sobre mi pecho. Le dije: “¡Definitivamente, esto no es eso! Siento que me estoy muriendo”. No hay ninguna posibilidad de que fuera solo un ataque de pánico.

Pues bueno, según los resultados del electrocardiograma, Andrea no estaba sufriendo un infarto. En realidad no tenía ningún problema cardiaco. El médico le recetó reposo y le sugirió que estudiara técnicas para controlar el estrés.

—Terri, todo esto no puede estar en mi cabeza.

Puede que Andrea no relacionara el elefante sobre su pecho con su alto funcionamiento (hacer todas las cosas para todas las personas), pero a mí me parecía que su estilo tan comprometido de relacionarse con todo el mundo era el elefante en la habitación.

—¿Qué crees que es un ataque de pánico? —le pregunté.

—¿Es cuando te quiebras bajo presión?

Una y otra vez, me había dado cuenta de que las mujeres como Andrea, que “lo hacen todo” y son inteligentes, capaces y trabajadoras, tendían a ver la ansiedad como sinónimo de debilidad. Tiene que haber algo mal en mí, se dicen a sí mismas.

Le aseguré:

—Es más bien cuando toda la presión a la que estás sometida acaba por desbordarse. Y que quede claro: no tiene nada que ver con tu fortaleza mental.

Aunque Andrea creía que podía con todo (su marido, su familia, sus amigos, sus clientes y su personal de apoyo), su cuerpo le decía otra cosa. Los susurros de su creciente agotamiento se habían convertido en una crisis real. Ya no podía negar que algo tenía que cambiar. La estresante visita de Andrea a Urgencias fue una invitación a tomar conciencia de sí misma, a darse cuenta de sus patrones habituales de hacer demasiado por los demás y descuidar sus propias necesidades.

Me miró y luego miró al suelo.

—La forma en que te relacionas con la gente de tu vida —aventuré— es codependiente.

Al oír hablar de codependencia, Andrea alzó la cabeza.

—¿Codependiente? ¿Yo? Terri, sabes que no soy dependiente… de nadie. Todos se recargan en mí.

No era la primera vez que un paciente rechazaba mis observaciones sobre el comportamiento codependiente. Esto se debe a que, según mi experiencia profesional, la mayoría de la gente no entiende qué es realmente la codependencia.

MITOS DE LA CODEPENDENCIA

Hay mucha confusión y conceptos erróneos sobre la codependencia. Antes de seguir, abordemos algunos de los mitos más extendidos:

 

Mito 1. La codependencia solo se da en las relaciones con adictos

Falso. Aunque la codependencia suele estar presente en las relaciones adicto/facilitador, no es el único tipo de relación en el que puede aparecer.

Mito 2. Solo las mujeres son codependientes

Falso. Aunque por lo regular pensamos en la codependencia como una condición de las mujeres, cualquier género o expresión de género, incluidos los hombres y las personas que se identifican con el género masculino, binario y no binario, pueden ser codependientes.

Mito 3. La codependencia solo se da en las relaciones románticas

Falso. La codependencia puede darse en cualquier dinámica de relación, con miembros de la familia, compañeros de trabajo, clientes, parejas románticas o amigos (un saludo a toooodas las amigas codependientes de cuando tenía 20 años).

Mito 4. Solo las personas emocionalmente débiles son codependientes

Falso. La codependencia no tiene nada que ver con ser “débil” o “fuerte”, y todo que ver con los límites. He visto a muchas mujeres de carácter fuerte, seguras de sí mismas y atrevidas caer en estos patrones de comportamiento disfuncionales que fueron modelados por sus primeros cuidadores, su historia personal y las experiencias vividas. “Débil” es sin duda un término equivocado.

Mito 5. Siempre se puede detectar a un codependiente

Falso. De hecho, muchas personas no se identifican con la definición de la vieja escuela de la codependencia y ni siquiera pueden detectarla dentro de sí mismas, exactamente la razón por la que escribí este libro.

REFLEXIONA

Tómate un momento para reflexionar sobre lo que entiendes actualmente por codependencia. ¿En qué se parece o difiere de los mitos y las explicaciones que hemos expuesto?

CODEPENDENCIA DE LA VIEJA ESCUELA

Gran parte de lo que hoy entendemos por codependencia se remonta a los años 70, cuando surgieron nuevas teorías sobre el cuidado, la codependencia y las relaciones dependientes en los campos de la adicción y la recuperación. Para mayor claridad, la codependencia no es un diagnóstico clínico ni un trastorno de la personalidad, pero se reconoce como un problema generalizado en el campo de la salud mental.

La publicación de Ya no seas codependiente, de Melody Beattie, a mediados de los 80, popularizó el término “codependiente” y tocó una fibra sensible de reconocimiento y alivio en mujeres de todo el mundo.

En Ya no seas codependiente , Beattie resaltaba la falta de consenso en torno a una definición clara de la codependencia. Décadas más tarde, aunque muchos pensadores brillantes han aportado matices y variaciones a nuestra comprensión de sus síntomas y comportamientos, aún no llegamos a un consenso sobre qué es la codependencia.

Dicho lo anterior, la mayoría de los psicólogos estaría de acuerdo en que las personas que muestran comportamientos codependientes dependen e invierten demasiado en otros (normalmente una pareja, un familiar o un mejor amigo) para obtener apoyo, validación e identidad.

Esta sobreinversión puede llevarlas a organizar su vida en torno a los demás de forma automática, instintiva e incluso compulsiva, creando relaciones desequilibradas y poco saludables en las que sacrifican sus propias necesidades para satisfacer las de los demás, aunque no pidan ayuda.

El término codependencia ha evolucionado desde finales de los ochenta y los noventa. Sin embargo, una de las suposiciones más duraderas sobre las personas codependientes es que son mujeres sufridas y desempoderadas que no consiguen escapar de una dinámica malsana con su ser querido tóxico-dependiente.

Esta evaluación es comprensible si consideramos que muchos de los pioneros en el campo de la codependencia desarrollaron sus teorías en el contexto de la adicción y la recuperación.

EL REPLANTEAMIENTO: CODEPENDENCIA DE ALTO FUNCIONAMIENTO

Una y otra vez, mis pacientes en terapia, como Andrea, se resistían a que observara sus interacciones codependientes porque no se veían a sí mismos dentro de la definición de codependencia de la vieja escuela. Y como no se veían a sí mismos, desechaban la idea por completo. Eran muy capaces, exitosos y estaban demasiado “al mando” como para ser “dependientes” de otros.

Pero yo quería urgentemente que mis pacientes pudieran identificar los patrones relacionales desordenados que les causaban dolor. Solo entonces podrían detener los comportamientos que los empujaban hasta el agotamiento y el resentimiento.

Sin esa identificación, el camino hacia la sanación se ensombrecía y, en consecuencia, las personas tardaban mucho más en obtener la ayuda que necesitaban. Quería que la gente se viera a sí misma en los patrones relacionales desordenados de la codependencia para poder trabajar en los problemas de raíz.

Poco a poco me di cuenta de que estaba viendo la codependencia desde un punto de vista diferente al de la definición de la vieja escuela. La veía a través de la lente de los comportamientos superfuncionales e hipervigilantes de mi paciente, y del dolor que estos comportamientos le causaban. No me apegaba a las nociones tradicionales. Tan solo quería ayudarles a cambiar los comportamientos que les causaban agotamiento, burnout y resentimiento.

Descubrí que un pequeño reencuadre suponía una gran diferencia. Concebí el término codependencia de alto funcionamiento, o CAF, para describir el tipo de codependencia que observaba a diario en la mayoría de mis pacientes en terapia altamente capacitados. También me resultaba extrañamente familiar porque era lo que yo había experimentado de forma personal durante años, entre los 20 y los 30.

Defino la codependencia de alto funcionamiento como un comportamiento que incluye estar excesivamente involucrado en los estados de ánimo, las decisiones, los resultados y las circunstancias de las personas de tu vida, en detrimento de tu propia paz interior y tu bienestar emocional o económico.

Las relaciones codependientes de alto funcionamiento pueden incluir límites borrosos y un desequilibrio de esfuerzo y poder, en las que el codependiente de alto funcionamiento muchas veces asume la responsabilidad de satisfacer las necesidades de la otra persona e intenta controlar la mayoría de los aspectos de la relación.

Las personas CAF suelen ser inteligentes, exitosas, confiables y realizadas. No se identifican con la dependencia porque probablemente lo hacen todo por los demás. Puede que tengan una carrera increíble, que lleven una casa, que cuiden de sus hijos o de sus padres mayores, que hagan malabares con todas las actividades extraescolares, que coordinen las distintas citas y, probablemente, que también ayuden a sus amigos a superar todos sus problemas.

En resumen: cuanto más capaz seas, menos te parecerá que eres codependiente. Pero, si te extralimitas, funcionas de forma excesiva, das de más y te centras demasiado en los demás y haces demasiado, estos comportamientos están comprometiendo tu paz interior y tu bienestar. Sin importar cómo lo llamemos, es un problema.

Y como somos tan endemoniadamente eficientes, nos las ingeniamos para que todo lo que hacemos y gestionamos parezca fácil, para que nadie se dé cuenta de que estamos sufriendo.

AMABLE RECORDATORIO

La codependencia de alto funcionamiento tiene un precio muy alto, pero a menudo no nos damos cuenta de que lo estamos pagando.

Para complicar todavía más las cosas, en nuestra sociedad, muchos rasgos de las personas CAF (ser considerado, atento, eficiente, generoso, desinteresado) son recompensados socialmente, lo que hace que sea más difícil para las personas entender por qué su comportamiento es disfuncional. Cuántas veces hemos oído en la infancia “Sé bueno”, “No frunzas el ceño” o “Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada”. Nos educan y alaban para ser codependientes que se abandonan a sí mismos.

Cuando añadí “de alto funcionamiento” a la palabra codependencia y compartí la definición actualizada, todos mis pacientes levantaron la mano sin avergonzarse. Sí soy. Hola. Yo soy el problema, ese soy yo. De repente, la “codependencia” se hizo muy familiar. En cuanto se identificaron como codependientes de alto funcionamiento, mis pacientes experimentaron un gran cambio en su autoconciencia. Ahora podíamos poner manos a la obra.

Puede ser tranquilizador saber que, a pesar de los mitos, no hay un tipo de persona que tienda a ser un codependiente de alto funcionamiento. Los hay de todas las formas y tamaños. Algunos somos escandalosos y otros más moderados, algunos divertidos y otros serios, algunos optimistas y otros pragmáticos.

Algunos son extrovertidos y otros introvertidos. Lo que tenemos en común son los comportamientos relacionales de la codependencia de alto funcionamiento. Pero la forma en que expresamos estos comportamientos es única para cada persona.

También es importante señalar que muchos codependientes de alto funcionamiento suelen ser personas altamente sensibles o empáticas. Tienen un sistema nervioso sensible, son muy conscientes de los sutiles cambios de humor de quienes los rodean y pueden sentirse abrumados en entornos muy estimulantes.

Cuando uno es empático, siente de forma natural los sentimientos de los demás. Y si además es un codependiente de alto funcionamiento, puede sentirse obligado a ayudar, sobre todo si los sentimientos de los demás son negativos.

IDENTIFICAR TUS COMPORTAMIENTOS DE CODEPENDIENTE DE ALTO FUNCIONAMIENTO

Para ayudarte a reconocer dónde y cómo puede aparecer la codependencia de alto funcionamiento en tu vida, lee la siguiente lista de los problemas más comunes que encuentro en mis pacientes en terapia. Pon atención a lo que te resulte familiar.

Tal vez te identifiques con algunos de estos rasgos o quizá te veas reflejada en todos ellos. Cualquiera de las dos opciones está bien. Mientras lees, no te mortifiques por nada de lo que reconozcas. Identificar lo que ocurre es un primer paso valioso. Estás aprendiendo más sobre ti misma y utilizaremos la información para tu transformación a lo largo de este libro.

Retos de comunicación

Eres experta en conocer los sentimientos y las emociones de las personas que forman parte de tu vida, pero puede que tengas menos intimidad con tus propios sentimientos y emociones. Esto puede dificultar la comunicación eficaz de lo que en verdad piensas y sientes, sobre todo si temes que te rechacen o evitas los conflictos.

Búsqueda de aprobación

Puede que priorices las necesidades de los demás por encima de las tuyas. O dices que sí cuando preferirías decir que no, y es probable que no te gusten las confrontaciones. Puede que te disculpes con frecuencia, no solo cuando no lo sientes, sino cuando estás enojada, triste, frustrada o ansiosa. Tal vez te da miedo lo que pueda pasar si haces algo que inspire desaprobación en otra persona, por lo que alteras tus preferencias, emociones y necesidades.

Autorreparación

Cuando alguien te cuenta un problema o una situación, es posible que te lances de inmediato a dar tu opinión sobre lo que debería hacer para solucionarlo, tanto si te lo ha pedido como si no.

Límites desordenados

Cuando te centras en las necesidades y los deseos de los demás, es difícil establecer y mantener unos límites sanos. Además, puedes anticiparte a las necesidades de los demás sin consultarlos, con lo que te expones a sobrepasar sus límites.

Ignorar, minimizar o negar los problemas

Para evitar conflictos, tal vez dices cosas como “No quiero hacer un escándalo de nada” o justificas el mal comportamiento de otras personas con frases como “Solo está cansado y de mal humor. Sé que no era su intención”.

Autosacrificio

El autosacrificio o abnegación se ha considerado durante mucho tiempo una virtud en muchas culturas, pero es importante analizar con detenimiento en qué aspectos sacrificas lo que quieres y lo que necesitas por los demás. Podría tratarse de no hacer cosas que te permitirían descansar o te darían alegría, porque estás más pendiente de las necesidades de los demás que de las tuyas.

Hiperayuda

Puede que te dediques a campos como la enfermería, la terapia o el coaching, donde ser un ayudante nato es una ventaja. La tendencia a la hiperayuda puede extenderse fácilmente a tu vida personal y parecer que haces por los demás cosas que ellos pueden y deben hacer por sí mismos.

Sobrefuncionamiento

Con frecuencia te sientes obligada a ir mucho más allá por los demás, tanto cuando te piden ayuda como cuando no. Esta tendencia puede manifestarse en cualquier lugar: en casa, en el trabajo, en las relaciones personales y profesionales, incluso con alguien que acabas de conocer. Tampoco es sostenible. Si das hasta que te duela, es más probable que acabes amargada o con

burnout

.

REFLEXIONA

¿Cuáles de los rasgos anteriores te resuenan? Si son todos, no te preocupes. Estás exactamente donde tienes que estar. Si solo fueron uno o dos, también es estupendo. Estás aprendiendo más sobre quién eres realmente. Recuerda: esta es una zona sin juicios.

En esencia, las relaciones codependientes se construyen sobre una base de límites desordenados y patrones relacionales disfuncionales con una intención encubierta o abierta de controlar la situación de otra persona. Esa última parte puede ser difícil de entender y aceptar. Definitivamente lo fue para mí.

En mi vida, antes de la recuperación de la codependencia de alto funcionamiento, no intentaba de forma consciente controlar nada, pero trataba activamente de detener los conflictos y los dramas antes de que empezaran.

Al igual que otros CAF, mi deseo de controlar situaciones y personas tenía su origen en el miedo. Miedo a lo desconocido. Miedo a todas esas cosas terribles que podrían ocurrir sin mi intervención. Miedo a que la situación se descontrolara. Miedo a que los demás se enojaran, se molestaran o se sintieran infelices.

Como personas amorosas y atentas, nos interesa la felicidad de nuestros seres queridos. Pero los codependientes de alto funcionamiento invierten demasiado. Una CAF